Etiqueta: coco

  • 40 años dedicados a fabricar dulces tradicionales

    Redacción Esmeraldas (F)
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    Cuando en Esmeraldas se habla de dulces tradicionales a base de coco, de inmediato se sabe que se refieren a ‘De los buenos’, una marca que durante 40 años ha endulzado el paladar de miles de esmeraldeños.

    El nombre de la empresa surgió del apellido Bueno, una familia del centro de la ciudad que ha mantenido una tradición. Las hermanas Irene y Nancy Bueno están ahora a cargo del negocio.

    La receta para elaborar los productos se obtuvo de los abuelos de los propietarios, quienes empezaron a hacer manjar y cocadas en pailas pequeñas de bronce, para luego venderlas en las calles y mercados de la ciudad.

    Uno de los testigos narra que en los inicios de la firma se preparaba la materia prima en pequeños fogones a base de leña y una vez que estaba lista la cocada se ponía a enfriar en una mesa de madera.

    Actualmente, se lo hace en cocinas industriales. Los dueños del negocio utilizan pailas grandes y enfrían en mesas metálicas, con todas las normas sanitarias exigidas para quienes trabajan en este tipo de emprendimientos.

    De acuerdo con Irene Bueno, una de las nietas de los fundadores del emprendimiento, al comienzo la inversión se hizo en sucres, pero ahora en su pequeña fábrica se ha colocado capital que supera los USD 7 000 en equipos.

    En ese sitio se procesa coco proveniente de la zona norte de la provincia para hacer los llamados coquitos, que consisten en pequeños trozos de coco con azúcar, canela y anís. Después de dos horas de cocción están listos para ponerlos en recipientes plásticos.

    Los dos productos estrellas de la empresa son la cocada húmeda y el manjar de coco y leche, hechos con una receta ancestral que ha pasado de generación en generación. “Ajustamos los dulces para que gusten y no empalaguen, así como nos enseñaron nuestros abuelos”, señala Irene Bueno.

    Para ampliar las ventas, los dueños disponen de una cuenta en la plataforma digital de Facebook, con el nombre de ‘De los buenos’, en la que interactúan con sus clientes, dentro y fuera de la urbe.

    Robert Valencia, uno de los clientes de los productos de ‘De los buenos’, dice que por más de 10 años ha consumido el manjar y los coquitos. “Probarlos me trae recuerdos de casa, cuando las familias lo hacían para brindar a las visitas; ahora los comparto con amigos”, señala.

    El trabajo que realizan las emprendedoras es estrictamente artesanal, para ello han montado su pequeña empresa de dulces donde trabajan 10 personas que se encargan de la elaboración de coquitos, cocadas y manjar.

    La producción varía de acuerdo con la demanda y puede estar en un promedio de entre 800 a 1 000 unidades al mes, con presentaciones cuyos precios van desde USD 1,50 hasta USD 3,50.

    Gabriela Zambrano, coordinadora del Ministerio de la Producción, señala que el Gobierno está apoyando a este y otros negocios en temas de imagen corporativa, mejoramiento de la marca y en el proceso de legalización.

    Con ‘De los buenos’ se revisa el empaque de sus productos para que, una vez que cuenten con registro sanitario, avancen con la apertura de mercados fuera de Esmeraldas. Desde hace dos meses la firma está en el proceso de obtención del documento; también busca patentar su marca, la cual aún no se ha legalizado.

    Detalles

    Alimento. El coco es una de las frutas base en la gastronomía de Esmeraldas, especialmente en los encocados de mariscos.

    Negocios. Existen unos 100 emprendimientos artesanales de Esmeraldas que buscan legalizar su situación para abrirse campo fuera del país.

    Dulces. En Esmeraldas existen productoras de cocadas que fusionan el sabor de coco con otras frutas, para darle valor agregado. También elaboran otro tipo de dulces. Para ello utilizan recetas que han transmitido los ancestros.

