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  • Una cocada con miel de caña y cacao, en Borbón

    Marcel bonilla  (F)
    Contenido intercultural

    El Capricho. Ese es el nombre de una pequeña comunidad de la parroquia Borbón, norte de Esmeraldas, donde se elabora la tradicional cocada con chocolate y miel de caña de azúcar.

    15 de 40 habitantes de esta población empezaron hace 10 años la producción de cocada a través de una iniciativa comunitaria, poniendo valor agregado al dulce tradicional.

    Esta pequeña comunidad dedicada en los años 70 a aserrar madera durante el auge maderero en Borbón, encontró en la fusión de tres productos (coco, miel de azúcar y cacao) una fuente de ingresos económicos.

    Tras el terremoto del 16 de abril de 2016, la Prefectura de Esmeradas empezó con un proceso de reactivación de las iniciativas productivas en el norte de la provincia, con pequeñas inversiones y apoyo técnico.

    Desde hace un año se empezó a capacitar a los productores de cocadas en temas de mejoramiento de la producción y la búsqueda de mercados fuera de Esmeradas que garantice la venta.

    Los afrodescendientes que habitan en esa zona cultivan la caña y por medio de un trapiche eléctrico obtienen la miel de caña. Una parte es envasada para su comercialización, el resto se usa para endulzar la cocada.

    “Con la molienda obtenemos la miel usada como endulzante, que produce un sabor distinto a la cocada que ofrecemos en la comunidad”, señala Maritza Cabezas, representante del proyecto.

    La cocada se cuece en pailas de bronce en fogones que tienen como combustible la leña. Los hombres acopian la leña que baja del río, la secan a la intemperie y luego la utilizan en los fogones para su actividad.

    Las mujeres se encargan de cortar y empacar el producto en presentaciones de 50 gramos. Ahora se avanza en los trámites para obtener la notificación sanitaria a través de la Agencia de Control y Regulación Sanitaria (Arcsa).

    La producción de cocada depende de los pedidos: pueden ser hasta 2 000 diarias de 50 gramos cada una. Los principales mercados son Quito y Guayaquil, pero se busca una relación estable con clientes fijos.

    En la Arcsa también se realizan los análisis para cocada con leche. Las mujeres de la asociación artesanal El Capricho preparan cocadas con manjar, papaya y ajonjolí. El objetivo es llegar hasta fin de año con seis notificaciones sanitarias, porque la ley exige que cada sabor cuente con una notificación.

    Con la ayuda de la Dirección de Fomento Productivo de la Prefectura de Esmeraldas se trabaja en una marca como cocadas con chocolate El Capricho, que será presentada en el primer trimestre del 2018, señala Gelio Vera, técnico de la Prefectura.

    Quienes llegan a Borbón no tienen necesidad de ir hasta El Capricho, porque en la población se vende el producto a través de los miembros de la asociación, que han montado un pequeño estand.

    La comunidad tomó el nombre del aserradero que funcionó por muchos años en ese lugar, donde se asentó un parte de Borbón.

    En ese pequeño poblado se observan sembríos de caña y grandes palmeras de coco, materia primara para elaborar el producto. Cuando hace falta coco se trae de la población de Limones, donde los afros de la zona producen coco para abastecer el mercado local.

    El trabajo

    Las familias fieles a sus tradiciones de sembrar cacao tienen sus plantas en sus fincas las que utilizan para complementar la cocada con cacao fino de aroma, en el norte de la provincia de Esmeraldas.

    La cocada se cuece en pailas de bronce en fogones que tienen como combustible la leña.
    Los hombres  acopian la leña que baja del río, la secan a la intemperie y luego la utilizan en los fogones para su actividad. Las mujeres se encargan de cortar y empacar el producto para venderlo.

    Los comuneros El Capricho siembran su caña y cacao para emplearlos en su emprendimiento. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Los comuneros El Capricho siembran su caña y cacao para emplearlos en su emprendimiento. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Un Centro que se enfoca en elevar la producción de caña

    Redacción Guayaquil

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    Incrementar la productividad de la cosecha de caña de azúcar y llevar adelante un trabajo de investigación en biotécnica son parte de los objetivos principales del Centro de Investigación y Desarrollo perteneciente a la Unión de Cañicultores del Ecuador (UNCE).

    El Centro funciona desde junio del año 2001 y allí trabajan 25 personas. Los investigadores se reparten entre el laboratorio de biotecnología, cuya función es realizar las investigaciones para la mejora de la producción.

    También se desempeñan en el laboratorio de entomología, que se encarga de la evaluación y el control biológico de la diatraea, o barrenador del tallo, considerada una de las plagas que más afecta los cultivos de caña de azúcar.

    Además, cuenta con un sistema de pesas y medidas que funciona principalmente durante la época de zafra, entre julio y enero.

