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  • Una herramienta colaborativa y digital contra el covid-19

    REDACCIÓN QUITO (I)

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    Combatir la pandemia de covid-19 solo es posible de manera colaborativa, con una participación activa de los ciudadanos. Bajo esa premisa nació la plataforma tecnológica David19, impulsada por BID Lab, el laboratorio de innovación del Grupo BID.

    La solución tecnológica tiene como bandera que cada persona se convierta en un ‘héroe’ en esta batalla. Se alimenta de datos proporcionados por los propios ciudadanos para ofrecer información sobre el estado sanitario y nivel de confinamiento de una comunidad, y generar un mapa local y global con estadísticas del virus (ciudadanos sanos, con síntomas, afectados y recuperados).

    La iniciativa fue promovida por LACChain, la alianza global para el desarrollo de la tecnología de ‘blockchain’ en América Latina y el Caribe, de BID Lab.

    David 19 se localiza en billeteras móviles, descargables en el celular, en las cuales se puede almacenar distinto tipo de información. Está disponible para Android y próximamente en iOS.
    Marcos Allende, líder técnico de LACChain, explica que la tecnología de ‘blockchain’ funciona por medio de un registro descentralizado de información, con lo cual se elimina la necesidad de confiar los datos en una entidad central. “La seguridad es mucho mayor. Esto ofrece confianza y transparencia”, agrega.

    Los datos de identificación y contacto, que solicita la billetera móvil de David 19, se almacenan únicamente en el teléfono de la persona. “No hay manera de identificarla”, aclara Allende.
    Otros datos como sexo, edad y ubicación aproximada mediante geolocalización (con margen de error de un kilómetro cuadrado), sí se envían. Luego de registrarse, el usuario encontrará un test de síntomas y se le consulta si tiene una prueba confirmada de covid-19. También hay un test de salidas a la calle, que solicita el motivo, la dirección y el tiempo esperado de retorno.

    Esta información permite conocer en qué zonas de una comunidad hay más personas reportadas con síntomas del virus o que hayan resultado positivos, aunque ya se encuentren recuperados, y da un reporte sobre el confinamiento, en tiempo real. “Mientras más personas participen, menor es el margen de error”.

    Alejandro Pardo, especialista principal de BID Lab y líder de LACChain, considera que una fortaleza de esta herramienta es el empoderamiento ciudadano, puesto que esta información no la tiene el Estado, y en un futuro puede ser útil para acceder a servicios públicos o privados.

    La segunda fase de David 19 consistirá en una credencial sanitaria que permita a un tercero acreditar a un ciudadano para que, por ejemplo, pueda retornar a su trabajo. Para ello, se encuentran en conversaciones con el sector corporativo en distintos países.

    El uso de la plataforma se está promoviendo en América Latina, en España y en Portugal. Al momento tiene usuarios en más de 15 naciones. “Es un tema complejo que requiere de mucha tecnología para masificar su uso, pero en todos los espacios a los que vamos, la gente quiere saber más y conocer cómo funciona”, señala Irene Arias, CEO de BID Lab.

    Destaca que el beneficio para la ciudadanía es poder contar con más información en sus manos y tener la oportunidad de ser parte activa de los esfuerzos para controlar la pandemia.

    15 países utilizan la aplicación desarrollada por BID Lab

    BID Lab David 19 funciona con la tecnología de ‘blockchain’, lo que ofrece mayor seguridad a los usuarios. Foto: cortesía
    BID Lab David 19 funciona con la tecnología de ‘blockchain’, lo que ofrece mayor seguridad a los usuarios. Foto: cortesía
  • La economía colaborativa se impulsa en Ibarra

    José Luis Rosales

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    Las instalaciones de la firma Conexiones Coworking, en Ibarra, son como un gimnasio. Así las describe Juan Manuel Mantilla, mentalizador de esta iniciativa de negocios que reúne a diferentes emprendedores de la urbe.

    Se refiere a que los ‘coworkers’, como denominan a los usuarios de este centro de negocios. Ellos pagan cuotas mensuales por las oficinas, como se hace en las salas de acondicionamiento físico.

    La finalidad de esas personas es emprender, innovar y crear.

