Etiqueta: cancer

  • Una ‘app’ acompaña a los niños con cáncer

    Redacción Quito

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

    Relacionadas

    Con un enfoque social y dirigido a la salud, Paola Ortiz y Kimberly Muñoz crearon la aplicación Kusi. Esta herramienta funciona en el sistema operativo Android y contiene información sobre los cuidados paliativos para niños con cáncer.

    Sus creadoras idearon esta iniciativa como parte de su trabajo de tesis. Ellas estudian diseño web y aplicaciones multimedia en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). Gracias a un convenio con el hospital Solca, vincularon el proyecto con esta institución y contaron con la asesoría de doctores y enfermeras.

    El proceso de creación de Kusi duró cuatro meses. Inició con investigación y reuniones con profesionales de Solca, para determinar el contenido y sus funcionalidades. El lanzamiento oficial fue en julio del 2019.

    La ‘app’ presenta a un personaje animado llamado Felipe que interactúa con los niños y les da consejos e información sobre el tratamiento de su enfermedad.

    En la interfaz de Kusi predominan los colores amarillo y morado. Ortiz explica que este combinación cromática se debe a estudios que aseguran que los niños responden de mejor manera al estímulo de estos colores.

    La aplicación tiene cuatro funcionalidades principales: guía, diario, alimentos y frases.

    La guía explica los efectos secundarios de la quimioterapia para tratar el cáncer, como el dolor o la fiebre. El diario permite dar seguimiento al estado emocional y físico del paciente. En alimentos se recopila recetas para una correcta nutrición. Las frases buscan motivar y levantar el ánimo de los niños cuando están tristes.

    Luego de publicar Kusi en la tienda de aplicaciones de Android, Ortiz y Muñoz la presentaron en Solca, a los niños que allí se atienden. Ellas recogieron sus opiniones. “A los niños que usaron Kusi les gustó mucho nuestro personaje Felipe. Se divirtieron y al mismo tiempo aprendieron”, asegura Muñoz.

    Diego Carrera, docente de la Facultad de Arte, Diseño y Comunicación Audiovisual de la Espol, acompañó a las estudiantes en el proceso de desarrollo de Kusi. Él asegura que es una iniciativa novedosa y espera que el proyecto pueda continuar. “Motivamos a Paola y Kimberly a mantener Kusi y continuar con su desarrollo. También es importante que el Estado financie y dote de recursos a este tipo de ideas, que tienen un alto impacto”, comenta.

    Para Carrera, la importancia de Kusi radica en que gracias a su diseño, sencillo y amigable, los niños son más abiertos y receptivos a las indicaciones del doctor; además, puede ser una potente herramienta a la hora de evaluar la evolución del tratamiento. 

    Los detalles

    Kusi se lanzó a finales de julio, en Android, y cuenta con más de 50 descargas.

    Cuatro meses tardó la investigación y desarrollo de Kusi. El desarrollo se lo hizo en la herramienta Android studio.

    Felipe es un personaje animado presente en la aplicación, que acompaña y explica a los niños el funcionamiento y contenido de Kusi.

    Los colores amarillo y morado, que predominan en la ‘app’ son los preferidos por los niños.

    Una función extra de la ‘app’ es un botón que permite al usuario comunicarse con la línea paliativa de Solca.

    Paola Ortiz y Kimberly Muñoz son las desarrolladoras de Kusi, como parte de su trabajo de tesis en la universidad Espol. Foto: cortesía
    Paola Ortiz y Kimberly Muñoz son las desarrolladoras de Kusi, como parte de su trabajo de tesis en la universidad Espol. Foto: cortesía
  • El paciente con cáncer, el centro de este programa

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Prohibido hablar del cáncer. Esa es una de las premisas básicas del taller “Luzca bien… Siéntase mejor”, dirigido a personas en tratamiento de esta enfermedad.

    Durante dos horas los pacientes comparten en una sala para aprender de maquillaje y cuidado personal, guiados por profesionales.

    El proyecto nació en 1989, en Estados Unidos, por iniciativa del Consejo sobre productos de cuidado personal, en colaboración con la Sociedad Americana contra el cáncer y la Asociación de belleza profesional. Hoy es una franquicia con presencia en más de 25 países.

    A Ecuador llegó en el 2011, de la mano de la Asociación Ecuatoriana de Venta Directa (AEVD) y Procosméticos, que tienen la representación de la franquicia.

    La base del proyecto es la donación de productos, tanto de maquillaje como de cuidado personal, con la característica de hipoalergénicos, los cuales son obsequiados a los pacientes para su uso durante el taller y en casa.

