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  • La sala de cata es una puerta al mundo

    Ana Cristina Alvarado

    Arte Sommelier es una sala sensorial que se estrenó en este diciembre en el Centro Plaza Cumbayá. Este espacio fue creado por la sommelier Tania Armas, quien busca compartir la cultura gourmet en Ecuador.

    Desde enero se lanzarán eventos semanales. Estos funcionarán como talleres guiados para personas con todos los niveles de conocimiento sobre vinos y maridaje.

    En la inauguración, Armas guió la degustación de un jamón tipo serrano hecho en Ecuador y vinos chilenos. Durante la velada, los invitados más experimentados contribuyeron con sus impresiones del maridaje, alimentando el conocimiento, principalmente para las personas que no saben sobre cultura gastronómica y vinos.

    Este es el objetivo de Armas: crear una experiencia en la que los comensales intercambien datos e información y puedan viajar alrededor del mundo al hablar sobre el origen y las características de cierto producto.

    El siguiente evento de Arte Sommelier será el 14 de enero. Se ofrecerá una cata de quesos maduros, vinos y ‘late harvest’ (un vino de cosecha tardía). El costo por persona será de USD 15.

    El precio variará de sesión en sesión, de acuerdo con los ingredientes con los que se trabaje. Sin embargo, oscilará entre los USD 15 y 25, con excepción de los platos elaborados por los que se pagará unos USD 35 por persona.

    Otro espacio para aprender y compartir es DiVino. Esta es una tienda de vinos, accesorios y libros referentes a esta bebida. Tiene sucursales en Quito y Cumbayá. Cada 15 días, la tienda invita de forma aleatoria a 15 clientes -en la lista figuran todos los que han comprado al menos una vez- para una cata guiada.

    Thierry Sebastià es el importador, administrador y sommelier de esta boutique. El experto se encarga de seleccionar los vinos y otras bebidas que se degustarán en cada sesión. La idea es sacar a la luz vinos desconocidos, ya sea por el nombre, la cepa o el origen.

    Lo usual es escoger tres cepas. La cata inicia desde los sabores más delicados hasta los más complejos. El sommelier guía a los invitados y les explica que tomar vino es una experiencia que se disfruta en tres etapas.

    Primero se observa, para identificar detalles que hablan del vino como el color. Después se involucra el olfato y se reconocen los aromas que lo enriquecen. En el tercer punto, se prueba en boca.

    En el primer trago la boca se libera de aromas o sabores que otros alimentos han dejado o que son naturales por el pH y otros factores. Después de este acercamiento, el comensal puede disfrutar de su copa y acompañarla con los alimentos.

    Thierry Sebastià (a la izquierda), sommelier de DiVino, observa  a contraluz un tinto junto a Michael Rosillo, socio y dueño de la tienda. Foto: Patricio Terán / Líderes
    Thierry Sebastià (a la izquierda), sommelier de DiVino, observa a contraluz un tinto junto a Michael Rosillo, socio y dueño de la tienda. Foto: Patricio Terán / Líderes
  • Agua, chochos y más…, todos los alimentos son catables

    Sara Oñate

    Es muy común escuchar de las catas de vino, de chocolates, de quesos, quizá son las más populares y conocidas, pero ¿sabía usted que todos los productos alimenticios pueden ser catados? Sí, desde agua hasta chochos, son productos que se los puede someter a la cata. Pero ¿qué significa catar?

    Para Grace Donoso, de la Sociedad de Catadores Profesionales del Ecuador, catar es conocer un producto a través de los sentidos. “Primero hay que ver el producto, te enamoras de él, ves el brillo, el color. En general utilizamos todos nuestros sentidos: la vista, el gusto, el tacto, el olfato y el oído”, dice Grace.

    Y ¿cuál es el objetivo de catar? Según Pablo Conselmo, director de la Sociedad de Catadores Profesionales del Ecuador, existe mucha diferencia entre comer y degustar. La primera, dice, es un acto automático y no cobramos conciencia de lo que estamos consumiendo, lo hacemos de manera animal.

    Conselmo señala que cuando degustamos tenemos placer y lo valoramos porque un producto que no se valora no se lo reconoce y si no hay reconocimiento tampoco se lo paga. “La gente se está esforzando por hacer un mejor producto y si no tenemos un consumidor que esté en capacidad de reconocer ese valor, si le va a dar lo mismo que produzca bien o produzca mal, no sirve de mucho ese trabajo. Esa es la función social que tenemos como Sociedad de Catadores, preparamos al consumidor dándole herramientas para que sepa valorar las cosas que se hacen en esta tierra”.

    ¿Y cómo se prepara a un catador? Grace Donoso dice que no hay que tener una cualidad específica pero sí se necesita un conocimiento de cuáles son los atributos que tienen cada uno de los productos y los parámetros que se van seguir para ir catando.

    Pablo Conselmo agrega que se necesita educación y entrenamiento. “Puede haber gente que desde el punto de vista genético no está dotada de sensibilidad especial pero con un entrenamiento adecuado puede ser un catador, y puede haber una persona con una capacidad formidable pero sin entrenamiento y sin conocimiento de lo que tiene que buscar en cada producto no podrá realizar el trabajo”.

    Grace Donoso asegura que muchas personas se han interesado en prepararse como catadores, ya sea amateur o profesionalmente. “Tenemos alumnos que tienen su profesión, su trabajo y que se preparan en este mundo por cultura”, señala.

    Conselmo manifiesta que la cata puede ser vista como una práctica de gente de un determinado estatus social pero “no hay tal”, asegura. “Es cuestión de alimentarse bien, de poder gozar de las cosas simples que están al alcance de todos”.