    Esta iniciativa, que se inició en febrero del año pasado, busca impulsar la economía colaborativa y creativa, explica Mantilla.

    En una vivienda, de propiedad de su familia, se adecuaron espacios para oficinas, salas de reuniones, sitios de estar, entre otros, que comparten los emprendedores para generar ideas y proyectos.

    Fiel a su vocación ecologista, los tres niveles del inmueble fueron remodelados con madera, hierro y cartón de reciclaje. El rediseño duró cinco meses y en ello se invirtieron USD 15 000. La mayor parte provino de un crédito de una institución financiera.

    Conexiones Coworking acoge a profesionales de diferentes disciplinas como diseño, arquitectura, informática, derecho, turismo…

    Para Joselyn López, de Aleph Studio, una firma que se especializa en fotografía, video, diseño y sitios web, este espacio compartido les ha permitido conocer nuevos clientes y establecer un círculo colaborativo con los otros ocupantes del edificio.

    De esta agencia de comunicación también es socio Miguel Avendaño. Los dos creativos han desarrollado ideas para firmas locales como Terminus Burger&Wings, Camino del Sol, Suiton Sushi Bar que, entre otras cosas, buscan posicionar su marca en las redes sociales.

    Los esfuerzos empiezan a dar resultado. Edwin Brito considera a esta estructura como un sitio dinámico. Este arquitecto, que es especialista en restauración de inmuebles con valor histórico y patrimonial, se adaptó a este sistema alternativo de oficinas.

    Él recuerda que cuando instaló su primera oficina, hace 38 años, tenía un espacio de 16 metros cuadrados (m²). Ahora su despacho no sobrepasa los 4 m².

    Sin embargo, este profesional destaca que el sitio es acogedor y compacto, cuenta con todos los servicios y, como beneficio para los inquilinos, tienen servicio de Internet de alta velocidad.
    Conexiones Coworking, además de contar con los emprendedores fijos, busca ser una vitrina para quienes desean emprender y no cuentan con el suficiente capital. Por esta razón, regularmente, se ofrecen talleres de capacitación en diferentes áreas.

    El 17 de marzo próximo se dictará, por ejemplo, un curso completo de Facebook ADS e Instagram ADS. El objetivo es conocer cómo realizar campañas efectivas para los negocios en las redes sociales.

    El coworking también desarrolla ferias de productores y emprendedores. Una de ellas es Café Lunch, una iniciativa que congrega a caficultores.

    El negocio

    Ingresos. Este emprendimiento genera USD 2 000, por concepto del pago de las membresías.

    Alianza. El sitio trabaja con el coworking Impaqto, de Quito. Esto permite a los miembros de Conexiones usar esas instalaciones dos veces al mes.

    Horario. La atención en Conexiones es de 08:00 a 21:00, lo que lleva a que exista un alto número de visitantes.

    Juan Manuel Mantilla instaló en una casa de su familia el primer coworking de la capital de Imbabura. Foto: Francisco Espinosa  para LÍDERES
    Juan Manuel Mantilla instaló en una casa de su familia el primer coworking de la capital de Imbabura. Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES
  • La economía colaborativa trae un nuevo aire para los negocios

    REDACCIÓN QUITO  (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Compartir, intercambiar, hacer un trueque de bienes y servicios, casi siempre apoyados en la tecnología actual. Esos son los principios de la economía colaborativa, una tendencia que llega poco a poco al Ecuador.

    Este nuevo modelo de negocio tiene ejemplos globales como el servicio de transporte Uber o la plataforma Airbnb, que facilita alojamiento en casas particulares. El primer caso lleva seis años conectando a millones de usuarios con miles de conductores independientes a través de una aplicación móvil; su base de operaciones está en San Francisco, EE.UU. y en la actualidad opera en cerca de 70 países.

    Ecuador ya está en su radar. La semana pasada un grupo de ejecutivos de Uber pasó por Quito como parte de una gira por la región.

    En el caso de Airbnb, el negocio está en el alquiler de viviendas o departamentos, también a través de una plataforma tecnológica. Hasta el año pasado sumaba una comunidad de 35 millones de viajeros y estaba valorada en unos USD 25 500 millones.

    En el país, hasta la semana pasada, se contaban alrededor de 300 ‘anfitriones’ de Airbnb que ofertan alquileres en línea en Quito, Guayaquil, Cuenca, Galápagos….

    Con menos de 10 años en el mercado, tanto Uber como Airbnb ya tienen un alcance global e inquietan a modelos tradicionales de transporte y alojamiento.

    Para Ricardo Pérez Garrido, profesor de innovación digital y sistemas de la información del IE Business School, en España, las empresas que se manejan bajo el concepto de economía colaborativa no priorizan los ingresos, ni la cuota de mercado, sino el crear nuevas formas de hacer negocio que tengan impacto social en la comunidad. “Con el uso de la tecnología son capaces de generar un beneficio social introduciendo en el circuito económico bienes,

    servicios y conocimientos que antes eran solo economía informal y muy local. Ahora tienen más alcance y más capacidad de generar ingresos para los que más lo necesitan”.

    Otro de los puntos a favor, según Pérez Garrido, es que los clientes de hoy buscan soluciones más baratas, accesibles y cercanas, por lo que están dispuestos a explorar iniciativas alternativas a las tradicionales. “Desde el lado de las iniciativas hay una buena oportunidad porque aprenden a hacer negocio digital, algo que puede ser clave en el futuro en muchos ámbitos”.

    Pablo Maljuf, coordinador de información digital del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, en México, señala en un artículo publicado en la revista Forbes, que la economía colaborativa se diferencia por “la enorme eficiencia y precisión con la que la tecnología lee e interpreta los ciclos de oferta-demanda (…) y lo más importante es que uno podrá proveer bienes y servicios sin depender de un empleador”.

    En Ecuador un ejemplo de economía colaborativa es Torno, un colectivo de profesionales vinculados con la arquitectura, el diseño, la producción audiovisual, el marketing digital y otras áreas. Carolina Rodas, una de las fundadoras de Torno, asegura que el fin de esta tendencia es crear una sinergia que permita que todos los involucrados ganen.

    Rodas considera que los modelos de negocios deben mutar y que el mundo esta cambiando lo abierto a lo colaborativo. “Ya no se pueden sostener los modelos muy capitalistas, ahora los negocios evolucionan hacia el modelo de compartir. Todo esto es un cambio de mentalidad”.

    La regulación es un tema pendiente para este modelo

    A principios de este año, Adriana Garrido recorrió América Latina, durante cinco meses, y gastó tan solo USD 200 en hospedaje. En la mayor parte de su periplo se alojó en casas de personas asociadas a Coachsourfing, una plataforma basada en el modelo de economía colaborativa que permite a sus usuarios intercambiar el servicio de hospedaje en diversos puntos del mundo.

    Garrido, comunicadora social ibarreña, buscó con dos meses de anticipación las casas a donde llegaría en Colombia, Perú, Argentina, Uruguay y Chile.

    “Este sistema se basa en confianza, si hay algo de temor, en principio, pero fue una buena experiencia (…) uno escoge los lugares a dónde llegará de acuerdo a las calificaciones y comentarios de otros usuarios”, señala .

    En Ecuador, uno de los principales sectores que buscan incursionar en modelos de economía colaborativa es el turístico con servicios de alojamiento. Como ejemplos están Coachsourfing, TripAdvirsor o Airbnb.

    María de Lourdes Linzán, anfitriona de Airbnb en Quito, comenta que lleva cuatro años en la plataforma. “Me ha ido bien, es una oportunidad de conocer otras personas, de ofrecer un servicio y generar un nuevo modelo de negocio. Económicamente es una ayuda”, dice Linzán.
    Esta quiteña comenta que comparte su departamento amoblado con todos los servicios. Recibe a viajeros de EE.UU. principalmente. Por el servicio cobra entre USD 11 y 14 por noche.

    Otras plataformas colaborativas como Uber, el sistema que ofrece servicio de transporte, todavía no han incursionado en el mercado local. Bernardo Montúfar, gerente de Operaciones y Logística para América Latina y el Caribe de Uber, comenta que en Ecuador ya se está empleado este modelo de negocios. Por ejemplo, en Quito y Guayaquil se han creado espacios de ‘coworking’, u oficinas compartidas.

