Traer los sabores ancestrales de la cocina polaca a la mesa de los ecuatorianos motivó a Giuliana Nowakowski a emprender su negocio de caldos envasados en Guayaquil.
Le Zuppé salió al mercado en enero del 2020, con USD 2 300 como inversión inicial, que se destinó a adquirir materia prima, ollas especializadas, creación y diseño del logo. La firma nació bajo el concepto de marca paraguas. Esto quiere decir que aglutinaría a diferentes productos, con el fin de aprovechar el nombre principal.
Luego de renunciar a su trabajo en el sector naviero en el 2018, la propietaria de Le Zuppé barajó varias ideas de productos para lanzar al mercado.
Fue en junio del 2019 cuando finalmente decidió que elaboraría caldos concentrados para venderlos en envases de vidrio que, más adelante, se pudieran reciclar. La preparación del concepto de la marca y perfeccionar la receta le tomó más de seis meses.
El concentrado de pollo fue el producto con el que se lanzó al mercado. La sopa tiene como base carne de aves criadas en una granja ecológica de Guayas. Los pollos son libres de hormonas, químicos para engorde o productos para acelerar su crecimiento.
Don Bala es su proveedor de materia prima. La empresa cría y comercializa pollos semiorgánicos. José Antonio Balarezo, su propietario, dice que los caldos son un producto no solo diferente, sino que llama la atención del público al ser novedoso y natural. Nowakowski señala que la idea de su negocio es brindar una experiencia culinaria y garantizar que los productos obedezcan el principio de una marca que preserva el ambiente. “Queremos que la gente, cuando vea los concentrados, sepa que estamos alineados a lo natural, sano y al reciclaje”.
Su ascendencia polaca fue un elemento clave para inclinarse por este giro de negocio. Por influencia de sus abuelos, originarios de ese país, conoció el mundo de los caldos desde pequeña.
Según la joven, de 28 años, la cocina polaca tiene como ingrediente principal los concentrados líquidos hechos a base de vegetales o de huesos de algún animal. “Esto transporta al comensal a una experiencia cercana al campo y al amor de casa”, relata.
Por esta razón, Le Zuppé nació con la idea de implantar en la retina del consumidor ecuatoriano el concepto de caldos líquidos, por encima de los colocados en el mercado, que se presentan en forma de cubitos o en polvo.
Luego de la aceptación del concentrado de pollo, lanzó casi cinco meses después tres productos nuevos. Un caldo vegano, un vinagre de guineo y una lasagna hecha con láminas de palmito.
Mónica Torres, copropietaria de Alpeso, adquiere los productos del pequeño negocio para colocar en las perchas de su tienda desde sus inicios. “Son 100% naturales y libres de aditivos, tienen una muy buena aceptación en el público”.
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Actualmente, comercializa y producen mensualmente 200 envases de 700 mililitros (ml) de caldos de pollo y vegetales y 40 frascos de 40 ml de vinagre de guineo. Las lasagnas las elaboran bajo pedido. Los precios de los productos van desde USD 7,50 a 13.
Su catálogo se vende, por el momento, en ocho puntos en Quito, Cumbayá, Machala y Guayaquil.
Para impulsar sus ventas, la joven también se apalanca en redes sociales. A través de Instagram gana clientes en diferentes partes del país. Según Nowakowski, los caldos son un mercado aún por explotar en Ecuador. Por esta razón, su meta en el corto plazo es lanzar una variedad de concentrado de res. “Esperamos posicionarnos localmente y, más adelante, llegar a internacionalizar nuestros productos envasados”, afirma la emprendedora.
2300 dólares fue la inversión inicial que dio vida al emprendimiento
La emprendedora Giuliana Nowakowski muestra los productos que se comercializan en ocho puntos de distribución de cuatro urbes del país. Foto cortesía de Giuliana Nowakowski
La Universidad Regional Amazónica Ikiam recibirá financiamiento de 1 millón de euros por parte de la UE, para el proyecto: ‘Nature-based living-lab for interdisciplinary practical and research semester on sustainable development and environmental protection in the Amazon Rainforest (NB-LAB)’.
Este proyecto que ha ganado un Erasmus + en la categoría ‘Cooperación para la innovación y el intercambio de buenas prácticas – Capacitación en el campo de la Educación Superior’ ante la Comisión Europea, se enfoca en el trabajo en la naturaleza para realizar investigaciones y prácticas interdisciplinarias, sobre el desarrollo sostenible y la protección ambiental en la Amazonía.
Como parte del proyecto, Ikiam impulsará el desarrollo y fomento de varias líneas de investigación que se realizan actualmente en la Institución, así como el fortalecimiento de capacidades académicas y el monitoreo de la Reserva Biológica Colonso Chalupas, a través de sensores y dispositivos electrónicos.
La iniciativa ha sido generada en el consorcio NB-LAB dirigido por Hochscule Wismar: University of Applied Sciences, Technology, Business and Design – HSW y desde Ikiam se encuentra liderado por el docente investigador PhD. Miguel Herrera.
