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  • En Salinas amplían la oferta para el turismo comunitario

    Redacción Sierra Norte

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    Los turistas que llegan en el Tren de la Libertad, en Imbabura, estimula a 26 emprendimientos comunitarios y familiares de la parroquia de Salinas. En este sitio, de clima cálido seco, la población mayormente afrodescendiente tiene su vida vinculada a la actividad ferroviaria.

    Estas iniciativas productivas entre las que resaltan artesanías, gastronomía, agroindustria…, figuran en la guía agroturística Santa Catalina de Salinas, que fue presentada en Carnaval.

    Es una guía para los viajeros que llegan cautivados por los encantos de esta jurisdicción, explica Raúl Maldonado, líder de la Junta Parroquial.

    En esta localidad, de casas de una planta y techo de zinc, el tiempo parece haberse congelado. Ahí los habitantes ofrecen visitas a las tolas y al museo de sal, la sala etnográfica, parques entre otros.

    Maldonado comenta que el fin del catálogo es establecer la cadena productiva de turismo del valle de Salinas. La dinámica local se genera por el arribo de visitantes que llegan en tren. Su bocina alerta a los vecinos, que como Chela Galindo, está al frente de la tienda Todo Arte. Esta es una de las actividades productivas que se describen en la guía.

    Todo Arte, una microempresa familiar que se instaló hace cuatro años, ofrece gorras, bufandas, cintillos de lana. También espejos, portarretratos y máscaras elaboradas con papel maché y bisutería hecha con semillas naturales. María Lastra, hija de Galindo, explica que con sus hermanos, Roberto y Adrián confeccionan las brillantes mercancías. Los hijos aprendieron hacer los collares y los tejidos de la madre.

    Es una historia parecida a la de Digna Méndez, que tiene como especialidad las papas con cuero. La emprendedora, de 66 años, ofrece este plato típico desde hace 28 años, pero el negocio florece gracias a los viajeros. Aunque el menú no es tradicional de las comunidades afrochoteñas, a la mujer le ha dado fama.

    Unas de las debilidades de este destino turístico, cuyo auge comenzó en el 2005, es que la mayoría de visitantes llega solamente un día, señala Anderson Maldonado, dirigente de la organización Bombódromo Palenque.

    Esta empresa, que tiene entre sus fines revitalizar la cultura afrochoteña, promover el turismo y dinamizar un desarrollo sustentable, es reconocida por la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria.

    Una de sus particularidades es que los 1 935 pobladores de los cinco barrios y tres comunidades que tiene la parroquia son socios de la firma.

    El Bombódromo Palenque administra los dos centros gastronómicos, el centro de desarrollo etnocultural y turístico, la escuela de música y bomba. El segundo incluye un área recreativa con tobogán y piscina.

    Con la guía se presentó un video que muestra una infinidad de opciones que pueden realizar los aventureros en Salinas y las localidades vecinas.

    Anderson Maldonado agrega que la idea es que los turistas prolonguen su visita por varios días y se dinamice así la economía local. Por ello, hay alternativas para todos los gustos, como cabalgatas, caminatas por senderos, pesca deportiva, paseos en bote

    En la parada de Tren Ecuador, en la parroquia de Salinas, existen atractivos gastronómicos y culturales para quienes llegan. Foto: Archivo / LÍDERES
    En la parada de Tren Ecuador, en la parroquia de Salinas, existen atractivos gastronómicos y culturales para quienes llegan. Foto: Archivo / LÍDERES
  • La artesanía se suma al turismo comunitario

    Cristina Márquez 

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    Contenido Intercultural (F)

    Los ponchos, bayetas, fajas y bufandas, prendas originarias que manufacturan los artesanos de Cacha, una parroquia situada a 20 minutos de Riobamba, se comercializan en Pucara Tambo. Un emprendimiento comunitario donde la cultura y la identidad se promueven a través del turismo.

    Los ponchos de lana roja, tejidos en telares de cintura y con bordados que simbolizan la cruz andina son el producto estrella en el centro artesanal. Estos, además de ser emblemáticos en Cacha por la tradición artesanal, simbolizan alta jerarquía. Por eso, son apetecidos por turistas extranjeros y locales.

    “Antes, todas las familias nos dedicábamos a las artesanías pero por la migración y el desinterés de los jóvenes en continuar con este oficio de los abuelos, la tradición artesanal disminuyó mucho”, afirma Segundo Sucuy, administrador del emprendimiento.

    Según él, la iniciativa de fundar un centro de acopio de artesanías surgió en el 2007, precisamente para contrarrestar la migración y ofrecer a los artesanos un espacio propio para vender sus creaciones sin necesidad de salir de la comunidad.

    En ese año, en Cacha ya funcionaba el Centro Turístico Pucara Tambo, donde se ofrecen recorridos guiados por diversas rutas de la comunidad, comidas típicas, alojamiento y la visita a un centro de interpretación.

    Este sitio en la antigüedad fue un templo ceremonial Puruhá y está ubicado a 3 200 metros de altitud, en el cerro más alto de Cacha, por eso desde ahí se observa toda la urbe. “Mucha gente empezó a visitar Pucara Tambo por la vista panorámica de la ciudad y la cordillera andina. Unos nos preguntaban dónde comprar artesanías, así descubrimos una oportunidad de mercado”, dice Sucuy.

    En una habitación de piedra se colocaron troncos de árboles y pedazos de madera, que funcionan como percheros. Allí se exhiben shigras (bolsos), tres tipos de fajas originarias y bufandas.

    Todas esas prendas se tejen manualmente en telares hechos con pedazos de troncos e hilos de borrego. Los artesanos tiemplan las fibras y anudan firmemente los hilos para formar los diseños y formar figuras para adornarlos. Estas figuras, como la pishic siza (flores) y el quingo (surcos), representan la cosmovisión andina.

    Unos 10 artesanos entregan cada semana sus creaciones para abastecer el centro artesanal.
    Rosa Janeta, de 50 años, es una de ellas. Ella aprendió a elaborar guangos (cintas para el cabello), fajas y otras prendas, desde su niñez.

    Sus padres le enseñaron la técnica para procesar la lana de borrego y convertir los hilos en hermosas obras de arte. “Me toma unos cuatro días hacer una faja, pero bien hecha. En una
    fábrica pueden hacer muchas más en solo una hora, pero la calidad no se iguala”, cuenta Janeta.

    Antaño, en Cacha había una gran producción de prendas originarias y los compradores eran los pobladores indígenas de cuatro cantones de Chimborazo, pero el ingreso de la industria textil, que oferta prendas más baratas, perjudicó a los artesanos.

    Hoy, el mercado son los turistas extranjeros y los amantes de los objetos étnicos, por eso parte de la estrategia para impulsar las artesanías es un recorrido turístico que incluye una visita a la casa de los artesanos. “Los turistas pueden ver cómo se elaboran estos tejidos, su proceso laborioso y valoran más nuestras artesanías”, dice Sucuy.

    Laura Sucuy, Segundo Sucuy y Margarita Tasambay administran el emprendimiento comunitario en Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Laura Sucuy, Segundo Sucuy y Margarita Tasambay administran el emprendimiento comunitario en Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • Andrés Ordóñez puso a prueba su liderazgo en el turismo comunitario

    Fernando Mendoza / Redacción Quito

    Andrés Ordóñez se ha desempeñado como mesero, recepcionista, coordinador de ventas, docente, consultor y gerente general. En cada una de estas posiciones, este quiteño de 37 años ha demostrado su don de liderazgo.

    El sector turístico ha sido y es hasta la fecha el terreno en donde ha mostrado su talento y su capacidad para organizar a sus equipos de trabajo. Hoy, Ordóñez es el gerente general de Kapawi Eco Lodge, ubicado en Pastaza; allí el 85% del personal es de la nacionalidad Achuar.

    Bajo su tutela, en los últimos tres años (del 2009 al 2011), la empresa hotelera mejoró su facturación de USD 600 000 a 915 730. Los visitantes, (8 de cada 10 son extranjeros), pasaron de 770 a superar los 1 000, durante su gestión.

    Ordóñez también se encarga del Club de Turismo de la Amazonía, que promociona la selva como destino turístico en Canadá, EE.UU., Holanda… y de la Corporación de Destinos Turísticos, al que también se conectan haciendas de la Sierra para promocionar, en conjunto, sus instalaciones y el ecosistema.

    Su “señora” Marilyn Dubois, reconoce que Andrés, como ella lo llama, nunca se estresa y si lo hace ni se nota. “Siempre prefiere estar tranquilo”. Para ella es importante que su pareja, en su tiempo libre, viaje y juegue con sus dos hijos. También reconoce que su compañero de vida tiene, como buen hábito, el amor por la lectura. “Lee hasta Física Cuántica”.

    El Gerente de Kapawi es el menor de tres hermanos. La primaria la cursó en la Unidad Educativa Borja 3, en el norte de Quito. Allí dio sus primeros pasos como líder: fue presidente del grado. Después estudió en el Colegio Andino y siguió la especialidad de Físico Matemático. Por sus buenas calificaciones llegó a ser escolta del Pabellón Provincial. Además, fue elegido presidente del Tribunal Electoral del colegio.

    Ordóñez reconoce que no le gustan los deportes, pero es ‘fan’ de la Selección del Ecuador. Cuando el combinado ecuatoriano juega de local siempre va al estadio. Además, entre risas, confiesa que se fugó, con todo su curso, a los 17 años, para ver al Colegio Andino coronarse campeón de básquet intercolegial, en 1992.

    Ya como bachiller, a los 18 años, ingresó a la Universidad Católica del Ecuador. Estudió Administración de Empresas, pero tras el primer semestre se retiró. “No me gustó el ambiente”, dice. Entonces, recorrió todas las universidades de Quito para ver la oferta estudiantil y decidió seguir Hotelería y Turismo en la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE).

    En el primer año de estudios montó, con tres amigos, un restaurante en Pujilí, Cotopaxi. Todos los fines de semana viajaban a la localidad para que el negocio funcione. Sin embargo, el restaurante cerró tras el terremoto en la zona, en 1996.

    Mientras estudiaba viajó por el país y realizó pasantías en diferentes hoteles y sitios turísticos. Su liderazgo en la universidad tampoco pasó desapercibido. En la UTE fue escogido como presidente de la Escuela de Hotelería.

    “Yo creo que ese don de liderazgo lo convirtió en que hoy sea presidente del Club Amazonía”, explica Mariela Cárdenas, coordinadora comercial de los clubes de Producto Turístico, de la Corporación de Destinos Turísticos.

    Cárdenas lo describe como un líder nato. “Es una persona conciliadora, tiene poder de convocatoria y las personas lo respetan mucho. Por eso está a cargo de la Corporación.

    Tras graduarse de la universidad obtuvo su primer trabajo formal. Tenía 23 años y entró de camarero a la cafetería del Hotel La Colina, en Quito. Allí permaneció tres años. En primera instancia fue mesero, luego pasó por la jefatura de recepción y llegó a coordinador de ventas.

    Después de esa experiencia se involucró en la docencia. Fue catedrático de la Universidad de Especialidades Turísticas, 10 años. “Es de esos maestros didácticos”, explica Enrique Cabanilla, rector de la Universidad de Especialidades Turísticas. Él describe a Ordóñez como una persona que cae bien a la primera impresión. “Es de sangre liviana. Además, nunca se opone a una crítica constructiva, sabe escuchar y creo que por eso los alumnos lo querían y lo respetaban mucho”.

    Además de la docencia, Ordóñez realizó actividades de consultor de Turismo Sostenible en Rainforest Alliance, una organización no gubernamental.

    Verónica Muñoz, quien ahora se desempeña como gerenta de Turismo Sostenible de Rainforest Alliance, cuenta que Ordóñez siempre tiene una solución para todo, por mínimo que sea el problema. Además, elogia su positivismo ante las circunstancias contrarias. Para ella, Ordóñez tiene los objetivos bien claros de lo que desea hacer; es la clave de su éxito.

    Mientras Ordóñez trabajaba como docente y consultor apareció el reto de administrar Kapawi en el 2009. Este Eco Lodge nació en 1996 con inversión de la firma turística Canodros; esta compañía pagó un ‘fee’ de arrendamiento de un área de la comunidad Achuar, hasta el 2008, cuando se terminó el contrato.

    Ese año empezaron los problemas. Los achuar se tomaron las instalaciones, la ocupación del hotel bajó del 80 al 40% y los ingresos mermaron. Los achuar empezaron a buscar un gerente.

    En el 2009, Ordóñez puso su carpeta a consideración de los achuar y participó en la selección. Tuvo una entrevista con 10 representantes de la comunidad en las oficinas de Kapawi, en Quito.

    ¿Qué hace?, ¿qué hizo?, ¿tiene familia?, ¿cuánto quiere ganar?, ¿qué experiencia tiene?, fueron algunas de las preguntas.

    Jaime Vargas, presidente de la Nacionalidad Achuar del Ecuador, da fe de lo que sucedió en ese momento.“Fuimos directos. Queríamos saber si tenía experiencia en gerenciar. Gracias a él, Kapawi mejoró sus finanzas, las personas que trabajan en el hotel se capacitan y crecieron las visitas de extranjeros”, explica.

    Por su desempeño, Ordóñez fue ratificado en el cargo y estará en la Gerencia de Kapawi Eco Lodge por tres años más, añade el representante achuar.

    Ordóñez tiene un eslogan de vida: “si a un trabajo le voy a dedicar 8, 10 ó 12 horas, lo tengo que hacer con pasión. Esa filosofía trata de contagiar a su equipo.

    Adrián Jiménez, agente de ventas, explica que el gerente de Kapawi es una persona a la que el “escritorio no se le sube a la cabeza”. Al contrario -según Jiménez- siempre tiene buena onda e incentiva al equipo de trabajo a hacer las cosas bien y con pasión. Jiménez entró hace seis meses a la compañía y en este tiempo jamás lo vio ni enojado ni estresado.

    Jiménez dice que desde la entrevista de trabajo lo hizo sentir seguro y parte de la empresa. “Nos trata como amigos”.

    Una vida dedicada para el turismo

    • Estado. Subsecretario Administrativo, Financiero y Proyectista en el Ministerio de Turismo.
    • Conferencista. En temas relativos al Turismo Sostenible y Comunitario en Ecuador. Fue invitado a Inglaterra, Canadá, Estados Unidos y España.

  • Un manual que apuntala el turismo comunitario

    Redacción Quito

    El turismo comunitario es una tendencia creciente en el país. Existen planes que se han implementado en Sierra, Costa y Amazonía. Pero, ¿están haciendo bien su trabajo? ¿Qué normas deben seguir este tipo de iniciativas? Debido a estas interrogantes la Escuela de Administración de Empresas Hoteleras y Turísticas de la Universidad de las Américas (UDLA), junto al Ministerio de Turismo, el Ministerio Coordinador del Patrimonio, el Programa de Pequeñas Donaciones de las Naciones Unidas, y la Organización Mundial de Turismo, elaboraron el Manual de Buenas Prácticas para Turismo en Áreas Naturales con Gestión Comunitaria.

    Juan Calvache, director de la Escuela de Hotelería y Turismo de la universidad, comenta que esta publicación es una herramienta para que las comunidades puedan hacer seguimiento de su trabajo. Este manual tiene capítulos como: ‘Criterios ambientales’, ‘Criterios socioculturales’ y ‘Criterios administrativos y de servicios’. Al final de cada uno de los temas, el emprendedor turístico encuentra una evaluación para verificar si cumple con los parámetros recomendados por las organizaciones de turismo.

    Esta publicación se comenzó a elaborar hace dos años y uno de los principales motivos, a decir de Calvache, es que el 80% de este sector es empírico. «Las personas vinculadas a este segmento de negocio heredaron un hotel, un restaurante o iniciaron su proyecto porque vieron que es un buen negocio».

    Cada año, el Programa de Pequeñas Donaciones de las Naciones Unidas realiza proyectos con comunidades para verificar sus necesidades y levantar líneas base. De acuerdo con la información que obtuvieron en estos estudios se elaboró el manual que presentó la Universidad de las Américas.

    Al momento, se han impreso 500 unidades del manual; estas fueron repartidas en diferentes proyectos comunitarios a escala nacional.

    Pedro Armendáriz, director de Planificación del Yasuní Kichwa Ecolodge y Napo Wildlife Center, señala que recibieron el manual y les parece una buena propuesta para mejorar los servicios en los proyectos de turismos comunitarios.

    Armendáriz asegura que es un buen recurso para que se mejoren ciertas prácticas en el servicio de negocios turísticos, que están pendientes para consolidar a este sector.

    Mientras que Andrés Ordóñez, gerente general de Kapawi Ecolodge y Reserve, señala que un manual de este tipo le hace bien al sector turístico, porque se deben «afinar varios aspectos en temas de servicio a los visitantes».

    Ordóñez añade que es importante la participación y el aporte de las universidades en temas turísticos, porque de esta forma los actores de este sector adquieren mejores conocimientos que los pueden compartir. «Con este tipo de aportes existe tecnificación en los diferentes procesos, y esto garantizará calidad en el trato al cliente».

    La publicación

    El manual. Se imprimieron 550 copias y se entregaron a diferentes proyectos comunitarios a escala nacional.

    En la cátedra. El libro se implementará en diferentes materias en la Escuela de Turismo de la UDLA.

    Para el público. La publicación no está a la venta y se la puede encontrar en la biblioteca de la UDLA.

    La presentación. Este trabajo se presentó en Quito a inicios de este mes y contó con la participación de los organismos involucrados y estudiantes.

    Formato digital. La publicación también está en formato digital y se la puede adquirir en la universidad.