Etiqueta: Amazonía

  • La oferta de esta avícola se concentra en la Amazonía

    Modesto Moreta

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La comercialización de pollos faenados es el plus que ofrece avícola El Progreso a sus clientes en Mera, provincia de Pastaza.

    Esta empresa amazónica vende entre 100 000 y 120 000 aves cada 60 días. Sus principales mercados son Napo, Morona Santiago, Pastaza, parte de Tungurahua y otras provincias. El año pasado facturó USD 2 millones y en la actualidad cuenta con 30 colaboradores.

    Avícola El Progreso ingresó al mercado en 1999 cuando Jorge Asitimbay, actual gerente, decidió montar su propio emprendimiento en la crianza de pollos. Los conocimientos adquiridos durante seis años como administrador de granjas avícolas ayudaron para instalar su propio negocio.

    Con una inversión de USD 10 000, de sus ahorros, puso en marcha el proyecto con la colaboración de su esposa. Con el dinero alquiló un galpón, compró 1 000 pollos de engorde, los balanceados y otros instrumentos e insumos necesarios para el desarrollo de los animales.

    La apertura de mercado para su producto no fue sencilla. Durante el primer año las ganancias fueron mínimas. Luego sumó a sus amigos y clientes de su antiguo empleo y al fórmula funcionó.

    Hasta el 2005, las ventas crecieron a 6 000 animales. Pero nuevamente tuvo un desafío: el precio de la libra de pollo en pie bajó a USD 0,35, sin embargo se dispararon los precios del maíz, la soya y otros insumos necesarios para la elaboración de los balanceados.

    Como una forma de recuperar la inversión resolvió iniciar con el faenamiento de las aves. Ese fue el éxito de su negocio, puesto que los precios subieron. Años más tarde Asitimbay decidió cerrar todo el círculo en su proyecto es decir, con la producción de balanceado, crianza, alimentación, pelado y distribución en sus dos camiones frigoríficos. Todo eso implicó nuevas inyecciones de recursos. “Ahí inició la fama de Avícola El Progreso. Logramos que la gente consuma nuestro pollo amarillo pelado a mano y de buen sabor”.

    Los trabajadores se encargan del cuidado, alimentación de las aves que se reparten en los tres galpones de cada una de las granjas avícolas.
    Los trabajadores se encargan del cuidado, alimentación de las aves que se reparten en los tres galpones de cada una de las granjas avícolas.

    Sus primeros mercados fueron Puyo y más tarde Tena, El Coca, Sucumbíos, Baños, Riobamba y otras ciudades del país. En el 2008, los ejecutivos de la firma El Progreso realizaron una nueva inversión de USD 70 000 en la construcción de su propia granja avícola con cuatro galpones para producir 12 000 pollos.

    También adquirió maquinaria artesanal para la elaboración de su propio balanceado. La demanda de su producto creció en el mercado. En el 2012 la producción subió a 20 000 aves y se distribuían a las ciudades de Puyo y Shell.

    En el 2015 construyó dos granjas más e incrementó la producción a 80 000 aves cada dos meses. El año pasado, subió a 120 000. La libra de pollo pelado aumentó a USD 1. Las aves que crecen en los galpones salen al mercado a las 5 semanas con un promedio de peso de 5,5 libras.

    La cartera de clientes subió a 120 y Napo se convirtió en unos de sus mercados más fuertes. Le siguen Pastaza, Morona Santiago, Tungurahua y Francisco de Orellana. “Es un emprendimiento familiar que está en crecimiento”.

    Para el 2017 se invirtieron USD 200 000 en la tecnificación de dos de las tres granjas avícolas. Una parte de los recursos fueron créditos en una cooperativa. “La idea no es endeudarse en grandes rubros, lo que hemos hecho es reinvertir las utilidades en el crecimiento de nuestra empresa”, asegura Asitimbay.

    Uno de los proyectos pendientes de este emprendedor es abrir una cadena de locales para comercializar sus productos. Además, lograr la tecnificación de la planta de faenamiento.

    Uno de sus distribuidores es Eduardo Narváez en el Tena, en la provincia de Napo. Él asegura que la calidad de la carne de pollo hizo que en los dos años que trabaja con la Granja El Progreso las ventas se incrementaran. “La gente compra nuestro producto porque es carne amarilla y es de buen sabor. Es más la calidad de los insumos que usamos para el crecimiento”.

    Narváez es propietario de la granja Avícola El Rey y desde hace un año dejó de criar y faenar aves para dedicarse a la comercialización del producto de El Progreso. Este cliente menciona que diariamente vende 120 pollos faenados y a veces sube la demanda hasta 200 aves al día.

    Insignia

    ‘El cuidado y la atención son las claves’

    German Cargua, encargado de los galpones y vacunación

    Empecé a trabajar hace 4 años en el área de la vacunación de los pollos. Es importante porque ahí se inmuniza a las aves para que no tengan ninguna enfermedad, a esto se suma los controles que hay que tener en las granjas y la salubridad en cada uno de los galpones para evitar bajas.

    He pasado por todas las secciones en la avícola. Ahora estoy encargado del cuidado de 40 000 pollos. La tecnificación ayuda a cumplir con este proceso. Debo estar pendiente también de la alimentación y que todo funcione bien. Lo importante en el trabajo es la capacitación constante de la mano de obra, especialmente en el manejo de vectores, posibles enfermedades, la vacunación…

    Eso garantiza la calidad de nuestro producto que es uno de los mejores que se vende en el mercado. Nuestra granja también cuenta con tecnología de punta en la dosificación de los alimentos, el agua y de la temperatura, eso hace que el pollo se desarrolle y alcance el peso exacto antes de ser faenado y que salga a los mercados para la venta. Además, la temperatura ayuda.

    Jorge Asitimbay es uno de los emprendedores que lidera la Asociación de Productores de Pollo en la provincia de Pastaza. Tiene tres granjas. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Jorge Asitimbay es uno de los emprendedores que lidera la Asociación de Productores de Pollo en la provincia de Pastaza. Tiene tres granjas. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • En la Amazonía hay nuevos expertos en energía solar

    Redacción Quito

    (F)
    Contenido intercultural

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    Desde de septiembre, las comunidades achuar cuentan con ocho nuevos técnicos solares, personas que aprendieron sobre electricidad, sistemas fotovoltaicos, seguridad eléctrica, lectura e interpretación de datos de generación y almacenamiento de energía.

    La capacitación integral se realizó gracias a un convenio de cooperación entre el proyecto Kara Solar y Alianza Ceibo, una organización que agrupa a cuatro nacionalidades: Siekopai, Siona, Cofán y Waorani y que tiene experiencia formando a técnicos indígenas que han instalado más de 100 sistemas solares, en el norte de la Amazonía ecuatoriana.

    Oliver Utne, coordinador de Kara Solar, cuenta que esta capacitación es el inicio de un proceso de preparación de técnicos achuar. “Las personas capacitadas van a seguir acompañando a los compañeros de Alianza Ceibo, en viajes de revisión y mantenimiento de los sistemas solares. La idea es que adquieran experiencia y conocimientos sobre sistemas solares”.

    Otro de los fines de este trabajo de cooperación es que los nuevos técnicos creen las condiciones necesarias para la sostenibilidad de los proyectos que Kara Solar está desarrollando en el territorio achuar. La idea -dice Utne- es que los achuar se queden totalmente a cargo del mantenimiento, los arreglos técnicos y el diseño de las futuras instalaciones.

    Una de estas últimas es el Centro Solar Comunitario, que se está construyendo en territorio achuar: un espacio que va a permitir la recarga, desde tierra, de los dos botes solares que ya navegan por los ríos de la Amazonía.

    La primera embarcación, con capacidad para 20 personas, empezó a funcionar en junio del 2017. La segunda barca tiene capacidad para 14 personas y, al igual que la primera, recorre tres rutas que sirven a nueve comunidades a lo largo de 67 kilómetros de los ríos Pastaza y Capahuari.

    Los botes funcionan con 32 paneles solares colocados en el techo. Estos captan la luz del día y la transforman en electricidad, que es almacenada en las baterías. Estas están conectadas a dos motores eléctricos, que son controlados por el conductor en el volante. Una de las particularidades de estas barcas es que combinan la sabiduría ancestral con los avances tecnológicos, algo que se puede apreciar en el diseño, donde se utilizó el modelo de la tradicional canoa amazónica.

    Josué Enríquez, coordinador técnico de Kara Solar, explica que las capacitaciones están pensadas para, en un mediano plazo, dar autonomía a las comunidades achuar para que ellas manejen la energía solar. Estas capacitaciones tendrán cuatro fases. La última terminará en febrero del 2020.

    La segunda comenzará a mediados de octubre. En esta fase, los técnicos achuar van a acompañar a los técnicos de las comunidades de Alianza Ceibo a monitorear los 120 sistemas de paneles solares que se han implementado en casas del norte de la Amazonía.

    La fase tres estará enfocada en la movilidad fluvial eléctrica. Por primera vez los integrantes de las comunidades achuar van a instalar los equipos de una barca eléctrica, algo que para Enríquez será un hito para la región.

    El proyecto cuenta con dos barcas solares que navegan por los ríos de la Amazonía. Se evitan emisiones de combustibles fósiles en la zona. Foto: cortesía Kara Sola
    El proyecto cuenta con dos barcas solares que navegan por los ríos de la Amazonía. Se evitan emisiones de combustibles fósiles en la zona. Foto: cortesía Kara Sola
  • María Eugenia Moreno: ‘El cambio por el medio ambiente empieza con la conducta’

    Evelyn Tapia

    Redactora (I)

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    La primera vez que ingresó a la Amazonía ecuatoriana, María Eugenia Moreno tenía 13 años y llegó en helicóptero. Acompañaba a su madre, la bióloga María Eugenia Puente, a una de las visitas que hacía a la selva como parte de su trabajo como consultora ambiental.

    Ese fue su primer contacto con un espacio que hasta hoy la inspira a impulsar iniciativas de cuidado medioambiental desde la gerencia de proyectos de la consultora Ecuambiente, que fundó su madre en 1989.

    Moreno cuenta que su madre fue parte del equipo de monitoreo biológico en el Parque Nacional Yasuní cuando se abría la vía para desarrollar el bloque 16.

