Etiqueta: chocho

  • El chocho dio pasó a una investigación en las aulas universitarias

    Pedro Maldonado

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    En los laboratorios de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) el chocho se convirtió en el centro de una investigación. Un grupo de investigadores planteó una hipótesis: el consumo de chocho disminuye los niveles de azúcar en casos de diabetes tipo II.

    La investigación se cumplió en el Centro de Investigación Biomédica de la UTE se establecieron demostrar a nivel celular y molecular. Y luego de tres meses de trabajo en los laboratorios de la Universidad de Illinois en EE.UU., la respuesta es positiva.

    “Teníamos evidencia que demuestra que consumir chochos disminuye el azúcar en la sangre en pacientes con diabetes o prediabetes. Lo que no sabíamos era el mecanismo de acción y ese fue el objetivo de esta fase del estudio”, explica Manuel Baldeón, Director de Cenbio.

    Según un comunicado del centro de estudios, desde agosto a octubre de 2017, Érika Muñoz, investigadora del Centro, trabajó junto a Elvira de Mejía, una reconocida especialista en Ciencias de la Alimentación y Nutrición de la Universidad de Illinois, para analizar a esta leguminosa.

    La harina de chocho fue uno de los insumos utilizados en la investigación. La idea era determinar si el consumo frenaba la producción de glucosa.

    A través de una aproximación sistemática se evaluó a los fármacos que actualmente tratan la enfermedad y se enfocaron en los tres mecanismos de acción: inhibición de encimas para la disminución de glucosa, aumento de sensibilidad del transportador de insulina a nivel celular, e inhibición de gluconeogénesis (producción de glucosa).

    Los resultados fueron publicados en la revista ‘Journal of Functional Foods’ en abril de 2018. Como señala Baldeón, la investigación da luz sobre el tratamiento a pacientes con la enfermedad ya que, incluir este tipo de alimentos en su dieta más los medicamentos puede mejorar el estilo de vida y en el caso de personas sin la enfermedad, “sin duda, el consumo regular reducirá el riesgo”.

    En base a estudios internacionales, y basado en un revisión global a diciembre de 2018, se recomienda un consumo de 100 gramos (un puñado) de leguminosas (chochos, habas, fréjol) por día al menos tres veces a la semana para tener un efecto positivo.

    El Centro de Investigación Biomédica de la Universidad Tecnológica Equinoccial trabajó con la universidad de Illinois. Foto: Cortesía UTE
    El Centro de Investigación Biomédica de la Universidad Tecnológica Equinoccial trabajó con la universidad de Illinois. Foto: Cortesía UTE
  • La bebida de chocho pensada para los veganos

    Redacción Quito

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    Luego de dos años de estudios, pruebas y lágrimas, Tarwi finalmente se comercializó en junio del 2016 y ahora se consolida en el mercado local.

    Se trata de una leche de chocho libre de lactosa, gluten, preservantes y transgénicos. Se la encuentra en tiendas vegetarianas y veganas en tres presentaciones: 250 mililitros, medio litro y un litro. Con esa bebida se preparan desde batidos, hasta pasteles y sopas.

    María del Pilar Mora y su esposo Gustavo Guerrero están detrás de este producto, ideal para adultos y para niños. Tarwi es la continuación de una tesis de grado presentada en Barcelona, a donde ambos llegaron en el 2013, con una beca de la Senescyt. Mora y Guerrero viajaron para estudiar Desarrollo e Innovación de Alimentos en Barcelona. Antes de abordar el avión Mora y Guerrero contrajeron matrimonio. Retornaron al país en el 2014.

    Ella es ingeniera en alimentos, mientras que Guerrero es ingeniero agroindustrial.
    El proyecto cautivó al jurado universitario, que lo seleccionó para representar a la Universidad de Barcelona en el concurso Ecotrophelia – España. Participaron junto a 12 universidades españolas más y alcanzaron el segundo lugar con Alimendra, bebida para personas con intolerancia a la lactosa.

    Tras retornar al país, motivados por los halagos del jurado, emprendieron un nuevo proyecto aterrizado en Ecuador.

    Después de estudiar productos y analizar propiedades, el chocho fue seleccionado para deleitar el paladar y nutrir a personas vegetarianas, veganas y con intolerancia a la lactosa, un problema que aqueja a Mora y con más fuerza a sus familiares más cercanos.

