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  • Las empresas activan planes ante la violencia contra la mujer

    Carolina Enriquez

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Llegaba cansada, a veces sin dormir y con los nervios destrozados. A veces no recordaba las tareas que tenía que hacer, otras las realizaba a menor velocidad; también, por la profunda pena, indicaba que estaba enferma y se ausentaba por varios días.

    Esa era la rutina que llevaba María (nombre protegido) en su trabajo durante la época que fue víctima de violencia por parte de su pareja. Según la Encuesta de relaciones familiares y violencia de género del 2019, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), 65 de cada 100 mujeres en Ecuador han experimentado por lo menos un hecho de violencia en toda su vida.

    El documento explica que entre las víctimas de violencia dentro del ámbito familiar y de pareja están mujeres que trabajan.

    El estudio

    Los costos empresariales de la violencia de género contra la mujeres de Ecuador, elaborado por la Universidad San Martín de Porres de Perú, explica que en las empresas también coexisten los agresores y los colaboradores testigos.

    Este último informe detalla que 31 de cada 100 trabajadores, de 35 empresas que participaron en el análisis, estuvieron involucrados directamente en situaciones de violencia contra la mujer.

    Ausentismo, tardanza, baja producción, etc., tal y como se describe en el caso de María, son los principales impactos para una firma. Esto se traduce, a su vez, en días y dinero perdido; 10,5 días hábiles al año por trabajadora agredida, 12,5 por agresor y USD 1 800 millones en pérdidas económicas en empresas ecuatorianas.

    Violencia implica agresiones físicas, psicológicas y económicas que han sido “normalizadas”.

    Los impactos económicos para las empresas también se generan por los problemas que viven las los agresores: faltan al trabajo, se distraen mucho, tienen mal rendimiento, tienen celos, etc.

    La Cámara de Industrias y Producción conoció estos resultados y considera que es fundamental que el sector privado tome acciones ante esta situación. Las empresas que participaron en el estudio ya han desarrollado políticas una vez que conocieron cuál era la situación de agredidos y agresores en sus firmas.

    “Tenemos una línea base que es alarmante, por lo que decidimos intervenir inmediatamente”, dijo Nidian Rodríguez, jefa de responsabilidad social de Pharmabrand.

    La empresa, que tiene 1 000 empleados, cuenta con talleres de sensibilización desde este año. A través de esta experiencia la firma ha logrado que ciertas personas se acerquen para consultar dónde pedir ayuda; en estos procesos participa el área de trabajo social.

    Asimismo, desarrollará trabajos preventivos e impulsará la iniciativa de la ‘píldora’ Desaprendol. Se trata de un símbolo para que la gente se dé cuenta que se deben desaprender conductas violentas que están normalizadas.

    En Holcim, con 960 empleados, se busca atacar, principalmente, la violencia normalizada.

    “Hemos empezado con entender qué significa violencia contra la mujer. También contamos talleres de grupos pequeños para que las mujeres puedan abrirse, contar sus experiencias y darse cuenta que no están solas”, indica María Dolores Franco, directora de recursos humanos de la empresa.

    Esta firma del sector constructor también tiene un programa de tolerancia cero en casos de violencia contra las mujeres en el ámbito laboral. Como parte de su estrategia de diversidad e inclusión cuenta, además, con programa de empoderamiento y desarrollo de liderazgo femenino.

    Estas acciones se toman en todos los niveles de la firma, desde el comité directivo hasta la parte operativa. “Si mujeres en mandos medios, en gerencias, direcciones, han dicho basta todas pueden hacerlo”, dice Franco.

    En Endesa Botrosa, maderera con 2 000 colaboradores, también se trabaja en cambios de política institucional desde la directiva. A través de grupos multiplican el mensaje de la no violencia.

    En las empresas se requiere que la alta gerencia se comprometa con la implementación de una política de cero tolerancia a la violencia de género. Foto: Freepik.es
    En las empresas se requiere que la alta gerencia se comprometa con la implementación de una política de cero tolerancia a la violencia de género. Foto: Freepik.es

    problema está presente en todo sector

    Redacción Quito (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    Las trabajadoras que sufren violencia presentan una serie de secuelas y situaciones que inciden en sus tareas. Estas personas tienden a faltar más, sufren dolencias o se sienten indispuestas. Además, deben atender gastos para atender su salud mental, resolver temas legales o financieros.

