Etiqueta: andinos

  • Suplementos elaborados con productos andinos

    Redacción Quito

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    Hacer ejercicio es fundamental y se ha vuelto una práctica habitual. Cada vez más personas se unen al mundo ‘fitness’ y parte de su rutina es consumir suplementos de proteínas para mantener una dieta balanceada y mejorar su masa muscular.

    Awá Nutrition es un emprendimiento ecuatoriano que surgió en 2014. Ofrece al mercado una alternativa de suplementos naturales para complementar y equilibrar la dieta en los deportistas y personas que requieran una mayor ingesta de proteínas y vitaminas.

    Felipe Guevara, gerente de este negocio, comenta que vio la oportunidad de emprender al notar que los suplementos nutricionales importados se volvieron muy caros, especialmente para los deportistas que requieren consumir mayores cantidades de proteína.

    La experiencia en empleos anteriores relacionados con nutrición y sus conocimientos en ingeniería de alimentos le permitieron desarrollar una línea natural de suplementos de proteína basada en ‘superalimentos’ andinos como la quinua y el chocho.

    El nombre se inspira en los orígenes ancestrales de las culturas indígenas del Ecuador, además representa sus siglas en inglés Ancestral Wellness of the Andes.

    “Sentí que la marca tenía que representar los orígenes de nuestros superalimentos andinos, debía representar todo lo que el Ecuador puede aportar. Awá también nos permite transmitir en una sola palabra los dos contextos”, dice Guevara.

    La inversión para crear este emprendimiento ha sido permanente. El emprendedor comenta que hasta la fecha han invertido USD 400 000 aproximadamente.

    Esta cantidad se usó para desarrollar todo: desde la investigación y desarrollo del producto, estudio de mercado, marketing, ventas, entre otros requerimientos para consolidar el negocio.

    El equipo principal de Awá Nutrition está formado por cinco personas las cuales están distribuidas en distintas áreas como ventas, marketing, logística, producción y administración.

    El emprendedor menciona que trabajan en alianzas con algunas empresas para temas como nutrición, entrenadores y deportistas para poder alcanzar más público.

    Para la elaboración de estos suplementos nutricionales utilizan alimentos como el chocho y la quinua junto con concentrados de frutas exóticas del Ecuador. Allí son claves los pequeños agricultores que trabajan de manera orgánica; ellos son proveedores. Las frutas más utilizadas en el procesos son mortiño, mora de castilla, uvilla, maracuyá, cacao, naranjilla, entre otras.

    Las frutas se complementan con proteínas veganas no inflamatorias de fácil digestión ricas en vitaminas, antioxidantes, minerales, y probióticos. El propietario menciona que el objetivo de la empresa es elaborar productos naturales, sin ningún químico o sabor artificial.

    En la actualidad, la marca cuenta con dos líneas de productos. La línea Lifestyle Activo está hecha para niños desde los cuatro años hasta gente de la tercera edad que requieren tener una dieta sana y balaceada. Por otro lado, la línea High Performance enfoca en deportistas mayores de 12 años quienes tienen un mayor desgaste físico y requieren más proteínas.

    Christian Palacios, cliente de Awá Nutrition, conoció los productos porque practica deporte y buscaba una proteína diferente. Para Palacios la línea que se adecúa a su rutina es la High Performance. “Consumo todos los días porque aporta a mi cuerpo las proteínas necesarias, yo corro todos los días 10 kilómetros y esta línea me permite mantener mi peso y estado físico”.Awá Nutrition llega a Quito, Guayaquil, Cuenca, Galápagos, etc.

    Felipe Guevara es el gerente General de Awá Nutrition. La meta es internacionalizarse en el corto tiempo
    Felipe Guevara es el gerente General de Awá Nutrition. La meta es internacionalizarse en el corto tiempo. Foto: Cortesía
  • Biotecnología y frutos andinos

    Evelyn Tapia

    Evelyn Tapia (I) redaccion@revistalideres.ec

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    En el cantón Pujilí, en Cotopaxi, unos siete obreros maniobran las máquinas que, gracias a procesos biotecnológicos, transforman mortiño, guayusa, piña, uvilla o maca, en polvos que serán parte de suplementos alimenticios para el mercado ecuatoriano y para exportar a México, Bolivia y Paraguay.

    Xavier Larreátegui cuenta que desde que estudiaba marketing en la universidad soñaba con crear un negocio en el que productos típicos del Ecuador se vendan fuera del país, pero no como materias primas, sino como productos con alto valor agregado.

    Tras casi ocho años de búsqueda de socios, financiamiento y de desarrollo de fórmulas, a finales del 2016 creó Andes Kinkuna.

    Su padre, Lauro Larreátegui ,y Orestes López, un PhD en biotecnología, son socios de este negocio que comenzó fabricando 1 000 productos mensuales y hoy llega a los 20 000.

    Andes Kinkuna facturó USD 1 millón en el 2018 y tiene tres ejes de negocio. El principal es su marca de suplementos alimenticios, Fakulti, que ocupa el 70% de su producción.

    López explica que los productos se fabrican con procesos biotecnológicos, que consisten en incrementar la biodisponibilidad y absorción de las sustancias de origen natural que tienen las materias primas. Desarrollar las fórmulas les tomó varios años y contaron con el apoyo de la Universidad Técnica de Ambato.

    Las Buenas Prácticas de Manufactura se aplican en cada uno de los productos en la empresa   Andes Kinkuna, en su planta de Pujilí. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Las Buenas Prácticas de Manufactura se aplican en cada uno de los productos en la empresa Andes Kinkuna, en su planta de Pujilí. Foto: Galo Paguay / LÍDERES

    Uno de los procesos más importantes se desarrolla dentro de un cilindro con capacidad de procesar 100 kilogramos por hora.

    En este cilindro, que se conoce como ‘spray driver’, se seca la materia prima y se la pulveriza, luego se mezcla con otros insumos en polvo.

    Otra área esencial es la destinada a la hidrólisis del colágeno, que es el producto estrella de la empresa.

    La hidrólisis es un proceso que tradicionalmente se hace con cambios bruscos de temperatura, en el que se introducen moléculas de agua.

    “Nosotros innovamos el proceso y tomamos un extracto de piña, que tiene una enzima que permite que el colágeno sea más hidrolizado, esto permite que el cuerpo lo absorbe mejor”, explica Larreátegui.

    La marca ofrece otros 10 tipos de productos, entre ellos, un suplemento que ayuda a prevenir la infecciones urinarias, a base de mortiño en polvo. Otro de sus suplementos permite estimular el metabolismo y reduce la retención de líquidos. Contiene extracto de piña y chitosán.

    Los productos se venden en farmacias de Corporación GPF, y en locales de Corporación Favorita.

    Marcela Cuñas, gerente financiera, destaca que la marca está reivindicando los productos tradicionales de la alimentación ecuatoriana en el país y dando a conocer su potencial en el mundo. “Estamos generando, además del valor agregado, una conciencia de que como país podemos desarrollar productos de primer nivel para el mercado internacional”.

    El segundo pilar de la empresa es la del servicio de maquila para otras marcas que se exportan a México, Paraguay y Bolivia desde el 2017.

    El tercer pilar comenzará este año, y es la exportación hacia Europa de ingredientes funcionales, como uvilla y mortiño microencapsulado, extracto de guayusa en polvo y el colágeno hidrolizado, que se usarán como materia prima para otros productos.

    Romel Tello es representante de la Asociación de productores de uvilla Asopruv, que desde Salcedo provee de unos 250 kilos mensuales de la fruta a este negocio. Él señala que la fruta es libre de químicos y destaca que los productores practican la técnica de rotación de cultivo para que la fruta sea de mejor calidad. “Desde que comenzamos a trabajar con ellos podemos tener mayor producción y más rentabilidad, el 75% de la producción es para Andes Kinkuna”, añade.

    Este año, la empresa comenzará a vender en EE.UU. dos de sus productos: el colágeno y un té antioxidante de guayusa y mortiño. Lo hará en Amazon y una tienda virtual propia:

    En octubre está previsto exportar ingredientes funcionales a Alemania, gracias a un programa de la Unión Europea y Corpei, que busca impulsar exportaciones de pymes.

    La empresa fue parte de esta iniciativa con el que lograron obtener la certificación HACCP y así contactaron con el programa alemán estatal Import Promotion Desk (IPD), que los seleccionó para comercializar sus productos en ese país.

    Las cifras

    600 mil dólares se requirieron como inversión inicial para emprender el negocio en el 2016. Este año esperan facturar USD 2,5 millones.

    28 empleados forman parte de esta empresa. Además, generan alrededor de 100 empleos indirectos a través de las asociaciones que les proveen materias primas.

    20 000 unidades al mes se elaboran en la planta ubicada en Pujilí. Actualmente la planta está el 30% de su capacidad y puede incrementarse.

    El 70% de la producción de la empresa es para los productos de su marca Fakulti. Este año comenzarán a exportara Europa y a EE.UU. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    El 70% de la producción de la empresa es para los productos de su marca Fakulti. Este año comenzarán a exportara Europa y a EE.UU. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • El rescate de cultivos andinos es su meta

    Cristina Marquez

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    Frutos secos y deshidratados se combinan con amaranto, quinua y avena para convertirse en apetecibles bocadillos con un alto valor nutricional. Kipa tiene en su menú siete productos entre granolas de diferentes sabores, galletas, harinas y amaranto reventado con frutos secos.

    Verónica Cruz, una ingeniera agrónoma apasionada por los cultivos andinos, es la creadora de las recetas y la propietaria de este emprendimiento. Ella investigó y experimentó con su familia cada una de sus creaciones, antes de lanzarlas al mercado.

    Kipa tiene una línea para personas diabéticas endulzada con jícama, un tubérculo andino que estuvo cerca de extinguirse por su poca popularidad en el mercado. También hay productos pensados especialmente para los niños, con trozos grandes de frutas deshidratadas, pasas y cereales.

    Pero los productos más demandados son los de la línea fitness. Se trata de refrigerios sin endulzantes artificiales y con un nivel nutricional tan alto, que equivalen a una ración grande de alimentos. El amaranto reventado con frutos secos, por ejemplo, es uno de los refrigerios más solicitados en las ferias artesanales de Riobamba.

