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  • Nopal de México, el cactus sagrado que pasó de manjar a generador eléctrico

    Agencia AFP

    En los códices que relatan la mitología azteca y en elaborados platillos, el nopal, ese espinoso cactus en forma de raqueta, es uno de los grandes protagonistas de la cultura mexicana y ahora se perfila como generador de energía eléctrica.

    Un proyecto piloto que incluye un biodigestor que transforma sus residuos en energía empezó a funcionar en mayo en un gran mercado de nopal en Milpa Alta, una zona del sur de Ciudad de México que se demarca de la ajetreada mancha urbana con sus más de 12.000 hectáreas forestales y 2.800 hectáreas dedicadas a la siembra del cactus.

    Desde el amanecer, campesinos con sombrero de paja trabajan entre las interminables hileras de pencas de nopal que se dibujan en las faldas del volcán extinto Teuhtli, haciendo de Milpa Alta uno de los mayores productores de nopal en México con 200.000 toneladas anuales, de las más de 812.000 que produce el país.

    Aprovechar los residuos de esta producción para generar energía limpia “ es un proyecto importante viendo la gran problemática que tiene Ciudad de México ” en cuanto a contaminación del aire y tratamiento de sus 13.000 toneladas diarias de residuos, comenta a la AFP Horacio Chavira, subdirector de desarrollo rural de la delegación de Milpa Alta.

    México fue el primer país en desarrollo que presentó voluntariamente a la ONU su plan de reducción de gases de efecto invernadero, con la promesa de reducirlos en 25% para 2030 y hasta 50% para 2050.

    Pero por ahora, solo el 15,4% de la energía que produce México proviene de fuentes renovables, y de este rubro, solo el 0,11% corresponde al biogás, según cifras oficiales.

    De la mesa a los focos

    Suema, una empresa dedicada a la sustentabilidad y al medio ambiente, pensó en transformar los residuos del nopal a través de un biodigestor, con la originalidad de que sería instalado en el mismo bazar donde se generan los residuos, explica Nelly Mejía, directora de experimentación de Suema.

    “Desde la época prehispánica, el nopal acompaña los platillos. Por tradición y cultura consumimos nopal”, asegura Israel Vázquez, en la parcela donde desde hace 20 años tiene sembradíos de nopal.

    Este cactus color verde encendido, cuyo interior es una pulpa babosa, es la base de numerosos manjares en la vasta gastronomía mexicana: sopas, ensaladas, asados, mermeladas y hasta golosinas. Y también se usa para medicinas contra la hipertensión y problemas intestinales, champú contra la caída del cabello, geles cutáneos y jugos dietéticos.

    Pero antes de ser consumido, el nopal debe ser despojado de su cáscara más gruesa y sus afiladas púas.

    Así, entre canastos y cubetas donde se apilan las espinosas raquetas, el bullicioso bazar de Milpa Alta empieza su actividad cada madrugada con cientos de personas limpiando, picando y empacando la verdura, generando diariamente hasta 10 toneladas de residuos orgánicos.

    En el biodigestor, un gran cilindro color plata rodeado de una imbricada red de tuberías, estos residuos se trituran y mezclan con “ un inóculo de varias bacterias ” y tras una digestión anaerobia a 55°C, “ sale un lodo que podemos usar como un mejorador de suelos y el biogás ” , que se convierte en energía eléctrica, explica Jesús Zumaya, operador de la planta.

    Cuando el biodigestor alcance su nivel de estabilización, hacia noviembre próximo, se espera que diariamente procese entre tres y cinco toneladas de residuos, produzca poco más de una tonelada de mejorador de suelo y genere 170 m3 de biogás, que se transformará en 175 kilowatts hora (suficiente para encender 9.600 focos ahorradores) .

    Es una “buena idea, porque el residuo servirá para algo productivo”, opina Evangelina Lara, una comerciante de 45 años quien con su mandil rojo, guantes y cuchillo en mano limpia y vende nopal en el bazar.

    “Símbolo de identidad” 

    De las casi 200 especies de nopales que existen, 101 viven en México y más de 60 son endémicas.

    Según la mitología azteca, el dios Huitzilopochtli se vengó por traición del príncipe Copilli sacándole el corazón y arrojándolo al lago sobre el cual se edificó la antigua Tenochtitlán y actual Ciudad de México. En aquel lugar brotó el primer nopal, cuyos frutos -tunas color rojizo- simbolizan el corazón de Copilli.

    Los aztecas fundaron Tenochtitlán justo en el lugar que indicó la profecía de Huitzilopochtli: sobre el islote de un lago, en el cual habría un nopal y sobre él un águila devorando a una serpiente. Esta imagen es todavía el símbolo nacional que aparece en la bandera de México.

    “El nopal es tan mexicano que es un símbolo de identidad, y es una planta que en términos culinarios y científicos da para mucho”, subraya Chavira, al celebrar que el gobierno capitalino haya financiado casi la totalidad de los 15 millones de pesos (USD 840.000) que costó el proyecto con el biodigestor.

    “La visión a futuro es que esta clase de proyectos se repliquen” en los más de 300 mercados de abasto popular de la capital para hacerlos autosuficientes en energía, dice Bernardino Rosas, director de desarrollo científico de la secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de Ciudad de México.

    Vista de las plantaciones de nopal en las laderas del volcán extinguido Teuhtli en Milpa Alta ciudad, Ciudad de México. Un grupo de científicos combinó el problema del tratamiento de los residuos orgánicos, la necesidad de generar electricidad de una mane
    Vista de las plantaciones de nopal en las laderas del volcán extinguido Teuhtli en Milpa Alta ciudad, Ciudad de México. Un grupo de científicos combinó el problema del tratamiento de los residuos orgánicos, la necesidad de generar electricidad de una manera ecológica y la enorme producción de nopal en México. Foto: AFP
  • Con piedras, caña y cactus decora hogares y oficinas

    Redacción Quito

    Jorge Witt talla madera desde hace 40 años. En sus arreglos utiliza caña guadúa y piedra pómez. En promedio factura USD 500 al mes.

    En el taller de Jorge Witt se siente un ambiente de serenidad y tranquilidad. La pasividad del local contrasta con el bullicio que comúnmente se vive en el sector de La Floresta, centro norte de Quito, donde está su emprendimiento.

    Witt toma un cincel entre sus manos y empieza a tallar una pedazo de piedra pómez, mientras cuenta que este arte lo aprendió de su padre, cuando era niño, hace unos 40 años. Desde el 2005, puso a funcionar su taller con el objetivo de desarrollar y rentabilizar este oficio.

    El material pétreo con el que trabaja lo compra cada seis meses en canteras cercanas a Latacunga (Cotopaxi). Con precisión milimétrica traza las guías donde el taladro formará un cuenco, para albergar árboles enanos de ciprés o palmeras. Con violetas, rosales, cactus y plantas de ají, también diseña jardines miniatura. Elabora -bajo pedido- hasta 15 macetas al mes, que valen hasta USD 80 cada una.

    Alicia Granda gastó USD 25 en diciembre. “Me gustó mucho el trabajo de Witt. Lo compré para decorar el comedor”.

    Witt señala que hasta el momento no ha invertido en publicidad. Su estrategia -según explica- es crear arreglos estéticos. “Así se exhiben con gusto y hay quienes preguntan donde se pueden comprar”.

    El taller alcanza una facturación al mes de USD 500 en promedio. El emprendedor construyó su propio local, donde ha invertido USD 25 000 en maquinaria.

    Su participación en la Feria de las Cosas Lindas, en diciembre, fue la primera exhibición de sus productos. “Un día antes de que iniciara me confirmaron la oportunidad pues estaba en lista de espera. Vendí unos USD 2 400 en siete días”. Otro de los elementos que caracterizan el trabajo de Witt es la caña guadúa que se cosecha a los cinco años de sembrado.

    La caña guadúa crece en zonas de clima subtropical, como Santo Domingo de los Tsáchilas y el noroccidente de Pichincha.

    Witt también la siembra en el patio de su casa, junto con plantas ornamentales para sus decoraciones. Cuenta que esta planta podría ser una opción frente a la deforestación de bosques, debido a su resistencia y nobleza al tallado.

    “A los siete meses la caña ya tiene el grosor y altura que mantendrá en toda su vida. La tala se debe realizar de acuerdo al calendario lunar”, señala Witt, y explica que las técnicas ancestrales para talar árboles determinan que el corte se debe realizar en los cuatro días de luna nueva.

    Ma. Paulina Naranjo recibió un arreglo de Witt para decorar su oficina. “He leído sobre las propiedades del cactus para atraer la radiación del sol. Creo que podría ayudarme a controlar la radiación de los aparatos eléctricos de mi escritorio”.