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  • Diseño y colores autóctonos son su marca distintiva

    Redacción Quito

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    Cuando decidieron emprender su negocio tenían claro que debía tener dos puntales: basarse en comercio justo y que su canal de distribución sea las redes sociales.

    Michelle Pérez, graduada de ciencias políticas y relaciones internacionales, y Paúl Dávila, comunicador digital, escogieron las características de los nuevos negocios: que su base sea Internet que permite ahorrar costos y que tenga un impacto social.

    El origen del negocio se remonta a un viaje que los jóvenes realizaron a Montañita (Santa Elena). En la playa se encontraron con un comerciante de botas y zapatos muy coloridos. Wilmer Pérez, un artesano riobambeño, manufactura el calzado junto con su familia y lo distribuía en el balneario.

    Pérez cuenta que el artesano en principio elaboraba carteras y luego probó con calzado. Sus productos tuvieron éxito y poco a poco los fue perfeccionando.

    El artesano creo diferentes líneas de zapatos y botas y sus creaciones se basan en tejidos con diferentes diseños y tonos vivos.

    Los dos jóvenes emprendedores decidieron iniciar su negocio en septiembre del año pasado, con la expectativa de conseguir buenas ventas en la temporada navideña. Para arrancar invirtieron unos USD 3 000 con los que adquirieron 300 pares de zapatos, principalmente botas.
    Las ferias artesanales y de diseño que se realizan en la ciudad también han servido de plataforma de promoción para la naciente marca quiteña.

    Así nació Capivara, una marca que busca reflejar la diversidad del país a través del animal típico de la Amazonía.

    Gracias a las ventas, los jóvenes adquirieron un ‘stock’ de 500 pares de zapatos más para su comercialización, pero en esta ocasión los diseños tienen un concepto más veraniego, pensando en la próxima temporada.

    Por las ventas desde septiembre, Capivara facturó unos USD 5 000. Los precios de los zapatos oscilan entre los USD 28 y 44.

    Los canales de distribución también se han ampliado. Facebook ya no es su única vitrina y también consignan su producto a tiendas turísticas de la Quito.

    Entre los proyectos de Capivara está consolidar la marca y exportar sus productos.
    Michelle Novillo, quien estudia un diplomado sobre migración en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), adquirió un par de botas de Capivara en diciembre del año pasado.

    Ella comenta que actualmente usa las botas, al menos, tres veces por semana debido al invierno y las bajas temperaturas de la Sierra. Novillo destaca su comodidad y sobre todo el estilo del calzado.

    Paúl Dávila y Michelle Pérez, compañeros desde el Colegio Rudolf Steiner,  son los fundadores de Capivara. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Paúl Dávila y Michelle Pérez, compañeros desde el Colegio Rudolf Steiner, son los fundadores de Capivara. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Tallarines de colores para todos los gustos

    Redacción Quito

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    Una pequeña máquina fue el inicio del emprendimiento denominado Alivier, que se encarga de la elaboración de tallarines artesanas y de sabores.

    Su propietario se llama Santiago Velasco, un joven de 17 años, que decidió levantar este negocio para alimentar bien a las personas.

    El emprendimiento nació el año pasado y desde el principio Velasco luchó para mejorar su producción. Su primera idea fue mezclar verduras y hortalizas como la remolacha, albahaca, espinaca y otras en la pasta. El sabor quedó espectacular, dice con orgullo.

    Este oriundo de Alangasí recibió un ‘empujón’. Recuerda que fue un regalo de Navidad, que le hizo su hermana desde Argentina como un regalo.

    El presente llegó en el momento indicado, ya que Velasco estaba a punto de terminar su carrera de Ingeniería en Alimentos. “Fue una buena oportunidad para empezar a trabajar”. Y lo hizo.

    Al principio repartió el producto entre sus familiares. Luego, empezó a la comercialización de sus tallarines artesanales.

    “La pasta comercial de los supermercados es de huevo por lo que el plus de mi negocio es mezclar con productos nutritivos”.

    La inversión de este emprendimiento no fue excesiva. Empezó con USD 80 para la maquinaria, la harina y otros materiales.

    Velasco tiene una ventaja porque tiene una pequeña huerta, en la que obtiene las hortalizas o las verduras. Eso garantiza que el producto sea totalmente natural.

    Los precios de los artículos de este joven emprendedor son económicos. Una funda de 400 gramos cuesta USD 2 y las ventas suman los 50 semanales. “Quiero que mi producto llegue a más personas y que se alimenten correctamente”.

    Por ahora Velasco comercializa su producto dentro de su parroquia Alangasí y bajo pedidos, que se pueden realizar a su número 099 658 1837.

    Este emprendedor ha recibido muestras de apoyo dentro de su localidad para que mejore sus ventas. Desde la Junta Parroquial se indicó que es necesario fortalecer el apoyo a los emprendedores de esta localidad para que puedan salir adelante.

    Henry Quimbiulco, vicepresidente de la Junta, señala además que se deben ampliar las ferias de emprendimientos para que se muestre a estos talentos. “El ingrediente más importante es levantarse y hacer algo, muchas personas tienen ideas, pero solo algunas como Santiago deciden cristalizarlas hoy”.

    Mariana Gómez es una pobladora de una localidad vecina, quien probó estos tallarines. Le gustaron porque tienen un sabor agradable por la mezcla con las verduras y las hortalizas.
    Además, sostiene que es una buena alternativa para los niños porque el alimento llama la atención por su color y sabor.

    A pocos días de acabar el 2016, este emprendedor se propuso nuevas metas, que están relacionada con ampliar el volumen de producción de su colorida pasta.

    Lo primero que hará es mezclar nuevos productos como la harina de trigo con la de arveja. Esto le dará un nuevo sabor, es decir, más alternativas para los comensales.
    Su siguiente propósito para el año que viene es ampliar su producción, ya que su hermana, quien le dio el impulso inicial, le regalará una nueva máquina industrial para que su producción sea mayor.

    El alangaseño tiene expectativas y cumple uno de sus sueños más anhelados: tener un negocio propio, que abra las puertas a nuevos emprendedores y que ayude a que las personas se alimenten de forma nutritiva y saludable.

    Santiago Velasco combina hortalizas, verduras, harina y las transforma en deliciosos tallarines.  Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
    Santiago Velasco combina hortalizas, verduras, harina y las transforma en deliciosos tallarines. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
  • Los colores de sus rosas son el plus de este proyecto

    Redacción Quito

    Rosas color negro, turquesa, fucsia o incluso con los tonos distintivos de equipos de fútbol es la propuesta de Kuyani. El emprendimiento tiene una consigna: “ofrecer sentimientos que perduren en el tiempo”, explica Guillermo Campoverde, uno de los socios del proyecto.
    Para dar vida a la propuesta, Campoverde se unió a María Fernanda Troya y Gabriela Pijal, quienes son sus socias.

    Kuyani, palabra quichua que significa sentimientos, propone “inmortalizar” el aroma y la forma de la rosa, hasta por cinco años. Esto se realiza a través de un proceso químico, considerado el ‘know how’ del emprendimiento. También, tinturan la flor de acuerdo al gusto del cliente.

    La iniciativa surgió en octubre del año pasado, cuando los tres jóvenes se conocieron durante sus clases de maestría en Administración de Empresas en la Universidad de las Américas (UDLA), ubicada en el norte de Quito.

    María Fernanda Troya, de 30 años y quien de manera paralela trabaja en una empresa de flores, señala que vio potencial en este proyecto por la calidad de las rosas ecuatorianas. Por eso propuso a sus compañeros darle un toque distinto a esta flor: “vendemos sentimientos”, dice.

    La primera etapa para dar vida a Kuyani consistió en elaborar un plan de negocios. Este contiene las estrategias que les permiten diferenciarse de la competencia, como la personalización de los diseños en las rosas y las cajas de madera (empaques) en las que se entrega el producto, señala Gabriela Pijal.

    Luego de definir esta parte, los emprendedores buscaron a proveedores de los insumos, es decir, las rosas y las cajas de madera.

    Patricio Malquín trabaja en una floricultora en Cayambe y se encarga de proveer de 150 botones quincenales a Kuyani. Él explica que la rosa eternizada tiene una textura más fina por lo que es fácil pintarla y perennizar su aroma.

    Las rosas se entregan en la planta procesadora de Kuyani, ubicada en Conocoto (nororiente de Quito). Aquí se las limpia, “inmortaliza” y pinta al gusto del cliente. Al final, se les pone un químico para que perdure su aroma.

    De manera paralela, los socios del emprendimiento elaboran las cajas de manera para la entrega. Desde abril de este año iniciaron con la venta de cinco a 10 rosas decorativas. Pero a la fecha llegan a producir 30 diseños por día.

    Franklin Andrade es comerciante particular. Él señala que ubicó a Kuyani por unos familiares y compró 24 rosas para venderlas en EE.UU. Afirma que el producto llamó mucho la atención por la calidad y la firmeza, pese a la tintura.

    Para la entrega de las rosas, los emprendedores trabajan con una empresa privada que distribuye el producto a escala nacional. Los canales de comercialización son las redes sociales.

    Para finales de este año, Kuyani implementará estrategias. La primera es posicionar el producto, en especial, la rosa ‘rainbow’, con los colores del arcoíris. Otro de los proyectos es comercializarlas en el mercado de EE.UU.

    María Fernanda Troya, Gabriela Pijal y Guillermo Campoverde dieron vida al emprendimiento Kuyani. Foto: Galo Paguay/LÍDERES
    María Fernanda Troya, Gabriela Pijal y Guillermo Campoverde dieron vida al emprendimiento Kuyani. Foto: Galo Paguay/LÍDERES
  • Ella viste a los pisos con hojas y pétalos de colores

    Redacción Quito

    Alfombras, cojines y pufs hechos con pétalos y hojas de tela, muebles, así como carteras y accesorios elaborados con plumas, cuerina, felpa… son parte de los artículos que produce y oferta Poma Rosa, un negocio que crea diseños exclusivos, funcionales y decorativos.

    La iniciativa surgió hace dos años con trabajos realizados a mano comenta Marcela Amoroso, diseñadora y propietaria de esta microempresa. Ella recuerda que las primeras creaciones fueron prueba y error, porque comenzó desde cero con la técnica para confeccionar alfombras con tela. En esa etapa contó con el respaldo de sus papás y de su esposo.

    Luego de obtener los primeros pedidos, Amoroso invirtió USD 400 en una máquina de coser y en telas.

    Hoy, Poma Rosa maneja dos líneas: una de decoración y muebles y otra de accesorios. De esta última saca cuatro colecciones al año y participa en eventos de moda como el Designer Book y en exposiciones en Nueva York, EE.UU., a través de un contacto que reside en ese país.

    En su taller ubicado en Tumbaco (oriente de Quito) trabajan siete personas en la confección de artículos que se venden en la capital, Guayaquil, Cuenca, Manta, Machala y otras ciudades.

    A pesar de no contar con un almacén, Amoroso comenta que distribuye los artículos de Poma Rosa a locales de decoración y moda, en esas urbes.

    También está presente en ferias como la del Mercadito de Samborondón, el Gran Bazar, desfiles de modas, Facebook y especialmente a través del boca a boca. Jennifer de Larrea conoció el trabajo de Poma Rosa por un familiar. Ella adquirió dos alfombras, cojines y una cartera, productos a los que describe como originales. “No es un producto que lo veas en cualquier parte, son versátiles en los colores”.

    Según Ana María Pasquel, las alfombras son novedosas. Esta clienta conoció de Poma Rosa en diciembre en una feria en Tumbaco; vio la oferta y pidió una alfombra café oscura con hojas de maple. Este artículo lo recibió en una semana.

