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  • Ellos personalizan los cuentos infantiles

    Redacción Líderes

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    Crecer en una imprenta y estar rodeado de literatura motivó a Marcelo Delgado, un apasionado por el comercio electrónico, a crear y comercializar cuentos infantiles en donde los clientes (niñas, niños y bebés) se convierten en los protagonistas de las historias.

    Así nació Cuenta.me en el 2017, un emprendimiento netamente ecuatoriano. En diciembre de ese año salió el primer libro, denominado El Baúl de Navidad, que involucra a los abuelos de los niños. Para el 2018 el negocio incorporó cuatro cuentos más y generó USD 15 000 en ventas.

    “Veo a Cuenta.me como un instrumento en el cual haces que la literatura sea divertida para los niños. Buscamos que los niños se interesen en la lectura a través de algo que a ellos les guste”, describe Maldonado.

    Con apenas un año, y con una inversión de USD 10 000, el negocio ha participado en importantes ferias a escala nacional, por lo que ha recibido destacados reconocimientos, como el primer lugar al mejor emprendimiento de e-commerce, por parte de Lab2change, Diners e Impaqto. También ganó el premio al mejor stand de la feria Grand Bazar.

    Los usuarios pueden adquirir los libros, en formato físico o digital, ingresando a la página web www.cuenta.me.

    La personalización del texto empieza introduciendo el nombre del niño. A continuación, se debe seleccionar uno de los cuentos, ingresar detalles y rasgos característicos de los personajes, escribir una dedicatoria, seleccionar una fecha especial y agregar una fotografía.

    Finalmente, el usuario escoge el formato del producto y registra los datos para la facturación. El libro demora alrededor de una semana en llegar a manos del propietario. La versión digital ofrece, en algunos cuentos, varias opciones para el final de la trama.

    Las historias son creadas por la pluma de tres escritoras ecuatorianas: Mónica Varea, Soledad Córdova y Silvia Larrea; próximamente se incorporará al equipo Fernanda Heredia.

    Cada una quiso incorporarse voluntariamente al proyecto con la motivación de expandir el hábito de la lectura en los infantes y, al mismo tiempo, ser un vínculo de unión familiar, comenta Cristina León, cofundadora de la marca.

    “Un detalle que nos diferencia es que en las historias no solo se involucra al niño sino también están sus familiares. Hay muchas opciones para personalizar el cuento, como ponerle nombra a la mascota, de qué color será el traje del superhéroe y más”, explica León.

    Elena Chiriboga adquirió hace un año dos libros para su hijo, Francisco, de 3 años de edad. Comenta que quedó cautivado por la originalidad de los cuentos. Uno de ellos aborda el periplo de un pequeño niño en la luna; el otro es una versión modificada y entretenida de la Caperucita roja.

    Chiriboga destaca las ilustraciones a todo color, pero asegura que lo valioso de los textos son sus contenidos, porque inspiran a su hijo a desarrollar la imaginación. “Son su juguete, siempre lleva uno consigo a cualquier parte”.

    Cada pedido que recibe Cuenta.me es procesado por la imprenta Imprevel, que desde hace 15 años se dedica a elaborar libros, catálogos, revistas y material publicitario. Actualmente el negocio incursiona en los libros digitales, mejor conocidos como ‘e-books’.

    Evelyn Arboleda, propietaria del establecimiento, explica que cada cuento requerido se diseña y fabrica por separado. La producción de cada libro demora un máximo de dos días.

    “Marcelo nos pasa el texto en un documento en formato PDF. Una vez que se imprime el cuento lo grapamos, pegamos, hacemos la pasta dura y se lo entregamos”, detalla Arboleda, quien se provee de insumos nacionales, con excepción del papel.

    Las historias de Cuenta.me ya han llegado a países como España, Francia y Estados Unidos. Sin embargo, la expansión hacia el exterior está en proceso. Los costos del producto final se incrementan, debido a los trámites y aranceles para la exportación, lo cual encarece la mercadería y la vuelve poco competitiva, cuentan sus fundadores.

    Cristina León (I) se encarga de la parte creativa. Marcelo Delgado (D) es resposable de lo administrativo.
    Cristina León (I) se encarga de la parte creativa. Marcelo Delgado (D) es resposable de lo administrativo. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • Un lector voraz con predilección por los cuentos

    Alexander García 

    A los ocho años el abuelo al que le debe el nombre, le regaló una colección de novelas de aventuras del escritor italiano Emilio Salgari, con Sandokan y sus historias de Piratas. A los 10 recibió la colección completa de Julio Verne, con libros como ‘Miguel Strogoff’ o ‘Viaje a la luna’. De manera que a los 12 años, en su primera comunión, Nicolás Romero Sangster se estaba confesando de haber leído ‘La boca del infierno’, de Alejandro Dumas.

    Fue la época en la que comenzó a ‘devorar’ todo tipo de literatura. Ocupaba el dinero que recibía de forma semanal para comprar los títulos de la Editorial Sopena de Argentina, las novelas de capa y espada del escritor francés Michel Zévaco por ejemplo.

    El gerente de la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil encontró desde muy niño un refugio en la lectura, que entrañó para él una forma de viaje. “Me interesé por conocer el mundo a través de la lectura y los libros me abrieron la puerta a un universo de cultura”, indica el ejecutivo guayaquileño.

    Entre sus más recientes lecturas está ‘Historia íntima de la humanidad’ del historiador Theodore Zeldin. Aunque sus intereses son diversos, siente predilección por los juegos de tensión, la densidad y la epifanía que depara el cuento corto. Y entre los cuentistas que más disfruta están Antón Chejov y Guy de Maupassant. En una tradición más cercana menciona a Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.

    Romero Sangster, ingeniero eléctrico que se ha pasado la vida en la administración de empresas, atesora cientos de libros de diversos géneros y temas, en tres espacios de su casa.

    En la sala cuenta con una habitación con tres paredes llenas de títulos tras estanterías de cristal. En el pasillo a su cuarto, y en la habitación, estantes con colecciones añejas de tapas oscuras, como Historia Universal de la Literatura, de la editorial Oveja Negra y del Club Bruguera, una colección de bolsillo de literatura universal contemporánea publicada desde inicios de los años 80.

    En la habitación de la música, donde guarda cientos de CD y videos de más de 600 óperas, también cuenta con un estante con obras de grandes compositores y grandes temas de la ópera y la música clásica, biografías de Verdi, Rossini o Mozart, algunas en inglés. También libros sobre filosofía . “Junto a energía eléctrica estudié un diplomado en filosofía y teología, una mezcla un poco rara”, sonríe. Su pasión por la ópera lo ha llevado a aprender también italiano, cuenta con una columna sobre el tema y dicta de forma regular talleres sobre apreciación de ópera y grandes compositores.

    Cuenta que de niño se aprendió de memoria zarzuelas y quiso ser barítono. También recita poemas -llegó a escribir versos alejandrinos- y disfruta de autores como Rubén Darío, Neruda, Bécquer, Medardo Ángel Silva y la generación decapitada de Ecuador. Recita de memoria el poema ‘A Guayaquil, barca novia de un río y un mar’, del poeta granadino Manuel Carrasco: “El Ecuador tiene una…/ una barca tropical/ por la que se mueren, mueren/ de amor, un río y un mar…”.

    Romero es un amante de la ópera, adepto a las biografías de músicos. Foto: Jofre Flores/ LÍDERES
    Romero es un amante de la ópera, adepto a las biografías de músicos. Foto: Jofre Flores/ LÍDERES