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  • La actitud pesa tanto como un CV brillante

    Carolina Enriquez

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    Tener la capacidad de dar soluciones en un momento complejo y saber trabajar en equipo pueden ser características que pesen igual o más que un curriculum brillante a la hora de contratar a una persona. Esta es otra de las transformaciones que trajo la cuarta revolución industrial.

    Una mayor automatización de los procesos en industrias de diferentes sectores exige de los trabajadores las llamadas “habilidades blandas”. Pero, ¿qué son?

    Según Mabel Ocampo, fundadora de la consultora de recursos humanos Ikigai, se trata de las destrezas para relacionarse con los demás y el autoconocimiento. Algunas de estas son liderazgo, confianza en los demás, delegación, trabajo en grupo, consideración,
    empoderamiento, control, capacidad de manejar emociones, etc.

    Un análisis del 2017 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) explica que la valoración de las habilidades blandas se ha convertido en un imperativo en América Latina en esta “época tecnologizada”. Según el BID, los trabajos en los que exista un mayor factor humano tendrán mayores posibilidades de mantenerse, no así aquellos en los que primen las habilidades técnicas.

    Ocampo explica que estas últimas, es decir el dominio de conocimientos científicos y procesos, se pueden aprender en cualquier momento. Pero las destrezas blandas, en muchos casos, nacen con las personas.

    “Todas podemos desarrollarlas, pero algunas personas tienen mayor disposición ya sea por su crianza o porque debido a su rol tuvieron que impulsarlas. Gente en posiciones de liderazgo, por ejemplo, se ha visto en la necesidad de conocer cómo obtener mejores resultados, cómo incentivar el trabajo en equipo, cómo lograr empoderamiento. Pero aprenden por una decisión”, dice Ocampo.

    El administrador de empresas Xavier Ayala, quien tiene un cargo medio en una firma de cobranzas, considera clave que un postulante conozca sobre el tema financiero, pero al mismo tiempo que pueda relacionarse con la gente. “Debe saber acercarse a los clientes para que cumplan con sus obligaciones sin contratiempos”. Él busca gente que tenga capacidad de comunicación para evitar que se tengan que repetir procesos innecesariamente. “Que sepa trabajar en equipo, que tenga ética y que realice un trabajo transparente”.

    Por otro lado, Fernando Paredes, quien tiene un negocio de venta de productos alimenticios, señala que se debe tener una base técnica, pero las habilidades blandas permiten que un empleado crezca y logre un día un puesto de liderazgo. “Para mí es fundamental que un trabajador genere confianza porque debe ser un apoyo”.

    Él, quien laboró en una multinacional de la construcción, explica que participó en un programa empresarial en el que tuvo que pasar un tiempo en todas las áreas de la firma conociendo el funcionamiento y al equipo humano como parte de su desarrollo profesional. “Si no eres capaz de tratar con gente de diversos departamentos y entender su pensamiento, tampoco podrás hacerlo en el tuyo”.

    Javier Verdesoto, titular de la consultora de recursos humanos Nexus, explica que cuando se va a promover a un empleado también se deben tomar en cuenta las destrezas emocionales porque, de lo contrario, los resultados serán fatales para la organización. “Un jefe que como profesional es brillante pero pésimo en el trato, generará mal ambiente laboral, baja productividad y alta rotación de personal. Lo último se traduce en gastos para la empresa por las liquidaciones que paga”, detalla.

    Los departamento de recursos humanos deben manejar técnicas específicas para detectar las destrezas emocionales tanto a la hora de contratar a alguien nuevo como a la de promover. “En las entrevistas de trabajo se evalúan competencias, se piden ejemplos para ver los comportamientos y los resultados. Se puede ver si las habilidades blandas son las que se necesitan para tal o cual cargo”, explica Edwin Delgado, director de la Maestría en Administración de Empresas de la Universidad de Las Américas.

    La socióloga Gabriela Becerra, quien trabaja en una organización no gubernamental, explica que cuando la entidad contrata gente “privilegiamos el tema de las habilidades blandas porque valoramos la disposición para el cargo, el espíritu de servicio, etc. Es importante porque nosotros trabajamos con niños”.

    Mientras que el ingeniero en sistemas Ricardo Díaz, quien es gerente de Operaciones de una start up tecnológica, asegura que destaca la responsabilidad.

    Las habilidad blandas son elementos que toman en cuenta las personas que hacen selección de personal. Están vinculadas con las emociones.
    Las habilidad blandas son elementos que toman en cuenta las personas que hacen selección de personal. Están vinculadas con las emociones.
  • La productividad laboral está en la actitud diaria

    Evelyn Tapia

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    Suena la alarma, el resplandor que entra por la ventana le anuncia que amaneció. Sus ojos se abren y debe ir a trabajar.

    ¿Cómo reacciona ante esa escena? ¿Le produce fatiga, indiferencia o le motiva comenzar un nuevo día de labores?

    Si se identifica con las dos primeras opciones, es probable que su rendimiento no sea el más adecuado durante la semana.

    Daniel Dávalos, vocero de la firma Selecta, explica que para ser más productivo en la semana, la clave está en comenzar a planificar desde el fin de semana.

    Él recomienda que el empleado dedique una hora de la tarde del domingo para visualizar los objetivos de la semana. Luego, se debe identificar el más importante y concentrarse en qué se debe hacer para lograrlo. “Con esto en mente, el lunes es ideal ingresar más temprano al trabajo para realizar las actividades que permitirán alcanzar el objetivo que se identificó
    el domingo”.

    Aunque existen días en los que la gente es menos productiva que en otros (hay analistas que señalan que el lunes es el día menos productivo de la semana para los empleados), para Grecia Logroño, experta en recursos humanos de la consultora Sosa Group, el clima laboral es un factor clave.

    La analista considera que el clima laboral incide directamente en la motivación del colaborador para acudir al trabajo con una actitud positiva que le permitirá ser más productivo, indistintamente del día de la semana. Nadie quiere permanecer ocho horas en un lugar en el que la pasa mal con sus compañeros y con sus jefes.

    La construcción de un clima laboral bueno depende de la empresa y del trabajador, dice la experta. Por un lado, la compañía motiva al empleado cuando le permite participar de la toma de decisiones y tiene en cuenta su opinión.

    Logroño añade que otra forma en que las empresas pueden contribuir en este aspecto es al encargar a su personal nuevos proyectos, con lo que el trabajador no se sentirá estancado en una rutina.

    También hay motivación cuando los jefes apoyan iniciativas planteadas por los trabajadores.
    Del lado del empleador, las aptitudes y capacidades profesionales que posea la persona no son suficientes para tener días productivos y con motivación en el trabajo, dice María Elena González, gerenta de Talento Humano de la Cooperativa Cooprogreso.

    Según González, el trabajador debe contribuir además, con su buena actitud. “Si la empresa aporta con herramientas, formación y liderazgo, pero aun así el empleado no tiene una buena actitud, no habrá productividad y el empleado debe plantearse por qué está en ese trabajo”.

    González agrega que la predisposición laboral pasa por valorar el aprendizaje que se adquiere en el día a día y por asumir el compromiso de contribuir con lo mejor de uno en su área.

    Hay otro factor que incide en la motivación y en la productividad, además del clima y es la tendencia a la procrastinación.

    Un estudio de la firma Voucher Cloud, en Reino Unido, determinó que de toda la jornada de trabajo diaria solo dos horas y 23 minutos correspondían a horas productivas entre los empleados encuestados.

    El estudio recogió respuestas de 1 989 personas. Las principales actividades que distraían a los encuestados fueron: revisar redes sociales, leer noticias y conversar con los colegas.

    Procrastinar o distraerse en el trabajo merma la productividad. ¿Pero por qué nos distraemos?
    Un artículo de The New York Times, publicado en julio del año pasado, explica que las personas tienden a procrastinar porque el cerebro da prioridad a actividades que proporcionan satisfacción inmediata por encima de aquellas que generan recompensas a largo plazo. Por eso, los trabajadores suelen hacer cosas simples que no demandan tiempo y esfuerzos (revisar un chat, leer una nota viral, ver un video), pero que al acumularse, reducen buena parte del tiempo usado en laborar.

    Para mermar el tiempo perdido en distracciones, se debe adoptar una actitud orientada hacia la consecución de metas realistas, dice González. Fijarse objetivos que sobrepasan las capacidades es frustrante, acota la especialista.

    Cada día, el empleado de fijarse objetivos a cumplir en plazos determinados, ordenándolos de acuerdo con la urgencia de cada uno. Puede adoptar el hábito de elaborar una lista e ir tachando las actividades cumplidas.

    Tener labores sin una fecha límite propicia a posponer responsabilidades.

    Una jornada productiva depende del empleado y del empleador. La empresa debe propiciar un clima de motivación y el trabajador, cumplir metas. Foto: Ingimage
    Una jornada productiva depende del empleado y del empleador. La empresa debe propiciar un clima de motivación y el trabajador, cumplir metas. Foto: Ingimage
  • La actitud pesa en el aporte del pasante

    Xavier Montero

    Carolina P. cruza un portón de madera con una carpeta amarilla entre sus brazos. Tiene 22 años y una de sus aspiraciones era lograr un cargo en una empresa de importaciones, de la que se despedía en ese momento. Tras culminar su pasantía de tres meses, no obtuvo un contrato.

    Según la resolución 2011-99 del Ministerio de Relaciones Laborales, las pasantías son un conjunto de líneas de aprendizaje. Estas están orientadas a abrir espacios en el mundo laboral, para jóvenes de entre los 18 y 33 años, que se encuentren inscritos y asistiendo regularmente a un Centro de Educación Superior.

    Carolina P. considera que su tutor dentro de la empresa no valoró su esfuerzo. “Lo primero que se debería evaluar en un pasante son sus ganas por aprender el oficio”, manifiesta la joven y explica que le destinaron algunas labores de menor importancia, dentro de aquella empresa.

    Norberto Purtschert, gerente general de Floralp, coincide con la joven y explica que para los directivos de una empresa, entre otras cosas, es de vital importancia la actitud del evaluado; su respeto por el ambiente laboral es fundamental. “Los conocimientos técnicos para el cargo que podría ocupar son fundamentales. También es necesario que sepa expresar bien sus ideas, que defienda sus conceptos y que pueda sobrellevar las cosas que salen mal”, comenta Purtschert.

    Carolina P., no cree que haya desperdiciado su tiempo en aquella empresa. Cuenta que recibió un salario y dinero extra para alimentación y transporte. También indica que en principio no tenía definidos sus roles. A los pocos días le asignaron una tarea contable de la que no tenía conocimientos desde la universidad.

    La concepción de un pasante, explica María Teresa Arias, docente de RR.HH. de la Universidad Politécnica Salesiana, se ha ido modificando dentro de las estructuras organizacionales. “Se debe analizar los recursos que la empresa destinó para formar al ‘pupilo’. Y de allí, visualizar si este puede progresar dentro de la firma”, explica la catedrática y añade que podría ser contraproducente el contratar pasantes sin la existencia real de vacantes.

    Los “saberes de la vida” son pilares de un buen prospecto. El sentido de puntualidad, el compromiso para trabajar en equipo, el sigilo y la prudencia, son herramientas invaluables para los empleadores de la región. Así lo cree Georg Newmann, asociado del área de Gestión y Comunicación del conocimiento del Fondo Multilateral de Inversiones, del Banco Interamericano de Desarrollo.

    Para Newmann, las pasantías son opciones para enfrentarse al mundo laboral trascendiendo la ‘realidad’ que se vive en las universidades. “Incluso los conocimientos de cultura general, geografía, matemática básica y ortografía, pesan en el momento de la evaluación final”, dice.

    Carolina P. revisa su teléfono en busca del contacto de un amigo, quien le habló de una vacante en un banco. Ella explica que su meta es mejorar su hoja de vida y que en otra empresa le “enseñen más”.

  • El liderazgo y la actitud se cultivan desde el principio

    En la formación de sus estudiantes, los catedráticos de la Universidad de las Américas (UDLA) apuntan a despertar la actitud y el liderazgo de los estudiantes. Esta tarea se cumple con mayor énfasis en la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas y en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias, aunque también se cuentan casos de estudiantes emprendedores en las demás facultades de la UDLA.

    En los edificios de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias, el movimiento de estudiantes es intenso. Los jóvenes, mujeres y hombres se apresuran para llegar a sus clases; en los laboratorios las actividades se desarrollan entre microscopios, computadoras, mandiles blancos…

    Entre los estudiantes se cuentan con frecuencia casos de emprendedores. Uno de ellos es Santiago Espinosa, creador de la marca de helados Pailetto. Él ya terminó sus estudios, pero no olvida que en las aulas forjó su espíritu emprendedor. «Empecé elaborando helados de paila y luego pasé a los helados de frutas. Para emprender vendí mi auto, unas dos computadoras y así reuní capital para arrancar con mi iniciativa».

    Su proyecto empezó en las aulas con la venta a restaurantes y empresas de catering. El negocio evolucionó y ahora la venta es directa al consumidor en dos locales (en el norte y sur de Quito).

    Otro ejemplo es el de Fabián Guerrón, que ofrece panela orgánica bajo la marca La abeja Kapira. Este joven arrancó con su emprendimiento siguiendo el ejemplo de sus padres, que también trabajan con panela. Sin embargo, Guerrón modificó el producto: le puso sabores de limón, coco, maracuyá y otras frutas.

    La idea surgió cuando Guerrón recién iniciaba sus estudios en la UDLA. «En la materia de introducción a la agroindustria me animé a utilizar la panela para desarrollar un nuevo producto».

    Al hablar sobre los emprendimientos que surgen en las aulas, los catedráticos de este centro de educación superior coinciden en un factor determinante: actitud. Pablo Moncayo, coordinador Agroindustrial y Alimentos de la UDLA, sostiene que tener una idea es fundamental, pero importa más la actitud. «Queremos estudiantes con liderazgo, que fundamenten sus ideas, que trabajen en equipo. Por eso despertamos esas características desde el primer nivel».

    La capacidad de soñar, el esfuerzo y la honestidad también son valores que se requieren para emprender. Así lo sostiene Giuseppe Marzano, decano de Posgrados. Este catedrático cuenta que entre los alumnos están los que tienen vocación de crear empresas y los que quieren desarrollarse dentro de empresas.

    «Ambos caminos son legítimos. En la UDLA ponemos énfasis en el emprendimiento como valor positivo que permite que los jóvenes se adueñen de su futuro y que lo construyan con determinación y responsabilidad. Un joven emprendedor es para su organización y para su entorno un ejemplo de creatividad, autodeterminación y perseverancia».