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  • Ellos son expertos en crear peluches para empresas

    Mayra Pacheco

    Redactora (I)

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    Hacer de una marca una figura amigable es la misión de Santiago Pérez y Elena Jerez. Desde hace 18 años, ellos ‘inmortalizan’ mascotas o símbolos de las empresas en tiernos peluches.

    Estos muñecos son diseñados y producidos en El Mundo del Peluche, una pequeña empresa creada por estos emprendedores. Ambos combinan su experiencia en diseño gráfico, ventas y auditoría para impulsar este negocio.

    En esta empresa, ubicada en el sector San José de El Condado, en el norte de Quito, se encargan de confeccionar estos muñecos. Realizan todos los procesos. Cuentan con 20 colaboradores fijos. La materia prima se importa desde Asia, dos veces al año.

    Emplean máquinas que hacen cortes perfectos usando tecnología láser; utilizan bordados computarizados para dar forma a los ojos, boca u otros motivos; elaboran sublimados; cosen cada una de las piezas; y luego rellenan con plumón los distintos personajes.

    Así, El Mundo del Peluche le ha dado “vida” al Comeprecios de los almacenes Créditos Económicos, a Redoxitos de Bayer, a la figura de oso de Nestum, a las pastillas de chocolate de M&M, al motivo de Supan, a los exploracubos de la leche Nido, y otros personajes.

    Muchos de estos muñecos se conservan sobre las repisas que se encuentran en la oficina de Jerez, gerenta de esta empresa. También se exhiben osos, cojines y más.

    Las personas que trabajan en el taller  cosen las piezas de los peluches por separado. Para esta labor se cuentan con 30 máquinas cosedoras.
    Las personas que trabajan en el taller cosen las piezas de los peluches por separado. Para esta labor se cuentan con 30 máquinas cosedoras. Foto: Julio Estrella / Líderes

    Pérez, gerente de Ventas, menciona que producen peluches en grandes cantidades para las empresas. Su capacidad de producción es de 15 000 unidades al mes. Trabajan con entregas parciales, según las necesidades de los clientes que solicitan su servicio.

    Se inclinaron por este mercado porque la experiencia laboral anterior de Pérez le permitió conocer que una de las necesidades de las firmas es adquirir material promocional para los clientes. Además, Jerez confeccionaba peluches desde los 10 años.

    Pero antes de emprender con la elaboración de figuras de felpa promocionales ambos ofrecían estos muñecos en provincias. Entregaban pedidos en bazares, floristerías y tiendas de regalos.

    Pérez trabajaba a la par de manera independiente como diseñador, pero la crisis que se produjo en el 2000 afectó a una de las empresas con las que colaboraba y tuvo que empezar desde cero. Volvió a pensar en los peluches.

    El primer pedido a gran escala que atendió fue uno de la empresa que produce el detergente Fab en Colombia. Le solicitaron 14 000 peluches en forma de conejo.

    Con las limitaciones que tenía entonces diseñó la figura en una vieja computadora Mac, que aún conserva. Y buscó empresas para maquilar el peluche. Utilizó un anticipo de USD 6 000.

    La entrega de este primer peluche promocional fue exitosa. Esto motivó a Pérez a dedicarse por completo a esta labor. “Me di cuenta de que esto es rentable, genera empleo y estabilidad”.

    Con las ganancias que obtuvo con este primer pedido adquirió la primera máquina de coser y contrató a tres personas. Ahora, tienen 30 máquinas cosedoras.

    Inicialmente, Jerez colaboraba en las tardes con su esposo para diseñar los peluches. En la mañana realizaba otro trabajo.

    Los nuevos pedidos empezaron a llegar. Realizaron una jabonera de tela para Avon, luego un promocional para M&M, Créditos Económicos, Almacenes Tía y otras. Incluso tuvieron pedidos de Chile, Perú y Colombia.

    Créditos Económicos solicitó hace cinco años elaborar su personaje el Comeprecios. En promedio, piden 3 000 unidades cada dos meses. “Los acabados son buenos y tienen precios competitivos”, expresa la firma.

    En Almacenes Tía, en cambio, entregan alrededor de 4 000 peluches de cada modelo. En total, se diseñan 12 diferentes al año para venderlos a estas tiendas.

    La etiqueta que llevan estos peluches es diseñada por Giovanny Díaz, propietario por Giovitex Cia. Ltda. Esta pequeña tela impresa incluye todas las especificaciones. En promedio, entregan 20 000 unidades cada mes. En promedio, esto representa una inversión de USD 500.

    El Mundo del Peluche facturó USD 500 000 en el 2018. La planta tiene 350 metros cuadrados. Pero en este 2019 quieren ampliar las instalaciones.

    Santiago Pérez y Elena Jerez son los fundadores de este pequeña empresa. Emplean materiales importados y  la mano de obra es local.
    Santiago Pérez y Elena Jerez son los fundadores de este pequeña empresa. Emplean materiales importados y la mano de obra es local. Foto: Julio Estrella / Líderes
  • Bordados kitu kara se exponen en Madrid

    Redacción Quito

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    Los bordados tradicionales del pueblo Kitu Kara se presentaron en el Museo del Traje de Madrid en noviembre.

    La muestra Camisa de Llano Grande – Proyección Estética es parte de una iniciativa de recuperación de la identidad, llevada a cabo en la capital española por parte de migrantes provenientes de las comunas ancestrales del norte de Quito.

    La migración de kitu karas hacia España, a finales de la década de los 90, dividió a las familias. En Madrid, los migrantes empezaron a reunirse en los parques del Retiro o en el Carlos González Bueno. Este encuentro servía para entregar encomiendas por parte de quienes iban o venían de Ecuador y para jugar fútbol, un deporte muy arraigado en las familias de Llano Grande como se ve en el documental ‘Migra-fútbol’, realizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

    En 1997 se conformó la primera Liga de Llano Grande en Madrid y, desde ese año, el fútbol se convirtió en el lazo de los migrantes provenientes de esa comuna y de las localidades vecinas (San Miguel, Capilla, Landázuri, entre otras).

    Fue a este espacio al que Daniel Simbaña y Adriana Simbaña acudieron para convocar al primer taller de bordado de la Camisa de Llano Grande en Madrid. 60 mujeres se inscribieron para aprender las puntadas básicas.

    Esta iniciativa arrancó hace un año y dos meses, tras un viaje que la pareja hizo a Ecuador. Daniel, quien se reunió con sus padres en España cuando él tenía 16 años (ahora tiene 33,), se unió a un proyecto en línea para conectar a las familias en ambos países. En la web Llanogrande.info se publica información de lo que se realiza en Ecuador y en España.

    Desde abril del 2017, el taller de España se realiza con el apoyo del Museo del Traje de Madrid. El 11 de noviembre se hizo la presentación de las primeras prendas que diseñaron. La colaboración del Museo continuará de forma indefinida.

    Por ahora, esta institución le da un espacio al grupo de artesanas ecuatorianas todos los sábados, en el Club Museo a Mano. Unas 20 mujeres se reúnen, de 16:00 a 18:30, para continuar con el aprendizaje.

    La muestra se denomina Camisa de Llano Grande - Proyección Estética. Foto: Cortesía
    La muestra se denomina Camisa de Llano Grande – Proyección Estética. Foto: Cortesía
  • Los bordados llegan a los productos utilitarios

    Washington Benalcázar (F)   Contenido Intercultural

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    La falta de innovación y de mercados son los dos cuellos de botella de la mayoría de emprendimientos artesanales.

    Eso lo conocen bien los miembros de la Asociación de Producción y Comercialización Sarum Maky Yachay (Conocimiento Ancestral a Mano, en español), que desarrollan estrategias para superar estos inconvenientes.

    El grupo lo integran 60 artesanos de las comunidades indígenas de Angochagua y La Esperanza, ubicadas en el sur del cantón Ibarra, provincia de Imbabura.

    Los socios, mujeres y hombres, son hábiles bordadores, que diseñan verdaderas obras de arte sobre telas, usando agujas e hilos de colores.

    Prácticamente todos, como Diocelina Churuchimbi, han heredado los conocimientos sobre la costura de sus padres. La artesana recuerda que tomó los hilos a los 5 años de edad, antes de entrar ala escuela.

    “Cuando me equivocaba, mi mamá me ortigaba la mano. Es por ello que me volví una bordadora experta a los 7 años”, explica la mujer, de 42 años.

    Desde el 2011, cuando la organización empezó a dar sus primeros pasos, se han conseguido máquinas de coser, insumos y una sede, para mantener a flote el sueño de temer una empresa comunitaria.

    Para ello, apuestan por la innovación permanente de productos y la búsqueda de nuevos nexos con los consumidores. Así explica Anita Carrillo, socia y administradora de Sarum Maky.
    Por lo pronto, está en marcha la capacitación permanente de los bordadores, en técnicas como: dibujo, corte, confección, combinación de colores y uso de las máquinas de coser.

    En la formación colabora la diseñadora ibarreña Andrea Bonilla, propietaria de la marca Almawa, que se especializa en la elaboración de ropa con elementos étnicos, como los bordados.

    Comenta que para dictar los talleres cuentan con seis máquinas para confección textil y siete para trabajar en cuero. Estos equipos, que fueron entregados en concesión por el Municipio de Ibarra, están ubicados en el Centro de Desarrollo Económico, que pertenece al Cabildo y está ubicado en el sur de la capital de Imbabura.

    Hasta ahí bajan desde las comunas rurales los artesanos, los días martes, en grupos de 10 personas para asistir a los cursos.

    Los otros días, los talleres se dictan en un inmueble que compraron, a USD 32 000, los socios de la organización comunitaria en la parroquia La Esperanza.

    El lugar está equipado con cuatro máquinas de coser, que les entregó la Prefectura de Imbabura. “Pero nos faltan herramientas, como más máquinas y planchas”, asegura María Quilca, oriunda de la comunidad de Chashaloma.

    En el local se elaboran prendas novedosas como bolsos, manteles, lámparas con las pantallas de tela bordadas. También incursionarán en productos de cuero, con figuras bordadas con hilos…. La idea es ofrecer productos novedosos, aseguran las bordadoras.

    A la vez trabajan para convertir la casa de Sarum Maky en una galería en donde se muestren los trabajos de los 60 socios. Es un proyecto a corto plazo que pretende convertir el lugar en el almacén más grande del pueblo.

    Los amantes de los bordados a mano pueden contactarse con el grupo en la calle Galo Plaza, sin número, en La Esperanza. Por el Facebook (Bordados Sarum Maky Yachay) o al teléfono 098 610 6647.

    Ahora, el grupo trabaja en una línea de ropa casual e infantil para el desfile Moda Karanki, el 29 de julio en El Cuartel, de Ibarra.

    Uno de los logros del grupo fue adquirir una casa en La Esperanza, al sur de Ibarra. Planean convertirlo en el almacén más grande de la localidad. Foto: Washington Benalcázar / LÍDERES
    Uno de los logros del grupo fue adquirir una casa en La Esperanza, al sur de Ibarra. Planean convertirlo en el almacén más grande de la localidad. Foto: Washington Benalcázar / LÍDERES
  • Cintas, bordados y cuero dan forma a estos bolsos

    Redacción Quito 

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    El sueño de María José Larrea y de Lirise Carrión fue levantar un negocio para mostrar el talento de los artesanos ecuatorianos. El emprendimiento se denomina Mila Accesorios y se encarga de la producción de carteras, bolsos y demás accesorios.

    La idea floreció hace más de un año, en junio de 2015. Las jóvenes, quienes son primas, empezaron la búsqueda de artesanos que elaboren las carteras con diseños y materiales diferentes como las cintas, los bordados y el cuero. Al momento trabajan con tres artesanos en Otavalo y Quito, a quienes también les brindan la oportunidad de crecer en el mercado y de mostrar su talento.

    Larrea relata que el principio no fue fácil. Ambas fueron a golpear cientos de puertas hasta que llegó una oportunidad. “Una cadena comercial creyó en nosotros y nos pidieron las carteras, las cuales se exhiben en sus locales”.

    La primera entrega fue de 700 carteras. Fue su primera colección. “En un mes logramos el 45% de rotación de inventario, un gran logro considerando el lanzamiento de una nueva marca”, señala Larrea, quien tiene 26 años.

    Desde ahí no han parado de trabajar y de buscar diseños innovadores para sus clientes. Así nació su segunda colección denominada ‘Texturas, tejidos y colores’. Sacaron 1 100 unidades y se distribuyen en cadenas comerciales y boutiques en el país. Desde junio del 2015 hasta la fecha han facturado USD 50 400.

    Una de las motivaciones para esta colección es rescatar las raíces indígenas del país. Las emprendedoras visitaron varias localidades y les impactó los colores de los tejidos y bordados de la Plaza de Ponchos, en Otavalo. “Nos gustaron los colores, las texturas y decidimos hacer objetos con estándares de moda internacionales, ya que hemos viajado a diferentes países para saber cuáles son la tendencias”.

    Las carteras y los bolsos son confeccionadas por artesanos, quienes tienen su equipo de trabajo. “Nosotros les damos los diseños, los tejidos y demás accesorios. Ellos hacen la maquila”, señala Carrión, quien tiene 27 años.

    La capacidad de producción de carteras es de 100 bolsos cada 15 días, por artesano. En total, han fabricado alrededor de 2 000 carteras. “Es un emprendimiento que vale la pena apostarle, porque no es muy común que se confeccionen carteras de calidad”, señala Carrión, quien también diseñó una línea de leggins.

    Las dos jóvenes no son diseñadoras de modas o tienen una profesión similar. Ambas trabajaban en empresas. Sin embargo, su deseo de tener un negocio propio les impulsó a dejarlo todo. Lirise renunció a su trabajo en importaciones y María José dejó la empresa en la que trabajaba en Marketing.

    Comenzaron con USD 8 000, que destinaron a materiales y mano de obra. Los precios de las carteras y bolsos oscilan entre los 40 y 50. “Tenemos precios competitivos y accesibles al cliente”.

    Las metas a largo plazo es que la marca se posesione a nivel nacional y, posteriormente, exportar a diferentes países. “Queremos que sea una marca país, porque son de calidad y queremos poner algo que nos represente al país”.

    Mila Accesorios se encarga de la producción de carteras, bolsos y demás accesorios. Foto: Galo Paguay /LÍDERES
    Mila Accesorios se encarga de la producción de carteras, bolsos y demás accesorios. Foto: Galo Paguay /LÍDERES
  • Las etnias y el país están bordados en sus tarjetas

    Redacción Cuenca 
    (F-Contenido Intercultural)

    Más de 200 motivos de tarjetas bordadas se elaboran en el Centro de Bordados Cuenca, que funciona en el Parque Industrial de la capital azuaya. Esta agrupación tiene 35 socias de los cantones Paute y Gualaceo, y de las parroquias Chiquintad y Octavio Cordero.

    Son expertas en bordados y en el tejido de suéteres, bufandas y cualquier prenda de vestir, pero las tarjetas son su producto principal. Son diseños relacionados con paisajes ecuatorianos, flora, fauna, fiestas tradicionales y etnias, como los Shuar, Tsáchilas, Cañaris, Saraguros, entre otras.

    De estos modelos, cuatro son los principales porque recibieron el Reconocimiento de Excelencia Unesco para la Artesanía, en octubre del 2014. La Organización especializada de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura destacó la calidad, expresión de la identidad cultural, innovación y originalidad.

    Las tarjetas que fueron premiadas pertenecen a la colección ‘Ecuador ama la vida’ y evocan a los Shuar, los Huaorani en el Yasuní, al último hielero del volcán Chimborazo y al loro amazónico.

    Son tejidos elaborados a mano, que son colocados en una cartulina blanca. Su precio es de USD 25 cada unidad, señala Raquel Lema, representante legal del Centro de Bordados Cuenca. Los otros modelos tienen un precio de USD 8.

    El tiempo de bordado depende de la cantidad de detalles. Las más simples están listas en cuatro horas y las más complejas hasta en 15 horas. Diciembre es la época de mayor demanda y comercializan hasta 2 000 unidades. En los primeros meses, en cambio, las ventas se reducen a 50 o 60 al mes.

    Hay tarjetas con diseños exclusivos que son enviadas al extranjero, concretamente a Austria, asegura Lema. En ese país tienen un contacto que hace de tres a cuatro pedidos al año. En total, se exportan 300 unidades.

    Las artesanas azuayas también son expertas en el tejido con lana de alpaca, oveja, algodón y otras fibras. Según Lema, solo necesitan que los clientes escojan entre los modelos, tipo de lana y color para iniciar la producción. Incluso, pueden elaborar modelos que presenten los interesados. También bordan lencería del hogar como manteles, tapetes, entre otros artículos. Los suéteres de lana de alpaca cuestan USD 70.

    Los pedidos son recibidos en el local del Centro de Bordados y una vez que son cotizados son dirigidos a cualquiera de las 35 socias. Lema dice que las artesanas se dedican a esta actividad en el tiempo que les queda libre, entre atender a su hogar y laborar en actividades agrícolas o crianza de animales. Agrega que según la cantidad de trabajo pueden tener un ingreso semanal de USD 60.

    Ahora, las socias preparan una nueva colección de 10 a 12 tarjetas para presentarlas al Centro Interamericano de Artes y Artesanías Populares y participar en la Feria de la Excelencia Artesanal, que será en noviembre en Cuenca.

    35 artesanas bordan paisajes, flora, fauna y etnias. También exportan a Austria. Foto: Giovanni Astudilo/ LÍDERES.
    35 artesanas bordan paisajes, flora, fauna y etnias. También exportan a Austria. Foto: Giovanni Astudilo/ LÍDERES.
  • Sarumaky Yachay innova en los bordados

    José Luis Rosales

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    El bordado a mano se renueva. Estos diseños, que anteriormente solo decoraban el vestuario de mujeres kichwas, ahora adornan vestidos, blusas, camisas, abrigos y demás prendas del estilo casual.

    Si bien el estilo de hilvanar de las artesanas indígenas de las parroquias La Esperanza y Angochagua, que habitan en el sur de Ibarra, no ha cambiado, hay colores y nuevas aplicaciones que le dan un toque moderno a esta artesanía.

    Desde hace dos años se creó el Centro de Negocios y Servicios Artesanales Sarumaky Yachay (Conocimiento Ancestral a Mano, en kichwa). La idea es ofrecer un mercado a 70 bordadoras y 10 talabarteros y talladores.

    Uno de los objetivos es fusionar esta manufactura con nuevos productos, explica Mauricio Benítez, técnico de Sarumaky.

    En el último año -dice- han creado seis nuevos diseños de ropa. Las blusas, chaquetas, pantalones, con finos apliques bordados, fueron puestos a consideración del público a través de dos desfiles de modas, que se realizaron en la vecina ciudad de Atuntaqui.

    El Centro de Fomento Productivo (CFP), que opera desde hace dos años en el cantón Antonio Ante, también ha sido un puntal para descubrir nuevas formas.

    Según José Posso, gerente de CFP, las mujeres campesinas fueron capacitadas por las modistas Yesenia Albuja y Daniela Larrea, en diseño y patronaje de prendas. Los últimos modelos fueron presentados en el marco de la Expoferia Atuntaqui 2015, en febrero.

    Aunque las prendas de Sarumaky se bordan en La Esperanza y Zuleta, en los hogares de las socias que son amas de casa, los trabajos finales se exponen en una tienda. Se trata del almacén de exhibición y venta que está en el parque central de La Esperanza. La organización cuenta con áreas de confección, corte y planchado.

    La primera está equipada con máquinas de overlock, bordado eléctrico, recubridoras y sublimadoras. Ahí se selecciona y corta la tela según las medidas del modelo; y se realiza el diseño artístico.

    Además, el establecimiento apoya con materia prima y capacitación a las artesanas de las dos parroquias rurales. Los hilos que son traídos desde Brasil.

    Con una aguja en su mano, Blanca Sandoval, una de las bordadoras, puntada tras puntada da forma a una flor en una camisa blanca. Previamente, sobre la tela de algodón, también delineó con un lápiz flores, que las cubrirá con hilos de tonalidades verde, café, amarillo, rojo, entre otras. La mujer asegura que con estos ingresos contribuye a la economía de su hogar.

    En Sarumaky, las prendas más apetecidas por los clientes son: vestidos, camisas, manteles, correas, billeteras y cucharas. Incluso, ha despertado interés en clientes del exterior.

    A Italia, por ejemplo, se enviaron 2 000 manteles individuales y unas 500 toallas. Benítez explica que por esta venta recibieron USD 14 000. En estos dos años las ventas bordean los USD 50 000.

    Todos los modelos de ropa y artesanías en cuero y madera fueron incluidos en un catálogo. La revista Sarumaky, que tiene 23 páginas en promedio, contiene fotografías a color de modelos indígenas y las especificaciones técnicas de las prendas, como material y tallas de cada uno de los productos.
    Rosa Tabango, otra de las socias, es la encargada de inspeccionar que todas las prendas que tienen el sello de Sarumaky, entregadas por sus compañeras, no tengan fallas. También, realiza el lavado y planchado de las prendas antes de etiquetarles y empacarles.

    Desde este mes, el Centro de Negocios y Servicios Artesanales se integró a la Junta Parroquial de La Esperanza. El objetivo es sumar a más productoras de estas dos parcialidades indígenas. Se calcula que hay 300 artesanas.

    El reto es cubrir la creciente acogida de estos productos. Incluso, esta firma recibió dos reconocimientos por la calidad y excelencia de sus artículos. El primero fue otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el 2013 y, el otro por el Ministerio de Industrias y Productividad, el año pasado.

    Pero no ha sido la única iniciativa dedicada a revitalizar el bordado. Hace siete décadas, la esposa del expresidente Galo Plaza Lasso, creó un taller en Zuleta para aprovechar las habilidades de las mujeres. Ahí, confeccionaron manteles, blusas, tapetes y toallas.

    El negocio en síntesis

    La atención. El local de Sarumaky abre de lunes a viernes. El horario es desde las 08:00 a 13:00 y de 14:30 a 18:00.

    La oferta. En esta tienda se pueden encontrar artesanías, cuyos precios oscilan entre USD 1 y 75.

    Los productos. Los talabarteros confeccionan bolsos, carteras, monederos, sillas para cabalgar. Mientras que en artículos de madera hay bateas y adornos para el hogar.

    Mauricio Benítez, técnico responsable del proyecto Sarumaky, muestra la oferta artesanal en el almacén. Foto: Foto: José Luis Mafla / LÍDERES.
    Mauricio Benítez, técnico responsable del proyecto Sarumaky, muestra la oferta artesanal en el almacén. Foto: Foto: José Luis Mafla / LÍDERES.