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  • Caridad Araujo lucha desde el BID para que se reduzca la inequidad

    Carolina Enriquez

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    La inquietud que le causaba mirar en los fríos amaneceres quiteños a niños que no podían ir a la escuela o que lo hacían en condiciones difíciles mientras ella se trasladaba abrigada en su recorrido escolar marcó mucho de lo que ahora es María Caridad Araujo.

    Esta economista del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) supo desde la inocencia de la niñez que debía hacer algo para modificar la desigualdad existente. Al salir del colegio, consideró que la carrera de economía podría ayudar en ese objetivo.

    “Da un conjunto de herramientas rigurosas para entender la realidad social y , ojalá, para proponer políticas que te ayuden a corregir esa inequidad”, comenta. Se matriculó en la Universidad Católica.

    Le llamó la atención la posibilidad de estudiar la especialidad vinculada al medioambiente, porque se analiza la equidad que debe existir en el planeta entre una y otra generación. En 1997 se graduó y su siguiente paso fue realizar sus estudios de posgrado en esa rama.

    Gracias al apoyo de algunos familiares que le guiaron y su tenacidad por aprender más postuló a un programa de doctorado en la Universidad de Berkely, en California, y resultó aprobada. Para ello usó todos los ahorros que tenía.

    Durante todos los años de estudios universitarios ella trabajó en entidades vinculadas a lo social, el desarrollo, el medioambiente y la economía. Una de ellas fue la fundación Futuro Latinoamericano, donde se desarrollan diálogos de políticas para construcción de consensos y resolución de conflictos ambientales, en la que Yolanda Kakabdse fue su “mentora”.

    Esta última la define como una profesional que “no conoce la mediocridad”, que puede “combinar su conocimiento, con el amor al Ecuador y su interés por contribuir a las soluciones del país en los económico y social”, así como modelo para los jóvenes de hoy.

    María Caridad también trabajó en Ildis, el Ministerio de Finanzas y Cordes. Su paso por esta última institución le permitió, como ella dice, formar parte de la historia nacional. “Fui asistente de investigación del proyecto Gobernabilidad, para entender los problemas del Ecuador en esta área. Era la época en la que se formó la Asamblea Constituyente. Nuestro proyecto, de alguna forma, dejó de ser solo de investigación y pasó a ser un insumo en ese proceso”, recuerda.

    Tenía entonces 23 años y esas experiencias influyeron en su vida futura en EE.UU. Cuando llegó a Berkely quiso orientar su carrera al tema de recursos naturales, pero descubrió que allí se analizaban aspectos muy locales; el desarrollo, sin embargo, le llamó la atención y se especializó en ello.

    Su graduación como PHD en UC Berkeley. Foto: Cortesía BID y Archivo / LÍDERES
    Su graduación como PHD en UC Berkeley. Foto: Cortesía BID y Archivo / LÍDERES

    Ella destaca de esa época a sus compañeros, a quienes cataloga como muy inteligentes y dedicados. Son académicos destacados, a escala internacional, con quienes conformó un equipo de fútbol, mantiene una gran amistad y colabora todavía en proyectos.

    Una de ellas es Karen Macours, profesora en el programa de economía de Paris School of Economics. Ella destaca la experiencia de María Caridad y, sobre todo, la cercanía de ambas para involucrarse y resolver sus problemas.

    La época de Berkely también influyó en su vida personal, pues allí conoció a su esposo. Con el paso del tiempo las decisiones de uno se convirtieron en las de pareja; se casaron en 2002 y optaron por vivir y trabajar en Washington.

    En esa ciudad trabajó durante dos años como docente en el programa de maestría de políticas públicas de la Universidad de Georgetown. En ese tiempo, además, se vinculó con proyectos de investigación en el Banco Mundial, al que luego se unió definitivamente.

    Trabajó en temas de combate a la pobreza y educación en la zona sur de Asia (Mongolia, Camboya, Filipinas, etc.), Europa Central y en Ecuador. En el país participó en la evaluación del funcionamiento del bono de desarrollo humano.

    En 2009, sin embargo, recibió una invitación del BID para que forme parte del grupo. Ella estaba cuidando de sus hijas pequeñas y no tenía pensado un cambio.Tras una reunión analizó la opción, aplicó a la posición y se unió al equipo, pero con licencia del BM por cuatro años. Luego de ese tiempo renunció y se quedó permanentemente en el BID. “Desde el inicio me permitió impulsar proyectos innovadores. Siempre me dan desafíos”, comenta.

    María Caridad Araujo con  un grupo de ponentes. Foto: Cortesía BID y Archivo / LÍDERES
    María Caridad Araujo con un grupo de ponentes. Foto: Cortesía BID y Archivo / LÍDERES

    En el sitio desarrolla programas de protección social, combate a la pobreza y desarrollo infantil. Genera mecanismos para evitar que más personas vivan las necesidades que ella evidenció en la niñez.

    Su actual jefe y titular de la división de protección social y salud del BID, Ferdinando Regalia, destaca de María Caridad su visión estratégica y conocimiento técnico de la agenda de desarrollo humano en la región y a escala global.

    Datos

    Familia. Está casada y tiene dos hijas. Regresa siempre que puede a Ecuador. Tiene una relación especial con sus padres. Destaca sus virtudes.

    Actividades. Gusta mucho de la naturaleza y de la literatura. Cuida de las plantas que tiene en su jardín. Entre las cosas que más le gusta hacer es cocinar. Es reconocida en Washington por la preparación de fanesca de manera tradicional.

    María Caridad Araujo en las oficinas del BID en Quito. Foto: Cortesía BID y Archivo / LÍDERES
    María Caridad Araujo en las oficinas del BID en Quito. Foto: Cortesía BID y Archivo / LÍDERES
  • Ximena Coba: Microempresaria sobresaliente

    Sebastián Angulo. Redacción Quito / LÍDERES

    FoodSanu no es una empresa grande. De hecho, ni si quiera es mediana. Pero su fundadora ya cuenta con un gran distinción.

    Ximena Coba, gerenta y propietaria de esta microempresa, fue reconocida hace dos semanas en los Premios Interamericanos a la Innovación Financiera y Empresarial del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

    En este certamen alcanzó el Premio a la Excelencia y Sostenibilidad de la Microempresa Ecuatoriana, que fue designado por el Ministerio de Industrias y Productividad (Mipro).

    Estos premios son otorgados por el Fondo Multilateral de Inversiones, miembro del Grupo del BID.

    Junto a Coba, también se reconocieron a grandes firmas, como el Banco do Nordeste de Brasil, por innovación financiera, y a la telefónica Tigo de Paraguay, por finanzas digitales.

    Con una facturación de apenas USD 1 000 mensuales, la naciente empresa que se dedica a la producción de pulpa de fruta obtuvo ese reconocimiento porque no utiliza aditivos químicos, gracias a un sistema de gestión en Buenas Prácticas de Manufactura (BPM).

    Katherine Carrera, analista de la Dirección de Desarrollo de la Agroindustria del Mipro, señala que Coba ganó debido a todo el proceso de crecimiento de su microempresa. «Ella inició con un estudio de mercado, recibió apoyo por parte del Ministerio en buenas prácticas de manufactura y trabajamos en el seguimiento de la implementación«.

    Carrera explica que el proceso de BPM no es nada fácil; garantiza que el producto sea de buena calidad y 100% natural. La galardonada compitió con otras 25 empresas del país del sector de lácteos, embutidos, entre otros.

    Esta distinción es fruto de un sueño universitario. En el 2009, luego de egresar de la carrera de ingeniería en Agroindustrias en la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE), decidió crear su propia empresa junto a una compañera de clase.

    Solo para obtener el registro sanitario se demoraron más de un año y debido a todos los problemas de trámites su socia decidió dar un paso al costado. La dimisión de su colaboradora le trajo problemas debido a que la empresa, en principio, estaba domiciliada en Cayambe ( en ( en el norte de Pichincha) y debió hacer el cambio a Quito.

    Empezó nuevamente sola desde cero. A mediados del 2011 levantó en su casa, ubicada en Guamaní (en el sur de Quito), un galpón para la instalación de su pequeña planta de producción.

    Así nació FoodSanu. Sus primeros clientes fueron sus ex compañeros de la universidad y luego se sumaron clientes como restaurantes y hoteles.

    A pesar de los inconvenientes y de los primeros obstáculos en su emprendimiento, la joven quiteña confiesa que decidió mantenerse en su proyecto gracias a su pasión por lo que hacía.

    Claudia Vinueza, su prima, cuenta que Coba siempre tuvo ese gusto por las actividades agrícolas, debido a la hacienda que tiene su abuela, Manuela Chamorro, en San Juan de Turubamba (sur de la ciudad). Chamorro se dedica a la siembra de diferentes productos y también a la ganadería.

    «Cuando éramos adolescentes, ella era la única de los primos que acompañaba a la abuela en las madrugadas a ordeñar las vacas», recuerda Vinueza.

    Ese gusto que adquirió por el campo y la siembra le movió a estudiar Ingeniería en Agroindustrias luego de concluir la secundaria, en el 2003, en la Unidad Educativa Santa Dorotea.

    En la universidad fue una alumna destacada. Patricia Falconí, coordinadora de los Prometeos de la Espe, fue profesora de Coba en tercer semestre de la materia de Monogástricos (que estudia animales con estómagos simples, como conejos, cuyes, etc).

    La catedrática la recuerda como una buena estudiante. «Nunca perdió una sola materia de las que tomó. Era respetuosa con sus compañeros y profesores, una alumna meritoria«, dice Falconí.

    Uno de los recuerdos de su maestra es que Coba acudió en el 2004 al II Congreso Americano de Cunicultura (crianza de conejos), en Mariangá, Brasil.

    Ahora, la meta de la emprendedora es que su empresa crezca y se posicione en el mercado nacional. Actualmente, FoodSanu procesa 2 300 kilos de 10 diferentes frutas al mes y la inversión en su planta ya alcanza los USD 50 000.

    A pesar de que el uso de aditivos le permitiría incrementar el volumen de producción, Coba optó por una pulpa 100% natural, que garantice un buen color y sabor en las preparaciones.

    Freddy Farinango, jefe de Servicios de Psari, restaurante de comida mediterránea, comenta que compra las pulpas de FoodSanu desde hace dos años.

    Él recuerda que Coba llevó a su local muestras del producto y desde ahí se convirtieron en clientes, gracias al sabor que le dan a sus jugos. Cada 15 días, Psari le compra entre 20 y 30 kilos de pulpa. «Siempre está pendiente cuando nos entrega las pulpas, se preocupa que quedemos satisfechos y no haya ningún inconveniente«, dice Farinango.

    Fechas importantes

    2005. EN LA UNIVERSIDAD

    La quiteña cursó ingeniería en agroindustrias en la Universidad de las Fuerzas Armadas. Alcanzó su título de ingeniera en el 2009. Ahora cursa una maestría en la Escuela Politécnica Nacional.

    2010. COMO EMPRENDEDORA

    Siempre estuvo vinculada en capacitaciones para potenciar su microempresa. La quiteña se vinculó al programa del Mipro Emprende Ecuador, donde buscó nuevos conocimientos para aplicarlos en su naciente negocio.

    El crecimiento de su firma

    2009. Nace FoodSanu junto a una socia que luego dejó el proyecto. La empresa tenía su base en Cayambe (Pichincha).

    2011. Implementa su planta de producción en su casa, ubicada en Guamaní (sur de Quito).

    2014. La firma gana clientes y es reconocida por sus procesos y productos naturales por el BID.

    La frase. «No dejen sus sueños. En el camino se van a encontrar con muchas  adversidades, pero lo importante es hacer todo con mucho amor».