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  • El efecto del ‘default’ del 2008 se siente hoy

    Pedro Maldonado O. (I)

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    Pedro Romero, catedrático y analista económico, habla sobre el crecimiento del riesgo país de Ecuador. Él asegura que es necesario enviar señales favorables a los mercados internacionales y a los inversionistas. Advierte más problemas para financiar el Presupuesto.

    El pasado 18 de agosto el riesgo país de Ecuador se ubicó en 1 157 puntos, el de Colombia estuvo en 262 y el de Perú en 216. ¿Cuáles son los efectos del crecimiento del riesgo país de Ecuador?

    Uno de los primeros efectos es el hecho de que empezamos a tener más dificultades para conseguir créditos. El tener un mayor riesgo país implica que aquellos prestamistas internacionales que estarían interesados en el país ahora van decir que es más riesgoso prestarle a Ecuador y van a preferir otros clientes menos riesgosos, como Colombia o Perú. La prueba de ello es lo difícil que le ha resultado al Ministerio de Finanzas conseguir créditos internacionales en los últimos meses. Esto refleja que Ecuador no es considerado por los mercados internacionales como un sujeto de crédito de bajo riesgo.

    ¿Tal como pasaría con una persona natural que busca crédito en la banca?

    Exactamente. El ‘default’ del 2008 con la declaratoria de una parte de la deuda externa ecuatoriana como ilegítima alivió en ese momento los pagos de la deuda del Gobierno. Pero hoy en día eso tiene repercusión, precisamente cuando tenemos necesidad de financiamiento para cubrir el déficit fiscal. Cuando nosotros vamos al mercado internacional nos encontramos con que hay países que reciben préstamos a tasas del 3% y nosotros conseguimos montos pequeños a tasas de interés del 7%, 8% o más.

    ¿Una decisión que se calificó por las autoridades del país como soberana hoy trae efectos a la economía?

    Claro. Además, otra consecuencia es que si no se tienen muchas fuentes de financiamiento internacionales se acude a la deuda interna a través del IESS y eso genera presión sobre las tasas de interés nacionales. Por otro lado está la necesidad de realizar ajustes que no estaban en las proyecciones, como los ajustes efectuados en gasto corriente y gastos de capital. Entonces se hace la preventa de petróleo y se sustituyen las medidas iniciales. Otra manera de enfrentar la situación es subiendo los ingresos y eso se refleja en incremento de impuestos en los últimos meses. Los mismos proyectos del Gobierno respecto de las herencias y a la plusvalía, así como las salvaguardias comerciales, apuntan a ingresos tributarios adicionales para financiar el gasto.

    ¿Cómo se refleja todo esto en el día a día del ciudadano?

    En los últimos ocho años el gasto público, apoyado en los altos precios del barril de crudo, se convirtió en la variable principal para sostener el crecimiento económico, tanto por el lado del empleo como de la obra pública. Luego, cuando el gasto público se desacelera por la caída del petróleo, la consecuencia es que el crecimiento económico disminuye. En el primer trimestre de este año el PIB ecuatoriano creció 3%, el nivel más bajo de los últimos años y existen estudios que señalan que en los dos últimos trimestres del 2015 habría una caída en el crecimiento y terminemos el año con un 1% de crecimiento (NDLR: la previsión oficial es que el PIB crezca este año 1,9%).

    ¿Pero qué pasa con las personas? ¿Cómo sienten los efectos de la desaceleración?
    Pueden darse atrasos en los pagos a los contratistas del Estado, despidos en entidades públicas, disminución del consumo con efectos en los indicadores de desempleo. Ahora en la época de regreso a clases los precios de los útiles escolares se elevaron frente al año pasado, por efecto de las salvaguardias.

    ¿Todo esto ocurre por el nivel que tiene hoy el riesgo país o es la suma de factores?

    Es por la suma de factores como el nivel del riesgo país, la caída precio del crudo en los mercados, la apreciación del dólar, la desaceleración de China. Los precios del camarón, por citar otro ejemplo, han caído por la disminución de la demanda y eso también nos afecta. Todos esos factores han coincidido este año y, a diferencia de la crisis financiera global del 2008 y 2009, este bajón de la economía parece que va a extenderse hasta el 2016 o el 2017. Endeudarse agresivamente con la preventa de petróleo y la búsqueda de financiamiento externo son medidas que no son las más adecuadas, si no se las acompaña con una política como la reducción de gasto corriente o revaluar que las inversiones de capital no sean solo estatales y vayan de la mano del sector privado.

    ¿Pero ahora el sector público habla con el privado?

