Etiqueta: arquitectura

  • Los espacios de trabajo flexibles son valorados

    Foro Económico Mundial (I)

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    Si bien el concepto de espacios de oficina abiertos puede parecer nuevo, ha existido desde la década de 1940. En aquel entonces, los arquitectos convencieron a las empresas de que los espacios abiertos promoverían la comunidad, la conexión y la inclusión en el trabajo.

    Más adelante en el 2005, Google contrató al arquitecto Clive Wilkinson para crear espacios de oficinas comunitarias y salas de reuniones con mamparas acristaladas en su sede de Mountain View, California. Al igual que con muchas tendencias, cuando las compañías exitosas y respetadas innovan, otras siguen su ejemplo.

    Hoy en día, la vasta mayoría (80%) de las empresas en Estados Unidos tiene oficinas abiertas con una mínima o ninguna división entre los escritorios. Recientemente, Walmart anunció que su nueva oficina en Arkansas, que tiene más de 14 000 empleados, tendría un plan de piso abierto para atraer a la próxima generación de talentos.

    Los investigadores de Harvard, Ethan Bernstein y Stephen Turban, probablemente le dirían a Walmart que reconsidere esta idea de acuerdo con los hallazgos de un estudio reciente, que mostró que los empleados en una oficina abierta pasaban 73% menos tiempo en interacciones cara a cara. Si bien los empleados pueden verse porque no hay paredes divisorias entre ellos, terminan recurriendo a la tecnología porque valoran la privacidad y el silencio.

    Aunque las oficinas abiertas pueden no ser atractivas para todos los empleados, las nuevas investigaciones muestran que las generaciones más jóvenes las prefieren y están dispuestas a aceptar sus desventajas. En una encuesta hecha con Poly a 5 150 trabajadores y encontramos que más de la mitad de la generación Z (Gen Z) y los mileniales desean oficinas abiertas en comparación con el 38% de los ‘baby boomers’.

    Aún más interesante es que más de la mitad de los pertenecientes a la generación Z dicen que son más productivos en medio del ruido o hablando con otros, mientras que el 60% de los baby boomers son más productivos cuando están en silencio, por lo que es probable que los Gen Z prefieran trabajar en una oficina en lugar de en casa.

    Otro estudio del Foro Económico Mundial, junto con Kronos, respalda esto; se descubrió que prefieren comunicarse con su equipo y recibir comentarios del gerente en persona. Incluso con toda la tecnología de colaboración que les permite trabajar de forma remota, las generaciones más jóvenes siguen valorando el contacto humano que solo pueden encontrar en una oficina.

    Dado que las preferencias generacionales en cuanto a los diseños de oficinas son diferentes, las empresas deben buscar espacios de trabajo flexibles que se adapten a las necesidades de todos.

    Es por esto que los espacios de trabajo conjunto se han vuelto tan populares en los últimos años. Los empleados más jóvenes quieren un sentido de comunidad y flexibilidad para ser más efectivos.

    WeWork, por ejemplo, tiene todo tipo de diseños para satisfacer diferentes preferencias, como salas de reuniones, salas de estar, cabinas telefónicas, salas de conferencias y cafeterías. Todos tenemos diferentes hábitos y preferencias, por lo que la flexibilidad en el espacio de trabajo nos permite seleccionar el entorno que mejor satisface nuestras necesidades.

    La pregunta no es si deberíamos reconvertir las oficinas abiertas en espacios cerrados. Necesitamos tener diseños de oficina inclusivos que puedan satisfacer las preferencias de todos, no solo a un grupo de edad específico.

    Con espacios de trabajo flexibles, los empleados que se quejan del ruido pueden trasladarse a un espacio cerrado, mientras que otros pueden decidir quedarse ahí. A menudo, la toma de decisiones corporativas llega a los extremos, teniendo un espacio totalmente abierto o cerrado, cuando lo que la gente realmente quiere es flexibilidad para tomar sus propias decisiones basadas en cómo se sienten en ese momento.

    Al darles opciones a los empleados, les da el control y son ellos mismos los que pueden elegir el entorno que saque a relucir su creatividad y productividad.

    Sin embargo, la contaminación acústica, la incapacidad de conseguir un espacio para concentrarse y la imposibilidad de tener un espacio propio donde poder tener sus herramientas de trabajo y objetos personales, pueden ser causales de molestias. Esta resistencia al cambio podría ser tratada conversando con los empleados por bien de todos.

    Las nuevas investigaciones muestran que las generaciones más  jóvenes las prefieren y están dispuestas a aceptar sus desventajas
    Las nuevas investigaciones muestran que las generaciones más jóvenes las prefieren y están dispuestas a aceptar sus desventajas. Foto: Ingimage
  • La lectura fue el pilar para su crecimiento

    Redacción Cuenca

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    El gusto por la lectura es una herencia familiar que fue inculcada por su abuelo, su progenitor y su madre. Ellos incentivaron esa afición en la arquitecta, María Augusta Hermida, y en su hermana Tania, la cineasta.

    La literatura nacional fue la temática preferida durante la infancia y adolescencia de la actual Directora del Grupo de Investigación Ciudades Sustentables Llacta Lab. Luego optó por la latinoamericana y la ciencia ficción.

    Uno de los primeros libros que la cautivaron fue ‘Un mundo feliz’, del británico Aldous Huxley. “Se planteaba qué estaba pasando con la humanidad en ese entonces”. Fue publicada por primera ocasión en 1932.

    Su gusto por la lectura influyó en la toma de sus decisiones para su formación profesional. Ella empezó sus estudios universitarios en la Politécnica Nacional siguiendo Ingeniería de Sistemas. Luego incursionó en Sociología y Filosofía. Finalmente llegó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca.

    “De alguna forma en esta profesión confluyen las ciencias técnicas, las sociales y la creatividad y el arte. Esta posibilidad de acceder a un conocimiento interdisciplinario se abrió por la lectura”, señala María Augusta Hermida, quien también es catedrática de la Universidad de Cuenca.

    Entre los libros más importantes que ha leído para su formación está la ‘Teoría del proyecto’ del arquitecto catalán Helio Piñón. Es un texto transcendental que ella recomienda a quienes están estudiando esta carrera porque aporta con las bases de lo que se debe considerar como una buena arquitectura. “Como debe ser rigurosa y consistente… Fue mi libro de cabecera durante mi tesis doctoral, que realice en la Universidad Politécnica de Cataluña”.

    La publicación ‘Momentos estelares de la humanidad’ de Stefan Zweig también está entre sus predilectos porque tiene un mensaje esperanzador: la genialidad de una persona o un momento determinado o casual generaron cambios radicales en la historia.

    La actualidad, dice Hermida, plantea muchos desafíos por el cambio climático, necesidad de nuevas energías… y “este libro da esperanzas de decir que somos capaces”.

    La lectura también le ha sido fundamental en la dirección del Grupo de Investigación Ciudades Sustentables. Un texto fundamental, señala, es ‘Ciudades para la gente’, de Jan Gehl, que orienta para que las urbes sean pensadas desde el punto de vista de las personas y tener alta calidad de vida.

    A ella le gusta leer en papel porque las imágenes impresas dicen mucho y permiten aprender. También le gusta acceder a varias publicaciones a la vez. En ocasiones, solo le interesan capítulos o artículos, muy puntuales, para la producción científica en la que está inmersa.

    Su horario preferido es por la noche porque suele dormir muy tarde. Según Hermida, la lectura le permite tener un momento de ocio y la posibilidad de aprender desde otras miradas. Y es una herencia que también ha inculcado en sus dos hijos.

    María Augusta Hermida y sus libros en su departamento en Cuenca.
    María Augusta Hermida y sus libros en su departamento en Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para Líderes
  • La arquitectura como un eje del desarrollo urbano

    Alejandra Marín, Impaqto

    Felipe Donoso es arquitecto y diseñador quiteño, cofundador de RAMA Estudio y Torno Co.Lab, plataforma colaborativa. Posee un máster en Diseño Sostenible de Productos por el Instituto Europeo de Diseño en Barcelona. Ganador del primer premio a nivel nacional en Rehabilitación y Reciclaje en la Bienal Panamericana de Arquitectura 2014.

    ¿Cómo surge la idea de RAMA Estudio y Torno Co.?

    RAMA Estudio está conformado por tres arquitectos: Carolina Rodas, Carla Chávez y Felipe Donoso. Ellos tienen estudios en vivienda colectiva y diseño sostenible. Con estos enfoques, trabajamos desde lo más pequeño en diseño de productos, hasta lo macro, con propuestas urbanas y comunitarias. Entre todos decidimos darle fuerza a la idea de compartir espacio, nada nuevo, pero era una solución que la habíamos pensado de hace algún tiempo atrás.

    ¿Y Torno Co. Lab?

    Torno se crea desde lo interdisciplinario, con la unión de un pequeño grupo de desconocidos y promueve la interacción en todo sentido; profesional, cultural, urbana, educativa, etc. El espacio, poco a poco ha ido generando vínculos entre personas y colectivos afines o con objetivos comunes, ha brindado espacio para eventos culturales, talleres, encuentros sociales y comunitarios, espacios de construcción y fabricación.

    ¿Cómo definen al emprendimiento urbano?

    Es llevar a cabo, bajo ciertos parámetros técnicos, ideas que beneficien al gestor, al usuario y a la ciudad. Toda persona que ve que a su alrededor existe una ciudad, un grupo de gente, una comunidad, un vecino, un barrio y que sabe que puede hacer algo para mejorar cualquier situación, y decide no esperar a que algo pase, sino tomar el problema y resolverlo es un emprendedor urbano.

    La colaboración es un factor importante para el desarrollo urbano. ¿Cómo se articula?

    Se habla mucho de colaboración actualmente, de espacios que promueven estas dinámicas, de iniciativas en las que “todos” aportan, sin embargo, el colaborar no es decir, es hacer. En el momento cuando hay un grupo de personas trabajando y haciendo cosas con un fin común, organizándose y gestionando proyectos con el único objetivo de cumplirlos, y la mayoría de veces sin esperar nada a cambio, estamos en presencia de un proceso colaborativo. Se deben entender las diferencias y fortalezas de cada integrante y sacar el máximo provecho de cada uno.

    ¿Cuáles han sido los retos y oportunidades de ser miembro del Comité del Reto de Emprendimiento Urbano?

    Es una iniciativa que genera discusión, crea espacios de análisis, momentos de reflexión sobre la ciudad. Este simple hecho hace que muchas personas alcen a ver lo que está pasando y empezar a pensar en lo que pueden hacer. El mayor reto de este evento, es generar las condiciones idóneas para que las ideas que aparezcan, logren tener un empujón para su desarrollo, una guía clara.

    La eficiencia energética es una de las categorías que tuvo mayor número de propuestas. ¿A qué se debe esto?

    El modelo de consumo energético es completamente ineficiente; empezando por los recursos utilizados actualmente, pasando por los medios obtención de energía y los fines de consumo como automóviles, industria, vivienda, etc., si logramos reducir el consumo, cambiar el tipo de energía o fuentes de energía y lograr formas de ser eficientes a corto y largo plazos, es probable que encontremos una solución parcial para las generaciones que vienen.

    Carolina Rodas, Carla Chávez y Felipe Donoso son los fundadores de RAMA Estudio, en Quito. Foto: Cortesía Impaqto
    Carolina Rodas, Carla Chávez y Felipe Donoso son los fundadores de RAMA Estudio, en Quito. Foto: Cortesía Impaqto
  • Conozca la nueva sede de UNASUR

    Redacción Quito

    Quito

    La nueva sede de la Secretaría General de Unasur fue inaugurada el pasado 5 de diciembre de 2014 y está ubicado en el complejo Ciudad Mitad del Mundo, a 14 km al norte de Quito.
    Dentro del diseño se integran tres aspectos: el tecnológico, ecológico y ancestral.

    Una de las principales características innovadoras del edificio es su diseño arquitectónico. La estructura está elaborada en metal y hormigón armado. Su núcleo se erige en un armazón de hormigón armado al cuál se anclan a dos estructuras metálicas.

    Estos componentes permiten levantar el mayor volado de Sur América de 55 metros de largo.

    Cerca del 75% de esta edificación de 20 000 metros cuadrados se encuentra bajo tierra. El forramiento, o componentes de protección de las paredes y vitrales exteriores, son de aluminio y vidrio cromado.

    Así también se procuró realizar un diseño horizontal para no superar la altura del monumento de la Mitad del Mundo.

    Los aspectos ecológicos están vinculados con la tecnología detrás de la sede. Al ser un edificio inteligente, se reduce el nivel de consumo de aguar mediante, reutilización de aguas lluvias. Para controlar el gasto energético se instalaron luces Leed. Así también se instalaron celdas fotovoltaicas en la losa superior que permiten generar un 24% de la demanda del proyecto.

    De igual manera se instalaron sistemas automáticos de iluminación interna que se adaptan en función de la incidencia solar. Las luces dentro de los ascensores se encienden gracias a la energía que se genera por su movimiento. “Se han incorporado más de 73 000 metros cuadrados de áreas verdes y se han reforestado más de 160 000 árboles endémicos en el entorno inmediato”, señala Guayasamín.

    Para el aspecto ancestral, se fusiona el mito, el rito y la escultura. El diseño del edificio cuenta con un ángulo de 45 grados de la estructura reflejan la cosmovisión indígena de la construcción de monumentos relacionados con el sol.

    El proyecto tiene a su vez como objetivo repotenciar el área de la Av. Manuel Córdova Galarza, la reforestación de los Cerros Catequilla y Casitagua, el nuevo Boulevard de la Av. Equinoccial y mejorar el acceso a San Antonio de Pichincha. Así también integra canchas deportivas y parques.

  • Diego Ordoñez: por innovar en la arquitectura ganó un premio en Inglaterra

    Sebastián Angulo / Redacción Quito

    A Diego Ordóñez le gusta el ciclismo. Cuando vivía en Quito, hace tres años, solía ir con frecuencia a pasear en el Parque Metropolitano, en el norte. Desde junio del año pasado circula en bicicleta todas las mañanas por las calles de Londres, para ir a su trabajo en Balmond Studio, una firma de arquitectos.

    Este quiteño de 34 años de edad es parte del equipo que obtuvo, en marzo de este año, el tercer premio mundial en Innovación en los Holcim Awards.

    Este galardón lo otorga la empresa suiza Holcim cada tres años, a través de la Fundación Holcim, para los proyectos que buscan la construcción sostenible.

    En el 2009, Ordóñez viajó a Inglaterra para estudiar una maestría en Arquitectura y Urbanismo en la Architectural Association Inc. de Londres (AA). Junto con tres compañeros de este programa de estudios, Povilas Cepaitis (Lituania), Luis Enrique y Carlos Piles (España), hizo una investigación, en el 2010. Por la calidad del trabajo, sus profesores les sugirieron que participaran en el certamen.

    El concurso tiene dos instancias. La primera se realizó en el 2011 y convocó a una fase regional, que está dividida en cinco zonas: Europa, Norteamérica, Latinoamérica, África y Oriente Medio, y Asia. Su equipo se hizo acreedor al primer premio en la zona europea.

    Mientras que la segunda fase, en la que participan solamente los ganadores de cada una de las cinco regiones, se llevó a cabo en marzo de este año. En esta etapa lograron el tercer puesto y una mención en la categoría de Innovación y Construcción Sostenible.

    Los cuatro arquitectos presentaron su iniciativa denominada ‘Cast on Cast’. Este es un sistema de parametrización y método de fabricación, que fue reconocido por el jurado como “una síntesis de ecología e innovación”.

    Diego Ordóñez define su proyecto como “una investigación de carácter multidisciplinario, que interrelaciona la arquitectura, las matemáticas, la ingeniería civil y las tecnologías de fabricación digital”.

    Pero este logro se comenzó a escribir 18 años atrás. La pasión por el diseño de este arquitecto despertó en la secundaria, cuando cursaba sus estudios en el Colegio Intisana.

    Además, la arquitectura lo acompañó desde su infancia debido a que su padre, José Ordóñez, también es arquitecto; esto también influyó al momento de elegir su carrera universitaria.

    Su padre comenta que Diego siempre fue muy hábil para hacer maquetas. Cuando era niño hacía instrumentos musicales pequeños, como baterías o pianos con cartón. En alguna ocasión le regaló una de estas manualidades como obsequio de cumpleaños.

    Luego de obtener su bachillerato (1995) ingresó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Quito. En el segundo semestre participó en un concurso nacional de diseño de muebles, en representación de su centro de estudios. El certamen lo organizó la empresa Edimca y ocupó el primer puesto.

    Esta experiencia le marcó y le estimuló para adentrarse en el mundo del diseño y buscar nuevas propuestas. Sin embargo, en 1997 hizo un alto en sus estudios para realizar un largo viaje de turismo a EE.UU. En su recorrido aprovechó para apreciar la arquitectura en ese país.

    A su regreso, en 1998, retomó sus estudios y en el 2002 obtuvo su título de arquitecto. Pero antes de finalizar la carrera, los estudiantes de esa universidad deben cumplir un programa de labor social, como requisito para graduarse. La participación en este programa (ayuda social) es uno de los recuerdos más gratos que tiene de su vida universitaria.

    Bernardo Bustamante fue su compañero de clases. Sostiene que una de las cualidades que admira de Ordóñez es su autocrítica. También recuerda el buen humor que tenía, a pesar de su “seriedad”.

    Además, en época de vacaciones, entre junio y agosto, se enrolaba en los programas de ayuda comunitaria que realizaba su centro de estudios. Viajaba a provincias con compañeros y profesores para dictar clases en escuelas rurales o trabajar en la construcción de casas.

    Fernando Calle dirigió su tesis de grado que consistía en el diseño de un centro de convenciones, en el sector de Tumbaco (nororiente de Quito). Calle afirma que la tesis estaba muy bien elaborada; resalta su creatividad y sus cualidades para el diseño. También, comenta que era un “joven introvertido y muy respetuoso”.

    Diego Ordóñez inició su vida laboral en la empresa de su padre, Ordóñez Arquitectos. Desde que era estudiante universitario trabajaba como dibujante en la compañía. Luego, tras alcanzar su título profesional, ocupó el cargo de arquitecto.

    Evelina Peralta, profesora de Taller de Diseño en la universidad y directora de la revista de arquitectura Trama, señala que Ordóñez era un joven de pocas palabras, pero muy expresivo en sus diseños. Lo recuerda como “ un buen estudiante y dedicado a la hora de hacer sus trabajos”.

    Ahora, su padre está ansioso de poder ir a la premiación del concurso mundial, que se realizará en Londres, en septiembre. Comenta que no pudo viajar a la premiación de la primera fase, en Italia, por los trámites de la visa, debido a que no le comunicaron con anticipación.

    Actualmente, Diego está casado con la quiteña Andrea Lizarralde. Tienen dos hijos: Sofía de 3 años y Felipe de 1.

    Su jornada, en Londres, se inicia a las 07:00. Su primera tarea es dejar a sus hijos en la guardería y luego se dirige a su oficina a las 09:30. Su trabajo concluye, generalmente, a las 20:00. Los fines de semana los aprovecha para salir con su familia, visitar los museos y pasear por la ciudad.

    Los domingos tiene la costumbre de acudir a una iglesia católica.

    El proyecto

    Sostenibilidad. La iniciativa es sustentable debido a que reduce espacios a través del uso de geometría compleja. Eso ahorraría materiales.

    Aplicación. En el momento, se encuentran en la búsqueda de empresas patrocinadoras para la aplicación en proyectos concretos.

  • José Furoiani lleva medio siglo en la arquitectura local

    Julissa Villanueva / Redacción Guayaquil

    En la oficina de José Antonio Furoiani Villagómez resaltan planos, maquetas, placas de reconocimiento y un gallo de 60 centímetros, que es la insignia de Ciudad Santiago, una de las urbanizaciones que levanta en el norte de Guayaquil.

    Un nuevo amanecer’ es el eslogan del proyecto. “Y qué mejor que despertar con el canto de un gallo”, dice Furoiani, el arquitecto número 12 que registró Ecuador en los años sesenta, cuando se creó el Colegio de Arquitectos del Guayas. Era tan poco común esta profesión, que en sus inicios le decían ‘ingeniero’. Fue cuestión de tiempo, para aclarar en qué consistía su trabajo y ser llamado por su título.

    Cincuenta años después de crear cientos de diseños arquitectónicos, muchos de ellos insignes de la ciudad y del país, Furoiani es un referente en el mundo de la construcción local. Su apellido es la marca de la constructora que dirige con dos de sus hijos: José Luis y Ana María.

    El Planetario de la Armada, la Federación Ecuatoriana de Fútbol, la Politécnica del Litoral, el Hospital de Niños Roberto Gilbert Elizalde, en Guayaquil, y el Hospital de Solca, en Manabí, son parte de las obras que perennizan su nombre.

    Se dice fiel admirador de las familias ecuatorianas, especialmente de las guayaquileñas que son con quienes ha tenido más contacto, porque entre sus prioridades siempre está tener un techo. Y cuando finalmente adquieren uno, generalmente a crédito, luchan por pagarla a tiempo y cuidarla con su vida.

    En ese contexto, dice que la gente es aspiracional. “Ofrecemos casas de todo precio, pero me puede creer que cuando se da a elegir entre una y otra, generalmente eligen las de mayor precio, porque tiene mayor confort”.

    Eso y la gran mano de obra que genera en cada uno de sus proyectos lo motivan a seguir en el mundo de la construcción, según ha podido advertir Alfredo Navarrete, proveedor de la firma Graiman. Cuando él ve a tanta gente trabajando como gasfitero, albañiles o en demás oficios se le nota su satisfacción.

    Como excelente profesional y algo reservado caracteriza Navarrete a Furoiani.

    El Hospital Roberto Gilbert es una de las obras que marcó a este manabita, que nació en 1935 en su Bahía de Caráquez. El centro hospitalario para niños fue inaugurado en octubre del año 2000 y atiende a unos 78 000 pacientes al año.

    “Esta obra se hizo en una época en la cual la construcción estaba un poco deprimida, porque esto es cíclico. Pero es una actividad noble que se recupera con mucha facilidad, porque depende mucho de la gente”, advierte.

    José Antonio Furoiani confiesa que siempre prefirió un perfil bajo, pero sus amigos se empeñan en mantenerlo en la palestra pública, bromea y sonríe.

    La Asociación de Promotores Inmobiliarios de Vivienda del Ecuador (Apive), le concedió el mes pasado el nombramiento de director vitalicio de la institución. “Es un reconocimiento destacando su labor profesional en beneficio del país”, comenta el presidente del gremio, Jaime Rumbea.

    Constructora Furoiani tiene en proceso levantar 5 600 casas para gente de diferentes niveles socioeconómicos entre los proyectos Ciudad Santiago, Milann y Napoli I. En su trayectoria al frente de la empresa ha construido unas 13 000 viviendas en Guayaquil.

    Grecia Cando, presidenta del Colegio de Arquitectos del Guayas, dice que este gremio vive básicamente por el aporte profesional y el conocimiento de socios como Furoiani Villagómez, Antonio Loor, Roberto Béjar, Juan Péndola, entre otros, que con su trayectoria cimentan las bases de una organización que cada vez se va innovando. Todos ellos han tenido en sus manos, alguna vez, la dirección del Colegio de Arquitectos y la han llevado siempre por buen camino.

    Cando, quien además es concejala de Guayaquil, destaca a Ciudad Santiago como un proyecto inmobiliario con mucha connotación social, con 4 000 viviendas en el primer grupo y otras 4 000, en el segundo. Hay casas desde USD 20 000.

    Pero un dato curioso que, a criterio de Cando dice mucho de él como persona, es que es reconocido en el gremio por poseer un espíritu de unidad que inspira entre sus colaboradores. “Constructora Furoiani tiene un grupo coral angelical, que está conformado por su personal administrativo. Tiene que ver una de sus presentaciones para saber de lo que hablo”.

    La evolución de la construcción ha definido claramente algo: antes el principal cliente era el Gobierno, con obra pública, ahora son los empresarios privados y la gente. Para él, la adquisición de vivienda propia se fue democratizando a partir de una serie de incentivos que iniciaron en el gobierno de León Febres Cordero, y se afianzó con el actual Régimen.

    Definitivamente la participación del Biess inyectó esa dinamia en la construcción, advierte Furoiani. Y la entrega de bonos también, aunque lamentablemente ese beneficio se suspendió. Es algo que sugiere que el Gobierno debiera revisar.

    Ya con su medio siglo de trayectoria, este arquitecto de 77 años está en un proceso de transición que consiste en dejar las riendas del negocio a sus hijos. De tres, dos trabajan en la marca Furoiani.

    Un poco más sobre su trayectoria

    • Sus obras. Estas pueden ser encontradas en Quito, Guayaquil, Cuenca, Manta, Portoviejo, Daule y Samborondón, por mencionar algunas localidades en las que junto a su empresa, Furoiani Obras y Proyectos, ha desarrollado todo tipo de construcción.
    • Reconocimiento. Fue nombrado director vitalicio de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Viviendas.