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  • El cacao fino de aroma es la base de sus bombones

    Patricia González

    Mooié Chocolatería Fina, como muchos emprendimientos, tuvo dos comienzos. El primero fue en 2010 con la marca Bless, con la que tuvo su primer local en el norte de Quito, pero al poco tiempo se decidió cerrarlo y mantener solo las entregas bajo pedido. En 2014, la marca cambió a Mooié y se relanzó con una chocolatería en el centro-norte de la ciudad.

    La idea inicial fue de Rolland Jara Jhayya, ingeniero agroindustrial con especializaciones en Cocina Profesional, Pastelería Profesional y Chocolatería en el Instituto de Gastronomía Gato Dumas, de Argentina, donde se preparó por dos años y medio.

    Retornó al país a finales del 2009 con un objetivo: montar una chocolatería fina en la que el ingrediente principal de sus productos fuera el cacao fino ecuatoriano. En 2010 arrancó el negocio con el apoyo de sus padres: César Jara y Tatiana Jhayya, quienes le facilitaron un espacio en la parte de atrás de la casa, localizada en Calderón, para construir un pequeño taller.

    El capital para arrancar fue de USD 30 000, destinado para la adquisición de maquinaria básica, moldes y mobiliario del primer local, en el que solo permanecieron seis meses. “Fue muy complicado darnos a conocer y conseguir un mercado que nos permitiera mantener las ventas y pagar arriendo”, explica el emprendedor.

    Luego de cuatro años trabajando solo con entregas a domicilio, bajo pedido, la familia solicitó un préstamo bancario para la compra de un local. Adicionalmente, reinvirtió cerca de USD 30 000 para mejorar el taller, compra de utensilios y el mobiliario del nuevo negocio, que desde hace siete meses lo atiende Raquel Espín, esposa de Jara.

    El cacao fino de aroma se diferencia por la calidad en su sabor y aroma. Dependiendo del lugar donde se cosecha, tiene características distintas. Encontrar el indicado para sus productos, les llevó varios años. Desde hace unos cinco, los emprendedores fabrican chocolate que contiene una mezcla de cacao proveniente de Esmeraldas (Costa) y Orellana (Amazonía).

    “El de Esmeraldas tiene un porcentaje mayor de grasa, lo que resalta el aroma; es amaderado. El del Oriente, en cambio, es frutal y cítrico. Esta mezcla combina muy bien con los ingredientes que usamos para la bombonería”, detalla el chocolatero.

    Entre los ingredientes hay frutas como uvilla, mora, maracuyá y piña; también frutos secos: avellana, macadamia, almendra, pistacho, entre otros. Todos los productos son procesados con el fin de resaltar su sabor.

    La empresa trabaja con alrededor de 30 proveedores. Chocoleyenda les provee del chocolate, en diferentes porcentajes de pureza (entre 60% y 80%). Al mes les vende alrededor de 120 kilos, cantidad que en temporadas altas, como Navidad, puede llegar a 250 kilos, indica Hernán Cruz, representante de ventas de la procesadora de cacao ecuatoriano.

    En frutos secos, uno de sus proveedores es Prodeli, que le factura cerca de USD 800 cada seis meses en variedad de productos importados, en su mayoría, de Chile y Brasil, detalla Christian Luna, gerente administrativo.

    La chocolatería tiene 27 sabores en 50 presentaciones distintas, distribuidas en categorías de productos: cajas con chocolates, con trufas, figuras de chocolate, tabletas, productos a granel, regalos especiales, obsequios corporativos, cajas y figuras de chocolate para bodas y eventos, entre otros.

    Además, este negocio elabora postres, que en su mayoría contienen su chocolate. En bebidas, ofrecen café lojano y chocolate caliente, semiamargo.

    La empresa chocolatera atiende al año a cerca de 75 clientes corporativos. Uno de ellos es Hapn, una firma de desarrollo de negocios digitales que ha comprado sus cajas con chocolates o trufas para regalar a sus clientes en tres ocasiones, comenta Jorge García, director ejecutivo.

    Mientras que la empresa textil Alexa Tejidos también ha regalado sus cajas de chocolate a clientes en Navidad y Día de la Mujer. “En cada ocasión, les compramos unas 80 cajas para los colaboradores de seis clientes. Es un regalo discreto y elegante. El sabor es muy bueno”, señala Isabel Rojas, jefa administrativa.

    Rolland Jara Jhayya tuvo la idea inicial de crear esta empresa hace 10 años. Ofrecen bombones, trufas, figuras con diferentes ingredientes
    Rolland Jara Jhayya tuvo la idea inicial de crear esta empresa hace 10 años. Ofrecen bombones, trufas, figuras con diferentes ingredientes. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Sabor y aroma nacional en la Mitad del Mundo

    Redacción Quito

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La Mitad del Mundo, un lugar tan icónico de Ecuador, es el escenario en el que Café Guayasamín difunde la cultura ecuatoriana y el café de especialidad.

    Este es un negocio que nació de la mano de Oswaldo Guayasamín y que, actualmente, lo maneja junto con sus hijos Alexis y Martín. Surgió hace tres años con el objetivo de dar a conocer el grano de origen ecuatoriano.

    En la cafetería se ofrecen diferentes tipos de preparaciones con café, incluido un té hecho con la cáscara de esta fruta. Asimismo, se vende el producto empacado.

    Oswaldo explica que el café con el que trabajan proviene de fincas en el noroccidente de Pichincha, Loja y, en ciertas ocasiones, de Imbabura. “Es café arábigo, de altura. Queremos rendir un tributo a todas las familias caficultoras”.

    Actualmente, compran el grano cinco productores nacionales. Una de ellas es Olinka Vélez, de la finca Chorora, en Zozoranga, Loja. “Les vendemos hace un año, un saco cada mes y medio o dos. Es la única cafetería en Ecuador que vende nuestro producto porque lo demás lo exportamos. Alexis conoce nuestra finca. Cuando vende el producto transmite la experiencia desde que nace hasta que se cosecha”.

    En sus inicios, Café Guayasamín operó en el norte de Quito, donde estuvo ocho meses. Llegaban unos 10 clientes al día; Oswaldo vio que no estaba creciendo.

    Un día llegó al local un representante de la Ciudad Mitad del Mundo, a quien le gustó mucho el concepto de la cafetería e invitó a Oswaldo a que el local forme parte del complejo turístico equinoccial. Hoy el negocio se encuentra justo en la plaza central del lugar.

    La cafetería cuenta con decoración de figuras precolombinas, con el fin de resaltar las culturas que ocuparon el territorio nacional. En un ala se encuentra el área para los comensales que se sirven las bebidas, compran el grano o degustan otros productos y en otra está una zona para laboratorio, molienda y cata.

    Este último proceso da una experiencia a los clientes. Se conoce todos los procesos del café desde que se seca la cereza hasta que se tuesta; luego, es posible comparar café común con el de especialidad a través del olor y el sabor.

    El café de especialidad ecuatoriano, comenta Alexis, tiene notas dulces, florales y cítricas. Él, junto a su hermano, ha logrado descubrir estas características gracias a que se convirtieron en baristas luego de una amplia formación, principalmente en Colombia. Han ganado diferentes galardones como Aeropress Ambato 2017, Aeropress Quito 2018, Aeropress Arte Late, entre otros.

    Actualmente, la cafetería recibe a unos 100 clientes al día. Uno de ellos es el artista Gonzalo Balseca. “Vengo a tomar una taza de café casi cada tarde desde que abrió la cafetería. Me he quedado impactado con la calidad y el sabor que tiene el producto que comercializan en este negocio. He conocido sobre la cata y eso me ha parecido muy interesante”.

    Uno de los elementos que hace especial a Café Guayasamín son las variedades de café. Entre ellas están típica, honey, caturra, híbrido 8, etc. Al menos seis se ofrecen para la cata y venta del producto y dos para servir a diario.

    Asimismo, el negocio ofrece jarros con diseños de la cultura Jama Coaque. Esto también con la idea de dar a conocer a los clientes, que en un 90% son extranjeros, los pueblos ancestrales.

    El café de este emprendimiento también se vende en el duty free del Aeropuerto de Quito y en Inti Cari en el Palacio Arzobispal.

    En diciembre, los emprendedores tienen previsto lanzar una crema de café y un ron con café. Otro objetivo es abrir nuevamente un local en Quito y, en algún momento, exportar el producto.

    Café Guayasamín, como parte de su eje de responsabilidad social, trabaja con fincas caficultoras que dan trabajo a mujeres cabezas de familia y realiza dos veces al año la donación de un día de sus ventas a alguna causa infantil.

    Alexis Guayasamín, Oswaldo Guayasamín y Jesús Ramírez muestran los productos de la cafetería, en su local en la Mitad del Mundo. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    Alexis Guayasamín, Oswaldo Guayasamín y Jesús Ramírez muestran los productos de la cafetería, en su local en la Mitad del Mundo. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • La rosa, en busca del aroma perdido

    Agencia AFP

    Por: Sandra Laffont

    Con su obsesión por buscar la rosa perfecta, los creadores de rosas se han olvidado del aroma, un criterio que los países productores de África y América Latina han relegado al segundo plano.

    “De 1930 a 1980, era necesario que las rosas fueran como un cristal Baccarat, en forma de cono, con pétalos que se abrían delicadamente. Las flores en forma de hélice de avión estaban de moda” , cuenta Maurice Jay, presidente de la Sociedad Francesa de Rosas, que promueve la rosa desde hace más de un siglo.

    Pero ahora, en los rosales de jardín “se vuelven a ver pétalos más arrugados, con una epidermis fina que deja escapar el aroma” . La rosa clásica “tiene distintos perfumes, pero es un caso excepcional. Es en este sentido que Only Lyon – una nueva rosa presentada en el Festival Internacional de la Rosa de Lyon- es un verdadero éxito” , explica Jay.

    Su creador es el francés Arnaud Delbard. Desde hace tres generaciones su familia produce frutos y rosas en Malicorne (centro de Francia), buscando la rosa perfecta, que conjugue criterios estéticos (grandes pétalos y tallo alargado), técnicos (resistencia al transporte, el frío) y “sentimiento” , es decir olor.

    Los Delbard crean una 150 000 variedades nuevas de rosa al año, de las que solo conservarán un pequeño número porque las redistribuyen después a los países cultivadores en forma de royalties.

    Francia, y en particular la región de Lyon, es uno de principales países cultivadores de rosas (más de 3 000 variedades nacen a orillas del río Ródano, en Lyon) .

    Fue aquí donde en 1849 Jean-Baptiste Guillot creó ‘La France’ , la primera rosa nacida de las mezclas de té, que da una enorme rosa solitaria al final de un largo tallo, el Santo Grial de las flores clásicas.

    A finales del siglo XIX, Joseph Pernet-Ducher consiguió tras 13 años de investigación la primera rosa amarilla de la historia, llamada ‘Sol de oro’. Los anglosajones le llamaron entonces ‘el mago de Lyon‘ .