    Es lamentable es que ahora se busque apoyo en el sector privado, luego de más de ocho años del Gobierno y cuando el precio del petróleo está a la baja. Antes no se acudió al sector privado y eso ­ahuyentó la inversión. Pero ahora, el mayor riesgo país implica menos disponibilidad de que inversionistas extranjeros lleguen al país con capital.

    ¿Qué alternativas les quedan a las autoridades?

    El Gobierno ha adoptado ya su solución: endeudarse con gobiernos, bancos, inversionistas, etc. Además, trata de reducir el gasto corriente y busca nuevos ingresos con más impuestos. Pero existen otras alternativas. Por ejemplo, si el Gobierno promueve la producción, lo lógico sería darle incentivos al sector privado nacional con reducción de tributos, como el Impuesto a la Salida de Divisas, que ya está en camino; también se debe considerar reducciones en el pago del Impuesto a la Renta, como ocurre en otros países. Esto puede aliviar la situación e impulsar la producción nacional. Además, es necesario ser transparente en el gasto fiscal. Todo lo anterior son señales importantes para los mercados financieros internacionales que nos observan.

    ¿Todas estas sugerencias reducirían el riesgo país?
    No necesariamente enseguida. Hay que aceptar que en la actual coyuntura internacional tenemos un año difícil y en el 2016 sería más complicado conseguir financiamiento externo. Es mejor empezar el ajuste nosotros mismos. El primer paso, insisto, es transparentar el gasto. No tiene que ser una medida de ‘shock’, sino gradual y transparente. De esa manera se envían señales a los mercados, tanto local como ­internacional. Hay que enviar señales de compromiso.

    Su trayectoria

    Formación. Estudió Economía con especialización en Finanzas, en la Escuela Politécnica del Litoral. En el 2007 obtuvo una maestría y en el 2009 un doctorado en Economía, en la Universidad de George Mason, en Virginia, EE.UU.

    En el sector privado. Trabajó en Solbanco y en el Instituto Ecuatoriano de Economía Política, con sede en Guayaquil.

    En la academia. Desde el 2009 se vinculó como profesor en la Universidad San Francisco de Quito. Es investigador del Instituto de Economía San Francisco Business School. Utiliza métodos de investigación desarrollados por la ciencia de la complejidad y la economía experimental.

    Pedro Romero es catedrático y analista económico. Foto:  Pavel Calahorrano / LÍDERES.
    Pedro Romero es catedrático y analista económico. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES.
  • Paul Krugman: ‘La crisis del 2008 aún no termina’

    Ivette Saldaña. El Universal de México

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    ¿Qué pasó con el capitalismo después de la crisis del 2007. Tenemos que pensar en un nuevo modelo?

    Sabemos qué tenemos que hacer. La crisis tiene que ver, en menor medida, con los fundamentos del capitalismo. No obstante, la gente dice no saber cómo restablecer el empleo y el crecimiento, pero sí lo sabe. Después de la crisis se han implementado acciones que tienen su origen en el capitalismo, además de que basados en los fundamentos macroeconómicos se han logrado predecir exitosamente los efectos de los problemas monetarios y de la política fiscal. Para el sector privado necesitamos un mayor apoyo de la política fiscal, que sea más agresiva. Pero lo que ha pasado es que tuvimos una austeridad fiscal sin precedentes. Y cuando hemos gastado más tuvimos una política fiscal inadecuada, resultado de que los políticos no quieren creer lo que dicen los fundamentos económicos, porque estos elementos del modelo trabajan muy bien. Es un problema de política económica, no del modelo económico por sí mismo. Eso es un problema, ¿cómo enfrentar así la peor crisis de las últimas tres generaciones? La primera cosa que hicieron los políticos fue abandonar todo, en lugar de aprender cuál era el problema. Es cuestión de la naturaleza del sistema político.

    ¿Es el final del capitalismo y neoliberalismo?
    No. Es tiempo de ser más modestos, en términos de lo que uno cree que los mercados pueden lograr o las metas que se pueden alcanzar. Cuando llegamos al 2007 nos dimos cuenta que no había mucha regulación para los gobiernos; a los bancos se les dejó que hicieran lo que quisieran, la apertura de mercados no estaba tan regulada, los gobiernos fijaban sus presupuestos sin importar que subiera el déficit, y todas esas cosas demostraron que estaban mal y que debíamos tener una regulación financiera más fuerte. Si ves lo que implica en términos del sistema económico, no estamos hablando de terminar con el capitalismo, estamos hablando tal vez, de limitar más el sistema, de tener un capitalismo con más garantías, porque esto es lo que tenemos. Al ver el sistema económico estadounidense en 1950 o 1960 había unas regulaciones bancarias muy estrechas, mercados abiertos y políticas públicas que soportaban este sistema, como, por ejemplo, el capitalismo impone altos impuestos a quienes ganan más, a fin de que no se concentre la riqueza, y en eso consiste el sistema.

