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  • Paola Ochoa: ‘El teletrabajo derrumba barreras’

    Redacción Quito   (I)

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    Paola Ochoa, directora académica de la Espae-Espol analiza el impacto del teletrabajo en el desempeño de las empresas del país y cómo, de ahora en adelante, debe ser tratado este tema en las escuelas de negocios. Los temas de salud ocupacional merecen más atención.

    ¿Cuáles son los principales cambios que ha traído el teletrabajo a la dinámica laboral en el Ecuador?
    La mayoría de empresas han debido adaptarse a dos procesos, la digitalización y el teletrabajo, para garantizar su continuidad operativa durante la pandemia. El teletrabajo ha derrumbado muchas barreras que teníamos con relación a la necesidad de control para cumplir las metas de trabajo y ha reforzado valores como la flexibilidad y el trabajo por objetivos. Pero, sin lugar a duda, las condiciones del teletrabajo deben ser contextualizadas en función del tipo de colaborador, las familias y las cargas familiares, que pueden incidir en su efectividad. Los cambios que ha traído el teletrabajo también se manifiestan en el campo de una nueva identidad organizacional, mayor informalidad, nuevos ritmos en el trabajo, entre muchos.

    ¿Cuáles son los efectos negativos del teletrabajo?
    De esta nueva realidad se derivan riesgos psicosociales asociados al teletrabajo, específicamente durante la pandemia como el sentimiento de aislamiento, la sensación del aumento de carga laboral, la limitada interacción social con compañeros de trabajo, que no deben perderse de vista. Hace falta a nivel interno que la organización y el trabajador gestionen estos factores de riesgo con reuniones cortas, cultura de reporte, trabajo virtual en equipo, y a nivel más macropolíticas públicas que apoyen la modalidad del teletrabajo para las familias y por ejemplo, contribuyan a que las familias y, en particular, las madres tengan jornadas flexibles y apoyo para compatibilizar sus jornadas y cuidado de la familia.

    ¿Las empresas ecuatorianas estuvieron preparadas para asimilar esta modalidad?
    Desde el 2016, en Ecuador ya existía un marco normativo que promovía el teletrabajo, pero los cambios no se decretan y muchas empresas no se habían sumado a esta modalidad antes del inicio de la pandemia (marzo, 2020). Las organizaciones ecuatorianas se sumaron rápidamente al teletrabajo al ver que el cambio era inminente, pero no había una preparación previa en general, con excepción de sectores como el informático que a nivel mundial trabaja en esta modalidad. A pesar del confinamiento, el teletrabajo está implicando una transformación de la gestión del trabajo, el colaborador es responsable de su tiempo y recursos sin un control presencial, impulsando el cumplimiento por objetivos, la autonomía y flexibilidad.

    ¿Qué pasa con las pymes y mipymes? ¿Cómo deben procesar este reto, más aún cuando hay evidentes limitaciones económicas que inciden en su desarrollo tecnológico?
    Para las pymes tecnológicas o de sectores financieros el teletrabajo era ya parte de su realidad, pero para otras implica una nueva inversión en un panorama de incertidumbre, y dependerá para muchas de condiciones como la reactivación del sector donde se encuentren y su propia gestión de crisis. Si bien pueden tener limitaciones económicas, el factor tamaño en estas organizaciones puede facilitar que impulsen cambios más ágilmente. Hay estudios escasos, antes de la pandemia, como es el de Brother International Corporation, Visión Pymes 2020, que se llevó a cabo en Costa Rica, Colombia, Ecuador y Panamá, con datos tomados entre diciembre 2019 y febrero 2020, en el que se constata una tendencia favorable hacía el trabajo remoto, aumentando significativamente en el segmento de las pymes en un 19%, con relación a los resultados de la edición del 2019.

    ¿A cuánto puede ascender el impacto económico del teletrabajo en la economía?
    En Ecuador, el estudio de Deloitte de agosto del 2020, para el que se encuestó a 103 ejecutivos, muestra que 24% de empresas manejaban sus operaciones bajo la modalidad de trabajo remoto, 65% redujeron sus operaciones presenciales y el 11 % continuó sus operaciones de forma normal. En general, los impactos económicos de la pandemia en Ecuador han sido reportados más desde el punto de vista de la destrucción de empleo por parte del INEC en su reporte de junio 2020. Se requieren más datos, es una oportunidad.

    ¿El teletrabajo en el sector público puede ayudar a mejorar los problemas de tramitología y que, incluso, frenan la competitividad?
    En el sector público puede ser una gran oportunidad de digitalizar, generar más eficiencia, agilizar procesos y reducir tiempo en los trámites administrativos; pero, hay trámites que no estaban totalmente automatizados y son los que están operando lentamente o no están totalmente operativos. A la par se debe formar debidamente a los trabajadores, cambiar la cultura laboral y construir mecanismos de seguridad y confianza que validen los procesos administrativos vía ‘on line’.

