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  • Una vitrina itinerante que nació en Cumbayá

    Redacción Quito (I)
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    Emprendedoras, madres y esposas. Así se definen Verónica Salem de Massuh y Carla Macchiavello de Fernández, creadoras del Zoco de Cumbayá. Ambas nacieron en Guayaquil y llegaron a Quito hace 12 años; la amistad que forjaron se transformó en la base de su negocio. 

    “Nos encantan los bazares y como amigas hemos frecuentado bastantes, pero nunca sabíamos qué íbamos a encontrar”, comenta Salem. Hace cuatro años crearon un nuevo concepto de negocio. “El Zoco es un bazar itinerante con productos de alta calidad e innovadores”, dice Macchiavello.

    Desde que arrancaron tuvieron claro cuál sería su objetivo: “No queríamos ni lo muy elemental o improvisado ni lo muy sofisticado, importado o hecho en una línea de producción. Queríamos buscar ese punto medio con productos que reúnen calidad, tendencia, moda y precio”, explica esta emprendedora.

    Al principio, tenían que buscar a los expositores por medio de las amistades y del ‘boca en boca’, como explica Salem. Pero al tener tan buena acogida en sus primeras ediciones, poco a poco empezaron a recibir más propuestas.

    Ahora lo único que se encargan es de avisar con dos a tres meses de anticipación a los expositores interesados y seleccionados. ­

    Para mantener ciertos estándares de calidad, ellas deciden qué tipos de negocios participan en cada edición del Zoco.

    Los productos que se ofertan en el bazar varían entre antigüedades hasta alimentos, dependiendo de la época. El Zoco se realiza en abril y en noviembre, antes del Día de la Madre y de Navidad.

    “Nuestro ‘target’ es una segmento medio-alto y alto. Independientemente de eso tenemos una convocatoria masiva, porque siempre queremos crecer y queremos que nuestros expositores crezcan”, cuenta Salem.

    Una de las claves para su éxito es ver a sus expositores como personas y no como clientes. El resultado es la lealtad: 70% son participantes recurrentes.

    “Nunca pasamos de los 60 expositores. Si quisiéramos meteríamos 150, pero lo que buscamos es que ese emprendedor se luzca y que no tenga tanta competencia”, explica Macchiavello.

    Las dos ayudan a sus expositores en lo que necesiten. Para eso cuentan con un equipo para solucionar cualquier problema técnico y ayudar en la logística si sus expositores lo necesitan.
    El 85% de estos expositores llega de Quito y el 15% restante viene de otras ciudades, así que muchas veces ellas deben coordinar desde alojamiento hasta bodegaje.

    La feria se lleva acabo en el parqueadero de la iglesia de Cumbayá, donde entran tres tipos de estands. El más pequeño, que es una mesa de 2 metros cuadrados y el más grande de 7 metros cuadrados. “Cobramos USD 16 por metro cuadrado”.

    Para no subir los costos a los expositores, empezaron a buscar auspiciantes. La Alianza para el Emprendimiento y la Innovación (AEI), uno de sus auspiciantes, ha otorgado premios para los negocios más destacados.

    “Ellos nos propusieron pagarle el estand al ganador pero preferimos que les incluyan, como premio, en rondas de negocios con distribuidores para que así puedan comercializar mejor su producto”, cuenta Salem.

    Ahora estas empresarias analizan extenderse por Quito.

    Carla Macchiavello
    Carla Macchiavello y Verónica Salem buscan el estilo tanto en sus expositores como en sus vidas. Foto: Eduardo Terán / LÍDERES
  • El Bazar es la vitrina de microempresarios

    Redacción Guayaquil (I)

    Los costos de alquilar un local, amoblarlo y pagar servicios básicos cada mes para tener un espacio donde dar a conocer sus productos pueden limitar a los microempresarios y mermar la rentabilidad de sus negocios. Esto sucede porque cuando arrancan con sus ideas, no siempre cuentan con el capital suficiente para cubrir estos gastos fijos.

    Las ferias, que también se conocen como bazares, en los que se alquilan espacios o estands durante determinados períodos (tres a cuatro días, en promedio), son eventos que en Guayaquil han tomado fuerza. Estos espacios se han convertido en una alternativa económica para los microempresarios que buscan captar clientes.

    El Mercadito, Artsenal, El Mercadillo y El Art Bazaar son algunos de los espacios que funcionan como locales temporales para microempresarios. Un espacio puede costar desde USD 15 hasta 450, dependiendo de los días que dure el evento y el sitio en el que se realice.

    Uno de las iniciativas más conocidas en bazares al aire libre en Guayaquil fue El Mercadito. Esta idea surgió en la mente de Alexa Altgelt, Pierina Álvarez y Gabriela Zea, en septiembre del 2010, en Samborondón.

    La primera vez tuvo 30 expositores. Ahora lleva 14 ediciones y agrupa a unos 80 expositores. Del 4 al 6 de septiembre se realizará una nueva edición del evento en el Parque Histórico de Samborondón; como en años anteriores, dice Altgelt, se espera tener una afluencia de entre 7 000 y 8 000 personas durante los tres días.

    «Muchos de nuestros expositores han estado en los 14 eventos, y hemos empoderado a la gente para que tenga un mercado estable. Algunos ya abrieron su propios locales. Es gratificante porque muchos, antes, solo trabajaban desde sus casas», cuenta Altgelt.

    Los expositores pueden acceder a un espacio pagando desde USD 200 hasta 450. Denisse Ortega es una diseñadora de joyas que participa en El Mercadito y dice que ha sido «una plataforma para llegar a clientes que de otra manera no hubieran llegado». Gracias a la acogida que han tenido sus piezas de joyería, ya está pensando en abrir un local.

    Otro bazar al aire libre que tiene gran acogida es El Mercadillo, que se realiza dos sábados al mes en el patio de una casa en Urdesa, conocida como La Casa del Árbol. En este evento, los expositores pueden vender sus productos en estands de 2×2 metros por USD 15, durante un día, de 08:30 a 19:00.

    El valor agregado que buscan espacios como estos es darle a los visitantes una experiencia diferente, al comprar al aire libre. Sin embargo, los bazares también se abren cancha en los espacios tradicionales, en donde la afluencia de gente es fija, como los centros comerciales.

    En el Mall del Sol y en Village Plaza, por ejemplo, el pasado julio se realizaron ferias para emprendedores.

    El Artsenal, cuyo enfoque son las manualidades, es ideado por Daniella Morales y se realiza hace tres años en Village Plaza, en Samborondón.

    Este bazar dura cuatro días y se realiza cuatro veces al año. Los participantes tienen la opción de compartir el espacio y seleccionar cuántos días quieren estar. Por jueves y viernes se puede pagar entre 150 y 180, y por sábado y domingo de USD 200 a USD 240.

    Patricia Zambrano, una de las participantes, que vende placas y collares para mascotas, dice que esta es la mejor forma de vender cuando no se puede poner un local. «La gente me puede contactar, porque se llevan una tarjetita. Siempre invierto como mínimo unos USD 500 por los cuatro días y a diario vende unos USD 300, hay una ganancia en todo sentido», señala.

    Los espacios

    Las fechas. Por lo general, las ferias se realizan en las épocas más co­merciales del año. El Mercadito y Artsenal, por ejemplo, se realizan en los días previos al Día de las Madres y Navidad.

    Con temas. Los bazares suelen ser temáticos también. El Art Bazaar, que se realizó este mes en el Hostal Manso tuvo como temática expositores relacionados al reciclaje.

  • Los nuevos negocios se instalan en su bazar

    redaccion quito

    Desde el 2011, los artesanos y microempresarios que inyectan innovación y valor agregado a sus productos tienen una vitrina propia.

    Se trata del Grand Bazaar, una feria que se realiza en Cumbayá (oriente de Quito). Esta iniciativa arrancó en el 2011. Desde entonces, el número de expositores de la feria casi se ha triplicado, al pasar de 55 a 120 en el último evento.

    Klorofila es uno de ellos. La tienda, ubicada en Guayaquil, da vida a plantas ornamentales para interiores y jardines verticales en un sistema no convencional; esto es, no utiliza tierra, sino una mezcla de materiales orgánicos.

    Las plantas se venden en esferas que sirven como decoración y, además, oxigenan y absorben microbios.

    «No tenemos una tienda en Quito, sino un distribuidor. El Grand Bazaar nos hizo ganar mercado en Quito», dice Scheny Bosisio, propietaria de Klorofila.

    Una participación cada vez mayor de empresarios motivó a las creadoras del Grand Bazaar, Alexis Guerrero, Camila Avellán y Sofía Eastman, a crear una microempresa en el 2012.

    El Grand Bazaar empezó con una feria al año y hoy realiza tres. Aunque cada una tiene diferentes temáticas, en todas se busca mostrar productos novedosos. «No es un mercadito de pulgas, es una evento bien realizado, planificado», acota Guerrero.

    Para participar, los emprendedores pasan por un proceso de selección. «Quienes quieren aplicar tienen que mandar fotos e incluso muestras de productos», señala Eastman.

    Las entradas a las ferias, que se organizan con tres meses de anticipación, son gratuitas.

    Tres ferias al año Feria.

    Del 30 de mayo al 1 de junio próximo será El Grand Bazaar Life&Style enfocado en productos de consumo personal, en la Plaza Deportiva de Cumbayá.

    Otras exhibiciones.

    El Gran Bazaar Gourmet se realiza en septiembre y el Navideño que se realiza a mediados de diciembre.