    “Ese monitoreo duró tres años. Cuando salía de vacaciones del colegio, yo me quedaba los dos meses con mi mamá en la selva, siendo asistente de todos los grupos de investigación. Esto siempre me ha apasionado”.

    Actualmente Moreno tiene un título en ecología aplicada y una especialización en agroecología y desarrollo sostenible. Además, desde el 2010 está a cargo del Centro Integral de Ingeniería Ecológica, en Orellana, que ha implementado iniciativas de economía circular. Entre ellas, la creación de adoquines con ceniza que se usan en campamentos petroleros; la producción de madera plástica elaborada a partir de plásticos desechados; procesos de recuperación de hidrocarburos que estaban contaminando el suelo y que se vuelven a usar para generar energía; proyectos para implementación de viveros, etc.

    Problema en la Amazonía

    “Con los incendios en la Amazonía de Brasil veo que existe apatía a nivel global. Se habla del cambio climático, pero no estamos poniendo mayor atención, solo nos quejamos. La Amazonía no es un entorno que se preste para incendios naturales, estos son provocados por el avance de la frontera agrícola y la ganadería. Como ciudadanos podemos hacer cambios en nuestro comportamiento y trabajar en el consumo responsable. Hoy las cosas son creadas para usarlas y desecharlas. En los pueblos pequeños hay más lugares dónde arreglar cosas, mientras que en las grandes ciudades eso se está perdiendo, el consumismo es tan grande que si algo se daña, compramos otro, o lo cambiamos por moda”.

    Compromiso ambiental

    “Es importante que los niños accedan a educación ambiental, que deriva luego en comportamientos de consumo responsable cuando sean adultos. Los niños de ahora enseñan a los padres a ser más responsables con el medio ambiente, porque en los colegios aprenden sobre el impacto. Por ejemplo, las nuevas generaciones ven los basureros para reciclar e incentivan a sus padres a usarlos. Aunque todavía nos falta mucho, hemos cambiado. En las empresas también existe más conciencia que antes, porque ya se tiene una legislación que obliga a cumplir normas. Las industrias más grandes son las que mejor cumplen la normativa porque responden a diferentes estándares, como las normas ISO. El reto es para los emprendimientos más pequeños que recién están empezando, en esos casos depende mucho de la conciencia propia sobre la gestión que se hace para afectar lo menos posible al medio ambiente”.

    Mujer y medio ambiente

    “Hoy existe una gran cantidad de mujeres dedicadas a temas ambientales, creo que esto es porque somos más sensibles a temas que van más allá del individualismo y tienen que ver con la sociedad y la familia. Hay muchas mujeres que hacen activismo frente a los retos ambientales como el cambio climático. Cada día hay más ingenieras ambientales, biólogas. En la época de mi mamá eran pocas las biólogas mujeres en proyectos petroleros, porque era una atmósfera liderada por hombres. Recuerdo que cuando yo inicié en el área de remediación ambiental en temas petroleros, también viví la brecha, porque en las reuniones de los primeros proyectos, eran todos hombres. Ahora en proyectos petroleros uno encuentra más mujeres. Hay más conquista de los espacios”

    El apoyo de la familia

    “Ser esposa y madre limitó los viajes largos a la Amazonía, es un reto muy grande ser profesional, esposa y madre. Ahora viajo, pero por períodos cortos a los proyectos o por capacitación. Para tener equilibrio entre lo profesional y lo familiar es clave el apoyo de las personas que se tiene alrededor, en la empresa y en la casa. Mi esposo también tiene una formación ambiental y sabe cómo es la dinámica de este trabajo. Esto es de responsabilidad compartida”.

    Como ciudadanos podemos hacer cambios en nuestro comportamiento y trabajar en el consumo responsable”.
    «Como ciudadanos podemos hacer cambios en nuestro comportamiento y trabajar en el consumo responsable”, asegura María Eugenia Moreno. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • El cacao de la Amazonía gana mercado

    Gabriel Flores

    Redactor (F)
    Contenido intercultural

    La última edición del Salón del Chocolate, que se celebró en días pasados en Quito, confirmó que el cacao de la Amazonía se ha convertido en una materia prima cotizada y valorada.

    Este espacio también se transformó en una vitrina para que empresas y emprendimientos locales den a conocer el trabajo que hacen con el cacao ecuatoriano y los beneficios económicos y sociales que se obtienen.

    Patricia Nenquihui es la presidente de la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (Amwae). Por unos días ella dejó su trabajo en la chacra que tiene la asociación en la comunidad de Nemonpare (Pastaza) para atender a los comensales que visitaron la undécima edición del Salón del Chocolate Ecuador, que se celebró en el Quorum del Paseo San Francisco.

    Entre las 30 marcas que formaron parte de los expositores de esta edición estuvo Wao, un chocolate que tiene 70% de cacao del Yasuní. A través de este producto, la Amwae busca generar réditos económicos para las mujeres waorani y sus familias pero también concienciar sobre la importancia del cuidado de la biodiversidad de la Amazonía ecuatoriana.