    En el país colaboran 20 empresas integrantes de Procosméticos y cinco de la AEVD, indica María Fernanda León, directora ejecutiva de ambos gremios.

    El taller de automaquillaje, dirigido a mujeres, se enfoca en limpieza de la piel, hidratación, uso del bloqueador solar y maquillaje. Además se aprende a disimular las manchas producidas por los efectos colaterales del tratamiento de la quimioterapia.

    Otra consecuencia secundaria es la caída del cabello, por lo que también se les enseña sobre el correcto uso y cuidado de las pelucas, y la manera adecuada y atractiva de llevar pañuelos.

    El curso se imparte con el apoyo de las áreas de voluntariado de centros de salud. En Quito se dicta con regularidad en el Hospital Carlos Andrade Marín y Eugenio Espejo. Y en Guayaquil, en el hospital de la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (Solca).

    Lizeth González, de 44 años, participó del taller en el Andrade Marín. “Fue muy enriquecedor, el vernos bien nos ayuda muchísimo en el manejo del tratamiento. Me ayudó a volver a sentirme segura”. Cuando comenzó con el tratamiento de quimioterapia, para combatir el cáncer de mama, no se maquillaba porque tenía la creencia de que todo le causaría daño, pero tras el taller aprendió que existen productos adecuados para pieles sensibles, que no le causarían daño.

    Carmen Cervantes, de 40 años, también cursó un taller en el mismo centro médico. Comenta que la experiencia le ayudó mucho a mejorar su estado de ánimo. “A nosotras se nos cae bastante el cabello, tenemos que cuidar la imagen superior de nuestro rostro”.

    También se imparte un taller para hombres, dedicado al cuidado personal. Entre las temáticas que se tratan están las técnicas correctas de afeitado cuando se está en tratamiento de quimioterapia, la importancia del uso del protector solar e imagen personal.

    El taller para hombres incluye una charla motivacional dictada por gerentes de empresas de la AEVD y Procosméticos.

    La meta del proyecto es incrementar su presencia en Quito y al interior del país.

    A las participantes se les enseña limpieza de la piel, hidratación, bloqueador solar y maquillaje. También sobre uso de pelucas y pañuelos. Foto: Cortesía AEVD y Proscosméticos
    A las participantes se les enseña limpieza de la piel, hidratación, bloqueador solar y maquillaje. También sobre uso de pelucas y pañuelos. Foto: Cortesía AEVD y Proscosméticos
  • Una red de ayuda que se enfoca en atender a niños

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Donar un excedente de las ganancias a una actividad caritativa o filantrópica ya no califica como actividad de responsabilidad social, y las empresas lo saben. Quienes trabajan en esta área también están conscientes de que ni siquiera es necesario un enorme presupuesto para mantener una gestión que promueva el bienestar económico, social y ambiental en la comunidad donde cada organización desarrolla sus operaciones.

    Del otro lado, para las organizaciones no gubernamentales, cuyo trabajo se sostiene en gran medida gracias a aportes, se vuelve un desafío plantear formas de ayuda y apoyo que vayan más allá del asistencialismo.

    El objetivo es ahora que las empresas de todo tamaño se involucren en acciones con una meta por cumplir, y que estas puedan mantenerse en el tiempo.

    Dentro de este ámbito, con sueños a lo grande y altas dosis de creatividad, firmeza y perseverancia, la Fundación Cecilia Rivadeneira, creada en el 2004, ha sabido generar un modelo innovador en el campo de lo social.

    Ha creado redes de colaboradores permanentes que incluyen a empresas privadas y públicas –en menor grado-, organizaciones sociales, entidades educativas y cientos de personas cuyo única meta es hacer que los niños con cáncer y sus familias tengan un mejor estilo de vida y, por qué no, soñar que algún día la enfermedad no ataque a ningún ecuatoriano. Actualmente cuenta con puntos de trabajo continuo en seis provincias del país.

    La tarea ha demandado horas y horas de trabajo de todo este voluntariado. Durante este tiempo esta célula viva ha logrado sumar más y más proyectos en beneficio de los pequeños niños y niñas ecuatorianos: visita a los hospitales con los Doctores Sonrisa; formación en artes escénicas para los niños con cáncer; investigación socio-económica sobre las problemáticas de la enfermedad; la primera escuela sociodeportiva en alianza con el club de fútbol español Real Madrid para los hermanos de los niños y niñas afectadas; capacitación en emprendimiento a los tutores de los niños que tienen cáncer…

    En total, 12 programas son financiados en un 48% por donaciones y el resto por diferentes actividades. Quizás la más importante es la colecta anual, que este año se realizará el 21 y 22 de abril, con cientos de sonrientes voluntarios en las calles con el único fin de captar el 37% del presupuesto de la Fundación para el 2017.