La propuesta conjunta se encuentra entre las mejores 134 de las 1 005 presentadas en total. El proyecto ha sido señalado por los evaluadores de la Comisión Europea, como “muy innovador y de alto impacto para varios grupos de interés (especialmente comunidades remotas y locales) en el contexto social, económico y ambiental”, informó Ikiam.
El equipo liderado por el docente investigador de Ikiam PhD. Miguel Herrera (izq.), Andrea Salgado y Miguel Quishpe. Foto: Foto cortesía de Ikiam
Alas 5:30 está de pie. Hace una práctica de yoga, con un propósito de lo que quiere lograr en su día. Desayuna con sus mellizos de cinco años y sale al trabajo.
Así arrancan los días de Alexandra Chamba, la actual gerenta de Asuntos Públicos y Comunicaciones de Arca Continental Ecuador. “Siempre ha tenido metas muy claras. Es bastante exigente consigo misma”, dice su amiga desde la infancia, Paula Lanusse.
Cuando le tocó decidir qué carrera estudiar, Alexandra lo tenía claro: quería ser abogada. Le gustaba la justicia y esa era la vía idónea de “hacer lo correcto”. En el año 2000, tal como estaba previsto, esta quiteña se convierte en abogada, tras cinco años de estudios en Derecho, en la Universidad Internacional SEK.
Es hija de padres lojanos, la del medio en una familia de tres hermanos. Creció y estudió en Quito, pero sus mejores recuerdos de infancia son en la hacienda de su abuela paterna, en Loja.
Ese era el lugar de las vacaciones, junto a hermanos y primos. La abuela les enseñó a preparar mermeladas y extraer la panela de la caña de azúcar. En las noches, la emoción la ponían su padre y su abuelo con leyendas de fantasmas y de tesoros indígenas escondidos debajo de la casa. Incluso llegaron a organizar una excursión, en la búsqueda del tesoro.
Trabajó desde su último año de colegio, en una tienda de ropa de bebé. Con los ingresos que recibía ayudaba a pagar sus estudios, porque la familia atravesaba una situación económica complicada.
Luego, en la etapa universitaria, comenzó a trabajar desde el segundo año en el estudio jurídico Bustamente & Bustamante, con lo que también ayudaba a sus padres a costear sus estudios. Además, fue beneficiada con una media beca en la casa de estudio.
En esa época vivió una de las experiencias que más le ha marcado en la vida. Fue becada por Rotary International para un mes de entrenamiento en temas legales y ambientales, en Suecia, en donde conoció la planta de reciclado más grande de ese país.
Recomendada por uno de los abogados del bufete, se fue a trabajar en la petrolera AEC Ecuador (posteriormente absorbida por la canadiense Encana), como asesora del Departamento de Ambiente y Relaciones Comunitarias.
Fue en esa experiencia laboral donde comenzó a vincularse con un tema que ya era de su interés: el derecho ambiental. “Me encantó. Me encargaba de negociar con las comunidades y de hallar un equilibrio entre la explotación petrolera y el respeto ambiental”.
Ese interés le llevó a cursar una maestría en Energía y Derecho Ambiental (2003-2004) en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, con el apoyo de una beca del gobierno belga. Una experiencia que recuerda como “dura y competitiva”.
Al retornar al país, regresó a trabajar a Encana por un año más, hasta que ingresa a Arca Continental, en el 2005, como gerenta de Legal y Asuntos Corporativos, para entonces con 29 años.
“Siempre fue muy eficiente y tenaz. Además es una persona muy alegre y leal”, comenta Agustín Hurtado sobre Alexandra, con quien trabajó en Encana y a quien recomendó a Arca. Por su vinculación con los temas laborales de la compañía, fue involucrándose en la atención a los tenderos y con el tiempo en el área de responsabilidad social. El año pasado dejó definitivamente el área legal, para dedicarse exclusivamente a la Gerencia de Asuntos Públicos y Comunicación.
Desde esta área ha buscado impulsar la generación de valor compartido (social hacia las comunidades y, a su vez, económico hacia la empresa) a través de diversos proyectos. Uno de las iniciativas que lideró fue sobre el empoderamiento y capacitación de mujeres tenderas, brindándoles habilidades técnicas, en finanzas, mercadeo, digital, entre otras áreas. Las lecciones se ofrecen a través de una tablet.
Otro proyecto destacado es DAR, que promueve el reciclaje inclusivo, ofreciendo mejores condiciones de trabajo a los recicladores de base. Desde el 2012 opera en Arca una planta recicladora de botellas. “El 87% de lo que sale al mercado se recupera”.
Para Pablo Dávila, asesor jurídico de la embotelladora de Coca Cola, la tenacidad y compromiso que la caracterizan le han permitido diferenciarse y destacar con distintos proyectos, en el ámbito de la sostenibilidad.
Su ex compañera de trabajo Raquel Acheson no solo destaca su éxito profesional, sino además su entrega a la familia. Mantener las rutinas con sus hijos es fundamental para Alexandra, un valor que también promueve a lo interno en la empresa: “Arca respeta la calidad de vida familiar”.
Alexandra Chamba impulsa la generación de valor compartido desde su posición en Arca Continental. Allí trabaja de cerca con instituciones privadas y públicas. Foto: Diego Pallero/LÍDERES
Hace 30 años, María Eugenia Puente lideró a un grupo de 25 hombres (entre especialistas, asistentes y guías nativos)en la primera expedición científica al Parque Nacional Yasuní.
Fue el primer estudio de impacto ambiental para el desarrollo hidrocarburífero en el área del Yasuní, consultoría que realizó para las petroleras Cía. ELF Aquitaine, de Francia, y ConocoPhillips, de Estados Unidos.
“La riqueza de la selva amazónica me atrapó, me enamoró, se convirtió en mi pasión”, recuerda y se emociona al recordar esa primera expedición de 20 días al Yasuní, que describe como una experiencia de sobrevivencia.
A María Eugenia Puente la biodiversidad del Ecuador la cautivó desde niña. Sus recuerdos de infancia la trasladan a la hacienda Pilongo –propiedad de su padre–, en los páramos de Machachi, donde disfrutaba de observar las aves, atrapar sapos y mariposas. En la adolescencia aprovechaba las vacaciones para irse de excursión con sus amigos.
Es quiteña, de 61 años, casada en dos ocasiones y madre de dos mujeres. Estudió en el Colegio Santo Domingo de Guzmán, de la Congregación de Hermanas Dominicas. Fue catequista e incluso evaluó la posibilidad de consagrarse a la vida religiosa. Pero, privilegió el amor por la naturaleza y decidió estudiar Ciencias Biológicas en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
En sus años universitarios exploró otra pasión: la fotografía. En las salidas de campo de la carrera, Puente se dedicaba a fotografiar la fauna y flora del país. Un ‘hobby’ que le permitió financiarse los estudios a partir del segundo año de universidad, vendiendo sus fotografías a la BBC, a ornitólogos y agencias de turismo.
Los estudios y la fotografía los llevó a la par del rol de madre. Se casó por primera vez a los 18 años y a los 20 tuvo a su primera hija: María Eugenia Moreno, quien creció inmersa en la vida profesional de su madre, acompañándola en sus expediciones como consultora ambiental. La influencia que tuvieron esas vivencias en su hija, la motivaron a estudiar ecología y hoy día está a la cabeza de la empresa fundada, en 1989, por su madre: Ecuambiente, primera consultora ambiental del país.
“Mi madre influyó mucho en mi vida profesional. Crecí siendo parte de sus actividades en campo (Amazonía, Galápagos, Costa y Sierra) y oficina. Compartí con ella su pasión por la naturaleza. Es mi ejemplo de responsabilidad y entrega”, comenta.
María Eugenia, la empresaria, nació por necesidad. Tras la primera expedición al Yasuní, ConocoPhillips la invitó a participar en el estudio global para el Bloque 16, para lo cual debía constituir una empresa. La bióloga reunió a un grupo de expertos en distintas áreas para conformar Ecuambiente, firma que estuvo a cargo del estudio del Bloque 16, como ganadora de la licitación.
Entre 1992 y 1996, la empresa diseñó los protocolos para el proyecto de Monitoreo Biológico Yasuní, el cual tuvo continuidad hasta el 2012. “Esto permitió que las operadoras hidrocarburíferas realizaran gestión ambiental adecuada, con medidas de mitigación, como la reforestación y la biorremediación de los suelos contaminados”, explica María Eugenia. Añade que también se fomentó la sustentabilidad, involucrando a las comunidades locales en la educación ambiental.
Gustavo Palacios, biólogo y ex gerente técnico de Ecuambiente, conoció a María Eugenia en 1992, cuando realizaba prácticas universitarias en el Yasuní. “Fuimos los primeros profesionales que empezamos a vincular el área de protección ambiental con la actividad petrolera”.
Palacios comenta que gracias al trabajo que realizaron se generó el primer reglamento ambiental para actividades hidrocarburíferas en el país, que comenzó siendo un “acuerdo de caballeros” entre las empresas petroleras y el Estado.
“María Eugenia es pionera en temas de desarrollos sustentables y de responsabilidad social en el Ecuador. Es una mujer soñadora y fuerte, que ha alcanzado sus metas”. Así la define Palacios, quien además la considera una persona elocuente y de altísimo liderazgo.
Su amigo Santiago Izurieta, gerente general de Ecuambiente, la cataloga como una mujer fuera de serie, visionaria, con un olfato único para los negocios. “Es una excelente persona, sencilla y especialmente leal con sus amigos”.
María Eugenia se jubiló en noviembre del 2016. Ahora desea dedicarse a proyectos de agroecología –incluso tiene pensado lanzar una marca de productos agroecológicos– y a escribir libros sobre su experiencia como empresaria. “Una de mis máximas es: Todo pensamiento es acción”.