    Los productos cuestan entre USD 1,50 y 2,50, y se comercializan en tres puntos de venta en Riobamba, uno en Quito, en las ferias Yo Prefiero, del Ministerio de Agricultura y Ganadería y envíos a todo el país a través de la página de Facebook Kipa Amaranto.

    Para Mónica Chalán, una de las consumidoras más asiduas de la marca, lo mejor de los productos es el sabor agradable. “Empecé a consumir amaranto porque en mi familia todos tenían problemas digestivos, esos alimentos contienen fibra y nos han dado muy buenos resultados. Compramos granolas, amaranto reventado y colaciones para mi sobrino pequeño”.

    La idea de preparar estos productos saludables surgió en el 2009, cuando Verónica y un grupo de amigos de la carrera de Agronomía decidieron investigar los productos andinos y sus cualidades nutricionales. Sin embargo, meses después cada uno tomó un rumbo diferente y el emprendimiento no se concretó.

    A finales del 2015, Verónica, quien trabajaba como coordinadora nacional del programa de promoción de quinua en el Ministerio de Agricultura y Ganadería, y luego como técnica agrícola de Cervecería Nacional, decidió renunciar para emprender un negocio propio. “Siempre me gustaron los cultivos andinos, son muy saludables y ayudan a mantener la vitalidad y la energía de las personas que los consumen”. Así nació el negocio.

    La adquisición de los cereales andinos es otro aspecto importante. Verónica ofrece capacitaciones a pequeños productores locales, les entrega semilla de buena calidad y cambio recibe el doble de semilla entregada. Además, compra toda la producción.

    Vinicio Torres oferta sus productos a ferias artesanales en Quito. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Vinicio Torres oferta sus productos a ferias artesanales en Quito. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Seis granos andinos se procesan en esta planta

    Redacción Sierra Norte

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    La instalación de una planta procesadora de quinua, chía, amaranto, fréjol, chocho y arveja seca permitió a la Federación de Organizaciones Productores de Granos Andinos de Imbabura y Carchi (Fegrandinos Norte) tender raíces y crecer.

    La firma, constituida en septiembre del 2015, congrega a 400 productores de cinco asociaciones que no solo cultivan los nutritivos productos. Desde octubre pasado seleccionan y empacan los alimentos en las modernas instalaciones, que tienen tanques de acero inoxidable, elevadores, máquinas para la eliminación de las impurezas y para escoger los granos de acuerdo al tamaño y color, entre otros dispositivos.

    Las instalaciones, ubicadas en el sector Monjas del cantón Bolívar, en Carchi, tienen capacidad para procesar una tonelada por hora.

    La construcción y equipamiento de la planta bordea USD 1,1 millones. La mayor parte del financiamiento provino del Proyecto Nacional de Innovación Tecnológica Participativa y Productividad Agrícola (Pitppa) del Ministerio de Agricultura y Ganadería, explica José Cangás, presidente de la Federación. El resto fueron aportes locales de los campesinos.

    Inicialmente se pensó en adquirir una planta procesadora que funciona en Cayambe, en el norte de Pichincha, pero la negociación no prosperó, recuerda Cangás.

    Por eso decidieron empezar de cero. El ente adquirió un predio de USD 5 000 m2 en USD 10 000, en donde funciona actualmente.

    También se pensó instalar en Imbabura, por su posición estratégica. Pero solamente el costo del terreno bordeaba los USD 60 000. Es por eso que la planta procesadora de granos andinos se levantó en Bolívar, cuyo precio era el más accesible del mercado.

    El siguiente paso fue diseñar la factoría, que está ubicada a un costado de la carretera Panamericana E-35. Esto garantiza movilidad para los campesinos que llegan con sus cosechas desde Carchi e Imbabura.

    Antes de la construcción los labriegos visitaron varias piladoras de arroz de Los Ríos y Guayas.
    En Perú, en cambio, recorrieron fábricas especializadas en la construcción de máquinas escarificadoras y mesas densimétricas. Éstas últimas sirven para limpiar y seleccionar los mejores granos.

    Sin embargo, se optó por un separador y una mesa densimétrica de tecnología brasileña. También se adquirió un selector óptico y una empacadora automatizada de procedencia japonesa. Los silos de acero inoxidable son de fabricación nacional.

    La planta carchense posee cinco canales que permiten seleccionar, por ejemplo, los diferentes granos de fréjol de acuerdo al porte y al color. En el Ecuador la mayoría de estas herramientas han sido diseñadas para trabajar con cereales como el arroz y la quinua.

    Pero, en Bolívar se está utilizando para procesar también los otros granos andinos. Ese es el valor agregado de esta planta.

    El diseño de la factoría se realizó de acuerdo a las necesidades de los productores, señala Roberto Godoy, técnico del Pitppa. Él explica que al inicio se planificó solo para quinua, chía y amaranto, pero fue adaptándose también para el fréjol, chocho y arverja, que se produce abundantemente en las parcelas de la Sierra norte.

    Uno de los problemas que no han podido eliminar del todo los campesinos es la variación de precios. El bulto de arverja quantun tierna cayó a USD 8, a pesar que alcanzó los USD 100 a mediados del año. A pesar de ello, la planta procesadora ahora les permite convertir estos granos en semilla y no sacar a pérdida al mercado, comenta Iván Ibujés, presidente de la Asociación de Productores Agropecuarios de Bolívar.

