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  • La pandemia impulsó a dar un giro empresarial y a adaptarse

    Vanessa Silva  (I)

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    La pandemia modificó los hábitos de consumo de la ciudadanía, ocasionando un marcado repunte en de la demanda de ciertos productos, tales como medicinas y alimentos, mientras que otros artículos decayeron. El abrupto cambio motivó a empresarios a dar un giro a los negocios e incursionar en nuevas áreas, con miras a sobrevivir a la crisis.

    Aunque no existe un dato concreto de cuántas empresas en el país se ‘reinventaron’, lo cierto es que en todos los segmentos hay muestras de esta transformación. Desde pequeños emprendimientos hasta grandes compañías volcaron sus esfuerzos hacia nuevos caminos, con tal de evitar el cierre y mantener plazas de trabajo.

    Un caso es Corporación Azende, que a los pocos días de iniciar el estado de excepción (16 de marzo) dejó de fabricar el licor Zhumir para producir alcohol y gel.

    Otra muestra es el sector textil y de confección. A raíz de la emergencia sanitaria, sondeos ciudadanos evidencian que los clientes desplazaron sus preferencias por adquirir prendas de vestir.

    La caída en ventas fue precipitada. Según datos de la Asociación de Industrias Textiles del Ecuador (AITE), entre enero y abril de este año hubo una caída del 93% frente al mismo período del 2019.

    Ante esa realidad, más fábricas y comercializadoras empezaron a confeccionar los productos que cobraron mayor demanda debido a la emergencia sanitaria, como mascarillas, tapabocas, trajes de bioseguridad, prendas para personal de la salud y ahora incluso se elaboran líneas de ropa a base de telas antifluidos con cubrebocas adaptados.

    No obstante, dar este giro no ha sido sencillo para los negocios formales, porque las mascarillas, al igual que otros productos, requieren de registro sanitario que acredite su calidad y el trámite para obtenerlo es lento, comenta Javier Díaz, titular de la AITE.

    Para tener una idea, alrededor de dos meses tardó la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) en conceder los permisos a solo cinco
    empresas agremiadas a la AITE.

    Hasta el 17 de junio, la Arcsa ha aprobado 238 tipos de mascarillas que en su mayoría son de fabricantes ecuatorianos y chinos.

    La transformación del sector textil, así como el crecimiento de las entregas a domicilio de distintos productos, tuvo un efecto colateral positivo en empresas de la industria gráfica, puesto que se volcaron a elaborar cajas y demás materiales de paquetería.

    Esto ha dado un poco de oxígeno financiero a ciertas imprentas, luego de que la producción de libros y textos escolares para instituciones públicas enfrentó problemas de distribución, además de que varias empresas recibieron como pago bonos del Estado, difíciles de negociar en la bolsa.

    Así lo comentó Mauricio Miranda, presidente del Sector Gráfico de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi), en mayo pasado. La situación de la industria gráfica sigue todavía compleja.

    Para dar un giro a las actividades tradicionales, sin mayores inversiones, las empresas deben aprovechar el potencial de su maquinaria instalada, reflexiona Andrés Robalino, portavoz de la Cámara de Industrias, Producción y Empleo (Cipem) de Cuenca.

    La reinvención, agrega Robalino, no solo se concentra en la parte industrial sino también en la comercialización y distribución.

    El confinamiento social llevó a que los empresarios incursionasen en el comercio electrónico y las entregas a domicilio, lo que permitió generar ventas por medios que antes eran poco usados por algunas firmas.

    Esa ha sido la vía por la que más ha apostado la industria maderera y que ha potenciado los ingresos. Además, se dio más énfasis en la elaboración de muebles para el teletrabajo y estudios en el hogar, ahorrando espacios, comentó Christian Riofrío, titular de la Asociación Ecuatoriana de Industriales de la Madera.

    La emergencia sanitaria hizo que entre marzo y mayo se movieran alrededor de USD 500 millones en ventas en línea, lo que representa casi un tercio de todo lo generado en el 2019, según la Cámara de Comercio Electrónico. Se proyecta que en este año, las ventas ‘online’ alcancen los USD 2 200 millones.

    500 millones de dólares en ventas en línea se realizaron entre marzo y mayo del 2020

    La empresa textil Hilacril concentró sus operaciones en fabricar mascarillas y trajes de protección. Foto: Cortesía Hilacril
    La empresa textil Hilacril concentró sus operaciones en fabricar mascarillas y trajes de protección. Foto: Cortesía Hilacril
  • Adaptación empresarial en una nueva época

    MEMO DE LA SE MANA

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    Charles Darwin, el creador de la teoría evolutiva y quien se inspiró en Galápagos para sus investigaciones, dio a conocer en su obra la importancia de la adaptación para la supervivencia de las especies en el mundo.

    En términos más coloquiales implica “o te adaptas y evoluciones o mueres”. Algunas empresas, tras la pandemia, entendieron el mensaje e incluso optaron por cambiar el giro de sus negocios para seguir activas y proteger la mayor cantidad de empleos.

    Para otras, la adaptación llegó cuando entendieron que tenían que digitalizarse para satisfacer a consumidores con necesidades urgentes, pero con pocas posibilidades para acercarse a un negocio físico por cuestiones de bioseguridad.

    En el proceso de transformación, algunos negocios han encontrado aliados como las entidades del sistema financiero nacional, a través de créditos para capital de trabajo. Están también todas aquellas organizaciones que ofrecen mentorías, para entender con más claridad qué camino se deben seguir.

    Además, la innovación como estrategia empresarial es un eje fundamental para adaptarse a la nueva normalidad y sobrevivir. 

    opinion columnistas editorial
    Ilustración: LÍDERES
  • El secreto del aprendizaje es indagar

    Arturo Castillo / Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    EL ESPECIALISTA

    En un mundo preexistente, plagado de objetos ‘inteligentes’, la curiosidad y la posibilidad de preguntar se han convertido en actos desprovistos de auténtico interés; quizás porque el nuevo oráculo, Internet, tiene respuestas para absolutamente todo.

    A la vez, contradictoriamente, la nueva generación va perdiendo la capacidad para preguntar, que es el equivalente de la duda, del poder de asombro. Preguntarse es la antesala de la reflexión; da paso a la búsqueda apasionada de aquello que intriga, que acucia; pone en movimiento la imaginación, impulsa a buscar en el entorno las pistas que lleven a una respuesta satisfactoria.

    Pero cuando la respuesta está a la mano, cuando Wikipedia ahorra la fatiga de pensar, la capacidad para indagar se convierte en un hecho electrónico, en una acción fría, que tiene como protagonista a una máquina.

    Llevado esto al campo laboral, quien pregunte más de la cuenta, quien no ‘cache’ las cosas al paso, corre el riesgo de ser considerado lento, incapaz, tonto.

    Este prejuicio se desprende de la formación escolar, que, absurdamente, es un proceso que mata la capacidad para preguntar, la intriga. La uniformidad de la educación, que asume que todos los niños poseen la misma habilidad de aprendizaje, el mismo ritmo, relega a aquellos estudiantes que no entienden.

    Puntualmente, considerar un tiempo prudencial para que los nuevos trabajadores puedan preguntar acerca de sus tareas, para que manifiesten sus dudas e inseguridades, tiene mucho del esquema escolar. No les quedará, entonces, más remedio que quedarse callados, que ocultarse tras su ignorancia, tal como ocurre con sus hijos en las aulas.

    Nada es quizás más trágico que la vergüenza por causa de la curiosidad, de la ignorancia intrínseca. Más trágico aún que las personas escondan su ignorancia fingiendo erudición.

    Sin la libertad interior para preguntar, el individuo se ve obligado a aceptar verdades ajenas. Ninguna empresa debería poner barreras para que sus trabajadores pregunten, reflexionen, para que a partir de ello sean capaces de tomar iniciativas, de decidir creativamente.

    «NINGUNA FIRMA DEBERÍA PONER BARRERAS PARA  QUE SUS EMPLEADOS PREGUNTEN. LA REFLEXIÓN INCENTIVA LA CREATIVIDAD».

  • ¿Cuánto tiempo es prudente preguntar?

    Redacción Cuenca

    Un globo amarillo de helio, con una carita feliz dibujada, es pegado al escritorio del nuevo empleado que ingresa a la firma Google.

    El tiempo que el globo está inflado -puede tardar hasta una semana en desinflarse-, es el período que tiene el flamante colaborador para hacer preguntas.

    Cuando el globo queda sin aire, el colaborador debe resolver los asuntos por su cuenta. Esta anécdota relató el exejecutivo de Google, Gonzalo Begazo, quien manejó las finanzas de esa compañía ubicada en California, en un reportaje publicado por la revista peruana Etiqueta Negra, en abril de este año.

    Aunque esta estrategia parece cruel, es una forma de que el empleado capte la información y tenga la necesidad de aprender todo en la primera semana. De esta forma no perderá el tiempo con la excusa de ser nuevo, explica Miguel Muñoz, analista de RR.HH.

    En las firmas ecuatorianas, los nuevos colaboradores ingresan y su periodo de adaptación es largo y resta productividad para las empresas, dice Muñoz.

    Algo similar opina Lorena Pástor, consultora de recursos humanos, quien coincide en que es una estrategia creativa, porque el nuevo colaborador enfoca sus energías en el aprendizaje.

    Sin embargo, para que esta idea funcione es necesario que exista total apertura de las áreas de la compañía para resolver las inquietudes. A pesar de ser una idea innovadora, Pástor defiende la política de puertas abiertas, para que el empleado tenga acceso, siempre, a sus superiores y pregunte lo que desee.

    El proceso de adaptación normal de un empleado dura tres meses, porque debe conocer las áreas, los filtros de la compañía y la dinámica. Una semana, o el tiempo que dure el globo en desinflarse, es escasa para conocer el funcionamiento de una firma. Aunque no es imposible con la colaboración de la empresa y sus empleados, sostiene Pástor.

    Para la consultora de RR.HH., Belén Argüello, es clave mantener los canales abiertos para resolver cualquier inquietud. La comunicación es el eje de las empresas y, sin importar el tiempo que esté el empleado en la organización, en caso de dudas estas deben resolverse.

    En el reportaje publicado en Etiqueta Negra, Begazo también relató que cuando Google acepta a un nuevo empleado le regala camisetas con el logo de la firma y un gorro con hélice que lo distingue de los demás. De esta forma, todos los empleados saben que hay un novato y colaborarle es política de la empresa.

    Para Muñoz, el globo, la camiseta y el gorro son solo símbolos, pero lo que transmite Google es que se diferencia de otras empresas donde reina la burocracia. «Esta firma tecnológica, que el año pasado facturó más de USD 50 000 millones, es conocida por cuidar a su talento humano y potenciar su productividad».

    El director de Talento humano de Soluciones de Software Ecuador, Daniel Ruiz, dice que no se pueden comparar las empresas ecuatorianas con Google, porque esta tiene más de 35 000 empleados. En Ecuador las firmas son más pequeñas y, por ende, personalizadas. «Los tres meses son una medida de tiempo ideal para que el empleado se acople a su nuevo trabajo, sin presiones».

    Ruiz señala que en Ecuador, «las empresas con más comunicación entre sus empleados son las más productivas». Al ser Google un buscador de Internet que tiene otros negocios alineados a la tecnología, su dinámica laboral es diferente.