    “Ese es un primer paso, en Ecuador está naciendo la economía colaborativa”, dice Montúfar. El ejecutivo de Uber sostiene que en el país también se han buscado crear aplicaciones parecidas a la de la empresa que representa, que aporten a mejorar la movilidad en ciudades como Quito y Guayaquil.

    Carolina Rodas es la fundadora de la plataforma colaborativa Torno, con base en el norte de Quito. En esta iniciativa trabajan unas 20 personas que ofrecen servicios de edición de video, diseño audiovisual, marketing digital, diseño gráfico, muralismo, arquitectura y comunicación.

    Rodas explica que este modelo colaborativo es una economía basada no solo en el capital, sino también en el trueque. “Se canjean servicios por servicios y ya no se necesita la presencia de una parte monetaria, se aporta con conocimiento y experiencias profesionales”.
    Sin embargo, este modelo de negocios todavía tiene retos y debe enfrentar críticas. Por ejemplo, Uber ha sido blanco de protestas a escala mundial: los casos registrados fueron en Argentina y Chile.

    En Ecuador, la plataforma de Airbnb también es criticada desde el sector hotelero, cuyos representantes exigen que se regule su actividad.

    Sebastián Díaz, gerente de Marketing de Start-Up Chile, uno de los programas que más invierte en iniciativas de economía colaborativa a escala regional, sostiene que uno de los principales retos que afronta el modelo es el marco legal, que tiene vacíos ante estas nuevas propuestas. “Todos los modelos disruptivos, en la historia de la humanidad, han generado rechazo, debemos adaptarnos a estos cambios y comenzar a generar los marcos regulatorios a estos cambios”, dice Díaz.

    Otro de los inconvenientes que debe sortear este tipo de iniciativas es el modelo de negocios. Carolina Rossi es la fundadora de Yeba.me, una aplicación chilena de ‘carpooling’ (auto compartido) que salió del mercado la semana pasada porque no era rentable.
    Hace dos años, para desarrollar la aplicación, Rossi trasladó su base de operaciones a Irlanda, donde también tienen sede firmas como Facebook y Google. Sin embargo, “no lograron hacer un modelo de negocios sostenible”, dice Rossi.

    Las lecciones que dejó Lleba.me a la emprendedora es que se deben buscar servicios o productos que sean “muy transaccionables y que desde el primer día que inicia la empresa se debe buscar un modelo sostenible”.

    Brasil y Argentina, los que más aprovechan

    Para 2025, PwC estima que estas empresas lograrán ventas por USD 350 000 millones, igualando el conjunto de ventas de las firmas de arriendos de autos, películas, libros y maquinarias y de los hostales y servicios de cama y desayuno .

    En la región, Brasil es el líder de América Latina en iniciativas de economía colaborativa, en respuesta a su actual contexto económico y a la entrada de empresas internacionales que facilitan la confianza y el conocimiento de los clientes, según el informe “Economía colaborativa en América Latina”.

    El estudio, elaborado por la escuela de negocios IE Business School en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo y el Ministerio de Economía y Competitividad español fue presentado a principios de este mes en Madrid (España).

    De las iniciativas analizadas en el informe, el 32 % fueron fundadas en Brasil, por delante de Argentina y México, con un 13 % en ambos casos, y Perú, un 11 %.

    Los principales sectores en los que operan estas nuevas empresas son servicios para empresas (26%), transporte (24%) y alquiler de espacios físicos (19%).
    De acuerdo con el estudio, los tipos de sectores predominantes en las actividades de las iniciativas actuales sugieren una realidad donde los principales compradores son empresas que buscan acceso a servicios y espacio por un lado, y particulares buscando eficiencia en transporte y alojamiento.

    Chile es otro país que la región que busca incentivar este tipo de negocios. En esa país, esa misión ha recaído especialmente en la Corfo -organismo dependiente del Ministerio de Economía- y en particular en el programa Start-Up Chile. Según datos de ese organismo, desde su creación en 2010 han apoyado a un total de 36 empresas que caen dentro de la categoría de economías colaborativas. Se calcula que se han desembolsado cerca de un millón de dólares.

    Sebastián Díaz, gerente de Marketing de Start-Up Chile, comenta que en la región todavía es complicado hablar de un impacto real en la economía por parte de este tipo de negocios porque “todavía son pequeños y recién están empezando a marcar tendencia”.

    Carolina Rossi, quien tiene experiencia en este tipo de negocios en Chile y Brasil, comenta que hace tres años, no se tomaba en serio a la economía colaborativa en la región y que ahora se puede ver que es algo real que tiene impacto. Además, añade, que estos negocios obligan a que las empresas tradicionales sean más creativas con sus ofertas.

    “La economía colaborativa se está dando en todos los ámbitos, pero en la región ha tenido un fuerte impacto en los servicios de alojamiento y transporte”, dice Rossi.
    El estudio del IE Business School destaca que en Latinoamérica más de la mitad de los proyectos colaborativos (64%), tiene menos de 10 participantes, mientras que solo el 7% emplea a más de 101 personas.

    Los objetivos mayoritarios de los encuestados son, según el informe, crear nuevas formas de economía (69 %), mejorar la calidad de vida (53 %) y recuperar la economía local (50%).
    De un total de iniciativas, la mayoría fueron creadas en los últimos cinco años, por lo que, según el informe, se trata de un mercado muy joven.

    “La economía colaborativa está todavía en su infancia”, pero el mercado seguirá creciendo gracias a iniciativas locales y similares a las que existen en el ámbito internacional, manifestó el profesor del IE Business School Ricardo Pérez.

    Pérez sostiene que la economía colaborativa presenta enormes oportunidades para las economías en desarrollo, desde el punto de vista de optimización de recursos, generación de empleo, y generalización y maduración del uso de tecnologías más ligadas al contexto socioeconómico real que a una globalización forzada.

    Torno es una plataforma colaborativa que funciona en Quito. Diseñadores, arquitectos, productores de video y otros profesionales comparten ideas, un espacio físico, gastos, etc. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Torno es una plataforma colaborativa que funciona en Quito. Diseñadores, arquitectos, productores de video y otros profesionales comparten ideas, un espacio físico, gastos, etc. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Torno apuesta a la economía colaborativa

    redacción quito (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La economía colaborativa es un concepto que empieza a desarrollarse más en Quito. Compartir gastos, trabajar en equipo, asesorar a terceros son algunas de las características de esta tendencia. Un ejemplo de esta actividad se encuentra en el norte Quito, en el mismo sitio donde funcionó, hasta hace un par de años, un taller metalmecánico.

    Un galpón de 240 metros cuadrados de construcción es hoy en día la sede de Torno, un colectivo de profesionales que aplican la economía colaborativa, como eje de trabajo, así como de desarrollo profesional.

    “La ideología colaborativa, el trueque y el acolite son los conceptos que marcan a quienes integramos Torno”, señalan Carolina Rodas y Felipe Donoso, dos arquitectos que estudiaron una maestría en España y que antes de sus estudios de especialización ya tenían en mente un espacio colaborativo.

    En el 2013, Rodas y Donoso se conocieron en el país europeo. Allá, vieron espacios donde profesionales compartían gastos y trabajo. Estos sitios surgieron por la crisis económica y hoy se replican a escala global. Al regresar a Ecuador, decidieron crear un espacio similar en Quito.

    En el camino conocieron a Jaime Villarroel, diseñador de profesión; en julio del año pasado, la idea fue tomando forma. “Buscábamos un sitio céntrico, bien ubicado y con fácil acceso al transporte público. Así, encontramos un galpón y lo alquilamos”, cuenta Donoso.

    Para adecuar el lugar invirtieron cerca de USD 16 000. Se usaron materiales reciclados y se combinaron con diseños de corte industrial, espaciosos y prácticos. Al mismo tiempo los arquitectos y el diseñador empezaron a buscar interesados que encajen en el proyecto y para septiembre del 2014 Torno abrió sus puertas; muebles de madera y metal, separaciones de vidrio y grandes tragaluces dan un toque distintivo al lugar.

    Hoy, esta iniciativa agrupa a profesionales de arquitectura, diseño, producción audiovisual, desarrollo web, marketing on line, fotografía, muralismo y comunicación. Rodas explica: “Siempre buscamos gente que complemente a los que estamos en esto. Aquí se maneja mucho el trueque: alguien diseña, otros se encargan de desarrollar el sitio web, otro se encarga de promocionar, etc.”.

    Los responsables de este espacio son directos al explicar su filosofía. “Somos profesionales independientes y vivimos de lo que hacemos. Torno es un proyecto sin ánimos de pérdida que fue creado como una plataforma colaborativa. Creemos en el trabajo de gente joven y no trabajamos con banderas de por medio”, indican Rodas y Donoso.

    Los profesionales que son parte de esta iniciativa tienen edades que oscilan entre 25 y 35 años. De ser necesario los equipos de trabajo se unen para sacar adelante proyectos como colectivo. Villarroel hace una aclaración: no es lo mismo coworking y trabajo colaborativo. “En nuestro caso, nos manejamos con los dos conceptos, pero la dinámica interna es colaborativa”, insiste este diseñador.

    Jaime Villarroel, Carolina Rodas, Felipe Donoso y Carla Chávez son parte del equipo que maneja Torno. Foto: Patricio Terán / LÍDERES.
    Jaime Villarroel, Carolina Rodas, Felipe Donoso y Carla Chávez son parte del equipo que maneja Torno. Foto: Patricio Terán / LÍDERES.
  • La economía colaborativa despierta recelos en el sector turístico mundial

    Agencia EFE

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    El alquiler de coches y viviendas entre particulares a través de internet está revolucionando el turismo al ampliar la oferta y rebajar los precios, pero despierta recelos en el sector, que critica la competencia desleal y los menores estándares de calidad.

    Los efectos de la llamada economía colaborativa son cada vez más evidentes con el éxito de empresas como Airbnb, 9flats, Blablacar o Uber y uno de los temas más comentados en la ITB, la mayor feria de turismo del mundo, que desde el martes 3 y hasta el domingo 8 de marzo reúne en Berlín a 10.000 expositores de 186 países y a más de 100.000 visitantes profesionales.

    El secretario general de la Organización Mundial de Turismo (OMT), el jordano Taleb Rifai, aseguró en una ponencia en este encuentro empresarial que «el consumo colaborativo está dando lugar a nuevos modelos de negocio, ya que las personas han encontrado nuevas formas de obtener beneficios compartiendo lo que tienen, ya sean bienes inmobiliarios o vehículos».

    No obstante, atento a las suspicacias de su audiencia, compuesta mayoritariamente por representantes del sector privado, subrayó además los riesgos que percibe el sector ante esta tendencia en auge.

    «Si bien debemos congratularnos por esta innovación, también debemos subrayar la necesidad de que el sector encuentre soluciones progresivas para salvaguardar los derechos de los consumidores y las normas de calidad y garantizar un terreno de juego neutral en el que todas las empresas puedan competir y prosperar», agregó Rifai.

    Pese a los recelos, la tendencia parece imparable, como expuso hoy en una conferencia en la ITB April Rinne, experta en economía colaborativa: «En seis años, Airbnb ha alcanzado lo mismo que Hilton tardó 93 años» en lograr. La organización de la ITB es muy consciente de la creciente importancia de la economía colaborativa y las nuevas tecnologías en el sector turístico, como lo demuestra el hueco que se le ha concedido a este tema en los distintos foros organizados en el marco de la muestra y también físicamente, en los pabellones.

    Unas 170 compañías tecnológicas están presentes en la feria, desde gigantes globales como el buscador chino Baidu y la red social de turismo Trip Advisor a pymes emergentes, como Qaribu, que se presenta como la primera agencia de viajes «social».

    Esta iniciativa, de origen suizo pero con desarrollo informático chileno, ofrece la posibilidad de organizar viajes de forma colaborativa, comentar destinos e incluso comprar trayectos combinados con sólo un ‘click’, según explicó a Efe Oliver Köhlenbeck, uno de sus fundadores.

    Otras aplicaciones informáticas promocionadas en la ITB ofrecen servicios para la gestión de hoteles, pagos «online» seguros, guías de viajes en aplicaciones para teléfonos «inteligentes» y redes sociales para opinar sobre hoteles y restaurantes.

    Un bus con turistas pasa junto a un taxi en La Habana (Cuba). Foto: EFE
    Un bus con turistas pasa junto a un taxi en La Habana (Cuba). Foto: EFE
  • La ‘economía colaborativa’ reformula el mercado mientras crecen quejas

    AFP

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    ¿Quieres ganar algo de dinero extra llevando a extraños en tu coche, cuidando el perro de otra persona, alquilando tu apartamento o cocinando? Bienvenido a la economía colaborativa.

    Con aplicaciones de internet y servicios como Uber o Airbnb puedes ganar algo de dinero a la vez que el consumidor ahorra. Así que, ¿todos ganan? Esta es la pregunta del millón.

    El aumento de las personas que comparten casa, coche y otros servicios ha transformado modelos económicos. Sin embargo las quejas crecen a la par, porque estos servicios no se acogen a las reglas de seguridad, protección del consumidor y derechos laborales.

    No obstante, algunos economistas aseguran que este modelo ofrece grandes ventajas aprovechando recursos inutilizados. La economía colaborativa «puede mejorar el bienestar del consumidor ofreciendo innovaciones, más opciones, servicio diferenciado, mejores precios y mayor calidad de servicio», según un estudio de la universidad George Mason.

    El investigador Christopher Koopman, autor del informe de George Mason, dijo que la economía colaborativa «permite a las personas tomar un capital improductivo y convertirlo en fuente de ingresos«.

    «Las personas están aprovechando habitaciones, automóviles, herramientas que no usan y se convierten en empresarios», precisó. No hay una definición oficial de economía colaborativa. Algunos incluyen los servicios en línea como los de Instacart y Postmates, plataformas como Peerby o DogVacay, para el cuidado de mascotas, y el servicio de baños Airpnp.

    El estudio indica que hay cinco segmentos en la economía colaborativa: finanzas, contratación de personal en línea, alojamiento, autos compartidos y streaming de video y música. Se estima que, sumados, alcanzarían 335.000 millones de dólares en 2025. En la actualidad representan USD 15 000 millones.

    «Algunas industrias, como los taxis y los B&B (alojamientos con desayuno), se transformarán por completo. Mientras que otras, como los servicios financieros, se verán afectadas ligeramente. Esto es parte de la ‘revolución tecnológica‘, así como una nueva regla«, añadió Koopman.

    ¿Innovando o rompiendo las reglas?
    Uber es la plataforma más conocida de la economía colaborativa; alcanza USD 40 000 millones de dólares y está presente en más de 200 ciudades en 54 países.

    Pero otros servicios similares como Lyft y Sidecar han despertado las protestas de los conductores de taxis, que se quejan de que los nuevos competidores no tienen que someterse a las mismas exigencias que ellos para obtener una licencia o el seguro, lo que les convierte en competencia desleal. Airbnb, plataforma líder en hospedaje colaborativo, ha despertado quejas similares en el sector hotelero.

    Pero la aplicación se esforzó por recaudar impuestos en algunos locales. Dean Baker, economista del Centro para Estudios Económicos y Políticos de Washington, aseguró que estos actores no pueden prosperar porque no juegan con las mismas reglas.

    «No tiene sentido regular un sector y que haya otro en el que no se apliquen las reglas», advirtió a la AFP. Baker añadió que el servicio de auto compartido es el que despierta mayor preocupación ya que compite contra taxis, que tienen que lidiar con restricciones de licencias en la mayoría de las ciudades. «Hay una cuestión de justicia», dijo Baker. Si las ciudades quieren permitir que cualquiera conduzca, deberían recomprar las licencias» de los taxis, agregó. 

    Maria Lourdes Linzan alquila una habitación de su departamento a extranjeros a través del programa Airbnb. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO.
    Maria Lourdes Linzan alquila una habitación de su departamento a extranjeros a través del programa Airbnb. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO.