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  • Ella sacó adelante una cadena de comida típica en Guayaquil

    Evelyn Tapia (I)
    etapia@elcomercio.com

    Cuando la guayaquileña Bella Sol Herrera entró a trabajar como salonera en el restaurante Sandri, en el antiguo Aeropuerto Simón Bolívar de Guayaquil, su plan era permanecer ahí por algunos meses, “hasta ahorrar dinero y poner un gabinete de belleza”.

    Pero en el transcurso de 10 años, Herrera ascendió a supervisora, luego a administradora, asistente de gerencia y terminó siendo gerenta del negocio, propiedad de Rafael Naranjo.
    “Me encantó tener trato cercano con el cliente, me di cuenta que esto de los restaurantes es lo mío”, cuenta esta emprendedora que en el 2003 abrió su propio restaurante con su amigo, el chef Francisco ‘Panchito’ Calderón (+).

    En el patio de comidas del Malecón Simón Bolívar, en el centro de Guayaquil, Calderón y Herrera montaron el restaurante Tenedor de Oro, con una inversión de USD 20 000. Su oferta: comida típica de las tres regiones del país.

    Entre risas, Herrera recuerda que consiguió el dinero por partes. “Iba donde algún familiar y le decía: ‘Préstame USD 20 000’ y ellos asustados me decían: ‘no tengo, puedo darte unos USD
    2 000’. Así fui reuniendo”.

    Desde entonces se han abierto seis locales en Guayaquil y uno en el cantón Villamil, Playas. El local más visitado es el del centro comercial de la Terminal Terrestre de Guayaquil y el más reciente es el que abrieron en el 2013, en el centro comercial Mall El Fortín.

    Con la llegada de nuevas franquicias internacionales de comida al país, este año la estrategia de la cadena se centrará en hacerse espacio en redes sociales con cuentas en tres plataformas: Twitter, Facebook e Instagram.

    Además se refrescó la imagen de la marca con la creación de una caricatura del chef ‘Panchito’, en honor a Calderón, que falleció en 2004 a causa de un cáncer. Herrera destaca que aunque el éxito del negocio llegó con el paso del tiempo, le debe mucho a ‘Panchito’.

    El nombre del restaurante fue idea de él, que ganó el premio “Tenedor de Oro” en un concurso de gastronomía organizado en el Hotel Boulevard; además las recetas de los más de 20 platos también fueron de su autoría.

    Para Herrera, la muerte de su socio fue un golpe fuerte. Perdió a su amigo y tuvo que tomar las riendas de la cocina, pues antes estaba a cargo de la administración.

    Su esposo, Juan Carlos Lascano, dejó su trabajo de médico en un hospital para ayudarla. Sus hijas de 17 y 8 años, también ayudaban. “Estaban en todo, atendiendo a los clientes, en la caja, en donde pudieran ayudar”.

    A medida que el negocio se expandía, el estrés iba creciendo para Herrera, que quería estar involucrada personalmente en todo lo que sucedía en los restaurantes. Sus jornadas de trabajo se extendían por más de 14 horas.

    Al punto del colapso, cuenta Herrera, estableció un organigrama y manuales de operaciones.“Ahora tenemos gerentes de operaciones y en cada local un administrador y un supervisor”.

    El siguiente paso fue estandarizar las recetas y el gramaje de los ingredientes de cada plato, para que sea igual en todos los restaurantes y mantener el mismo nivel de calidad, para lo que invirtieron USD 50 000 en una planta para procesar y pesar las carnes.

    Santiago Granda, director de la Escuela de los Chefs de Guayaquil, fue parte del concurso “Las mejores Huecas Gastronómicas” que organizó el Municipio de Guayaquil. Tenedor de Oro fue uno de los finalistas.

    “Es un referente en Guayaquil. De los pocos restaurantes de comida criolla que manejan bien el concepto y la estructura de una cadena”. Añade que tienen mucho criterio para el negocio.

    El Insignia

    ‘Gracias a las buenas ideas hemos crecido’

    Luz Gómez, gerenta administrativa de la cadena

    Cuando recién llegué a trabajar en Tenedor de Oro del Malecón, en el 2006, estuve como cajera y fue un gran aprendizaje. Ahora que estoy como gerenta trato de seguir haciendo bien mi trabajo como siempre. Estoy a cargo de resolver todos los problemas en el área administrativa, estoy también al tanto del área financiera y de proveedores. Es un reto muy grande para mí.
    No solo yo he ido creciendo con la oportunidad que me han dado de trabajar aquí, la empresa ha crecido también.

    Yo estoy feliz de ver eso porque es bien merecido, producto del trabajo. Gracias a las buenas ideas y al esfuerzo de la señora Bella hemos crecido y nos va bien en los locales porque ella siempre tuvo ese empuje de salir adelante, cada meta que se pone, se esfuerza y trabaja por cumplirla y todos la apoyamos.

    En mi puesto actualmente tengo a cargo a unas 16 personas directamente y siempre trato de incentivarlos para que trabajen con esmero.

    comida típica
    Bella Sol Herrera dirige la cadena de restaurantes de comida típica Tenedor de Oro. En la foto, Herrera muestra uno de los platos típicos más pedidos, preparado con mariscos. Foto: Santiago Arcos para LÍDERES
  • Yapa y redes sociales son parte de su renovación

    Redacción Quito

    Con más de medio siglo de historia, el local de ‘Las corvinas de Gloria‘ renovó sus servicios. Este negocio, ubicado en el segundo piso del mercado Central en Quito, ha implementado desde el 2013 técnicas para un mejor manejo de alimentos. Además, para conectarse más con sus clientes creó un perfil de Facebook y un canal de YouTube.

    A diario llegan entre 250 y 500 clientes al puesto de Gloria Izurieta o ‘Doña Glorita’, como la conocen sus clientes y vecinas. Ella cuenta que este negocio nació hace más de 50 años. Su madre, Juanita, fue la fundadora. «Prácticamente yo crecí aquí, todos me conocen».

    Este negocio familiar, que actualmente es administrado por la cuarta generación de la familia Gómez, ha ido creciendo. Desde el 2001, Marcelo y Silvia Gómez hijos de Gloria, se encargaron de Las Corvinas de Gloria junto a su madre.

    Marcelo viajó en 1994 al Mundial de Fútbol en EE.UU. y decidió quedarse en ese país. Pero, luego de tres años de trabajo volvió y empezó a colaborar en el negocio «Por qué trabajar día y noche en EE.UU., sí puedo trabajar duro en mi país y ser parte del negocio familiar», fue la reflexión que le motivo a volver.

    En el 2006 tras la remodelación del mercado, Marcelo se puso al frente del negocio y empezaron los cambios. El primero fue remodelar el puesto: se invirtieron más de USD 2 500 en equipamiento.

    Otra de las modificaciones implicó aumentar los acompañamientos de la corvina: se sumaron ceviche de concha, camarón y calamar. Eso no era todo, a petición de los clientes ofrecían una yapa.

    Este negocio que genera ocho plazas de trabajo, en el 2013 dio otro cambio. Marcelo entró a estudiar Gastronomía en el Culinary Art School, en el norte de Quito, y así empezaron a usar nuevas técnicas en la preparación de los platos. También se enfocaron en mejorar el manejo de los productos y en la limpieza del lugar. «El cliente necesita un buen trato, y comer en un lugar limpio y agradable», afirma Marcelo.

    Este año, el negocio que vende USD 20 000 al mes, creó su propia marca, que se muestra en el local, así como en los delantales de los empleados. Además, creó un perfil en Facebook, que en 3 meses sobrepasa los 1 000 seguidores. Asimismo, cuenta con un televisor en donde todo el día se proyecta la publicidad y videos del negocio. Y alista la implementación del servicio de Internet inalámbrico.

    Daniel Tapia, instalador eléctrico, es un cliente frecuente. Él destaca la atención y el sabor de los platos. Los precios varían entre USD 4,5 y 7. César Torres, ecuatoriano radicado en España concuerda con Tapia, en el sabor y la calidad de los productos. Además, Torres afirma que cada que viene al país va a ‘Las Corvinas de Gloria’.

    En la proyección del negocio está explorar el modelo de franquicias.