    Wao nació a partir de la decisión de las mujeres de comunidades wao de las provincias de Pastaza, Napo y Orellana de disminuir la caza ilegal y proteger los bosques del Yasuní. “Las mujeres nos dimos cuenta -dice Nenquihui- que si no hacíamos algo para parar la caza de animales nuestros hijos y nietos no los iban a conocer”.

    Este producto, que beneficia de manera directa a 400 familias a través de una cadena de comercio justo, tiene claro su mercado: El 70% está destinado a la exportación y el 30% restante va para el consumo local que se expende, sobre todo, en supermercados.
    Otra de las asociaciones que apostó por el cacao de la Amazonía para generar recursos económicos y sociales es Kallari, que agrupa a 850 productores, de ellos el 95% son indígenas del Tena (Napo).

    Bladimir Dahua, gerente de la asociación, cuenta que el cacao proviene de la zona de amortiguamiento que está entre las reservas Llanganates y Sumaco. Con este producto han logrado producir 15 recetas de chocolates con sabores que van desde el jengibre y la banana pasando por la hierbaluisa y la piña hasta la hierbabuena y la naranja.

    “Nosotros -explica- trabajamos a través de un sistema de producción en la chacra, un sistema ancestral ambientalmente sostenible. También trabajamos con derivados del cacao como el polvo, la manteca y la cobertura”.

    María Fernanda Andrade fue una de las expositoras de esta edición y ha trabajado con cacao de la Amazonía desde hace varios años. Para ella el cacao de la Amazonía se caracteriza esencialmente por su suavidad, “es un producto muy frutal que tiene notas muy terrosas y de frutos rojos, cosa que no pasa con el cacao de Esmeraldas que tiene notas a nueces o maní, o el de Los Ríos que tiene notas más cítricas”.

    Nenquihui añade que el éxito que ha tenido el chocolate que comercializa la Amwae, desde el 2005, les ha permitido emprender otros proyectos. Uno de ellos es el de artesanías hechas a mano por las mujeres de las comunidades.

    Para elaborar bolsos, hamacas, pulseras, collares y cestas utilizan la chambira; y la chonta como la materia prima para construir cerbatanas, cuchillos y lanzas que las adornan con semillas obtenidas de los árboles de pambil. Objetos que poseen elementos ancestrales propios de su cosmovisión.

    Entre los reconocimientos que ha recibido esta asociación está el primer puesto del Premio Ecuatorial 2014 impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo a escala mundial.

    En el 2015 fueron los ganadores del primer premio en la categoría de Biodiversidad en el marco del Premio Latinoamérica Verde, plataforma que reúne y visibiliza las mejores iniciativas sociales y ambientales que se generan en América Latina.

    La exhibición de chocolates ecuatorianos se cumplió en el Quorum del Paseo San Francisco.
    La exhibición de chocolates ecuatorianos se cumplió en el Quorum del Paseo San Francisco. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • En la Amazonía hallaron el espacio para emprender

    Impaqto para Líderes (I)

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    “La energía mueve al mundo y todos la necesitamos para alcanzar nuestros sueños día a día”. La frase la repiten Juan David Gómez y Demetrio Santander los fundadores de Waykana, una marca que promueve el consumo de la planta de guayusa en innovadoras presentaciones y con varios beneficios.

    En la Amazonía ecuatoriana se encuentra la hoja de guayusa conocida como la planta con más cafeína del mundo. Es un energizante natural que puede despertar a cualquier persona sin la necesidad de consumir café.

    Los fundadores de Waykana cuentan que su empresa trabaja con comunidades kichwas en las cuales hay la oportunidad de innovar constantemente. La empresa exporta más del 90% de sus productos; posee una oficina en Houston, Texas y quiere abrir una oficina en Europa para alcanzar ese mercado.

    El objetivo es posicionar la guayusa en Ecuador como el mate en Uruguay para que los ecuatorianos se sientan orgullosos de sus propios productos.

    Waykana tiene varios proyectos con las comunidades que les provee de la materia prima. Uno de ellos se denomina “bancarización”. La idea es trabajar con los 150 agricultores que están en la selva y brindarles acceso a la banca, ya que con esto pueden tener acceso al crédito y a oportunidades de desarrollo.

    De esta manera, pueden recibir su sueldo a través de una cuenta bancaria generando una relación directa entre estos dos sectores al incrementar el impacto social mejorando la calidad de vida de sus agricultores.

    Los emprendedores sociales también buscan rescatar la cultura quichua mediante audiovisuales que reflejan cómo es el estilo de vida de estas comunidades y con un programa de voluntariado nacional e internacional para que las personas puedan ir a la selva y conocer más de esta región.

    La idea no se queda ahí. Juan David y Demetrio no descansan y siguen investigando sobre su producto estrella y buscan más nichos de mercado. Uno de estos es crear píldoras naturales de guayusa para dar más energía a las personas.

    El marketing es uno de los puntos que más se está reforzando en la actualidad, pero lo que más mueve e impulsa a los fundadores es preocuparse por el impacto social y ambiental. Por ejemplo, a nivel de agricultura se promueve la utilización de maquinaria que cuide el medioambiente y la hoja de la guayusa, así como el no uso de químicos ni fertilizantes.

    En la parte social se está implementando la agroforestería para que los productores tengan sus sembríos propios.

    Una historia sobre la tradición de las comunidades indígenas kichwas de la Amazonía dice que estas comunidades diariamente se despiertan muy temprano, antes del amanecer, y reúnen a todos en comunidad. Comparten un pilche o vasija con agua de guayusa, discuten las actividades que deben realizar y los sueños que han tenido la noche anterior.

    Según los emprendedores, la bebida tiene beneficios como la prevención de la oxidación de las moléculas del cuerpo hasta ayudar a mujeres con problemas de infertilidad. También tiene agentes antidiabéticos y provee energía equilibrada en el cuerpo.

    Juan David Gómez y Demetrio Santander son los fundadores de Waykana. Ellos trabajan con comunidades de la Amazonía.
    Juan David Gómez y Demetrio Santander son los fundadores de Waykana. Ellos trabajan con comunidades de la Amazonía. Foto: Impaqto
  • Formación para lograr ciudades sostenibles

    Redacción Quito

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    Ikiam, la universidad amazónica, busca aportar en el desarrollo de ciudades sostenibles. Para ello abrirá en el nuevo periodo académico tres nuevas carreras vinculadas con el cuidado del medio ambiente.

    Se trata de biocomercio, agroecología y arquitectura sostenible. “Son carreras pertinentes e innovadoras, que están ligadas a los objetivos de desarrollo sostenible de la Organización de las Naciones Unidas”, dice Ikiam.

    El PHD Amr Radwam, coordinador académico de biocomercio en la entidad, señala que con esta carrera los profesionales podrán generar ganancias de forma sostenible en todos los contextos tanto social, económico y ambiental.

    Según el Ministerio de Ambiente, el biocomercio es el conjunto de actividades de recolección, producción, procesamiento, comercialización de bienes y servicios derivados de la biodiversidad (especies y ecosistemas), bajo criterios de sostenibilidad ambiental, social y económica.

    “La carrera permite ofrecer todas las herramientas profesionales a los estudiantes, fortaleciendo sus conocimientos en marketing, gestión sostenible y ecoturismo, tres ejes importantes para crear un emprendimiento productivo, rentable, sostenible y responsable con el ecosistema”, menciona Radwam, catedrático egipcio.

    Para quienes apuntan a la parte agrícola, por otro lado, está la carrera de agroecología. Esta, según Ikiam, busca soluciones viables para generar nuevas técnicas de producir con mayor rentabilidad, causando menor impacto a la tierra; busca transformar los procesos agrícolas tradicionales.

    “Vamos a crear juntos la agricultura del futuro”, manifiesta Wilfredo Franco, coordinador académico en Ikiam. El PHD explicó que los postulantes pueden ser de sectores urbanos, rurales e incluso agricultores tradicionales que deseen saber como maximizar los beneficios de la tierra de manera sostenible.

    El objetivo 11 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) son las ciudades sostenibles. El organismo explica que mejorar la seguridad y la sostenibilidad de las ciudades implica garantizar el acceso a viviendas asequibles y el mejoramiento de los asentamientos pobres. También incluye realizar inversiones en transporte público, crear áreas verdes para los ciudadanos y mejorar la planificación y gestión urbana de manera que sea participativa e inclusiva.

    Como una vía para lograr esto Ikiam creó la carrera de arquitectura sostenible. La idea es desarrollar proyectos que eviten un impacto al medio ambiente.

    Para estudiantes secundarios como Esteban Méndez formarse en esta área le parece interesante porque siempre ha tenido el sueño de construir casas con materiales que respeten el ambiente. “Me llamó mucho la atención que exista esta posibilidad. Es bueno poder formarse en carreras nuevas y que permitan que los jóvenes aportemos para mejorar el mundo donde vivimos”.

    Una vista panorámica de la Universidad Ikiam, en Napo, cuyo nombre significa selva. La ecología es  un punto clave  en su parte académica. El centro se inauguró en octubre del 2014. Fotos: cortesía Ikiam
    Una vista panorámica de la Universidad Ikiam, en Napo, cuyo nombre significa selva. La ecología es un punto clave en su parte académica. El centro se inauguró en octubre del 2014. Fotos: cortesía Ikiam
  • Cuidar la Amazonía le valió a Nina Gualinga un galardón global

    Evelyn Tapia

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    Pudo ser un día más de juegos en la selva amazónica, sin zapatos sobre la tierra húmeda y cuidándose, solamente, de las anacondas. Pero ese día, para Nina Gualinga cambió la forma de ver el mundo.

    Ella tenía ocho años entonces. Fue el día en que llegó a la comunidad kichwa de Sarayaku (Pastaza) un delegado de la Compañía General de Combustible (CGC) de Argentina a hablar de los beneficios de la explotación petrolera.

    Aunque han pasado 16 años, cuando revive el episodio, su tono de voz deja saber que todavía hay indignación. El delegado de la empresa ofrecía USD 10 000 a la comunidad para que aceptara su presencia y la explotación en este territorio que para ella, su familia y vecinos es sagrado.

    “Yo no entendía español, pero veía las reacciones de la gente. Me enojé muchísimo. Ese señor nos ofreció manzanas a los niños y yo le dije que no y corrí lejos. Ese fue mi primer acto de resistencia”, recuerda esta joven que el 8 de mayo recibió el premio International President’s Youth Award.

