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  • La destreza es la que afianza este negocio

    Thalé Ponce

    Jhoan Bajaña es estudiante universitaria y tiene 21 años. Ella practica pole dance desde hace un año en la academia Majito’s Pole Dance de Guayaquil. Lo hace tres veces por semana. “Me gusta, ya que no es un ejercicio rutinario y he visto resultados, como la tonificación de mis músculos”.

    Como Bajaña son cada vez más las mujeres que practican esta disciplina en Guayaquil y Samborondón. Consiste en una especie de ejercicio que se realiza en un tubo metálico, logrando distintas posiciones. Así lo explica Denisse Carbo, propietaria de Vertical Polefitness, ubicado en La Torre, en la vía a Samborondón.

    Según el Censo Económico del 2010 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en Guayaquil se contabilizaron 37 escuelas y academias de baile. No hay cifras exactas de cuántas de ellas se dedican exclusivamente a la instrucción de pole dance, pero según actores del sector, son al menos siete entre Guayaquil y Samborondón. Además, es común que las academias de baile tradicionales, empiecen a incluir esta opción como parte de su oferta.

    “Ganar mercado fue difícil, ya que la gente tenía prejuicios. Incluso muchas mujeres que practicaban esta acrobacia temían decirlo”, indica Carbo. Hoy, la situación ha cambiado y su práctica es una tendencia en la ciudad y sus alrededores.

    Carbo inició su negocio en el 2009 en su domicilio en La Laguna, en la vía a Samborondón. Debido al aumento de clientes, en febrero, se cambió al local.

    Al sitio, que cuenta con siete ‘poles’ (tubos) y tres instructoras certificadas, asisten unas 40 mujeres al mes. Las edades van desde los 13 hasta los 50 años. “No hay una ocupación específica, vienen desde estudiantes hasta amas de casa”.

    Las clases cuestan USD 35 mensuales si se asiste a una sesión por semana y llegan a los USD 120, acudiendo cuatro veces. Por esto, Vertical Polefitness factura aproximadamente USD 4 000 al mes.

    Nadia Molina es franquiciada de Vertical Polefitness, en un local que funciona en Urdesa, en el norte de Guayaquil. El espacio cuenta con seis tubos. En el sitio trabajan tres instructoras y asisten unas 35 personas al mes. Además, factura cerca de USD 2 000 mensuales, en promedio.

    Otro local especializado es Pole Studio, en el centro comercial Piazza Ceibos. Este sitio abrió en el 2011 y ofrece además la opción de acrobacia en tela. En el sitio, que cuenta con seis tubos y una instructora, se ofrecen clases a partir de las 16:00.

    Isabel Wagner es la propietaria de Pole Studio. Ella indica que al lugar asisten en promedio 20 mujeres al mes. El precio es de USD 60 por asistir dos veces por semana, 75 por tres veces y USD 90 por asistir todos los días (de lunes a viernes). Wagner opina que las edades de las clientas van desde los 19 hasta los 30 años.

    Acro Pole es otro de los sitios que ofrece estas clases. Está ubicado en el centro comercial Las Terrazas, en la vía a Samborondón. Vanessa Buchelli es clienta del lugar y comenta que es una práctica que permite divertirse y ejercitarse a la vez.

  • Grupo Corpesa afianza la imagen urbanística

    Xavier Montero / Redacción Guayaquil

    La revisión del catálogo sobre las obras civiles en las que el Grupo Corpesa (Corporación Empresarial S.A.) ha colocado su impronta es un recorrido obligatorio por la evolución arquitectónica local.

    El holding -que actualmente agrupa a la procesadora de aluminio Cedal; a la firma de diseño y edificación de estructuras metálicas Estrusa; y a la firma de perfilería Vitral, con sede en Colombia-, tiene presencia en el mercado inmobiliario desde 1963, y creció bajo la dirección del emprendedor Luis Gómez Izquierdo.

    Entre aquellas obras constan el Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (centro norte de Quito); el techo del Coliseo General Rumiñahui (Quito), que se construyó para la firma Semaica; y la plataforma del MAAC, del Malecón 2000.

    También está la del arribo internacional del Aeropuerto Mariscal Sucre, que se edificó para la Constructora Cegaz Montalvo; la del edificio La Previsora (de la constructora LPV) y la del Condado Shopping, que se construyó bajo la dirección del arquitecto Marco Coello.

    Entre otras de sus obras, las cuales han consolidado nuevos rostros para las metrópolis de Quito y Guayaquil, está la fachada del Edificio Plaza 500 de Inmoplaza; así como las estructuras metálicas de los techados en los estadios de Liga de Quito, el estadio Capwell y el Monumental del Barcelona. Estos, bajo la dirección del arquitecto Ricardo Mórtola.

    Cedal, fundada en 1974 con una inversión de dos millones de sucres (unos USD 79 000 al cambio de la época), es un pilar para el holding. Desde su planta, ubicada en Latacunga, se han distribuido más de 27 000 toneladas de aluminio procesado desde el 2010. Solo en este año llegaron a Colombia más de 3 700 toneladas en perfiles de aluminio, con los que se elaboran puertas y ventanas, con el logotipo de Cedal-Corpesa.

    Esta firma, que es la única extrusora de aluminio en el país y que cuenta con certificaciones ISO 9001:2008 y Licencia Ambiental del Ministerio del Ambiente, procesa lingotes calentados a 400 y 500 grados. Estos atraviesan por alguna de las más de 3 700 matrices y toman la forma de una pieza, que terminará atornillando placas de vidrio de 500 kg (como las usadas para el rascacielos The Point, que se levanta en Guayaquil) o para uno de sus más de 30 centros de distribución de perfiles de aluminio a escala nacional.

    Para Carlos Vergara (portada de esta edición), y quien se desempeña como principal consultor de Corpesa, el crecimiento de la industria metalúrgica para el sector inmobiliario ha tenido un notable impulso, desde la labor de cada uno de los más de 500 colaboradores con lo que cuenta este holding aluminero.

    En la oficina de Vergara, ubicada en el norte de Guayaquil, los planos y fotografías de sus más de cuatro décadas de trabajos en el diseño de estructuras metálicas a escala nacional, son una ‘biblioteca’ sobre las tendencias del diseño urbanístico. Una ‘meca’ para los ingenieros civiles, que al igual que otras oficinas del Grupo, está decorada con fotografías de la fachada del Aeropuerto José Joaquín de Olmedo (para la Constructora Ekron); el Centro Cultural Itchimbía (construido para el Fonsal) y otras ilustraciones más.

    César Rodríguez, principal de la firma Inmomariuxi y quien conoce del trabajo de Estrusa-Corpesa desde hace más de 20 años, la califica como una empresa de gran responsabilidad profesional para las obras y proyectos que han realizado. Entre ellos están la agencia La Alborada del Banco Bolivariano (Guayaquil), las estructuras en la terminal terrestre de Guayaquil y el The Point.

    Jochen Münch, director corporativo Comercial de Corpesa, explica que el aluminio es un aliado para arquitectos y constructoras y su versatilidad permite seguir cambiando los rostros de las urbes.

    Aluminio y vidrio

    • En Durán (Guayas). Tiene un centro de distribución y almacenamiento para proyectos en el Litoral.
    • En Colombia. La firma Vitral opera en Bogotá desde 1979. Actualmente ocupa el 9% del mercado colombiano de perfiles de aluminio.

    EL INSIGNIA

    ‘Las ciudades tienen nuestro sello’

    Manuel cedeño / jefe bodega – (Durán)

    Llevo 20 años laborando dentro de la planta de distribución y almacenaje de Cedal, ubicada en Durán (este de Guayaquil), que abastece a los proyectos que se desarrollan en las provincias del Litoral.

    He forjado una carrera profesional, gracias a las oportunidades de crecimiento que me han proporcionado. Inicié como colaborador en el área de Servicios Generales y escalé cargos y responsabilidades.

    Cuando camino con mis dos hijos por las calles de Guayaquil o Quito, me siento orgulloso de contarles que colaboré -de alguna forma- en las megaobras que resaltan en las metrópolis.

    El trabajo de los más de 500 colaboradores de Corpesa se inmortaliza en el cambio del paisaje urbanístico del país.

  • El consumo de carnes se afianza en Guayaquil

    Xavier Montero / Redacción Guayaquil

    En Guayaquil se registraron 33 establecimientos dedicados a la venta al por mayor de carne y productos cárnicos (incluyendo aves de corral), de los 99 casos registrados a escala nacional.

    Esto, según datos del Censo Económico 2010 elaborado por el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos. En Pichincha están situados 25 establecimientos y 35 más en el resto del país.

    La transformación de esta línea de consumo -de tercenas a supermercados de carnes y embutidos- inició en el céntrico mercado popular José Mascote, ubicado en la calle Pedro Pablo Gómez (PPG). Actualmente existen cuatro supertiendas de carnes, en un radio de dos cuadras.

    Jazmín Galarza, gerente comercial de Corporación Fernández, una firma que nació hace 22 años con un local en la PPG y ahora cuenta con siete tiendas en la urbe, explica que la inocuidad y la diversidad del producto fueron aspectos que motivaron el crecimiento de las firmas.

    Carlos Permuy, cliente de la tienda Fernández del km 4½ de la vía a Daule, explica que sus hábitos de compra incluyen la visita al supermercado de víveres y también al de carnes. “Estas tiendas ayudan a abastecerse de lo justo -dice el cliente-. Lo cual permite frescura en su consumo”

    Esta cadena, que cuenta con 760 colaboradores, procesa y comercializa un promedio de 1 800 toneladas de carne de res, 3 600 toneladas de pollo y 1 000 toneladas de carne de cerdo al mes.

    Para la gerenta administrativa de Comisariato de Carnes El Rancho, Jeanneth Lema, el consumo de este producto en Guayaquil podría relacionarse con la cantidad de restaurantes y picanterías de la urbe. Cita un ejemplo: “Importamos un contenedor (24 toneladas) de EE.UU. al mes. Se usa en platos típicos como la guatita. Se comercializan 15 000 kilos semanales -en promedio- de carne de res”.

    El Rancho cuenta con cuatro sucursales y su planta de producción en Durán (nororiente de Guayaquil). En su matriz, ubicada en la PPG, se atiende a un promedio de 600 personas en fin de semana y alcanza ventas al mes por USD 190 000.

    En el norte de la ciudad se concentran la mayoría de los locales. Así lo considera Carlos Badillo, un cliente del Supermercado de Carnes La Española (que cuenta con tres sucursales y matriz). Añade que mensualmente destina unos USD 80.

    Otros tipos de carnes mantienen una demanda considerable en la urbe. Corporación Fernández, por ejemplo, ha importado 86 000 pavos en lo que del año.