    Un dato extra: la planta no solo está al servicio de los socios de la Federación, sino de todo el que necesite procesar granos.

    José Cangás, presidente de la Federación de Organizaciones Productores de Granos Andinos de Imbabura y Carchi, en la planta. Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES
    José Cangás, presidente de la Federación de Organizaciones Productores de Granos Andinos de Imbabura y Carchi, en la planta. Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES
  • Granos andinos saludables y fáciles de preparar

    Redacción Quito

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    La adversidad los llevó a iniciar un emprendimiento familiar que, hoy en día, conquista los paladares ecuatorianos y del mundo. María Fernanda Illánez es una emprendedora que desde hace cinco años incursionó artesanalmente en la preparación de productos alimenticios saludables y constituyó la empresa Gourmet Andino. “Vendía en ferias y tiendas orgánicas”, cuenta Illánez.

    Junto con su esposo, José Luis Quintero, ideó este negocio ya que, por una serie de alergias que atravesó su hija María Emilia, la familia debió cambiar sus hábitos alimenticios y empezar a consumir productos naturales.

    La oferta, hace tres años, era limitada, por lo cual vieron una oportunidad para crear, de manera masiva, productos sanos con base en diferentes granos andinos, sin conservantes ni aditivos y con azúcares menos procesados.

    Con una inversión aproximada de USD 100 000, en el 2016, los esposos montaron una fábrica, sacaron registros sanitarios y renovaron su imagen para lanzarse oficialmente al mercado.

    Los emprendedores levantaron la planta en la zona de Perucho, al nororiente de Quito, donde también cultivan quinua orgánica.

    Cuando la demanda sobrepasa la producción de materia prima recurren a proveedores, sobre todo aquellos que trabajan en comunidades campesinas.

    Camari es una de las organizaciones que les provee de panela orgánica y también vende los productos. “La mezcla de pastel es el producto estrella”, señala Ximena Freire, responsable de ventas.

    La producción mensual es de entre dos y cinco toneladas.

    En sus inicios, la empresa se dio a conocer en el mercado con unas mezclas de quinua y avena orgánicas para preparar pancakes y pasteles, que hasta ahora las comercializan bajo la marca Cusi.

    También optaron por ofrecer mezclas de platos salados como ‘quinoto’ (risoto de quinua).
    Illánez destaca la practicidad que da Cusi para preparar comida rápida y saludable, sin invertir grandes cantidades de dinero.

    Los empaques son de aproximadamente 300 gramos y cuestan entre USD 3 y 6.
    Para el próximo año, la oferta se ampliará con trigo serraceno y semillas de cáñamo.
    Actualmente, los productos de Cusi se encuentran a la venta en grandes cadenas de supermercados y tiendas orgánicas.

    Desde que Superfoods Ecuador abrió sus puertas a finales del 2015, ha comercializado la variada oferta de la empresa Gourmet Andino.

    Gizella Greene, gerenta general del negocio, señala que Cusi es uno de los productos más aceptados por sus clientes.

    Además, en el restaurante de la tienda, Greene utiliza las mezclas para la línea de pastelería y para preparar ensaladas. El almacén recomienda a sus compradores estos productos por su valor nutricional y sus variedades.

    Las mezclas Cusi también se comercializan en tiendas de EE.UU. y Europa. En el 2018 participarán en ferias comerciales en países como Alemania.

    Para finales de este año la empresa de alimentos espera una facturación de USD 110 000.
    Como una estrategia para promocionar sus productos, Quintero e Illánez trabajan conjuntamente con ‘influencers’, principalmente los que se dedican a temas de cocina y salud.
    Gracias a este tipo de publicidad hoy tienen más de 8 000 seguidores en Facebook e Instagram.

    Con una inversión aproximada de USD 100 000, en el 2016, los esposos montaron una fábrica, sacaron registros sanitarios y renovaron su imagen
    Con una inversión aproximada de USD 100 000, en el 2016, los esposos montaron una fábrica, sacaron registros sanitarios y renovaron su imagen
  • Los granos andinos van recuperando terreno

    Redacción Líderes

    En las montañas de los Andes, por centenares de años, se ha conservado la herencia de los incas: los granos andinos.

    En Ecuador, comunidades de Imbabura, Cotopaxi, Chimborazo, Bolívar y Cañar se dedican al cultivo de chocho, quinua y amaranto. “Para los productores de agricultura familiar campesina de la Sierra Centro, siempre han sido importantes estos cultivos”, enfatiza Nelson Mazón, responsable del Programa de Leguminosas y Granos Andinos del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Iniap).
    Esta entidad empezó el rescate de semillas desde la década de los 80, con el apoyo de productores locales. En los años 90 se revaloró el poder nutricional de los granos y se hicieron investigaciones para generar variedades mejoradas de quinua y de amaranto.
    Es en este siglo, que la popularidad de granos andinos crece, principalmente en el 2013, año de la quinua declarado por la ONU.
    El amaranto no ha tenido la misma suerte, pese a ser un grano ancestral, no es muy consumido en el país y su producción es mínima. Pero el Iniap augura un buen futuro por su adaptación a los suelos y por su valor nutricional.
    En cuanto a la ocupación de terrenos de cultivos no existen cifras oficiales respecto del amaranto. Datos del Iniap señalan que los cultivos de chocho actualmente ocupan alrededor de 10 000 hectáreas (ha) y los de quinua, 2 000 ha; cifras que se han duplicado en la última década.
    En Ecuador, el consumo promedio anual de quinua es de una libra por persona; según Mazón, si esta cifra se duplicara, podría crecer el cultivo entre 6 000 y 8 000 ha.
    El grano de mayor aceptación en Ecuador es el chocho, por lo cual tiene el costo más alto; le sigue el amaranto y en último lugar la quinua (ver gráfico).
    La Corporación de Productores de Leguminosas y Granos Andinos Pueblo Puruhá (Corpopuruwa) en Chimborazo se dedica a la producción de granos andinos, principalmente de chochos y quinua, para el consumo familiar y comercialización local. Al año cultiva alrededor de 2 000 ha de chochos y exportan quinua convencional y orgánica a EE.UU.
    Actualmente, la asociación de 60 productores es parte de un proyecto de industrialización de la Universidad Nacional de Chimborazo (Unach); además trabaja en la implementación de un centro de acopio, como afirma el dirigente Julio Bravo.
    Por su parte, la Asociación de Productores de Cañar, desde el 2008, retomó el cultivo de granos andinos como chocho, quinua y amaranto. Los productores de 25 comunidades no se conformaron con cultivar, sino que decidieron dar un valor agregado a su trabajo. Hoy en día, ofrecen quinua perlada, distribuyen chochos a comerciantes de Cañar y de Alausí y ­elaboran barras energéticas de amaranto.
    El presidente del gremio, Nicolás Pichazaco, explica que los agricultores que trabajan con granos andinos necesitan una mejor maquinaria para reducir costos de producción y así también obtener el registro sanitario.
    Otros emprendimientos nacionales, a mayor escala, también han surgido a partir del crecimiento de la producción de estos granos. Uno de ellos es Cereales Andinos, que tiene 11 años de ­existencia. Esta empresa apostó por la elaboración de productos a base de quinua.
    Esteban Tapia, vicepresidente de Cereales Andinos, considera que factores como el aumento de la producción local, la tecnología y la difusión de los beneficios han sido de provecho para las industrias. En el caso específico de su producto emblema: Quinoa Crunch, la producción pasó de un crecimiento de 3,3% en el 2015 a 38% en el 2016 y se estima que este año el porcentaje supere el 70%, por la adquisición de maquinaria industrial importada para la producción, así como de una empacadora automática.
    Actualmente, la producción e industrialización de granos andinos tiene el desafío de ganar espacio en el mercado local y expandirse a nivel internacional. Es por eso que Cereales Andinos tiene como objetivo exportar sus productos en 2018.
    El productor Nicolás Pichazaco considera importante incentivar a las comunidades a la diversi­ficación de cultivos y a ver la ­agricultura como una oportunidad de desarrollo.

    Cereales Andinos es una empresa ecuatoriana que elabora productos a base de quinua. Sus directivos reconocen que el consumo local se incrementa poco a poco. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    Cereales Andinos es una empresa ecuatoriana que elabora productos a base de quinua. Sus directivos reconocen que el consumo local se incrementa poco a poco. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • Se expande con granos andinos

    Mayra Pacheco. (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    El afán por rescatar los alimentos andinos motivó a Nelly Moreno, gerenta de la procesadora de Alimentos Gramolino, a aliarse con comunidades indígenas del país. Esta unión, que se concretó en el 2002, le ayudó a fortalecer la presencia de la quinua, el morocho, los chochos, los fréjoles, el garbanzo, el maíz, la lenteja y -ocho años después- el amaranto, en la mesa de las personas.

    Estos productos se ofrecen en granos, harinas y desde el año anterior, se cuenta con una bebida natural hecha con amaranto, uvilla y maracuyá. Esta se ofrece en envases de tetrapark.
    La selección y procesamiento de los granos se realiza en la planta ubicada en Tumbaco. Ahí, los trabajadores retiran las impurezas que existen en estos cereales, los muelen, de ser el caso, y luego se coloca en empaques para ser distribuidos. La bebida, en cambio, se hace con la empresa Lechera Andina S. A. del Ecuador.

    Para preparar estos productos, Gramolino se abastece de la producción de comunidades indígenas. Se trabaja con Mamamurucuna, Santa Rosa de Chalguayacu, Sumak Mikuy, Asociación de Rescate de Cultivos de Poalo, y otros productores particulares. En total son siete proveedores. Al inicio empezaron con dos.

    Con estas organizaciones se aplica una modalidad de comercio justo y los agricultores son retribuidos de manera equitativa. La idea es incentivar a la gente a seguir trabajando en el campo.

    Verónica Acosta, representante de Sumak Mikuy, menciona que comunidades indígenas de Cotacachi, en Imbabura, proveen anualmente 50 kilos de amaranto, 2 000 kilos de maracuyá y 1 000 kilos de uvilla.

    Además de motivar a que los agricultores produzcan, Gramolino busca que las personas incluyan alimentos nutritivos en su dieta. Moreno asegura que estos son buenos para la salud.
    De hecho, la experiencia que tuvo la gerente de esta empacadora le impulsó a incluir el amaranto en su línea de negocio en el 2010.

    Entonces, un diagnóstico médico refirió que Moreno tenía una inflamación en el cerebro que afectó a la producción de una hormona llamada serotonina, que contribuye a aliviar el estado de ánimo. Para su recuperación, su médico le recomendó dormir, pero los cuidados que requería su hijo Pedro José y la atención que demandaba su empresa le obligaron a buscar otras alternativas.

    Tras revisar información descubrió que el amaranto tiene un aminoácido que ayuda a producir serotonina, Así, este seudocereal se convirtió en el principal ingrediente de su dieta.
    Su madre, Nelly Peralta, incluía amaranto en la sopa, el arroz, postres y hasta en los jugos. Este tratamiento dio resultado y a los seis meses, la gerente de Gramolino se recuperó totalmente. “Mi mamá es quien comenzó con esta idea”, comenta Nelly Moreno.

    Al comprobar los resultados, Gramolino decidió incluir este seudocereal para compartir con otros las bondades del amaranto. Al igual que el resto de los granos, este se vende entero y en harina. Estos productos vienen en cajas que contienen entre 200 gramos y 250 gramos. Estos se comercializan en supermercados del país.

    Una vez que el amaranto en grano y harina tuvo acogida, Gramolino decidió innovar e industrializar la bebida de amaranto que preparaba Peralta, por recomendación de José Muñiz, gerente de comercialización de Tía.

    Para conseguir apoyo para este proyecto, Moreno visitó a los representantes de Tetrapark con una jarra de bebida de amaranto, uvilla y maracuyá y les convenció. La preparación y envasado se hace con Lechera Andina S. A, desde el 2016. El producto se llama Amati y viene en una presentación de 200 mililitros. Cuesta USD 1,25.

    Este producto este ha tenido aceptación en cadenas como Supermaxi, Fybeca, Medicity, Punto Natural, así como en tiendas especializadas en ‘súper foods’ y en el menú de instituciones educativas. Además es ofrecida en sitios turísticos como el hotel NapoWildlife, en el Tren Ecuador, en Sachaji, y está negociación con el hotel Gran Guayaquil y aerolíneas.

    Jiovany Rivadeneyra, representante de la comunidad Kichwa Añangu, menciona que Amati es parte del ‘box lunch’ de los turistas que visitan los hoteles que administra esta asociación en el parque Yasuní, desde hace un mes. Este fue elegido, porque es natural. En promedio se compran 400 bebidas cada mes. “Es muy bueno”.

    Gramolino trabaja también para exportar la bebida de Amaranto e incluir nuevos productos: snacks de frutas con amaranto y arroz con amaranto.

    La gerenta
    Nelly Moreno

    Por lo general, al inicio los emprendedores gastan mucho en maquinaría, pero hay otras empresas que a veces tienen estos equipos parados sin producir la mitad del tiempo o más. Entonces, una manera de optimizar costos y de ayudar a otro con sus costos fijos es hacer alianzas. Así hemos roto esquemas, Amati siendo un producto de una Mipymes se comercializa en un envase Tetrapark. Esta se produce en la planta de una empresa que tiene trayectoria.

    En la Procesadora de Alimentos Gramolino, ubicada en Tumbaco, se selecciona los granos y luego se los empaca para distribuirlos a tiendas y supermercados del país. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    En la Procesadora de Alimentos Gramolino, ubicada en Tumbaco, se selecciona los granos y luego se los empaca para distribuirlos a tiendas y supermercados del país. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Zapatos andinos se fabrican en Chibuleo

    Modesto Moreta

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    La moda en sandalias para este verano la impone Sisay (Florecimiento en español).
    Esta Asociación integrada por ocho mujeres indígenas de la comunidad Chibuleo, de la parroquia Juan Benigno Vela del cantón Ambato, en Tungurahua, puso en el mercado sus nuevos diseños con contenidos andinos.

    La nueva colección comprende el uso de materiales autóctonos como los tejidos con lana de borrego, realizados en telares o bordados a mano con cabuya. La combinación perfecta de los colores azul, celeste, amarillo, verde, rojo, café, negro o simplemente en negro o café, hace que la nueva tendencia para la mujer tenga ­demanda en el mercado nacional e internacional.

    En los tejidos, los artesanos representan símbolos gráficos como la chacana o cruz andina, el churo, animales como el colibrí, la llama, el cóndor, las montañas, los ríos… que atrae a los turistas extranjeros y la chicas de las diversas comunidades de Pilahuín, Otavalo, Quisapincha y Salasaka.

    El emprendimiento inició su historia en el 2013, con una inversión de USD 3 000. Con los recursos se compró maquinaria, materia prima, hormas, pegamentos y más. Silvia Charco, presidenta de la Asociación, cuenta que se dedicaban a bordar blusas con contenidos interculturales, pero luego decidieron incursionar en la confección de calzado con características andinas.

    La agrupación en sus inicios elaboró dos docenas de pares. Las prendas las promocionaron en la Feria Internacional de Calzado, en Quito, a donde fueron invitados en el 2015. “El diseño llamó la atención y eso nos ayudó poco a poco abrir el mercado, especialmente extranjero, puesto que actualmente exportamos en forma indirecta a través de los migrantes que viven en Australia y Estados Unidos”, cuenta Charco.

    En la actualidad producen 150 pares mensuales y da trabajo a 10 personas, incluidas las mujeres que tejen y bordan en el taller ubicado en la comunidad San Luis de Chibuleo. Los ingresos mensuales bordean los USD 2 500.

    La emprendedora dice que en los cuatro años lograron colocar en el mercado 46 diseños de calzado. La más reciente colección son seis modelos en sandalias, zapatos de taco, muñecas, plataformas de corcho. Además, mocasines, casual y botines para hombre.

    El propósito de la agrupación con los nuevos diseños de verano es que las jóvenes vistan esta prenda estilizada, moderna y elegante, que no pierde la esencia cultural de los pueblos indígenas.

    “Mantenemos los saberes y la identidad del pueblo Chibuleo a través del uso de las figuras como la llama, el taita Inti (Padre Sol), el colibrí, la dualidad de la pareja, la chacana y el churo que es lo que nos identifica”, Juan Quisintuña miembros de la asociación.

    Quisintuña también es el creativo del grupo y quien constantemente busca nuevos diseños. Explica que la combinación de los colores y las figuras plasmadas en los tejidos de los tapices es el principal atractivo del calzado andino. “Es un zapato cómodo, elegante y que combina con el atuendo tradicional de la mujer, compuesto por un anaco negro, rebozo morado y blusa blanca con bordados”.

    Explica que por la complejidad de los diseños tarda hasta dos días en tejerse las tiras que componen la sandalia en los telares.

    Desde hace dos años, Henry Muenala comercializa los productos de la Asociación Sisay en Estados Unidos. Su taller está en Otavalo, Imbabura. Él cuenta que la calidad y los diseños novedosos del producto hicieron que tuvieran aceptación en el mercado internacional, aunque la crisis hizo que bajaran las ventas. En el momento se venden 50 pares al mes. “Los colores combinan con la vestimenta, eso atrae a los compradores, especialmente extranjeros”.

    En la actualidad hay ventas, pero la difícil situación económica hizo que se redujeran las ventas. En todo caso estamos comercializando en el extranjero y a los turistas que llegan. Además, a las chicas de las comunidades y pueblos indígenas les gustan los diseños.

    Las mujeres de la comunidad Chibuleo confeccionan zapatos, sandalias, de taco para el hombre y la mujer. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
    Las mujeres de la comunidad Chibuleo confeccionan zapatos, sandalias, de taco para el hombre y la mujer. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
  • Kay Textiles innova con diseños andinos

    Jose Luís Rosales

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    Cuando el otavaleño Miguel Ramírez viajaba como músico por Estados Unidos, Europa y Asia, siempre le gustaba observar los diseños de artesanías locales.

    Luego de varias temporadas, de ir y volver junto con otros músicos andinos, eligió dejar los viajes y quedarse en Otavalo.

    Una de las razones fue que decidió casarse. Su esposa es Tamia Lema y su suegro, Pacho Lema, es uno de los artesanos más reconocidos por el aporte al desarrollo textil de esta localidad.

    Hace cuatro años, la joven pareja de emprendedores decidió instalar la factoría Kay Textiles, que en español significa (Esencia). La firma lleva el nombre del segundo de los tres hijos.
    La empresa se especializa en la confección de tejidos en yacares con iconografía de pueblos ancestrales, pero con modelos contemporáneos, explica Ramírez.

    “Mi propuesta es fusionar los íconos de otras culturas con los nuestros para ofrecer nuevos diseños”, afirma el emprendedor.

    Por eso, en febrero pasado, Kay Textiles recibió un certificado por parte de la Fundación Sinchi Sacha por destacarse en el uso y apropiación del patrimonio iconográfico del Ecuador antiguo para la innovación de productos artesanales con identidad.

    La distinción es por el exitoso proceso de innovación en el diseño de las telas con identidad cultural, comenta Juan Martínez, titular de la entidad.

    Previamente, Sinchi Sacha brindó una capacitación a estos artesanos en torno a la simbología ancestral. Esto ha contribuido a cambiar la matriz del diseño de los productos que se ofrecen en la feria de Otavalo (Mercado de Ponchos), asegura Martínez.

    “Miguel con una facilidad extraordinaria logra crear íconos de las culturas milenarias. Posee cientos de diseños. La mayoría son exclusivos”, dice el vocero de Sinchi Sacha.

    Los esbozos y la calidad de las telas son la estrategia para captar mercado. Entre los clientes de Kay Textiles están unos 20 talleres que elaboran mochilas, carteras, billeteras… La mayoría son de Otavalo, pero también hay de Quito y Ambato.

    La materia prima se produce en la planta textil, ubicada en la parroquia de San Roque, en el vecino cantón Antonio Ante.

    En esta especie de minicoliseo operan tres modernas máquinas tejedoras, que fueron traídas de Europa. En los aparatos invirtieron USD 180 000.

    Ramírez es el encargado del funcionamiento y mantenimiento de la planta industrial.
    Kay prácticamente es una empresa familiar. Tamia Lema, en cambio, administra el almacén que funciona en Otavalo.

    Ella señala que cada semana sacan nuevos colores y diseños de telas. También, fabrican cobijas con símbolos precolombinos.

    Los productos tienen una alta demanda. De febrero a junio, que es la temporada alta, producen entre 2 500 a 3 000 metros de tela, cada mes. Además, 2 400 metros mensuales, de cobijas. Aclara que la maquinaria, que hoy opera de 07:00 a 19:00, tiene una mayor capacidad de producción.

    La textilera también ha incursionado en la elaboración de alfombras, pero solo bajo pedido. Cada metro lo vende en USD 40.

    Por las limitaciones que hay en el mercado para adquirir hilos la mayoría se produce en fibras acrílicas. Aunque si el cliente solicita también se entrega en algodón o lana, aunque los costos aumentan.

    Otra de las innovaciones de este negocio es que también reproducen diseños que llevan los clientes. Lema indica que respetan los derechos de autor.

    Pese a que la mayoría de clientes visita el almacén, también realizan negocios vía correo electrónico o redes sociales.

    Los últimos modelos se promocionan principalmente por la cuenta Facebook Kay Textiles.
    Otras de las formas de darse a conocer son las ferias. Una de las últimas fue la exposición Thapachakuy (Recogiendo la paja), artesanías, arte y diseño, que se efectuó en el club Jacarandá, en Quito, el 11 de diciembre.

    El grupo Thapachakuy congrega a los 60 artesanos más destacados a escala nacional, explica Ivonne Durán, líder del proyecto. “Se tratan de productos de alta calidad, algunos han sido reconocidos internacionalmente”.

    Los esposos Tamia Lema y Miguel Ramírez impulsan esta iniciativa que siempre ofrece nuevos diseños. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Los esposos Tamia Lema y Miguel Ramírez impulsan esta iniciativa que siempre ofrece nuevos diseños. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
  • Los cereales andinos alimentan un proyecto

    Redacción Cuenca

    Galletas de chocho, máchica y avena son la propuesta de cinco estudiantes de la Universidad de Cuenca. Estos jóvenes estudian Nutrición y Dietética y cursan noveno ciclo.

    Las integrantes del equipo son: Cisne Montenegro, María Paula Idrovo, María José Jarrín, Andrea Pesántez y Diana Sánchez. Ellas apostaron por esta iniciativa mientras cursaban, el semestre pasado, la cátedra de emprendimiento en esa institución de educación superior.

    En marzo pasado, las estudiantes iniciaron la elaboración del plan de negocios, las estrategias comerciales y el mercadeo. También desarrollaron la receta para estandarizar el sabor de las galletas. Es decir, que lleven la misma cantidad de huevos, azúcar, mantequilla y cereales andinos, para que no cambie el sabor.

    Para la profesora de la cátedra de emprendimiento de la Universidad de Cuenca, Ivonne Morales, esta iniciativa tiene dos ejes fuertes. El primero es la innovación, ya que es un producto nutritivo y rico que rescata los cereales andinos. El segundo es que el proyecto dinamiza la demanda de chocho, máchica y avena. Lo más importante para Morales es que este ‘snack’ saludable está enfocado en los niños para que mejoren su alimentación.

    La directora de Life Center, Janeth Rodríguez, indica que estas iniciativas para rescatar los cereales andinos son favorables para mejorar la nutrición. La máchica, el chocho y la avena son cereales que regulan la digestión, asegura.

    Para Montenegro, este emprendimiento fue el primer paso para conocer cómo se estructura un negocio. Con sus compañeras tiene la expectativa de comercializar las galletas. Según ella es viable, porque las madres buscan opciones saludables para dar a sus hijos.

    Nukigalletas es el nombre de este ‘snack’. Según Montenegro, surgió en una conversación con sus compañeras y les llamó la atención porque es atractivo para los menores.

    Asimismo, diseñaron la etiqueta en la que destacan las tonalidades fucsia, azul y amarillo. “El objetivo es que el sabor y la etiqueta atraigan a los niños. Mientras sus madres están tranquilas porque consumen un producto nutritivo”.

    El proceso tomó casi medio año. Durante cinco meses, las cinco jóvenes trabajaron en el proyecto en sus horas libres. Se reunían los viernes y los sábados durante tres horas para diseñar las estrategias de comercialización y mercadeo.

    Morales se refiere al proyecto como uno de los mejores de los 15 que observó durante su cátedra de emprendimiento. La razón es que Montenegro y sus compañeras están comprometidas con mejorar la cultura nutricional. “Nukigalletas es su forma de mostrar el compromiso que tienen con la sociedad”.

    El pasado 25 de julio, estas emprendedoras exhibieron su proyecto en una feria en la Universidad de Cuenca. Diana Gutiérrez asistió al evento y le gustó la propuesta de Nukigalletas porque es una alternativa saludable para los niños.

    Por la reacción de los asistentes a la feria, Montenegro y sus compañeras están decididas a continuar con su emprendimiento. Según cálculos requieren cerca de USD 7 000 para adquirir un horno semi-industrial y moldes para hornear el producto. Tienen previsto analizar el mercado y a finales de este año invertir ese dinero para hacer realidad el proyecto.

    Para Morales, este es un producto que demanda el mercado cuencano.