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  • La confección de uniformes les permite ganar mercado

    José Luis Rosales (I)  redacción@revistalideres.ec

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    Alexandra Quishpe convenció y motivó a nueve compañeras a crear un emprendimiento.
    Así surgió la Asociación de Producción Textil Caminando Hacia un Mejor Futuro (Asoprotmefu), en octubre de 2015. Está domiciliada en el cantón Antonio Ante, provincia de Imbabura.

    Quishpe es la representante legal de este gremio que en noviembre pasado obtuvo la marca Somos EPS. Se trata de un distintivo con el que organizaciones de la Economía Popular y Solidaria buscan destacarse en el mercado.

    La mujer, de 36 años, comenta que al inicio no le llamaba la atención esta rama artesanal. Quishpe agrega que sus padres le dieron como única opción de estudios ir a un plantel que tenía la especialización en corte y confección.

    Antes de asociarse, la artesana confeccionaba en su casa prendas para otras firmas. Comenta que tenía una máquina de costura recta, por lo que para acabar cada artículo tenía que ir a otro taller.

    Hasta que se presentó una oportunidad para elaborar uniformes escolares de planteles educativos fiscales, que son contratados por el Ministerio de Educación.
    Han atendido pedidos de hasta 1 000 kits, que incluyen tres camisetas deportivas, dos suéteres y dos pantalones, de diversas tallas.

    Desde hace tres años esta asociación se vinculó a la Red Textil de Imbabura, que aglutina a 20 agrupaciones.

    La Red creó una feria de uniformes escolares. Hasta el año pasado tuvieron ventas por alrededor de USD 20 000, en cada exposición que realizan una vez al año. Por la pandemia del covid-19 este 2020 no pudieron realizarla.

    Las socias consideran que la confección de uniformes estudiantiles les permitió abrirse campo en esta iniciativa productiva

    En Asoprotmefu poco a poco han ido armando el taller, que ahora está equipado con dos máquinas de costura recta, cuatro de Overlock, una elasticadora y otra tillidadora, dos recubridoras. Con estas últimas se hacen dobleces en pantalones y camisetas. La inversión bordea los USD 20 000.

    La mayoría de integrantes son madres de familia, por lo que las que cuentan con máquinas de coser tienen la alternativa de trabajar desde sus hogares.

    Cuando estas costureras no están haciendo uniformes escolares se dedican a la confección de ropa casual, bajo el sistema de producción de maquila.

    María Benavides (izq.) y Alexandra Quishpe, integrantes de la asociación, muestran el área de empacado de artículos, como las camisetas.
    María Benavides (izq.) y Alexandra Quishpe, integrantes de la asociación, muestran el área de empacado de artículos, como las camisetas.


    La firma contratante lleva cortadas las distintas piezas de una prenda y ellas se encargan del ensamblaje, la confección y el acabado de cada modelo.

    El Instituto de Economía Popular y Solidaria (IEPS) fue el nexo para establecer dos articulaciones comerciales con empresas privadas de Atuntaqui. Este acuerdo se concretó a mediados de este año.

    Las integrantes de Asoprotmefu han tenido oportunidad de ser capacitadas por el Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional (Secap). Han recibido talleres de corte y confección.
    Uno de los próximos retos es la construcción de la sede de la organización. Ahora arriendan una casa en donde funciona el taller.

    Para la obtención de la marca Somos EPS, la Asociación de Producción Textil Caminando Hacia un Mejor Futuro pasó por varios procesos. Uno de ellos es una herramienta de diagnóstico en donde identificaron debilidades y fortalezas, para luego elaborar un plan de acción.

    Asimismo, obtuvo el certificado INEN de calidad e ingresó en el Registro Único de Actores de la Economía Popular y Solidaria.

    Esta plataforma identifica a las organizaciones que cumplen con principios de la EPS, como búsqueda del buen vivir, precio justo y equidad de género.

    María José Preciado, directora técnica del IEPS Zona 1 , que abarca las provincias de Imbabura, Carchi, Esmeraldas y Sucumbíos, explica que organizaciones -como Asoprotmefu- que cuentan con esta marca tienen muchas potencialidades para crecer.

    “Como Instituto tenemos la misión de fomentar emprendimientos, darles el acompañamiento respectivo y apoyar a la reactivación económica del país”.

    12 organizaciones en Imbabura, y una en Esmeraldas llevan la marca EPS. Esta permite a las asociaciones ser identificadas en ruedas de negocios, ferias y otros espacios de comercio.

    Las 10 mujeres de esta asociación, durante las  jornadas de labores, cumplen con medidas de bioseguridad como el uso permanente de mascarillas. Fotos: J. Rosales/Líderes y archivo particular
    Las 10 mujeres de esta asociación, durante las jornadas de labores, cumplen con medidas de bioseguridad como el uso permanente de mascarillas. Fotos: J. Rosales/Líderes y archivo particular
  • Una quiebra dio paso a esta empresa de calzado

    Modesto Moreta

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    La relación de Fernando Moposita con la confección de calzado comenzó a los 7 años. Sus padres y tíos le trasmitieron esos conocimientos, sin embargo, en el 2005 decidió incursionar en la confección de pantalones jean. Los primeros años las ventas se movieron bien, hasta el 2011, en que se abrieron más talleres.

