Etiqueta: cuero

  • Zamarros y monturas con pieles finas

    Redacción Sierra Centro
    (F – Contenido Intercultural)

    Relacionadas

    En el taller de talabartería Los Andes, de Pedro Naula, se fabrican monturas y zamarros que son utilizados por los vaqueros de las grandes haciendas de la Sierra Centro y de varias partes del país.

    La calidad de sus trabajos ayudó a que más chagras o vaqueros de Quito, Ambato y otras ciudades lleguen para solicitar sus servicios. El local está ubicado en los alrededores de la Plaza Urbina, en el centro de Ambato. El año pasado logró ingresos por USD 16 000.

    Naula aprendió esta profesión a los 14 años en la parroquia Licto, en Chimborazo. Sus maestros Gabriel Allauca y Enrique Vargas le capacitaron en esa rama artesanal. Luego migró a Riobamba para laborar con Pascual Conshala.

    Con la idea de perfeccionar sus conocimientos viajó a Guayaquil a la fábrica de Gerardo Bonifaz,dedicado a la confección de carteras, correas cinturones, elaborados con piel de cocodrilo, que se exportaban a España, Alemania, Italia y otros países.

    Con sus ahorros y los conocimientos decidió instalar su propio taller en Riobamba. Sin embargo, por pedido de uno de sus clientes se mudó a Ambato. En esta ciudad instaló un nuevo local con una inversión de 20 000 sucres. Con el dinero compró la materia prima y las máquinas para coser.

    La durabilidad de sus trabajos hizo que él se convierta en uno de los más solicitados por los chagras o vaqueros de Machachi, Quero, y otras ciudades. Ellos llegan para comprarle sus diseños andinos.

    En una mesa de madera prepara la materia prima, que es el cuero, que en ocasiones curte o compra en las curtiembres de Ambato. Naula explica que el 90% del trabajo es hecho a mano. Utiliza pieles de ganado vacuno, ovino, camélidos y chivos.

    Para dar forma a los grabados de media luna utiliza una especie de cinceles pequeños donde están las figuras; en base a golpes con un martillo quedan impregnados en la baqueta (suela). Lamenta que existan pocos herreros dedicados a la elaboración de las argollas, cinchos que ayudan a sujetar los estribos. Ahora los compra en Colombia.

    La estructura de una montura inicia con el fuste elaborado con madera, luego se cubre con un cuero crudo templado para que la estructura sea maciza y resistente para cuando el jinete que atrapa un toro lo amarre a la cabalgadura.

    La elaboración de una montura puede tardar hasta tres semanas. Se requiere es de días soleados para domar la baqueta o suela, que está humedecida. El cosido, el pretal y las retrancas de la silla deben ser fuertes para cabalgar y para arrear al ganado.

    Tobías Vargas es uno de los clientes. Cuenta que su padre trabajaba con Naula en la elaboración y reparación de las monturas. El ganadero ambateño explica que son de buena calidad, por eso no se ha cambiado de maestro talabartero . Los materiales y el trabajo hecho a mano hacen que resista la actividad más fuerte.

    Pedro Naula, propietario de la Talabartería Los Andes, confecciona monturas y zamarros para los vaqueros.
    Pedro Naula, propietario de la Talabartería Los Andes, confecciona monturas y zamarros para los vaqueros. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Las chompas de cuero de Quisapincha, a Costa Rica

    Modesto Moreta

    Relacionadas

    Chompas, carteras, guantes, billeteras, etc., que produce Arte y Cuero Pepe, en la parroquia Quisapincha, en la provincia de Tungurahua, se exportan al mercado centroamericano. También se comercializan en Quito, Cuenca, Cotacachi, Ambato y otras ciudades del país. El año pasado, las ventas alcanzaron un total de USD 50 000.

    Este emprendimiento familiar arrancó en 1988. Su fundador, José Ortiz, se especializa en la confección de artículos de cuero para damas y caballeros. La inversión inicial fue de 100 000 sucres.

    Con los recursos adquirió una máquina de coser, materia prima, y herramientas. Empleó a dos personas para que se dedicaran a la confección. Desde entonces, fue perfeccionando la costura y acabados de las prendas, proceso que le permitió exportar su oferta.

    En Costa Rica está presente en la cadena de tiendas G&B y Típico San Luis. El gerente de Arte y Cuero Pepe dice que su firma ofrece artículos de alta calidad y que siempre está atenta a las tendencias y colores de moda, para ofrecer al público diseños vanguardistas, acordes a la época.

    Por esta razón participa cada año en las ferias internacionales de Colombia, país referente en la moda del cuero en Sudamérica.  En estas citas es donde conoce las nuevas tendencias y las traslada a sus prendas y accesorios. “Los nuevos productos y diseños permiten estar delante de otros competidores dedicados a la confección en cuero”, explica Ortiz.

    El local de exhibición y ventas está ubicado en el ingreso a la parroquia Quisapincha, 20 minutos al noroeste de Ambato. En un edificio de cinco plantas funciona su negocio: cuatro pisos están destinados a la exhibición de chaquetas, carteras, zapatos, guantes, gorras y más artículos en cuero.

    En la quinta planta se levanta el taller de confección y diseño. La inversión fue de USD 300 000.  En este lugar desarrollan los productos que, principalmente, se venden en el extranjero. Dos personas cortan el cuero y los distribuyen a diversos talleres de Quisapincha que se encargan del armado y cosido.

    Mensualmente, la empresa confecciona 200 chompas, 60 pares de zapatos y 100 carteras de diversos colores. Asegura que cada dos meses envía a Costa Rica 200 chompas y otros artículos.

    El mercado hacia Centroamérica lo abrió en 1990. Viajó a Costa Rica para promocionar sus productos y tuvo acogida. Desde entonces, el envío de sus productos a esa nación es constante. Ha exportado también a Chile, Suecia, Líbano y Guatemala.

    Diana Ramírez, gerenta de G&B en Costa Rica, cuenta que trabaja con la firma ecuatoriana hace cuatro años. La calidad de los productos, la materia prima y los diseños cubren las expectativas que tiene el mercado internacional.

    La empresaria está satisfecha porque Arte y Cuero Pepe adopta en sus prendas algunas de las sugerencias que ella le hace. “Les pedimos algunas especificaciones para la prenda o diseños en el artículo en cuero. Ellos nos brindan ese servicio. Además, tenemos pedidos exclusivos”.
    Ramírez afirma que el mercado costarricense es exigente y los productos cumplen con esos requerimientos. Por eso las ventas están en crecimiento.

    En el local de Arte y Cuerpo Pepe, donde se ofrecen los productos a los clientes ecuatorianos, trabajan cinco personas. Su propietario cuenta que antes de iniciarse en el negocio del cuero, sus padres laboraban en la confección de chompas en tela que las comercializaban en todo el país.

    Con la llegada de la moda del cuero, en 1988, se dio un giro al negocio de confecciones.
    Las ventas crecieron debido a que comerciantes de Tulcán y Huaquillas venía a Quisapincha a comprar las chompas. Semanalmente entregaba 150 prendas, pero luego bajó y abrió el mercado de exportación.

    Actualmente, tiene como proyecto abrir un local comercial en Quito. El objetivo es atender la alta demanda de los clientes de esa ciudad, que llegan a Ambato para comprar. “Es un buen mercado y estaremos a finales de este año”. El propietario cuenta que los principales clientes de su local en Tungurahua son extranjeros: vienen de EE.UU., Italia, Chile y otras naciones. 

    Arte y Cuero Pepe personaliza los productos que envía a Costa Rica. El dueño tiene un local comercial en el ingreso a la parroquia Quisapincha. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Arte y Cuero Pepe personaliza los productos que envía a Costa Rica. El dueño tiene un local comercial en el ingreso a la parroquia Quisapincha. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Esta industria da seis usos al cuero

    Modesto Moreta

    Las suelas y cueros que produce Curtiduría Promepell S.A., en Ambato, son de alta calidad, resistentes y durables. Las industrias automotriz y de calzado del país los usan para elaborar sus productos.

    El cumplimiento, la innovación constante de los procesos de curtiembre y el terminado del cuero catapultaron a esta firma ambateña en el mercado nacional. El año pasado facturó USD 600 000.

    Promepell tiene seis líneas de producción: suela vegetal (cuero de suela para el calzado), cuero para calzado fino de dama y caballero, cuero especial para línea deportiva, seguridad industrial, marroquinería y tapicería de automotriz y de muebles.

    Entre 2014 y 2015 arrancaron con esta última línea de producción. En Tungurahua, es la única empresa con la tecnología para fabricar productos de este tipo hechos con cuero. Uno de sus clientes es la ensambladora de vehículos Ciauto, en Ambato.

    La historia de Promepell se inició en el 2002, con la visión de sus fundadoras: Fanny y María Eugenia Jácome, más Javier Gavilánez. Luego se sumaron sus hermanos Jorge y César, para constituirse en una empresa familiar.

    El naciente emprendimiento se vio afectado por la dolarización. Eso impidió que se financiara el equipamiento completo de la fábrica, a pesar que en un inicio el capital fue de USD 250 000.
    Con esos recursos apenas lograron importar desde Italia tres máquinas y compraron tres minigalpones en el Parque Industrial Ambato (PIA), donde arrancó el proyecto. Actualmente, la planta de este negocio opera allí.

    Una vez instalados los equipos, comenzaron a prestar los servicios de maquila para los pequeños curtidores y artesanos del cuero. Cuatro personas laboraban en las máquinas en el descarnado, división y rebajado del cuero.

    César Gavilánez, gerente general de Promepell, recuerda que además fabricaban suela vegetal, línea que hasta la actualidad la mantienen. La prestación de servicio de maquila se extendió hasta el 2012. En los 10 años, con reinversión de las utilidades, lograron equipar cada una de las áreas.

    Además, capacitaron a la mano de obra. Instalaron uno a uno los tambores de madera, las máquinas hasta completar la línea de producción con el vacío del cuero, secaderos de pinzas, desvenadora de cuero, línea de acabado con las pigmentadoras, entre otros.

    En enero del 2012, la curtiembre inició la producción a escala nacional. En la actualidad, sus principales mercados son Tungurahua, Guayas, Pichincha y Azuay.

    Gavilánez explica que fueron 10 años de ahorro, reinversión, trabajos en maquila y capacitación de la mano de obra. “Cuando decidimos salir al mercado, fue con un producto de calidad igual o superior al existente, para competir con las empresas grandes. La gente tenía experiencia en el manejo de las máquinas, es decir, teníamos un equipo sólido y especializado en el proceso”.

    Una vez que los tres hermanos terminaron sus carreras universitarias, asumieron la administración de la planta industrial. César asumió la Gerencia de la empresa y su hermano Jorge la Gerencia de Producción.

    Uno de los puntales de la empresa son sus áreas de terminación de cuero en la línea de protección ambiental. Cuentan con una planta de tratamiento para las aguas residuales. “La idea es no contaminar el ambiente. Para eso remodificamos toda la línea de producción de la planta, cumplimos con los parámetros ambientales. Invertimos una fuerte cantidad de recursos”.

    La infraestructura de 4 500 metros cuadrados cuenta con equipos con tecnología de punta en el procesamiento de las pieles, donde trabajan 45 personas.

    Los años entre el 2012 y el 2017 han sido los de mayor inversión. Se estima una inversión de alrededor de USD 600 000 en la diversificación de productos para encajarlos en mercados internacionales e iniciar la exportación a Europa, Asia y EE.UU.

    Actualmente, entre maquilas y producto terminado se procesan alrededor de 4 000 pieles al mes.

    Uno de sus clientes es la fábrica de calzado Herman’s en Cuenca, a la que entregan producto hace más de cuatro años. Todos los artículos que fabrica Promepell son de calidad y pasaron las pruebas de resistencia. “Estamos 30 años en el mercado y producimos con el cuero ambateño prendas con calidad”, dijo Marcelo Mendieta, de fábrica de Calzado Herman’s.

    Según el empresario, Promepell está entre las empresas más importantes de Ambato, porque constantemente está mejorando sus procesos, innovando,etc.

    La curtiembre Promepell está entre las principales industrias de Ambato. Sus seis líneas de productos se comercializan en cuatro provincias del país. Foto: Glenda Giacometti /LÍDERES
    La curtiembre Promepell está entre las principales industrias de Ambato. Sus seis líneas de productos se comercializan en cuatro provincias del país. Foto: Glenda Giacometti /LÍDERES
  • El taller que cree en la artesanía en cuero

    José Luis Rosales

    Relacionadas

    Con los modelos de billeteras, Megan y Fox, la pequeña empresa JJ Leathersmith incursiona en el mercado ecuatoriano.

    La marca nació hace cinco años en Mozambique y hoy opera en Otavalo, Imbabura. Se especializa en la producción y venta de artículos elaborados a mano con cuero de grano completo, que recibe un tratamiento mínimo en el proceso de curtido.

    En este tiempo la iniciativa apuntó al mercado internacional, por medio de Internet. La oferta incluye mochilas, carteras, cinturones, billeteras y monederos.

    Los pedidos llegan desde Estados Unidos y Canadá. También, de países de Europa y Asia, asegura Gabriela Cabascango, responsable de marketing. Pero, ahora la meta es crecer en el país.

    El mentalizador, el canadiense Jonathan Jameson, antes de establecerse en Ecuador recorrió una treintena de países de América, Europa y África.

    En Portugal, luego de confeccionar un cuaderno para sus relatos de viaje, descubrió la vocación por el arte de trabajar el cuero. Por eso, la marca a más de las iniciales de su nombre, como era una antigua tradición en su país, lleva la frase Leathersmith, que significa artesanos de cuero.

    Este cuño, que se coloca en bajo relieve en todas las prendas, empezó a tomar forma cuando Jameson arribó a Mozambique.

    Recuerda que ahí elaboró prendas que gustaron mucho. En la factoría, ubicada en las calles Sucre 5-21 y Olmedo, en Otavalo, aún conserva la primera mochila que confeccionó. El local está decorado con varias fotografías retratadas por el canadiense.

    Jameson considera que el cuero que se produce en la nación africana es similar al que se procesa en Ecuador. Además, destaca el proceso natural, con el empleo de semillas de guarango previamente cocidas, para curtir las pieles de ganado vacuno.

    Eso no solo garantiza una materia prima óptima, sino ecológica. “Es un cuero que tiene vida. Incluso, con el tiempo renueva el color y cambia de textura, lo que no sucede con las pieles curtidas con químicos”.

    En Ecuador, asegura, hay el mejor cuero que ha visto en los viajes por los diferentes continentes. En siete países hizo una prueba de la calidad del material.

    La materia prima que usa en la elaboración de las manufacturas proviene de Quito. A las pieles les adiciona remaches de cobre, hebillas de latón, anillos y broches de presión, que los adquieren en el país. Mientras que, los herrajes de latón y los tintes son traídos desde el vecino país del norte.

    Para Cristian Puente, otro de los colaboradores, en JJ Leathersmith cuidan especialmente dos aspectos: calidad y diseño. La primera les permite ofrecer a sus clientes una garantía de por vida. “En el mundo hay pocas marcas que pueden hacer eso”.

    En el diseño, en cambio, manejan 30 modelos. Todos han surgido de la creatividad del fundador de la empresa. Algo singular es que cada uno tiene un nombre. La mayoría se adopta del primer cliente que realiza el pedido.

    La billetera Megan, diseñada para damas, es un artículo delgado, elegante y práctico. Entre tanto, el estilo Lucas, ideal para caballeros, es versátil y con más servicios.

    Las mochilas y carteras están diseñadas para ser llevadas a la montaña, la playa o la oficina. Sus fabricantes resaltan que son productos que se adaptan bien con todos los ambientes.

    JJ Leathersmith mantiene como estrategia un crecimiento exponencial. Desde hace dos años está enfocada a buscar distribuidores y tiendas en varias ciudades. Por ahora, tienen presencia en Vancouver, Nueva York (Brooklyn), Portland, Chalottetown y Houston. Para octubre llegarán también a California.

    La estrategia para conquistar al país es comerciar básicamente los productos más pequeños.
    Por lo pronto, continuarán con la meta de convertirse en una marca de líder de la industria de artículos de cuero, asegura Xavier Calderón, responsable de tecnología de la empresa.

    Jonathan Jameson y parte el equipo de trabajo de  JJ Leathersmith, en su taller ubicado en Otavalo. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    Jonathan Jameson y parte el equipo de trabajo de JJ Leathersmith, en su taller ubicado en Otavalo. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • La curtiembre de cuero aún sigue vigente en Guano

    Cristina Marquez

    Relacionadas

    Hace casi dos décadas, la curtiembre artesanal de pieles se hacía con semillas de guarango y bombos de madera en los hogares de al menos 50 familias de Guano, un cantón situado al norte de Chimborazo. Hoy, ese oficio está casi extinto y solo sobrevive una empresa.

    La curtiembre de cuero y los accesorios elaborados con pieles llegaron a ser un ícono del cantón. Incluso se colocaron monumentos y letreros que distinguían a Guano y sus habitantes como un cantón movido por la industria de la piel y de la alfombra.

    En la mejor época para la industria, entre 1980 y 1999, operaban cuatro empresas grandes y unos 26 locales artesanales donde se comercializaba zapatos, correas, carteras y ropa.
    Pero la bonanza económica empezó a decaer en el 2000, tras la adopción de la dolarización.

    “Fueron tiempos difíciles. Las grandes curtiembres empezaron a decaer y las familias que curtían artesanalmente en sus viviendas perdieron el mercado”, recuerda César Puente, gerente y propietario de El Alce, la única fábrica que todavía sobrevive en Guano.
    Según este empresario, su negocio logró superar la mala época aplicando varios planes administrativos que incluyeron el impulso de las ventas y la apertura de nuevas sucursales en Quito, que compensaran la falta de movimiento en las tiendas que se instalaron en Chimborazo.

    Actualmente, 12 familias están vinculadas a El Alce. Ellos procesan al menos unas 300 pieles al mes y reportan ingresos anuales por alrededor de USD 150 000, en promedio. Además, tienen tres locales de ventas, uno en Guano y dos en Quito.

    “Hemos hecho lo posible por rescatar la tradición y a la vez mantener a flote nuestra empresa. Incluso ahora, pasamos por tiempos difíciles por la recesión económica que tuvo el país aunque tenemos mejores perspectivas para este año”, afirma Puente.

    Esta empresa se fundó en 1989. Ese año Puente, quien acababa de obtener su título de ingeniero químico en la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo invirtió, en el equivalente en sucres, unos USD 2 500, en la compra de 600 pieles de borrego.

    Para 1994, Puente ya pudo adquirir un terreno de al menos 200 000 metros cuadrados donde actualmente está instalada la fábrica. Allí se utiliza un proceso de curtiembre único en la región: consiste en reciclar el 30% de un químico denominado Cromo III, además de un tratamiento aeróbico (a base de bacterias), para garantizar la durabilidad del cuero y para reducir el impacto ambiental.

    Este proceso, que revoluciona la curtiembre de cueros, incluso fue publicado en dos revistas científicas. Pero ahora la fábrica apunta a desarrollar un proceso de curtiembre totalmente ecológico hecho con semillas de guarango y otros taninos o sustancias orgánicas.

    Esa nueva línea se lanzaría al mercado a finales de este año. “Modernizarnos es parte de nuestra estrategia de subsistencia. Los diseños que elaboramos están inspirados en las últimas colecciones que se presentan en Europa y también notamos que hay una nueva tendencia en el mercado por lo orgánico, por lo que buscamos rescatar los antiguos procesos de curtido”, afirma Puente.

    Otra estrategia que aplicó la empresa ubicada en Guano para mantenerse a flote fue independizar a sus artesanos. Antes, ellos recibían un sueldo por sus labores en la fábrica, pero hoy trabajan en sus casas.

    Cada familia se especializó en líneas distintas y reciben una paga por las obras que entregan cada semana. Gustavo Masabanda y su familia, por ejemplo, se especializaron en la fabricación de chompas de cuero.

    Ellos recibieron maquinaria y las materias primas para elaborar las prendas de vestir. Cada semana entregan 25 chompas inspiradas en diseños europeos y americanos.

    “Antes aquí abundaban las tiendas de zapatos y carteras de cuero, por eso las familias tenían un mercado para entregar sus pieles. Hoy quedamos pocos, estamos orgullosos de ser quienes conservan esta tradición artesanal”, comenta Masabanda.

    César Puente y su esposa Alicia Santillán exhiben los productos elaborados con el cuero curtido. La oferta de El Alce incluye en la actualidad bolsos, botas y prendas de vestir. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
    César Puente y su esposa Alicia Santillán exhiben los productos elaborados con el cuero curtido. La oferta de El Alce incluye en la actualidad bolsos, botas y prendas de vestir. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • En Peguche están los bolsos que fusionan el cuero con el diseño étnico

    José Luis Rosales

    Relacionadas

    Artesanías Mallki (Ramas de Árbol, en español) es un taller que elabora bolsos, mochilas y billeteras fusionando los tapices indígenas con el cuero.

    Esa combinación de productos interculturales es el valor agregado de este negocio. Los clientes los prefieren por los modelos y las texturas, explica Alonso Muenala.

    Este artesano kichwa lleva 28 de sus 57 años, diseñando y cosiendo las piezas, que le han dado fama en Imbabura y en otras provincias. El oficio de trabajar en cuero lo aprendió cuando era joven, con unos hippies extranjeros que visitaron Otavalo. El pasatiempo se convertiría en su profesión. “Antes ningún artesano indígena utilizaba el cuero”, asegura.

    Cecilia Lema, su esposa, comenta que Muenala fue el pionero en incluir este material en las artesanías otavaleñas. La mujer, que se encarga de las ventas, se dio cuenta de que esa fusión atraía especialmente a los turistas foráneos que visitan Otavalo.

    Todo indicaba que este pasatiempo manual se transformaría en la principal actividad económica de la familia.

    Previamente, renunció a su trabajo en la Federación de Indígenas y Campesinos de Imbabura. “El primer bolso que elaboré me sirvió para pagar los servicios de la partera que trajo al mundo a mi primer hijo”.

    También le inspiró una mochila fabricada por indígenas de Bolivia que trajo su hermano, Germán, de uno de sus viajes. La cartera era de cuero con textiles que tenía diseños étnicos del altiplano.

    Previamente, la pareja de emprendedores había probado suerte con la confección de chales, pero la iniciativa no prosperó por la alta competencia con la que se enfrentaba en el mercado.
    El taller empezó con dos telares de madera de la familia. Hoy posee cinco máquinas, cuatro para costura y una destalladora. De su mantenimiento se encarga el artesano.

    El plantel ahora funciona en la primera planta de la vivienda familiar, ubicada en la comuna de Peguche. Eso le permite a Alonso Muenala y a Cecilia Lema estar al frente del proceso de producción.

    La pareja se encarga de los diseños de los artículos y de la combinación de colores de los tapices y el cuero. En el proceso de fabricación, que incluye el corte, armado, acabado y control de calidad, les apoyan dos colaboradores externos.

    Muenala también es el responsable de los pedidos a los proveedores. En el caso de los textiles, unos que se elaboran manualmente y otros a máquina, los adquiere en Salasaca (Tungurahua) y en Agato (Imbabura).

    El tapiz salasaca, que tiene figuras como montañas, árboles, rectángulos…, es el que más se han adaptado a las necesidades de Mallki, explica el artesano. Resalta la calidad del material como la lana y los tintes y su manufactura.

    Cuando el lienzo es elaborado en el telar manual el paño se hace a la medida porque su entretejido no permite realizar cortes. Por ahora, ese material, que tiene un labrado más uniforme, lo elabora William Morales, uno de los últimos tejedores de telar de cintura de la vecina comuna de Agato.

    Por eso, el costo de cada artículo depende del tipo de textil que se emplee en la confección. Para ventas al por mayor hay monederos desde USD 3,50 y bolsos hasta de 32.

