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  • Él le cambió el uso al tradicional cedazo

    Cristina Marquez

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    Los antiguos cedazos que se descontinuaron como utensilios de cocina son la materia prima fundamental en el taller artesanal de Claudio Cabrera. Él los convirtió en creativos y coloridos souvenirs que retratan escenas de las nacionalidades indígenas del Ecuador.

    Cabrera, de 67 años, es oriundo de Guangopolo, una parroquia situada al norte de Quito. Hace casi cincuenta años ese sitio era conocido por la tradición de la fabricación artesanal de los cedazos. Eran requeridos para tamizar harinas y cernir líquidos.

    Pero en la década de los 70, en Ecuador se descubrió petróleo y la industria plástica empezó a despuntar. “En poco tiempo empezaron a aparecer en el mercado los instrumentos plásticos para la cocina. Nos quedamos sin trabajo”, recuerda Cabrera.

    Él y toda su familia dependían de la manufactura de los cedazos para subsistir. De hecho fue su bisa­buela, Melchora Yánez, quien le enseñó la técnica para tejer las delgadas y resistentes telas de los cedazos, cuando tenía 7 años.

    Los cedazos se manufacturaban con fibras tratadas de la crin del lomo y de la cola de los caballos. El pelo natural de esos animales era resistente y lo suficientemente delgado para separar los residuos de bagazo de la harina fina para preparar máchica, coladas, pan y una variedad de alimentos.

    “Nadie podía cocinar sin uno de nuestros cedazos. Siempre en las ferias llegaban compradores de todo el país y podíamos vivir holgadamente. Casi todos los habitantes de la parroquia nos dedicábamos a lo mismo”, recuerda.

    Cuando el negocio decayó, él decidió, junto con su hermana Rosita Cabrera, buscar una estrategia para evitar la pérdida de la tradición y del negocio de los cedazos. En 1984 decidió cambiar el uso a ese instrumento de cocina.

    Ese año instaló un pequeño taller en su casa. Solo requirió comprar hilos de colores y agujas, pues ya contaba con todas las demás materias primas, y empezó a retratar paisajes bordados sobre las bases de los cedazos.

    El nuevo producto se volvió popular entre los turistas, y en poco tiempo más moradores de la parroquia pidieron unirse a su taller como aprendices. Los turistas extranjeros eran los principales clientes y las artesanías se vendían en el Centro de Quito.

    Ese mismo año, Claudio organizó la primera feria internacional de artesanías en un museo de esa ciudad. Más de 60 expositores de varias provincias y de países vecinos participaron en el evento.

    “Ese día aprendí que la organización era la clave para progresar. Solos éramos artesanos tratando de sobrevivir, pero cuando nos uníamos, éramos un gremio muy fuerte. Además, necesitamos espacios propios para mostrar nuestro arte”, cuenta sonriente.

    En el 2003, Cabrera buscaba nuevos mercados para sus productos y decidió probar suerte en las ciudades de la Sierra Centro. “Por una discusión familiar salí de mi casa sin dinero y solo con un rondador en la maleta”, recuerda.

    Su talento para la música y el canto le ayudó a ganar lo suficiente para subsistir y para iniciar un nuevo negocio. Riobamba se convirtió en su ciudad de destino por la diversidad cultural y los espacios para exponer artesanías.

    Allí, en la Plaza Artesanal del Tren, en el centro de Riobamba, está ubicado su puesto. Él ofrece juegos de cedazos bordados, tapetes, relojes, aretes y hasta pequeñas esculturas de aves hechas únicamente con pelo de caballo.

    Las artesanías cuestan entre USD 3 y 40, y son los recuerdos preferidos de los riobambeños con familiares en el extranjero. “Ahora, más que los visitantes extranjeros, los locales son nuestros clientes más asiduos. Los cedazos les traen recuerdos de su infancia, pero tememos que algún día los dejen de recordar”, dice Cabrera.

    Raquel Moreno es una de las clientas más asiduas de este artesano. “Estos son los obsequios perfectos para nuestros familiares en el extranjero. Cuando les contamos que antes usábamos esto en la cocina y que son fibras auténticas de pelo de caballo, no lo pueden creer. Es un pedazo de historia hecho arte”, dice Moreno.

    En el futuro, Cabrera espera mantener su negocio en la Estación del Tren, aunque los últimos meses han sido críticos para todos los artesanos que ofertan allí sus creaciones. “Necesitamos más promoción turística de las rutas del tren y precios populares, para que más gente pueda acceder”.

    Claudio Cabrera Diseña y borda artesanías que representan a todas las nacionalidades del Ecuador. Foto: LÍDERES
    Claudio Cabrera Diseña y borda artesanías que
    representan a todas las nacionalidades del Ecuador. Foto: LÍDERES
  • El uso del cedazo aumenta con los artesanos de Guangopolo

    Redacción Quito  (F)
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    Lo que empezó como una tradición de toda una población hoy vive una evolución. El cedazo, aquel tejido elaborado con pelo de caballo, se utiliza ya no solo para las tradicionales cernideras; ahora es la materia prima que sirve para diseñar y confeccionar artículos y accesorios como cinturones, cepillos de ropa, aretes, plumeros, limpiabotellas, lienzos para pinturas, entre otros.

    Esta diversificación en el uso del cedazo se dio por una necesidad de los artesanos que trabajan con este material. Así lo explica Marco Cumanicho, presidente de la Junta Parroquial de Guangopolo, población que tiene hoy en día cerca de 3 500 habitantes.

    El dirigente detalla que el cedazo servía desde la Colonia para elaborar cernideras que tenían distintos usos. “Pero hace 30 años con las nuevas tecnologías estas cernideras dejaron de ser utilizadas y la tradición del pueblo estuvo en riesgo de desaparecer”.

    Antes, agrega Cumanicho, casi toda la población de esta parroquia ubicada al oriente de Quito se dedicaba a la confección de las cernideras de cedazo. Actualmente, no son más de 60 personas las que trabajan en esta actividad artesanal que requiere de paciencia y habilidad en las manos.

    Por eso la Junta Parroquial armó una campaña de promoción del cedazo que incluyó la construcción de un centro del cedacero. Esta suerte de museo y taller sirve para explicar a los visitantes la historia del cedazo. Se levantó en el 2011 con una inversión aproximada de USD 200 000.

    Allí, un grupo de 12 artesanos (11 mujeres y un hombre) mantienen viva la tradición de Guangopolo. Ellos elaboran una variedad de artículos que los exhiben a los turistas nacionales y extranjeros, que llegan al edificio ubicado a dos cuadras del parque central.
    Una de las artesanas que elaboran accesorios es Leonor Sofía Cuje, quien aprendió la técnica de tejido de su madre. Ella va todos los miércoles, de 09:30 a 13:30.

    Leonor Sofía Cuje es una de las artesanas que trabajan con el cedazo en Guangopolo. Ella aprendió esta técnica de tejido de su madre. Foto: Foto: Pedro Maldonado / LÍDERES
    Leonor Sofía Cuje es una de las artesanas que trabajan con el cedazo en Guangopolo. Ella aprendió esta técnica de tejido de su madre. Foto: Foto: Pedro Maldonado / LÍDERES

    En esas cuatro horas selecciona el pelaje del caballo que va a utilizar y que por lo general compra en haciendas de Píntag, Pifo o Machachi o a proveedores; luego la lava con jabón de ropa, la hace secar y empieza a trabajar.

    Para elaborar una cernidera grande esta artesana se demora tres horas. Pero ella reconoce que estos objetos tienen menos demanda hoy en día y por eso optó por elaborar pulseras, cinturones y otros artículos pensando en hombres y mujeres de todas las edades. “Mis hijas no quieren aprender la técnica. Dicen que prefieren estudiar una profesión distinta”, cuenta Cuje.

    Pero esta mujer no se desanima y detalla con gusto los procesos que sigue en la elaboración de los accesorios. “Es un trabajo laborioso que es parte de la identidad de Guangopolo” .

    El titular de la Junta Parroquial agrega que la idea que tienen los artesanos y las autoridades es vender a la población como la capital del cedazo. “Queremos que se lo declare Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador, tal como se hizo con la paja toquilla hace unos años”, dice Cumanicho, mientras indica con orgullo las instalaciones del centro que también es un mirador de la parroquia.

    El cedazo sirve para diseñar y confeccionar artículos y accesorios. Foto: LÍDERES
    El cedazo sirve para diseñar y confeccionar artículos y accesorios. Foto: LÍDERES