    Así lo advierte el estudio Los costos empresariales de la violencia contra las mujeres en Ecuador. El documento añade que el personal que vive situaciones de violencia contra las mujeres (sean las agredidas o los agresores) tiende a sufrir más distracciones, cero productividad, siniestralidad, preocupaciones y agotamiento. Todo lo anterior se conoce como presentismo.

    Otro dato indica que la violencia contra las mujeres en relaciones de pareja está presente en todos los sectores productivos, siendo ligeramente mayor en las industrias manufactureras (33,6%), seguido de servicios (31,9%) y comercio (28,1%). Esto demuestra que, sin importar a qué se dedique la empresa, la violencia contra la mujer está presente en todas ellas. De las 35 empresas participantes en el estudio, ninguna ha estado libre de este problema.

    El lugar de la agresión también fue analizado. Según el reporte, el 12,9% de las mujeres ha sido agredida por su pareja o expareja mientras trabajaba. En el caso de los hombres, el 9,7% expresó haber agredido en el ambiente laboral a su pareja o expareja.

    En las pérdidas económicas y de días de trabajo en las empresas también cuentan los testigos. Estos son todos aquellos colegas que escuchan las historias de los agredidos o agresores, quienes conocen los casos o brindan algún apoyo. Al estar inmersos en estos problemas también pueden llegar a descuidarse en su trabajo. El estudio de la Universidad San Martín de Porres revela que el 16% del personal atestigua las situaciones de violencia dentro de las firmas analizadas.

    Daniela es una empleada privada de 36 años. Hace seis conoció del caso de una colega que recibía maltrato psicológico por parte de su expareja. “Generó en mí: tristeza, frustración e indignación, ya que en el medio en que nos desen­volvemos debemos enfrentar estrés, mucha presión y, en sí, muchas emociones, porque tratamos todo el día con muchas personas. Yo considero que siempre hay que ayudarnos unas otras”.

    Según el estudio, entre los principales impactos de la violencia que enfrentan los testigos, las agredidas y los agresores se cuentan ansiedad, estrés postraumático, dolores físicos, problemas gastrointestinales, falta de sueño, irritabilidad, entre otros.

    Paula Yánez, coordinadora de la carrera de psicología de la Universidad de las Américas, explica que se debe pensar también en la violencia de género en el ámbito laboral porque impacta en la salud física y mental de las personas.

    El trabajo interno de las empresas es fundamental

    Una vez que existe un diagnóstico sobre este problema social y económico, el siguiente paso es tomar acciones para frenar y controlar los ataques.

    Viviana Maldonado, coordinadora del programa PreviMujer, de la GIZ, se anima a pronosticar que con el estudio las empresas del país tomarán conciencia, “porque saben que están impactadas”.

    Esta experta tiene algunos planteamientos para los sectores productivos. Lo primero es trabajar en prevención. “Si se hace un trabajo sostenido, visibilizando el tema, la tarea será más sencilla”.

    Maldonado hace notar que existe un gran porcentaje de empresas y actividades que aún no sufren por la violencia. Por eso cree que es necesario contar con políticas de cero tolerancia y trabajar muy de cerca con los empleados.

    La Cámara de Industrias y Producción también tiene un plan para desarrollarlo con sus agremiados. Pablo Zambrano, presidente de la Cámara, detalla que existen tres acciones concretas: generar conciencia del problema, organizar al sector privado para que se aborde la problemática y desarrollar acciones como talleres de sensibilidad o campañas de prevención.

    Para esto, el gremio replicará los buenos ejemplos de otros países, así como de multinacionales que operan en el país y tienen una política muy clara respecto de la violencia de género.

    Zambrano reconoce que existen desafíos en el camino. Uno es la vergüenza, en especial la del agresor. Por eso existen empresas que participan en el estudio, pero de manera anónima, con el objetivo de que las víctimas no sean victimizadas nuevamente.

    “Necesitamos elevar la conciencia y elevar el perfil del problema para combatirlo desde distintos ámbitos”. Uno de los puntos de partida, según Zambrano, son los reglamentos internos que deben abordar claramente el tema.

    El estudio también tiene recomendaciones. “Para una prevención efectiva, se requiere que la alta gerencia se comprometa con la implementación de una política empresarial de cero tolerancia a la violencia contra las mujeres en relaciones de pareja, en primer lugar porque vulnera los derechos humanos universales y, en segundo, porque destruye la productividad de la organización”.

