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  • Los ‘puzzles’ 3D son el atractivo de este negocio nacido en Riobamba

    Cristina Marquez

    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    La perseverancia es la cualidad característica de Jorge Rivera Jr. A pesar de los obstáculos que halló en el camino, él y sus socios convirtieron una buena idea en un exitoso emprendimiento.

    Sanriver, una agencia de publicidad que funciona desde el 2013 en Riobamba, ahora manufactura rompecabezas en tres dimensiones que, además, son réplicas de los estadios Rodrigo Paz, de Liga de Quito, y del Estadio Monumental Banco Pichincha, del Barcelona Sporting Club.

    Los ‘puzzles’ se comercializan en las tiendas de Orocash, Mi Jugetería y Marathon Sports. Son artículos ideales para coleccionar, y, además, son productos oficiales de ambos equipos.
    Desarrollar la idea y llegar a las perchas de las tiendas más grandes del país fue un proceso que les tomó a los emprendedores cerca de tres años. Su historia está llena de anécdotas y de aciertos que llegaron tras cada dificultad.

    “Aprendimos mucho en este tiempo. Llegamos hasta este punto en nuestro negocio porque persistimos y nos aferramos al proyecto”, cuenta Rivera.

    La idea de manufacturar los rompecabezas surgió en el 2015, tras una conversación familiar. Santiago Rivera, quien vivió en España junto a su padre Jorge por 15 años, trajo consigo, al volver, un rompecabezas del estadio del Real Madrid que se exhibió en la vitrina de su agencia de publicidad durante más de dos años.

    Cuando los hermanos investigaron un poco más, descubrieron que el único fabricante era una multinacional española y que en Ecuador no había ningún producto parecido. Así, se animaron a diseñar su propio rompecabezas.

    Los estudios en diseño 3D que Santiago cursó en España se convirtieron en el activo más importante de la empresa. Él empezó a diseñar el rompecabezas del Estadio George Capwell, de Emelec, en junio del 2016.

    Diseñar piezas que encajaran con una precisión milimétrica y no necesitaran de ningún tipo de pegamento para sostenerse entre sí, requirió tres meses de trabajo arduo. Santiago, quien es hábil en elaborar maquetas desde su infancia, tomó fotografías, investigó los detalles y diseñó en su computadora cada una de las pequeñas piezas con minuciosidad.

    En la primera fase del negocio los hermanos invirtieron USD 3 000. La primera dificultad que enfrentaron fue la caída de las negociaciones con el departamento de marketing de Emelec, por lo que no obtuvieron la licencia exclusiva de la marca.

    Sin embargo, sí consiguieron las licencias de Barcelona y Liga de Quito. Conseguir financiamiento y un proveedor que imprimiera las piezas con precisión en una especie de plástico acolchonado fue la siguiente dificultad, debido que la tecnología para ese tipo de trabajos no existe en Ecuador.

    Así fue como David Bastidas, propietario de la empresa textil Finatex, entró al negocio como inversionista. Él no sólo tenía una amplia experiencia en importaciones y contactos en el extranjero, sino que también aportó un capital de USD 110 000.

    Su inyección de fondos impulsó el negocio y la idea pudo ejecutarse. La familia logró contactos con una empresa china, que imprimió los diseños de Santiago.

    “En cuanto supe del proyecto, vi que tenía potencial, eso me animó a invertir”, cuenta Bastidas.
    El primer pedido de 15 000 unidades llegó de China justo a tiempo para el Barcefest de abril del 2017, en el que los puzzles se introdujeron oficialmente al mercado.

    “Ese día estábamos llenos de sentimientos. La carga llegó sólo un día antes de la feria y era la primera vez que veíamos el rompecabezas ya en su versión original. Cuando armamos el primer estadio y lo exhibimos en la feria nos abrazamos de la emoción”, recuerda Santiago.
    Los productos tuvieron una alta acogida desde el primer día de ventas. Luego, ingresaron a las perchas de Mi Juguetería, Orocash y Marathon Sports.

    Los puzzles cuestan USD 40. Cada uno incluye las 127 piezas para armar, un manual de instrucciones y el link de un tutorial.

    “Me emocioné cuando empecé a armar el estadio del Barcelona, no sólo porque soy un fan muy apasionado, sino porque fue divertido ensamblarlo”, dice Carlos Cedeño, uno de los clientes.

    Jorge Rivera Jr, David Bastidas, Jorge Rivera y Santiago Rivera son parte del equipo de Sanriver.  Su local comercial está en el centro de Riobamba
    Jorge Rivera Jr, David Bastidas, Jorge Rivera y Santiago Rivera son parte del equipo de Sanriver. Su local comercial está en el centro de Riobamba. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Tour del chocolate, atractivo para el turista

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    La hostería El Quetzal de Mindo le ofrece al turista la posibilidad conocer cómo se elabora el chocolate, que se vende en este lugar.

    Lo hace vía el tour del chocolate, que dura cerca de una hora.

    El recorrido empieza en la entrada de la hostería, desde donde se puede percibir el olor a cacao y a chocolate. Durante el transcurso del tour, los guías turísticos le explican al visitante sobre el cultivo del cacao fino de aroma, el secado de la fruta y la fabricación del chocolate amargo y semi amargo.

    El tour se realiza cada hora, los siete días de la semana. Cada mes, el Quetzal recibe a 3 000 turistas, de estos 2000 realizan el tour, que está a cargo de siete guías. Tres de ellos, se dedican a atender a los clientes extranjeros.

    El turista estadounidense Ethan Brown hizo el recorrido del chocolate la semana anterior, con su familia, en la noche. En ese tour se cuentan las leyendas en torno a la elaboración del chocolate en 1800 y sobre cómo llegó el cacao al país. “Fue una muy buena experiencia”.

    José Meza es el propietario de El Quetzal de Mindo. Él recuerda que el negocio nació hace diez años, cuando retornó de EE.UU, tras vivir en el país americano por más de 40 años.

    Meza reconoce que entre sus planes no estaba incursionar en el turismo ni en la chocolatería. En ese terreno, ubicado en Mindo, quería construir una casa de descanso. Pero su esposa Bárbara Wilson empezó a elaborar postres y nació la idea de instalar una hostería con restaurante.

    A la par empezaron leer y ver videos sobre la fabricación de chocolate y empezaron a comprar a 40 productores de cacao unos 10 quintales para hacer chocolate.

    Las máquinas para triturar el cacao fueron diseñadas por Meza y fabricadas en Quito.
    Al principio, solo tenían cinco empleados para atender la hostería y el restaurante.

    Pero el producto empezó a gustarle a los clientes y por eso desde hace cinco años se empezó a hacer la ruta del chocolate.

    A la par se buscó la manera para elaborar otros productos como la cerveza artesanal. En la actualidad, realizan tres tipos. Dos con sabor a jengibre y otra con sabor a guayaba. En la planta y en la hostería, actualmente, trabajan 17 personas con contrato permanente y cinco proveedores.

    Además, elaboran chocolate y jengibre en polvo, miel y manteca de cacao, entre otros.
    También le han apuntado a los postres y comidas gourmet como los camarones glaseados con manteca de cacao o trozos pequeños de yuca frita, bañada en chocolate caliente.

    Todo el chocolate que se utiliza en el centro de hospedaje es elaborado en la fábrica artesanal.
    Para la construcción de la hostería, la familia Meza invirtió USD 200 000. Pero cuando se decidió abrir la fabrica se debió invertir otros USD 300 000 para maquinarias y utensilios.

    En ese lugar se fabrican al menos dos toneladas mensuales de chocolate para vender en polvo, también para hacer producto en barra combinado son macadamias y café, en trozos pequeños y también en manteca de cacao.

    Según Meza, desde el 2009 también se empezó a exportar a EE.UU la cascara, manteca y chocolate. “Nada se desperdicia. Con las cascaras del cacao se hace y con el jugo una especie de miel”.

    Anualmente se exportan entre dos y tres toneladas. Las ganancias que deja la fábrica son de al menos USD 10 000. Mientras que las exportaciones dejan alrededor de 40 000 mensuales.

    A El Quetzal de Mindo llegan  entre 100 y 150 clientes a diario para hacer el tour del chocolate. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    A El Quetzal de Mindo llegan entre 100 y 150 clientes a diario para hacer el tour del chocolate. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • El atractivo de los ‘rooftops’ es la vista

    Ana Cristina Alvarado

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    Las azoteas adquieren nueva vida con los establecimientos en los ‘rooftops’ —bares, restaurantes o discotecas— que se relacionan con el lujo de ciudades como Nueva York, donde empezó la tendencia. En Latinoamérica, Bogotá ha adoptado de forma extendida este uso de las terrazas. Ahora, Quito también cuenta con tres opciones para diferentes gustos y ocasiones.

    En el Centro Histórico está el Carlota Lounge. Se encuentra sobre el Hotel Carlota, que mantiene la estructura original de una casa colonial. Por la arquitectura del sector y la vista privilegiada de El Panecillo y el casco colonial, esta terraza se presta para reuniones de relajamiento con amigos, familia o pareja.

    El Carlota Lounge ofrece, de miércoles a sábado, de 12:00 hasta las 22:00, una carta basada en productos nativos. La especialidad de la casa es el gin, saborizado con frutos rojos, café, mandarina, entre otros. Los clientes también pueden disfrutar de tablas de quesos , cazuelas o cebiches.

    Los fines de semana, de 10:00 a 13:30, hay servicio de brunch bajo reserva.
    El Hanzo, en la Paúl Rivet y José Orton, es una de las primeras propuestas de ‘rooftop’ en Quito. Abrió hace cinco años en el octavo y noveno pisos del edificio Mokai. Este restaurante se especializa en la cocina nikkei, una fusión de la gastronomía japonesa con la peruana, dice Juan Carlos Romo, chef ejecutivo.

    El lounge, en el último piso, cuenta con vista hacia el centro norte de Quito y hacia el occidente. En este espacio también se puede comer, pero además está adecuado para fumadores y cuenta con un bar más amplio. Los fines de semana se realizan eventos, como fiestas ‘sunset’ y otros.

    El restaurante está abierto de 12:00 a 16:00 y de 19:00 a 11:30, de lunes a sábado. El ‘lounge’ abre hasta las 02:00, los fines de semana, en caso de que haya eventos.

    El Vértigo Rooftop fue inaugurado hace dos meses en el sector financiero de la capital, en el último piso del Hotel Le Parc. Es un establecimiento de Gastronomy Corp, un grupo que también es dueño del restaurante Salsa y del P.P. Botella.

    El ‘gastro-bar’ ofrece tapas, españolas y fusión, para acompañarlas con una amplia carta de bebidas. La bandera de Vértigo Rooftop es el gin, según Patricio Martínez, gerente general de Gastronomy Group.

    Este espacio se enfoca en el público ejecutivo que sale de las oficinas. Está abierto desde las 17:00 hasta la 01:00 y los viernes cuentan con almuerzo extendido, desde las 13:00, hasta las 02:00. Además, se puede reservar el espacio para eventos privados.

    El Vértigo Rooftop está en la terraza del Hotel Le Parc, en la R. de El Salvador. Foto: Internet
    El Vértigo Rooftop está en la terraza del Hotel Le Parc, en la R. de El Salvador. Foto: Internet