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  • El sabor nacional se convierte en una experiencia

    Redacción Quito

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    Juan Sebastián Pérez quiso investigar la gastronomía ecuatoriana desde lo más profundo. Asegura que un locro de papas, por ejemplo, puede tener una evolución e historia de cientos de años.

    Todo ese conocimiento de los sabores ecuatorianos quiso plasmarlo en proyecto denominado Identidad Culinaria, que nació hace dos años. Pero el proyecto tomó forma en el restaurante Quitu Identidad Culinaria, que abrió sus puertas hace un año en Las Casas, en el norte de Quito.

    Este lugar busca generar experiencias a través de sus platillos. Por ejemplo, se resaltan postres como la ‘caca de perro’ en helado, los cebiches en jugos cítricos frutales o el cochinillo y maíz de Selva Alegre que mezcla mote sucio, chulpi, morocho y cebolla caramelizada.

    Para iniciar, Pérez invirtió unos USD 40 000 que destinó para la compra de equipos de cocina y adecuación del local.

    Pérez explica que escogió abrir su local en el sector de Las Casas porque le permitía tener una mayor rentabilidad que en otros sitios de mayor costo en la ciudad.

    El chef explica que su modelo de negocio se basa en ofrecer un menú de degustación: el comensal se sienta a la mesa sin una carta y disfruta las opciones que el chef ofrece en ese día.

    “Prácticamente tienes reservados todos los asientos que ofreces con esta propuesta”, asegura el emprendedor.

    Otra de sus fortalezas, dice Pérez, es que los costos de su menú de degustación son accesibles: USD 40. En otros países por este tipo de experiencias se pagan costos mucho más elevados.

    Esto le ha permitido tener la casa siempre llena. Pérez asegura que actualmente Quitu Identidad Culinaria cuenta con reservaciones de mesas hasta agosto de este año. Gracias a ello, el negocio tiene una facturación promedio al mes de USD 15 000.

    Pero este restaurante no es solo la experiencia que ofrece a sus comensales. Los proveedores también son parte importante a la hora de preparar los platos que ofrecen. Para ello ha buscado los mejores ingredientes que den identidad a sus platos.

    El proyecto Identidad Culinaria incluye otras propuestas como el desarrollo de una huerta para el cultivo de sus propios insumos. La idea es crear una terraza, como lo hacían los Quitu Cara, para cultivar diferentes productos agrícolas.

    Pero en concreto, Identidad Culinaria, además de su restaurante Quitu, cuenta con dos proyectos que están en desarrollo que también buscan resaltar la comida nacional. Además, Pérez también es consultor para la apertura de otros restaurantes de colegas de la ciudad.
    Por ahora, Quitu Experiencia Culinaria se está mudando a una casa patrimonial en el centro norte de Quito y reabrirá al público en las próximas semanas.

    Diana Flores, diseñadora, ha asistido a Quitu Experiencia Culinaria y cuenta que “vale la pena asistir” porque el comensal encuentra una diversidad de sabores locales que rememoran alguna parte de la vida de todos los ecuatorianos.

    Flores comenta que la relación precio calidad es lo que más le llama la atención del restaurante debido a la minuciosidad con la que se preparan los platillos. “Este tipo de experiencias podrían costar mucho más por todo el valor agregado y la creatividad”, añade la comensal.

    Daniel Pucuji, parte del equipo, y Juan Sebastián Pérez, fundador del proyecto. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
    Daniel Pucuji, parte del equipo, y Juan Sebastián Pérez, fundador del proyecto. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
  • El desierto de California se convierte en una galería de arte

    Agencia AFP

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    Una casa hecha toda de espejos prácticamente desaparece con el reflejo en su fachada del desierto de California, un deleite para cualquiera con una cámara.

    Se trata de ‘Mirage’ de Doug Aitken, que forma parte de la espectacular exposición ‘Desert X’, que exhibe obras de 16 artistas internacionales a lo largo del valle de Coachella.

    Una réplica de un búnker con una escultura del presidente John F. Kennedy, un refugio en la tierra y un pequeño robot misántropo.

    Todo está exhibido en plena naturaleza. La exposición se extiende hasta abril aunque ‘Mirage’ (Espejismo) estará allí por seis meses. La exposición ya atrajo a miles de visitantes, entre “hipsters”, amantes del arte y residentes de la zona, que tienen difícil asistir a museos.

    “Tenemos más de 5 000 personas cada fin de semana”, más de lo esperado, explica Neville Wakefield, curador de ‘Desert X’.

    Con el éxito, Los Ángeles y Palm Springs se están convirtiendo en un nuevo imán creativo, en el extremo opuesto de Nueva York, reino de las grandes galerías, museos y maravillosos desfiles.