    Se trata de un reconocimiento de la fundación World Wildlife Fund (WWF), una de las mayores organizaciones a nivel mundial que trabaja por la conservación. Según la organización, se otorgó a Nina el premio por sus “incansables esfuerzos para proteger la naturaleza y las comunidades del Amazonas”.

    El día en que la joven rechazó esa manzana se convirtió en activista por la defensa de su territorio.  Nina es la primera de los cuatro hijos de Noemí, indígena y presidenta de la Asociación de Mujeres de Sarayaku, y de Anders, un biólogo investigador sueco. Hoy es madre de un niño de un año y vive en El Puyo. Aunque ahora está radicada en esa ciudad, cuando cuenta su historia salta de un territorio a otro.

    Nació en Sarayaku, en donde aprendió con su abuela, Corina Montalvo, a elaborar vasijas, cosechar en chakras y cocinar chicha. Pero también vivió varios años en Suecia, en donde terminó el colegio. Allá empezó a estudiar derechos humanos en la Universidad de Lund.

    Recuerda que mientras estuvo en Suecia, en el 2002, Sarayaku fue militarizada y lo único que quería era volver. “Regresé en el 2005 y la gente estaba muy afectada por todo el maltrato”.
    Aunque ella y toda la comunidad de Sarayaku rechazó en 1996 la explotación petrolera, el Gobierno ecuatoriano dio la concesión a la empresa argentina.

    Para 2011, el Estado tuvo que disculparse e indemnizar al pueblo, como resultado de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Nina, que entonces tenía 18 años, fue parte de la comisión de Sarayaku que viajó a Costa Rica a presenciar ese fallo.

    Había aprendido español hace dos años y ya entendía todos los argumentos del Estado. “Me pasé llorando por escuchar tantas mentiras del Gobierno. No podía creer que un Estado que tiene que proteger a su gente pueda decir tantas mentiras y peor, después de haber violentado nuestros derechos, lo negaban totalmente”.

    Además del kichwa y el español, la activista habla sueco e inglés fluidamente. Cuenta que eso le ha permitido ser un puente para conectar dos mundos. Su voz en inglés es la que se oye en la narración del documental The living forest, de The Guardian, sobre la militarización en Sarayaku. Además, se ha escuchado en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc) en Lima, París, Marrakech y Bonn.

    Leo Cerda, activista y amigo de Nina, dice que admira su nivel de compromiso. “Una vez fuimos con Nina a Dakota del Norte a apoyar a las nacionalidades indígenas de América del Norte que se oponen a un oleoducto. Hacía muchísimo frío y nos dieron a elegir si queríamos ir a un hotel o pasar en los tipis”, recuerda.

    Nina Gualinga fue parte del documental Keep the oil in the ground, hecho producido por  Amazon Watch y The living forest de The Guardian. Foto: Archivo particular de Nina Gualinga
    Nina Gualinga fue parte del documental Keep the oil in the ground, hecho producido por Amazon Watch y The living forest de The Guardian. Foto: Archivo particular de Nina Gualinga

    Entre risas, Leo reconoce que por el frío, él hubiera preferido el hotel, pues los tipis son hechos con piel de animales. Sin embargo, recuerda que Nina se adelantó. “Dijo súper convencida: ‘preferimos pasar con ustedes en los tipis, vinimos a acompañarlos’, y nos quedamos ahí una semana”.

    Cuando no participa en foros o actividades internacionales, Nina se dedica a dos actividades que lidera desde El Puyo. La primera es la fundación Hakhu en la que junto a Leo Cerda, capacitan a mujeres indígenas para elaborar bisutería tradicional de la Amazonía que se vende en una tienda virtual. La segunda es el diseño de la propuesta “Selva Viviente”, que se presentará dentro de dos meses.

    Se trata de una iniciativa que busca que los Gobiernos reconozcan una nueva categoría de conservación en la Amazonía. “No solo se reconoce el territorio sino también a las comunidades y su espiritualidad”, cuenta.

    Activismo

    En el país. Forma parte del grupo Mujeres Amazónicas, que en marzo hizo un plantón en Carondelet para presentar un mandato en rechazo al extractivismo.

    Influencia. Fue parte del documental Keep the oil in the ground, hecho producido por Amazon Watch y The living forest de The Guardian.

    Premio. En Cartagena recibió el premio International President’s Youth Award.

    Nina Gualinga recibió el premio de World Wildlife Fund el pasado 8 de mayo, en Colombia. Esta activista ha participado en marchas junto a Leonardo Di Caprio y Mark Ruffalo. Foto: Archivo particular de Nina Gualinga
    Nina Gualinga recibió el premio de World Wildlife Fund el pasado 8 de mayo, en Colombia. Esta activista ha participado en marchas junto a Leonardo Di Caprio y Mark Ruffalo. Foto: Archivo particular de Nina Gualinga
  • La Amazonía se refleja en sus obras hechas en piedra de río

    Redacción Quito

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    Guido Sotomayor creció entre el arte y los libros. Este ambiente fue el propicio para desarrollar su gusto por la cultura y sus manifestaciones.

    Orfebre de profesión, estudió en la Escuela Bernardo de Legarda, con una beca del Banco Central. Ahí se especializó en la recuperación de las técnicas de la antigua Escuela Quiteña.
    Tras esta instrucción decidió hacer una investigación propia sobre los materiales alternativos con los que podía trabajar y sobre la iconografía de las culturas ancestrales de la Amazonía.

    Fue entonces cuando empezó a trabajar utilizando como inspiración los petroglifos hallados en la Amazonía ecuatoriana en su taller denominado Curi (oro) Huaira (viento). La inversión inicial para el taller fue en sucres, pero calculado en dólares, se acerca a USD 500. De eso han pasado ya 27 años.

    Una ventaja que tuvo en esa época es que la beca del Central le otorgó un fondo para invertir.
    Sotomayor optó por diseños de petroglifos, porque además de rescatar el valor estético de estos signos, considera que “permiten reflejar algo que está de una manera subjetiva en la cultura”. La iconografía que utiliza es producto de investigaciones de la Fundación Sinchisacha, con la que trabaja desde los inicios del taller.

    Después de utilizar diversos materiales para sus obras, entre ellos la tagua, la chonta, la madera, el cuero y la concha Spondylus, Sotomayor se enfocó principalmente en la piedra de río, que es un material que no se usa comúnmente, unido con la plata en incrustaciones y piedras semipreciosas como amatistas, turquesas y esmeraldas. “No hay limitación en cuanto al uso del material”, asegura el orfebre, que trabaja con dos artesanos que le ayudan con las obras según la necesidad.

    Para producir cada mes invierte entre USD 1 000 y 1 200. Los precios de sus obras van desde USD 30 hasta 500, dependiendo de la pieza.

    Las ventas mensuales alcanzan alrededor de los USD 3 000, pero varía según las temporadas. Por ejemplo, en noviembre y diciembre hay más comercialización por la cercanía de la Navidad.

    Los meses de junio y julio son otra época de buenas ventas, pues hay comercialización de joyería en los Estados Unidos, a donde sus productos llegan a manos de turistas que visitan Ecuador, además de dos clientes que se contactaron con Sotomayor a través de ProEcuador. La comercialización en el país se realiza en el Museo Mindalae, la Galería Gourmet Ecuador y en Ethniccollection.

    En las temporadas más altas se pueden elaborar hasta 200 unidades por mes. Las piezas, que pueden ser collares, colgantes, aretes, anillos, pisapapeles y adornos, son elaboradas a mano.
    Además, hay un trabajo previo de recolección de las piedras en las cascadas y ríos de la Amazonía, la preparación del material, pulido, escoger el diseño, etc.

    Su trabajo obtuvo una distinción por la Unesco en el 2014, cuando recibió el Reconocimiento a la Excelencia Artesanal.

    Guido Sotomayor utiliza la piedra de río, plata y piedras semipreciosas para sus obras con símbolos con diseños y materiales amazónicos. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES
    Guido Sotomayor utiliza la piedra de río, plata y piedras semipreciosas para sus obras con símbolos con diseños y materiales amazónicos. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES
  • Secha Jewelry ofrece joyas con huella amazónica

    Sara Oñate

    Desde pequeño Nanki Saant, de nacionalidad shuar, sintió el gusto por la elaboración de artesanías. Junto a sus padres pasaba los días en la Amazonía confeccionando toda clase de objetos artesanales. “De mi padre aprendí a manipular las semillas y de mi madre el control de calidad”, cuenta el joven de 25 años que actualmente radica en Quito.

    A pesar de los obstáculos y de las limitaciones que ha enfrentado Nanki, siempre supo que el llamado que tenía la vida para él era el emprendimiento y hacer algo por la sociedad. Con el apoyo incondicional de sus padres y su propio esfuerzo, logró conseguir una beca en la Universidad San Francisco en la que estudia Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas.

    Justamente en las aulas de la universidad, en el 2014, nació Secha Jewelry. Se trata de un proyecto que conjuga la elaboración de joyas, el comercio justo y la interculturalidad. La idea “era meramente académica que surgió en medio de una clase de joyería que nos dio un profesor”, comenta Saant.

    El concepto que maneja la empresa, dice Nanki, es la combinación de técnicas de joyería moderna con significados de la estética de nacionalidades y pueblos del Ecuador. ¿Y qué es lo que aporta cada una? “De la cultura occidental tomamos el trabajo y las técnicas del manejo de los metales; de la parte de la Amazonía empleamos los conceptos de naturaleza, su significado y lo que implica vivir allí”.

    Esta fusión se plasma en las joyas elaboradas en oro, plata y piedras preciosas, combinadas con materiales que brinda la naturaleza como semillas, plumas, fibras… con un rígido control de calidad. “No solo nos preocupamos en el objeto si no en lo que implica todo el proceso de elaboración”, asegura.

    Nanki Saant, fundador de Secha Jewelry. Foto: Cortesía
    Nanki Saant, fundador de Secha Jewelry. Foto: Cortesía

    Una empresa con enfoque social

    Secha Jewelry está calificada como una empresa de comercio justo, que implica que trabajan con mujeres de nacionalidad shuar en estado de vulnerabilidad. Según Saant, hasta el momento alrededor de 25 de ellas están involucradas en el proyecto. Su labor es proveer de insumos como semillas, plumas, fibras. “El objetivo es que tengan un empleo digno en su localidad, que no deban alejarse de su familia, que tengan un ingreso para vivir y que se retroalimente la cultura”, indica Nanki.

    Las mujeres también han aportado con nuevos diseños y técnicas de elaboración de artesanía. Además, en cada joya está plasmada una historia, una experiencia de vida compartida con la naturaleza.

    Respecto a los precios, Nanki señala que busca un equilibrio entre el manejo de los costos y el pago de todos los colaboradores. “Sin duda, el mercado que buscamos es el medio alto. Es un grupo dispuesto a cubrir el costo que representa el comercio justo, sabiendo que está beneficiando a una familia, a un grupo de personas que no dan su trabajo como mano de obra barata”.

    Las joyas de Secha Jewelry varían de precio y se las puede encontrar desde los USD 40 hasta los USD 600 en diseños personalizados.

    Una muestra del trabajo de Secha Jewelry. Foto tomada de https://flic.kr/s/aHsk2DYt5A
    Una muestra del trabajo de Secha Jewelry. Foto tomada de https://flic.kr/s/aHsk2DYt5A

    A pesar de tener poco tiempo en el mercado, la empresa ya ha recibido propuestas para exportar las joyas aunque la producción todavía no abastece. “Producimos alrededor de 150 o 200 unidades al mes. Estamos en un proceso de captación de capital para dar ese salto y a mediados de año esperamos exportar”, dice.

    Tare Enomenga, huaorani de 24 años, se vinculó este año al grupo de emprendimiento. Al igual que Nanki, también estudia en la Universidad San Francisco. Su tarea en Secha Jewelry es coordinar la recolección de las plumas y semillas con mujeres huaoranis.

    La recolección se realiza en el marco de otra de sus filosofías que es el cuidado de la naturaleza. “Para obtener las plumas esperamos que las aves las pierdan y las recogemos sin causarles ningún daño”, señala Tare. También trabajan con fibras naturales como la chamira, semillas, hueso de boa, restos de animales que encuentran en su territorio.

    A más de las joyas, han planificado proyectos como la elaboración de coronas, armas de exhibición como lanzas, jabalinas. «Lo que buscamos es cada día mejorar la calidad para competir en mercados internacionales«, enfatiza.

    Lucely Tigse, panzaleo de 25 años, es una de las fundadoras de Secha Jewelry y la encargada de la parte creativa y del diseño de las joyas. Ella trabaja con las mujeres shuar en la elaboración de artesanías. Para ella, este emprendimiento le ha permitido mantener su cultura. “Buscaba una forma de representar a mi pueblo para que no se pierda la identidad”.

    Por ahora el trabajo se concentra en la cultura amazónica y más adelante implementarán diseños con materiales propios de la Sierra ecuatoriana. “Me apasiona y no se me hace complicado. Pero si necesitas conocer de la cultura, las historias, los mitos porque no es una simple joya, es una historia, una vivencia”, finaliza Lucely.

    Secha Jewelry joyas
    Foto tomada de https://flic.kr/s/aHsk2DYt5A
    SechaEn la imagen están los colaboradores de Secha Jewelry. En el fondo está Nanki Saant y Lucely Tigse, con sombrero. Foto: Cortesía
    En la imagen están los colaboradores de Secha Jewelry. En el fondo está Nanki Saant y Lucely Tigse, con sombrero. Foto: Cortesía
  • Gobierno de Perú evalúa daño ambiental por derrame de petróleo en la Amazonía

    Agencia EFE

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    El Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) de Perú envió un equipo de especialistas para evaluar el daño ambiental originado por un derrame de petróleo en la selva de la región amazónica de Loreto, según un comunicado difundido en Lima hoy, 10 de enero del 2016.

    Un grupo de trabajadores de la OEFA trabaja desde el viernes pasado en determinar las causas del derrame, el grado de daño ocasionado al medio ambiente y si el plan de contingencia fue activado de manera oportuna.

    El derrame se produjo hace una semana en el kilómetro 206 del oleoducto norperuano de la empresa estatal Petroperú, ubicado a 13 kilómetros del cruce con el río Mayuriaga, en la provincia de Datem del Marañon, en la región de Loreto.

    La OEFA indicó que hasta el momento no se conoce el volumen de petróleo derramado en el río debido a que esta información no fue incluida en el reporte de emergencia ambiental que la empresa presentó.

    Agregó que durante su desplazamiento a la zona afectada corroboró la presencia de petróleo sobre la superficie del río Morona y en la desembocadura de la Quebrada Cashacaño.

    Petroperú explicó hoy, en un comunicado, que la avería que presentaba el oleoducto ya fue controlada con la instalación de una grapa que cubre la fisura de 55 centímetros.

    La compañía peruana informó además que «trabaja en la limpieza y reparación del área afectada en coordinación con autoridades y pobladores de la zona» y ratificó su compromiso preservar el medio ambiente.

    Petróleo
    El barril de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) cotizaba ayer, 22 de enero, en USD 22,89. Foto: EFE