    Para los casos de personal que sufre o ejerce violencia extrema, se requerirá articular una red de servicios especializados para tratar psicológica, física y legalmente cada situación. Hay que crear un canal efectivo y brindar las facilidades del caso para atender al personal afectado.

    Los grupos de trabajo en los que se dialoga sobre la erradicación de la violencia contra la mujer forman parte de las políticas implementadas por diferentes firmas contra este problema. Foto: Freepik.es
    Los grupos de trabajo en los que se dialoga sobre la erradicación de la violencia contra la mujer forman parte de las políticas implementadas por diferentes firmas contra este problema. Foto: Freepik.es
  • Los planes de contingencia se activan por el desempleo juvenil

    Carolina Enríquez y Pedro Maldonado

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    Entre diciembre del 2015 y el mismo mes del año pasado, el número de jóvenes desempleados, con edades comprendidas entre 15 y 24 años se elevó. La cifra pasó de 149 384 jóvenes sin trabajo a 166 763 según la más reciente encuesta de nacional empleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

    Esos 166 763 jóvenes representan el 40,6% del total de las personas sin empleo en el país, según las mismas cifras del INEC.

    Con estas últimas cifras se activaron las alarmas y ya se encuentran iniciativas -públicas y privadas- para enfrentar la situación. Por ejemplo, en el segundo trimestre del 2016 entró en vigencia la reforma laboral, que incluye una serie de mecanismos para impulsar el empleo para este segmento poblacional.

    Uno de los mecanismos es el contrato juvenil, para personas que busquen su primer empleo y que estén entre los 18 y los 26 años de edad. Como incentivo para que las empresas contraten a estos trabajadores jóvenes se establece que el Estado se hará cargo del pago del aporte del empleador al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. El aporte del Estado se cubrirá siempre que el trabajador joven gane hasta dos salarios básicos unificados (USD 750 para 2017).

    Según el ministro del Trabajo, Leonardo Berrezueta, un total de 2 000 trabajadores se han acogido al mecanismo. La plataforma opera de julio pasado y según Berrezueta, hasta noviembre se generaron 2 000 empleos juveniles subsidiados. “Además, hemos creado toda una plataforma dentro de socio empleo y (en 2015)hemos colocado 15 000 personas, de los cuales 40% son juveniles”.

    Desde el Gobierno aseguran que también han reforzado la colocación desde el programa Mi Primer Empleo, del Ministerio del Trabajo. Asimismo, en los contratos de inversión, dijo Berrezueta, se han generado 4 000 fuente de trabajo, entre ellas juveniles.

    Pese a las cifras, existen jóvenes que siguen con dificultades para encontrar un empleo como Eduardo Paredes, de 22 años y padre de un niño de dos. Él ha aplicado a puestos para el sector de ventas, pero siempre le responden que hay muchos postulantes.

    Paredes busca trabajo formal desde el último trimestre del año pasado, cuando salió de un negocio de venta de artículos deportivos. “Si se busca el primer empleo es más complicado. Las empresas quieren gente con experiencia”.

    Otro de los obstáculos que encuentran los jóvenes que buscan trabajo es que ciertas empresas no ofrecen empleo formal sino temporales o ‘free lance’.

    Los datos del INEC revelan que 136 931 jóvenes de entre 15 y 24 años están en el subempleo. David Vera, director de la entidad, describe a este indicador como un empleo de menor calidad. “El subempleado es de una persona que está ganando menos del salario básico o está trabajando menos de las 40 horas y tiene deseo de encontrar un nuevo trabajo”.

    José Santelices, de 25 años, dice que le tomó dos años hallar un empleo formal. Durante todo ese tiempo tuvo empleos temporales.

    Este y otros jóvenes creen que debería haber mayores oportunidades de parte del sector privado para encontrar su primer puesto de trabajo y ganar experiencia. A él, a diferencia de otros, le ayudó haber hecho pasantías.

    Su hermana Caridad de 23, quien maneja temas políticos y de organizaciones no gubernamentales, no ha logrado conseguir hasta ahora un trabajo formal. Hace actividades ocasionales.

    Para Roberto Aspiazu, director del Comité Empresarial Ecuatoriano (CEE), la desaceleración de la economía impacta a la producción, las empresas y la contratación. “La afectación para los jóvenes es mucho mayor, más de dos veces el promedio general”.

    Entre bolsas de empleo, el ‘smartphone’ y la web

    En las primeras horas de la mañana, en los exteriores de la Agencia de Promoción Económica ConQuito, es común ver filas de jóvenes. Mujeres y hombres entre 18 y 29 años llegan entre lunes y viernes hasta la sede de la entidad municipal -en el sur de la ciudad- para dejar carpetas con su hoja de vida, pero también para buscar asesoría para sus emprendimientos o para participar en cursos de capacitación.

    También, lo hacen como una manera de generar contactos que puedan resultar en una oportunidad de empleo en una empresa privada. Al interior, los jóvenes reciben charlas y capacitaciones.

    ConQuito es adscrita a la Secretaría de Desarrollo Productivo y Competitividad del Municipio de Quito. Su titular, Álvaro Maldonado, reconoce que en la actual coyuntura económica del país el número de jóvenes que se acercan para buscar empleo es constante.
    “Vemos que ha bajado la calidad del empleo y ha crecido el subempleo, el empleo informal”.

    Maldonado detalla que por los datos que se manejan en ConQuito los sectores más golpeados han sido la construcción, los servicios y las floricultoras.

    El funcionario recuerda que en agosto del 2014 el Municipio de Quito emitió una ordenanza que dio paso al programa Empleo y Emprendimiento Joven. Su fin es fomentar la inserción laboral mediante mecanismos como incentivos tributarios para las empresas que contraten jóvenes.

    El programa municipal reconoce que los jóvenes están en desventaja a la hora de ingresar al mercado laboral, porque las entidades privadas o públicas privilegian a los postulantes con experiencia. “Para un bachiller es complicado acceder a un empleo porque, por lo general, no tiene experiencia”, dice Maldonado.

    El titular de la Secretaría de Desarrollo Productivo y Competitividad cita algunos datos sobre la evolución del programa: entre agosto del 2014 y julio del 2015, 4 496 jóvenes se vincularon con una empresa. La cifra creció a 7 384 jóvenes en el período comprendido entre agosto del 2015 y noviembre del año pasado.

    Según Maldonado, en los indicadores de desempleo pesa mucho la situación económica del Ecuador, pero también la migración desde otras ciudades a Quito.

    El director ejecutivo del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos, David Vera, asegura que el desempleo juvenil (personas de 18 a 29 años) no ha tenido un crecimiento significativo: pasó de 9,7% en diciembre de 2015 a 10,4% en diciembre del 2016.

    Para el vocero de la entidad estatal, el incremento puede ser porque existen jóvenes que, sin descuidar sus estudios, empiezan a generar ingresos que les permita solventar necesidades.
    Vera también admite que ha crecido el número de personas que presiona en el mercado laboral, entre los que se cuentan jóvenes. “Esto se puede deber a una situación complicada en el hogar y puede pasar que personas que no trabajaban tomaron la decisión de entrar al mercado laboral. El sistema tiene que crear empleos, pero estos no necesariamente son de buena calidad”.

    En la búsqueda de trabajo, los jóvenes ecuatorianos apelan a distintos canales y las tecnologías de la información van tomando más fuerza. Para Rafael Portilla, gerente de OLX en Ecuador, el mecanismo más fácil para encontrar empleo para los jóvenes es su teléfono celular o computador con acceso a datos Internet. “Desde su celular los jóvenes pueden encontrar, al día de hoy, 12 599 empleos en OLX, y cerca de 4 600 en otros portales de Internet”.

    Portilla dice que la tecnología trae ventaja a la hora de enrolarse. Las bolsas de empleo físicas, dice, requieren de desplazamiento y tiempo. Además, ofrecen empleos en un 95% bajo salarios mínimos relacionados con oficios. De todas maneras, añade Portilla, las agencias se están ‘virtualizando’, publicando sus ofertas en línea.

    El representante de OLX añade que entre los jóvenes de 18 a 29 años la mayor demanda de empleos se centra en perfiles comerciales y administrativos. “Los cargos que registran mayor cantidad de aplicaciones son los perfiles de vendedores, mercadeo, asistentes administrativos, contadores, y pasantes en cualquier área como un puente para arrancar una carrera bajo dependencia laboral”.