    Para fabricar sus diseños, Amoroso utiliza materiales como seda, lana, cuero, organza, poliéster… En Almacenes José Puebla (Quito), la emprendedora compra entre USD 200 y USD 500 de tela carola al mes. Amoroso se provee de material en este local desde enero del 2011, según Isabel Zúñiga, administradora. Entre los colores que adquiere están fucsia, naranja, café, azul, rojo y negro.

    Las alfombras aún son su producto estrella. Su precio está entre los USD 160 y 280 el metro cuadrado, dependiendo de los materiales. Su última inversión fue en agosto pasado: con USD 3 000 adquirió nueva maquinaria para su taller.

  • Afrostilo marca la diferencia en la moda

    Redacción Quito. Contenido Intercultural

    ¿Se imagina camisetas estampadas con rostros de personalidades del mundo y caricaturas estilo afro? Pues existen y son diseñadas por Afrostilo. Este es un negocio de confección de prendas de vestir que forma parte de la organización social Cadena Solidaria, conformada en un 80% por ciudadanos afro. Allí participan ciudadanos de diferentes generaciones en actividades culturales, comunitarias y emprendimientos.

    Afrostilo surgió en el 2013 y fue presentado en un concurso organizado por la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) sobre ideas de negocio, en el que este negocio obtuvo el primer lugar.

    Desde el año pasado, la empresa contaba con maquinaria de segunda mano para la fabricación, aunque no la utilizaban. Hace cuatro meses, el negocio se hizo realidad gracias a la apertura de un punto de confección y de comercialización ubicado en la zona de Carapungo.

    Una inversión de USD 10 000 permitió todo ello. El dinero provino de la autogestión de la organización, a través de la realización de ventas solidarias, conciertos, entre otros puntos.

    Geovanny Cevallos, gerente general del emprendimiento, explicó que la idea surgió por la necesidad de encontrar ropa que les permitiese sentirse identificados con la forma de ser y la cultura afro.

    «Empezamos con camisetas con una temática diferente. Por ejemplo, tenemos estampado a Fidel Castro afro. También hacemos vestidos, calentadores ‘baggie’ (ajustados en los tobillos y anchos en las rodillas), etc. Nos basamos en la moda ‘swag’, que viene desde los raperos».

    El empresario asegura que a la gente afro le gusta vestir diferente y por eso diseñan cortes no tradicionales, fuertes, con diferentes estampados entre los que está el ‘animal print’. Para la fabricación utilizan, además, telas como denim (jean), lino, piqué, entre otros.

    El desarrollo de estos productos está a cargo de ocho personas. Durante el primer mes de funcionamiento, Afrostilo vendió USD 400 y en el último mes, un total de USD 1200. Las ventas no solo se realizan en el local sino también en tiendas de estilo urbano como Ink da house.

    Freddy Tenorio, propietario de este local ubicado en el sector de La Mariscal (centro), dice que la ropa de Afrostilo se encuentra en su negocio desde hace tres semanas y ha tenido importante acogida del público. Incluso, hay algunos artistas del género urbano a quienes les ha gustado la ropa y quieren buscar a los fabricantes para conocer más diseños y adquirir prendas que desarrollen en ese negocio.

    Tenorio considera «único» este emprendimiento, porque en el país no se había desarrollado ropa que resalte la cultura del pueblo afro.

    De hecho, esta iniciativa también ha sido reconocida por otros sectores como la Asociación de Empresas del Norte. Cevallos explicó que con el apoyo de este gremio crearán una página web. Por su parte, con la UTE, busca trabajar en el diseño de catálogos de ropa. Por ahora, tiene 25, hechos de forma artesanal.

    Oferta y demanda

    Los precios. Una camiseta cuesta USD 20, mientras que los calentadores ‘baggie’, hasta USD 40. La firma también puede personalizar los productos, según los pedidos.

    Gestión. La organización a la que pertenece el negocio busca lanzar otro emprendimiento como el de dulces propios del valle del Chota.

  • Química Suiza Industrial, la industria se respalda en sus insumos especializados

    Mónica Orozco. Redacción Quito / LÍDERES

    Puede que el color de su jean o de su saco favorito se haya desarrollado en uno de los laboratorios de Química Suiza Industrial del Ecuador QSI S.A. Este es solo un pequeño ejemplo de las líneas de negocio de esta empresa.