    “Hay un fuerte éxodo hacia el oeste, lejos de Manhattan”, señaló Wakefield. El cambio económico, por una parte, con muchos artistas huyendo de los alquileres exorbitantes de Nueva York, y un cambio filosófico en línea con la conquista del Oeste.

    “Mirage” es una instalación de una casa ordinaria, que simboliza el culto a la propiedad inmobiliaria dentro del sueño americano.

    Una casa hecha de espejos resalta  en el desierto de California. Se mezcla en el paisaje, reflejando la red urbana y el árido valle de Palm Springs. Foto: AFP
    Una casa hecha de espejos resalta en el desierto de California. Se mezcla en el paisaje, reflejando la red urbana y el árido valle de Palm Springs. Foto: AFP
  • Perú se convierte en un destino de la migración laboral mundial

    Agencia EFE

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    Perú ha dado un vuelco a su antigua situación de exportador de trabajadores y se ha convertido ahora en un receptor de miles de inmigrantes que llegan a trabajar cada año desde todo el mundo, según han revelado las últimas cifras oficiales.

    Tanto la Superintendencia Nacional de Migraciones como el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) ofrecieron esta semana datos que confirman esa tendencia a la recepción de trabajadores, que se ha incrementado en 793 % entre 2004 y 2014. Según el informe oficial, en 2004 se aprobaron 1 464 visas de trabajo o de cambio de calidad migratoria a la de trabajador, mientras que en 2014 este mismo trámite fue aprobado para 13 065 extranjeros.

    «Perú se ha convertido en un destino muy importante para ciudadanos de todas partes del mundo que buscan desarrollar sus conocimientos y talentos en un país serio y con futuro», destacó el Superintendente Nacional de Migraciones, Boris Potozén.

    El funcionario afirmó que el trabajo de los extranjeros «no solo los ayuda a prosperar, sino que también contribuye con nuestro propio desarrollo». Al referirse a las cifras de este año, la Superintendencia de Migraciones resaltó que durante el primer semestre han realizado el trámite para trabajar en Perú 6 728 ciudadanos extranjeros. De estos, 5 621 solicitaron trabajar en calidad de residentes y otros 1 107 como trabajadores temporales. La mayoría de los trabajadores, 4 570 en total, provino de países sudamericanos, seguidos por 1.254 europeos, 478 norteamericanos, 267 asiáticos, 108 centroamericanos, 41 de Oceanía y 10 de África.

    Colombia es el país de origen de la mayor parte de los trabajadores llegados durante este primer semestre a Perú, con 1.713 personas; seguido por España, con 757; Argentina, con 638; Chile, con 556; Ecuador, con 515; Brasil, con 412; Venezuela, con 349; y Estados Unidos, con 330.

    Al informar sobre el número de trámites de calidad migratoria como trabajador durante el primer semestre (que pueden ser solicitados varias veces por la misma persona) Migraciones señaló que la mayoría fueron hechos por ingenieros (8 045) seguidos por empleados de diversos sectores (5 504) y administradores de empresas (1 748).

    Les siguieron gerentes (966), técnicos (800), economistas (612), empresarios (557), pilotos (515) y contadores (449), entre otros profesionales. «Esta ola de migración debe estar acompañada de una mejora y agilización en los servicios y procedimientos de migraciones. Es por ello que declaramos la Superintendencia en proceso de modernización. Hoy podemos decir que los trámites para los extranjeros que vienen a trabajar al Perú son mucho más sencillos», señaló Potozén.

    El lunes pasado el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) informó que solo durante mayo pasado ingresaron al país casi 5 000 extranjeros, la mayoría colombianos, chilenos, españoles y argentinos, en calidad de trabajadores.

    Esta cifra significó un incremento en 12,1 % en relación al mismo mes del 2014, mientras que el 17,2 % de estos trabajadores procedieron de Colombia, 14,6 % de Chile, 11,7 % de España y 10,5 % de Argentina.

    Los analistas señalan que el aumento de la migración laboral a Perú se debe, principalmente, a los altos niveles de crecimiento que ha tenido el país en la última década, que alcanzó un promedio anual de 6 %. Aunque la crisis financiera internacional ha reducido este crecimiento a un promedio de 4 %, Perú mantiene una gran demanda de mano de obra calificada para atender la gran brecha en desarrollo de infraestructura.

    Los expertos remarcan, sin embargo, que los extranjeros aún deben de cumplir con un proceso «engorroso y limitativo» para conseguir la condición de trabajadores legales, aunque esa situación es más llevadera para argentinos y españoles, gracias a convenios bilaterales suscritos entre sus países con Perú.

    Una parada de bus en Lima. Los trabajadores se transportan desde tempranas horas del día. Foto: AFP
    Una parada de bus en Lima. Los trabajadores se transportan desde tempranas horas del día. Foto: AFP
  • Artialambre convierte a los metales en muebles, cocinas, góndolas

    Sebastián Angulo / Redacción Quito

    ¡Debes aprender algún oficio! Así exhortaban sus padres a Nelson Chicaiza hace unos 60 años. Pero él ya tenía en mente un trabajo: quería convertirse en un artesano del hierro, y así fue. Este cayambeño viajó a Quito cuando tenía 14 años de edad para aprender a forjar el metal.

    Aunque no tenía conocimientos académicos de diseño, Chicaiza comenta que «las formas y figuras estaban siempre en su cabeza», y luego las plasmaba en lámparas y candelabros.

    Ahora, el pequeño taller con el que comenzó Chicaiza, que estaba ubicado en el centro-norte de Quito, se convirtió en Artialambre, una empresa que se dedica a la manufacturación de perchas, góndolas, vitrinas, carritos de supermercado, cocinas industriales y más.

    El año pasado, esta empresa facturó USD 1,8 millones y hoy cuenta con más de 200 clientes, a escala nacional, como supermercados Tía, Familia Sancela, empresas petroleras, entre otros.

    Pero, ¿cómo pasar de un taller artesanal a una fábrica con procesos tecnificados en serie? Esta fue la pregunta que Chicaiza se hizo en 1982.

    La respuesta fue crear su propia compañía y buscar nuevos productos para sus clientes. Para ello, invirtió unos USD 1 000 de sus ahorros para el alquiler de un local en el sector de Santa Clara (centro-norte de Quito), así como para la compra de materia prima, constitución de la compañía, entre otros.

    En principio, la oferta de Artialambre se centró en mobiliario de oficina. Pero para crecer, la compañía firmó contratos para ser proveedor de empresas como ATU y Righetti, dedicadas a la distribución de mobiliario de oficina.

    Gracias a ello, la iniciativa ganó reconocimiento entre los clientes y a la par, sus ingresos se incrementaron. Con las ganancias, Chicaiza invirtió en maquinaria; decidió importar desde Suiza una máquina para pintar.

    En 1990, Chicaiza acudió a una feria de empresas que producían mobiliario para la industria en Miami (EE.UU.). En este evento, él observó las góndolas, y pensó que sería una buena idea que su empresa comience a fabricarlas.

    Con esta novedad llegó al país. Gracias a esta idea, las Fuerzas Armadas le contrataron para equipar sus comisariatos. Los pedidos también incluían carritos de supermercado, que años después, se convertiría en el logotipo de su marca.

    Los pedidos se cumplieron con exactitud y gracias a ello Artialambre decidió incursionar en un nuevo segmento: el equipamiento para supermercados, que a principios de la década de los 90 comenzaban a expandirse en el país.

    Los pedidos crecían y también las exigencias técnicas. Ello requirió la adquisición de maquinaria moderna, como cortadoras y dobladoras. Estas las importó desde Italia y Turquía.

    Pero los autoservicios ya no solo requerían perchas, góndolas y carritos. Algunos de estos centros de compras comenzaron a implementar el servicio de venta de comida rápida, por esta razón necesitaban cocinas industriales.

    Artialambre aceptó el desafío y comenzó a fabricar las cocinas. La manufactura de estos artículos la realizaba de manera esporádica, de acuerdo a los pequeños pedidos que llegaban a la firma.

    Para el 2002, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas requirió la fabricación de 4 000 cocinas industriales, para el proyecto de Desayuno Escolar. Con otras cinco empresas fabricaron este pedido; el contrato ascendió a USD 5 millones y fue el inicio de la producción masiva de cocinas.

    Entre el 2003 y 2007 la nueva generación se integró al negocio. Ana Gabriela, Eduardo y Hugo Chicaiza ingresaron para gerenciar Artialambre.

    Actualmente, Artialambre cuenta con dos plantas ubicadas en Carcelén (norte de Quito) y tres ‘showrooms’.

    Fanny Campaña, asistente de Compras Locales de Familia Sancela, afirma que trabajan con Artialambre desde hace siete años. Ella destaca la calidad de los productos y el asesoramiento en cualquier momento del día. Al año, esta firma le compra unos USD 25 000.

    Mientras que Andrés Miño, propietario de la Colina del Chef, empresa que brinda servicios de catering, afirma que las cocinas de Artialambre «no le piden favor a una importada».