    Hoy Francia sigue al frente del cultivo de nuevas variedades de rosas de jardín. Una actividad lenta que requiere al menos entre cinco y seis años para dar a luz una nueva flor.

    El aroma, una variable más

    En Malicorne, Arnaud Delbard estudia posibles asociaciones en una colección de miles de rosas (de China o Irán) , blancas, fucsias, amarillas…, con aromas de litchi, almizcle, melocotón, rosa…, de largos tallos, más o menos espinados, de flores que se abren en hélice, en gajos…

    Finalmente, Delbard elige dos variedades. Después, Catherine Morge, investigadora en Malicorne desde hace 20 años, ‘castra la rosa’ quitando los pétalos y los estambres para despejar así el pistilo, antes de rellenarlo con polen de otra variedad. De esta unión nacerá un fruto que contiene decenas de semillas, que serán a continuación plantadas y probadas durante varios años.

    Durante este lento proceso, el aroma solo es una variable más porque los países productores de África y América Latina quieren ante todo “plantas que consigan proezas técnicas” , admite Arnaud Delbard.

    La producción de la mayoría de flores cortadas se encuentra deslocalizada en Ecuador, Colombia, Kenia o Etiopía, aunque aún subsiste en Francia en algunos invernaderos de Le Var (sureste) .

    “Para producir rosas en Francia todo el año haría falta calentar y dar luz varios meses al año, lo que costaría demasiado económicamente y medioambientalmente” , asegura Delbard.

    Evidentemente, producir en países tan lejanos implica tener flores que aguanten el transporte, con pétalos resistentes. Ahora bien, el aroma, que proviene de la descomposición molecular de pétalos, sale mejor en pétalos blandos. Por eso es imposible conciliar la producción tan lejos y el aroma, dice Delbard.

    En este sentido, la nueva rosa Only Lyon, producida en Kenya y en Colombia y que simbolizaría el cultivo de rosas de la región francesa, es una excepción prometedora, un clásico vestido de blanco y rosa, con aroma a… rosa.

    La nueva rosa fue presentada en el Festival Internacional de la Rosa de Lyon, Francia. Foto: AFP
    La nueva rosa fue presentada en el Festival Internacional de la Rosa de Lyon, Francia. Foto: AFP
  • A la reconquista del mercado del café en el Ecuador

    Evelyn Tapia

    Cuando las puertas de color verde de la edificación de la empresa se abren, un intenso aroma a café se esparce; por dentro, el sitio está impregnado de él.  

    Juan Carlos Núñez, nieto del fundador y accionista (el riobambeño Carlos Miranda) de Café Conquistador, se pasea por el sitio como si estuviera en su casa y el olor le resulta totalmente natural.

    En la planta de la empresa, ubicada en el km 8 ½ de la vía a Daule (Guayas), se producen a diario alrededor de 90 quintales de café, que puede ser tostado, molido, con sabor a vainilla, almendra, dulce de leche o amareto, con granos cultivados en Cariamanga (Loja) y Zaruma (El Oro), en donde se produce café de altura.

    Con Núñez a cargo de la dirección y estrategia comercial, y su tío Carlos Miranda Freire en la gerencia general, esta es la tercera generación de la familia Núñez Miranda que está a cargo de este negocio. En este emprendimiento laboran 10 personas y arrancó en la década de los años 50.

    “Nació como un café que se vendía en una esquina de Guayaquil, sin marca. Pasaron varios años hasta que decidieron ponerle marca en unas bolsitas de papel. Se desarrollaron unos tres tipos de café y en los años ochenta se profesionalizó el producto y entramos a autoservicios”, cuenta Juan Carlos Núñez.

    Esa década y la entrada a cadenas de supermercados le permitió a la marca fortalecerse, pues en el segmento no se contaban más de tres o cuatro marcas, asegura Núñez. La empresa logró exportar incluso a EE.UU., Chile, Hong Kong y Ucrania.

    Sin embargo, con el crecimiento de la competencia de café  colombiano, el mercado se volvió más competitivo y el negocio tuvo problemas con los plazos de pago de algunas cadenas de supermercados. “Tuvimos que salirnos porque no era rentable, nos pagaban los pedidos hasta 120 días”, recuerda Núñez.

    La planta dejó de producir café marca Conquistador y se limitó a tostar, moler y empacar café para marcas de siete empresas y a exportar unos cuatro contenedores por mes a Nueva York, Los Ángeles y Florida.

    Procesando unas 10 toneladas de café al mes, para estas siete empresas, solo se ocupaba un 40% de la capacidad de la fábrica que cuenta con tres máquinas alemanas marca Probat para tostar café.

    Para este 2015 la firma trabajará al máximo de su capacidad. Con una nueva presentación de empaques, un sitio web para hacer pedidos en línea y una producción inicial de 720 paquetes, la marca regresa a las perchas de los autoservicios este mes, a la reconquista del mercado, dice Núñez.

    Guido Chiriboga, gerente de la empresa Maquimax, que compra el producto para que sus trabajadores se mantengan “activos” en los turnos, comenta que conocer del regreso de Café Conquistador “ha sido una gran noticia”.

    “Recuerdo cuando era niño que en mi casa compraban ese café, y ahora volverlo a ver en las perchas es como un aroma de nostalgia”.
    La primera cadena que firmó contrato con la empresa fue Tía, que tendrá el producto en las estanterías de 40 de sus almacenes .
    La decisión de volver a las perchas nacionales se tomó, dice Núñez, por la implementación del Manual de Buenas Prácticas para Supermercados, que establece plazos de pago de 15 a 60 días máximo por parte de las cadenas a los proveedores. Este documento se encuentra en vigencia en el país desde noviembre pasado.

    “Fue una excelente noticia, porque no salimos del mercado porque nuestro café no fuera de buena calidad, sino por los pagos”, recuerda Núñez.

    Además de este primer pedido para los supermercados Tía, este año la empresa también proveerá productos de línea blanca (producto con la marca de un supermercado), a otra cadena de comisariatos con sede en Quito.

    “En tanto, estamos midiendo tiempos y movimientos para ver cuánto personal más incorporamos en esta nueva etapa”, señala un entusiasta Juan Carlos Núñez.

    Gabriel Ortega, Maestro tostador
    Esta fue la primera empresa en la que encontré un trabajo. Ahora tengo 54 años y  ya llevo 34 trabajando en la fábrica de Café Conquistador. Me acuerdo que cuando entré, al principio trabajaba como barrendero, pero luego con el paso del tiempo, los dueños de la empresa me dieron la oportunidad de aprender a utilizar la máquina de tostar el café. Aunque también he estado en el proceso de moler el grano, pero más que nada me dedico al proceso de tostado todo el día. Me siento a gusto trabajando en esta empresa de café, ya uno se acostumbra al olor también. Aquí soy el empleado más antiguo; hace unos meses me dieron una placa de reconocimiento en la Cámara de Industrias de Guayaquil, en el Hilton Colón, por ser el colaborador más antiguo y también el más bueno. Yo estoy bien en esta empresa, estoy acostumbrado a trabajar con la máquina de tostar el  café. Ahora mi plan es jubilarme en este negocio; quedarme hasta el final aquí.

  • El aroma del jengibre lo reparte a domicilio

    Redacción Guayaquil

    Cuando tenía 7 años, Nathalie Salame, por iniciativa propia, tomó huevos, harina y leche, y los mezcló en la licuadora. Luego los llevó al sartén y sin saber lo que hacía, preparó‘pancakes’. Así lo recuerda su madre, Celeste Viera.

    Desde entonces, esta estudiante de Periodismo de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), no ha dejado de realizar creaciones en la cocina. “Al inicio era un hobby; regalaba lo que cocinaba. Ya en el colegio me hacían pedidos y empecé a vender”, dice Salame.

    Su talento para la cocina es algo de familia, asegura. “He aprendido de mis abuelas. Una de ellas ha plasmado sus recetas en archivos que ahora conservo como un tesoro”, cuenta la joven de 23 años.

    Hoy, sus cocteles, bocaditos, piqueos, sánduches , tartaletas y demás, se comercializan bajo el nombre de Jengibre Delicatessen. Para esto, en octubre del 2011, creó una página de la marca en Facebook y así inició la promoción comercial. También, con ayuda de un amigo publicista, creó un logo para identificar la marca.

    “Elegí el nombre porque el jengibre es mi ingrediente preferido; es el sabor y aroma especial que tienen mis productos”, afirma. El emprendimiento factura aproximadamente USD 700 al mes.

    Las ventas se entregan a domicilio. Pero una vez al mes organiza ‘ferias’ en la ciudadela Puerto Azul, ubicada en la vía a la Costa. Además, recepta pedidos para eventos sociales.

    Los clientes de este emprendimiento van desde empresas, hasta estudiantes y profesionales. Coinciden en que las creaciones culinarias de esta guayaquileña, tienen un ‘sabor especial’.

    Natalia Patiño, cliente desde hace dos años, dice que Salame adapta los productos de acuerdo al gusto del cliente. “No son recetas fijas como en un restaurante”.

    Otro cliente es Parque de la Paz. La firma compró bocaditos para un evento corporativo realizado en febrero pasado. Ricardo Muñoz, director comercial, destaca la puntualidad en la entrega.

    A pesar de definirse como “enamorada de la cocina”, Salame no deja de lado su amor por el periodismo. “Quiero fusionar mis pasiones y dedicarme profesionalmente al periodismo gastronómico”.

    Más detalles

    La cobertura. Hace entregas en todo Guayaquil. También en vía a la Costa y en la vía a Samborondón.
    La promoción. Se promociona a través de redes sociales y ‘Boca a boca’.

  • En 14 años se levantó una cadena con aroma de café

    Redacción Guayaquil

    En los últimos cinco años, las personas tienen la percepción que Sweet & Coffee ha evolucionado con más velocidad, pero en realidad ha sido un trabajo que comenzó desde el primer local. Esta es la apreciación del empresario Richard Peet quien junto con su esposa, Soledad Hanna, fundaron la empresa hace 14 años.

    Hoy, el emprendimiento opera como una cadena de cafeterías que en su menú ofrece bebidas de café, postres, tortas, sánduches y otros alimentos de sal. En poco más de una década, la empresa abrió 48 locales y esperan implementar ocho más hasta fin de año, todos en Guayaquil y Quito. Según Peet, en este año esperan ventas por cerca de USD 17 millones.

    Esta cadena tiene diferentes formatos y opera en locales independientes, en autoservicios que funcionan en gasolineras, en centros comerciales… El crecimiento hizo que hoy la fuerza laboral llegue a los 700 colaboradores. “Hemos trabajado con nuestra gente. Gran parte de la plana mayor ha hecho carrera en los últimos cinco u ocho años”, cita su fundador.

    Para Peet, en el desarrollo de Sweet & Coffee existieron cambios en la visión estratégica. Dice que siempre se preocuparon por la calidad. “Luego nos dimos cuenta de que el servicio debe ser tan bueno como los productos. Hoy todos en la empresa creemos que lo que Sweet & Coffee vende no es un producto o servicio sino una experiencia”.

    Peet considera que los consumidores de la cadena acuden por la marca. “A algunos les puede gustar el local, a otros la calidad, servicio, los empaques, la visión de responsabilidad social… Todo eso es importante para fortalecer la marca”.

    Fabiola Minda, de 26 años, es una cliente que acude casi a diario al local de Sweet & Coffee ubicado en las calles Luque y Pedro Carbo, en el centro de Guayaquil. Dice que el sitio le atrae por el ambiente y la calidad de los productos. Siempre pide café normal, expreso o el Frappelatte. “El ambiente de Sweet & Coffee no lo tienen otros lugares”, afirma Minda.

    Pero es el ambiente acogedor, unido a la oferta de algunos alimentos típicos, el motivo de las visitas de clientes como Yuliana Castelo. Comenta que las humitas y el chocolate caliente le recuerdan a las hechas por su madre. A veces, Castelo, se inclina por comprar la torta de acelga. “Hay calidez en el ambiente, talvez de forma inconsciente esto hace que acuda con más frecuencia”. Castelo acude a los locales del centro y de Urdesa, norte de la ciudad.

    Para Peet, la expansión continuará bajo una misma administración pero internacionalmente, buscan el modelo de franquicias. “Es un tema que no hemos podido concretar porque no hemos encontrado aún, los socios ideales. Sin embargo, seguimos en conversaciones”.

    Niels Olsen, gerente de marketing de Sweet & Coffee, afirma que hicieron alianzas para estar en autoservicios como la marca Listo que opera en los puestos de gasolina Primax. También destaca otras de carácter social con Fasinarm, entidad que promueve la inclusión de niños con discapacidad intelectual. “Por cada tasa de café que se vende se aporta con USD 0,01. Hasta la fecha se ha recaudado más de USD 150 000”.

    El desarrollo de la marca en el país

    • Elaboración del café. A la planta de la empresa llegan los granos de café. Luego, un barista se encarga de hacer las pruebas para encontrar un equilibrio entre el cuerpo, el aroma y la acidez del producto. Luego que se seleccionan los granos, se los tuesta y posteriormente se los empaca.
    • Las variedades de productos. Esta compañía comercializa café tostado y molido bajo diferentes preparaciones. Entre estas el Sweet & Coffee, Café Zaruma, Café Jipijapa, Café con Avellana, Café con Amareto o el Sweet & Coffee Orgánico.
    • Proyectos sociales. La empresa trabaja bajo un esquema de comercio justo. El objetivo es fomentar el desarrollo económico de cerca de 400 familias de caficultores de Loja. Bajo el programa Sembrando un compromiso, dan apoyo técnico, financiamiento y capacitaciones a los agricultores.
    • El modelo de franquicias. El interés de la empresa es desarrollar locales, en el Ecuador, bajo una administración propia. Sin embargo, el desarrollo de la marca en el exterior busca entregar una franquicia máster para que esta desarrolle los locales.

  • El chocolate inundó un salón con aroma y sabor

    Talina Mosquera

    El chocolate puede ser un placer, una pasión, una golosina o un negocio rentable. Estas sensaciones se percibieron en la IV Edición del Salón del Chocolate.

    En 20 estands, de 7, 9 y 12 m², firmas nacionales y extranjeras, como Pacari, Hoja Verde, Chocolateca, Cacao Yankana, Ferrero, Nestlé, República del Cacao, ofertaron sus productos en el Centro Cultural de la Universidad Católica del Ecuador, en Quito (PUCE). La primera edición del Salón fue en el Swissôtel (2009); un año más tarde, en la Alianza Francesa, y en el 2011, en la PUCE.

    Las presentaciones de chocolate, que iban de 45% al 100% de pureza, en barras; junto a bombones, trufas, galletas, licor, se expendían con rellenos de frutas y rosas.

    Carolina Garzón, propietaria de Cacao Yankana, comentó que su producto es artesanal y elaborado con chocolate proveniente de Sucumbíos, que combina con rellenos de mermeladas. “La idea es trabajar el chocolate en diferentes presentaciones e impulsar su consumo”.

    El Salón del Chocolate también fue un escenario para apreciar el trabajo que realizan los chocolateros ecuatorianos. Por ejemplo, Pacari utiliza cacao orgánico que se produce en provincias como Esmeraldas, Los Ríos o Manabí, y también sabores andinos. “Solo elaboramos chocolate oscuro, nada con leche, porque el arte y la magia está en hacerlo de esa manera. Queremos que una marca del sur (del continente) sea reconocida en el norte, pues en su mayoría se envía la materia prima (el cacao)”, comenta su gerenta administrativa, Carla Barboto.

    Pacari posee 25 tipos de chocolate, que vende en 26 países. En este evento se destacaron sus productos con sabores andinos que incluyen hierbaluisa, mortiño, sal del Cuzco y ají mapuche (Chile).

    Para Galo Morales, catador AQ Grader y Barista de Hoja Verde, el ingreso del producto ecuatoriano en el mercado internacional es difícil. “Las grandes chocolateras impiden el ingreso a ciertos mercados, pero se está logrando, porque existe buena materia prima”. Aunque nació como una floricultora, esta empresa se volcó también al chocolate (hace cinco años) y al café (hace dos y medio), que exporta a EE.UU., Chile y Holanda.

    En el caso de la marca República del Cacao, su nacimiento fue a la inversa. Se creó para la exportación, que llega a EE.UU. desde el 2007, y luego se estableció en el país, hace más de un año. Carolina Yépez, administradora de dos locales de la marca, comenta que su chocolate se realiza con “con cacao Arriba, que es fino de aroma. Nuestro centro de acopio está en Vinces, para la fermentación y el secado, y así garantizamos la materia prima”. En el Salón, la firma mostró tres variedades de barras de chocolate; cuya producción se puede verificar a través de un código GPS.

    Sobre el cacao ecuatoriano, la catadora francesa Chloé Doutre, invitada en esta edición, explica que en el extranjero se considera a la variedad CCN51, aunque su calidad no es la mejor para elaborar chocolate fino pero es resistente y productiva. Además, dice que no se caracteriza por sus cualidades aromáticas y añade que es útil para otros usos y mercados.

    “La calidad aromática del (cacao) Nacional es algo que está actualmente cuestionado y que necesita una revisión, pues estudios científicos internacionales han comprobado que no hay un Nacional Puro, una variedad que existió, pero que por el cruce con otras, dio origen a un Neonacional… (Por eso) Ecuador debe dar un mensaje sobre la personalidad y las características de su cacao”, dice Doutre.

    El Estado quiere mejorar la producción de cacao y su industrialización. El viceministro de Industrias, Juan Francisco Ballén, destaca el apoyo estatal en las etapas de producción, industrialización y comercialización, para incrementar y fortalecer al cacao fino de aroma, que tiene su denominación de origen registrada en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI). “Queremos salir del modelo agroexportador primario y entrar a exportar valor agregado, a través del chocolate”.

  • Solubles Instantáneos: El aroma y el sabor de su café llegan a 12 países

    Holger Ramos B./ Redacción Guayaquil

    Producir café soluble para exportar fue el objetivo de Jorge Salcedo, al fundar Solubles Instantáneos C.A. en Guayaquil, en 1960. En esa época, él trabajaba con su hermano Marcos en la exportadora de café y cacao Salcedo Hermanos. De forma paralela, fundó Solubles Instantáneos con una inversión que a la tasa de cambio correspondía a USD 214 000. Fueron recursos de ahorros de la actividad empresarial y de créditos bancarios.

    Pasaron 52 años y la firma que produce las marcas Don Café y Café Oro consolidó su presencia local y en el extranjero. Los productos llegan a países como Japón, Inglaterra, Holanda, Alemania, Israel, Perú…. Asimismo, la firma vendió cerca de USD 20 millones, en el 2011.

    La compañía comenzó a operar en la av. Carlos Julio Arosemena (norte) y, en ese sector, hoy tiene un área de 30 000 m².

    Jorge Salcedo, hijo del fundador, preside la compañía desde el 2006. Cuenta que en los inicios, la persistencia de su padre hizo que el negocio no cerrara pese a tener pérdidas. Recuerda como anécdota que en el gobierno de Camilo Ponce Enríquez (1956-1960) se incentivó la exportación de productos no tradicionales. Sin embargo, justo cuando iban a arrancar las exportaciones cambió el régimen al de José Velasco Ibarra (1960) y también las reglas del juego. “Las exportaciones previstas a Inglaterra se cancelaron”.

    Por este motivo, cita Salcedo, se enfocaron en la producción local, en un mercado que no estaba acostumbrado a consumir café soluble. “Eran otros hábitos, la gente preguntaba para qué servía ese ‘polvito’. Contratamos publicidad en la radio y hacíamos degustación en plazas y mercados”. Tan solo 12 años después, en 1972, se dieron las condiciones para la exportación. La primera venta se hizo ese año a Alemania y actualmente los productos llegan al mercado de 12 países.

    Sin embargo, la empresa pasó períodos de crisis. Salcedo cita las devaluaciones del sucre en los ochenta que aumentaron sus deudas en dólares o la crisis de los precios del café, desde el 2001 hasta el 2005.

    La innovación en los procesos productivos fue una constante. Inicialmente la empresa elaboraba café atomizado que se obtiene mediante un proceso de altas temperaturas. Pero en 1981 se invirtieron USD 4 millones para implementar otro sistema mediante un proceso de liofilización a bajas temperaturas. En el 2005 se amplió la torre para el proceso de atomizado e invirtieron USD 3 millones.

    [[OBJECT]]Para Enrique Moncayo, gerente general de la compañía, entre los planes en el corto plazo está aumentar la presencia en la Sierra y exportar más productos terminados con las marcas propias.

    Seira Romero es la administradora de Ariosto Andrade Cía. Ltda., una distribuidora de productos de consumo masivo. Comenta que esta empresa comercializa el café de Solubles Instantáneos desde hace unos 50 años. “Vendemos en Manabí los productos Don Café y Café Oro de Solubles Instantáneos. Tiene alta demanda y son productos de alta calidad”.

    La opinión la comparte Manuel Marfetán propietario de la distribuidora Prodeco, en Machala. “Trabajamos con la empresa desde 1984. Destacamos la responsabilidad de la compañía y la calidad de sus productos, tienen una alta rotación”.

    Salcedo dice que entre los problemas del sector cafetalero está la baja productividad. Por esto, la firma implementó dos programas en los cantones Echeandía y Guaranda (Bolívar) junto con el Consejo Cafetalero Nacional. Allí desarrollan 300 hectáreas de café cuyos dueños son cerca de 250 agricultores. Ellos, reciben asesoría y apoyo económico en los cultivos.

    La compañía

    Los productos. Don Café tiene presentaciones de 10 gramos (g), 50 g y envase de vidrio de 200 g.
    La exportación. El café soluble se exporta en bolsas de 25 kilogramos que luego se embalan en cajas.
    Proyectos sociales. Solubles Instantáneos auspicia al Club Social y Deportivo Don Café, en Guayaquil.

    EL INSIGNIA

    ‘Hay comunicación en esta empresa’

    Jorge Guamán / gerente de planta

    En esta empresa trabajo desde hace 32 años. Al inicio realizaba labores relacionadas con el control de calidad, organización, métodos y procedimientos. También supervisaba los procesos productivos y verificaba que el producto final cumpla con los requerimientos establecidos.

    Hoy, soy el Gerente de la planta y mi labor es coordinar al resto de los departamentos involucrados en la producción. Esta tarea implica que tenga bajo mi supervisión a cerca de 120 personas.

    En esta compañía he tenido grandes satisfacciones, entre otras, tener libertad para desarrollarme profesionalmente. Hay lecciones que no se aprenden en la universidad, pero sí en la práctica como el trato diario con personas y la solución de problemas que surgen en la actividad.

    Destaco la excelente relación que existe con la presidencia y gerencias de la compañía y la comunicación con el personal.

  • Patricia León gira entre el aroma del cacao y las artes

    Redacción Guayaquil

    Cuando se le pregunta a la guayaquileña Patricia León a qué edad se vinculó con el mundo del cacao, ella sonríe y contesta: “Abrí los ojos y lo conocí de inmediato”. Dice no tener memoria de olores citadinos. “Mi vida toda tiene que ver con los olores del campo, especialmente con el del cacao”.

    Es esta pasión por la ‘pepa de oro’ la que la llevó a emprender en un proyecto para recuperar la cultura de este fruto. Se trata de Ciudad Cacau, un espacio donde, previa cita, pueden asistir las personas a degustar cacao en grano o como ingrediente principal, en preparaciones como chocolates artesanales, fríos y calientes.

    En ese sitio, ubicado en la avenida 9 de Octubre, en el centro de Guayaquil, es donde León comparte su conocimiento sobre el cacao. Por ello, allí también se dictan talleres y se proyectan videos relacionados con el mundo del cacao. Además, sirve como un espacio para las actividades artísticas y culturales.

    León ha realizado investigaciones sobre este fruto durante más de 20 años. Algunas de las más importantes las realizó en la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), desde el 2004. Desde ese año trabajó en proyectos de responsabilidad social del bloque petrolero Espol-Ancón. Lo hizo hasta el 2011.

    Como parte de su labor investigativa, visitó comunidades de la Costa ecuatoriana que se dedican a la producción de cacao. En la comunidad de Morrillo (Santa Elena), por ejemplo, aprendió junto con las mujeres nativas de la zona, a elaborar vasijas de cerámica que se utilizan para moler los granos del fruto.

    Además, se relacionó con las comunidades y familias que se han dedicado a la producción a lo largo de las generaciones. “Una de mis intenciones es transmitir todos esos saberes a quienes visitan Ciudad Cacau”.

    Jenny Orrala es una de las artesanas que elaboran vasijas en Morrillo. Ella recuerda a León como una persona muy alegre, que impulsó el trabajo en su comunidad. “Ayudó a que muchas mujeres se vinculen nuevamente a las artesanías y puedan generar una fuente de ingresos con ello. Fue un gran motor para que se desarrolle el emprendimiento en la zona”, menciona la artesana.

    La emprendedora había heredado los conocimientos de su familia, originaria de la provincia de Los Ríos, que ha estado vinculada con el cultivo de cacao a lo largo de los años. Sin embargo, decidió profundizar más en estos saberes.

    A medida que León conocía más del fruto, asegura, también crecía su necesidad de compartir el conocimiento con los demás. Fue así que en el 2004, junto con cuatro amigos, creó el Festival Theobrama Cacao Libertus.

    El evento buscó vincular al público con el mundo del cacao, por medio de actividades artísticas y charlas. Se organizó nuevamente en el 2006, 2007 y 2009. “Mi idea es retomar el festival y motivar a más personas a emprender y crear productos con base en el cacao”.

    Ese año, junto al mismo grupo de amigos, decidió elaborar una barra de chocolate producido con ‘cacao arriba’ del Ecuador. Al chocolate, que contiene un 75% de licor de cacao, le dieron el mismo nombre del festival. Para esto, fueron de total utilidad los conocimientos adquiridos a través de los años.

    Desde entonces, León empezó a pensar en la idea de abrir un negocio; un lugar dedicado netamente al cacao, donde turistas y ecuatorianos puedan acceder libremente. Sin embargo, no tenía el capital necesario para hacerlo y no encontraba un lugar idóneo.

    Siguió dedicada a su otra pasión: el arte. Desde adolescente, la emprendedora ha estado vinculada con el mundo artístico. Incluso, desarrolló la idea de usar la baba del cacao como uno los materiales para la elaboración de sus cuadros. Fue así que empezó a comercializar sus obras para obtener ingresos y poder emprender su negocio.

    Así lo hizo y más tarde, conoció a Marcelo Cabrera, con quien se asoció para crear el proyecto que tanto anhelaba. De esa manera, en el 2011, juntaron los ahorros y sus ideas para crear Ciudad Cacau. Para ello eligieron un departamento en el centro de Guayaquil, que es también la vivienda de León.

    Cabrera describe a la emprendedora como una mujer llena de energía, que ha investigado exhaustivamente el mundo del cacao. “Pocas personas conocen de este fruto y de su historia en el Ecuador tanto como ella”. Añade que lo mejor “es que siempre está dispuesta a dar su tiempo, para compartir lo aprendido con cualquier persona que se lo solicite”.

    Una opinión similar la tiene Delia María Torres, gestora cultural del Archivo Histórico de Guayaquil. Ella conoció a León en uno de los trabajos de investigación de la artista. “Siempre colabora con nosotros, ya sea dictando talleres o brindando información de utilidad”.

    Torres la describe como “una defensora de los saberes ancestrales”. Dice que León “se ha preocupado por rescatar y defender la tradición y cultura que gira en torno del cacao”. Torres, quien es además catedrática de Universidad del Pacífico, indica que ha tenido la oportunidad de llevar a sus alumnos al emprendimiento de León, para que conozcan más sobre la historia del país.

    Otro de los trabajos de esta artista es la reciente creación de un exfoliante elaborado con base en manteca de cacao. Lo creó junto a Cabrera y lo comercializan en Ciudad Cacau. La idea, explica, es concienciar a la gente acerca de los beneficios de este producto.

    Además de su faceta de investigadora y emprendedora, León nunca ha dejado de lado su parte artística. Ha realizado diversas exposiciones de pintura de manera individual como grupalmente.

    Entre las más destacadas consta la titulada Amazonía, antes y después del plan tecno cumbia, que realizó en el año 2002 en la Alianza Francesa Guayaquil.

    También se destaca la que realizó en la ciudad de Caracas (Venezuela) en el 2006, junto a otras dos pintoras ecuatorianas. Esta se denominó Mujeres Montubias, Mujeres de Campo. Allí tuvo la oportunidad de compartir sus conocimientos de las comunidades, a través de una muestra de pinturas.

    Años más tarde, en el 2008, expuso en la exhibición colectiva rural de arte Ecoplayas Actores culturales, en la recuperación del ecosistema del cacao y elaborados. También lo hizo en el 2010, en el Museo Amantes de Sumpa (Santa Elena), en una recuperación de saberes de cerámica utilitaria.

    Para León, lo más difícil ha sido poder continuar con su proyecto, a pesar de haber sufrido la rotura de un aneurisma cerebral en el 2010. Pese a eso ha seguido trabajando y abriendo las puertas de Ciudad Cacau a quien lo desee, para compartir ese energía y conocimiento que destacan en ella quienes la conocen.

    Su vida académica y su gestión

    • Estudios. Se graduó de las carreras de Psicología y Educación (1979) en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
    • Consultoría. Desde 1994 colabora con el desarrollo de proyectos de la Espol.
  • El aroma de sus jabones quiere expandir por Ecuador

    Redacción Quito

    La imagen de su abuela mientras bañaba a sus nietos en una tina con leche y avena es un recuerdo que se quedó con ella durante años. A finales del 2013, Alexandra Loyola decidió no esperar más y convertir esta y otras recetas caseras en un emprendimiento.

    Con la ayuda de su madre, Mary Zambrano, esta microempresaria oriunda de Santo Domingo de los Tsáchilas, abrió Fioré, un taller de jabones y cosméticos artesanales en Quito.

    Apuntalar la iniciativa no ha sido fácil, cuenta Loyola. La emprendedora dedica todas las horas libres, por fuera del horario de la entidad pública en donde trabaja, a lo que ella llama su ‘hobby’.

    El centro de operaciones está en su vivienda, ubicada en el norte de Quito. Allí empezó con la elaboración de jabones.

    Su madre, quien ha sido un pilar en el emprendimiento, cursó un taller en España, para aprender a elaborar cosméticos artesanales.

    Gracias a ello, hoy su portafolio de productos es variado e incluye velas cosméticas (velas que no contienen parafina sino aceites naturales que, además, sirven para hacer masajes corporales), bálsamos para labios, sales de baño efervescente, exfoliantes y barras hidratantes.

    Compañeras y amigos de trabajo fueron sus primeros clientes.

    Fioré utiliza insumos naturales en sus productos como Karité, manteca que se obtiene de los frutos de un árbol y famosa por sus propiedades regenerativas. Este componente lo importan desde África y el resto de insumos, como aceites de almendra, coco, entre otros son locales.

    Los productos más demandados son los jabones de leche de cabra y los de avena y miel, «siempre rescatando la receta de la abuela», dice Alexandra con una sonrisa.

    La demanda creció rápidamente y esto la animó a abrir una tienda en la planta baja del Centro Comercial Paseo San Francisco, en abril pasado. Daniela Mora, quien es clienta desde que Fioré abrió sus puertas, compra unos USD 30 en jabones, cremas y otros productos.

    «Me gustan, porque son artesanales. Tienen una excelente calidad. Además, la presentación está muy bien cuidada».

    Fioré busca a futuro contar con tiendas en todo el país, pero con un enfoque social. «Cuando necesitemos personal preferiremos madres solteras, mayores de 35 años que ya no se las quiere contratar. El sueño estará completo, cuando involucremos a esas personas», dice Mary.

    Actualmente, Fioré cuenta con dos colaboradoras, ambas madres solteras.

    La producción
    La inversión. Solo en infraestructura para abrir la tienda invirtió unos USD 15 000. Los productos.  Fioré elabora jabones de germen de trigo, de quinua, de miel de penco, de mandarina, de chocolate, etc.4 000 dólares mensuales son las ventas (promedio).