    Este entretejido de colaboradores, según explica Wilson Merino, director de la Fundación, “permite motivar a miles de jóvenes a salir a la calles para ser parte de algo más grande, de la cultura del ahorro, y de la visión macro sobre un proyecto de invaluable aporte de justicia social, económica, medioambiental, e inclusive racial”. Agrega que no buscan el paternalismo sino “construir una sociedad con conciencia social, donde los beneficiarios de cada acción son al mismo tiempo actores de su propio desarrollo”.

    Decenas de voluntarios participan en actividades lúdicas y educativas en la Escuela Granja de la Fundación. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
    Decenas de voluntarios participan en actividades lúdicas y educativas en la Escuela Granja de la Fundación. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
  • Wilson Merino R.: Lo que toca se hace… sonrisas

    Santiago Ayala Sarmiento. Redacción Quito / LÍDERES

    Una parte de su historia de vida pudo haber sido el guión perfecto para elegir descarriarse. Y hasta pudo ser, en cierta forma, entendible: su madre murió de cáncer cuando él tenía 19 años. Y el año pasado su padre fue asesinado luego de un confuso secuestro.

    Pero no. Wilson Merino Rivadeneira decidió mostrarle su sonrisa al destino e intentar contagiarla al mundo. Por eso, no deja de sonreír y hacer sonreír. Aunque claro está, como todo ejecutivo que se enfrenta al mundo, también debe sacar su casta de luchador. Y ahí, no siempre está sonriente, porque, cuando quiere lograr lo que quiere, pelea con todo.

    Así fue desde el inicio. Con el dolor a cuestas por la partida de su madre, y obligado a buscar su autosustento, montó una empresa, Get & Go, que regalaba tarjetas promocionales de puntos estratégicos (hoteles, restaurantes, tiendas de compras, etc.). «En ese tiempo era toda una novedad para el mercado ecuatoriano. La gente podía tomar gratis estas tarjetitas y llevárselas. A partir de allí nacieron otras ideas similares», recuerda el marketero Juan Carlos Frei.

    La firma estuvo vigente cinco años, desde enero del 2003 hasta el 2008, con un buen prestigio que lo llevó incluso a exportar la marca hacia Perú. Sin embargo, algo no engranaba. Este joven quiteño sentía que ese no era su camino, pese a que el negocio caminaba bien.

    Y la noche del 31 de enero del 2003, fue al mar a visitar a su madre (el deseo de ella había sido que sus cenizas fueran regadas en el mar); y en medio del océano tuvo la visión de crear una organización de ayuda contra el cáncer. Así nació la Fundación Cecilia Rivadeneira, en honor al ser que esa noche le susurró a su corazón que emprendiera este reto.

    Con pocos recursos para empezar y sin noción de cómo hacerlo, se lanzó. El doctor José Iguiguren, entonces jefe de Oncología en Solca, le abrió las puertas. El día que el joven fue a tocar las puertas de su consultorio llegó con la convicción de sacar el proyecto a como diera lugar. Viendo la determinación, Iguiguren le brindó todo el apoyo.

    ¿Cómo emprender un proyecto social cuando no se tiene dinero? Simple: el voluntariado. Y empezó improvisando, creando una red con sus amigos, con los amigos de los amigos. Así, ladrillo por ladrillo fue construyendo, desde el 2004, el mayor voluntariado juvenil del país, por donde han pasado más de 8 000 jóvenes.

    Y sin recibir un solo centavo de donaciones, la Fundación se ha ido sosteniendo bajo una estructura bautizada como «la cultura del regalo», donde ser autosustentable es la columna vertebral. Los voluntarios dan sus habilidades, sus conocimientos, su trabajo y, a cambio, reciben capacitación u otros beneficios.

    En el medio se desarrollan varios productos y servicios que generan recursos, entre ellos la producción y venta de kits lúdicos que incluyen lápices de colores, marcadores, títeres de dedo, etc., capacitación en ‘terapias de la risa’ y ‘clowns’ y otros programas que se ejecutan en alianza con terceros.

    En este último aspecto, los hechos más relevantes fueron la llegada al país de l famoso ‘clown’ hospitalario Patch Adams y del lanzamiento de la escuela de fútbol del Real Madrid en el Ecuador, para los hermanos de los niños afectados con cáncer.

    La socióloga Daniela Armijos, quien ha hecho seguimiento de las fundaciones en el país, señala que el trabajo realizado por Merino ha sido valioso en cuanto a la incorporación, primero, de los jóvenes, y, segundo, de una idea conceptual de utilizar al payaso como un canalizador de alegría y sanación emocional a los enfermos. «El hecho de que sea autosustentable también le brinda una independencia de posibles presiones externas».