    Los precios bajos en cada prenda impidieron seguir compitiendo y quebró. A pesar de eso, en el 2012, con ayuda de su esposa Norma Maisancho resolvieron poner en práctica el dicho que dice: ‘Zapatero a tus zapatos’ y no se equivocaron. Con un crédito de USD 15 000 que consiguieron en una cooperativa de ahorro y crédito de Ambato abrieron el emprendimiento denominado J&M Factory.

    El dinero lo invirtieron en la compra de la materia prima (sintéticos), hormas, máquinas de coser y aparar, una troqueladora y contrataron a un empleado. Fernando Moposita, gerente de la empresa ambateña, recuerda confeccionaban 60 pares de zapatos semanales. “Introducir en el mercado los modelos tubulares para hombre fue más que difícil”.

    Luego elaboraron calzado de muñeca, pero las ganancias eran mínimas y no les alcanzaba para pagar las deudas. Una amiga de la familia les aconsejó que confeccionen zapatillas para mujer, que estaban de moda. Así iniciaron imitando un zapato de marca, les dieron otros acabados, varios cambios en los diseños y más colores a escoger.

    Las ventas crecieron y en el 2015 llegaron a producir 500 pares semanales y ya contaban con cuatro colaboradores. Con el crecimiento del taller efectuaron una inversión y un monto similar a la efectuada en sus inicios. Con los recursos equiparon mejor al taller y adquirieron nuevos materiales para la confección de su producto y otros equipos para el taller.

    En el 2019 lograron producir 16 000 pares y facturaron USD 180 000. El éxito de Moposita radica en mantenerse en la vanguardia de la moda, especialmente en la fabricación de zapatos deportivos para mujer, usando materiales sintéticos de alta calidad.

    Norma Maisancho y Fernando Moposita son los propietarios de la empresa productora de Calzado en la ciudad de Ambato.
    Norma Maisancho y Fernando Moposita son los propietarios de la empresa productora de Calzado en la ciudad de Ambato.

    En la actualidad cuentan con más de 30 diseños, modelos y colores que ha comercializado en los mercados del país. Con ayuda de un diseñador colombiano obtienen nuevos modelos y los colores de tendencia en el mercado. “Es un zapato elaborado con materiales de calidad porque el pie no suda, es suave, cómodo, resistente y de bajo costo”, dice Moposita.

    En la actualidad se confeccionan 1 000 pares de zapatos semanales y los distribuyen en todo el país. Los principales mercados de la firma ambateña J&M Factory están en Quito, Sangolquí, Cuenca, Guayaquil, Riobamba, Latacunga y otras ciudades del país.

    El local de ventas funciona en la explanada del mercado Ferroviario. Ahí todos los lunes de feria, en Ambato, se muestran los nuevos diseños y colores para que los comerciantes escojan. “A nuestros clientes les gustan los nuevos modelos y los colores que tienen buena demanda. Nos hacen los pedidos y nosotros les entregamos en forma inmediata”.

    En la actualidad, 20 personas se dedican a la distribución de los productos a escala nacional, a pesar del ingreso de zapatillas de contrabando. “Debe haber más control de las Aduanas para no quebrar y dejar en la desocupación a 12 colaboradores directos y 13 indirectos, estos últimos trabajan a través de la maquila”, comenta Moposita.

    El año pasado, los emprendedores realizaron una nueva inversión de al menos USD 8 000 en la compra de nuevos equipos, como una máquina bordadora y una armadora de calzado. Y proyecta confeccionar zapatos para hombre en los próximos meses.

    Una de las distribuidoras es Narcisa Caisaluiza, propietaria de los almacenes Well, en Quito. Ella cuenta que desde hace cinco años trabaja con la pyme ambateña. El año pasado las ventas se incrementaron en un 90%. Eso se debe a la calidad del producto y la variedad de modelos y colores. “Es un zapato durable, resistente y de diseños que están a la moda y eso les gusta a nuestros clientes”, comenta Caisaluiza.

    La distribuidora comenta que otro atractivo para los clientes que compran el producto son los bajos precios.

    Insignia 

    El control de la calidad es clave para la marca

    Kleber Ortega, armador de calzado

    Empecé en el terminado del calzado hace cinco años. Luego con la experiencia adquirida ascendí al área de plantado y armado del zapato. Este paso es importante para la resistencia del calzado, por eso reviso que esté todo bien cocido y pegado para evitar daños y el producto sea de calidad en un mercado competitivo. En este oficio he ido creciendo en conocimientos a través de la preparación y capacitación constante de la mano de obra en esta rama. También reviso con paciencia cada uno de los detalles en los acabados. El objetivo es que nuestro producto llegue a su destino final con todos los controles. Cada uno en sus puertos de trabajo aporta con sus conocimientos y buena predisposición para producir. Eso hace que nuestra marca tenga una buena demanda en el mercado local y a escala nacional.