    ¿No es momento de buscar otro modelo económico, solamente tomar lo mejor?
    No, es momento de buscar otro modelo. Hay que aprender de nuevo las experiencias del pasado. Cierto es que las políticas son a veces preocupantes, porque los políticos están muy determinados a hacer las cosas mal. Pero no es un problema del modelo, sino de la forma en la que aplican las políticas los gobiernos.

    Hace tiempo dijo que con altos precios del petróleo se podría enfrentar una guerra, pero no sucedió. Ahora vemos que Arabia Saudita, le declara la guerra a Siria, y coincide con precios bajos del petróleo. ¿Qué veremos con estos niveles de precios?
    No creo que el precio del petróleo sea un tema global que genere crisis, aunque en algunas economías si afecta. La crisis del 2008 aún no termina, pero ahora estamos en una depresión; sin embargo, no vamos a otro abismo. No tenemos un tipo de crisis aguda o extrema. No estamos en diciembre del 2008, cuando todo estaba mal, pero aún estamos en problemas. La crisis de Grecia fue más política. En España no estamos viendo una crisis extrema, las tasas de interés están bajas, pero no tanto como en EE.UU. Los españoles viven otros problemas, como el hecho de que los jóvenes no pueden encontrar trabajo, pero esto no tiene que ver con que se vaya a colapsar la economía ahora, solamente se trata de una situación difícil.

    En este momento, ¿de qué economías debería preocuparse el mundo por el comportamiento que tienen?
    Estoy preocupado por Argentina, porque se recuperó muy bien de la crisis con medidas ortodoxas, pero en realidad nunca normalizó las cosas y eso es un problema político, además de que tiene temas pendientes, como los fondos buitres. Brasil está en una turbulencia, pero no significa que vaya a estrellarse; México no tendrá más de eso, pero registra fluctuaciones. Estoy preocupado por China, porque tiene ciertos límites en su modelo de crecimiento. Es una economía que tiene enormes montos de inversión, no muy buen nivel de consumo y podría mantener por un tiempo su crecimiento, pero va a caer rápidamente el crecimiento. Veremos un aterrizaje duro. Por eso, creo que este modelo tiene que acabar. La inversión caerá porque no habrá suficiente oportunidad, porque el consumo tendrá que encontrar su lugar y hay un tremendo déficit interno. China es altamente vulnerable a tener problemas. Puede ser superpotencia, porque tiene mucha población y puede moverse. Tal vez India se convierta en un jugador mayor, podría estar atrás de los chinos o alcanzarlos.

    ¿Debemos estar preocupados por una posible crisis en China en el corto plazo?
    Todo es posible. Los riesgos están ahí y es suficiente con estar un poco preocupado, nada más. Pero no se ve una crisis a corto plazo.

    Cuando los precios del petróleo estaban altos el Gobierno mexicano se endeudó y elevó su déficit público y hoy que están bajos, recorta el gasto. ¿Es buena medida?
    En general los déficits públicos a veces son malos y a veces no. Y a muchos no les gustan los déficits, pero se supone que cuando hay dificultades el déficit tiene sentido, es bueno que haya déficit para hacer que las cosas se muevan. Cuando la economía está en problemas se supone que es momento de gastar más. En el caso de México, lo que pasa es que se hace lo contrario: cuando los precios del petróleo están altos, se imponen medidas procíclicas. Cuando las cosas están bien se gasta más y eso es un problema, aunque no es extremo. En Chile, cuando el precio del cobre está alto, ellos lo ponen en el banco, y cuando caen los precios, ellos piden prestado.

    Sobre las recetas de los multilaterales

    Su visión. Creo que no hay que pensar que los consejos son la llave de la sabiduría. Si las agencias internacionales te dicen que hagas cosas que suenan como que podrían ser socialmente destructivas y te prometen que tendrás maravillosos resultados no necesariamente tienes que creerles. A veces se sobrevenden los consejos ortodoxos, pero podrían estar mal.

    El FMI. Vemos que el FMI es mejor ahora de lo que solía ser. Ahora vemos que la directora gerente del organismo, Christine Lagarde, y su equipo económico son mejores consejeros que antes. Ahora espero que también la OCDE sea mejor que en el pasado, además de que actualmente mis alumnos están llegando a esas instituciones.

    Paul Krugman. Fotos: Cortesía de El Universal de México (GDA).
    Paul Krugman. Fotos: Cortesía de El Universal de México (GDA).