    Y eso se evidencia en todo el equipo de trabajo de la Fundación, que no pasan de cinco (en el área administrativa), pero que a través del impulso en redes sociales han logrado insertar el proyecto a nivel mundial. Por eso, ahora, esto que nació como un sueño, se ha convertido en una realidad que es vista con buenos ojos desde afuera.

    De hecho, la labor de la Fundación acaba de ser seleccionada como participante para el concurso del Emprendedor Social del Año, que organiza la prestigiosa Fundación Schwab.

    Merino, de 31 años, feliz reciente tío, no se ha quedado allí. Durante los últimos cinco años vivió en China, haciéndose un lugar en ese ‘caníbal’ mundo ejecutivo. Su capacidad para olfatear proyectos que impacten positivamente en la sociedad, le permitió acceder al cargo de Cónsul Comercial de Ecuador en ese país.

    Desde su escritorio construyó un innovador proyecto de apoyo a los exportadores ecuatorianos (en especial a los más pequeños) para que logren colocar más productos allá sin incurrir en los altísimos costos de operación. El proyecto reposa en las manos de las principales autoridades del Comercio Exterior.

    Y aunque salió de su cargo público, Merino espera haber dado un granito de arena para que muchas personas se beneficien de esta herramienta. Al fin y al cabo, como él dice: «El dinero, la multiplicación de recursos es algo que permite alcanzar un fin colectivo. La mejor paga son la sonrisa y el abrazo de gratitud».

    La fundación

    La Fundación mantiene alianzas con entes como Children Cancer en Singapur o Make a Wish.

    Cada voluntario debe cumplir con cuatro horas de voluntariado/mes.

  • Los jóvenes con cáncer tienen en él un soporte permanente

    Mónica Orozco

    La responsabilidad social está en el ADN de Gustavo Dávila. El empresario gerencia la firma de acabados de la construcción Davce, que tiene en su plantilla laboral a jóvenes con cáncer.

    La historia empezó hace 36 años, cuando Dávila, con solo 13 años, debía trabajar como peón en obras de construcción. Ahí forjó un sueño: «dar empleo», dice con una sonrisa.

    Este empresario recuerda que al cumplir 26 años adecuó una pequeña ferretería en el garaje de su casa; luego, abrió un local y en el 2002 nació Davce gracias a dos socios que confiaron en él. «No tener un techo donde dormir, no tener zapatos para ir a la escuela… Todo eso me ha hecho poner amor a las cosas que hago».

    Hace siete años, el fallecimiento de su hijo debido a un agresivo osteosarcoma (cáncer a los huesos), lo impulsó a crear, como parte de la responsabilidad social corporativa de Davce, la Fundación Jóvenes contra el Cáncer, que ofrece apoyo a adolescentes que padecen diferentes tipos de esta enfermedad.

    Davce emprendió la estrategia ‘Constructores de Esperanza’, a través de la cual arquitectos y empresas de la construcción financian, con sus compras, parte de los gastos de la fundación.

    Otto Maldonado es un constructor que apoya la iniciativa. «La mayor parte de mis negocios los hago con ellos, porque sé que parte de las utilidades ayuda a los jóvenes con cáncer», sostiene este cliente, que adquiere insumos en esta firma, desde hace más de 20 años.

    Maldonado también ha realizado aportes para el pago de citas médicas para los jóvenes que pertenecen a la Fundación.

    Davce ofrece a los constructores un mejor precio. Con parte de estas ventas (unos USD 2 000 mensuales), se cancela los gastos de arriendo, Internet, y algunos apoyos económicos a 310 jóvenes con cáncer de 22 provincias del país.

    Además, desde el 2007 nueve chicos han pasado por la nómina de Davce. «Las empresas no los quieren emplear, porque dicen ‘y si se muere qué va a pasar’», asegura Dávila.

    Luis Garzón fue uno de esos jóvenes. Hace tres años le detectaron leucemia, que hoy está en etapa de remisión. Davce le dio una mano y lo empleó. «Me abrieron las puertas y los ojos de que podía ser incluido. Me sentía productivo y parte de la sociedad». Con ello pudo pagar parte de su tratamiento. Hoy estudia Trabajo Social en la U. Central del Ecuador.

    Para los empresarios

    El proyecto. Contrate a los jóvenes a dictar charlas positivas sobre su experiencia de vida en su empresa.

    El apoyo. Financie medicinas, el estudio o apadrine a un joven para cumplir su sueño, entre otras tareas. http://jovenescontraelcancer.org