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  • La trucha activó a toda una comunidad

    Cristina Marquez

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    El sabor silvestre de las truchas que se crían en las piscinas del río Daldal es el principal atributo del producto que ofrece la familia Aisalla. Sus miembros comercializan truchas listas para el consumo, criadas en agua de río y alimentadas de forma natural.

    Esa forma de crianza inspiró el nombre de la microempresa: Aguas Cristalinas Daldal, un centro piscícola donde también se ofrece pesca deportiva y un recorrido por el sendero ecológico que llega al río. “El eje de nuestro negocio es el turismo y las truchas”, cuenta Washington Aisalla, uno de los propietarios del negocio. Él decidió iniciar un criadero piscícola en el 2002, como una alternativa de trabajo.

    Ese año, él regresó a su comunidad Daldal, situada a 40 minutos de Riobamba, en la parroquia Pungalá, después de haber migrado a Quito. “No había trabajo estable y con mi esposa pensábamos en algún negocio para mantener a nuestras hijas”, recuerda Aisalla al hablar del inicio de la iniciativa.

    Así surgió la idea de comercializar las truchas que crecían silvestres en las aguas del río. Sin embargo, pescarlas era difícil y un primer intento por hacer un estanque, fracasó debido a la habilidad de los peces de nadar contra la corriente.

    Luego Aisalla probó suerte con la siembra de alevines, es decir, adquirió pequeños peces y los crió durante casi un año. Las truchas tuvieron tanta acogida en el mercado, que decidió ampliar las piscinas e invertir todos sus ahorros en su negocio.

    Unos años después, Aguas Cristalinas Daldal se convirtió en una empresa familiar e incluso se integró a la Asociación de Trucheros de Chimborazo. Esta organización cuenta con el respaldo de la Unidad de Emprendimientos del Gobierno Provincial.

    Formar parte de la Asociación les permitió recibir asesoramiento técnico, balanceado y una nueva variedad de alevines que están listos para comercializarse en solo siete meses.

    “Tenemos muchas expectativas con este proyecto, porque las truchas tienen una muy buena acogida en el mercado. En el futuro incluso esperamos dotarles de un centro de faenamiento para comercializar filetes de truchas en los supermercados y otras provincias”, dice Beliza Álvarez, coordinadora de esa unidad.

    La familia Aisalla es una de las más prósperas de esa organización. Ellos invirtieron unos USD 40 000 en la construcción de seis piscinas en el río, allí siembran 5 000 alevines cada dos meses y comercializan entre 30 y 80 kilogramos cada semana.

    La cantidad de peces que se venden depende en gran parte de los turnos que cubren cada viernes en la feria de emprendimientos del Gobierno Provincial. “Desde que participamos en esa feria nuestro negocio tomó más impulso. Tenemos un mercado seguro, la gente ya nos conoce y nos hacen pedidos entre semana”, dice Norma Toaquiza, también propietaria del emprendimiento.

    De hecho, la mayor cantidad de ventas se realiza cada quince días en esta feria, pero también se reciben turistas y se entregan pedidos a domicilio para familias y restaurantes. Cada kilogramo cuesta USD 5,00.

    En el futuro esperan ampliar su negocio y fortalecer el aspecto turístico de la empresa. A mediano plazo ellos instalarán unas cabañas equipadas con asadero para que los visitantes puedan preparar sus truchas y degustarlas junto al río, también se ofrecerá el servicio de restaurante.

    Otro proyecto familiar que se ejecutará es la implementación de una nueva piscina para tilapias, otra variedad apetecida en el mercado local. La familia Aisalla aprovechará un pogllo (naciente de agua), para el proyecto, además usarán una técnica similar a los invernaderos agrícolas para mantener la temperatura cálida del agua.

    Otros emprendedores que forman parte de la Asociación están en los páramos de Alausí, Colta, Chunchi y Guamote. En estos sitios hay una gran cantidad de vertientes de agua y pogllos que se aprovechan para la piscicultura. “Apostamos por las piscícolas en la provincia por esa potencialidad. Además, la crianza de truchas es una actividad amigable con el ambiente”, afirma Álvarez.

    Pedro Brito, Washington Aisalla y Norma Toaquiza muestran una trucha en el río Daldal. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Pedro Brito, Washington Aisalla y Norma Toaquiza muestran una trucha en el río Daldal. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • El Volcán activó emprendimientos

    Cristina Márquez

    Penipe era un cantón que dependía de la agricultura y la fruticultura, hasta que el proceso de reactivación volcánica de la ‘Mama’ Tungurahua arrancó hace unos 15 años. Hoy, es un sitio con más demanda turística y en donde prosperan emprendimientos como restaurantes, hosterías y criaderos de truchas.

    Wiliam Ochoa, de 72 años, recuerda bien el pueblo de antaño. Él describe a los visitantes que llegan allá, cómo transcurría «lento el tiempo», por el poco movimiento que se veía en las calles. Las familias pasaban el día en el campo cuidando sus huertos y los fines de semana se movilizaban a las ciudades para vender sus productos en los mercados, dice.

    Pero todo cambió cuando ‘la Mama Tungurahua‘ se despertó. «Tuvimos mucho miedo. Llegaban los militares, la gente de la Defensa Civil y de otras organizaciones para decirnos que estábamos en riesgo. Mucha gente vendió sus propiedades a precio de gallina enferma y migraron», cuenta Ochoa.

    Pero unos años después, los penipeños se acostumbraron a vivir con el volcán. La caída de ceniza sobre los cultivos de frutas y los pastos representaba pérdidas económicas; por eso, algunas familias optaron por otras alternativas para subsistir sin migrar a las ciudades.

    La venta de tortillas de maíz y queso asadas en piedras volcánicas, una receta tradicional de ese sitio, fue el primer negocio en prosperar. Tres restaurantes se instalaron en la vía principal, para ofrecer esa delicia gastronómica.

    Los primeros visitantes fueron los socorristas, geólogos, analistas de riesgos y decenas de periodistas que llegaban de diversas ciudades del país, para registrar con sus cámaras las estruendosas explosiones y las experiencias de los agricultores afectados por la ceniza.

    «Por primera vez en la historia, Penipe estaba en los titulares de los medios de comunicación. Los camarógrafos, los conductores, incluso las autoridades de la provincia llegaban con hambre después de sus recorridos y en las tiendas de abastos se acababan las galletas y las colas. Por eso pensé en abrir un restaurante», relata Laura Peña.

    Ella fue una de las primeras emprendedoras que arriesgó su capital en un negocio. Junto a sus hijos, construyó el ‘Paradero de Mami Lauri’; allí se ofrecen las tradicionales tortillas con salsa de ají, caldos de gallina criolla, fritada y yahuarlocros. Sus clientes más frecuentes son los ciclistas que recorren la vía los fines de semana y los curiosos que llegan atraídos por la belleza natural del volcán.

    De hecho, cuando un hongo de vapor y ceniza aparece en el horizonte, es cuando más turistas llegan a Penipe. «A la gente le encanta fotografiar al volcán y mirar las pequeñas explosiones. Este es un sitio seguro y pueden disfrutar del espectáculo con tranquilidad», afirma la emprendedora.

    Pero no solo los restaurantes prosperaron en Penipe, las hosterías son otro atractivo que se popularizó en Chimborazo. Tres sitios ofrecen piscinas, hidromasajes, saunas, entre otros servicios.

    «Penipe está ubicado en la puerta del Oriente ecuatoriano. El clima es agradable y tiende a ser tropical; por eso, los turistas disfrutan tanto de las piscinas», cuenta Carlos Noboa, propietario de la Hostería Santa Mónica.

    Allí, los visitantes pueden recorrer los jardines frutales, las praderas del río Chambo y el bosque, estos espacios también están disponibles para efectuar campamentos. Asimismo, hay un restaurante en el que se ofertan platos típicos, un karaoke y un salón de recepciones. Pero el sitio favorito, además de la piscina, es el mirador hacia el volcán.

    «Cuando se activó el Tungurahua todos sufrimos, pensamos que perderíamos nuestras propiedades, las autoridades no manejaron bien la emergencia. Hoy, el volcán es un atractivo más de Penipe», cuenta Noboa.

    Para tener en cuenta La ubicación.  Penipe está ubicado al norte de Chimborazo, a 2 480 metros de altura. La temperatura promedio es de 19 grados centígrados.

    Los planes. El 2015 fue declarado como el año del turismo por el Municipio de Penipe. Se creará una Unidad de Turismo y en una campaña publicitaria nacional, para impulsar los emprendimientos turísticos.

    El turismo.  Este año también se desarrollará un proyecto de turismo comunitario. Se trata del balneario El ojo del Fantasma, con aguas termales.