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  • Un grupo multidisciplinario descubrió patrones en el contagio de covid-19 en Riobamba

    Cristina Márquez. (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La información que recaban los docentes de la Universidad Nacional de Chimborazo sustenta las medidas que se toman en el Comité de Operaciones en Emergencias de Riobamba (COE), para mitigar el contagio de covid-19.

    Un grupo de investigadores, integrado por especialistas en estadística, matemática aplicada, informática y epidemiología se integró en esa academia para analizar cómo es el contagio en la provincia y buscar opciones para hacerle frente a la pandemia.

    La investigación se inició en abril pasado, unas semanas después de que en Ecuador se decretara la emergencia sanitaria por el incremento de casos de coronavirus. Los docentes estructuraron una encuesta para aplicarla a la comunidad universitaria y obtener toda la información posible.

    La encuesta tiene 22 preguntas y fue validada por tres organizaciones. El objetivo es georeferenciar los casos de covid-19, identificar patrones y proyectar las cifras del contagio a futuro.

    Con la encuesta descubrieron, por ejemplo, que las primeras víctimas del virus en las familias que se contagiaron fueron los abuelos y los padres. También encontraron que los primeros afectados fueron las personas de estrato socioeconómico bajo.

    “Probablemente se debe a que las personas con ingresos bajos son quienes no tenían posibilidades de adquirir mascarillas apropiadas y continuaron trabajando en la emergencia”, dice Víctor García, un docente especialista en matemática aplicada y líder del grupo de investigación.

    Él cuenta que estructurar la encuesta y diseñar un sistema para procesar la información le tomó a los docentes de las facultades de Salud e Ingeniería cerca de seis semanas. Ellos trabajaron en turnos, y desde sus hogares, para diseñar la plataforma que en un inicio recibía datos únicamente de la comunidad universitaria.

    “Alimentábamos nuestra base de datos con las respuestas de los estudiantes, administrativos y docentes, teníamos información de unas 30 000 personas. Pero luego el interés creció y ahora estamos preparando un plan piloto para aplicarlas también a los alumnos de dos colegios”, explica Anita Ríos, vicerrectora administrativa.

    La información se procesa en los laboratorios de ingeniería. Los resultados obtenidos se remiten al COE local, donde cada martes una comisión médica que asesora a las autoridades examina los hallazgos de los docentes.

    “Es muy importante que esta información sea estudiada por las autoridades, porque así pueden saber dónde están ubicados los focos de la infección y toman decisiones para prevenir más contagios”, explica García.

    Un grupo de epidemiólogos también es parte del equipo de investigación. Ellos analizan virus vivos similares al coronavirus en sus laboratorios para entender cómo se comportan y se transmiten.

    Entre tanto, en la Facultad de Ingeniería se está desarrollando un respirador mecánico para los pacientes que requieren cuidados intermedios. El proyecto se hace en conjunto con médicos de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Riobamba.

    “Queremos convertirnos en un referente de cómo la academia debe articularse con los gobiernos locales para encontrar soluciones que promuevan el desarrollo de los territorios”, dijo Nicolay Samaniego, rector de la Unach.

    En las cuatro facultades de esa academia se educan unos 13 000 estudiantes. La oferta académica está compuesta por 31 carreras.

    La Unach fue acreditada y es una de las 17 universidades ecuatorianas en el ranking QS.

    En la Universidad Nacional de Chimborazo investigan cómo se da el contagio de covid-19 en Riobamba. Imagen de www.freepik.es
    En la Universidad Nacional de Chimborazo investigan cómo se da el contagio de covid-19 en Riobamba. Imagen de www.freepik.es
  • El miedo de volver al sitio de trabajo

    Redacción Quito

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    Ivanna es empleada privada con un trabajo que la obliga, de manera casi permanente, a tener contacto con personas. Se muere del miedo de que una vez que se levanten todas las restricciones por covid-19 tenga que dejar su casa y volver a su actividad regular en el exterior.

    Tiene el denominado síndrome de la cabaña o de la cueva, una situación que cientos de personas en el mundo, que han estado en cuarentena, la están enfrentando.

    Belén Álvarez, psicóloga clínica con especialidad en Psicología Jurídica y Forense, explica que es una reacción ante la obligación de salir de la zona de confort o de un hábito que se generó al pasar en casa durante mucho tiempo.

    Ella dice que lo que genera el miedo es la incertidumbre. Hay personas que consideran que aunque se protejan o hayan reducido los contagios pueden infectarse. Al cerebro eso le angustia y le genera estrés y elevada ansiedad.

    Precisamente, eso es lo que siente Ivanna, quien vive en Guayaquil. “Pude cumplir 60 días de cuarentena sin salir, ni tener ningún tipo de contacto con el exterior. Me tocó salir de emergencia el día lunes y para mí fue muy impactante ver como afuera ‘no pasa nada’. Eso realmente me preocupa, porque siento que en muchos casos la gente ha perdido mucho cuidado en las normas, como cumplir la distancia, el lavado de manos constante o la precaución de tener contacto con otros. Regresar al trabajo es volver al día a día; aunque no queramos, el riesgo será muy alto. Pese a que yo me cuide no sé si lo esté haciendo también otro”.

    Esta, sin embargo, no es la única razón que genera miedo. Hay personas que se dieron cuenta que pueden realizar su trabajo muy bien desde casa y, a la par, lograron un equilibrio con su vida familiar. Regresar a la oficina implica una ruptura a este logro alcanzado.

    Para otros, el temor viene por el lado de tener que regresar a un empleo en el que las cosas no iban bien, explica Pedro Flor, docente de Psicología de la Universidad de las Américas. Existen casos de trabajadores que no tenían una buena relación con jefes o compañeros o se encontraban desmotivados por causas profesionales.

    “Siento que hago un buen trabajo y me gusta siempre dar ideas nuevas. Sin embargo, nadie las toma en cuenta. Por otro lado, en casa me he sentido más productiva, porque hago mi trabajo y cuido de mi familia. He podido pasar más cerca de ellos y ha sido lindo”, dice la empleada privada Adriana.

    Al tener empleados con este síndrome habrá un impacto en dos segmentos de cualquier organización: el clima laboral y la productividad del personal.

    Oswaldo Paredes, gerente de HR & SS Consulting, explica que el miedo y la inseguridad llevan a que la persona se desconcentre. Explica que mucha gente, particularmente la que tenía antes contacto con público, podría negarse a hacerlo para evitar el riesgo o bajar los estándares de antes.

    También es posible que haya gente que termine renunciando a sus trabajos, porque al volver no llegarán a encajar en una lógica de rigidez y verticalidad. “Pueden sentirse desanimados. Tal vez al teletrabajar podían organizar mejor sus tareas y en la oficina no.”

    Otro de los temores que tiene la gente es a perder su empleo o enfrentar ajustes en el mismo. Los empleados temen que al volver les hagan anuncios que impacten su economía o sus rutinas laborales.

    Esta inestabilidad, a decir de la psicóloga Álvarez, puede generar a corto o mediano plazo cuadros de ansiedad o, en el peor de los casos, enfermedades mentales. Lo primero es posible aliviarlo con ejercicios de concentración o respiración, para enfocarse.

    Javier Verdesoto, CEO de Nexos Talent EFH Ecuador, explica que es importante una guía para que las personas se acostumbren a su lugar de trabajo y a los nuevos mecanismos para laborar. El apoyo psicológico y la empatía de los empleadores son fundamentales.

    “Debe haber total comunicación. Hay que escuchar a los trabajadores, más aún si han enfermado o ha fallecido algunos de sus parientes”, indica el experto.

    Explica que de nada van a servir las medidas de seguridad si no se impulsa una mentalidad positiva.

    El síndrome de la cabaña implica no querer salir de casa ante el temor de un contagio o un mal empleo
    Imagen referencial. El síndrome de la cabaña implica no querer salir de casa ante el temor de un contagio o un mal empleo. Foto: Pixabay