    Nuestra empresa se caracteriza por crear y estar a la vanguardia de las nuevas tendencias de la moda en el calzado, especialmente el deportivo para la mujer con más de 30 diseños, modelos y diversos colores.

    Los colaboradores de la empresa J&M Factory revisan  todos los detalles para que el calzado sea atractivo para los clientes de la firma. Fotos: Raúl Díaz para LÍDERES
    Los colaboradores de la empresa J&M Factory revisan todos los detalles para que el calzado sea atractivo para los clientes de la firma. Fotos: Raúl Díaz para LÍDERES
  • 45 años confeccionando calzado

    Mayra Pacheco

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Los zapatos que han estrenado al menos tres generaciones, al inicio de la temporada escolar, se fabrican en la Industria Nacional del Calzado S.A. (Inducalsa), en el sur de Quito. En estas instalaciones se da forma a cada par de calzado de la marca Bunky. Los procedimientos se hacen de manera manual y con maquinaria.

    Aunque se tratan de zapatos negros y deportivos blancos, en la confección de estos se considera las tendencias de moda, explica Christian Orbe, gerente General de Inducalsa.

    Para estar a la vanguardia cuentan con un departamento de Desarrollo e Innovación, que hace investigación de mercado y de tendencias. Esto se complementa con las visitas permanentes a ferias internacionales en Brasil e Italia, y con la capacitación constante del personal. Esto ha permitido incluir diseños versátiles para mujeres y hombres, realizar impresiones láser sobre el cuero y otras técnicas. En total, para la temporada actual se cuenta con 50 modelos.

    Aparte de la apariencia, para este calzado se usa cuero. Esto garantiza que el zapato dure todo el año escolar y brinde confort. “La piel que se usa permite la transpirabilidad”, dice el gerente de la compañía.

    En promedio, cada mes esta empresa adquiere 600 000 decímetros cuadrados de cuero, que equivale a una inversión de USD 150 000. Esta materia proviene de curtiembres de la provincia de Tungurahua.

    Otros de los detalles que se cuidan en el proceso de manufactura es la capellada. Esta incluye un refuerzo para proteger el pie de golpes o tropiezos. En la suela se emplea un procedimiento para garantizar que esta no se despegue, pese al uso extremo.

    Todos estos avances son el resultado de la experiencia. Inducalsa nació en Quito, en agosto de 1974. Fue la pionera en fabricar calzado escolar de manera industrial, cuenta Orbe.

    Inicialmente tenía 60 empleados y poco a poco fue creciendo. Ahora cuenta con un equipo conformado por 263 personas. Estas laboran en una planta que tiene más de 10 173 metros cuadrados. En este espacio, los operarios trabajan en tres áreas. Corte, costura y ensamblaje. En cada paso que se cumple, los operarios cuidan el mínimo detalle.

    Cada día se producen 2 200 pares negros y blancos, en un solo turno. Pero tienen una capacidad instalada para llegar alrededor de 3 000.

    Todos los procesos cumplen desde el 2002 con la certificación ISO-9001.

    Inducalsa también es parte de la red del Pacto Global. Están alineados con los principios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), relacionados con Fabricación y Consumo Responsable y con el de Educación.

    El calzado Bunky va dentro de unas cajas de material de cartón microcorrugado, que protege el producto. La empresa Conversa que entrega desde el 2004 estos empaques menciona que cada mes en promedio despachan para 3 000 unidades.

    La venta de estos zapatos se concentra en el mercado nacional. Inducalsa tiene seis tiendas propias en Quito y una Guayaquil. Además, este producto se entrega a tiendas de calzado tradicionales y cadenas. En total, son 800 clientes, que permiten contar con más de 2 000 puntos de venta en el país.

    Los precios de estos zapatos llegan hasta los USD 25 los negros y USD 35 los blancos, esto varía según la talla.

    En lo locales de D’Pisar, de la empresa Zapec, desde hace siete años se vende zapatos marca Bunky, en las tiendas de Guayaquil. Este producto es primordial, debido a la alta demanda de personas de estrato medio y bajo, menciona Darío Zambrano, encargado de Compras de Zapec.

    En la temporada escolar se comercializan alrededor de 30 000 pares de zapatos en la Costa. “El calzado Bunky tiene buena acogida, debido a su calidad y su precio económico”, expresa Zambrano.

    Por la acogida que tienen estos zapatos en todo el país, esta empresa facturó en el año anterior, USD 10,1 millones y en este 2019 tienen previsto aumentar sus ingresos.

    Para seguir creciendo, Orbe cuenta que tienen nuevos proyectos. En el mediano y corto plazo, Inducalsa tiene planificado hacer un lanzamiento con modelos vintage, zapatos deportivos con colores y diseños ejecutivos. Esto es parte de la estrategia de diversificar para que el ritmo de producción se mantenga en todo el año.

    La firma se encuentra realizando gestiones para exportar calzado escolar Bunky a Bolivia.

    Las cifras

    623 empleados tenía actualmente la empresa Inducalsa. Inicialmente, se empezó con 60 personas.

    2 200 pares de zapato se producen a diario en esta empresa de calzado escolar.

    50 modelos de zapatos entre negros y deportivos ofrece actualmente la marca Bunky.

    10 173 metros cuadrados de extensión tiene la planta de Inducalsa.

    150 000 dólares es la inversión que se realizó en maquinaria en el año anterior.

    El gerente

    Christian Orbe 

    En Inducalsa se promueve la formación del personal. No solo trabajamos a nivel de gerencias y mandos medios, sino también con la parte operativa. Tenemos planes de capacitación en manufactura para que los trabajadores adquieran las herramientas y metodologías para mejorar la productividad y eficiencia dentro de la empresa. Para lograr este objetivo se debe primero brindar los conocimientos, formarles.

    En el área de costura, las piezas de cuero que conforman el zapato son unidas con la ayuda de  máquinas especiales. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    En el área de costura, las piezas de cuero que conforman el zapato son unidas con la ayuda de máquinas especiales. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • La confección de muñecas les abrió mercado

    REDACCIÓN SIERRA NORTE  
    Contenido intercultural

    Muñecas que lucen el vestuario tradicional de la mujer kichwa otavalo se entregaron como recuerdos a autoridades e invitados a la presentación oficial de Imbabura, como Geoparque Mundial de la Unesco.

    En este acto que se realizó el 24 de junio último se presentó el certificado que otorgó el organismo internacional. Eso le convierte a la provincia en unos de los 147 Geoparques que se encuentran en 41 países del mundo.

    La confección de las muñequillas está a cargo de los esposos Roberto Romero y Marta Aguilar. En el sector San Eloy, en Otavalo, la pareja instaló hace cuatro años el emprendimiento Muñecas y Peluches Alpaquitay.

    Este vocablo kichwa, que significa Amor que dura por siempre, es el nombre de la segunda hija del matrimonio.

    Aguilar explica que instalaron un negocio propio luego de que su cónyuge se quedara sin empleo. Él trabajaba en un taller de confección de abrigos en telar.

    Para ello recibieron apoyo de varios familiares. Mercy Aguilar, hermana de la emprendedora, que viaja por trabajo a Aruba, le comentó que en la isla caribeña necesitaban muñecas de trapo para ofrecer a los viajeros.

    Un pedido similar le hizo Marcelo Cahuasquí, otro pariente, que se desplaza a vender artesanías en Puerto Rico.

    Romero recuerda que las primeras figuras las elaboraban con una máquina que le facilitaba Matilde Vinachi, madre de Marta.

    Ahora el taller está instalado con tres máquinas de costura recta y ‘overlock’ y una cortadora. La inversión bordea los USD 5 000.

    Aguilar confiesa que no sabía cómo se elaboraban los muñecos, por lo que empezó a ver tutoriales por Internet. Una de las cosas que le resultó más difícil es aprender a plasmar ojos y boca en los rostros de los muñecos.

    Ella se encarga del diseño y la costura. Al principio, explica tenía sacar algunas muestras hasta poder sacar el modelo perfecto.

    Los primeros trabajos estuvieron inspirados en los personajes infantiles de series de televisión.
    Luego implementaron una línea de muñequillas de los diferentes pueblos indígenas del país. Han fabricado de las etnias tsáchila, saraguro, kayambis, otavalo, natabuela y cholas cuencanas.

    También hay figuras que representan a la cultura afroecuatoriana. Aguilar se interesa por conocer la historia de la vestimenta tradicional de cada pueblo.
    Esto de presentar cada una de esta cultura mediante los muñecos le nació cuando trabajaba en un conocido hotel de la ciudad.

    El emprendedor recuerda que su exjefe le dijo que tenía un compromiso de dar a conocer la cultura y tradiciones de su pueblo, para que el turismo se desarrolle.

    El próximo reto es confeccionar figuras con trajes típicos de países como México y Argentina.
    El emprendimiento ofrece empleo a dos colaboradores. La producción para Navidad, que es una de las épocas de mayor venta en el año, empezará en agosto. Para eso contratarán una persona más.

    Muñecas y Peluches Alpaquitay produce 400 muñecos cada mes. Los precios dependen de cada modelo y tamaño. Hay muñecos desde USD 3,50 hasta 84.

    Entre estos últimos está una imitación de Stitch, el protagonista de la serie animada Lilo & Stitch, que mide 40 cm.

    Romero se ha encargado de abrir mercado. Con varias muestras, este indígena recorrió bazares de Otavalo, Ibarra, Atuntaqui y Quito, para ofrecer sus artículos.

    Los dueños de los almacenes solicitan los modelos que más demanda tienen del público. Por recomendación de varios de ellos produjeron figuras de la saga de Plants vs. Zombies.
    Los clientes también les han sugerido sobre la calidad de los materiales. En el taller se utiliza la tela de microfibra.

    Los esposos Roberto Romero y Marta Aguilar impulsan la confección de muñecos y peluches. La iniciativa empezó hace 4 años. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    Los esposos Roberto Romero y Marta Aguilar impulsan la confección de muñecos y peluches. La iniciativa empezó hace 4 años. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • Esta asociación innova con diseños y puntadas

    Redacción Sierra Norte (I)

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    La confección de vestuario para damas que conjuga el estampado, sublimado y el bordado, es una de las últimas creaciones de la Asociación de Producción Textil Almawa.

    La organización está integrada por 11 mujeres que son oriundas de las parroquias La Esperanza y Angochagua, en el suroriente de Ibarra, que han ganado fama por su habilidad para bordar. También se encuentran socias de la parroquia Olmedo, en Cayambe.

    María Dolores Carlosama, de la comunidad La Magdalena, en Ibarra (Imbabura), labraba con un hilo de tono morado los pétalos de una flor en un suéter, la semana pasada. Esa es otra de las innovaciones en la que trabaja la organización.

    Cuando tenía siete años, Carlosama aprendió a dar las primeras hilvanadas con las indicaciones de su madre María Victoria Pastas. Recuerda que confeccionaban las blusas tradicionales que lucen mujeres kichwas de la zona.

    La campesina, de 43 años, es una de las integrantes fundadoras de la asociación. En esta área rural este oficio ha permitido a las mujeres generar ingresos económicos extras para sus hogares, dice.

    Carlosama alterna esta actividad con las labores de atención a sus tres hijos y su esposo y la crianza de vacas, cuyes y gallinas.

    Mary Collado es la responsable del patronaje y la confección de vestuario. Lleva 14 de sus 34 años en este oficio.

    En un cuaderno cuadriculado, Collado escribía cifras de medidas para obtener el patrón en papel. Luego, comenta que realiza el corte y la elaboración de una falda corta y una blusa estilizada.

    En ese nuevo modelo resalta el uso de la técnica del sublimado. La diseñadora Andrea Bonilla colorea en un papel un boceto de un vestido que previamente fu dibujado. Ahí se va escogiendo las texturas, contrastes, tipos de tela que se va aplicar y siluetas.

    Este arte pasa a fotografía. Luego se hace ajustes de color con un programa informático y finalmente va la impresión. Hay partes que luego serán bordadas.

    Los esbozos están inspirados en elementos de la cultura karanki y en los plantas de los páramos de la región andina.

    El objetivo es generar una cadena de producción. Por lo pronto, sobre la mesa había seis nuevos diseños entre blusa, faldas, vestidos y abrigos. Eso sí, en cada prenda le dan un toque de identidad y contenido.

    Desde este mes, la Asociación instaló en el Centro Cultural El Cuartel una sala de encuentro, exhibición creación y difusión del arte de la región. Es decir, que sea un sitio de aproximación campo ciudad, en donde estas damas indígenas puedan compartir sus conocimientos.

    “Lo que nosotros queremos es promocionar el patrimonio inmaterial de las mujeres de esta región”, comenta Bonilla.

    El local atiende de miércoles a domingo. Se busca aprovechar la afluencia de visitantes, especialmente de otras ciudades, que recorren este icono ibarreño durante los fines de semana.

    Previamente, habían equipado su taller con máquinas de costura y de corte. Estiman que la inversión bordea los USD 10 000.

    La organización está abierta a recibir a nuevas integrantes que tengan conocimientos en las técnicas artesanales.

    En la sala de esta organización  se exhiben una línea de vestuario casual  entre vestidos, faldas, pantalones, faldas  zapatos, para para damas.
    En la sala de esta organización se exhiben una línea de vestuario casual entre vestidos, faldas, pantalones, faldas zapatos, para para damas. Foto: Álvaro Pineda para Líderes
  • La confección es el eje de un programa de formación técnica

    Maria Angelina Castillo

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    La confección y el emprendimiento se combinan en un programa de responsabilidad social, que lo desarrolla Almacenes De Prati. Este proyecto, que ya se cumplió en el pasado en Quito y Guayaquil, ahora se implementa por primera vez en Manta.

    Se trata del programa Mujeres Confeccionistas Emprendedoras, que inició en octubre del 2014 en alianza con la Fundación Acción Solidaria. El eje son los talleres de formación integral, tanto en el ámbito técnico como de desarrollo humano.

    “Los resultados se orientan a brindar a las mujeres las herramientas para su desarrollo a través de la educación para contribuir a la economía de sus familias y del país”, señala la gerente senior de Marketing de Almacenes De Prati, Soledad Ponce.

    Mujeres Confeccionistas Emprendedoras se compone de dos módulos y tiene una duración de diez meses, con 750 horas de capacitación. En el primer módulo, se dictan clases sobre la operatividad de la máquina industrial y costura recta. Es una etapa en la que se enseña a elaborar productos como sábanas, almohadones, cojines, cortinas, juegos de baño, bolsos, entre otros.

    El segundo módulo incluye clases de confección de prendas de vestir como faldas, vestidos, blusas y pantalones.

    El proyecto está orientado a mujeres de entre 18 y 55 años de edad, provenientes de sectores urbanos populares. En Manta las clases se dictan en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús. No tiene ningún costo para las participantes y tampoco es necesario tener experiencia previa en operatividad de máquinas ni de confección.

    “A través del programa la mujer aprende a valorarse, a creer en sí misma y en sus habilidades para salir adelante, para cumplir sus metas”, asegura Ponce.

    La firma abrió su primera tienda en Manta en el 2017, con el objetivo de contribuir al crecimiento y reactivación económica de esta ciudad, según la gerencia. “Así reconocemos la fidelidad de nuestros clientes a quienes ya atendíamos a través de nuestra tienda en línea”, sostiene la ejecutiva.

    Hasta la fecha, 257 mujeres han formado parte de esta iniciativa que tiene como finalidad la generación de micro emprendimientos. En este año participan 124 mujeres más: 60 en Guayaquil, 34 en Quito y 30 en Manta.

    “Queremos ser una empresa generadora de cambios tangibles en las localidades donde nos encontramos, y creemos que a través de la educación podemos lograrlo”.

    Los resultados han sido positivos. De las mujeres que han participado, el 49% ha creado emprendimientos individuales, 29% se ha asociado para emprender negocios y 22% pasó a formar parte de la plantilla de proveedores.

    La empresa ofrece un programa que se compone de dos módulos y 750 horas de capacitación. Participan mujeres de sectores urbanos. Foto: Cortesía De Prati
    La empresa ofrece un programa que se compone de dos módulos y 750 horas de capacitación. Participan mujeres de sectores urbanos. Foto: Cortesía De Prati
  • Pelileo viste al Ecuador con la confección del jean

    Modesto Moreta

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    La avenida Confraternidad en el barrio El Tambo del cantón Pelileo, en Tungurahua, se convierte todos los días en una vitrina gigante donde se exhibe la última tendencia de la moda. Eso atrae a los comerciantes, propietarios de almacenes y de las grandes cadenas de ropa, del país, para abastecerse, al por mayor, de la mercadería, especialmente en tela jean, también conocida como índigo.

    A los dos lados de la vía, los 180 locales comerciales, se transforman en pasarelas improvisadas donde decenas de maniquíes modelan pantalones, faldas, chompas y camisas confeccionadas en los cerca de 1 000 talleres entre grandes, medianos y pequeños que funcionan en esta zona económica del cantón.

    Según la Asociación de Fabricantes y Comerciantes La Feria del Jean, estima que al menos un millón de prendas se cosen mensualmente, es decir, 12 millones al año. El ingreso se calcula en USD 10 millones anuales.

    De acuerdo con esa organización ocho asociaciones se dedican en las ferias a comercializar esos productos en Guayaquil, Quito, Quevedo, Santo Domingo. Además, Cuenca, Esmeraldas, Huaquillas y otras ciudades.

    César Villena, presidente de la Asociación de Fabricantes y Comerciantes La Feria del Jean, explica que eso genera 15 000 puestos de empleo. El 50% de personas trabaja en forma indirecta y el otro 50% de manera indirecta; esto incluye a los proveedores de las materias primas, transportistas, lavanderías y servicio de bordado. Asimismo, abastecen a locales comerciales y a las grandes cadenas de ropa del país.

    Villena dice que no existe una cifra certera sobre el número de prendas jean que se confeccionan y que se comercializan en el país, debido a que no se ha efectuado un estudio debido a que hay mucho celo. Pese a ello, la calidad de las prendas del vestir y las nuevas tendencias de la moda van de la mano para el desarrollo del lugar.

    El dirigente asegura que Pelileo es la principal productora de jean en el país con el 70% de lo que se confecciona. El 30% restante se reparten Cuenca, Quito, Guayaquil y otras ciudades.
    La fama de este cantón de Tungurahua arrancó en 1956 con la instalación de pequeños talleres. El ‘boom’ arrancó entre 1996 y 1982 en que comienza a conocerse a Pelileo como ‘La ciudad azul’.

    Uno de los confeccionistas más antiguo es Sergio Villena. Él recuerda que la historia de la ciudad del jean arrancó con el prelavado de las prendas jean para evitar que se encogiera. Se ubicaron pequeñas lavanderías para el lavado, pero al no existir las secadoras las prendas se tendían al aire libre a lo largo de la vía a Baños. Eso llamó la atención de los turistas que la llamaron ‘La ciudad azul’.

    La Raíz del Jean es una de las fábricas con 49 años en el negocio. Su propietario, César Paredes, inició con dos máquinas en un pequeño taller. Recuerda que en 1969 no había energía eléctrica y cosía a pedal 10 pantalones semanales. Con los recursos que ingresaban por las ventas adquirió a plazos más maquinas en zigzag, overlock y costura recta.

    Paredes llegó a fabricar hasta 8 000 prendas mensuales y daba trabajo a 50 personas. En la actualidad sus cinco hijos instalaron sus propios talleres. Recuerda que el principal mercado de ventas fue la calle Ipiales, en Quito.

    Cuenta que de acuerdo con sus cálculos efectuados con la venta de tela jean en las distribuidoras se determinó que mensualmente se armaban 1,5 millones mensuales, pero por la situación económica la comercialización bajara. Además, tiene una lavandería que al mes lava 60 000 prendas.

    También, trabaja en la confección de ropa de trabajo para las empresas de todo el país.

    La confección de las prendas jean, en el cantón Pelileo, da empleo a más de 15 000 personas. La red de maquilas funciona en  esta urbe conocida como ‘La ciudad azul’. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    La confección de las prendas jean, en el cantón Pelileo, da empleo a más de 15 000 personas. La red de maquilas funciona en esta urbe conocida como ‘La ciudad azul’. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Con algodón orgánico de Perú confeccionó su emprendimiento

    Redacción Guayaquil

    La frase: «Guayaquil city va a reventar, tanto calor no se puede aguantar», es parte de una canción del grupo de origen francés Mano Negra. Esta oración también es un elemento de uno de los diseños de prendas más vendidos de América Latina Brand.

    Se trata de una microempresa que elabora blusas y camisetillas de algodón orgánico, pintadas con la técnica de serigrafía. Las tintas que utiliza son elaboradas con base en agua. Todos los insumos son importados de Perú.

    Los diseños son variados, pero las temáticas principales son lugares turísticos del Ecuador, como Guayaquil, Montañita y Salinas. Otros diseños se basan en el festival Woodstock, bandas musicales, y hasta directores de cine como Quentin Tarantino.

    Carlos Portugal es quien está detrás de esta idea. Él dice que en los dibujos usa formas e íconos no tradicionales para representar distintos rincones del país. Busca reinventarlos en sus prendas. «El fin es unir el arte con un producto de consumo masivo como la ropa».

    La iniciativa la tuvo hace unos cinco años, pero se concretó hace un año, luego de que tomó un curso de serigrafía en Guayaquil, de forma particular. Para iniciar, invirtió USD 600 en la compra de los materiales.

    Hoy, vende un promedio de 100 camisetas mensuales. Las prendas se comercializan a USD 15 y 20, dependiendo del modelo. Al por mayor, el precio es de USD 10, con un pedido mínimo de 12 piezas.

    Para promocionarse, Portugal utiliza las redes sociales Facebook y Twitter. Allí, también receptan pedidos. Los envíos los realiza dentro y fuera del país a través de Correos del Ecuador.

    Otro método de promoción es la participación en ferias. Recientemente formó parte del Festival de Artesanías y Dulces, realizado en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Allí, Dalila Vinces adquirió tres blusas.

    Ella asegura que ya conocía la marca a través de sus amigos, pero no había tenido la oportunidad de concretar la compra. Para la joven, lo más atractivo de las prendas de América Latina Brand es la originalidad de las prendas. Además, «son muy cómodas y frescas, lo que las hace ideales para el clima de la ciudad».

    Por otro lado, América Latina Brand realizó una alianza estratégica con la marca de cervezas Barracuda. Gabriel Proaño, propietario de Barracuda, dice que la idea es promocionarse mutuamente, debido a que su target es común. Para esto, América Latina produce blusas y camisetillas con la imagen de Barracuda. «Me pareció una idea interesante, sus productos son de excelente calidad».

    El negocio

    El target.  Son hombres y mujeres jóvenes, desde los 18 años, hasta adultos de más de 50 años.

    La proyección.  Este año la marca producirá también camisetas con mangas y diversificará los modelos de las prendas.

    LA CIFRA
    USD 1 500 mensuales vende en promedio

  • Pinto lleva 100 años innovando

    Mónica Orozco, Redacción Quito / LÍDERES

    En los años 80, la fábrica de Empresas Pinto, ubicada en Otavalo, en el norte del país, era lo más parecido a la «universidad». Entre máquinas de coser e tejidos, la gente de la localidad aprendía los secretos de la industria textil.

    Aunque desde entonces la economía se ha diversificado -la industria representa el 5% de la economía del cantón, lejos del sector comercial y artesanal que representa cerca del 82%- Pinto es aún una gran generadora de mano de obra e inversión en la zona.

    La firma emplea 370 personas en Otavalo y más de 700 en el ámbito nacional (incluidos puntos de venta).

    «Pinto ha sido clave en la capacitación de la mano de obra que se ha preparado en confección, hilatura… La gente se especializaba ahí y luego salía a instalar su propio taller», comenta el alcalde de Otavalo, Mario Conejo.

    Esto en buena medida porque cada 20 años Pinto ha renovado la maquinaria de sus fábricas. La más reciente modernización inició en septiembre del 2012. Para ello, invirtió USD 4 millones en 94 equipos nuevos entre máquinas de corte, tejeduría, de tinte y de confección. El cambio ha permitido reducir el desperdicio de insumos y tecnificar procesos. Con ello espera este año aumentar un 15% su producción, que en el 2012 alcanzó más de dos millones de prendas.

    Pero la actividad de Empresas Pinto empezó mucho antes en un pequeño depósito donde hoy aún giran las hélices de una pequeña turbina alemana de 100 kilovatios de potencia. Con ello, abastece de energía para iluminación de la industria de Pinto en Otavalo.

    En ese mismo sitio, en 1913, Segundo Miguel y Tomás Abel Pinto inauguraron la primera central hidroeléctrica, que le permitió a Otavalo contar por primera vez con energía eléctrica.

    13 años más tarde, en 1926, los cultivos de algodón de El Chota motivaron a estos emprendedores a comprar maquinaria desmontadora de algodón y empezar el negocio textil. En 1932 el negocio se transformó en lo que sería una de las primeras industrias del norte del país.

    Con 93 años de edad, Carlos Cifuentes, ha sido testigo de casi toda esta historia. Con un asistente, este trabajador de diálogo pausado aún ayuda a supervisar la operación de esta central, un trabajo que realiza desde hace 72 años.

    «A mí me duele el corazón cuando la gente le dice la planta vieja a la primera planta textil, porque de esa fábrica y de esta central eléctrica nació lo que hoy es Pinto», recuerda el trabajador que se jubiló en los años 60. Germánico Pinto, quien impulsó el negocio en los años 50, le permitió conservar su empleo.

    «Hacer lo que más me gusta hasta ahora es lo que me mantiene joven», confiesa Cifuentes con una sonrisa. «La gente contaba que antes Pinto tenía telares y trabajaba gabardinas. Luego compraron máquinas más modernas».

    Una creciente del río Jatunyacu, cerca al cual se ubicaba la primera planta, inundó todas las instalaciones. «El lodo de la fábrica se sacaba hasta en carretillas».

    Zulay Romero, quien labora como secretaria desde hace 47 años en la firma, recuerda que la fábrica paró más de cuatro meses. «Fueron tiempos duros. Falleció un trabajador. Se perdieron insumos, se dañaron algunas máquinas. Por eso en los 90 se construyó una nueva planta», dice Romero.

    La creciente no detuvo el crecimiento de la industria textilera. Romero presenció el cambio de la empresa con la incorporación de nuevas tecnologías, especialmente en la confección de tejidos. Inicialmente Pinto ofrecía ropa interior, luego se fabricaron prendas básicas y después ropa de moda.

    Otro reto fue consolidar la relación con los empleados. Hace unos 15 años se firmó el primer contrato colectivo entre Pinto y sus trabajadores. Hoy 410 colaboradores pertenecen a este régimen. «Siempre hemos tenido una buena relación con la empresa por el bien común. Y la empresa siempre nos ha dado la apertura», comenta Edwin Peñafiel, vicepresidente de esta organización.

    Julio Fuentes, tesorero de la Cámara de Comercio de Otavalo, dice que Pinto es una de las principales empresas del cantón junto a la cementera Lafarge y la también textil Indutexma. «Su mayor aporte es en término de generación de mano de obra y pago de impuestos».

    Según datos de la Alcaldía Otavalo, en lo que va del año Pinto ha pagado USD 40 832 en impuestos prediales, patentes y otros pagos municipales.

    Aunque Pinto se internacionalizó a Perú y Colombia, Ecuador es el principal centro industrial de esta compañía. En el país se concentra el 73% de su producción. En Perú y Colombia se generan prendas con procesos especiales de estampado, etc., explica Jenny Aguirre, jefe de Talleres de Empresas Pinto.

    Cristina Muñoz, gerente de Márketing de esta compañía, sostiene que la innovación ha sido otro pilar del crecimiento. «Antes solo teníamos diseños básicos. Desde 1995 se renovaron los diseños dos veces al año. Hoy cada trimestre lanzamos una tendencia y cada mes una colección diferente», acota Aguirre.

    El 18 de octubre próximo la firma cumple 100 años. Para celebrarlo lanzará, una colección especial denominada «Premiun».


    Los datos

    Ventas. Pinto factura USD 1,8 millones mensuales. En Navidad multiplica ese valor por 2,5. (ventas nacionales, no incluye exportaciones).

    Producción. Entre el 2007 y el 2008 creció 15%. Entre el 2009 y el 2010 superó el 24%. Para este 2013, se espera aumentar un 15% frente al 2012.

    La exportación. La producción se vende en un 68% en Ecuador y el resto al exterior, principalmente Alemania. El 18 de octubre próximo la firma cumple 100 años y venderá su camiseta número 17 millones a ese país.