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  • Esta barbería se reinventó ante la cuarentena por el covid-19

    Redacción Líderes

    La emergencia sanitaria que vive Ecuador, con las medidas de restricción implementadas por las autoridades, no frenaron el espíritu emprendedor de Barber House. Este negocio, con un local en Cumbayá y otro en Quito, se vio afectado como la mayoría de negocios que tuvieron que cerrar sus puertas por el covid-19.

    Su fundador José Aguirre cuenta que ambos locales se cerraron a mediados de marzo. Tras unos días de incertidumbre Barber House decidió probar un servicio virtual, en el que mediante una videollamada ofrece asesoría a sus clientes. La idea fue mantener el contacto y mostrar que el negocio estaba preocupado por sus clientes, explica Aguirre.

    “Ellos vienen cada dos o tres semanas y en esta cuarentena nos escribían preguntando cómo les podíamos ayudar debido a que ya tenían el cabello crecido”.

    Macarena Zaldumbide es una de las personas que se contactó con Aguirre para recibir ayuda virtual. Su esposo y sus hijos son clientes habituales de Barber House. El pasado 7 de abril ella recibió la ‘visita’ de uno de los barberos del negocio.

    “Desde el primer minuto de la llamada sentimos el profesionalismo, cariño y respeto con el que nos iban a guiar en este proceso”, dice Zaldumbide, quien nunca antes había cortado el cabello de su esposo ni de sus hijos.

    La mujer estaba un poco nerviosa. Pero con la ayuda Marcos, el barbero, lo logró. “Primero le mostramos los implementos que teníamos en la casa. Marcos nos fue dando las instrucciones y logramos, entre paciencia y risas, hacer el corte. Íbamos moviendo la cámara para que Marcos pueda ver el avance”. Al final todos quedaron contentos con la videollamada y con la atención brindada.

    “Aprendimos algo nuevo y disfrutamos de una distracción por una hora. Fueron puntuales, pacientes y profesionales”.

    Aguirre cuenta que en las dos primeras semanas de esta nueva modalidad se hicieron cerca de 100 cortes de cabello y barba, por medio de videollamadas. El costo sugerido es de USD 5, pero existen clientes que pagan algo más. “La idea es mantener el empleo de los 11 barberos que tiene Barber House hoy en día en sus dos locales”, explica Aguirre.

    El emprendedor añade que lo más difícil fue el cambio de paradigma, romper el esquema tradicional y creer firmemente que una idea aparentemente descabellada puede funcionar. “Nuestro oficio es puramente de contacto realizado por un profesional, en este caso los clientes ponen su confianza en nuestra capacidad pedagógica y en la habilidad de quien haga las veces de ‘barbero en casa’. Socializamos la idea a la interna, definimos protocolos y nos lanzamos”.

    ¿Cómo reaccionan los clientes? Aguirre dice que la marca cuenta con la confianza y la solidaridad de los usuarios. La idea fue recibida de muy buena manera principalmente por la capacidad de reinvención mostrada.

    Además, Barber House, que incorpora la marca Barber Home por la cuarentena, tiene un par de clientes en el extranjero. Uno de ellos es Mario Ortiz, quien vive en Canadá. “El haber logrado un asesoramiento técnico para poder cortarme yo mismo el cabello lo hace interesante y se hace divertido cuando el asesoramiento técnico es bien impartido por alguien que sabe”, dice desde Canadá.

    Foto referencial. En las fotos se observa cómo dos de los clientes reciben asesoría de un barbero de Barber House. Foto cortesía
    Foto referencial. En las fotos se observa cómo dos de los clientes reciben asesoría de un barbero de Barber House. Foto cortesía
  • Esta barbería forma a su equipo y mima al cliente

    Redacción Quito

    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    Baldosas de cerámica hechas por un artesano de Imbabura. Sillas de barbero de diseño clásico con cabeceras y asientos de color rojo compradas en Perú. Brochas estadounidenses, tijeras españolas y esencias ecuatorianas.

    Estos y otros detalles son parte de Barber House Ecuador, un emprendimiento que acaba de cumplir dos años, superando retos y convirtiendo las dificultades en oportunidades de crecimiento.

    José Francisco Aguirre y José Octavio Pazmiño son los dos socios de este negocio que suma clientes gracias a un trato personalizado y una atención llena de detalles, que van desde bebidas de moderación hasta videojuegos y masajes de espalda y cabeza luego de una afeitada, entre otros.

    El negocio arrancó luego de que Aguirre sumara experiencia en una empresa familiar durante 11 años. Este emprendedor aplicó el consejo que un peluquero le dio en una ocasión: tener una barbería propia con un toque clásico y con servicios que otros negocios similares no tengan.

    La idea fue madurando hasta que Aguirre empezó a buscar un local. La primera opción fue en un centro comercial de Cumbayá. Pero luego, por un presentimiento, dio con el local de 86 metros cuadrados que hoy ocupa Barber House Ecuador. Se encuentra en La Tejedora, un espacio de Cumbayá lleno de emprendimientos.

    Un amigo de su familia fue uno de los impulsores de la idea y uno de los inversionistas. Eran los inicios del 2016 cuando Aguirre firmó un contrato de arrendamiento del espacio. “No había nada. Lo levantamos todo desde cero”.

    La construcción arrancó en mayo de ese año y terminó en septiembre. Aguirre contó con tres arquitectos que se encargaron del diseño, la construcción y el decorado. La inversión bordeó los USD 60 000.

    Además se compró el mobiliario y los instrumentos de trabajo. El espacio se dividió en dos pisos: en la planta baja es la recepción, pero también destaca un sillón que es el atractivo para los clientes. Allí se observa un escritorio antiguo de madera sólida, del abuelo de Aguirre, que se adaptó para la barbería. En la segunda planta están más sillones, espejos, así como repisas llenas de brochas y fragancias. El local abrió sus puertas en octubre del 2016.

    Uno de los valores agregados, desde el principio, fue que Aguirre y Pazmiño se encargaron de capacitar barberos. “Para eso contratamos al cubano Alexander Pupo, con quien arrancamos la escuela de barbería”. Llegaron 19 personas que querían ser parte y a la final se seleccionaron cuatro para empezar.

    El reto inicial fue ganar clientes. Al principio llegaban personas del sector. Pero estas refirieron los servicios a conocidos y el número de clientes fue creciendo. Hoy, según Aguirre, suma 1 000 clientes al mes, en promedio. Otro desafío fue superar miedos y situaciones personales que pusieron en duda, por momentos, el emprendimiento.

    El negocio creció y uno de sus clientes, José Luis Iturralde, director de Bugatti, les propuso abrir una sucursal en la tienda de ropa, en la avenida González Suárez.  La idea se concretó en diciembre del 2017. Allí trabajan hoy en día tres barberos.

    Los clientes están satisfechos. Óscar Hidalgo, por ejemplo, recuerda que llegó al negocio por casualidad. “Me atendió José Pazmiño muy amable y atento. Pedí un servicio de barba y me gustó el trabajo muy ordenado, muy simétrico, con mucho detalle. También me gustó la decoración, la música, el Fifa en el PS4 . . .”.

    Para la segunda ocasión que Hidalgo fue, este cliente se sintió en casa. “Me saludaron por mi nombre, vinieron los hijos de José y jugamos un partido de Fifa hasta que llegue mi turno. No he dejado de ir desde entonces, es literal como una familia”.

    Marcelo Hubenthal también tiene una buena impresión. Él es cliente desde hace un año y asegura que el servicio es muy bueno. “No te dejan esperar y siempre han sido muy cumplidos con las citas. Al final te dan un masaje de espalda y cabeza con una máquina que solo tienen ellos”.

    Los socios de este emprendimiento saben que los retos crecen con la llegada de nuevos clientes, por eso cuidan cada detalle y ya piensan en nuevos locales.

    José Francisco Aguirre y parte del equipo de barberos en el local de Cumbayá. El mobiliario y el decorado son parte del valor agregado
    José Francisco Aguirre y parte del equipo de barberos en el local de Cumbayá. El mobiliario y el decorado son parte del valor agregado. Foto: VIcente Costales / LÍDERES