    El proceso que lleva adelante el laboratorio de biotecnología, que actualmente dirige la bióloga Ana Arellano, inicia con la selección de una semilla de los campos de caña de azúcar.

    A la semilla se le aplica una desinfección externa y luego se pasa a una cabina de flujo laminar para retirarle elementos externos que puedan ser contaminantes y finalmente pasa al cultivo in vitro.

    Luego del examinado, el meristemo (tejido joven del vegetal) se siembra en un cultivo sólido o líquido, y pasa al proceso de termoterapia, con agua destilada a 51° durante 10 minutos.

    Fotos: Enrique Pesantes / LÍDERES

    “Una vez que se obtiene el saneamiento y rejuvenecimiento del cultivo, la semilla va a incrementar el rendimiento en un 20 y 30%, dependiendo del agricultor y el cuidado que le dé a su cosecha en términos de siembra y fertilización”, asegura Arellano.

    Una de las semillas en las que trabaja el Centro es la variedad Ragnar, importada de Australia desde hace más de cinco décadas. Es la de mayor consumo en las siembras del país.
    Asimismo se examinan otros tipos como CC85-92, CR74-250, RD75-11 y BJ70-43. La intención es determinar qué elementos mejoran su rendimiento.

    Luego de analizadas, se reparten de manera gratuita unas 5 000 semillas a pequeños agricultores ubicados en Guayas, Cotopaxi, Loja, Chimborazo, Imbabura y Carchi, principalmente.

    El Centro se mantiene gracias a los aportes de los productores que integran la Unión Nacional de Cañicultores. Ellos donan 0,5% de su producción para el mantenimiento de equipos, obtención de insumos y ejecución de investigaciones.

    La institución realiza, además, publicaciones en medios científicos nacionales e internacionales.

    Una es la investigación que hiciera sobre la obtención de semilla biotecnológica de caña de azúcar (Saccharum ssp hibrido) de alta calidad genética y fitosanitaria. El estudio fue publicado por la revista colombiana de Biotecnología en el 2015.

    Otros estudios han sido recopilados en las Memorias del VII Encuentro Latinoamericano y del Caribe sobre biotecnología agropecuaria (México) y las Memorias del III Congreso de la Caña de Azúcar, sus Derivados y Bioenergía (Guayaquil).

    Entre los proyectos que posee el Centro para el 2018 está expandir su plan de acción.
    La siembra se realizará en cultivos de mayor número de hectáreas en el cantón de El Triunfo para poder comprobar la efectividad de los clones trabajados en el laboratorio.

    “La idea es corroborar el trabajo que venimos haciendo en el Centro. Comprobar que estos clones dan para una nueva variedad y mejorar el rendimiento de los cultivos”, puntualiza Arellano.

    Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES El Centro de Investigación  funciona gracias al aporte de los cañicultores de El Triunfo. Allí trabaja Ana Arellano.
    Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
    El Centro de Investigación funciona gracias al aporte de los cañicultores de El Triunfo. Allí trabaja Ana Arellano.
  • Un tabaco con identidad ecuatoriana

    Redacción Quito

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    La idea Taita Cana nace con la creación de un puro a base de chamico. Henry Machuca junto con su hermano, Edwin , emprendieron este negocio y lo trajeron a Quito, desde su natal Loja.

    Taita Cuna es un emprendimiento que se dedica a la producción, distribución y venta de tabacos elaborados con productos lojanos 100% naturales.

    La idea de los dos jóvenes es crear una alternativa para las personas que fuman y que no quieran genera dependencia.

    El proyecto nació en el 2013, y no fue sino hasta diciembre del 2016 cuando se lanzó el producto el mercado. Henry, se encargó de la investigación y Edwin de la parte gastronómica y creación de sabores. Los dos tratan de adueñarse de esta practica generacional de su abuelo y tatarabuelo.

    Para crear un puro de Taita Cana, Henry se preocupa desde la siembra. La planta de tabaco ecuadoriam/brasiliam es cultivada en los terrenos de Vilcabamba y Olmedo, en Loja.

    La cosecha se realiza en cuarto menguante de luna. “ Las culturas ancestrales preincas creían que en ese momento la tierra se regenera energéticamente y la savia de las plantas es mejor”, según afirma Henry Machuca.

    Después de la cosecha, el proceso que él realiza con las hojas de tabaco es la misma que su abuelo le enseñó. Machuca explica que “en Cuba se demoran en producir siete meses; nosotros nos demoramos un par de semanas”.

    Algunas empresas fermentan la hoja de tabaco, esto hace que el proceso dure meses.
    El emprendimiento realiza una extracción de la savia de hoja de forma manual y la mezclan con otros insumos producidos en Loja. Para darle una textura y maceración al tabaco se demora alrededor de dos semanas.

    Henry explica que para enrollar un tabaco se toma alrededor de 10 minutos si conoce de la técnica, sino puede durar días.

    Lo innovador del proyecto es dar distintos sabores a los puros. Para el proceso primero se muele en piedra el fruto o hierba que desee incorporar, luego se realiza una maceración en barriles de roble, para que las hojas capten el aroma y el sabor.

    El responsable de este proceso dentro de Taita Cana es Edwin Machuca, estudiante de gastronomía; mediante sus conocimientos ha experimentado varios sabores y texturas. “ Para que las hojas de tabaco no sean tan fuertes realizamos una infusión con manzanilla, esto da un toque más delicado y sutil al paladar”. Entre los sabores de tabacos que dispone Taita Cana están los de champán, frutos rojos silvestres, mentolados, brandi, entre otros.

    Taita Cana distribuye sus productos a varios locales a escala nacional. Entre estos están: la Fundación Sinchi Sacha, Museo Mindalae, Organic Store, Hostería Olmedo, entre otras. Además, los hermanos ofertan su producto en redes sociales e incluyen envíos a varios puntos del país.

    Para María José Aguirre, propietaria de Organic Store, este producto ha tenido buena acogida en las personas de 40 a 50 años. “La gente prefiere consumir este tipo de tabaco para no crear adicción y cuidar de su salud”.

    Por Internet el emprendimiento registra pedidos que dejan ventas por USD 2 000 al mes, mientras que en ventas físicas factura alrededor de USD 700 mensuales.
    Para el próxima 6 de mayo está previsto que Taita Cana abra su primer local en el Centro Histórico de Quito; allí los visitantes podrán aprender la historia y catar tabaco con una gama de sabores.

    Además, los interesados podrán comprar los productos con empaques elaborados con material reciclado, “la idea es generar identidad con la marca”, finaliza Machuca .

    Henry Machuca realizó la investigación para producir el puro con materia prima traída desde Loja. Él rescata el proceso de elaboración de su abuelo. Foto: Armando Prado / LÍDERES
    Henry Machuca realizó la investigación para producir el puro con materia prima traída desde Loja. Él rescata el proceso de elaboración de su abuelo. Foto: Armando Prado / LÍDERES
  • Ellas emprenden con telas y caña de azúcar

    Redacción Quito 

    La tela puede tomar más formas que una prenda de vestir. Los textiles, de diversas texturas, pueden convertirse en forros de cuaderno, individuales para la mesa… Son un lienzo para un sinnúmero de posibilidades. Así pensaron María José Mesías y Andrea Tafur, diseñadora de juguetes y letrista, quienes buscaban emprender.

    A principios del año pasado, luego de que las dos quiteñas concluyeron sus estudios en Buenos Aires (Argentina), decidieron experimentar sus diseños en tela que posteriormente darían como resultado unos ‘leggins’.

    Luego de probar por varias semanas las prendas y ponerlas a prueba en condiciones extremas decidieron vender una primera producción a través de sus perfiles de Facebook. Con unos USD 50 confeccionaron los ‘leggins’ que solicitaban, en principio, amigas y familiares.
    Así nació Pomplemousse, que traducido del francés al español significa pomelo (toronja), fruta que les recordaba a sus días en la capital argentina.

    Pero Mesías y Tafur no querían ser consideradas únicamente como “las chicas de los ‘leggins’”, debido a que la propuesta que tenían en mente de Pomplemousse abarcaba más creaciones.

    Así, decidieron crear cuadernos forrados con telas que incluían las ilustraciones de Masías y las letras de Tafur. Las ilustraciones estaban relacionados con la temática de la caña de azúcar, debido a que las hojas de los cuadernos estaban hechas de esta materia prima. A los cuadernos se unieron los individuales para mesa.

    Ahora, toda su promoción y venta está basada en su página de Facebook que ya llega a los 1 000 ‘me gusta’. Las emprendedoras reciben los pedidos a través de esta plataforma y, con base a la demanda, manufacturan el stock de sus productos.

    Los ítems pueden ser entregados a domicilio o recogidos en la base de operaciones de las jóvenes emprendedoras, en el norte de Quito. Al mes, la naciente firma tiene ganancias netas de entre USD 200 y 400.

    Cristina Cazar es una de sus clientes. Esta quiteña que estudia producción de cine comenta que los cuadernos “son perfectos” para regalos, debido a que tienen diseños muy bien elaborados y son hechos de manera artesanal, lo cual le da un valor agregado.

    En ello coincide Fabricio García, estudiante de gastronomía. Él compró los individuales para su comedor y destaca su diseño.

    Uno de los proyectos de la firma, para fines de este año, es participar en ferias de diseño para promocionar su marca. La variedad de sus productos, dice Mesías, es una de sus fortalezas.

    María José Mesías y Andrea Tafur son las fundadoras de Pomplemouse. Su sede está en Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    María José Mesías y Andrea Tafur son las fundadoras de Pomplemouse. Su sede está en Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES