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  • Aquí aprovechan la basura para brindar ayuda social

    Redacción Quito

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    Cierta basura que se genera día a día en la ciudad es una fuente de ingresos para la Fundación Hermano Miguel. Esta entidad privada sin fines de lucro, a través del programa Yo Reciclo recolecta productos reutilizables para financiar parte de sus proyectos.

    La iniciativa para aprovechar estos recursos surgió hace seis años. El propósito era buscar un mecanismo de autogestión. Antes la fundación, que tiene 34 años de historia, se financiaba mediante donaciones, el costo de las consultas y un bingo. Pero este último dejó de organizarse.

    Para seguir cubriendo los costos que representa atender a alrededor de 5 000 pacientes con discapacidad física o mental cada año la organización resolvió dedicarse al reciclaje de residuos.

    Las empresas aliadas que deciden aportar reciben una capacitación previa sobre reciclaje y, si se requiere, la instalación de unos contenedores de gran capacidad.

    Esto permite que las personas de escasos recursos puedan ser atendidas en casi todas las especialidades médicas. Incluso reciben ortesis o prótesis pagando precios simbólicos por este servicio. En cambio, las personas que tienen posibilidades cancelan precios módicos.

    Esta fuente de ingresos, más las donaciones y el reciclaje permiten continuar con la labor social, detalla Roberto Cabezas, gerente del programa Yo Reciclo.

    A través de esta iniciativa se recibe, en su mayoría, donaciones de fundas plásticas, papeles, cartones, envases tetrapack, chatarras, basuras electrónicas, botellas de plástico y vidrios.

    En total, el programa cuenta con 270 empresas donantes de todos los sectores y con 60 personas naturales del cantón Quito.

    Yo Reciclo es un gestor ambiental autorizado por el Ministerio de Ambiente. Eso le permite otorgar un certificado de buenas prácticas ambientales a las empresas que entreguen los materiales que se pueden reutilizar.

    El retiro de este material se lo hace a domicilio siempre y cuando la cantidad a donar supere los 150 kilos. Cuando se trata de un volumen menor se recibe estos desechos en las instalaciones de la fundación, ubicada en El Batán, calle De los Colimes N41-182 y Granados. También en el centro de acopio en Carcelén, en las calles Diamante y Cuarzo.

    La recepción del material se realiza de lunes a viernes desde las 08:00 hasta las 17:30.

    En estas instalaciones se recolectan productos reusables, se clasifica y se vende a gestores finales para que transformen esta materia. En promedio, esta gestión representó en el 2018 alrededor de USD 120 000. Con esto se cubre parte del presupuesto que requiere la fundación Hermano Miguel. Al año esta entidad sin fines de lucro requiere USD 150 000.

    Las personas interesadas en aportar con esta iniciativa se pueden comunicar al 02 511 2060, en horarios de oficina.

    Roberto Cabezas es el gerente del programa Yo Reciclo, que recibe  productos reciclables donados por empresas y personas. Foto: LÍDERES
    Roberto Cabezas es el gerente del programa Yo Reciclo, que recibe productos reciclables donados por empresas y personas. Foto: LÍDERES
  • Ellos aprovechan el trabajo de las abejas

    Redacción Cuenca

    Diversificación es la palabra que define a la microempresa Apizum, con sede en el occidente de Cuenca. Su oferta incluye miel, polen, propóleo, jalea real, cera de abeja, hidramiel (bebida de extracto de frutas con miel), jabones y cremas hidratantes con este producto.

    A más de eso, alquila colmenas (cada una tiene entre 30 000 y 50 000 abejas), cría abejas reinas y asesora a negocios relacionados a la apicultura. Sus ventas bordean los USD 700 al mes.

    El negocio se inició en el 2000, cuando Naún Fidel Zumba perdió su empleo en una institución financiera afectada por la crisis bancaria de 1999. Después de enviar más de 100 carpetas y no conseguir trabajo, junto a su esposa, Gladys Arichábala, emprendieron en este segmento, porque sus familiares se dedicaban a la apicultura.

    Con una inversión inicial que bordeó los USD 20 000, estos cuencanos compraron maquinaria para manipular las abejas, cajones y otros equipos. Con cuatro empleados sus ventas bordeaban los USD 200 al mes. El negocio empezó bien, pero por el fuerte invierno del 2000 perdió más de 600 000 abejas. También fueron víctimas de un robo en su taller. A pesar de ello, Zumba y Arichábala no desistieron e invirtieron una cantidad similar para empezar de nuevo.

    En un inicio solo producían miel, pero a medida que su negocio se dio a conocer la pareja diversificó hacia otros productos y su marca Apizum se posicionó en el mercado cuencano.

    Para Lucía Andrade, los productos de este emprendimiento son de buena calidad gracias al conocimiento en apicultura de estos cuencanos. Por eso, cada vez que los encuentra en ferias adquiere miel y polen para agregar a jugos y batidos.

    Algo similar opina Ernesto Cabrera, quien conoció hace tres años estos productos, y los consume con regularidad. Este nutricionista prefiere endulzar sus postres con miel, ya que esta es procesada por el páncreas en minutos, mientras que el azúcar blanca tarda más de dos horas.

    Los productos estéticos también tienen acogida. En las ferias, además de la miel y el polen, uno de los ítem estrella es la crema hidratante.

    En la actualidad, Apizum cuenta con tres empleados que se encargan de la producción, comercialización y asesoría a los clientes interesados en la producción de miel y sus derivados.

    Productos

    Hidramiel. Este es un extracto de fruta con miel. Esta firma acaba de obtener el registro sanitario para el sabor de mora e irán tramitando para los otros sabores.

    Jabones. Estos son elaborados con miel y su objetivo es hidratar la piel del rostro.

    Turrón. Elaborado artesanalmente con miel, es una golosina para niños y adultos.