    Curiosamente, la experta en calidad de productos, desarrolló la fórmula de Tarwi mientras trabajaba en una empresa dedicada a la producción de lácteos. Estuvo vinculada a esa industria 13 años.

    En junio del 2016, cuando el producto salió al mercado, se vendían 10 litros de leche a la semana. Hoy, son 100 los litros que se distribuyen en diferentes establecimientos de Quito y Guayaquil. Entre ellos están El Naranjo, Centro Naturista Vida Sana, Trayana Foods.

    Tras conquistar esas tiendas, la pareja espera el visto bueno para introducir el producto en cadenas de supermercados.

    Pero mientras llega ese momento, Mora y Guerrero distribuyen el producto a través de la página www.alimentarte.ec, nombre de la empresa que cobija a leche de chocho en sus tres sabores: natural, maracuyá y mora.

    Al inicio también estuvo en las perchas la leche con sabor a tomate de árbol, sin embargo tuvo poca acogida. Los productos duran 90 días en refrigeración y 12 horas al ambiente. Pasado ese tiempo el producto pierde propiedades.

    Una de sus primeras consumidoras fue Sara Rivera, nutricionista y deportista. Ella probó el primer prototipo y quedó satisfecha. Ahora, sin embargo, reconoce el perfeccionamiento de la bebida: mejor sabor y textura. La recomienda a niños, adultos y personas de la tercera edad. También, a deportistas.

    Esta bebida nutritiva contiene proteína, carbohidratos, fibra, hierro y calcio. Es procesada en Puembo, mientras que el chocho es tratado por una comunidad asentada en una zona cercana al Quilotoa (Cotopaxi).

    María del Pilar Mora, de 37 años, es una de las propietarias de AlimentArte, empresa que cobija a Tarwi. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    María del Pilar Mora, de 37 años, es una de las propietarias de AlimentArte, empresa que cobija a Tarwi. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • La bebida de chocho pensada para los veganos

    Redacción Quito

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    Luego de dos años de estudios, pruebas y lágrimas, Tarwi finalmente se comercializó en junio del 2016 y ahora se consolida en el mercado local.

    Se trata de una leche de chocho libre de lactosa, gluten, preservantes y transgénicos. Se la encuentra en tiendas vegetarianas y veganas en tres presentaciones: 250 mililitros, medio litro y un litro. Con esa bebida se preparan desde batidos, hasta pasteles y sopas.

    María del Pilar Mora y su esposo Gustavo Guerrero están detrás de este producto, ideal para adultos y para niños. Tarwi es la continuación de una tesis de grado presentada en Barcelona, a donde ambos llegaron en el 2013, con una beca de la Senescyt. Mora y Guerrero viajaron para estudiar Desarrollo e Innovación de Alimentos en Barcelona. Antes de abordar el avión Mora y Guerrero contrajeron matrimonio. Retornaron al país en el 2014.

    Ella es ingeniera en alimentos, mientras que Guerrero es ingeniero agroindustrial.
    El proyecto cautivó al jurado universitario, que lo seleccionó para representar a la Universidad de Barcelona en el concurso Ecotrophelia – España. Participaron junto a 12 universidades españolas más y alcanzaron el segundo lugar con Alimendra, bebida para personas con intolerancia a la lactosa.

    Tras retornar al país, motivados por los halagos del jurado, emprendieron un nuevo proyecto aterrizado en Ecuador.

    Después de estudiar productos y analizar propiedades, el chocho fue seleccionado para deleitar el paladar y nutrir a personas vegetarianas, veganas y con intolerancia a la lactosa, un problema que aqueja a Mora y con más fuerza a sus familiares más cercanos.

    Curiosamente, la experta en calidad de productos, desarrolló la fórmula de Tarwi mientras trabajaba en una empresa dedicada a la producción de lácteos. Estuvo vinculada a esa industria 13 años.

    En junio del 2016, cuando el producto salió al mercado, se vendían 10 litros de leche a la semana. Hoy, son 100 los litros que se distribuyen en diferentes establecimientos de Quito y Guayaquil. Entre ellos están El Naranjo, Centro Naturista Vida Sana, Trayana Foods.
    Tras conquistar esas tiendas, la pareja espera el visto bueno para introducir el producto en cadenas de supermercados.

