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  • Trabajos ocasionales ayudan a la economía de los jóvenes

    Red. Guayaquil y Quito (I) redaccion@revistalideres.ec

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    La búsqueda de una plaza de trabajo resulta cada vez más compleja y desanima, sobre todo, a los jóvenes. Sin embargo, en este tiempo hay personas que encuentran oportunidades de crecimiento e ingresos.

    Diego, de 33 años, es ingeniero civil y desde hace cinco años no ha podido encontrar un trabajo formal. Vive en Quito y se cansó de buscar un empleo en su área.

    Junto a otros familiares impulso un negocio de comida en el 2016 y, a pesar de lo complejo de la situación actual, ha buscado diferentes maneras de mejorar la imagen del lugar, ampliar la oferta y darlo a conocer. Además, ha ofrecido de manera esporádica, asesorías en proyectos
    en Ingeniería.

    Mientras que Andrea, relacionadora pública de Quito, con 26 años, quien hace cuatro meses perdió su trabajo, está facturando de manera independiente con proyectos que ha encontrado en este tiempo o ha dado tutorías en su área de conocimientos.

    Ella se cansó de buscar empleo ya que ha postulado a diferentes cargos a través de numerosas plataformas y colocadoras, pero con muy pocas respuestas.

    Considera que una de las fortalezas con las que cuenta es que está en una edad en la que puede trabajar más horas que las regulares y desarrollar gran cantidad de actividades. Asimismo, considera que puede aportar con sus servicios a empresas que buscan un cambio generacional y gente más adaptada a lo digital.

    En Guayaquil, Yomari también dejó de buscar un trabajo. Estudió Bioquímica, tiene un título de técnica en la misma rama y a la par es enfermera. Confiesa que lleva un año sin un trabajo formal; pero ha podido obtener algunos ingresos con actividades esporádicas.

    “Las ganancias que me dejan los trabajos pequeños me alcanzan para vivir bien. Me cansé de aplicar y que no me llamen en ninguna oportunidad”, cuenta.

    Por su parte Óscar, de 27 años, ha trabajado en ventas y marketing, pero desde hace casi tres meses está desempleado. En este tiempo se ha mantenido de sus ahorros y del seguro de desempleo al cual aplicó en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).

    Es ingeniero comercial. Confiesa que, en el primer mes, aplicó a ofertas en bolsas de trabajo, pero luego abandonó la búsqueda.

    “No había las vacantes que quiero y, en el contexto de la pandemia, no deseo conseguir empleo. Además, estoy sobrecalificado”.

    Ripalda no laborará en lo que resta del 2020. El próximo año buscará un puesto, pero con la flexibilidad para emprender.

    Karla Burgos, especialista en Talento Humano, explica que, actualmente, los postulantes deben entender la nueva realidad y que las empresas, ahora, tienen estrategias
    de supervivencia.

    La capacitación es clave. Roberto Estrada, socio de la consultora Deloitte Ecuador, dice que el tema prioritario en el que la gente debe formarse, actualmente, es el ‘reskilling’, “es decir, enseñar a las personas cosas nuevas para que puedan realizar nuevas tareas”.

    Otros temas para capacitarse son gestión del cambio, liderazgo y sus nuevos desafíos: cultura organizacional, técnicas para ser productivo en teletrabajo, transformación digital y aspectos técnicos inherentes a la función.

    Javier Verdesoto, CEO de Nexos Talent EFH Ecuador, dice que no hay excusas para no formarse porque hay talleres gratuitos o webinars. “Lo peor que puede hacer una persona es quedarse cruzada de brazos. Es el momento de ser proactivos, de buscar alternativas. Es necesaria la persistencia”.

    5,4 por ciento fue la tasa de desempleo oculto en el periodo mayo-junio, según el INEC.

    A inicios de año, los jóvenes acudieron a registrar sus hojas de vida en bolsas de trabajo públicas y privadas. Foto: Archivo / LÍDERES
    A inicios de año, los jóvenes acudieron a registrar sus hojas de vida en bolsas de trabajo públicas y privadas. Foto: Archivo / LÍDERES
  • Las dosis de liderazgo e inspiración que ayudan

    Foro Económico Mundial

    Enriquecer la mente, ampliar los horizontes, guiar a otras personas para obtener mejores resultados, así como añadir valores y congruencia a nuestras vidas, son acciones que impulsan el crecimiento y la mejora continua de cada individuo.

    Cuando escuchamos la palabra liderazgo, generalmente la asociamos a un conjunto de atributos que poseen ciertas personas, estos pueden ser virtudes, talentos o capacidades para sobresalir y dirigir o inspirar a otros, sin embargo no logramos percatarnos que el liderazgo implica mucho más, según la especialista Nancy Picazo Villaseñor.

    Liderazgo
    podemos entenderlo como el conjunto de habilidades que nos permiten dirigir e influir en el ser y en el hacer de un individuo para que realice su trabajo con entusiasmo y con calidad logrando las metas que se ha propuesto. Hay muchas otras definiciones de liderazgo, pero en este artículo queremos fundamentarnos en la convicción de que todos los individuos tenemos la capacidad de dirigir nuestra propia vida y si lo hacemos con una gran dosis de inspiración, talento y motivación, seguramente nuestros logros serán más y mejores.

    Todas las personas deberíamos saber que tenemos habilidades y actitudes en potencia, pero en muchas ocasiones no las liberamos, no las desarrollamos, no las aprovechamos, ¿por qué sucede esto? Una posible respuesta radica en nuestros rasgos de personalidad, en nuestro carácter, el cual en conjunto con nuestra educación y el contexto socio cultural que nos rodea, nos lleva a aprender convencionalismos, formas de ser y hacer que imitamos o reproducimos sin permitirnos la posibilidad de probar otras formas.

    La realidad es que sin importar cuáles son nuestras circunstancias, nuestra mayor limitación puede ser el espíritu dentro de nosotros mismos

    Todas las personas deberíamos saber que tenemos habilidades y actitudes en potencia.
    Todas las personas deberíamos saber que tenemos habilidades y actitudes en potencia. Foto: Freepik.es
  • Andrea Landázuri: ‘Los retos y los desafíos te ayudan a salir adelante’

    Mayra pacheco  (I) 
    redacccion@revistalideres.ec

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    Andrea Landázuri es PhD en Ingeniería Química. Tiene una subespecialización en Ingeniería Ambiental. Es docente de la U. San Francisco de Quito.

    Los desafíos que se han presentado en el camino de Andrea Landázuri, de 35 años, no han detenido su paso para alcanzar sus metas en el ámbito profesional y familiar. Esta mujer dedicada a la docencia, investigación y a la crianza de sus tres hijos: José David, Julián Andrés y Arianna organiza su día para cumplir y disfrutar de cada una de sus facetas.

    Aunque inicialmente su sueño fue dedicarse al arte, Landázuri escuchó a sus padres y sacó ventaja de su fortaleza en la química para especializarse en este campo. Esto y otras experiencias le han dejado como lección que se deben aceptar los retos y desafíos que se presentan para salir adelante.

    Decisiones

    “En el colegio estudié Físico Matemático, pero yo tenía interés por Diseño Multimedia, Arquitectura, Música, me gustaba la parte artística. Pero mis padres me aconsejaron que buscara otras opciones. Me decidí por química, porque era buena en esa materia.

    Al ingresar a la Universidad San Francisco de Quito recuerdo que me fue bien en el primer examen de química, aunque yo me había registrado en Ingeniería Industrial. Mi profesor me orientó para fortalecer mis conocimientos en química y me motivó a estudiar Ingeniería Química. La verdad no era mi pasión, pero me iba bastante bien en esa materia.

    En mi carrera hubo altos y bajos, pero estaba becada por mi promedio. Sentía que debía obtener buenos resultados.

    A veces pensé en cambiarme a Ingeniería en Alimentos, pero no lo hice. Fui persistente. Llegué a ser asistente de laboratorio, di clases a los primeros años, empecé a analizar los datos de los resultados. A la final me gradué a los 23 años, con un buen promedio”.

    Carrera y maternidad

    “Una vez que concluí mis estudios de tercer nivel apliqué para acceder a una asistencia de investigación en la Universidad de Arizona, en Tucson, en los EE.UU. Ellos me pagaban un sueldo.

    Estudié Ingeniería Química y opté por una subespecialización en Ingeniería Ambiental, porque el proyecto en el que iba a trabajar era sobre la contaminación del aire en la actividad minera.

    Mientras cursaba estos estudios llegaron mis hijos: José David y luego Julián Andrés. Para asistir a clases nos organizábamos con el padre de mis hijos, quien también estudiaba. Era una rutina difícil. Además, un año antes de terminar mi PhD, mi hijo mayor requirió de unas terapias. Por esto, decidimos regresar a Ecuador.

    Me dediqué a mis hijos por completo y luego empecé a trabajar en la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps)”.

    Trayectoria

    “En la Epmaps trabajé en el programa para la descontaminación de los ríos de Quito. Aprendí mucho, era una investigación valiosa. Me encantó un montón este proyecto. Para entonces ya tenía tres hijos. Arianna nació en el 2013.

    En el 2014, me propusieron volver a la USFQ como docente y me apoyaron para terminar mi PhD. Obtuve mi título en el 2016.

    La experiencia en la Epmaps me motivó a trabajar en la descontaminación del agua. En el proceso hallé artículos sobre los resultados obtenidos con moringa en la remoción de metales en el agua, en otros países. Busqué este producto en Ecuador y empecé a trabajar junto con un tesista en esta investigación, usando las semillas de esta planta. Nos fue súper bien.

    En agosto del 2018 hicimos un estudio con muestras de tres ríos contaminados en Quito y descubrimos que la moringa permite reducir la contaminación a niveles menores a los que establece la normativa. Es decir, el agua queda apta para riego e incluso para ser sometida a la potabilización. Ahora necesitamos financiamiento para aplicar a una escala mayor”.

    Apoyo de la familia

    “Estoy divorciada hace dos años. Pero tengo el apoyo de mis padres. Mi jefa tiene también una gran calidad humana. Mi horario de trabajo es flexible. De lunes a miércoles comparto más tiempo con mis hijos, comemos juntos, los llevo a sus clases extracurriculares. Incluso hacemos actividades artísticas en común.

    Practicamos canto y teatro musical y preparamos obras en conjunto. Es una experiencia muy linda. Cuando ellos se duermen yo sigo trabajando en la casa.

    Los jueves y viernes mis hijos pasan con el papá y yo me dedico a trabajar más tiempo. Los fines de semana nos turnamos.

    Me siento bien, porque veo que mis hijos están felices, son colaboradores y tienen horarios establecidos para sus actividades. Ellos son mi prioridad”.

    Estudios

    Obtuvo
    un PhD en Ingeniería Química con subespecialización en Ingeniería Ambiental en la Universidad de Arizona, en Tucson, en los Estados Unidos.

    Sus estudios de tercer nivel, en Ingeniería Química, los realizó en la Universidad San Francisco de Quito. Su promedio fue 3.56/4. Fue becada.

    Fue estudiante de intercambio en el cuarto año de su carrera en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (UIUC), en los Estados Unidos.

    Andrea Landázuri, docente e investigadora de la USFQ, asume su rol profesional y familiar. Ella considera que la organización es la clave para disfrutar de todas sus facetas. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Andrea Landázuri, docente e investigadora de la USFQ, asume su rol profesional y familiar. Ella considera que la organización es la clave para disfrutar de todas sus facetas. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Videojuegos que ayudan a personas con discapacidad

    Carolina Enriquez

    Educación para personas con discapacidad a través de videojuegos es un desarrollo de los estudiantes de la carrera de tecnología de la información de la Universidad de las Américas (UDLA).

    “Hay alta demanda de videojuegos en el mundo. La razón es que se están usando para actividades que no implican solo diversión, sino para otras como la enseñanza”, detalla Ángel Jaramillo, director del área de estudios. Y añade que están determinando cómo utilizar las características de un videojuego, que son lúdicas y enganchan, para aplicarlas en diferentes aspectos de la vida.

    María José Fernández y Paz Cortez, egresadas de la carrera, desarrollaron dos videojuegos con el fin de apoyar a personas con discapacidad auditiva que quieren aprender inglés y para público en general que desee conocer sobre los componentes internos de una computadora, respectivamente.

    Para acceder a ambos juegos el usuario, desde cualquier dispositivo, puede descargar la ‘app’ Roblox. Luego debe crear un usuario y su contraseña, digitar los nombres de los juegos y comenzar a aprender a través de ellos.

    ‘My first english game’ es el producto que desarrolló Fernández. El ambiente se desarrolla, al inicio, en una clase de inglés en la que el jugador aprende, de un tutor, palabras básicas; luego pasa a otras áreas como una de laberinto.

    El juego tiene cuatro niveles que incluyen información como la de los colores, el verbo ‘to be’, oraciones , etc. La información en inglés aparece escrita, por lo que puede leer cualquier persona con hipoacusia (reducción de la audición); sin embargo, está diseñado para que cualquier persona lo use.

    La futura ingeniera se demoró alrededor de seis meses en desarrollar el proyecto. El mismo tiempo usó Paz Cortez en la producción de su juego PC Travel.

    Si bien este juego es apto para cualquier usuario, cuenta con características inclusivas. Entre los colores que se aprecian están los de tipo neón, que permiten que las personas con daltonismo (dificultad para identificar los tonos) puedan participar en el proceso.

    El juego inicia con un personaje, que representa al participante. Se camina dentro de las distintas partes de un computador y se recolecta monedas. Estas son una señal de que hay información. “Hay también ayudantes con los que se habla y dan una explicación de lo que contiene el ordenador. Hay diálogos e, incluso, se cuenta con emoticones para que se entienda cual es el tono que se está usando al hablar. Eso es indicado para personas con discapacidad cognitiva”, explica Cortez.

    Todo el juego está en inglés, porque la idea es que acceda un público más amplio que el que solo maneja la lengua española.

    Lo que hace más universal a los juegos es que pueden usarlos las personas con y sin discapacidad, indica el director de carrera.

    Los docentes también se encuentran en proceso de desarrollo de videojuegos para enseñanzas y obtención de información para estudio. Carlos Guaita, catedrático de la materia de aplicaciones móviles, junto con ocho alumnos trabajan en dos proyectos.

    El uno des Game Ohm. Los usuarios pueden conocer qué son aspectos técnicos como el voltaje, los circuitos, etc. Cuenta con una imagen de una persona que utiliza lenguaje de señas para explicar la información, también habla. Está disponible para gente con discapacidad visual como auditiva.

    El otro juego es Rukus Game, para personas de la tercera edad. Este contiene dos mini juegos. En Simón Dice los usuarios escogen los colores que asoman en la pantalla. Una voz explica las reglas del mismo. El otro es Doble o nada, una juego electrónico de memoria.

    “La idea es no solo quedarnos con los juegos, sino la data que sale del mismo nos puede ayudar con un perfil de la persona de la tercera edad. El médico o el cuidador, por ejemplo, pueden conocer sobre el avance o el desarrollo de habilidades”, dice el profesor.

    El director de la carrera, por otro lado, explica que la universidad es una institución de educación superior inclusiva y que busca trabaja con diversos sectores de la población. Según información de la página electrónica del Consejo Nacional para la igualdad de las Discapacidades (Conadis), al 2 de agosto de este año se registraron un total de 444901 personas con discapacidad en el país. El 46,6% son de tipo físico.

    María José Fernández, Carlos Guaita y Paz Cortez trabajan en el desarrollo de diferentes juegos de video. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    María José Fernández, Carlos Guaita y Paz Cortez trabajan en el desarrollo de diferentes juegos de video. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Emprendedores venezolanos ayudan a compatriotas a aterrizar en España

    Agencia AFP

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    Con lo puesto, Edgar Rodríguez llegó a Madrid a probar suerte. Una década más tarde, dueño de una cadena de areperas, es uno de los emprendedores venezolanos que dan trabajo en España a compatriotas emigrantes que escapan de la crisis en su país.

    Como Rodríguez, otros venezolanos con éxito en los negocios sienten la necesidad de dar una mano, en plena escalada del número de sus compatriotas en España: en 2016 fue la nacionalidad que más creció, un 26,2% según datos oficiales.

    “Es algo consciente. Es la única manera de ayudar de este lado” , explica Fernando Rodríguez, presidente de Antojos Araguaney, una empresa de productos venezolanos en Madrid con medio centenar de empleados, el 95% del país sudamericano.

    Fundada en 2008 como modesta fábrica casera de quesos por Rodríguez al poco tiempo de establecerse en Madrid, hoy posee un restaurante de carnes, dos panaderías, puestos de productos venezolanos en mercados… Un imán para los venezolanos que buscan empleo al pisar Madrid.

    Recibe 40 currículos al día, el “99% de venezolanos” , dice Rodríguez, secándose el sudor de la frente mientras cocina en una enorme plancha cachapas, unas tortas dulces de maíz, en la fábrica de la empresa en las afueras de Madrid.

    Una diseñadora en la cocina 

    Uno de sus empleados es Ricardo Rojas, de 33 años. Ingeniero de profesión y dueño de una pequeña empresa de café en Venezuela, se cansó, en medio de la aguda escasez del país, “de que no hubiera material” para funcionar y emigró con su esposa a mediados de 2016.

    En Madrid, estuvo varios meses “aguantando” con ahorros hasta el punto de que “la cosa se estaba poniendo chiquita, porque todo era gastar”. Rodríguez le dio una oportunidad y hoy Rojas es el director de operaciones de la empresa.

    Valora la solidaridad de su jefe: “Él ha estado en esa situación de emigrante, que llegó sin mucho, y la comprende y lo primero que hace es ayudar a quien puede”.

    Ingenieros, abogados, periodistas o estudiantes venezolanos llegan a España y consiguen en estas empresas, generalmente restaurantes o bares, un primer trabajo que les brinda estabilidad en su nuevo hogar.

    Una de ellas es la diseñadora de modas Mayela Figuera, caraqueña de 38 años, quien en diciembre de 2015 escapó de “la terrible situación en Venezuela” de escasez de medicinas y alta criminalidad.

    Apenas obtuvo la residencia española, consiguió un puesto en la cocina en Arepa Olé, la cadena de Edgar Rodríguez que vende la tradicional tortilla de harina de maíz rellena, aun cuando nunca había trabajado en un restaurante.

    “Ha sido una gran ayuda”, explica Figuera, entre pedido y pedido en el restaurante en el centro de Madrid, donde trabaja con un ingeniero, una licenciada en turismo.

    Brindar estabilidad 

    La intención “es darles una mano, un apoyo, que lleguen y que mal que bien tengan un trabajo, que probablemente no es lo que hacían allá, pero tienen estabilidad”, señala Edgar Rodríguez, quien tuvo que trabajar en negro un tiempo desde que llegó en 2006 a España hasta conseguir los papeles.

    “Es un apoyo a la comunidad venezolana que está llegando. Nosotros sufrimos cuando empezamos” , dice. Sus 25 empleados son todos compatriotas.

    Figuera reconoce que en España su vida “es otra cosa” : en Caracas tenía negocio propio y residía con su marido en un barrio clase media en Caracas.

    Además de la nostalgia y de estar separada actualmente, el sueldo le alcanza “con las justas” para vivir y pagar el alquiler en Usera, un popular barrio en el sur de Madrid de gran concentración inmigrante.

    Pero “la diferencia es que ahora puedo salir de noche y sé que voy a llegar viva”, dice Figuera, cuya meta es volver a tener más temprano que tarde una empresa propia de moda.

    Desesperación 

     «Duele ver marchar a un cocinero o mesonero que consigue trabajo en su área, pero  se entiende», reconoce Andoni Goicoechea, fundador de la cadena de hamburgueserías Goiko Grill.

    Él mismo aterrizó en España en 2011 para ejercer como médico, pero terminó creando la empresa, hoy con 15 locales y en plena expansión, con 250 empleados, más de la mitad venezolanos.

    Pero ante la ola de inmigrantes venezolanos -en España, uno de sus destinos favoritos junto a Estados Unidos y Panamá, viven unos 180.000- los emprendedores, a sabiendas de que solo pueden contratar a personas con papeles, sienten impotencia por no poder ayudar más.

    “Sientes esa desesperación del venezolano” , confiesa Goicoechea.

    “Tenemos todos los empleados venezolanos que podemos tener” , se lamenta Arnold Moreno, director general en España de Sambil, empresa venezolana de centros comerciales que abrió en marzo su primer mall en Madrid, que es gestionado por una empresas con 60 empleados, la mitad de ellos venezolanos.

    Edgar Rodríguez llegó a Madrid a probar suerte. Una década más tarde, dueño de una cadena de areperas, es uno de los emprendedores venezolanos que dan trabajo en España a compatriotas emigrantes que escapan de la crisis en su país. Foto: AFP
    Edgar Rodríguez llegó a Madrid a probar suerte. Una década más tarde, dueño de una cadena de areperas, es uno de los emprendedores venezolanos que dan trabajo en España a compatriotas emigrantes que escapan de la crisis en su país. Foto: AFP
  • Sus salsas ayudan a optimizar el tiempo en la cocina

    Adriana Bucheli

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    Un trabajo con horarios extendidos, que derivó en la falta de tiempo para su recién formado hogar fue el detonante para que Daniel Astudillo, chef y su esposa, María Virginia Álvarez, maestra de ballet, decidan poner su negocio propio.

    Ellos fueron a vivir en Cuenca porque Astudillo obtuvo un trabajo como chef ejecutivo en esa ciudad. Lo difícil fue descubrir que las nuevas funciones del esposo les llevaban a casi no verse.

    Esta realidad les puso a pensar en qué podrían emprender juntos y la decisión fue un catering, aprovechando la experiencia de Astudillo en gastronomía.

    Era el año 2008. El negocio se sostuvo por seis meses, pero la competencia era muy fuerte.

    Entonces surgió la idea de no competir con los caterings, sino de proveerles. “Yo tenía el conocimiento de qué productos hay en el país”, explica Astudillo, al señalar que su intención es que los chefs puedan usar su producto como base y añadirle su toque propio, evitándoles una serie de procesos y optimizando sus tiempos.

    “Comenzamos con la salsa BBQ, que sabía que tenía acogida”, comenta el ahora gerente general de AA Doble A, empresa bautizada así por las iniciales de los apellidos de la pareja.

    Este emprendimiento se dedica a la elaboración de salsas BBQ, de ciruela, pasta de tomate para espagueti, pesto y dips, que ahora se venden de forma industrial a negocios de alimentos, y en cadenas de retail, para el público en general bajo la marca Chef Daniel.

    Empezaron en unas bodegas que les prestó el padre de Álvarez, con una cocina y ollas de medio uso; la pareja se encargaba de todo el proceso. Álvarez pasó a ser la gerenta administrativa y se dedicó a las ventas buscando clientes potenciales en las páginas amarillas, mientras su esposo cocinaba.

    Su primera venta fue de tres galones de salsa por USD 20. Luego de esta experiencia invirtieron USD 5 000 en utensilios necesarios. Los fondos fueron la suma de todos sus ahorros y de préstamos de familiares y amigos.

    La reinversión en esta empresa ha sido constante. Por ejemplo, su primer cheque grande, que fue de USD 260 y sirvió para pagar los trámites del registro sanitario.
    A finales de 2009 entraron a los comisariatos Santa María y para cumplir con la oferta compraron maquinaria y contrataron a una persona que ayude con la producción. Para obtener fondos vendieron en USD 5 000 una moto que tenían. Con el paso del tiempo la inversión llegó a los USD 40 000.

    Con esto pudieron seguir creciendo y ahora venden sus productos en supermercados a escala nacional, además de restaurantes, caterings y distribuidores. Suman 130 puntos de venta en total.

    Uno de sus clientes, casi desde que la empresa arrancó, es el restaurante Hunters. Angélica de Reyes, administradora, comenta que compran cerca de 90 a 92 litros de salsa semanales. “El producto cumple con todas nuestras exigencias en sabor, calidad, oportunidad y precio”.

    La administradora del restaurante explica que usan la salsa de base y le añaden sus ingredientes secretos, con lo que se pudo estandarizar el sabor, la consistencia de la salsa y se evitan inconvenientes como no encontrar todos los ingredientes, ahorrando tiempo.

    El año pasado AA Doble A se puso la meta de exportar y a finales de año lo consiguió, llegando a un supermercado de Perú con una venta de USD 9 000 por unos 350 kilos de producto. En 2017 se prevé continuar con las ventas a Perú y abrir mercado en Colombia, el Caribe y en Panamá.

    María Virginia Álvarez y Daniel Astudillo lanzaron su emprendimiento para ofrecer productos de calidad y a la vez recuperar el tiempo en familia.Fotos: Vicente Costales / LÍDERES
    María Virginia Álvarez y Daniel Astudillo lanzaron su emprendimiento para ofrecer productos de calidad y a la vez recuperar el tiempo en familia.Fotos: Vicente Costales / LÍDERES
  • Las flores ayudan a germinar este negocio

    Redacción Quito

    Dejar su Ambato natal fue lo que más le costó a César Augusto Ochoa, luego de terminar sus estudios superiores en la Universidad Técnica de Ambato.

    Este ingeniero agrónomo tuvo que viajar en 1985 a El Quinche (nororiente de Quito), para cumplir con sus prácticas profesionales en una plantación de verduras. Ochoa se dio cuenta que en este poblado hacía falta un centro veterinario y de distribución de insumos agrícolas.

    Por ello, se decidió a iniciar su negocio junto a su esposa, Carmen Guevara, denominado Agroveterinario El Quinche-Guayllabamba. Ochoa calcula que en esa época invirtió USD 100 000 para empezar el emprendimiento. Este monto se destinó a la compra de los productos, adquirir un local y adecuarlo.

    Luego de cinco años, este matrimonio comprobó que sus cálculos y previsiones fueron acertadas; el negocio comenzó a ser rentable y fue el momento oportuno para abrir otro local en la parroquia de Guayllabamba (norte de Quito). Los agricultores de esta zona, gracias a las referencias de otros compradores, comenzaron a sumarse a su cartera de clientes.

    Al mismo tiempo que se desarrolló la industria floricultora en esa zona, el negocio ganó popularidad entre las empresas de ese sector. Por esta razón, solicitaron la representación de marcas importantes para distribuir productos de firmas como Bayer, Basf, Pfoficol, Yara, SQM, Everflor, entre otros.

    Ochoa comenta que la época inicial de su negocio coincidió con el ‘boom’ florícola en el país, con el desarrollo de plantaciones en Tabacundo, Lasso, Cayambe y Guayllabamba. Por ello, decidió especializar su negocio en atender este ámbito, en el 2005.

    Agroveterinario El Quinche-Guayllabamba abrió una nueva línea denominada Crait, que se especializa en la comercialización de insumos para floricultoras, como fungicidas, nematicidas (tipo de pesticida químico), equipos de fumigación, etc.

    Actualmente, Crait distribuye sus productos al 45% de las florícolas de la zona norte del país y cuenta con una facturación anual aproximada de USD 3 millones. La nómina asciende a 15 personas, que se distribuyen entre ventas y empleados administrativos. Además, al negocio también se unieron sus hijos Santigo, Álex y Teresa Carolina, en las diferentes líneas de la empresa familiar.

    Andrés Moreano, gerente de Eternal Flower, firma que siembra gypsophilia, comenta que trabaja con Crait desde que nació la empresa, hace 14 años. Añade que esta firma ha sido su socia estratégica para el desarrollo de la compañía; al mes, Eternal Flower compra a Crait cerca de USD 60 000 en insumos. «Crait se ha convertido en un actor importante en la industria florícola, no solo por ser proveedor, sino también por la capacitación en temas de seguridad industrial que brindan a los empleados».

    «El papel de los insumos en la industria floricultora es fundamental; de él depende que la producción sea buena, juegan un papel importante», señala Álex Albuja, gerente de ExpoFlor, una empresa ubicada en el sector de Puembo (nororiente de Quito).

    ExpoFlor realiza compras a Crait por aproximadamente USD 30 000 al mes. Albuja coincide con Moreano y explica que la capacitación «es un valor agregado» de la empresa.

    LA CIFRA
    USD 3 millones en ventas, al año

  • Fondos que ayudan a emprender

    La Prefectura del Guayas y el Banco D-MIRO suscribieron un convenio para que ambas entidades desarrollen microemprendimientos en zonas marginales de esta provincia.

    «Durante años hemos venido formando a microemprendedores, pero faltaba la herramienta más importante, que es el respaldo económico que ahora con el Banco D-MIRO lo vamos a conseguir», explicó el prefecto Jimmy Jairala.

    Los programas se dirigirán a través de las direcciones de Productividad y de Desarrollo Comunitario; además de los más de 60 000 alumnos del Centro Tecnológico Popular. En el caso de la Dirección de Desarrollo Comunitario, su titular, Álex Klaere, señaló que ya hay un primer resultado de la integración de ambas entidades. Se trata de la tienda solidaria ‘Wachito’, que se instaló con autogestión (y asesoría de la Prefectura) y luego el banco canalizó el crédito.

    «Banco D-MIRO va a proporcionar el financiamiento que vamos a canalizar a través de la Jefatura de Microemprendimiento con la apertura de nuevos negocios que se están presentando», mencionó Klaere. Entre ellos, destacó la instalación de una fábrica de velas en Chongón y personas que fueron capacitadas con el Ministerio de Industrias interesadas en acceder a créditos.

    Por parte de la Prefectura, la intención es que los técnicos se conviertan en asesores de negocios. Las capacitaciones se brindarán en las instalaciones de Huertos Organopónicos de la Prefectura y las salas de capacitaciones en las diferentes sucursales del Banco en Guayas.

    «Nosotros iniciamos como una ONG en la Isla Trinitaria, en los años noventa, pero desde hace tres años y medio se transformó en banco. Nuestra misión es apoyar a los emprendedores y a las personas que no tienen oportunidades para salir adelante a pesar de tener capacidades«, indicó el gerente general del Banco D-MIRO, Carlos Viteri.