    Por 20 años, esta firma funcionó como una unidad de negocio de la empresa Quifatex, pero en junio del 2012 sus máximos directivos decidieron que era hora de convertirla en empresa. «Lo que se buscaba es generar un mayor crecimiento», explica Hugo López, gerente general de QSI.

    La empresa provee de insumos especializados a la industria textil, agrícola, alimenticia, y a los sectores de la construcción, veterinario, agrícola y ganadera. Además, fabrica cintas adhesivas (de embalaje, por ejemplo).

    La empresa (que forma parte del grupo Quicorp, el cual tiene presencia en Latinoamérica), genera en la actualidad 157 empleos en el Ecuador. «Para la industria textil, por ejemplo, producimos el tinte que necesita para incorporar el color de moda a la prenda», explica el Gerente general.

    Para ello, la empresa cuenta con un laboratorio de espectrofotometría, que permite, entre otras cosas, medir el color, señala Wilmer Carrera, jefe del Departamento Textil de esta empresa.

    «Tradicionalmente, Ecuador ha sido un país que copia la moda, pero hoy por hoy nosotros hacemos propuestas para la industria textil, para crear nuestra propia moda. Hoy estamos en capacidad de proponer tendencias de color para el verano, para el invierto, etc.», indica Carrera. Este trabajo lo hace incluso para prendas como sombreros de paja toquilla.

    Jorge Cerón, jefe de Planta y Producción de Textiles del Pacífico, adquiere insumos por USD 20 000 y 30 000 mensuales a QSI, según la temporada. «Trabajamos más de 13 años y se han mantenido como proveedores por tener productos de excelente calidad», señala.

    Desde hace cuatro años se apoyan en QSI para, con sus insumos, producir de telas inteligentes (con filtros UV, antibacteriales, retardantes al fuego, etc.).

    Además de esto, la empresa oferta saborizantes, ciertos conservantes o aditivos para, entre otros, darle mejor contextura a un producto alimenticio; aditivos, para mejorar las mezcla de concreto para la construcción, entre otros.

    La oferta también incluye mezclas alimenticias para el sector veterinario, para el cliente de los nichos ganadero y avícola. «Hacemos formulaciones propias y personalizadas, por el tipo de cliente, en función de lo que necesite adicionar a la alimentación de los animales. Por ejemplo, fórmulas que tienen vitaminas, minerales o nutrientes para mejorar la dieta del animal», comenta López.

    La firma importa estos insumos, pero también tiene procesos de transformación local de estas materias primas. Entre el 30% y 40% de la oferta de productos se transforma localmente.

    Este porcentaje crecerá desde el primer trimestre del próximo año, explica López, pues abrirá una planta de premezcla de alimentos.

    En ello invertirá entre USD 500 000 y 700 000. Con ello, la empresa también busca aumentar el componente local de los insumos para la industria. Actualmente, este varía de entre el 30 y el 50%, según el producto. Por ejemplo, en la producción de cintas autoadhesivas puede llegar al 50%, explicó López.

    Para el 2020, la meta de la empresa es duplicar sus ventas. La estrategia principal es aprovechar las oportunidades que ofrece el cambio de la Matriz Productiva que promueve el Gobierno.

    López considera que el crecimiento de la empresa y su diversa oferta se explica por el lema que guía a la firma. «Conocemos . Solucionamos». Es decir, conocer la necesidad del cliente y ofrecerle soluciones, señala el ejecutivo.

    El mercado de QSI

    El capital de la firma. Química Suiza Industrial del Ecuador QSI S.A. es una empresa de capital suizo-peruano.

    Clientes. La empresa cuenta con un portafolio de unos 8 000 clientes.

    Diversificación. Una de las últimas líneas que incorporó la firma son los productos para la seguridad industrial. Disponen de una alianza estratégica con Kimberly Clark, para ofertar y distribuir los productos (guantes, mascarillas, entre otros de esta multinacional) a sus diferentes clientes.