    Pero mientras llega ese momento, Mora y Guerrero distribuyen el producto a través de la página www.alimentarte.ec, nombre de la empresa que cobija a leche de chocho en sus tres sabores: natural, maracuyá y mora.

    Al inicio también estuvo en las perchas la leche con sabor a tomate de árbol, sin embargo tuvo poca acogida. Los productos duran 90 días en refrigeración y 12 horas al ambiente. Pasado ese tiempo el producto pierde propiedades.

    Una de sus primeras consumidoras fue Sara Rivera, nutricionista y deportista. Ella probó el primer prototipo y quedó satisfecha. Ahora, sin embargo, reconoce el perfeccionamiento de la bebida: mejor sabor y textura. La recomienda a niños, adultos y personas de la tercera edad. También, a deportistas.

    Esta bebida nutritiva contiene proteína, carbohidratos, fibra, hierro y calcio. Es procesada en Puembo, mientras que el chocho es tratado por una comunidad asentada en una zona cercana al Quilotoa (Cotopaxi).

    María del Pilar Mora, de 37 años, es una de las propietarias de AlimentArte, empresa que cobija a Tarwi. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    María del Pilar Mora, de 37 años, es una de las propietarias de AlimentArte, empresa que cobija a Tarwi. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • Las recetas con chocho le abren mercado

    María Victoria Espinosa 
    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    En Santo Domingo de los Tsáchilas el cebichocho se degusta con pollo y camarón.
    La familia Zambrano, oriunda de Manabí, inició con el emprendimiento Cebichochos El Popeye hace dos años.

    La propietaria, Shenny Zambrano, recuerda que le diagnosticaron diabetes y le recomendaron consumir chocho, como un complemento en su alimentación diaria. “En Manabí no se consume y la verdad no me gustaba mucho, pero gracias a mi hija Mercedes Loza, lo probé”.

    Loza recuerda que en Machachi (Pichincha) visitó algunos locales en los que vendían cebichocho. “Me gustó la idea. Pero tenía miedo que en Santo Domingo no tuviera éxito”.

    Así que la familia empezó a añadirle productos que se consumen en la Costa como el pescado, el atún, el camarón y el pollo. En las degustaciones a los amigos y familiares, las opciones más aceptadas fueron las del chocho con camarón, pollo o la combinación de los dos ingredientes.

    Luego pensaron en una ubicación para abrir el primer local. Para ello invirtieron USD 7 000 en adecuar el negocio. Eso debido a que la preparación del cebiche se hace frente a los comensales. “Nos hicieron una mesa, en las que van las tarrinas con los alimentos bien tapados para evitar contaminación”.

    Zambrano recuerda que arrendaron un sitio céntrico, ubicado cerca de cuatro colegios. “Nuestro objetivo era llegar a los estudiantes porque ahora se impulsa en los colegios la comida sana”.

    Por ello hicieron combos estudiantiles desde USD 1, que contiene chocho, chifles, tostado, jugo de tomate, cebolla, entre otros.

    Los primeros meses no tuvieron tanta acogida; se vendían a diario entre 50 y 100 tarrinas de USD 1. Pero poco a poco la clientela aumentó. En la actualidad se vende hasta 500 tarrinas, de lunes a viernes. “Nos esforzamos en el jugo de tomate, que le da un sabor especial al cebiche y también en la atención a los clientes”.

    El estudiante Juan Carlos Arias señala que desde hace un año es cliente de El Popeye. Él lo consume porque le da más energía para asimilar las clases y también porque es económico. “La señora que atiende es muy buena con nosotros. Nos pone la ‘yapa’. De cariño le decimos ‘madrina’”.

    En El Popeye se encuentran platos desde USD 1 hasta 3,50. El negocio es atendido por tres personas, en horario de 10:00 a 21:00 de lunes a sábado.

    En el 2016 abrieron una sucursal cerca de la unidad educativa Santo Domingo. En ese lugar invirtieron cerca de USD 7 000 para que se pareciera al primero. Para ello utilizaron colores naranja y verde. Además, instalaron una mesa en la pared para que pudieran ingresar más clientes. “Fue un buen sitio porque en el sector solo se encuentra comida chatarra”, explica Zambrano.

    Ahí los clientes además de los estudiantes son los padres de familia y profesores de colegios que funcionan en el sector. En los locales se han colocado carteles en los que le explican a los clientes los beneficios de consumir regularmente chocho.

    Según Zambrano, uno de los fines del emprendimiento es que las personas aprendan alimentarse bien. Por ello, el cebichocho no se le entrega sazonado al cliente. “En las mesas hay sal, aceite, limón para que sean las personas las que decidan como degustarlo”, señala la emprendedora.

    El profesor José Gavilanes comenta que el negocio de los cebichochos ha sido una alternativa para los docentes que hacen doble jornada y deben almorzar en la institución. “Con un cebichocho grande puedo estar tranquilo hasta las 16:00, que termina mi jornada”.

    Por ello, el emprendimiento también ha captado a clientes que realizan dietas alimenticias o que sufren enfermedades como diabetes, hipertensión o estreñimiento. “Hay personas a las cuales no se les pone chifles. Otras que prefieren sin tostado o sin sal. Se los complace a todos”, explica la dueña de este negocio.

    La manabita Shenny Zambrano es la propietaria de los cebichochos El Popeye, ubicados en Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    La manabita Shenny Zambrano es la propietaria de los cebichochos El Popeye, ubicados en Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • El chocho es el ingrediente secreto para su producto

    Redacción Quito

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    El chocho, grano andino que ofrece proteína, Omega 3 y 6, fibra, hierro, fósforo y zinc es el ingrediente estrella para María Dolores Escobar, propietaria de Soquina.

    El emprendimiento elabora panes y empanadas con harina de chocho y quinua; además prepara snacks como habas enconfitadas y de sal, y cupcakes de zanahoria.

    La quiteña, de 42 años, explica que Soquina nació en el 2007. Un año antes trabajaba en el área de limpieza de una empresa privada. Sin embargo, debido a su embarazo no le renovaron el contrato, por lo que se vio obligada a buscar nuevas opciones de trabajo para sustentar su hogar.

    María Dolores Escobar detalla que en su adolescencia no tuvo las posibilidades ni herramientas para continuar con sus estudios universitarios una vez que culminó el bachillerato; por lo que mientras buscaba trabajo “muchas puertas se cerraron”.

    No obstante, la emprendedora quiteña cuenta que siempre tuvo el sueño de tener un negocio propio en el que pueda aplicar las recetas familiares con harina de chocho y quinua.

    Así fue como hace 10 años inició el reto. En un inicio hacía habas de sal, pan con harina de soya y garbanzo como snacks. Su capital inicial fue de USD 0,45 -con lo que compró su primera libra de harina de soya-. Con eso comenzó a preparar las recetas de su familia en la cocina de su vivienda.

    Una vez que tenía listo el producto, buscó de puerta en puerta a clientes en empresas. Esto sucedió hasta que en el Municipio de Quito le permitieron comercializar los alimentos.
    En el 2014, Soquina inició con la producción de pan y empanadas con harina de chocho, productos estrella del emprendimiento.

    La materia prima la adquiere de productores en Imbabura.

    Para la elaboración de la harina de chocho se hace el siguiente proceso: cocina el grano, lo seca y luego lo muele en un molino manual. Posterior a eso prepara la masa para el pan y las empanadas. Su pequeña planta se encuentra ubicada en el sector de La Delicia, en el norte de Quito.

    Cada semana utiliza 15 libras de harina de chocho y 15 de quinua para sus productos.
    Con esto elabora 200 panes para vender los martes; y 250 empanadas para ofertar los viernes en ferias de ConQuito y de las administraciones zonales del Cabildo.

    Karina Guzmán, quiteña de 35 años, compró los panes de chocho en una feria del Municipio desarrollada la semana pasada en la Plaza Grande -centro de Quito-.

    Detalla que el sabor y la consistencia del chocho en el pan le da un toque especial. Además, considera que al ser elaborado de manera artesanal permite una mejor alimentación.
    El año pasado la meta de ventas del negocio se cumplió. Soquina facturó USD 2 000; mientras que en el 2015 fue de USD 1 800.

    La proyección a largo plazo de Soquina es tener una mejor presentación. Por eso, María Dolores Escobar asiste a las capacitaciones de ConQuito para mejorar sus procesos de manufactura.

    Quiere ingresar a tiendas y supermercados. Este año también incrementará su producción de panes y empanadas en 50%.

    María Dolores Escobar es la propietaria de Soquina. El emprendimiento nació en el 2007. Elabora panes y empanadas de chocho, quinua y otros. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES
    María Dolores Escobar es la propietaria de Soquina. El emprendimiento nació en el 2007. Elabora panes y empanadas de chocho, quinua y otros. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES
  • Chocho y frutas son la base de esta bebida

    Redacción Quito

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    La intolerancia a la lactosa que sufre la ingeniera en alimentos María del Pilar Mora y la limitada variedad en las alternativas de bebidas para personas con su misma condición en el Ecuador fueron los motores que activaron la creación de una leche vegetal.

    Mora y su esposo, Gustavo Guerrero, de profesión ingeniero agroindustrial, diseñaron el primer prototipo del producto en Barcelona, España, mientras cursaban una maestría como becarios Senescyt, entre 2013 y 2014.

    Cuando regresaron al país decidieron pasar al desarrollo del producto. Empezaron a investigar sobre gramíneas que, además de ser un alimento ancestral y tradicional ecuatoriano, brinden buenas dosis de proteínas, calcio y hierro. Así dieron con el chocho.

    Con ello, los emprendedores dieron inicio a su empresa AlimentArte, con su producto estrella Frutichocho. Guerrero, gerente general de AlimentArte, asegura que vieron la oportunidad en una necesidad de mercado insatisfecha, ya que en el país hacía falta cumplir con las personas intolerantes a la lactosa y con los diabéticos, que requieren cuidar lo que consumen.

    “No estamos compitiendo con la leche. Ofrecemos una bebida rica en proteínas, hierro y calcio no agregado, sino naturalmente obtenido del chocho”, aclara Guerrero, al explicar que si bien están dirigidos a este nicho de mercado mencionado, también apuntan a toda persona que busque una alternativa saludable en el segmento de bebidas con proteínas.

    El producto Frutichocho es una leche de chocho con pulpa de frutas (sabores mora, maracuyá y natural), que no contiene azúcar, pues es endulzado con stevia; tampoco tiene preservantes y posee un alto componente de proteínas y minerales de origen vegetal.

    Este emprendimiento se incubó durante un año en ConQuito, donde trabajaron en la idea de gestación, desarrollo de prototipo, testeo y definición de mercados. Actualmente se distribuye en cinco tiendas orgánicas y ya empezaron las conversaciones con otros negocios del sector alimenticio.

    Para este año la expectativa es ingresar a cadenas de retail, ya que disponen de registro sanitario y han logrado varios contactos gracias a su participación en varias ruedas de negocios.

    Lo obtenido en las ventas y los aportes ganados en diversos concursos se reinvierten para subir sus volúmenes de producción. Mora, quien es la gerenta técnica de Alimentarte, explica que se están enfocando en terminar los prototipos finales para ampliar su línea de productos.
    Sus ventas iniciaron a finales de junio de 2016, alcanzando cerca de USD 1 000 mensuales, aunque el trabajo en el emprendimiento viene desde septiembre de 2015.

    Hay varias presentaciones como parte del ‘feedback’ de sus consumidores. La más pequeña fue en atención a los clientes que buscaban el producto en un tamaño más cómodo de llevar en la lonchera o en la cartera. “Nos adaptamos al mercado”, dice Guerrero.

    David Montenegro, consumidor de la bebida, enfatiza el beneficio para las personas con intolerancia a la lactosa. “Es saludable y al mismo tiempo sabe muy bien”, comenta al añadir que su sabor favorito es el de maracuyá.

    María del Pilar Mora y Gustavo Guerrero, muestran su bebida y uno de los premios que ha ganado Frutichocho. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES
    María del Pilar Mora y Gustavo Guerrero, muestran su bebida y uno de los premios que ha ganado Frutichocho. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES
  • La siembra de chocho es más rentable

    Cristina Marquez

    (I) 
    redaccion@lideres.ec

    El precio estable del chocho y la alta demanda en los mercados de la Sierra centro son los factores que motivan cada vez a más agricultores de Chimborazo a optar por la siembra de la leguminosa.

    Este año se espera cosechar en esa provincia unos 4 200 quintales de chochos, es decir, cerca de un 10% más que en el 2015. La producción de Chimborazo abastece los mercados de Riobamba, Ambato, Quito y también se envía a otras ciudades de la Costa.

    Según el cálculo de los técnicos del Ministerio de Agricultura (Magap), el consumo promedio de chochos en el Ecuador es de ocho kilos anuales por persona. La alta demanda se debe a la versatilidad gastronómica y cualidades nutricionales de la leguminosa.

    Los cantones con más producción son Alausí, Colta, Guano, Riobamba, Penipe y Guamote. Allí, los comuneros, incluso, se asociaron para investigar sobre las variedades de chocho mejor adaptadas a los páramos andinos y para comercializar el producto a un mejor precio.

    La Corporación de Productores de Leguminosas y Granos Andinos del pueblo Puruwa, por ejemplo, es una de las agrupaciones con más experiencia en la producción de la leguminosa. Ellos se asociaron en el 2008, tras recibir una capacitación del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Iniap).

    “Una charla de 30 minutos sobre las cualidades del chocho nos bastó para decidirnos por este producto. Lo conocíamos bien, porque nuestros abuelos siempre lo sembraban, pero no sabíamos que había nuevas variedades y más opciones en el mercado”, cuenta Julio Bravo, coordinador de Corpo Puruwa.

    El día de la capacitación, los técnicos también les entregaron semillas de alta calidad para probar en sus terrenos. Los resultados fueron tan buenos que los agricultores incluso fundaron un nuevo emprendimiento comunitario.

    Su empresa se denomina Muchuk Yuyai y se dedica a comercializar semillas certificadas de chochos, chochos cocidos y listos para el consumo o en grano seco. La empresa cuenta con 62 socios de cuatro comunidades.

    Guano, al norte de la provincia, es el segundo cantón con mayor volumen de producción. Las flores moradas de los chochos decoran el paisaje en las comunidades de Ilapo, a 30 minutos de la cabecera cantonal.

    Allí, la producción de chocho tiene acogida debido a las características del terreno. El suelo es arenoso y hay escasez de agua, por lo que otros cultivos no funcionaban bien. “Antes de optar por el chocho, nuestra situación era difícil. El agua siempre nos falta y los sembríos de maíz se perdían por las sequías”, cuenta Luis Llongo, agricultor de La Delicia.

    El chocho, a diferencia de otros productos, no es un cultivo exigente por lo que no requiere una inversión alta y se adapta, incluso, a suelos arenosos y erosionados. De hecho, los nódulos de las raíces producen nitrógeno y ayudan en la recuperación de suelos.

    En Guano, la comunidad La Delicia es una de las poblaciones que prosperó gracias a la producción de chochos. Habitan 25 familias y todas tienen al menos una cuadra de sembríos de esta leguminosa.

    Sus productos son apetecidos entre comerciantes intermediarios de Latacunga, Riobamba y Ambato, que incluso pagan anticipos para asegurar la venta. Cada quintal, dependiendo de la calidad del chocho, cuesta entre USD 75 y 110. Pero en las bodegas de granos secos el costo puede alcanzar los USD 210.

    Mientras que los días de feria, los mercados locales se llenan de puestos de venta de chochos que se expenden cocinados y listos para el consumo. El costo es de un total de USD 1,50 cada libra.

    En el 2012, solo había 150 hectáreas en Chimborazo, pero debido a que este cultivo fue considerado prioritario por el Magap y se promocionó como parte de la campaña ‘Coma sano, justo y soberano’, para el 2013, cerca de 400 familias optaron por sembrarlo y la cantidad de hectáreas ascendió a 380.

    Otra motivación es el rendimiento del cultivo. En 100 metros cuadrados se siembran 50 libras y se obtienen entre ocho y 10 quintales. “Cultivar chochos es la mejor opción. Es uno de los pocos productos andinos que a la gente sí le gusta y dependemos de la cosecha de la temporada para subsistir todo el año”, cuenta el agricultor Llongo.

    Los agricultores de la  Corporación de Productores de Leguminosas y Granos Andinos del pueblo Puruwa  tienen amplia experiencia  en la siembra de chochos en la zona de Guamote. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Los agricultores de la Corporación de Productores de Leguminosas y Granos Andinos del pueblo Puruwa tienen amplia experiencia en la siembra de chochos en la zona de Guamote. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES