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  • Estudiantes apoyan un plan en favor del manglar

    Marcel Bonilla

    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    Cuarenta estudiantes de la carrera de Gestión ambiental de la Universidad Católica de Esmeraldas (Pucese) trabajan en el proyecto sustentable del manglar. Ellos cuentan con el apoyo de alrededor de 200 personas de cinco organizaciones del cantón Muisne.

    Asopesmar, Asopesanjocha, Asopesbunche, Asociación de producción pesquera Río Sálima y Asosertuvista (Asociación de Servicios Turísticos Bellavista), son parte del proceso desde hace dos años, a raíz del terremoto de abril del 2016 que afectó principalmente a Esmeraldas y Manabí.

    El proyecto tiene dos componentes: uno relacionado con el cuidado del manglar, y el segundo implica la ejecución de un estudio sobre variables pesquera en el cantón Muisne.

    El objetivo del trabajo es fortalecer las capacidades de las comunidades dedicadas a la extracción de la concha y pesca artesanal. Los estudiantes y sus colaboradores han aprendido a llenar los informes semestrales del trabajo que realizan sobre el cuidado del manglar.

    Los alumnos del séptimo ciclo de Gestión ambiental, con la ayuda de sus profesores, apoyan con asistencia técnica en comunidades que tienen áreas de manglar bajo su cuidado.
    El trabajo lo realizan los fines de semana dependiendo del cronograma de actividades que tenga cada una de las asociaciones de concheras, cuyos integrantes recibieron capacitación sobre la adecuada comercialización del producto.

    Los estudiantes también han participado del procesamiento de muestras, como parte de un estudio sobre recursos pesqueros, que se realiza con dos asociaciones de pescadores de la parroquia San José de Chamanga y Pedro Carbo.

    Sergio Ferney, uno de los alumnos que ha colaborado en este proceso de obtención de muestras de peces y conchas, dice que el aporte de sus compañeros de aula ha servido para identificar los problemas en las citadas comunidades y proponer alternativas.

    Este proyecto se articula con representantes de la cooperación alemana GIZ, que financia su ejecución con USD 43 000. El organismo también facilita a tres de sus técnicos para que trabajen con los 40 estudiantes y cinco docentes de la Pucese.

    Verónica Vernaza, catedrática de la universidad, explica que las concheras han realizado cursos de manejo de sistemas GPS, redacción de informes con una guía redactada por la Universidad, para que puedan denunciar en caso de tala de manglar.

    Las mujeres no solo extraen la concha, sino que la preparan y han sido ganadoras en tres ocasiones en concursos gastronómicos fuera de la provincia de Esmeraldas.
    Con ellas se hicieron croquetas y hamburguesas de pescado. En Asopesmar, de Pedro Carbo, cuentan con productos del mar empacados al vacío con su marca Red-Mangle-Muisne, y han empezado a comercializar a través de su centro de acopio.

    Sus 38 integrantes aprendieron a vender sus productos del mar y manglar, con la ayuda de la Universidad Católica de Esmeraldas, explica, Ramón Zambrano, represente legal de Asopesmar.

    Eduardo Rebolledo, catedrático de la Pucese se encargó del componente pesca con dos asociaciones de pescadores de Chamanga y Pedro Carbo, con los que se estimó las estadísticas y la oferta natural de recursos que tiene el sur de Muisne.

    Mientras un equipo de la universidad trabajaba en la obtención de las estadísticas, otro equipo de la GIZ buscaba en Quito el mercado para colocar la producción y evitar a los comerciantes intermediarios, que se llevan en ganancia el 75% del producto.

    Por eso se hizo un diagnóstico de registro pesquero que duró tres meses el año anterior, con el apoyo de los pescadores que debían llenar fichas sobre especies y tamaño del producto.

    El resultado determinó que en el sur se pescan 92 recursos distintos dentro del estuario Cojimíes. El recurso objetivo es el camarón y se pescaba más camarón hacia Chamanga que a Pedro Carbo, con el uso de mallas electrónicas Estas mallas fueron sometidas a un estudio con la finalidad de establecer cuál era la más adecuada para la captura de peces y camarón, con un menor impacto ambiental para las especies marinas.

