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  • Las barras de Cacao Chachi llegan a Hawái

    Marcel Bonilla

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    Contenido intercultural

    La compañía Cacao Chachi lleva tres meses exportado 12 500 barras de chocolate, cada 30 días, a los Estados Unidos. El logro se alcanzó luego de ocho años de trabajo de esta iniciativa.

    La cantidad exportada equivale a cinco quintales. El producto se distingue por la fermentación y el secado, que se realiza en su centro de acopio, en comunidades del río Cayapas. Desde allí se envía a Quito para su procesamiento.

    El producto que se exporta tiene concentraciones de cacao del 65%, 80% y 100%, en barras de entre 10 y 12 gramos, con los que los emprendedores lograron ingresar al Hawái, Estados Unidos.

    Desde hace una década, la producción de cacao fino de aroma ha empezado a crecer en la zona norte de la provincia de Esmeraldas, por el número de productores que siembran la pepa en sus fincas.

    Solo la citada compañía, Cacao Chachi, cuenta con 1 000 productores, que poseen unas 2 500 hectárea sembradas de cacao fino de aroma, a los que compran directamente en baba o seco.

    Una de las motivaciones para producir ha sido los precios que en su momento empezaron a pagarse de hasta USD 110 el quintal de producto seco y USD 80 en baba, los precios varían de acuerdo con el mercado y se lo hace sin intermediarios.

    Mártir Quiñónez, gerente de la compañía, conjuntamente con cuatro amigos más, hace más de un año registraron la compañía Cacao Chachi, con un capital de USD 1 000 que les sirvió de base para empezar.

    Con los tres primeros envíos entre junio y agosto de este año, cada uno de USD 38 000, han empezado a fortalecerse y montar un centro de acopio en la comunidad de Naranjito, parroquia Telembí, norte de Esmeraldas.

    La nacionalidad Chachi cultiva cacao en especial en la zona selvática, rodeada de agua dulce. Por ese creen que su calidad en mucho mejor que en otras regiones.

    De los 18 000 habitantes chachi de Esmeraldas, un 90% de la población total dedican al cultivo de cacao nacional fino de aroma y CCN51, según estadísticas de esa nacionalidad.

    El cacao chachi es un producto orgánico cultivado de forma tradicional mediante la utilización de abonos naturales, por eso la visión de los emprendedores apunta a la industrialización para fabricar todo tipo de chocolates, golosinas, galletas, vino, tortas, cremas, aceite y cremas.

    De acuerdo con la Federación de Centros Chachis, cada habitante mantiene un promedio de 1 a 10 hectáreas cultivada de forma tradicional, que produce entre 6 y 8 quintales por hectárea al año.

    Cada hectárea de cacao tiene 625 árboles. El 90% de la población Chachi representa 15 400 habitantes. Se estima que unas 30 800 hectáreas de bestán en producción.

    Ahora se quiere acopiar la mayor cantidad del producto para despachar los primeros pedidos de cacao en grano de Rusia (500 toneladas) y California (100 toneladas), hasta finales del año.

    Wilson Cimarrón, parte del proyecto, explica que esa cifras se podrán alcanza si logran acopiar las producción del norte y la que se genera en la poblaciones indígena de Naranjal, en Quinindé y San Salvador, en Muisne. “Contamos con el respaldo de Choco Leyenda, que nos ayuda en temas de marca, procesamiento y comercialización de los productos”.

    Estrategias

    Una de las formas de ganar el mercado local, ha sido produciendo 500 barras para el consumo interno, que se comercializan a un costo de USD O, 50 de dólar.

    El territorio Chachi es de 105 468 hectáreas de las cuales, el 49% están ocupadas por las comunidades. 18 000 habitantes están organizados en 28 Centros jurídicos, 50 comunidades.

    Durante décadas han vendido su producto a los intermediarios de la zona, pero no han mejorado su economía.

    La visión de los emprendedores apunta a la industrialización del producto para ganar mercado. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    La visión de los emprendedores apunta a la industrialización del producto para ganar mercado. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Desde el cacao hasta las barras

    Patricia González

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    Perla Organic, sin planificarlo, nació en la hacienda Agua y Tierra, en Manabí, hace cerca de ocho años. En esa época el papá de Carol Marcial comenzó con la producción de cacao fino de aroma en la plantación familiar.

    Por mucho tiempo, Fabián Marcial vendió la materia prima de la tierra a intermedios. El negocio, para su hija, era desventajoso y poco rentable. Ella, como estudiante de finanzas y administración de empresas en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), enfocó su trabajo de grado en el desarrollo de un proyecto de emprendimiento sobre la producción de chocolate. Esa fue la génesis de la exportadora Perla Organic.

    La joven, hoy de 28 años, egresó en 2015 de la Universidad. A sus dos carreras se sumaron un minor en publicidad y un curso de chocolatería, que le permitió comprender mejor todo el proceso que conlleva la elaboración de este dulce producto.

    En 2016, sin perder tiempo, cumplió con todos los pasos para convertir su proyecto de emprendimiento en una realidad. Con una inversión de USD 500 000 –producto de un préstamo familiar– instaló la fábrica de chocolates en el norte de Quito, desarrolló la marca y, en Manabí, se impulsó a la plantación cacaotera de 20 hectáreas dentro de Agua y Tierra.

    Los productos de la marca de chocolate cuentan con certificaciones orgánicas de EE.UU., la Unión Europea y la Unión Ortodoxa. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Los productos de la marca de chocolate cuentan con certificaciones orgánicas de EE.UU., la Unión Europea y la Unión Ortodoxa. Foto: Julio Estrella / LÍDERES

    Con el norte en la exportación, durante ese año Carol gestionó las certificaciones necesarias que avalaran su producto como orgánico en EE.UU., Europa y ante la Unión Ortodoxa; así como la certificación de BPM (Buenas Prácticas de Manufactura).

    Perla Organic salió oficialmente al mercado en enero del 2017. Y en 16 meses el crecimiento ha sido vertiginoso. El pasado año cerró con una facturación de más de USD 200 000, de los cuales el 40% corresponden a las ventas en mercados internacionales.

    La marca cuenta con un portafolio de 40 variedades de chocolate. Las barras son su producto emblemático. En esta categoría ofrece aquellas gourmet, que tienen sabores como licor de canela, ají y mango o jengibre y piña; las barras plain, en las que varía el porcentaje de cacao; y las raw, en las que la temperatura se mantuvo en 45 grados centígrados durante todo el proceso de producción, conservando mejor las propiedades del grano.

    También están las barras para chocolate de taza, con sabores de café y uvilla. En otras variedades del producto, la marca ofrece frutas deshidratadas cubiertas de chocolate, nibs de cacao en trozos, pasta de cacao y la línea de repostería en la que vende coberturas de chocolate a granel.

    La empresa trabaja con 15 proveedores, principalmente para los ingredientes adicionales de cada producto, el empaque y la presentación. La firma Espin Graf trabaja desde el inicio con Perla Organic en el diseño de los empaques de la marca, tanto de las barras como de los otros productos . Un elemento diferenciador en la envoltura de los chocolates es que incluye un nib de cacao, con el fin de que los clientes conozcan el origen.

    Perla Organic cuenta con un portafolio de 50 clientes. En Ecuador se puede encontrar en locales de las cadenas Fybeca y El Español. También en la tienda de delicatessen El Griego, localizada en el centro comercial Quicentro Shopping en Quito y en locales productos turísticos.

    Carol Marcial, gerente de la empresa Perla Organic que produce y exporta chocolate. Foto. Julio Estrella / LÍDERES
    Carol Marcial, gerente de la empresa Perla Organic que produce y exporta chocolate. Foto. Julio Estrella / LÍDERES

    Entre sus clientes locales está Galería La Cuchara, en el Centro Histórico. Ibeth Arias, gerente del lugar, destaca la calidad del producto en cuanto a su aroma y sabor, así como también el manejo de relaciones comerciales de la marca. “Es un producto exclusivo que sale de lo convencional”, añade. La galería adquiere cerca de 300 unidades de chocolate al mes.

    La agencia Metropolitan Touringe es otro de sus cliente. Alessandra Baautista, ejecutiva de promoción y publicidad, resalta los sabores originales de sus barras de chocolate, que no se hallan en el mercado. Esta empresa entrega el producto como regalo a clientes en el exterior.

    En el mercado internacional, la marca se comercializa en EE.UU., China, Francia, Ucrania, Suiza, España y Holanda. Además en 2017 participó en siete ferias en el exterior. Marcial considera que lo más difícil hasta ahora ha sido precisamente entrar al mercado y que haya recompra del cliente, por la alta competencia.

    Sin embargo, destaca que una fortaleza de la marca y que le distingue de otros productos del mercado es que cuenta con toda la cadena de producción, con lo que da garantía al cliente de la trazabilidad del producto.

    La firma Perla Organic tiene su fábrica de producción en el norte de Quito. Allí laboran seis trabajadores. Al mes produce ocho toneladas. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    La firma Perla Organic tiene su fábrica de producción en el norte de Quito. Allí laboran seis trabajadores. Al mes produce ocho toneladas. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • La energía viene con sabor a maracuyá, uvilla, chocolate…

    Redacción Quito

    Energía proporcionada por un producto 100% natural es lo que ofrece Batery a sus clientes. Así lo indica Gabriel Lemarie, gerente general de la empresa que produce barras energéticas bajo el nombre de Bolt.

    Él, junto a otros dos socios, adquirió la marca en el 2007. El anterior dueño la creó en el 2002 como un proyecto de tesis, que luego se desarrolló hacia una producción de carácter artesanal. «En ese entonces fabricaban una barra de granola, coco y pasas. Luego nosotros hicimos una inversión inicial de USD 25 000 para la compra de la empresa y su desarrollo. Le dimos un giro de 180 grados. Cambiamos la imagen y diversificamos la producción«.

    Los nuevos dueños mantuvieron la barra energética con los ingredientes originales y desarrollaron otras de dos sabores: maracuyá/ uvilla y café/chocolate. Iniciaron con una producción de 20 cajas ‘madre’ (cada una con 20 paquetes pequeños, dentro de las cuales había cinco barras). Actualmente, y tras el cambio de empaques, producen 200 ‘cajas madre’ al mes (contienen 20 cajas pequeñas, pero en cada una entran ocho barras).

    Ocho personas trabajan en la elaboración de este producto (el 70% del trabajo es manual y el 30% tecnificado). El proceso inicia con la cocción del líquido hecho a base de panela. Luego este pasa a una mezcladora en la que se une con ingredientes como avena, granola, fruta, etc. La pasta resultante se pone en moldes, se hornea, se corta y se empaca.

    En principio Batery comercializaba USD 2 500 al mes, mientras que ahora son USD 20 000. De igual forma el número de clientes pasó de dos a 15, entre los cuales están Fybeca, Oki Doki, Godart Catering Group, Nevado Ecuador, Grupo Hanaska, Supermaxi, entre otras empresas.

    Batery le apunta a la calidad por lo que consiguió la certificación Cradel to Cradel de la Organización de Estados Americanos (OEA), la cual avala los empaques de la empresa. «Hubo un concurso y un grupo de expertos seleccionó a la empresa (…) La compañía está comprometida en la mejora de sus productos. Busca ser rentable, pero también sostenible con el medioambiente», indicó Kevin de Cuba, especialista en energía sostenible de la OEA.

    Otro dato: El año pasado, luego de un trabajo con Pro Ecuador, Batery logró realizar un primer envío a los supermercados Associated, ubicados en Nueva York, Estados Unidos.

    Más datos

    Proveedores. Entre los proveedores de Batery se encuentra Pacari, Café Vélez, Avena Base Sur, Centro Gráfico…

    La voz de un cliente. Marilyn Ramos, de Neyplex, asegura que trabajan con Batery con esta desde hace tres años.

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  • Sismode imprime su huella en toda clase de productos

    Redacción Quito

    Esta firma se especializa en etiquetar y codificar artículos de distintos sectores productivos. Crece un 15% anual.

    En los años 80 resultaba poco común encontrar en el mercado nacional, productos que tenían el precio etiquetado. Y eran menos los que mostraban la fecha de elaboración y de caducidad. Hallarlos era una novedad para el consumidor.

    Isaac Arias (+) se dio cuenta de eso y encontró una oportunidad. Junto a su hermana Martha, fundó la empresa Sismode en 1985 y en principio se dedicó a importar y comercializar ‘pistolas’ para colocar precios y etiquetas adhesivas.

    Enseguida, Arias advirtió que ese negocio tenía potencial por lo que importó, desde México, una máquina para elaborar etiquetas. Esa adquisición marcó el camino de la compañía, que tiene su planta industrial en el norte de Quito.

    Las etiquetas que empezó a elaborar esta empresa incluían el precio, la fecha de elaboración y de caducidad del producto. «El negocio de la impresión crecía y la demanda de trabajo aumentaba en el país», recuerda Verónica Reyes, gerenta Comercial de Sismode.

    Ella recuerda que la visión de Arias llevó a que la empresa incursionara en una nueva línea: la codificación de productos. Era 1990 y esta estrategia impuso nuevos desafíos a la empresa. «Codificar una botella de vidrio era un dolor de cabeza, pero enfrentamos el reto y logramos salir adelante», cuenta Diego Arias uno de los representantes de la empresa.

    El código de barras, que ahora es parte básica de cualquier producto que se comercializa, es una suerte de cédula de identidad. «Permite dar seguimiento a flores, gaseosas, alimentos… desde que se los produce o se los cosecha hasta que se los vende. Implementar esto fue un reto, pero también permitió dar impulso a la empresa«, explica Reyes.

    Los clientes de la compañía incluyen empresas del sector de bebidas, de alimentos, del sector floricultor, firmas logísticas, fármacos, construcción, banca…

    Catalina Sánchez, gerenta de Compras de Tesalia, asegura que escogieron a Sismode hace siete años por ser una empresa que ofrece soluciones completas. «Como cliente uno se olvida del proceso de codificación, de permisos y registros en el Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas». La ejecutiva añade que el trabajo de Sismode es excelente. «Nunca hemos tenido problema y siempre están listos para darnos asesoría y nuevas tecnologías«.

    Hoy en día, la empresa maneja un modelo para el tema del codificado, según Arias. La empresa importa las máquinas codificadoras y las pone a disposición de sus clientes. El modelo consiste en una especie de alquiler de los equipos de codificación. Además, instala los equipos, brinda asistencia técnica y provee de la materia prima a sus clientes.

    Una de las estrategias de Sismode es apostar por la innovación. «Siempre buscamos nuevas tecnologías y ser un aliado productivo de los clientes. Entendemos sus procesos y problemáticas», explica la Gerenta Comercial.

    Otra táctica está en la fuerza de ventas. Los vendedores son ingenieros, técnicos, que entienden los procesos de la firma y los de los clientes. «El cliente busca que se conozca sus procesos y por eso apostamos por profesionales técnicos».

    Desde hace cinco años aproximadamente, la compañía cuenta con clientes en Perú, Colombia y Bolivia. En este último país tuvo hace poco un pedido para el sector minero. Todo este movimiento le ha permitido a Sismode crecer con un promedio del 15% anual.

    Las inversiones

    • Tecnología. En los últimos tres años, la empresa ha destinado USD 1 millón para adquirir nueva tecnología.
    • La planta.  En la actualidad, la planta de producción está en el norte de Quito. El plan es construir una nueva planta industrial en Puembo, al este de Quito.