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  • Las hierbas andinas son la materia prima para elaborar champú

    Modesto Moreta (F) 
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    Aplicando los conocimientos andinos la microempresa Armana Pushku produce champú elaborado con hierbas ancestrales. Este tónico elimina la caspa y evita la caída del cabello.

    El yachak (sanador en español) Rufino Masaquiza hace 12 años trabaja en la recuperación de los saberes de los taitas y mamas de esa comunidad localizada en la vía Ambato-Baños, en Tungurahua.

    En su casa, ubicado a un costado de la carretera de doble carril, funciona un pequeño laboratorio. Allí prepara el romero, arrayán, el sauco, la ortiga y las raíces de la cabuya negra para producir el champú que lo comercializa a los turistas y a los vecinos del sector.

    Es más, el Ministerio de Salud Pública, luego de los análisis y pruebas respectivas, extendió el Registro Sanitario a Armana Pushka Shampoo alternativo elaborado por un Yachak.

    El proyecto se inició hace 2006. Masaquiza asegura que la investigación le tomó dos años y luego de varios cálculos comenzó a producir. Actualmente distribuye el champú en Salasaka y en Quito, pero la idea es abrir más mercados en otras ciudades como Otavalo. Mensualmente vende USD 400.

    Cuando obtiene un líquido color café oscuro agrega el sumo que logra tras machacar las raíces del cabuyo negro. Esta técnica aún la utilizan las mujeres de la comunidad para lavarse el cabello. “Esta fórmula ancestral le tonifica el cabello, hace más resistente e hidrata impidiendo la caída y la caspa”.

    Una de las recomendaciones es aplicarse en el cabello seco y luego de cinco minutos lavárselo. Sus clientes son los turistas que llegan de Cuenca, Ambato, Riobamba, Quito y otras ciudades.

    Hace tres años Oswaldo Moreta compra este producto. Dice que desde que lo utiliza comenzó a obtener resultados. Antes el cabello se le caía, ahora ese proceso disminuyó. También, dejó de tener caspa. “Es una buena idea aplicar los conocimientos antiguos indígenas en producir productos que ayuda a las demás personas”.

    Zoila Caizabanda también tiene esos conocimientos que los trasmitió a Masaquiza. La mujer cuenta que adquirió los conocimientos de su madre y los aplica con la familia y que mejor que ahora se desarrolle dentro de la comunidad estos saberes ancestrales para que la gente conozca .

    Recolecta las raíces de la cabuya, los limpian y guardas en una shigra. Luego se dirige a la fuente.

    Ella explica que las raíces de los pencos son machacadas con una piedra, luego se le friega y comienza a salir un líquido espumoso color blanco. Este se coloca sobre el cabello seco. “Hay que deja por unos cinco minutos y luego se lava, eso impide que se caiga o haya caspa”, asegura.

    Cuenta que en la antigüedad no había los detergentes, jabones y más productos, sino que utilizaba las yerbas y la cabuya para bañarse, sanarse de la sarna y otras enfermedades de la piel. Un frasco de shampoo 500 mililitros cuesta USD 3,50.

    La inversión inicial en su proyecto fue de USD 500. Los invirtió en la compra de los utensilios y los frascos para el envasado. Además, en los trámites para obtener el Registro Sanitario. “Eso garantiza la calidad del producto, que está probado. Por eso hay más gente que compra y con buenos resultados”, dice Masaquiza.

    Masaquiza se graduó en la Universidad Politécnica Salesiana como licenciado en Ciencias de la Educación e Intercultural Bilingüe. Ahí se relacionó que con expertos indígenas conocedores de la cultura andina.

    Este yachak es uno de los investigadores de la cultura Salasaka y de los saberes ancestrales de su pueblo. Trabaja en el rescate impartiendo sus conocimientos a los niños y jóvenes en cada uno de las fiestas que asiste, especialmente relacionadas como los raymis.

    Uno de los proyectos también es producir cremas y pomadas para sanar la sarna y otras enfermedades de la piel. Además, utilizar el tzawar mishki, bebida extraída del penco negro, para eliminar los dolores de huesos, desinflamar la próstata, en la hidratación y otras hierbas andinas para curar los problemas de dermatitis como la sarna y hongos.

    Modesto Moreta/Líderes Rufino Masaquizaproduce champú usando las hierbas y raíces del penco negro, de donde se obtiene el tzawar mishki.
    Modesto Moreta/Líderes
    Rufino Masaquizaproduce champú usando las hierbas y raíces del penco negro, de donde se obtiene el tzawar mishki.
  • Helados cautivan con semillas andinas

    Washington Benalcázar

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    Los helados no solo deben ser refrescantes. También deben ser deliciosos y nutritivos.
    Bajo esa premisa, Edwin Patricio Campués Calcán, de 38 años, instaló la heladería Esencia Andina, que ofrece mantecados de quinua, amaranto, chaguarmishqui, linaza, zapallo, sambo, guarango…

    Los singulares ingredientes, típicos de la cocina tradicional indígena de la Serranía, atraen a los clientes a los locales ubicados en los cantones Cayambe y Tabacundo, en el norte de Pichincha.

    Una de ellas es Rosario Guaña, que desde la primera vez que probó los refrescantes bocadillos, hace cinco años, quedó fascinada.

    La comerciante aprovecha su tiempo libre para refrescarse con un heladito, cada día. Ella comenta que sus preferidos son los que tienen sabor de haba o de mora.

    Según Guaña, a diferencia de los típicos que tienen colorantes y sabores artificiales, los helados de Esencia Andina le alimentan.

    El emprendimiento comenzó hace 19 años. Campués y su esposa, Nancy Cabascango, decidieron dedicarse a la venta de estas frías golosinas. Pero querían ofrecer algo diferente. De esta manera decidieron sacar al mercado los mantecados nutritivos. Ese es el valor agregado.

    La iniciativa fue la tabla de salvación de la familia, luego que Edwin Campués fuera despedido del almacén de repuestos en donde trabajaba, en Quito.

    Por ese entones, la pareja tenía dos hijos. Ahora tiene seis.

    Con los 600 000 sucres que recibió de liquidación compraron un congelador, una licuadora, cinco litros de leche y las semillas andinas para elaborar los helados.

    En un cochecito con el que recorrían las calles del centro de Cayambe la pareja inició el negocio. Ahí pusieron en práctica las destrezas que habían adquirido en casa produciendo postres, con ingredientes tradicionales, para alimentar a sus pequeños.

    Nancy Cabascango rememora que así lograron reintroducir en la dieta familiar productos ricos en nutrientes, como la quinua y el amaranto, que sus hijos y sobrinos iban dejando de lado, poco a poco.

    Los helados nutritivos, elaborados con productos tradicionales andinos, tuvieron buena acogida.

    El floreciente negocio les permitió primero arrendar un local en el Mercado Municipal de Cayambe. Luego lo compraron.

    La heladería funciona en el segundo piso, en el local B-017. Ahí, Nancy Cabascango atiende junto a una de sus hijas, de lunes a domingo, de 09:00 a 18:00.

    Luego abrieron una sucursal, que está ubicada en La Y de Tabacundo, a la orilla de la vía Panamericana, junto a la estación de combustibles. En ese lugar, Edwin Campués y su hijo Jefferson, de 16 años, atienden la demanda de los golosos de martes a domingo, de 07:00 a 19:00.

    En los últimos años, el abanico de sabores creció a 22. Los que tienen mayor preferencia son los de quinua, amaranto y mora.

    Cada helado cuesta USD 1,25. Pero si el cliente escoge de dos o más sabores, por cada uno se cobra USD 1. Eso les garantiza ventas de USD 150 diarios.

    Campués, nativo de la parroquia Olmedo, de Cayambe, asegura que el proceso se inicia con la adquisición de las semillas.

    “Compramos los productos agroecológicos de la zona directamente a los campesinos”.
    Luego la materia prima es procesada. Los alimentos como la quinua y el arroz de cebada se trituran en molinos de piedra y se procesan en cocinas de leña. “Eso les da un sabor más delicioso. La idea es que no solo tengan elementos tradicionales, sino que se elabore a la vieja usanza”, explica el emprendedor.

    Se trata de procedimientos que han sido heredados de los pueblos ancestrales. El chaguarmishqui, por ejemplo, se extrae haciendo una perforación en la parte baja del tallo de los pencos de cabuya.

    La savia aflora como un jugo oscuro de sabor dulce, que se cuece con el arroz de cebada. Finalmente el elixir ingresa al congelador.

    Los fabricantes aseguran que el helado de chaguarmishqui es ideal para personas que sufren osteoporosis. También -comentan- previenen la inflamación de la próstata y ayuda a disipar las vías respiratorias congestionadas.

    Esencia Andina está innovando permanentemente los sabores. Quizá por eso sus productos han sido recogidos en varios textos sobre ‘huecas’ tradicionales de la Sierra Norte del país.

    Edwin Campués  es el fundador de este emprendimiento. Él cuenta con la ayuda de su esposa e hijos. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Edwin Campués es el fundador de este emprendimiento. Él cuenta con la ayuda de su esposa e hijos. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES