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  • En sus dibujos rescata la variedad de aves del Ecuador

    Redacción Quito

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    El color oscuro e intenso del café es, ahora, parte de la paleta de un joven pintor.
    Para capturar fielmente los tonos que se obtienen de estas olorosas semillas, Fabián Ortega utiliza los residuos que quedan tras moler este producto y su esencia.

    La iniciativa por emplear café como ‘pintura’ en sus obras surgió hace un año. Mientras este artista visitaba el huerto de Mariana Hidalgo, en Tumbaco.

    En este sitio, donde se procesa café de manera artesanal, Ortega observó que estos frutos adquieren un color intenso tras secarlos, tostarlos y molerlos. También se fijó en que alrededor de estas plantas había varias aves.

    Esta experiencia le motivó a innovar. En su taller, ubicado en el centro de Tumbaco, hizo pruebas. Para obtener una variedad de matices del café usa agua en diferentes cantidades y temperaturas. Esta mezcla se aplica con pinceles y goteros de manera directa sobre unas cartulinas especiales.

    En estos pequeños lienzos, los colibríes, quilicos, lechuzas, búhos, pájaros brujos, gorriones, huirachuros y otras especies propias del Ecuador van tomando forma. Ortega recoge en sus trazos cada detalle de estas aves.

    Para no dejar fuera ningún elemento, este artista se apoya en fotos de estas aves, en sus recuerdos de infancia sobre los pájaros que miraba, en el patio de su casa; en su creatividad y en la materia prima (café orgánico) que proviene del huerto de Hidalgo. Ella entrega este producto según la demanda del artista y no le cobra. Para esta mujer, el pago es cada obra que logra este joven pintor.

    Como producto final, este artista ofrece postales, cuadros hechos sobre lienzos o en pedazos de troncos de árboles viejos, que recicla para darles un nuevo uso.

    En promedio, el costo de estas piezas está entre USD 15 y 150, según el tamaño y detalles de la obra. Estas se venden en Casa Raíz, en Tumbaco; en el taller Fabián Ortega, en el centro de Tumbaco; y en el hotel Zaysant Ecolodge. Factura alrededor de USD 6 000 al año solo por este trabajo. Aparte da talleres a niños y jóvenes.

    Gerardo Tapia, administrador del hotel Zaysant Ecolodge, menciona que el trabajo de Ortega es bien valorado por los turistas.

    En este sitio, las personas tienen la oportunidad de observar aves y luego llevarse una postal o cuadro de este pintor como recuerdo. “Ortega emplea una técnica novedosa y sus obras tienen un buen terminado”, destaca Tapia.

    Para Ortega es importante retratar estas especies propias de Ecuador, porque se debe valorar lo “nuestro”. Aparte, él reconoce que hay algunas personas que no han tenido la oportunidad de ver estos pájaros en directo. Otros, como los extranjeros, pueden incluso, llevar a otros países una parte de la fauna representativa de este territorio biodiverso.

    Las obras de este pintor han sido adquiridas por turistas de Canadá, Estados Unidos, Chile y por ecuatorianos.

    Para este año, Ortega tiene previsto buscar otras semillas, hojas, raíces y flores propias del Ecuador para obtener más esencias vegetales y darle color a sus aves. El propósito es que la gente que aprecia su arte puede conocer todos los detalles de estas especies.

    Fabián Ortega utiliza los residuos del café molido y su esencia para pintar aves representativas de las distintas zonas del Ecuador. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
    Fabián Ortega utiliza los residuos del café molido y su esencia para pintar aves representativas de las distintas zonas del Ecuador. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
  • Expertos en aves de postura

    Modesto Moreta

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    Hablar de aves de carne, de postura, de producción de huevos y pollos faenados con las marcas Cripollo y Crihuevo es referirse a la empresa Incubandina S.A. La firma ambateña, con sus siete líneas de producción, comercializó el año pasado USD 18,5 millones y tiene presencia con sus productos en todo el país.

    Sus principales mercados son Chimborazo, Cotopaxi, Tungurahua, Bolívar y Pastaza, a donde van el 70% de sus productos. El 30% restante va a Pichincha, Guayas, Manabí y otras provincias.

    Actualmente la compañía es líder en la producción, distribución de aves y postura, pollita levantada y pollos en la línea de carnes para el consumo industrial y familiar. Cuenta con una línea genéticas de aves, así como con tecnología avanzada y personal altamente capacitado en sus instalaciones y plantas ubicadas en Tungurahua, Cotopaxi, Pastaza y Los Ríos.

    La calidad de las líneas genéricas de las casas alemanas Lohmann (Lohmann Brown) y H&N International (H&N Brown) permite que tenga un crecimiento del 8% anual en sus diversas líneas y en función al requerimiento de sus clientes. La estrategia que aplican sus ejecutivos es realizar una preventa, es decir, no producir para luego vender, sino vender para luego producir.

    En el 2015, la empresa invirtió USD 2,5 millones en el montaje de una nueva planta de producción automatizada de balanceado, con una capacidad de 25 toneladas por hora. Los recursos lo consiguieron a través de un crédito. Un banco financió el 80%.

    Javier Corrales, gerente general de Incubandina, ofrece cifras: cada mes se crían 90 000 gallinas mensuales y se obtienen 70 000 huevos diarios. Además, se oferta 500 000 pollitas bebé y 300 000 pollitos de carne al mes. “Con la nueva planta de balanceados se busca incursionaren la comercialización del producto y abastecer en todas las líneas avícolas”.

    La historia de Incubandina se inició en 1992, cuando un grupo de avicultores de Tungurahua al no satisfacer la demanda de los proveedores de aves de postura de alta genética se unieron y fundaron la firma. El objetivo fue traer líneas genéticas óptimas para la producción avícola y abastecer en sus granjas avícolas.

    Desde entonces Incubandina trabaja con las principales casas genéticas del mundo, que llevan adelante programas de selección genética para la producción de huevos y de carne.

    Los inicios fueron en las instalaciones de la Granja del sector Chan, en el cantón Pujilí, en Cotopaxi. Allí los avicultores involucrados construyeron las naves y ubicaron a las reproductoras (gallinas y gallos) para reproducir huevos fértiles. En ese año, los huevos se enviaban a la parroquia Montalvo, en Los Ríos, donde se levantó la planta de incubación. Con los buenos resultados decidieron incursionar en la comercialización de aves a otras avícolas. Ese paso permitió crecer.

    La empresa avícola familiar Viera Carrillo, ubicada en el caserío Huambalito, de la parroquia Bolívar, del cantón Pelileo, en Tungurahua, trabaja 20 de sus 35 años con Incubandina. Su gerente, Marco Garzón, explica que la empresa les provee de aves de buena genética y eso permitió que la producción de huevos en su granja creciera.

    Adicional a eso reciben el asesoramiento técnico y acompañamiento que prestan en el crecimiento de las aves, producción y otros áreas. Cada 18 semanas la avícola compra 16 000 aves de postura. Según Garzón, los huevos que producen son de buena calidad, color y tamaño. “Con el rendimiento y el apoyo no hemos tenido necesidad de cambiarnos de línea, ellos crecen y nosotros crecemos a la par”.

    En 1996, los problemas financieros afectaron a Incubandina y quebró. Un año más tarde aplicaron como estrategia la apertura de capital con el ingreso de nuevos accionistas. Con una inyección de 1 200 millones de sucres se adquirió tecnología y nuevas líneas genéticas que ayudaron a la recuperación de la empresa.

    Corrales dice que las utilidades que obtiene la empresa se reinvierten. En los últimos dos años se invirtieron USD 4 millones.

    Además, a inicios de marzo la planta de Cotopaxi obtuvo una licencia ambiental de la Dirección Provincial de Ambiente de Cotopaxi. Con una inversión de USD 350 000 la compañía implementó un sistema de tratamiento de los desechos líquidos y sólidos.

    Incubandina La empresa ambateña trabaja en la producción y distribución de aves para el consumo industrial y familiar. La firma, que vende USD 18,5 millones al año, tiene certificación ambiental.
    Incubandina La empresa ambateña trabaja en la producción y distribución de aves para el consumo industrial y familiar. La firma, que vende USD 18,5 millones al año, tiene certificación ambiental.
  • Su marca sentó la cadena nutritiva del codorniz

    Bolívar Velasco

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    Miles de codornices emiten sonidos fuertes mientras se aparean o ponen sus huevos en los corrales.

    Están en una suerte de estanterías caminando sobre el aserrín y alimentándose con balanceado.

    La granja María Elena, ubicada en el kilómetro 1,5 de la vía Colorados del Búa, en Santo Domingo de los Tsáchilas, es una de las pioneras en la crianza y reproducción artificial de codornices en el país. Tiene 20 años de actividad y es la responsable de hacer envíos mensuales de 60 000 huevos, 18 000 codornices en pie y 26 000 kilos de carne congelada.

    La producción se va principalmente a Quito, Guayaquil, Machala, Cuenca, Ambato, Riobamba, Ibarra y Loja. De la distribución se encargan 20 grandes comerciantes y personas de pequeñas redes de negocios que, en cambio, venden los huevos cocidos por unidades en las calles.

    Eduardo Uzcátegui, gerente propietario de la granja María Elena, dice que el consumo de la carne y los huevos de estos animales se volvió más frecuente en los últimos 10 años, principalmente por sus bondades nutricionales.

    Su contenido calórico y graso son muy bajos, pues 100 gramos de esta carne aportan solo con 1,6 gramos de grasas. Incluso es rica en vitamina B3 y B6, y minerales como el magnesio y el hierro.

    Precisamente estas propiedades nutritivas motivaron a Uzcátegui a emprender en este negocio que lo empezó en un cuarto de su casa en Riobamba, en 1995.

    Entonces, había introducido al país 50 codornices de origen asiático, que adquirió en 1 250 000 sucres. Su primera ganancia fue de 300 000 sucres, pero con los años su negocio ganó espacio, clientela y oportunidad para dar empleo. Ahora, las ganancias netas que quedan al mes son de USD 9 000. En la empresa trabajan 20 personas que ganan el sueldo básico y beneficios laborales.

    En esta granja, el núcleo de la producción se centra en el proceso de incubación de huevos para obtener la materia prima.

    Se trata de siete cámaras incubadoras, en donde los huevos son sometidos a una temperatura de 17 grados durante 14 días.

    Luego, pasan a unas ‘nacedoras’, donde durante tres días se los expone a la humedad.
    En ambos procedimientos se hace un volteo controlado de los huevos, con el fin de que se consolide la incubación, algo casi similar al que sucede en la hembra codorniz. Como resultado de este procedimiento, nacen 30 000 polluelos. Estos se ingresan en un corral especial, donde reciben los primeros cuidados y proteínas.

    La dotación de huevos está garantizada por la capacidad reproductiva que tienen estos animales.

    Cada uno alcanza una producción anual de 280 huevos.

    Esto también se consigue porque la codorniz alcanza su edad adulta y reproductiva a las tres semanas posteriores a su nacimiento. María Elena Jaramillo distribuye los huevos de la marca granja María Elena hacia Quinindé, Esmeraldas y Muisne.

    Señala que “este negocio es garantizado”, porque hay personas que lo adaptaron a su dieta nutricional diaria. Sus principales compradores son los comerciantes que recorren las calles y venden los huevos al menudeo.

    El crecimiento

    El emprendedor. Aprovechó sus conocimientos en zootecnia para garantizar el crecimiento y reproducción de los codornices en su granja.

    Las primeras incubadoras. Las adquirió en una empresa, pero con el tiempo construyó sus propias con motores eléctricos de puertas.

    En Tumbaco. Posee otra granja donde mantiene 6 000 aves bajo el mismo procedimiento de incubación artificial que realiza en Santo Domingo.

    Eduardo Uzcátegui junto a una de las incubadoras artificiales donde se reproducen las codornices de su marca. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES.
    Eduardo Uzcátegui junto a una de las incubadoras artificiales donde se reproducen las codornices de su marca. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES.
  • Más de 50 millones de aves se crían en los campos y galpones

    Redacción Guayaquil

    La cría de aves en el Ecuador está en aumento. Según la Encuesta de Superficie y Producción Agropecuaria Continua Espac-2012, del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC), que realizó un análisis sobre la producción avícola del país, seis tipos de aves se crían en el territorio nacional.

    Estas son pollitos, pollitas, pollos y pollas; gallinas; patos; pavos; codornices y avestruces. La mayor producción de pollitos y pollos se concentra en la región Sierra, con un 62,33%.

    En las Unidades de Producción Agropecuaria (UPA) se producen alrededor de 3 700 avestruces. El consumo de este tipo de carne se incrementó en el 2009, por lo que más personas la incluyen en su dieta diaria, pues su valor agregado es tener un bajo nivel en calorías y colesterol.

    En el caso de los patos, en el país se crían alrededor de 576 000 animales. En poblaciones de la Costa, la carne de pato es muy apetecida e incluso es parte de los platos típicos de esas poblaciones.

    En el caso de los pavos, el número de aves criadas llega a 79 000. Su consumo normalmente crece en diciembre.

    Mientras que el número de codornices llega a 11 880. Los huevos de esta ave son ofertados en comisariatos, supermercados y por vendedores ambulantes.

    La existencia de gallinas, según la encuesta, es de 14,9 millones; y la de pollitos, pollitas, pollos y pollas supera los 32 millones de aves.

    Según el estudio del INEC, en el país se ­incrementó el número de aves criadas en galpones casi en un 8%, entre los períodos del 2010 y 2011.

    La Corporación Nacional de Avicultores del Ecuador calcula que el sector avícola genera 25 000 empleos directos y 50 000 indirectos.

    «Para considerar el impacto real de la industria avícola se debe tomar en cuenta toda la cadena productiva, por lo que deben sumarse los empleos generados en el cultivo de maíz, elaboración de balanceados, distribución y venta de productos finales», indica la Corporación.

    El precio del maíz influye constantemente en la producción de las aves, aunque el Ministerio de Agricultura y Ganadería determina un precio anualmente para evitar la especulación. Este año el precio del quintal de maíz se fijó en USD 16,53.

    El estudio del INEC incluye cifras sobre la producción de huevos de gallina. En 1990, el consumo per cápita de huevos era de 90, y de 7 kg de carne de aves al año. En el 2011, el consumo fue de 140 huevos y 32 kg de carne.

    Huevos de gallina
    Producción. En el campo se obtienen 7,3 millones de huevos y unos 40 millones en galpones.

    Ventas y autoconsumo. Del total de la producción de huevos de galpones, unos 32,5 millones de huevos son para la venta.

    LA CIFRA:
    46,8 millones de pollos de galpones son destinados a la venta.