    Irene y Nancy Bueno son las hermanas que están  a cargo de la empresa de dulces, que tiene cuatro décadas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Irene y Nancy Bueno son las hermanas que están a cargo de la empresa de dulces, que tiene cuatro décadas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Carbón orgánico con conchas y estopa de coco

    Marcel Bonilla

    Los estudiantes de la carrera de Comercio Exterior de la Universidad Técnica Luis Vargas Torres de Esmeraldas (UTE/LVT) producen carbón orgánico a base de conchas y estopa de coco. El trabajo se hace en la misma universidad.

    La materia prima para hacer las tradicionales cocadas esmeraldeñas es el coco, pero los estudiantes encontraron una forma de darle uso al resto de la fruta (concha y estopa) para elaborar carbón, utilizado para cocinar o asar.

    Esta es una forma de rescatar saberes ancestrales de la cultura afro, que hacía carbón con restos de maderas para venderlo o preparar sus alimentos, como ocurría en La Barraca, antiguo puerto fluvial de Esmeraldas.

    Naila Ibarra, estudiante de Comercio Exterior, explica que con ese carbón intentan reducir el impacto de la contaminación ambiental, como ocurre con la obtención del carbón de leña.
    Por ejemplo, en Esmeraldas, Chachis y Afros, que habitan en la Isla Luis Vargas Torre, frente a la ciudad, obtienen carbón a través de hornos hecho de tierra, como se hacía antiguamente.

    Uno de los inconvenientes es que deben recolectar madera y luego el humo afecta a los habitantes, por eso los estudiantes creen que obtener carbón a partir de la concha de coco es mejor.

    El proceso de producción empieza al recolectar las conchas en los sitios donde se elabora cocadas. La concha se muele, se quema y se compacta con un poco de resina orgánica en pequeños moldes, se deja secar por cinco días y está lista para su uso.

    Una de las ventajas es que el olor no se adhiere a la piel, ropa y cabello. Las brasas tienen una duración de una hora más que el carbón del que normalmente se usa en los asaderos, según los estudiantes.

    Para la producción a gran escala, los alumnos han logrado identificar los sitios donde más se produce y se utiliza el coco, como en poblaciones afros del cantón Eloy Alfaro y San Lorenzo.
    La Tolita Pampa de Oro, Garrapata y Canchimalero son zonas productivas de coco y es donde se han instalado mujeres emprendedoras que elaboran cocadas.

    Las emprendedoras utilizan unos 5 000 cocos al mes para la producción de cocadas con miel de caña de azúcar, pero desechan la concha y la estopa de coco.

    El rector de la Universidad Técnica Luis Vargas Torres, Girard Vernaza, explica que se está dando impulso a los emprendimientos estudiantiles que apunten al rescate de la cultura tradicional de Esmeraldas.

    “Nuestros ancestros utilizaban leña para cocinar y el zumo de coco para el arroz en el campo, por eso vemos que esta iniciativa estudiantil rescata una parte de nuestra historia, utilizando la tecnología de nuestros tiempos”.

    La proyección es que los estudiantes fortalezcan la propuesta y se logre encontrar el mercado para poner todo el carbón que se produzca, con una marca esmeraldeña. Sonia Salinas, estudiantes del último año de la carrera de Comercio Exterior, explica que con un saco de conchas de coco se producen 150 pastillas de carbón orgánico.

    Por ahora se trabaja en la obtención del registro sanitario con la marca ‘Carbón CocoMex’. Ingrid Nazareno, catedrática universitaria, explica que la idea es lograr que los estudiantes puedan emprender desde las aulas.

    Estudiantes de Comercio Exterior son los que desarrollan el proyecto de carbón orgánico. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Estudiantes de Comercio Exterior son los que desarrollan el proyecto de carbón orgánico. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Las paletas hechas con coco y chontaduro

    Marcel Bonilla

    Los helados de chontaduro son uno de los más apetecidos en Andarele, la primera paletería artesanal que funciona en el balneario de Las Palmas, en Esmeraldas.