    Otros datos de OLX, sobre el empleo en general, indican que en el último trimestre de 2016 se publicaron 21 041 ofertas de trabajo. En el último trimestre de 2015 se publicaron 23 177 ofertas de trabajo. Es decir, las ofertas de trabajo se redujeron 9%.

    En cuanto al comportamiento de los jóvenes que buscan trabajo, los consultados coinciden en señalar que antes la meta era lograr un puesto fijo, pero en la actualidad los jóvenes, buscan viajar y estar más conectados.

    73 millones están desempleados

    Las cifras globales sobre desempleo juvenil son impresionantes. Un reporte del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), publicado en junio del año pasado, señala que unos 73 millones de jóvenes entre 16 y 24 años se encuentran desempleados, una cifra que se ha incrementado un 6% desde 2007 y que parece no tocar fondo.

    El reporte asegura que existe una realidad que se torna aún de más gravedad: cuando consiguen empleo, 6 de cada 10 jóvenes lo hace bajo la informalidad, esto es en la economía sumergida, lo que se traduce en empleos sin contrato, derechos ni protección social.
    Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), solo el 37% de los jóvenes latinoamericanos cotiza en la seguridad social y apenas un 29% lo hace al sistema de pensiones.

    David Herranz, del Grupo Adecco, una firma de recursos humanos con base en Suiza, comenta en un artículo publicado por el WEF , que esta realidad conduce al desaliento a muchos jóvenes latinoamericanos, que ante la falta de expectativas profesionales, deciden no estudiar ni buscar trabajo, exponiéndose de forma muy directa a la exclusión social.

    “Asistimos -dice Herranz- a un momento en el que las empresas no disponen de ofertas aptas para los jóvenes, mientras que estos acaban trabajando en la precariedad o incluso retirándose del mercado laboral. Es una situación inadmisible”.

    Sobre el tema hay más datos. Según CAF -Banco de Desarrollo de América Latina-, hoy solo la mitad de los jóvenes latinoamericanos completa la educación secundaria; dos de cada tres estudiantes no cuentan con las competencias matemáticas básicas; 20 millones de jóvenes -el 20% del total- no estudian ni trabajan; casi la mitad de los empleados laboran en el sector informal.

    En una entrevista publicada por LÍDERES en diciembre pasado, Pablo Sanguinetti, economista jefe y director corporativo de Análisis Económico y Conocimiento para el Desarrollo de CAF, señaló que los trabajadores, cuando ingresan al mercado, tienen tres habilidades básicas: las cognitivas, que les permite verbalizar, analizar y razonar; las capacidades emocionales que tienen que ver con la relación personal y la responsabilidad; y las habilidades físicas, con la capacidad motora y la salud como ejes. “Creemos que la madurez de la persona es clave, en especial al principio de la etapa laboral”, dice este analista.

    Para Sanguinetti otra clave para tener un mejor capital humano es motivar a los chicos y revisar un ambiente en el que crecen los jóvenes. Además, agrega que las decisiones que las personas toman en sus primeros años de trabajo ayudan a desarrollar determinadas habilidades.

    ¿Qué tan complicado es desarrollar esas habilidades? Sanguinetti considera clave que los programas públicos aseguren esa suerte de entrenamiento. En la región, añade, es común ver niños que llegan a la escuela con deficiencias. “Es evidente las diferencias del desempeño al analizar a la población por ingresos económicos. Los quintiles más pobres de la población están muy atrasados en desarrollo cognitivo comparado con niños de familias de altos ingresos”.

    Trabajadores de todas las edades llegan al sector la avenida Granados, en el norte de Quito, para ofrecer sus servicios. Se trata de empleos temporales en muchos de los casos. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Trabajadores de todas las edades llegan al sector la avenida Granados, en el norte de Quito, para ofrecer sus servicios. Se trata de empleos temporales en muchos de los casos. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Los nubarrones activan las estrategias empresariales

    Reds. Quito, Guayaquil y Cuenca

    redaccion@revistalideres.ec

    La economía se desacelera, las previsiones de crecimiento del PIB se ajustan a la baja y el propio Presidente de la República habla de un posible decrecimiento en el 2015. Lo anterior es el retrato del momento económico que atraviesa el Ecuador.

    A inicios de año, las previsiones de las autoridades hablaban de que Ecuador crecería un 4% frente al 2014. Para el final del primer trimestre, la cifra se ajustó a 1,9% y hace dos semanas Rafael Correa indicó que se están revisando las expectativas. “Puede ser que este año no crezcamos o decrezcamos”, fueron las palabras que usó el Primer Mandatario en un conversatorio con medios de comunicación.

    La semana pasada, en el XII Congreso Industrial del Ecuador: consolidando empresas sostenibles, se lanzaron nuevas previsiones. José Hidalgo, director de la Corporación de Estudios para el Desarrollo (Cordes), analizó la situación del país e indicó que la economía crecería este año 0,4% y que en el 2016 el dato sería negativo (-2,5%). También indicó que este año la inversión decrecería -9,1% y que el desempleo urbano se ubicaría en 5,7%.
    El sector empresarial está consciente de la situación económica del Ecuador y ejecuta estrategias para atenuar el panorama económico. Christian Cisneros, director ejecutivo de la Cámara de la Pequeña y Medina Empresa de Pichincha, detalla medidas que han sido adoptadas por algunas de las empresas afiliadas al gremio.

    Fortalecer la asociatividad, utilizar factoring para garantizar el flujo de fondos, disminución de gastos y revisión de costos son algunas de las acciones. “Otra medida que ofrecieron los socios es mantener el personal; es decir, no contratar, pero tampoco reducir puestos de trabajo”.

    Bajar la morosidad de la cartera de clientes y exigir pagos anticipados, así como no sobreabastecerse de productos, para evitar costos de producción, también se incluyen en las estrategias. “Hemos visto un freno de inversiones y que el decrecimiento es generalizado entre los socios, sin importar el sector. La sensación que advertimos -agrega Cisneros- es que el consumidor decidió gastar menos y ahorrar más”.

    En el sector exportador también hay novedades. Daniel Legarda, vicepresidente de la Federación Nacional de Exportadores, señala que una primera acción es la revisión de los planes de inversión y de las expectativas de ventas; también hay un ajuste en la planificación del 2016. Y la principal medida es optimizar los gastos para mantener el empleo, asegura Legarda.

    Para el Director de Cordes , “el desarrollo del sector privado y la creación de entorno favorables, fortalecerán el desarrollo nacional”, en la actual coyuntura.

    Empresas del sector agrícola también activan planes. Xavier Cárdenas, gerente de la proveedora de software tecnológico Agrosoft, cuenta que en esta coyuntura los agricultores priorizan la inversión en sistemas que ayuden a optimizar recursos, es decir que buscan manejar mejor los cultivos en labores de tierra.

    Para Julio José Prado, director del departamento de economía del IDE Business School, el empresario tiene que mirar hacia crisis pasadas, para crear escenarios y estrategias que le permitan actuar en un entorno adverso. “Al ver el pasado uno encuentra lo que funcionó, cómo reaccionó el consumidor y qué hizo la competencia”.

    Prado piensa que el empresario local está acostumbrado a crisis recurrentes. “Tiene que sacar a flote su capacidad de resiliencia. Repensar estrategias buscar segmentos que no estén tan deprimidos”.

    ¿Y qué se puede esperar para el 2016? ­Prado pronostica que las empresas llegarán debilitadas y que la contracción del comercio y la construcción se va a regar a otros sectores, por lo que bajará el empleo y habrá menor dinamismo. “Será un escenario económico de recesión, de crisis”.

    Ajustarse a la nueva realidad económica del Ecuador es otra sugerencia. Sara Carian, docente e investigadora del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), recomienda mirar al país con una perspectiva más realista de la que se vivió en los últimos años, cuando parecía que todo era posible, porque había mucha plata. “Si no hacemos eso, con o sin petróleo, no vamos a poder cambiar de manera relevante el modelo de desarrollo del país”.

    Comercio Exterior

    Ajustes sin un recorte de personal

    La apreciación del dólar y la devaluación de otras monedas, unida a la caída de los precios del petróleo, generó un fuerte impacto en el comercio exterior. Los más afectados han sido los exportadores. Solo entre enero y agosto las ventas del país cayeron un 27% frente al mismo período del año anterior.

    Daniel Legarda, vicepresidente de la Federación Nacional de Exportadores (Fedexpor), dice que las empresas optimizan sus procesos. Una primera acción es la revisión de los planes de inversión y de las expectativas de ventas (en lo que se refiere a comercialización interna como externa), y ajuste en la planificación del 2016.

    La principal medida que actualmente se cumple es optimizar los gastos para mantener el empleo en el sector exportador, que genera 1,5 millones de plazas. “No hay muchas cosas que se pueda ­hacer (…) se debe buscar más volumen para tener menores costos”.
    Uno de los sectores que aplica la optimización es el floricultor, impactado desde fines del 2014. La exportadora de flores Pacific Bouquet, por ejemplo, trabaja en mejoras de la eficiencia.

    Pablo Viteri, propietario de la compañía, indica que este año se ha centrado en hacer la finca más eficiente. Por ejemplo, cada trabajador corta 600 tallos de rosa spray por hora, mientras que el año pasado solo alcanzaba 450.

    En el sector importador también se toman medidas. En firmas como Melquisedec, el número de paquetes ha caído en un 50% en relación con el año pasado, tras la aplicación de límites a compras vía Internet.

    Ante ello, la compañía decidió realizar ajustes: antes, los conductores iban
    al aeropuerto a retirar paquetes seis veces a la semana, ahora irán solo dos. David Ordóñez, propietario del negocio, asegura que prefieren hacer estos cambios antes que reducir personal.

    Industrias

    Revisión al inventario e inversión

    Las condiciones económicas del Ecuador obligan a los industriales a adoptar diferentes medidas para afrontar la crisis, sin depender de otros actores. El director ejecutivo de la Cámara de Industrias, Producción y Empleo de Cuenca, Andrés Robalino, destaca dos acciones principales.

    La primera, dice, fue reducir el stock de producto final en las bodegas por la reducción en las ventas. En sectores como neumáticos, línea blanca, alimentos y otros, optaron por frenar sus producciones.

    Según él, en agosto pasado hubo industriales que enviaron de vacaciones a sus empleados y con esa paralización bajaron el stock. Robalino asegura que la idea es no reducir las fuentes de empleo, por ello, hacen ajustes en otro tipo de costos.

    La segunda estrategia, señala Robalino, fue disminuir las inversiones o proyecciones por la situación del país. “Eso significará que este año y el siguiente no habrá un crecimiento en el sector productivo en el porcentaje que se esperaba; por lo tanto, tampoco en empleo”.
    Ese criterio es compartido por el presidente del Grupo Colineal, Roberto Maldonado. Según él, primero analizaron los escenarios y efectos de la crisis. Por ello, en su empresa ya no se contrata nuevo personal y las vacantes no son cubiertas. Además, revisó las inversiones previstas dentro del plan de crecimiento de Colineal.

    Este año solo abrieron una tienda en Guayaquil y para el 2016 pensaban hacerlo en Ambato, Machala, Portoviejo y Cumbayá. “No lo haremos hasta tener certezas”. Solo la de Cumbayá se podría concretar.

    Colineal tenía un programa de crecimiento en Panamá y Perú. En este último país, la devaluación del sol complicó los negocios, dice Maldonado. “Analizamos la posibilidad de importar directamente al Perú y Panamá, y no enviar mercadería desde Ecuador, porque es más caro”.

    Agricultura

    La información, una herramienta

    El sector agrícola enfrenta una situación compleja. El 2015 conjugó la caída de las exportaciones de productos, como las rosas, o el incremento de las plagas en cultivos cacaoteros y cafetales, sectores que fueron declarados en emergencia fitosanitaria por el Ministerio de Agricultura (Magap).

    A este escenario se suman las alertas por un nuevo fenómeno de El Niño, que ha generado incertidumbre entre los agricultores pequeños, quienes por temor a perder los cultivos podrían dejar de sembrar o sembrar menos, según Rafael Guerrero, presidente de la Cámara de Agricultura de la II Zona.

    “La cadena de comercialización agrícola tiene demasiados problemas, no de ahora, hace tiempo. El agricultor no recibe los precios justos y si viene el fenómeno de El Niño, nos va a ir peor”.

    Rodolfo Benítez, gerente de la empresa de soluciones agrícolas Multigeo, resalta que la mejor herramienta es la información oportuna y apropiada, con la que se pueden optimizar recursos y ser más eficientes en plantaciones y cosechas.

    Rodríguez dice que en el caso de un aumento de lluvias, la información sobre zonas con menos riesgo de inundación y sobre la naturaleza de cultivos que son menos vulnerables y más resistentes a plagas, son esenciales para que el agricultor diversifique su actividad.
    Con él coincide Xavier Cárdenas, gerente de la proveedora de software tecnológico Agrosoft. Él cuenta que en esta época difícil, los productores están limitando sus inversiones que representen expansión o renovación de maquinaria y priorizan la inversión en sistemas que ayuden a optimizar recursos. Es decir, que buscan manejar mejor los cultivos en labores de tierra, trazabilidad de frutas, poscosecha, etc. “Tener información es una herramienta básica, porque se puede ser más eficiente”.

    Daniel Legarda, vicepresidente de la Federación Nacional de Exportadores, señala que una primera acción es la revisión de los planes de inversión y de las expectativas de ventas. Foto: Archivo/LÍDERES.
    Daniel Legarda, vicepresidente de la Federación Nacional de Exportadores, señala que una primera acción es la revisión de los planes de inversión y de las expectativas de ventas. Foto: Archivo/LÍDERES.
  • Los negocios que se activan por la inseguridad

    Reds. Quito, Guayaquil y Cuenca

    Shirley Miñaca contrató un servicio de seguridad electrónica hace seis años. Vive en el valle de Los Chillos (suroriente de Quito) y paga USD 22 mensuales por el monitoreo de su casa. A pesar de que su domicilio cuenta con dispositivos de vigilancia, comenta que en una ocasión presuntos delincuentes entraron a su vivienda, pero no lograron robar nada.

    Según cifras de la Policía Nacional, desde enero hasta junio de este año se registraron 7 022 robos a domicilio, 2 467 a locales comerciales y 3 132 de autos.

    Mientas que el año pasado, en ese mismo período, se contabilizaron 5 660 robos a domicilio, 2 296 a locales comerciales y 2 903 de vehículos.

    Carlos Castillo, director Ejecutivo de la Cámara de la Seguridad Privada del Ecuador (Casepec), asegura que la delincuencia se ha incrementado en los últimos tres años. Por esta razón, subió la demanda de los productos y servicios para prevenir los problemas de la inseguridad.

    En la Casepec se encuentran registradas 168 empresas, con un total de 24 000 trabajadores. El número de clientes asciende a cerca de 20 000, a escala nacional.

    Sin embargo, Castillo asegura que en el país, por la demanda de seguridad, existen un total de 740 empresas en este segmento, que se encuentran registradas en el Ministerio del Interior.

    Además, el director de la Casepec comenta que el año anterior en el país se invirtieron cerca de USD 400 millones en temas de seguridad. Para este año se tiene previsto que esta cantidad llegue a unos USD 500 ó 600 millones.

    Con este dato coincide Galo Estrella, presidente de la Asociación Nacional de Empresas de Seguridad Integral (Anesi). “En Ecuador, cada año se mueve aproximadamente unos USD 500 millones”.

    Estos gastos implican la compra de armas, municiones, chalecos antibalas, alarmas de seguridad, sistemas de rastreo satelital, autos blindados para el transporte de posesiones valiosas, sistemas de alarmas en hogares, entre otros ítems.

    Datos del Censo Nacional Económico 2010, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), indican que en el país existen 427 establecimientos dedicados a la seguridad (venta de productos y prestación de servicios). Además, un total de 32 140 personas trabajaba ese año en estos negocios.

    Según el INEC, una empresa que vende productos de seguridad o presta servicios de esta índole, al año puede tener ingresos de USD 1 millón, en promedio.

    Miguel Orellana, gerente General de Copsemesgal, compañía que opera en Quito, explica que la rentabilidad en este tipo de negocios registra un incremento. Orellana asegura que los sectores empresarial e industrial son sus mayores clientes; representan el 60% de los ingresos, el 40% restante viene de servicio a hogares.

    En Copsemesgal, los paquetes con mayor demanda son los sistemas de seguridad electrónica, que constan de sensores de movimiento y alarmas.

    A la hora de buscar protección para la familia y salvaguardar los bienes, las empresas aseguradoras también se convierten en una opción. Por ejemplo, en Seguros Interoceánica ofrecen el seguro de Plan de Protección Familiar. Esta prima da protección para el hogar y para quienes lo habitan. Su costo varía de acuerdo a los requerimientos del cliente.

    Desde que se suscribió al servicio de seguridad electrónica Miñaca se siente más segura. Sostiene que su inversión inicial de USD 1 200 valió la pena.

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