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  • El tradicional sabor del mote se degusta en sus arepas

    Redacción Cuenca

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    La marca escogida para este emprendimiento se ajusta a la realidad. Las arepas elaboradas con mote por los esposos Marco Gómez y Luisa Vargas pueden estar rellenadas con una infinidad de alternativas como quesos, embutidos, verduras, salsas, pollo, fréjoles, entre otras. La decisión la tiene el consumidor.

    Incluso, pueden ser preparadas como una pizza o se ajustan a las necesidades de veganos o vegetarianos. El emprendimiento empezó el año pasado y es el resultado de la constancia de este chef cuencano y de su esposa, quien es colombiana y estudió Marketing.

    Anteriormente, ellos tenían empleos estables, pero siempre tuvieron la intención de contar con un negocio propio. Por ello, el 2016 optaron por radicarse en Cali para aprovechar el cambio de dólares a pesos e invertir. Allí, abrieron un restaurante, pero no conocían muy bien el mercado.

    Luego miraron otras opciones como una cafetería o la venta de sánduches, frutas o conservas.
    “Uno de los errores de los emprendedores es no tener ideas que cubran las reales necesidades del mercado”, señala Gómez. En 2017 regresaron a Ecuador y con su experiencia, capacitación en seminarios y con los consejos de mentores, en la actualidad, impulsan Arepas con todo.

    Esta iniciativa surgió por casualidad. Vargas estaba desayunando mote pillo, pese a que no es de su preferencia. Su esposo le preguntó porqué lo hacía y ella le contestó que tenía el mismo sabor de las arepas colombianas.

    Desde entonces realizaron pruebas para ajustar la receta. Sus familiares y amigos fueron los primeros ‘catadores’ y sus primeros clientes. “Empezó como hobby”, recuerda Vargas.

    Después incursionaron en las ferias para posicionar la marca y mejorar las ventas. Al inicio ofrecieron arepas rellenas, pero identificaron que no tenía muchas posibilidades de crecer.
    Por ello, optaron por comercializarlas empacadas y ofrecer una alternativa para quienes quieran dejar de consumir pan por problemas de salud y para mejorar su nutrición.

    “El emprendedor debe saber vender, conocer el mercado y, sobre todo, que su producto solucione un problema a la mayor cantidad posible de personas”, resume Gómez.

    Con sus arepas elaboradas con mote lograron diferenciarse de la receta y oferta venezolana. En noviembredel 2017, por las fiestas de Cuenca participaron en el Festival Gastronómico Destino Sur. Sus expectativas era comercializar 100 paquetes, pero al final vendieron más de 400. “Hubo guayaquileños que se interesaron por las arepas”, señala Vargas.

    Cada paquete, que tiene cinco unidades, cuesta USD 3. Elaboran entre 50 y 70 paquetes cada semana. Tienen clientes en la capital azuaya y Guayaquil. En Cuenca se entregan a domicilio o se pueden adquirir a través de la App Megabite.

    Vargas dice que otro factor importante para el emprendedor es tener la habilidad para relacionarse con los clientes y escuchar sus necesidades. “En el país hay una tasa alta de personas con problemas de salud por una mala nutrición”.

    Según ella, por esa razón ofrecen arepas bajas en calorías y sal y libres de gluten. “Además, aportan con energía y ayudan a la digestión por el mote”. Esta información y la promoción se hace vía redes sociales como Facebook.

    Marco Gómez y Luisa Vargas iniciaron este negocio el año pasado. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Marco Gómez y Luisa Vargas iniciaron este negocio el año pasado. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Las arepas de Venezuela se imponen en Lima

    Agencia EFE

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    Las arepas y la tizana de Venezuela son la última sensación en las calles de Lima, gracias a los numerosos venezolanos llegados a Perú en los últimos meses con el propósito de progresar lejos de la grave crisis económica que afronta su país.

    Estudiantes, ingenieros, mecánicos y periodistas venezolanos, entre otras muchas profesiones, encontraron en la venta callejera de su comida popular un primer paso para establecerse en Perú, ganar alrededor del triple de lo que recibían en su país y aspirar a una mejor calidad de vida.

    Esa presencia venezolana en Lima es notoria en el Centro Histórico de la ciudad, que cada tarde se llena de decenas de venezolanos, la gran mayoría hombres, con cajones llenos de arepas al hombro o con un balde de tizana a rastras, y que triunfan con su propuesta.

    A pesar de la variada competencia de comida al paso que existe en la capital peruana, como el cebiche, los anticuchos, el arroz chaufa y las papas con huevo, las arepas y la tizana levantan la curiosidad de los limeños, ya que muchos las saborean por primera vez.
    “La tizana se queda en el Perú porque a la gente le gustó muchísimo”, asegura Byron Mendoza, de 26 años, llegado a Perú hace un año, mientras sirve en el Jirón de la Unión, la calle mayor del Centro Histórico de Lima, vasos a 2 soles (USD 0,60) de esa bebida hecha con jugos y trozos de frutas como fresas, sandía y mandarinas.

    A pocos metros está Daniel Vera, de 25 años, natural de Barquisimeto, y técnico en seguridad industrial, quien vende arepas a 5 soles (USD 1,54) junto a un amigo.

    Como ellos, son cada vez más los venezolanos que llegan a Lima para buscar una mayor prosperidad, emprendiendo un viaje que muchos peruanos hicieron a la inversa cuando la acuciante crisis de Perú a finales de los 80 llevó a miles de ellos a establecerse en Venezuela. Según la Cancillería peruana, a finales de 2016 había unos 6 000 venezolanos en Perú, cifra que se incrementó en los últimos meses.

    Un inmigrante venezolano ofrece tizanas, una bebida hecha con jugos y trozos de frutas como fresas, sandía y mandarinas. Foto: Ernesto Arias / EFE
    Un inmigrante venezolano ofrece tizanas, una bebida hecha con jugos y trozos de frutas como fresas, sandía y mandarinas. Foto: Ernesto Arias / EFE