    El chontaduro es una de las frutas que caracteriza a las poblaciones afros del norte de Esmeraldas. Los habitantes de esas comunidades están dedicados al cultivo de la fruta en sus fincas. La cosecha va a la venta y alimentación.

    Cristina Alcívar, propietaria de la paletería artesanal Andarele, acumuló algunos conceptos de la cultura afroesmeraldeña para dar marca a su producto y empezó por el nombre Andarele, una de las danzas tradicionales de Esmeraldas que denota alegría, jolgorio.

    Las paletas también se elaboran con frutas de la zona, a más de chontaduro. Las hay de coco con relleno de manjar, otra de leche de coco y jengibre (llamada cocojengibre), cacao, así como una paleta que combina yogur con maracuyá y mora.

    La iniciativa lleva en el mercado tres años y empezó con la venta de helados de cono. Luego Alcívar decidió ingresar al mundo de la paletería con frutas en su interior, con una etiqueta que promocione a Esmeraldas y sus tradiciones.

    El negocio se financió con un capital inicial de USD 5 000. El dinero se obtuvo de la liquidación que Alcívar recibió al renunciar a su trabajo. Ese capital sirvió para comprar la primera máquina de helado y la mueblería del local.

    José Luis Plaza es parte del negocio familiar. Él explica que luego de trabajar 15 años en Quito regresaron a Esmeraldas para emprender su negocio.

    En la actualidad la inversión supera los USD 20 000, con un crédito de la banca privada. La familia está tramitando un nuevo crédito de USD 20 000, para ampliar su local y establecer nuevos puntos de ventas en la ciudad.

    La heladería produce 2 000 unidades al mes. La venta de las paletas le genera una facturación que oscila entre USD 4 500 y 5 000 al mes, con lo que financian su continuidad. El costo por unidad va desde USD 1, 50 hasta USD 180.

    Este emprendimiento se apoya en entidades públicas para crecer. A través del programa creciendo con mi negocio de la Prefectura de Esmeraldas se ha empezado a trabajar en nuevas metodologías, que va desde aperturas de nuevos mercados y la obtención del registro sanitario.

    Por ahora se trabaja en los parámetros que exigen las normativas del nuevo mercado, para incursionar en otros mercados. Por eso se impulsa una propuesta para llegar a clientes locales, tiendas de barrio, escuelas, colegios y centro comercial de la ciudad.

    La preparación de los emprendedores se lo hace con el apoyo de la Prefectura de Esmeraldas que mantiene un convenio con PNUD, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, destinado a potenciar las iniciativas con 16 técnicos que enseñan en esa modalidad.

    La Prefectura financia las capacitaciones a los emprendedores para fortalecer las iniciativas de negocios, con asesoramiento técnico y aperturas de nuevos mercados.

    También se apoya en la compra de equipos técnicos luego de hacer un diagnóstico. Por eso Andarele busca que se financie la compra de una nueva máquina que supera los USD 8 000, explica Cristian Hernández, técnico de la Prefectura de Esmeraldas.

    La economista Roxana Benítez de la Escuela de Pymes de la Universidad Católica de Esmeraldas, cree los nuevos emprendedores buscan relacionar sus actividades con la cultura, eso implica imágenes y nombres, para posicionar el nombre de la provincia.

    Uno esos fue Plaza Marimba, en Las Palmas, un local donde se crearon 12 pequeños espacios para la venta de comidas rápidas, convirtiéndose en uno de los más visitados en Esmeraldas.

    “Ahora no solo se elaboran helados con chontaduro, también se hacen con jalea de pepepán y zapote negro, frutas que se cultivan en poblaciones afros del cantón San Lorenzo”, explica la investigadora de la Universidad Católica de Esmeraldas.

    Cristina Alcívar, propietaria de la paletería artesanal Andarele, enseña los productos que oferta en Las Palmas. Foto: Marcel Bonilla/ LÍDERES
    Cristina Alcívar, propietaria de la paletería artesanal Andarele, enseña los productos que oferta en Las Palmas. Foto: Marcel Bonilla/ LÍDERES
  • Esmeraldas concentra la palma de coco

    Bolívar Velasco

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    La producción de cocotero o palmas de coco en el Ecuador tiene una mayor incidencia en tres provincias de la Costa y una de la Sierra, específicamente en Loja.

    En estas cuatro jurisdicciones se reparte la especie nucífera y sus variedades enano, gigante y el híbrido. Según el Censo Nacional Agropecuario, las palmeras de esta fruta están en Esmeraldas, Manabí, Guayas y Loja.

    La provincia que mayor producción tiene es Esmeraldas, con un número de hectáreas que alcanzan el 77,26% del total nacional, seguida de Manabí, con el 18,72%.
    En la ‘Provincia Verde’ el coco se concentra en el norte, en los cantones fronterizos: Eloy Alfaro y San Lorenzo del Pailón.

    En estas dos localidades hay 4 011 hectáreas que se constituyen en el mayor pilar de la producción y ventas anuales que se registran en toda la provincia.

    El Ministerio de Agricultura, Acuacultura, Ganadería y Pesca (Magap) refiere que este sector se mueve con base en las asociaciones y los productores independientes. De acuerdo con Jacob Saavedra, dirigente del Centro Agrícola de Esmeraldas, la palma de coco es parte de las tradiciones y la cultura de la provincia.

    Es por eso que su cultivo ha movido por años a productores y microempresarios que incursionaron en proyectos de agroindustria. Uno de esos empezó en el 2010, en la localidad de La Tolita Pampa de Oro (Eloy Alfaro).

    Con una inversión de USD 265 000, entregados por la Fundación Ítalo-Ecuatoriana y el Municipio de la localidad, se puso en marcha esta iniciativa que adquirió el nombre de Agroindustria Cocotera Tolita Pampa de Oro.

    La microempresa comercializó en sus dos primeros años cinco toneladas de coco puro y desecado a mercados de Quito, Guayaquil y Santo Domingo.

    El proyecto, actualmente, está en proceso de reactivarse, pues pasó por una suspensión que implicó una reestructuración de la administración, según el socio Washington Méndez.

    Ecuador tiene grandes posibilidades para explotar aún más este cultivo, que es de carácter permanente en la Costa.

    El analista Alfredo Saltos asegura, en su columna en El Diario (Manabí), que es necesario trabajar en un plan de reconversión de los árboles de larga data, que se han vuelto poco productivos.

    Por ejemplo, una especie de más años genera hasta 40 unidades, mientras que una más joven puede llegar a los 100 cocos.

    De esa forma, se ayudaría a estrechar la brecha que existe entre la oferta y la demanda.
    Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los requerimientos aumentaron en el 2014 en un 10%, mientras que la provisión bordeó el 2%.

    Como consecuencia de eso se atribuye a las plagas y enfermedades que atacan a la palma. Un análisis de ProEcuador indica que las ventajas competitivas, además, pueden ir por la producción en pequeña escala, en la calidad, sabor y en un aprovechamiento de sus derivados.

    Las ventas de agua de coco envasadas en botellas son una muestra de comercio con valor agregado.

    Esta estrategia de negocio ha tomado fuerza en los últimos años en Manabí. En los cantones Portoviejo, Rocafuerte, Jama y Pedernales se aprovechan los frutos que dan las plantaciones para venderlos de manera informal en las principales carreteras.

    El director de Turismo de la Prefectura manabita, Leonardo Hidalgo, sostiene que son 3 000 familias las que viven directa e indirectamente de esta actividad.

    En los costados de las vías se observan pequeñas chozas adecuadas con bancas y congeladores que mantienen con buena temperatura el agua de este producto.

    Así se inició, en Rocafuerte, hace cinco años el emprendimiento de Luber Zambrano.
    Antes se limitaba a cosechar la producción de su finca y luego salía en busca de compradores en la ciudad, incluso a Portoviejo.

    Pero debido a la alta competencia que hay en la zona incursionó en las ventas de coco natural helado y luego dio un paso hacia el envasado en botellas de plástico.

    Sus ventas llegan a los USD 100 en el día, mientras que anteriormente le costaba hacerse ese dinero, pues debía esperar hasta tres días para que se cumplieran sus expectativas.
    La experiencia de Tailandia, México y Corea del Sur son un ejemplo de aprovechamiento del coco a gran escala.

    Estos países tienen una participación importante en las exportaciones de agua de coco hacia Estados Unidos.

    Para ProEcuador, otra forma de aprovechar el coco es dándole mayor utilidad a la corteza.
    Así sugiere su uso para extraer el aceite de coco, cremas, cosméticos, bisutería, bolsos y madera para hacer muebles. En Esmeraldas se hacen artesanías en coco.

    La venta de agua de coco en botellas de plástico es la nueva apuesta de los manabitas. Foto: LÍDERES
    La venta de agua de coco en botellas de plástico es la nueva apuesta de los manabitas. Foto: LÍDERES
  • La palma de coco integra a la familia montuvia manabita

    Redacción Santo Domingo

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    Alrededor de la producción del fruto de la palma de coco gira otra de las tradiciones de los montuvios.

    Los miembros de este grupo étnico desarrollaron en el campo la destreza de cultivar y cosechar este producto como una forma de alentar el uso del tradicional machete en las labores agrícolas.

    Jorge Carvajal, oriundo del cantón Rocafuerte, en Manabí, cuenta que tradicionalmente ese objeto corto punzante ha facilitado la cosecha de diversos productos en las fincas y haciendas.

    Es por eso que se hizo muy útil, por ejemplo, para descender desde las palmas de coco los diferentes racimos del producto.

    En Manabí la demanda del coco es alta debido a los abundantes terrenos con esos sembríos.

    En esa provincia hay 1 489 hectáreas de plantaciones de coco y es la segunda jurisdicción a escala nacional con la mayor cantidad de plantas por debajo de Esmeraldas, según el Ministerio de Agricultura, Ganadería Acuacultura y Pesca. El clima tropical y subtropical de esa zona facilita la expansión. Ahí crecen las variedades enano, gigante y el híbrido.
    Todas se aprovechan para el consumo y el comercio.

    Lúber Zambrano sabe que para cosechar el coco debe vestir la indumentaria típica del montuvio.

    Él utiliza la camisa de mangas largas de tela y un pantalón sencillo acompañado de un sombrero de paja toquilla.

    De esa forma acude cada semana a su finca en el sitio la ‘recta’ hacia Rocafuerte donde tiene media hectárea de esa plantación.

    Luce ese atuendo tradicional del montuvio para mantener la costumbre de sus antepasados.

    También, lo usa para protegerse de las picaduras de insectos y de los cambios del clima en la Costa.

    En el cantón Rocafuerte existen unas 200 hectáreas con sembríos de palma de coco.
    Los montuvios de la zona aprovechan la cosecha que llega cada dos meses para vender el fruto a los comerciantes manabitas.

    En la vía a Rocafuerte hay unos 80 emprendimientos de venta de agua de coco helada o al clima.

    Los locales están bajo pequeñas chozas construidas con pilares de caña guadúa y paja toquilla, que son elementos característicos del entorno de este grupo étnico de la provincia manabita.

    En las pequeñas covachas hay un congelador, una mesa y sillas para que los clientes que viajan a Portoviejo tomen un descanso mientras degustan del agua de coco. Quienes prefieren beberla en el trayecto piden la presentación en botella de medio litro.

    Jorge Carvajal asegura que esta idea nació como una forma de darle comodidad al cliente.
    “Para sostener un coco se necesitan las dos manos. Para una botella empleas una e incluso es más fácil digerirla”.

    La presentación en botella cuesta USD 1, mientras que el coco original 0,75.
    José Vélez, otro comerciante, dice que sus ventas dependen en gran medida del clima.
    En un día soleado vende hasta 100 botellas, pero en tiempo de lluvias salen 30 unidades.
    Los vendedores aprovechan las paradas de buses y semáforos para llamar la atención y así ofrecer su producto.

    Jorge Carvajal envasa  el agua de coco en botellas de plástico con capacidad para medio litro. Su negocio lo tiene en Rocafuerte, Manabí. Foto: Katherine Delgado para LÍDERES
    Jorge Carvajal envasa el agua de coco en botellas de plástico con capacidad para medio litro. Su negocio lo tiene en Rocafuerte, Manabí. Foto: Katherine Delgado para LÍDERES
  • Con café, taguay coco se decoran los diseños de Manabijou

    Redacción Guayaquil

    Hace cuatro años, la manabita María José Zambrano, por curiosidad, compró materiales para elaborar bisutería. Cuando lo hizo, no sabía cómo manejar las pinzas y otros implementos.

    Ella insistió en su idea. Investigó sobre la elaboración de bisutería y se instruyó con libros y videos. Pronto esta actividad “se volvió una pasión”. Sus amigos y familiares empezaron a comprar sus trabajos y surgió la idea de montar un negocio.

    Hoy Zambrano es la propietaria de Manabijou y sus piezas llegan, mediante intermediarios, a compradores en Alemania, Polonia, Inglaterra, Francia, Suiza e Italia. Desde hace un año esta emprendedora se dedica por completo al diseño de semijoyas y creó Manabijou. Para ello, invirtió un capital de USD 8 000 de ahorros personales, que destinó a la compra de materiales.

    La oferta consiste en dos líneas: bisutería y semijoyas. La primera se trata de accesorios elaborados con materiales como piedras naturales y plásticas, de diferentes tamaños, colores y texturas. La segunda se trata de pulseras, collares, anillos… elaborados con plata y otros materiales naturales como granos de café tostado, tagua, coco y caracoles.

    Dos de los ejes más importantes del emprendimiento son la responsabilidad social y la autosostenibilidad, según la joven de 26 años. Por esto, Manabijou trabaja con amas de casa de Manta. De esta manera, Zambrano diseña las joyas y tres mujeres las elaboran.

    El uso de los materiales de manera creativa y elegante, además del buen acabado de las piezas, es lo que más le gusta a la colombiana Lucella Gallego. Ella reside en Manta desde hace un año y cuando viaja a su país natal lleva diseños de Zambrano para regalar o por encargo. “Tienen mucha acogida por su originalidad”.

    Manabijou vende cada mes cerca de 550 piezas de sus dos líneas. Factura unos USD 2 400 mensuales.

    En la promoción ha sido clave la presencia en ferias y eventos nacionales, como el Salinas Fashion Week. Manabijou participó también en la feria Aromas del Ecuador, realizada el mes pasado en Guayaquil. Además, en noviembre participará en una feria artesanal en Cuenca, organizada por el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares.

    Fue en una de estas ferias donde conoció a un empresario que le propuso comercializar sus productos a Europa. También el contacto con agregados comerciales de Ecuador en ese continente resultó clave para Zambrano.

    Otra herramienta de promoción es la página web www.manabijou.com. Por ejemplo, la firma Caza Moda conoció de Manabijou a través de este portal. Esta empresa comercializa prendas de vestir y accesorios a través de catálogos.

    Daniel Cazañas, su gerente general, afirma que decidió incluir los productos de Zambrano en su portafolio, ya que son novedosos. Añade que se venden unas 300 piezas mensualmente.

  • Ecopacific: Un negocio que crece con toda la energía del coco

    Mónica orozco

    Ecopacific quiere «mundializar» el agua de coco. Esta empresa, que hoy factura USD 9,4 millones al año, nació con un refrigerador y 200 cocos.

    «Siempre quise traer el agua de coco a Quito», recuerda el emprendedor manabita y actual gerente de la firma, Kevin Barcia. Así que no lo pensó más, tomó su refrigerador y lo instaló en una cebichería de la capital, para ofrecer pipas de coco que él peló, preparó y empacó.

    Corría el 2003 y Barcia recuerda que fue de pura locura. «Llenamos la ‘refri’ de cocos pelados y en cuestión de una hora terminamos de vender todo».

    Esta experiencia lo animó a diseñar un proyecto para industrializar el producto y ese mismo año nació Coco Freeze, agua de coco embotellada. «Quise unir mi amor por esa bebida, líquido de Dios, con la innovación», comenta el joven empresario de 33 años.

    La marca se expandió entre tiendas de barrio y restaurantes. Y luego se colocó en las perchas de las grandes cadenas de supermercados, farmacias, panaderías, hoteles, cafeterías, entre otros locales.

    Cinco años después, esta iniciativa se fusionó con el negocio de los padres de Kevin, Javier Barcia Mendoza y Nelly Jarre Mieles, que hasta ese entonces se dedicaban a producir y comercializar limón fresco para supermercados y otros.

    A esta sociedad se sumaron más tarde sus dos hermanos y en el 2008 se conformó lo que hoy es Ecopacific.

    Con ello, dejaron de ser productores agrícolas y emprendieron una estrategia de innovación. Ecopacific empezó con agua de coco y limón fresco.

    Pero uno de los valores de la empresa es estar literalmente ‘locos’ por la innovación. «Es una especie de obsesión», dice Barcia. Por ello, sumó nuevos productos hasta que hoy cuenta con 120 ítems agrupados en tres líneas: embotellados (jugos y néctares), producto a granel (frutas y verduras) y la línea de procesados de la marca Horti Listo (frutas y verduras semiprocesadas).

    Entre estos últimos están productos como sambo, zapallo, zanahoria, grosellas, remolacha, entre otras, que se ofrecen listas para preparar o consumir.

    La firma quiere convertirse en el principal aliado de supermercados, tiendas y otros locales en el segmento de perecibles; ser el «casero por excelencia».

    «Nuestro elemento diferenciador es que los productos están listos para consumir. La fruta es un producto difícil de manejar, porque hay temporadas de cosecha y escasez. El trabajo es buscar el mejor producto en el momento de su existencia», indica Gabriela Sandoval, gerenta de Marketing de Ecopacific.

    Entre el 80 y 90% de los insumos de esta empresa son nacionales, gran parte de Manabí. La mayoría de sus proveedores son agricultores (unos 200), a quienes compran de manera directa.

    Los jugos son 100% fruta y no contienen preservantes, colorantes ni saborizantes. La eficiencia en sus procesos y la calidad de los productos les hizo merecedores del reconocimiento como mejor proveedor por tres años en la categoría de perecibles en Supermaxi, y como mejor proveedor en el 2013 en la categoría Frutas y Verduras, del Santa María.

    Rosa Tapia, copropietaria del Market Figazza, que dispone de dos locales ubicados en el norte de Quito, explica que los productos de Ecopacific son de alta rotación en la tienda; en especial, el agua de coco y los jugos de naranja. La firma es su proveedor desde hace dos años.

    «La mayoría de clientes busca estos productos naturales como jugos que, si bien no son preparados ese instante, tienen gran calidad y son naturales», comenta Tapia, que adquiere USD 2 000 por mes en productos de Ecopacific.

    Este año, la firma ecuatoriana busca cubrir 1 200 puntos de venta. Actualmente tienen 575. Para cumplir con la meta, Ecopacific invertirá USD 1,5 millones en ampliaciones y nueva maquinaria. La firma lanzará este año dos marcas Juz (néctares) y Eco-love (bebidas funcionales), explicó Sandoval.

    Además, busca fortalecer el mercado de Guayaquil y hoy desarrolla un plan piloto para ofertar carne de res. «Y así seguir completando el portafolio de perecibles y diversificar más», dice Barcia.