Etiqueta: artesanas

  • Las artesanas de El Morlán y el sombrero de Imantag

    Red. SIERRA NORTE (F)
    Contenido intercultural

    La vida de María Laura Araque ha transcurrido entre su huerta y un taller de elaboración de sombreros de paño.

    Tiene 67 años y forma parte de la Asociación Ñawpachik Ayllu, que se especializa en la elaboración de sombreros artesanales.

    Todas sus integrantes habitan en la comunidad El Morlán, en Cotacachi (Imbabura). La mayor parte de la población se autoidentifica como indígena.

    En el paisaje hay casas diseminadas y rodeadas de pequeñas parcelas. En una de ellas, Araque produce maíz, fréjol y papas. La mayoría de los cultivos está destinada al consumo de la familia.

    Al igual que las otras artesanas, esta mujer de estatura pequeña y su rostro marcado por el tiempo comenta que cuando empezaron no tenían conocimientos sobre las técnicas de la sombrerería.

    Esta actividad es prácticamente nueva en la parcialidad. María Diaguillo, líder de la organización, explica que todo empezó hace 15 años cuando les propusieron que aprendieran a confeccionar estas prendas infaltables en la cabeza de los kichwas. La idea es generar ingresos para el hogar.

    La campesina, de 47 años, cuenta que se capacitaron en el denominando sombrero imanteño. Es un modelo de copa y ala pequeña.

    En esta localidad, como en el resto de la parroquia de Imantag, el sombrero lo utilizan tanto hombres como mujeres indígenas. En el caso de las damas, es parte de la vestimenta que incluye un anaco o falda, blusas bordadas y collares de pequeñas esferas doradas.

    En la casa de María Celia Orbes, otra de las socias, el grupo de artesanas instaló el pequeño obraje. Esta mujer, de 63 años, es una de las más diestras. El proceso empieza con los capachos -como se denominan a los gorros-, los cuales son sometidos al vapor para que se vuelvan dúctiles y maleables, con el fin de trabajarlos.

    Luego con una mezcla de almidón y gelatina sin sabor forman una especie de goma que untan en la prenda, como barniz, para que tomen forma.

    Para el hormado, en cambio, se emplean planchas antiguas de hierro, que son previamente calentadas en el fuego de una cocina.

    Hay dos tipos de planchas. La más delgada se usa para quitar arrugas del ala del sombrero, explica María Sánchez, otra de las colaboradoras de la asociación.

    Por último, se colocan el forro, el tafileti y el cintillo. Sánchez también explica que en el caso de los hombres la talla del sombrero oscila entre 13 y 14 centímetros. Mientras que para mujeres, la talla es de 9 a 10.

    Hay una amplia variedad de colores. Los más comunes son los de tono negro, gris, verde, café. Los aficionados prefieren para combinarlos con la ropa.

    Las formas responden al pedido de clientes. Los diseños, similares al sombrero español, son preferidos en su mayoría por mestizos. Pero también hay pedidos de los kichwas Otavalo.

    Desde el año pasado, la Asociación Ñawpachik Ayllu tiene el apoyo del proyecto de Fortalecimiento a Emprendimientos e Iniciativas productivas locales de Imantag. La idea es mejorar la situación de las familias, comenta Lucía Linquinchano, presidente de la Junta Parroquial.

    Las artesanas muestran los sombreros hechos con sus manos. Las comercialización se realiza en ferias populares. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    Las artesanas muestran los sombreros hechos con sus manos. Las comercialización se realiza en ferias populares. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • Las artesanas se inspiran en los pueblos indígenas

    María Victoria Espinosa  (F) Contenido Intercultural

    Relacionadas

    Tres artesanas de Santo Domingo se dedican a la elaboración de bisutería y artículos para el hogar, adornados con figuras tsáchilas y montuvias.

    Ellas trabajan desde sus casas y talleres. Pero exhiben sus productos en ferias artesanales, que realizan las autoridades provinciales.

    Teresa Larrea incluso se organizó con otras artesanas y conformaron la asociación Creando Ideas, que busca enseñar a otras mujeres el valor de la cultura Tsáchila y cómo plasmarla en artesanías con materiales del medio.

    Pero también con artículos que son típicos de las comunas, como las semillas para hacer pulseras o la tintura negra, que se obtiene de una planta medicinal nativa.

    La artesana cuenta que desde los 12 años empezó a dibujar figuras tsáchilas. “Me llamaban la atención su vestimenta, el idioma… y quise plasmarlos en recuerdos coloridos para el hogar”.
    Ella, además de los productos tsáchilas, también utiliza madera, mazapán, porcelanicrón, teca, bambú, caña guadúa, tagua, telas, cintas, entre otras.

    Una de sus últimas creaciones son sandalias bordadas con los coloridos telares tsáchilas.
    Las empezó a confeccionar hace un año y tienen un precio de entre USD 15 y USD 25. Para complementar el atuendo, también elaboró pequeñas carteras con la misma tela del par de sandalias.

    Larrea señala que su desafío permanente es innovar en cada feria con productos interculturales. “Los clientes siempre quieren productos tsáchilas. Pero que sean innovadores”.
    Además -agrega- deben ser ar­tículos que se relacionen con fechas especiales. Por ejemplo, si asistimos a una feria antes del Día de la Madre, procuramos hacer productos para que los hijos los regalen a sus mamás.

    En la feria, el jueves pasado en Santo Domingo, la artesana presentó lapiceros en forma de tsáchilas, porque al terminar el período escolar los padres de familia siempre dan obsequios a los maestros o se los compran a sus hijos para motivarlos.

    El guía nativo tsáchila Manuel Calazacón asegura que las artesanas han ayudado a que los niños y adolescentes se interesen por la cultura nativa, cuando ven cuadros de tsáchilas tocando la marimba. “A nuestra comunidad llegan chicos y nos dicen que solo nos conocían por artesanías”.

    La artesana Carmen Torres explica que el gremio de artesanas está planificando continuar haciendo figuras tsáchilas, pero también añadir a nuevas culturas, como los chachis y los pueblos afrodescendientes y montuvios.

    Ella ya está elaborando esas figuras con tagua y la cáscara de coco. Esas artesanías se venden en las ferias y almacenes de recuerdos de la provincia. También a través de las redes sociales. “Tengo pedidos de varias partes del país”.

    La emprendedora Denisse Garzón también promociona sus productos en las ferias. Ella instaló un local de bisutería hace ocho meses, en Santo Domingo.

    La pasión por las manualidades la aprendió de su madre Nidia Alvear, quien también es artesana.

    Garzón, desde pequeña, vio en su casa materiales como la tagua, piedras, madera, cintas y conchas de origen montuvio.

    Con esos productos se elaboran desde cuadros hasta bisutería. “Mi mami elabora los productos en esa línea. Yo me dedico a crear accesorios para la mujer”.

    Las ferias

    En promedio, cada emprendedora vende entre USD 50 y USD 200 en cada día en una feria artesanal.

    Los productos que más se venden son los tsáchilas. Los compradores por lo general son adultos, que buscan un obsequio o decoración para la vivienda o vehículo.

    Las artesanas deben prepararse con al menos un mes de anticipación para cada feria artesanal. Ellas señalan que se deben hacer al menos 20 productos diferentes, en varios colores y tamaños.

    Teresa Larrea se inspira desde hace 20 años en la nacionalidad Tsáchila para crear coloridas artesanías. Foto: María Victoria Espinosa / LÍDERES
    Teresa Larrea se inspira desde hace 20 años en la nacionalidad Tsáchila para crear coloridas artesanías. Foto: María Victoria Espinosa / LÍDERES