    Estudiantes de la universidad y miembros de asociaciones trabajan en la zona del manglar levantando información
    Estudiantes de la universidad y miembros de asociaciones trabajan en la zona del manglar levantando información. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Empresas apoyan la carrera de 52 alumnos

    Giovanni Astudillo (i) 
    redacción@revistalideres.ec

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    En el Centro de Tecnología Industrial de la Universidad Politécnica Salesiana, en el sur de Cuenca, 26 personas estudian mecánica industrial y otras 26 aprenden electricidad con el apoyo de 12 empresas azuayas.

    Son parte del proyecto Alianza para la Formación Profesional, que impulsa el Gobierno alemán y que tiene el respaldo de las cámaras de Industrias y Comercio Ecuatoriano-Alemana y de Industrias, Producción y Empleo de Cuenca. Hoy iniciarán el segundo de los cinco semestres que deben cursar para lograr la certificación.

    La formación dual consiste en combinar la teoría y la práctica a través del modelo ‘aprender haciendo’. Es decir, sus lugares de aprendizaje son los centros de capacitación y las empresas.

    La intención es formar a profesionales que aprenderán lo que las industrias necesitan, señala la austriaca, Ingrid Portenkirchner, quien es representante de Formación Profesional de la Cámara alemana y asesora del Programa de Formación Dual.

    Roberto Maldonado, presidente del Grupo Colineal, coincide con ese criterio. Según él, apoyaron esta iniciativa apadrinando a cuatro estudiantes, porque tienen buena experiencia al trabajar con personal que estudió y practicó a la vez. “Esta formación es beneficiosa para todos, porque las industrias tienen personal calificado y la gente accede a un trabajo”.

    Colineal apoya este programa con otras empresas como Cartopel, Graiman, Fibroacero, Rialto, Plásticos Rival, Pasamanería Tosi, Cósmica, Induglob (Indurama), Continental Tire Andina, Inmeplast y Vías del Austro.

    Según Portenkirchner, este programa dual se aplica en el Ecuador desde hace más de 25 años con la formación de tecnólogos en administración trilingües, que se realiza entre el Colegio Alemán y la Cámara alemana.

    Y desde hace 10 años se aplica a nivel universitario con la Universidad de Cuenca y hay 150 egresados. En la actualidad, dice Portenkirchner, se implementan programas de formación técnica de acuerdo con las necesidades de las empresas ecuatorianas.

    El proyecto también se realizó en Quito, Guayaquil y Manta con el apoyo de 35 firmas. En esta última urbe se dictó mecánica y operación de máquinas envasadoras y cerradoras para el sector atunero. En Guayaquil, la especialización giró en torno a la industria plástica y en Quito, en el desarrollo de software. Son 77 alumnos.

    Portenkirchner señala que el éxito del programa se mide con la calidad de los profesionales en la ejecución de procesos. Además, tienen un indicador que mide cuántas empresas realizan una oferta de trabajo a los alumnos después de haberlos formado. “Los índices van entre el 80 y 90% en el Ecuador. En las negociaciones no siempre se concreta, pero eso depende de otros factores”.

    La experta austriaca capacitó en Cuenca a inicios de este mes a los tutores de las empresas para garantizar la formación práctica. Ellos, a más de tener el conocimiento técnico, necesitan herramientas pedagógicas y didácticas para llegar a los estudiantes.

    Este sistema dual se inició en Alemania y es el pilar de formación de la población para la industria, según Portenkirchner. “Más del 60% de los jóvenes pasan por la propuesta dual que ayuda a mantener la productividad y competitividad”. En Latinoamérica se aplica en México, Perú, Ecuador, Colombia, Chile, Argentina y Brasil, entre otros países.

    Para Nelson Jara, coordinador del programa en Cuenca por la Politécnica Salesiana, durante el primer semestre se logró que los 52 alumnos tengan una formación básica, conocimiento tecnológico y una destreza inicial en el manejo de máquinas y herramientas, instalaciones eléctricas… En este ciclo, ellos ya estuvieron durante dos semanas en las industrias.

    En el segundo semestre se ofertarán nueve asignaturas para mecánica y 10 para electricidad industrial. Entre otras, matemáticas, programación, seguridad industrial, ensamblado de equipos, montajes de redes eléctricas, inglés, programación, dibujo mecánico, fabricación de módulos.

    Al final del ciclo, en agosto próximo, se realizarán prácticas durante dos semanas con 80 horas de trabajo en total. Desde el tercer ciclo, los alumnos asistirán tres días a la semana a las industrias y dos a la universidad durante 12 o 14 semanas. Posteriormente, estarán a tiempo completo en las fábricas.

    Esa dinámica se mantendrá hasta el quinto semestre, que se cerrará con un examen final de certificación alemana y la presentación de un proyecto que será calificado por la universidad y que solucionará un problema puntual de las industrias que los apoyaron.

    Esa formación atrajo a la lojana Diana Cango, de 19 años, quien estudia electricidad y fue escogida por Induglob. Ella quiere aprender de forma práctica para tener un buen empleo.

    La lojana Diana Cango, de 19 años, y el azuayo Israel Marín, de 18, siguen electricidad en el Centro de Tecnología Industrial de la Politécnica Salesiana. Foto: Xavier Caivinagua /LÍDERES
    La lojana Diana Cango, de 19 años, y el azuayo Israel Marín, de 18, siguen electricidad en el Centro de Tecnología Industrial de la Politécnica Salesiana. Foto: Xavier Caivinagua /LÍDERES
  • En su software se apoyan colegios y pymes

    Redacción Quito

    Marco Jarrín se propuso en el 2001 crear una empresa en donde se diseñarán programas informáticos administrativos, acordes con las necesidades de cada empresa. En ese entonces tenía el apoyo de tres programadoras que junto a él realizaban trabajos para el sector privado. En el 2003 fundó oficialmente la firma Omnifsoft.

    Dos años antes, invirtió USD 2 000 en computadoras y escritorios, además rentaba una oficina en el norte de Quito. En el 2003 trabajaban 25 personas, entre técnicos y administrativos.

    A finales del 2003, este negocio desarrolló un software para administración de tareas financieras y de administración de registros para colegios. Así, un centro educativo podía llevar virtualmente su contabilidad, gestión de recursos humanos, inventarios, pago de pensiones…

    Lo singular de esta Red Educativa Virtual -como la llama Jarrín y que permitía subir fotos, cargar syllabus, registrar tareas, calificaciones y evaluaciones– es que facilitaba la interacción virtual entre profesores y padres de familia y entre profesores y alumnos.

    «Fue un prototipo de red social que permitía la comunicación entre los miembros de la institución, permitía la comunicación de docentes con representantes y alumnos con una restricción: no se permitía la interacción entre los mismos estudiantes para evitar que la herramienta se utilice con otros fines».

    En el 2004 se bautizó a esta herramienta como Academium, y su primer cliente fue el Colegio Intisana, en donde aún lo utilizan. De ahí lo recomendaron a entidades de la comunidad jesuita, que instalaron el Academium en los colegios San Gabriel y Gonzaga; San Felipe, en Riobamba; Unidad Educativa Javier, en Guayaquil y Cristo Rey, en Portoviejo.

    En el 2009, 21 colegios De la Salle solicitaron el producto. César Rivadeneira, su asesor informático, asegura que con el Academium se facilitaron los procesos de matrícula en la institución. «Antes era necesaria una fila para la inscripción del alumno en la Secretaría y luego otra en la Colecturía para el pago de la matrícula. Ahora todo se hace por Internet».

    Como todo software nuevo en una institución requiere tiempo para que los usuarios lo manejen con pericia. Por ello, Omnisoft también se encarga de la capacitación del personal y del seguimiento en la implementación del sistema.

    «Tres meses es un tiempo prudente para que los trabajadores conozcan un sistema informático nuevo. El software es el que tiene que adaptarse a las necesidades de la empresa y no los empleados al programa», argumenta Jarrín.

    Paralelo al Academium, Omnisoft desarrolló el programa Ingenium, para la administración de las pymes. Este programa permite a los negocios llevar su contabilidad, un registro de compras y ventas, activos, inventarios, etc.

    Este producto se lanzó en el 2010 y actualmente está instalado en 15 pymes, como el Castillo de Amaguaña. Julia Redín, contadora de ese complejo turístico, asegura que antes de utilizar el Ingenium utilizaban un software para cada necesidad. «Teníamos uno para tributación, otro para RR.HH., otro para inventario… Con el Ingenium simplificamos el trabajo a un solo sistema».

    Ese mismo año la empresa dio un giro, antes vendían el software a cada empresa ahora lo rentan de manera virtual; es decir, el acceso ahora es por Internet y la empresa paga entre USD 25 y 300 al mes. «El costo varía dependiendo de los requerimiento de la empresa».

    El software

    El costo.  El desarrollo de Academium requirió una inversión de USD 40 000, y el de Ingenium, USD 30 000.

    La personalización.  Cada empresa o institución educativa puede incluir en el software sus propios sellos, formatos de factura, logotipos institucionales…