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  • Una planta de chips de frutas

    Carolina Enriquez

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    Lo que más llama la atención cuando las personas llegan a Zico, la compañía procesadora de unos 10 tipos de alimentos bajo la marca Karay, es el aroma dulce de la planta de producción.

    El pasado 23 de enero, en la planta en Pifo, al este de Quito, dos trabajadores recogían y empacaban unos crocantes chips de manzanas rojas. Esa es una de las líneas de producción de la empresa de Felipe Vela y Martín Bustamante, gerente y presidente. En el sitio también se elaboran snacks de manzana verde, piña y coco.

    La idea del negocio nació luego de un viaje a la playa. Aquella vez, los socios recordaron que alguna vez probaron chips de manzana, pero no los encontraban en el país. “Sabían bien. Creímos que sería interesante producirlos”.

    Sin embargo, este no fue el primer alimento que elaboraron. Durante el desarrollo de la empresa se dieron cuenta de que la preparación de los snacks de frutas deshidratadas no era tan fácil, por lo que optaron por otro plan.

    El primer producto de su portafolio fue aceite de coco. A este se incorporaron aceite y mantequilla de almendra, harina de coco y de almendra, coco rallado y, finalmente, los chips de frutas.

    Vela recuerda que la fabricación de los alimentos inició en la cocina de la casa de la madre de su socio. Con el pasar de los meses el espacio les quedó chico y pasaron a la planta donde se hallan ahora.

    Al inicio se trató de un proceso artesanal, pero cada día fueron mejorando los procesos. La maquinaria y la asistencia técnica profesional fueron vitales.

    Un trabajador se encarga de recoger los chips de manzana roja en la planta de los productos de Karay. En el sitio existe un estricto control de calidad de la producción. Fotos: Diego Pallero / LÍDERES
    Un trabajador se encarga de recoger los chips de manzana roja en la planta de los productos de Karay. En el sitio existe un estricto control de calidad de la producción. Fotos: Diego Pallero / LÍDERES

    La inversión inicial fue de alrededor de USD 10 000; el dinero se destinó a la compra de algunas máquinas pequeñas para la fabricación de los alimentos. Posteriormente se ha colocado más capital, con lo cual se ha mejorado las instalaciones y se ha tecnificado más el negocio.

    El primer lugar en el que comercializaron el producto fue Super Food, de Cumbayá. “Trabajamos con los chicos casi desde la apertura de su empresa, es decir, casi desde hace dos años. Realmente, cuando vinieron con su propuesta nos pareció interesante porque son unos emprendedores jóvenes interesados en sacar adelante un proyecto”, dice Gizzele Greene, gerente de Super Foods Ecuador.

    Ella destaca el hecho de que todas las ideas que proponen los emprendedores las ponen en marcha de forma rápida. Destaca la calidad y el sabor de la línea de productos, a los que considera como “estrellas” en su negocio.

    En este local hay amplia demanda de los alimentos de Zico. Greene explica que el aceite de coco es ideal para la preparación de diferentes tipos de comidas sanas.

    Actualmente, los productos de Zico se venden en tres cadenas de supermercados y otros locales comerciales. Uno de ellos es El Market Express, de Cumbayá.

    Jossete Vásquez, gerente de este sitio, explica que la oferta de Zico ha tenido una amplia acogida por parte de sus clientes. “Comercializamos estos productos desde hace un año, toda su línea. Me encanta que son alimentos totalmente naturales, son sanos. Eso le gusta mucho a la gente”.

    Para los propietarios impulsar este negocio no ha sido una tarea fácil. Durante los años de operación han realizado, incluso, investigaciones de mercado para determinar qué productos y sabores son los que busca la gente.

    Bustamante dice que ofrecen al consumidor, principalmente, productos sanos. Los aceites, por ejemplo, son prensados al frío, lo que, a decir de este empresario, permite que tenga mayores beneficios para los compradores.

    La mayor parte de los insumos para la fabricación son locales. Únicamente las manzanas y las almendras son importadas.

    Cuando los empresarios iniciaron la producción del aceite de coco producían de manera esporádica unos 50 frascos. Actualmente, al mes fabrican 3 000 frascos de todas las presentaciones.

    En el caso de los snacks, la empresa desarrolla 4 000 unidades al mes. Se trata de un producto nuevo y los empresarios esperan que incremente la fabricación.

    La empresa tiene como objetivo a exportar. “Afuera el mercado es mucho más grande y lo queremos explotar”, dice Bustamante.

    El objetivo de esta empresa es proporcionar a sus clientes herramientas que permitan un estilo de vida más saludable. “Desarrollamos productos alimenticios que no solo sepan muy bien, sino que también sean saludables” para los diferentes consumidores.

    El gerente

    Felipe Vela

    Este negocio es un proyecto que iniciamos hace, relativamente, corto plazo. Es algo que me apasiona y me interesa. Quiero dedicarle mucho esfuerzo para que siga creciendo. Mi socio y yo nos dedicábamos a otras actividades. Construimos el negocio realizando pruebas, investigaciones, etc. Vimos productos extranjeros y pensamos que la mejor opción era utilizar frutas propias del Ecuador. Definitivamente tenemos grandes retos por desarrollar.

    Las cifras

    2 meses tiene la empresa produciendo los chips de frutas. El resto de productos se fabrica y comercializa desde hace dos años.

    10 productos nuevos tiene previsto sacar la empresa a futuro.

    1,40 dólares es el precio de la funda de snacks. El aceite de coco pequeño cuesta USD 5, mientras que el grande 8. La harina de coco cuesta USD 2,60.

    1 planta tiene la empresa para la producción de chips.

    Un trabajador se encarga de recoger los chips de manzana roja en la planta de los productos de Karay. En el sitio existe un estricto control de calidad de la producción. Fotos: Diego Pallero / LÍDERES
    Un trabajador se encarga de recoger los chips de manzana roja en la planta de los productos de Karay. En el sitio existe un estricto control de calidad de la producción. Fotos: Diego Pallero / LÍDERES
  • Chips en el cerebro permitirán curar enfermedades y escribir con la mente

    Agencia EFE

    La estimulación cerebral con electrodos aplicada sin dolor será una práctica habitual en diez años para mejorar el rendimiento intelectual y la implantación de chips en el cerebro permitirá escribir con la mente a personas con discapacidad y curar algunas enfermedades neurológicas.

    Estos son algunos de los avances en los que están trabajando los neurocientíficos, que este miércoles 29 de abril expusieron estas novedades en la presentación de la jornada sobre estimulación cerebral B·Debate que se celebra en la ciudad española de Barcelona hasta mañana.

    Según los expertos, la estimulación cerebral sin dolor a través de electrodos podrá mejorar el rendimiento mental de las personas sanas, como lo hacen el café u otras bebidas energéticas, e incluso podrán estimularse con patrones personalizados.

    Entre los avances próximos para pacientes con parálisis figuran «poder escribir mensajes de texto y controlar otros dispositivos domésticos con el implante de un chip en el cerebro», explicó la neurocientífica Mavi Sánchez Vives.

    Además, «podrán registrar la actividad cerebral, analizarla en línea y escribir pensamientos y navegar ‘online». De hecho, según Sánchez, la neuroestimulación eléctrica de zonas determinadas del cerebro ya ha demostrado beneficios para tratar los síntomas de una depresión, bloquear los ataques de una epilepsia, inducir la recuperación de un ictus o controlar los temblores del Parkinson.

    Durante los próximos 10 años también se avanzará en las prótesis sensoriales y en las visuales, que generarán estímulos en la corteza cerebral y podrán proporcionar información visual a invidentes mediante una interfaz cerebro-ordenador.

    La científica se mostró a favor del uso de aplicaciones móviles para controlar alguna actividad cerebral como el sueño, pero advirtió de que «se ha de ir con cuidado con las estimulaciones en el cerebro, ya que no se conocen los efectos a medio y largo plazo».

    En su opinión, la vida de los pacientes con parálisis o con enfermedades que no les permiten comunicarse con el exterior «podría mejorar mucho durante estos años». Asimismo, distinguió entre dos tipos de tecnologías, la no invasiva, que podría ser utilizada para usos lúdicos, ya que no implica afectación al cerebro, y la invasiva, que necesita de neurocirugía y «sólo está justificada en el caso de pacientes».