María Eugenia Puente llevó adelante con la empresa Ecuambiente actividades de reforestación en comunidades del país y fomentó la educación ambiental en las escuelas. Fotos: Eduardo Terán / LÍDERES y archivo particular
Las empresasecuatorianas cada vez se llevan mejor con el ambiente. Lo que antes era una relación desequilibrada y hasta injusta, según ambientalistas y ciudadanos, hoy se desarrolla de mejor manera, aunque todavía existen industrias que tienen que mejorar sus prácticas.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) señalan, por ejemplo, que en sectores como el minero, la industria manufacturera, el transporte, entre otros, se encuentran firmas con certificación ISO 14001, que es la que avala las prácticas ambientales. Si bien los porcentajes son menores (ver gráfico) los analistas y los empresarios consideran que son pasos importantes.
Además, las firmas cuentan con permisos ambientales. Se concentran en licencias, certificados, declaraciones de impacto ambiental y fichas, según el INEC. La explotación de minas y las industrias manufactureras son los sectores con mayor porcentaje de licencias ambientales, por ejemplo.
En Ecuador, al celebrarse hoy el Día del Ambiente, se cuentan ciertos casos de las firmas. La empresa Graiman, que fabrica cerámica y porcelanato, tiene dos haciendas que superan las 1 000 hectáreas de bosque en Morona Santiago. En ambos espacios captan más de 16 000 toneladas de CO2 para beneficiar al ambiente.
Además, realiza el tratamiento de las aguas industriales en su fábrica. La firma elimina los elementos sólidos y otros factores de contaminación. Luego el líquido se envía al alcantarillado y llega a las piscinas de oxigenación de la Empresa Municipal Etapa, en las afueras de la capital azuaya.
Continental Tire Andina, como parte de su programa de responsabilidad social, ejecuta proyectos para el cuidado ambiental. Entre otros desarrolla el reencauche de neumáticos, a través de su empresa especializada Renovallanta.
Otro proyecto de la empresa con sede en Cuenca es el reciclaje de neumáticos, que está relacionado con 30 familias de artesanos del caucho de Narancay, en Cuenca. Ellos reciben llantas para elaborar objetos decorativos y utilitarios.
Un ejemplo más es el Banco ProCredit, que implementó desde el 2012 un sistema basado en la norma ISO 14001 y tiene pilares como el sistema de gestión ambiental interno, gestión del riesgo ambiental del crédito y soluciones de financiamiento verde.
Katarina Zdraljevic, de la Unidad de Gestión Ambiental del banco, dice que la idea es impulsar en las empresas el uso responsable de recursos. Para ello, tiene la línea de financiamiento EcoCredit para promover inversiones en eficiencia energética, energías renovables y medidas ambientales.
La entidad bancaria ha entregado más de 800 créditos verdes por USD 26,7 millones desde el 2012. Zdraljevic estima que se redujo cerca de 4 700 toneladas de CO2 con los proyectos que se ejecutaron con esos recursos. Además, cambió los equipos tradicionales por más eficientes en consumo de energía eléctrica, redujo las impresiones, usa el agua lluvia para riego de jardines.
Para José Javier Guarderas, gerente de la firma de soluciones ambientales Sambito, las acciones empresariales concretas en favor del ambiente empiezan con un cambio de actitud de los colaboradores. Luego, dice, vienen las acciones que incluyen inversiones. “Si juntamos todas estas acciones se puede alcanzar hasta un 25% de reducción de los costos operativos de una organización”, asegura Guarderas.
Los centros especializados apoyan
El trabajo que realizan las empresas para reducir sus impactos ambientales encuentra un apoyo en centros especializados en temas como manejo de desechos, uso de energías limpias, eficiencia energética, entre otros temas.
Un caso es el Centro Ecuatoriano de Eficiencia de Recursos y Producción más Limpia (CEER). Esta organización fue creada por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) y el apoyo del Ministerio de Industrias y Productividad. El objetivo del CEER es contribuir con la mejora de la productividad y competitividad de las empresas en el Ecuador.
El organismo se constituyó el año pasado. Miriam Orbea, directora ejecutiva del CEER, explica que el centro reúne a cámaras y gremios empresariales, como la Cámara de Industrias y Producción, la Cámara de Industrias de Guayaquil, la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria (Capeipi), la Asociación de Fabricantes de Alimentos y Bebidas, la Asociación de Productores Químicos del Ecuador, Asociación Nacional de Curtidores del Ecuador y la Asociación de Empresarios del Parque Industrial de Ambato.
Según Orbea, el CEER agrupa a más del 50% de las empresas formales y eso deja ver la importancia que tiene hoy en día las políticas ambientales de los sectores productivos del país. “Las empresas están interesadas en incluir la variable ambiental en su gestión”. La vocera de la entidad asegura que es un tema que no tiene vuelta atrás. “Cada empresa hace lo suyo y con el Centro Ecuatoriano de Eficiencia de Recursos y Producción más Limpia el trabajo se encamina mejor”.
Christian Cisneros, director ejecutivo de la Capeipi, cuenta otra experiencia: el centro de producción más limpia que se creó hace siete años y que fue reemplazado con el CEER. Con la gestión del centro de producción más limpia, las empresas se comprometieron a reducir la contaminación incorporar tecnologías limpias, reducir la huella de carbono, mejorar el manejo de recursos, siguiendo una metodología.
“Iniciamos una programa para formar auditores ambientales y certificar empresas”, menciona Cisneros. También, destaca el uso de metodologías para reducir los impactos ambientales. Para Cisneros estas acciones benefician a la empresa. “Es un tema de eficiencia y de mercado. Las empresas con políticas ambientales se colocan a la vanguardia”.
En Quito, la Secretaría de Ambiente del Municipio trabaja de la mano con empresas privadas. Su titular, Verónica Arias explica que el objetivo es lograr un desarrollo sostenible, “con equilibrio en lo productivo y lo ambiental”.
Para esto la entidad trabaja en programas de reforestación, reciclaje, apadrinamiento de áreas públicas, entre otros. “Con esto hemos logrado, por ejemplo, sembrar un millón de árboles en tres años, así como activar puntos de recolección de desechos como pilas o medicinas caducadas”.
Arias asegura que cada vez es más fácil involucrar a las empresas. Esto ocurre, según ella, porque existe más conciencia de tener un desempeño de mayores rendimientos económicos. “Muchas veces el mal manejo ambiental significa, multas, juicios y problemas para las empresas”.
La asesoría genera conciencia y apuntala planes en las empresas
Ser una empresa ambientalmente responsable representa hoy en día mucho más que una tendencia o una iniciativa en boga. El compromiso que deben asumir las empresas con respecto a sus políticas de trabajo para mejorar su relación con el entorno, dicen los expertos en asesoría ambiental, responde a dos factores.
Por un lado, es un tema normativo, hay ordenanzas y leyes que regulan a nivel local el accionar de las empresas para que realicen mejores prácticas ambientales y generen una producción más limpia. Por otro lado, también es una decisión voluntaria que surge de una concientización social mucho más firme y real.
Las nuevas generaciones de empresarios y emprendimientos ven a la responsabilidad ambiental no como una obligación ni como una opción para su empresa sino como una decisión.
Sambito, por ejemplo es una empresa que está orientada a brindar asesoría ambiental, ofrece a sus clientes planes que apuntan a una sola dirección: buscar la sostenibilidad económica de la empresas; es decir, un equilibrio entre los sistemas productivos el ambiente y la sociedad. En función de ello, uno de los programas que impulsan es el Carbono Neutro, que incluye un diagnóstico de “los cinco engranajes claves de los sistemas productivos”, dice José Javier Guarderas, gerente general de Sambito. Estos factores son: la energía, iluminación, climatización, agua y combustibles.
Otra organización que también cumple una función de asesoramiento ambiental es el Consejo Ecuatoriano de Edificación Sustentable (CEES), una asociación civil sin fines de lucro que busca promover y difundir las ideas y tecnologías de la edificación sustentable.
Según Rodolfo Rendón, director del CEES, actualmente son más de 30 entidades que apoyan su iniciativa. “Tenemos edificios certificados internacionalmente como sustentables, por ejemplo, el aeropuerto de Baltra y hay varios que están en el proceso de obtener su certificación, como el nuevo Centro de Convenciones de Quito”, un proyecto que el CEES dirige por encargo de un consorcio canadiense.
Además, mantienen colaboración con municipios del país.
La empresa Oletnat, en Guayaquil, tiene una planta para tratamiento de aguas residuales industriales. En su trabajo cuenta con la asesoría de la consultora ambiental Sambito. Foto: Joffre Flores / LÍDERES
Unos 500 estudiantes de tres facultades de la Universidad Técnica Luis Vargas Torres trabajan en vinculación con la comunidad en temas de reforestación, iniciativas productivas y mejoramiento de parques infantiles en la zona rural del cantón Esmeraldas.
Son alumnos de la Facultad de Ingeniería Mecánica, Estudios Sociales y Ciencias Agropecuarias y Ambientales, quienes imparten charlas, siembran plantas y reparan juegos infantiles con la ayuda de la comunidad.
Kevin Santos, estudiante de la carrera de Hotelería y Turismo, es uno de los líderes de un proyecto de ornamentación de espacios públicos, con plantas cultivadas por estudiantes. Santos y 20 compañeros más son responsables del proyecto denominado ‘El Futuro de la Naturaleza’, que busca el cuidado del ambiente con una mayor participación de la comunidad, mediante el uso de especies de plantas como la palma.
La ornamentación empezó en la Escuela de Turismo de la universidad, pero ahora se proyectan hacer un trabajo mayor con los habitantes de alrededor de la Ciudadela Universitaria de Nuevos Horizontes.
Alcibíades Ruano, habitante del barrio Las Orquídeas, es uno de los dispuestos a sembrar con los jóvenes universitarios. Él motiva a sus vecinos para proteger las laderas plantando guayacán.
Los barrios de alrededor de la universidad están en terrenos arcillosos-deslizables, por eso la propuesta de ayudar a reforestar las partes altas de la ciudad con apoyo de la misma universidad, que desde hace tres años impulsa la vinculación.
Quienes han avanzado mayormente en reforestación, son los estudiantes de la carrera de Ingeniería Forestal, que realizan trabajos, hasta por dos meses, en las poblaciones rurales.
El decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Ambientales, Roberto Cervantes, explica que a través de la cátedra de vinculación, contribuyen con la comunidad. En los últimos dos años han mantenido convenios con la Asociación de Juntas Parroquiales de Esmeraldas, para contribuir en las áreas deforestadas; se estima que unas 20 hectáreas han sido intervenidas.
Los estudiantes que participan pertenecen a los últimos ciclos académicos y contribuyen con sus conocimientos. Ellos han aportado en la recuperación de las cuencas hídricas de los ríos Teaone y Esmeraldas, con apoyo de la comunidad.
Verónica Arias, estudiante de Ingeniería Forestal, cree que a través del intercambio de experiencia con los habitantes de las comunidades, pueden pensar en proyectos de tesis sobre procesos de reforestación.
Ella y 12 compañeros más trabajaron en la reforestación con guayacán en la parroquia Tachina. Los estudiantes de Agronomía de la misma Facultad, por su parte, apoyan al desarrollo agrícola de poblaciones de Atacames, en donde se produce cacao.
Los estudiantes de la Universidad de Esmeraldas fomentan la reforestación en las comunidades. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
Los ejecutivos ahora pueden monitorear el cumplimiento ambiental de sus empresas a través de la plataforma digital Nikola. Se trata de una aplicación que ayuda a que se cumpla con el medio ambiente.
Creada por la consultora ambiental Sambito, Nikola busca posicionarse como una herramienta de consultoría para que los empresarios puedan controlar la ejecución del manejo del plan ambiental de sus empresas.
Alejandro Cañarte, gerente comercial de Estudios Ambientales de Sambito, es uno de los creadores de la aplicación digital. Él explica que desde esta plataforma los clientes podrán visualizar a diario su desempeño ambiental.
De esta manera, añade Calarte, nunca más tendrá que ser sancionado con una multa o incluso con prisión por no cumplir con los planes ambientales con los cuales se ha comprometido.
El ejecutivo cuenta que conoce de muchos casos, en que las empresas, ya sea por descuido o desconocimiento, han sido sancionadas con multas económicas por no cumplir con las licencias ambientales otorgadas por las autoridades.
Diana Torres, gerenta de la empresa petrolera Gente Oil, dice que la aplicación le ha ayudado a cumplir con las obligaciones ambientales de su firma.
“Antes tenía muchos problemas con el personal que había encargado que haga el monitoreo ambiental porque no nos reportaba lo que estaba pasando, pero ahora yo mismo lo veo desde la aplicación en mi celular”, dice Torres.
La herramienta funciona a través de diferentes dispositivos electrónicos como computador, tablets y celulares. Con tan solo un clic se puede visualizar el estatus del plan de manejo ambiental a través de gráficos e indicadores.
Según Cañarte, entre los objetivos con Nikola está posicionar la aplicación en Guayaquil para luego llevarla a nivel nacional. En la actualidad más de 20 clientes de Sambito usan la herramienta.
Alejandro Cañarte, gerente comercial de Estudios Ambientales de Sambito, es uno de los creadores de la herramienta digital Nikola. Foto: Mario Faustos / LÍDERES
Sus mimados tienen cuatro patas y una nariz desarrollada. Hacen travesuras y, a la vez, obedecen sus órdenes. Corren, ladran y son considerados el mejor amigo del hombre. Son los perros de Totos Hospedaje y Guardería.
Es un emprendimiento que se asentó en la parroquia de Conocoto (al oriente de Quito) y tiene como objetivo cuidar a los perros de las personas que aman y miman a los animales.
Su dueña es Sinthia Gudiño y levantó este negocio hace 10 años. Comenzó como una peluquería canina; pero creció por la necesidad que tienen los propietarios de los perros de dejarlos en un lugar seguro. “Es un hospedaje para perros mimados, que pasan sus días dentro de la casa; comen pollo, carne y otros alimentos”.
La idea es que los animales se sientan como en casa. Es decir, se los cuida con amor y paciencia; además se los entrena.
En Totos hay varios servicios. Uno de ellos es la guardería canina. Es similar a un establecimiento educativo para niños, es decir, los perros tienen un recorrido que les recoge desde las 06:00 hasta las 09:00. Posteriormente, llegan a la casa estilo campestre y tienen un tiempo para correr, jugar en la piscina (una vez a la semana) y comer un refrigerio.
El costo del paquete es de USD 7 cada clase. No incluye el transporte que depende del lugar de residencia, ya que es de casa en casa.
También se brinda el servicio de hospedaje, que crece en feriados como Navidad, Carnaval y otros. El local tiene capacidad para alrededor de 60 canes.
Si los dueños del animal gustan una habitación dentro de casa el costo es de USD 13. Pero si son habitaciones en el exterior con techo y paredes, el precio baja a USD 10.
Los amantes de los perros deben tomar en cuenta que la alimentación deben proporcionarla, porque el animal está acostumbrado a comida de casa. Además, si el perro se queda más días deben enviar una manta con el olor de la casa para que el perro no extrañe su hogar, ni su familia.
El negocio, que comenzó con USD 40 000 de inversión creció a pasos veloces, según relata Ricardo Arellano, quien se encarga de la logística de los canes.
El hombre renunció a su trabajo para ayudar a su esposa y, juntos, levantaron el espacio para los mimados peludos de la casa. “Le apoyo siempre y nunca pensamos que crecería tan rápido”.
La facturación mensual de Totos es de USD 3 000. La pareja cuenta que otro valor agregado de su negocio es la peluquería que se ofrece e manera gratuita para los ‘huéspedes’ que se quedan en la guardería o en el hotel reciben el servicio, una vez al mes.
Esta casa para perros tiene otras sorpresas. Por ejemplo, en festividades como Navidad, los canes juegan al ‘amigo secreto’ e intercambian regalos. O en Navidad hacen el pesebre canino, donde todos los animales se disfrazan según los personajes. La pasan genial, asegura Gudiño, quien dejó las leyes para dedicarse de lleno al cuidado de estos animales.
César Torres es dueño de Francesa. Cuando sale de viaje, lo más difícil es dejar a su perra en la casa, por lo que buscaba un lugar para dejarla. “No me gusta que se quede sola”, dice el hombre, quien deja a su mascota en Totos.
En Cervecería Nacional se entregaron certificados de buenas prácticas ambientales a dueños de negocios. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
La naturaleza y la industria se unen en Aglomerados Cotopaxi. Desde su fundación en 1978 hasta la fecha, la línea de negocios de esta empresa se enfoca en la elaboración de tableros de madera mediante la reforestación comercial. Ese año un grupo de empresarios y visionarios, liderados por Juan Manuel Durini (+), se dedicó a la fabricación de productos derivados de la madera. En ese entonces Durini sumaba más de 30 años de experiencia en la industria maderera y forestal. Eso permitió que la empresa inicie la producción de tableros de partículas aglomeradas en el país.
Las primeras inversiones se realizaron en tecnología importada desde Alemania. A fines de 1978 se instaló la línea para recubrimiento de tableros lo que permitió expandir la gama de colores. En los años posteriores la empresa adquirió bosques de pino y 50 hectáreas de plantaciones en Cotopaxi. Eso permitió que la empresa consolide su crecimiento y empiece a exportar a los mercados de Colombia y Perú.
El crecimiento continuó y en 1996 la firma inauguró su segunda prensa, con la que se instalan chapas de madera. Al año siguiente se construyó la planta de MDF frente al Parque Nacional Cotopaxi.
Hoy, la empresa agrupa 17 655 hectáreas forestales, de las cuales 11 933 se encuentran con plantaciones comerciales, es decir plantaciones plantadas para su posterior cosecha. Dentro de estas plantaciones las especies que más se producen son la pinus radiata y pinus pátula, además de eucalipto. Estas requieren entre 15 y 20 años para llegar a su etapa más productiva.
La responsabilidad social es parte de la dinámica de esta firma ecuatoriana. Entre sus programas están el cuidado de áreas protegidas y conservación de ecosistemas, así como la conservación de bosque nativo y protección de cuencas hidrográficas. «362 hectáreas están destinadas a usos agropecuarios e infraestructura y 108 hectáreas corresponden a áreas protegidas», indica Bernardo Pérez, gerente general.
Así también cuenta con programas de becas estudiantiles para jóvenes de la zona de Cotopaxi así como campañas de salud oral y el Proyecto de Hongos Comestibles.
La planta tiene una capacidad de producir 40 000 m3 de tableros aglomerados al año y 78 000 m3 de tableros de MDF anuales. Cuenta con 31 puntos de distribución de sus productos a escala nacional. Sus líneas cuentan con el certificado ISO 9001, el certificado BASC para sistemas de control y seguridad y el certificado de manejo forestal de la Forest Stewardship Council (FSC).
Carlos Arregui, arquitecto y constructor, ha utilizado los productos de esta empresa desde hace 15 años. Distintos proyectos inmobiliarios que ha diseñado al norte de Quito cuentan con los tableros de Aglomerados Cotopaxi. «Lo mejor de tener una empresa nacional es que el material se encuentra mucho más accesible», señala.
Así también la empresa exporta a Panamá, Bolivia, Perú, Colombia, El Salvador, entre otros países. En Colombia cuenta con 38 locales y en Perú con seis locales de distribución.
Para Juan Celaya, importador de tableros de madera en Colombia, señala que la calidad de los tableros Aglomerados Cotopaxi los hace cotizados en el mercado. «Aunque sus precios son más altos su calidad es superior».
Datos adicionales
Inversión. La inversión de la empresa en plantaciones, equipos e instalaciones, supera los USD 69 millones en el transcurso de 20 años.
Exportaciones. Sus exportaciones alcanzan los USD 15, 6 millones. El 90% de sus productos se queda en el país.
El insignia
‘El cuidado de la naturaleza es lo principal’
Felipe Pazmiño. Gerente forestal
El cuidado que se da a los productos de Aglomerados Cotopaxi inicia desde la semilla. La madera que producimos en las plantaciones comerciales se escoge de árboles genéticamente superiores, que brinden mejor calidad con troncos rectos, gruesos y altos.
Nuestros árboles deben soportar las duras condiciones climáticas de Cotopaxi y además pasan por un estricto proceso de selección después de ocho años.
Uno de los principales beneficios de estas plantaciones es que contribuimos al desarrollo de la fauna de la zona. Para nuestra certificación Forest Stewardship Council (FSC) nuestras plantaciones deben brindar un hábitat propicio especies nativas. Nosotros tenemos pumas, ciervos, conejos e incluso cóndores.
En el valle de Tumbaco (nororiente de Quito), hace un par de años, no había muchos talleres automotores a donde acudir por algún daño en la pintura en un vehículo, y los pocos que había demoraban hasta una semana en la reparación, por simple que esta fuera. Ese es el comentario de Roberto Dávalos, un morador del sector.
Esto fue lo que motivó a los hermanos Carolina y Víctor Hugo Mora a crear Autología, un taller en donde los problemas menores de enderezado y pintura se pueden solucionar en el transcurso del mismo día. Además, ofrecen servicios de lavado, mecánica general, cambios de aceite y filtros, chequeos, ABC…
En el 2010 se reunieron para consolidar su idea, hicieron un estudio de mercado y abrieron una oficina para revisar todo lo necesario para levantar el negocio. Este proceso duró dos años mientras importaban maquinaria y adecuaban las instalaciones de su taller en ese sector.
Alentados por el posible aumento que sufrirá el parque automotor de Tumbaco, con la apertura del nuevo aeropuerto de Tababela, los hermanos Mora hicieron una inversión de USD 250 000.
Con este dinero instalaron una cabina de pintura al horno, un laboratorio computarizado de colorimetría, el sistema de enderezado, elevador de vehículos y demás herramientas de trabajo. Finalmente abrieron las puertas en enero del 2012.
Reparar un raspón de unos 20 centímetros de largo en estos talleres cuesta en promedio USD 70 y es de entrega inmediata. Por supuesto, todo depende de la profundidad del daño.
“Hay muchas amas de casa que sin querer topan el carro en la puerta del garaje, por ejemplo, y quieren reparar el daño antes que llegue su esposo. Si son reparaciones menores se hacen el mismo día”, cuenta Carolina Mora, gerenta Comercial de Autología.
Víctor Mora es el gerente General y cuenta que uno de los principales objetivos fue abrir un taller mecánico con una estricta política de preservación ambiental. Por ello, formaron varias alianzas con gestores ambientales, como Punto Verde y Biofactor, que les ayudan con el reciclaje de desechos como los filtros de los carros, plástico, chatarra…
Como parte de estas políticas el taller cuenta con 750 metros de área verde, la cabina de pintura posee filtros -tanto en piso como en techo- para evitar la contaminación; las lijadoras rotorbitales tienen un sistema de aspiración centralizado para evitar que las impurezas se derramen en el piso o en el ambiente.
Además, Autología está en proceso de construcción de un área especial para la manipulación de aceites y filtros usados, que tendrá un sistema de drenaje especial para evitar cualquier contaminación del suelo y del aire.
En su primer año de existencia, Autología atiende al mes a unos 250 autos y factura unos USD 30 000 en el mismo período. Sus principales clientes, además del público, son las aseguradoras.
Seguros Oriente, por ejemplo, trabajan desde hace cuatro meses con este negocio. Marco Salcedo, jefe de Siniestros de esa empresa, destaca que en Autología “cuentan con muy buena infraestructura y equipo técnico”.
Un criterio similar es el de Fernando Páez, gerente de la Sucursal Quito de Seguros Generali. Este ejecutivo considera que al estar ubicado este taller en Tumbaco, se convierte en un sitio estratégico que le ha permitido atender mejor a sus clientes en el valle. Por ello destaca los servicios de Autología.
El negocio en breve
Los precios por la atención. Entre otros servicios, el lavado de un auto en este negocio, por ejemplo, va desde los USD 6 hasta los USD 14,99.
La nómina. A inicios del 2012 en Autología trabajaban ocho personas, contando a sus directivos, hoy suman 13 en total.