    Si no hay adecuadas políticas de salud ocupacional relacionadas con el teletrabajo, ¿cuáles son los riesgos?
    El teletrabajo durante el confinamiento supone grandes desafíos a nivel de salud ocupacional para las organizaciones ecuatorianas, ya que siguiendo el modelo de Demandas y Recursos en el trabajo de Bakker y Demerouti, se están aumentando las demandas o exigencias al trabajador y los recursos organizacionales e individuales no necesariamente han crecido, así que hay más posibilidades de desequilibrios en la salud, agotamiento y estrés. Entre los riesgos psicosociales que el trabajador puede experimentar está el cambio en las relaciones sociales laborales, limitación del contexto social, aislamiento del entorno empresarial, nuevas exigencias psicológicas y laborales, no adecuación del espacio físico y ergonómico, hiperconexión o tecnoestrés, sobrecarga de información y manejo de las exigencias familia-trabajo. Pero, la otra moneda de estos factores son las ventajas del teletrabajo, que aún en pandemia se han experimentado, como la reducción de movilidad y contaminación, impulso de nuevas tecnologías, flexibilidad, mayor conciliación vida-trabajo.

    ¿Qué lecciones deja hasta el momento el teletrabajo a las escuelas de negocios?
    Para las escuelas de negocios este cambio histórico es una gran oportunidad de reevaluar sus propuestas educativas, enfocarse en seguir creando espacios para apoyar modelos de negocios que cada vez tienen que ser más sostenibles y que apoyen economías inclusivas. Las escuelas necesitan estar a la vanguardia de las tendencias y necesidades del mercado, y profundizar en las expectativas de los alumnos, para garantizar que la formación de nuevos gerentes responda a los retos y demandas de la sociedad y del entorno.

    Hoja de vida
    Su formación.   Doctora en Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, España. Es mención de Honor Magna Cum Laude (Universidad Central de Venezuela), Cum Laude (Universidad de Salamanca), Cum Laude (Universidad Autónoma de Barcelona) y Premio Grado de Salamanca (USAL).

    Su experiencia.  Ha combinado su carrera como Responsable de Recursos Humanos del sector petrolero, con actividades de Consultoría en transnacionales del sector minero y siderúrgico en Venezuela. Además tiene una faceta académica e investigadora en Venezuela, Ecuador y España. Actualmente es profesora e investigadora de la Escuela de Negocios Espae.  

    Paola Ochoa, directora académica de la Espae-Espol. Foto: cortesía de Espae
    Paola Ochoa, directora académica de la Espae-Espol. Foto: cortesía de Espae
  • Emprendedores, del temor al primer paso

    Mariana Maldonado. El Universal de México (GDA)

    ¿Tienes miedo al fracaso y a la bancarrota? ¿Rechazas la incertidumbre de lo que representa aventurarse a abrir una nueva empresa? ¿Crees que tu idea no es lo suficientemente buena para pasar esa dura prueba frente al consumidor? O, ¿eres un obsesionado por la perfección y temes que las cosas no salgan como tú lo estás pensando? Quizá no tienes ese ‘gen’ que distingue a los emprendedores natos y que los hace triunfar así como así. Creencias o miedos, cualquiera de estas situaciones se convierten en barreras que el propio individuo se pone para evitar emprender. Ambos son centrales para la decisión de fundar o no una empresa, y han merecido numerosos estudios académicos.

    Otros factores relacionados con el emprendimiento son la necesidad de éxito, de tener el control, la de tomar riesgos, la poca o mucha tolerancia a la ambigüedad y la autoconfianza, según un estudio publicado en la Revista Asiática de Emprendimiento y Sustentabilidad. Todos, absolutamente todos, ponen barreras a la hora de planear una nueva empresa.

    Víctor Moctezuma, director del Hub de innovación y emprendimiento iLab Veracruz, asegura que dentro de su entrenamiento se encuentra el prepararlos para enfrentar todo tipo de miedos y obstáculos propios de estos sentimientos negativos. «La primera cosa que les reclamamos es: no hay tolerancia al marasmo mental, porque esa es la primera barrera que hace que todo lo demás esté en contra. Si tú no das el paso adelante, no te quitas las venda de los ojos de que es imposible, nadie lo hará por ti».

    EN BÚSQUEDA DEL GEN
    ¿El emprendedor nace o se hace? Es una pregunta que se ha planteado una y otra vez. Bill Aulet, director del Martin Trust Center del MIT, en su libro ‘Disciplina para emprender. 24 pasos para una exitosa puesta en marcha‘, dice que el emprendimiento se puede enseñar.

    «Cuando vemos a Richard Branson, Steve Jobs, Bill Gates, Larry Ellison, y otros emprendedores que llaman la atención, parecen extraordinarios. Pero cada de sus éxitos es el resultado de un gran producto que los hizo exitosos, no de un gen especial«, asegura en la introducción de su libro. Adiós gen, hola, enseñanza.

    MIEDO AL FRACASO
    Es quizás el ‘rey’ cuando se habla de emprender. El miedo a la bancarrota es un factor de decisión para muchos emprendedores potenciales para no emprender un negocio, según un informe realizado en los Países Bajos. El riesgo de fracasar parece ser alto. En México: 70% de los negocios no llegan a su tercer año de vida, según un estudio de KPMG.

    El libro del fracaso elaborado por Fuck Up Nights y por el Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera incluso lo aborda con humor y sostiene que con el tiempo es posible digerirlo.

    Una frase del dramaturgo Samuel Becket citada ahí puede ayudar: «Fracasa. No importa. Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor».

    La aversión al riesgo es otra barrera psicológica hacia emprender, según un estudio publicado en la Revista Internacional de Negocios y Management. Un estudio de John Morgan, un profesor de temas empresariales de la UC Berkleys, añade que a los empresarios no solo no les gusta el riesgo sino que se mueven por lo que él llama «aversión a la pérdida».

    Los otros factores

    Búsqueda de reconocimiento. El libro del Fracaso dedica un apartado a este punto y lo titula: «Si buscas reconocimiento, detente», y sostiene que, quizá seas el más guapo para tu pareja y el más inteligente para tus padres, pero… no lo serás para todos.

    Mejor, perfecto. La perfección no existe, ¿cierto? El libro del fracaso recomienda que se asuma como lo que es: «un ideal que te anima a emprender acciones», y no como la última meta.

    Tolerancia a la frustración. Se relaciona con intentarlo una y otra vez porque, seguramente, a la primera no va a salir. «Todo el tiempo estás rodeado de obsesiones, no puedo, no debo. Es lo primero que se debe de romper», asegura Víctor Moctezuma, director del Hub de innovación iLab Veracruz.

    El especialista

    Emprendedor, ¿con el corazón o con la cabeza?

    Resultan sorprendentemente sencillos y hasta cierto punto elementales y de sentido común los relatos de los individuos exitosos. Ellos hablan de sus logros como asuntos que pudieron ocurrírseles a cualquier persona; afirman que sus decisiones fueron simplemente consistentes con las circunstancias, que hicieron lo que era necesario hacerse, en el tiempo y espacio apropiados, con un nivel de convencimiento que era casi imposible que no les llevara a lograr el éxito.

    Advierten, eso sí, que saborearon derrotas y frustraciones, que tuvieron que sobreponerse a sus propios miedos, condicionamientos mentales, al autosabotaje; dejar de culpar a las circunstancias. Lo intentaron una y otra vez, y solo entonces vieron materializarse sus sueños. Sin embargo, nunca creyeron que habían tocado el cielo con las manos.

    A partir de esos testimonios, centenares de autores han intentado descifrar los misterios del éxito, convencidos de que debe haber un método capaz de hacer de cualquier sujeto medianamente ambicioso un triunfador.

    Es evidente que el tiempo y los contextos son cambiantes. Por ejemplo, la presente generación cuenta con recursos y medios tecnológicos que permiten hacer todas las previsiones posibles antes de lanzarse a las turbulentas aguas de los negocios. Entonces, los emprendedores evitan todo lo que parece subjetivo, como las ‘corazonadas‘; prefieren dejarse guiar por lo ‘concreto‘. Echan mano de los indicadores económicos, estudian las estrategias de sus potenciales competidores, conocen el mercado y el comportamiento de los consumidores, saben de ‘marketing‘; dominan el ‘branding’, el ‘e-commerce’.

    Aún así, el pánico y la inseguridad les acompañan siempre. El problema radica en la avidez, en la búsqueda neurótica del éxito, en la pereza, que prefiere cómodos atajos. En cambio, los emprendedores de inicios del capitalismo contaban con escasos datos, de modo que su intuición era su principal herramienta. También hay diferencias ‘filosóficas‘ respecto del dinero y el trabajo. Muchos de los acaudalados empresarios de antaño atribuían su buena fortuna a sus convicciones espirituales. Por su parte, los emprendedores de estos tiempos conciben a Dios, en el mejor de los casos, como un socio estratégico; prescindible si llegara a oponer resistencias éticas para alcanzar el éxito.