Etiqueta: ancestrales

  • Un plan enfocado en recetas ancestrales

    Redacción Quito

    Una olla de barro, una cuchara de madera y fuego son los tres elementos básicos que usa Verónica Viracucha para lograr la consistencia exacta del dulce de sambo. Esa mezcla se convierte luego en el relleno de sus empanadas.

    La emprendedora de 44 años prepara esta y otras recetas en su local Rincón del Buen Sabor, ubicado en la parroquia rural de Lloa, al suroccidente de Quito. Y desde allí llegó al programa Orígenes en el 2013, iniciativa de la firma Diners Club del Ecuador.

    Orígenes tiene la consigna de recuperar la identidad gastronómica de más de 40 poblaciones de hasta 25 000 habitantes. Es un programa para promover el desarrollo turístico y los emprendimientos afines, indica Augusta Bustamante, gerente de Responsabilidad Social de Diners Club.

    El programa se creó en el 2012, bajo el nombre Sabor a Ecuador. En esa edición se trabajó en parroquias rurales de Esmeraldas, Manabí, Guayas, Pichincha, Cotopaxi y Tungurahua. No obstante, el año pasado lo cambiaron a Orígenes, porque “así encaja de manera perfecta con los objetivos del proyecto”, explica Bustamante.

    Orígenes, en los cuatro años que lleva ejecutándose, ha recuperado recetas ancestrales en la Sierra, Costa y Amazonía. Cada año, el programa se realiza por etapas.

    La primera fase consiste en una convocatoria, con el apoyo de los municipios. Posteriormente se organiza una feria para seleccionar las recetas más representativas, en tres categorías: entrada, plato fuerte y postre o bebida.

    Durante este proceso se ofrecen capacitaciones a todos los emprendedores. María del Carmen Burneo, presidenta ejecutiva de Seproico -consultora que apoya a pequeños negocios- detalla que tiene una alianza estratégica con Orígenes. Esta consiste en brindar asesorías a los concursantes en temas como imagen y atención al cliente, buenas prácticas de manufactura, manejo de alimentos, planificación y administración del negocio y finanzas.

    Después de que los participantes presentan sus recetas en el concurso, un jurado -integrado por especialistas en cocina- escoge a las recetas ganadoras, según explica Bustamante.
    Los emprendedores que fueron seleccionados por sus platos para participar en Orígenes obtienen como premio asesoría personalizada. Luego, los organizadores hacen un seguimiento sobre cómo los concursantes aplicarán lo aprendido en su negocio.

    Por ejemplo, en el 2013, algunas recetas de Verónica Viracucha resultaron ganadoras en Orígenes. Entre ellas estuvo la preparación de trucha, habas cocinadas con choclo y empanadas. Luego de recibir las capacitaciones, la emprendedora mejoró la calidad en el servicio y la imagen del negocio que tiene desde hace más de 40 años en Lloa.

    En un fin de semana, El Rincón del Buen Sabor recibe un promedio de 500 clientes. El incremento de la demanda le permitió expandir el establecimiento para recibir a más de 50 personas.

    Además, Viracucha rediseñó su local. Usó objetos decorativos como vasijas de barro inspirados en las culturas Valdivia o Chorrera.

    Juan Fernando Saavedra, de 40 años y oriundo de la parroquia de San José de Minas, también participó en Orígenes, en el 2012.

    Él recuerda que presentó algunas recetas que forman parte del menú de su emprendimiento Chagras y Arrieros Highlands Ecolodge. De cinco platos presentados, el programa escogió la javischa, una bebida caliente con panela y aromatizante de canela.

    Saavedra señala que este tipo de iniciativas ayudan a difundir la riqueza gastronómica de su parroquia en el país y en la región. El concurso se convirtió en una motivación para mantener la calidad en los productos que ofrece.

    Para la quinta edición de Orígenes, que se realizará este año, hay dos proyectos por ejecutar, según Augusta Bustamante. Primero se seguirá con el trabajo que realizaron el año pasado en El Matal, Jama, Don Juan, Campamento, y Bellavista, en Manabí. Allí se concentraron en rescatar las recetas tradicionales y dotar de herramientas a los emprendedores que perdieron sus negocios en el terremoto del 16 de abril pasado.

    Y el segundo proyecto es dirigirse a la Sierra norte de Ecuador (Imbabura y Carchi), para iniciar la próxima convocatoria en parroquias rurales.

    Verónica Viracucha, emprendedora, junto a Augusta Bustamante, gerenta de RSE de Diners Club Ecuador. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
    Verónica Viracucha, emprendedora, junto a Augusta Bustamante, gerenta de RSE de Diners Club Ecuador. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
  • Saberes ancestrales se unen en una casa

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Ellos son los maestros de los saberes ancestrales, Personas que se dedican a trabajar la arcilla, los tejidos, la madera, el café, el maíz…. Ellos se organizaron en un emprendimiento denominado Raiz.ec, que se levantó en la parroquia de Tumbaco.

    Se trata de un concepto de hospedaje, que brinda a los viajeros la posibilidad de vivir una verdadera aventura ancestral junto a unos 30 maestros de los saberes, que realizan turismo colaborativo.

    La idea nació hace un año de la mano de Jairo Calupiña y su madre Mariana Hidalgo, quien es la promotora del emprendimiento.

    Ella es una amante de la tierra y lo demuestra con un amplio terreno en el que tiene sembrado plantas típicas de la localidad como el aguacate, las rosas, las plantas medicinales y demás. Pero, sin duda, lo que destaca es la plantación de café caturra, un tipo de grano que tiene un exquisito olor y sabor.

    Precisamente, este huerto es parte de la experiencia que pueden vivir los viajeros. Así que si usted es un amante de las plantas puede observar la variedad de especies en este terreno y disfrutar, por ejemplo, del plátano rojo o de un grano de café. Posteriormente puede disfrutar de la vivencia de hacer café y degustarlo.

    Calupiña explica que la idea surgió de una necesidad, que es la falta de turismo en las parroquias rurales de Quito. Pese a estar cerca del aeropuerto Mariscal Sucre (Tababela), los turistas no se quedan. “Se generó mucha expectativa con la llegada de la terminal aérea pero solo un 3% se queda en la zona, por lo que falta una oferta turística que ofrecer”.

    Si el visitante prefiere las artesanías típicas de la localidad existe una serie de alternativas.
    Las figuras en arcilla, la madera, la pintura con café, las esculturas en raíces de los árboles, los sombreros de lana de animales, las artesanías con pepa de aguacate son algunos de los emprendimientos que se reúnen en esta casa, que no perdió su brillo pese al paso de vías de conexión al aeropuerto.

    Lo importante de los emprendimientos es que la mayoría son elaborados por adultos mayores. Se suma que dan una oportunidad para las personas que no han tenido una oportunidad laboral.

    Si el visitante prefiere el contacto con la naturaleza puede acceder al turismo cultural. En este espacio hay emprendedores que elaboran horchata con plantas sembradas de forma orgánica, es decir, sin químicos.

    Esta casa tiene un espacio de ‘coworking’, en la que los maestros de los saberes muestran sus productos y enseñan. “Eso es lo importante”, señala Calupiña.

    Los cuartos del tercer piso son los indicados para realizar las actividades. En el primero están las personas de la comuna Tola, que se dedican a la elaboración de la horchata, que es una mezcla de plantas como la hierbaluisa, toronjil y otras.

    Gerardo Simbaña se reconoce como parte de la comunidad Quitu Cara y es vicepresidente de la comuna Tola. Para él, el objetivo es recuperar la identidad de las festividades típicas de la serranía. “En la comunidad hacemos el Inti y el Colla Raymi, en el Ilaló”. Además, cuando los turistas suben se enseñan las prácticas de riego para proveer de agua al bosque nativo de la localidad (cosecha de agua).

    Las personas que tienen una conexión con las energías, también, tienen un espacio en esta casa de alojamiento de la mano de Fabiola Pérez, quien es la encargada de activar la mente y el cuerpo de las personas. Realiza yoga y terapias alternativas. “Me encargo de sacar lo que las personas no deben tener en su cuerpo y recargar el cuerpo y la mente”.

    La estancia en la casa no puede terminar sin que el viajero disfrute de la música y de la danza.
    En la terraza, los cantantes y los bailarines realizan sus coreografías para entretener a quienes eligen esta casa de hospedaje.

    En la casa hay 18 habitaciones decoradas con motivos indígenas y típicos de la localidad. Si está interesado en el alojamiento y en vivir esta experiencia, el costo es de USD 60. En este paquete se puede acceder al hospedaje y cualquier saber que le interese. Incluye la comida típica como tamales de arroz, horchata y más. Hay paquetes más económicos.

    El levantar una casa de este tipo para huéspedes y emprendedores implicó una inversión que fue de USD 300 000 y los ingresos suman 3 000 al mes.

    Los maestros de los saberes ancestrales realizan pintura con café, artesanías con arcilla y trabajos en madera. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Los maestros de los saberes ancestrales realizan pintura con café, artesanías con arcilla y trabajos en madera. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • En el agro se aplican los saberes ancestrales

    Redacción Sierra Norte

    Relacionadas

    Para los indígenas kichwas, el pasado 21 de diciembre inició el Kapak Raymi (Fiesta de la Sabiduría, en español). El ciclo se extiende hasta marzo próximo, explica Shayri Quimbo, estudioso de esta cultura originaria.

    La festividad andina coincide con el ciclo agrícola del maíz. “Desde este mes los sembradíos, que fueron plantados en septiembre, empiezan a crecer hasta alcanzar la maduración”.
    Para campesinas como Zoila Sandoval, de la comuna de Zuleta situada en el suroriente de Ibarra, esta es una época para arrancar la maleza que se cría entres los plantíos. Comenta que su abuelo, Federico Alvear, le explicaba que entre la naturaleza y +el hombre hay un nexo permanente.

    Se trata de una creencia parecida a la que tiene Delia Caguano, presidenta nacional del Consejo Ciudadano Sectorial del Ministerio de Agricultura (Magap).

    Caguano, oriunda de Chimborazo, asegura que en las comunidades hay sabiduría que debería ser compartida. Ese, precisamente, fue el objetivo del Encuentro de Saberes Ancestrales, que se realizó el 8 de diciembre pasado, en Cotacachi, Imbabura. La iniciativa nació desde las mujeres del Consejo Ciudadano Sectorial y la Unión de Organizaciones Campesinas de Cotacachi (Unorcac).

    Líderes kichwas expusieron temas de la cosmovisión andina, como las fiestas del calendario andino, el calendario lunar en las prácticas agrarias y la cosmogonía de los pueblos ancestrales, entre otros.

    Alfonso Morales, líder de la Unorcac, comentaba que antes los padres recomendaban no trabajar los domingo ni los lunes; tampoco sembrar, porque las semillas se comerían los pájaros.

    También, explicó que en un esfuerzo por reencontrarse con los saberes ancestrales, la Unorcac elabora un calendario lunar cada año. La idea es que las nuevas generaciones recuperen los conocimientos sobre fases ideales para la preparación de la tierra, siembra y cosecha. En el encuentro, en el que participaron varios pueblos, se resaltó la práctica de guardar las semillas como una estrategia de seguridad alimentaria.

    Según Morales, en Cotacachi se rescató 12 especies de maíz de las 29 que hay en el Ecuador gracias a las prácticas milenarias. Una de ellas que no está desligada de la actividad agrícola, en la tradición kichwa, es realizar rituales de agradecimiento a la Pachamama (Madre Tierra, en español).

    Narciza Pupiales, nativa de San Clemente, Ibarra, tiene una especie de altar en honor a la naturaleza en el medio de su huerto. Con una vela, flores y semillas realiza las ofrendas. El investigador Ramti Chuma asegura que cuando entierran las semillas, se hace un homenaje a los abuelos.

    Mujeres de la comunidad de  Pucará, en A. Ante, siembran semillas que pasaron una noche bajo la Luna. Foto: Francisco Flores para LÍDERES
    Mujeres de la comunidad de Pucará, en A. Ante, siembran semillas que pasaron una noche bajo la Luna. Foto: Francisco Flores para LÍDERES
  • Estos textiles llevan impresos diseños ancestrales del país

    Redacción Quito (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

    Relacionadas

    Tierra y Agua (TI•UA) es el nombre del emprendimiento de cuatro jóvenes, que le imprimieron estilo a sus vidas y a los textiles que comercializan, desde mediados de este año. Su originalidad radica en que los diseños son inspirados en culturas indígenas que se asentaron en el país.

    Las mentalizadoras de este emprendimiento son Micaela Samaniego, Vanesa Muñoz, María Laura Vera y Bernarda Sáenz. Las cuatro amigas plasmaron estos diseños en telas, que pueden ser utilizadas en cualquier espacio o actividad como un picnic, adornar cojines, tapetes para las mesas, incluso se pueden utilizar como un pareo para en la playa.

    Su primera colección de textiles se denominó Huella y se inspiró en diseños de la cultura Jama Coaque. “Todos nuestros diseños son exclusivos y de nuestra propia creación. Parten de la descomposición de símbolos ancestrales cargados de poder”, explica Vera, quien es diseñadora gráfica y también se dedica a la fotografía.

    El producto estrella de este cuarteto de amigas es el ‘roundie’, que es un textil circular multiuso que se puede utilizar en toda ocasión. “Igualmente hacemos otros productos como pañuelos multiusos y cojines circulares”, dice la joven de 26 años.

    Los emprendimientos con tintes ancestrales o interculturales son importantes para Vera, porque se aprende de las culturas del pasado. “Se fortalece la huella que han dejado y se fusiona con la cultura y los procesos modernos”.

    Pero, ¿qué les unió a estas jóvenes? Sáenz indica que hace un par de años trabajaron juntas para un proyecto con el Museo Mindalae, donde buscaban rescatar la simbología de culturas ahora extintas con el objetivo de rescatar la identidad del país y, por supuesto, su belleza gráfica.

    Es así como se encargaron del redibujo y digitalización de alrededor de 2 000 símbolos de culturas ecuatorianas.

    El negocio se levantó con el esfuerzo de estas jóvenes, que destinaron una inversión de USD 1 600 como capital semilla. Y luego de varios meses de estructurar este, hoy su facturación oscila entre los USD 2 000 y 2 500 al mes.

    Las jóvenes han vivido momentos agradables en el transcurso de este tiempo juntas. Micaela Samaniego, de 26 años y diseñadora gráfica e industrial, asegura que “es hermoso mirar atrás y ver que al fin una de tantas ideas se hicieron realidad”. También, menciona que hace un par de años pasaban noches enteras imaginando todo lo que se puede hacer con este tipo de símbolos de las culturas ancestrales del país.

    El trabajo en equipo de estas emprendedoras lo demuestran con cada una de las actividades que realizan. Samaniego y Vera se encargan de la producción; Muñoz, de la parte de comunicación y Sáenz del marketing y ventas.

    En el caso del diseño todas aportan con ideas para que sus textiles sean de calidad.
    Estas estrategias les ha servido para que al momento cuenten con alrededor de 250 clientes, que se quedaron “enamorados” de sus diseños. Pero, sus sueños van más allá.

    Las jóvenes buscarán un espacio fuera de las fronteras ecuatorianas para que este tipo de diseños no solo se aprenda dentro de Ecuador sino fuera.

    Si requiere más información puede ingresar al Facebook, donde están como TIUAdesign o para realizar pedidos comuníquese al 099 833 1320.

    Las emprendedoras levantaron su negocio con una inversión de USD 1 600. Su colección se llama Huella. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Las emprendedoras levantaron su negocio con una inversión de USD 1 600. Su colección se llama Huella. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Productos ancestrales se comercializan en ferias agroecológicas

    Redacción Quito (F)
    Contenido Intercultural

    Relacionadas

    La Feria Agroecológica La Carolina se realizó este domingo 19 de julio del 2015, en el Jardín Botánico de Quito. Este espacio reúne a casi 45 productores de la ciudad y localidades cercanas para comercializar productos locales, propios de la herencia cultural agrícola.

    “Nosotros buscamos rescatar productos ancestrales de nuestra tierra”, explica Lucy Tocagon, productora de la comunidad de Caluqui en Imbabura.

    En la carpa de la familia Tocagon se mostraron productos como la mashua, oca y jícama. Estos tubérculos eran usados por las familias indígenas como parte de su dieta diaria, pero con el paso del tiempo han sido olvidados.

    Uno de los objetivos de la feria fue llevar este tipo de alimentos a las mesas de nuevos consumidores. “La gente cada vez se interesa más por estos productos. No solo se convierte en la relación de compra y venta sino les enseñamos como y para qué sirven y la mejor forma de prepararlos”, explica Tocagon.

    La iniciativa empezó hace seis años con el Colectivo Agroecológico, un grupo de productores y consumidores que buscaba opciones alimenticias más sanas, sin químicos o conservantes. “Es un esfuerzo por recuperar la gran agro-diversidad de la tierra y el saber ancestral de nuestros pueblos”, comentó Grace Almeida, productora macrobiótica quien comercializa sus productos en este tipo de ferias.

    En la actualidad, la feria se realiza el primero y el tercer domingo de todos los meses, desde las 08:00 hasta las 14:00. Los clientes tienen una variedad de productos naturales y procesados. Se puede encontrar quesos, panes, embutidos y vegetales, como aceites para meditar o sesiones de masajes terapéuticos. “La idea es brindar productos de buena calidad y con el precio justo para nosotros, los productores, y los consumidores”, agrega Tocagon.

    Los productores ganan entre USD 250 y 300 durante el día de feria. Pero algo que diferencia es que no hay rivalidad entre ellos. La familia de Lucy Tocagon también hace pasteles de quinua, mashua y oca pero no los trae a la feria ya que otros “compañeros venden pasteles y no queremos competir”, agrega Tocagon.

    La propuesta se realiza a través de Campaña Nacional por la soberanía alimentaria llamada ‘Come sano seguro y soberano’ y cuenta con el apoyo tanto del Programa de Pequeñas Donaciones del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, y el Movimiento de Economía Social y Solidaria.