    Cada sábado ofrecen su producto en la feria de la Plaza de los Ponchos, que es un imán para turistas extranjeros. Por eso, Muenala no duda en afirmar que sus bolsos ya han rebasado fronteras.

    Ese contacto directo le ha permitido conocer las preferencias de los clientes. Los modelos son renovados cada cierto tiempo. Ahora reúne entre 12 y 15 diseños diferentes, para damas y caballeros.

    Cuando Alonso Muenala decidió instalar su propio taller una de las cosas que más le motivó es que la artesanía de los Otavalo no desaparezca. Ahora, lamenta que a ninguno de sus tres hijos les atraiga este oficio que permite conservar la tradición.

    Alonso Muenala y Cecilia Lema están al frente de este emprendimiento, que tiene su planta de producción en Peguche. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Alonso Muenala y Cecilia Lema están al frente de este emprendimiento, que tiene su planta de producción en Peguche. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
  • Cintas, bordados y cuero dan forma a estos bolsos

    Redacción Quito 

    Relacionadas

    El sueño de María José Larrea y de Lirise Carrión fue levantar un negocio para mostrar el talento de los artesanos ecuatorianos. El emprendimiento se denomina Mila Accesorios y se encarga de la producción de carteras, bolsos y demás accesorios.

    La idea floreció hace más de un año, en junio de 2015. Las jóvenes, quienes son primas, empezaron la búsqueda de artesanos que elaboren las carteras con diseños y materiales diferentes como las cintas, los bordados y el cuero. Al momento trabajan con tres artesanos en Otavalo y Quito, a quienes también les brindan la oportunidad de crecer en el mercado y de mostrar su talento.

    Larrea relata que el principio no fue fácil. Ambas fueron a golpear cientos de puertas hasta que llegó una oportunidad. “Una cadena comercial creyó en nosotros y nos pidieron las carteras, las cuales se exhiben en sus locales”.

    La primera entrega fue de 700 carteras. Fue su primera colección. “En un mes logramos el 45% de rotación de inventario, un gran logro considerando el lanzamiento de una nueva marca”, señala Larrea, quien tiene 26 años.

    Desde ahí no han parado de trabajar y de buscar diseños innovadores para sus clientes. Así nació su segunda colección denominada ‘Texturas, tejidos y colores’. Sacaron 1 100 unidades y se distribuyen en cadenas comerciales y boutiques en el país. Desde junio del 2015 hasta la fecha han facturado USD 50 400.

    Una de las motivaciones para esta colección es rescatar las raíces indígenas del país. Las emprendedoras visitaron varias localidades y les impactó los colores de los tejidos y bordados de la Plaza de Ponchos, en Otavalo. “Nos gustaron los colores, las texturas y decidimos hacer objetos con estándares de moda internacionales, ya que hemos viajado a diferentes países para saber cuáles son la tendencias”.

    Las carteras y los bolsos son confeccionadas por artesanos, quienes tienen su equipo de trabajo. “Nosotros les damos los diseños, los tejidos y demás accesorios. Ellos hacen la maquila”, señala Carrión, quien tiene 27 años.

    La capacidad de producción de carteras es de 100 bolsos cada 15 días, por artesano. En total, han fabricado alrededor de 2 000 carteras. “Es un emprendimiento que vale la pena apostarle, porque no es muy común que se confeccionen carteras de calidad”, señala Carrión, quien también diseñó una línea de leggins.

    Las dos jóvenes no son diseñadoras de modas o tienen una profesión similar. Ambas trabajaban en empresas. Sin embargo, su deseo de tener un negocio propio les impulsó a dejarlo todo. Lirise renunció a su trabajo en importaciones y María José dejó la empresa en la que trabajaba en Marketing.

    Comenzaron con USD 8 000, que destinaron a materiales y mano de obra. Los precios de las carteras y bolsos oscilan entre los 40 y 50. “Tenemos precios competitivos y accesibles al cliente”.

    Las metas a largo plazo es que la marca se posesione a nivel nacional y, posteriormente, exportar a diferentes países. “Queremos que sea una marca país, porque son de calidad y queremos poner algo que nos represente al país”.

    Mila Accesorios se encarga de la producción de carteras, bolsos y demás accesorios. Foto: Galo Paguay /LÍDERES
    Mila Accesorios se encarga de la producción de carteras, bolsos y demás accesorios. Foto: Galo Paguay /LÍDERES
  • Un método orgánico para curtir el cuero se investiga

    Cristina Márquez (I)

    La textura suave, agradable al tacto, y el aroma natural del cuero son valores agregados que se obtienen al curtir las pieles de animales con tara, una especie vegetal nativa de la región andina.

    Los estudiantes y docentes de la carrera de Industrias Pecuarias de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch), diseñaron un método para reemplazar entre un 80% y 100% el uso del sulfato de cromo en la industria de la curtiembre. Con esa propuesta, esperan potenciar la industria del cuero y reducir el impacto ambiental. A su vez, quieren difundir el uso industrial de la tara para abrir un mercado para las plantaciones de esta especie en el Ecuador.

    Con esa investigación, que ya se ha difundido en varias ponencias académicas, la Espoch pretende cumplir con su objetivo de contribuir activamente al desarrollo económico y productivo del país.

    El trabajo se inició en el 2010, cuando dos investigadores de las escuelas de Industrias Pecuarias y Agronomía se unieron para dialogar sobre la tara. Esta especie ­arbórea crece silvestre en las zonas áridas de la provincia y sus frutos tienen una gran cantidad de taninos, una sustancia que transforma la piel en cuero curtido.

    “En el pasado ya se usaba la tara para curtir pieles, pero con el crecimiento de la industria, el cromo se volvió indispensable en las talabarterías”, explica Luis Hidalgo, investigador y decano de la facultad de Ciencias Pecuarias.

    Este químico se importa al Ecuador desde España principalmente y es considerado uno de los más contaminantes. Así surgió la idea de desarrollar un método de curtiembre para recuperar la sabiduría ancestral de los talabarteros, mejorar la técnica y para conservar el ambiente.

    Según los investigadores, las pieles procesadas con tara tienen mejores acabados y son más aceptadas en el mercado por su origen orgánico. De hecho, la tendencia ‘green’ del mercado es uno de los argumentos de la Espoch para motivar el cambio de materias primas en la industria.

    “A diferencia de otros productos, las prendas de cuero necesariamente deben causar un impacto sensorial para convencer al cliente. Cuando curtimos con tara, el cuero luce más natural, se ve mejor y huele mejor, así los productos adquieren valor agregado”, explica Hidalgo.

    En el laboratorio de curtiembre, los estudiantes de Industrias Pecuarias realizan pruebas con pieles de diversos animales, incluso especies menores como cuy, conejo, pescado, entre otras. Estos cueros también tienen gran acogida entre los diseñadores de temporada por su originalidad.

    Los mejores resultados se obtuvieron con pieles de cabra, que también son nuevas en la industria. En el laboratorio de control de calidad se hicieron pruebas de fricción, resistencia, soporte del color, que revelaron mayor durabilidad, flexibilidad y resistencia de las pieles tratadas con tara.

    Sin embargo, una desventaja en el uso de este material orgánico en relación con el sulfato de cromo es el costo de producción. Las ­pieles requieren un mayor tiempo de curtiembre.
    Además, a pesar de ser una especie nativa, en el Ecuador aún hay pocas plantaciones y muchos de los árboles que crecían silvestres en los bosques secos fueron talados, por lo que hay poca oferta.

    Pero eso ocurre a escala global. El único país productor de harina de tara es Perú, que cubre únicamente 13% de la demanda de países como Italia, Suiza, Estados Unidos, Bélgica y Argentina.

    “La tara generó grandes réditos económicos para Perú y en el Ecuador no es aprovechada. Se requieren incentivos gubernamentales para promover la siembra de estas plantas, que además son efectivas en la recuperación de suelos erosionados”, afirma Jenny Núñez, docente de la carrera de Agronomía y autora de la investigación de la planta en el Ecuador.

    En el estudio se realizó un análisis de usos de las semillas y vainas, una selección genética de plantas, y un exhaustivo análisis de mercado. Así se promovió la creación de una asociación de comercializadores de harina de tara que se denomina Compita, y cuenta con una plantación de 40 hectáreas que aún no están en producción.

    María José Benalcázar, Luis Hidalgo, Yomara Núñez y Gisela Zárate, en el laboratorio de curtiduría de la Espoch. Foto: Glenda Giacometti/ Líderes.
    María José Benalcázar, Luis Hidalgo, Yomara Núñez y Gisela Zárate, en el laboratorio de curtiduría de la Espoch. Foto: Glenda Giacometti/ Líderes.
  • Calzado Anndy: Padre e hijo, con las botas puestas

    Alberto Araujo

    Relacionadas

    Un crédito de 19 millones de sucres, otorgado por la Corporación Financiera Nacional (CFN), en junio de 1990, hizo realidad el sueño de Diego Reyes Vega: tener su propio negocio y pasar más tiempo de calidad junto a su familia.

    Ingeniero civil de carrera, Reyes trabajaba a tiempo completo en aquella época en el Ministerio de Obras Públicas y tenía que viajar mucho al suroriente del país, para la construcción de carreteras.

    Esta situación le mantenía separado de su familia, especialmente de su esposa Elsa Luzuriaga, quien además trabajaba en Petroecuador y también tenía que lidiar con horarios complicados y labores fuera de Quito. Por ello, la pareja decidió incursionar en la actividad empresarial y pidió el crédito (USD 23 000, al cambio de la época), para comprar maquinaria y contratar personal.

    Aunque no tenían experiencia directa con la elaboración de calzado, Diego Reyes Vega cuenta que identificó la oportunidad de suplir la demanda de zapatos de calidad y buenos acabados.

    Comenzaron con la elaboración de zapatos escolares ‘en un par de cuartos de su hogar’, en la ciudadela Atahualpa (sur de Quito) y la colaboración de seis personas.

    El cuero, materia prima del calzado, debían traerlo en bus o en camioneta desde Ambato, porque no tenían un vehículo propio, recuerda Reyes Vega. Sus modelos se vendían en diferentes tiendas multimarca de la capital.

    Con el pasar de los años fueron extendiendo su mercado hacia el segmento juvenil y de adultos. En 1999, meses antes de la dolarización y en medio de la crisis bancaria, tomaron el riesgo de hacer un nuevo préstamo y ampliar la fábrica y su producción.

    El crédito les sirvió para comprar un galpón en el sur de Quito, adquirir más maquinaria y pagar al personal para fabricar zapatos.

    Con la nueva infraestructura, decidieron extender sus modelos hacia las botas de trabajo, principalmente para guardias, paramédicos y cocineros.

    “Buscamos tener un producto no solo que esté bien terminado, sino que se vea bien y sea atractivo”, explica Diego Reyes Luzuriaga, el hijo de los esposos Reyes Luzuriaga, quien tomó la posta en la gerencia de la empresa.

    La marca Anndy no se relaciona con algún miembro de la familia, es una abreviatura de Andino Industria del Calzado, el nombre inicial de la empresa.

    Bajo una mirada más dinámica de mercado, Anndy cambió de logo y puso énfasis en el diseño, para posicionarse como una marca propia, cuenta Reyes Luzuriaga.

    Esta gestión fue acompañada por la apertura, en el 2010, de dos tiendas propias en el Quicentro Sur y El Recreo, de venta exclusiva de la marca, además de un outlet.

    El Gerente añade que el reforzamiento de la marca vino de la mano de la contratación de un publicista que realizó una sesión fotográfica con los modelos de zapatos y rediseñó la página web.

    La presentación de cada modelo de bota casual o zapato de vestir es el resultado de un diseño exhaustivo, que toma algunas semanas, cuenta Reyes Luzuriaga.

    Destaca que actualmente están negociando la apertura de una franquicia en Nueva York y la posibilidad de hacer contactos en una feria de exportadores en junio próximo, en Guayaquil, para vender sus productos en el exterior.

    Bladimir Parra junto con su familia son clientes de la marca desde hace tres años, por la calidad de los productos. Indica además que existe un contacto directo y personal con el fabricante, lo que le da seguridad como cliente.

    Juan Carlos González, de la empresa de Seguridad Securitas, también destaca la alta calidad del producto. “Pedimos que las botas tengan mínimo un año de garantía y eso se ha cumplido”, dice.

    Diego Reyes Luzuriaga (hijo) y Diego Reyes Vega (padre), están al frente de la empresas de calzado Anndy. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES.
    Diego Reyes Luzuriaga (hijo) y Diego Reyes Vega (padre), están al frente de la empresas de calzado Anndy. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES.
  • Cuero ecuatoriano de exportación

    Modesto Moreta  (I)
    Redacción Sierra Centro / LÍDERES

    Relacionadas

    Los cueros que produce Curtiduría Tungurahua se exportan a China, Italia, Francia, Portugal, España, Centro América, Estados Unidos y otros países. La calidad, el cumplimiento y la tecnología que emplea en sus procesos, catapultaron a esta firma en el 2008. El año pasado, las ventas llegaron a los USD 13,1 millones.

    La empresa ambateña se inició con la marca de Curtiduría Pizarro y fue fundada por Demóstenes Pizarro en 1939. Dos años más tarde fue adquirida por la sociedad Ricardo Callejas Vásconez y Hermanos. Sin embargo, en 1967, Callejas adquirió todas las acciones.
    Así continuó hasta 1983 cuando cambió a Curtiduría Tungurahua Ricardo Callejas Vásconez e Hijos. La antigua fábrica funcionaba en la av. Bolivariana, (oriente de Ambato). Pero en el 2009, sus ejecutivos decidieron modernizarla.

    Gonzalo Callejas pertenece a la tercera generación en administrar la empresa. El joven gerente explica que el proyecto de construcción y montaje de la nueva planta lo hicieron en el Parque Industrial Ambato (PIA). “La infraestructura de 5 400 m2 cuenta con equipos con tecnología de punta en el procesamiento de las pieles”.

    Además, tiene una planta de tratamiento para las aguas residuales. “La idea es no contaminar el ambiente. Además, se creó una fundación para la reforestación. Se plantaron más de 60 000 árboles en el cerro Casigana, las riberas del Río Ambato y en el PIA”.

    Hace tres años, se inauguraron las nuevas instalaciones. Callejas explica que el 92,5% de la maquinaria fue cambiada, aunque no revela el monto de la inversión. “Se decidió invertir tras la aplicación de las salvaguardas del Gobierno para el ingreso del zapato extranjero. Eso fortaleció al industrial del cuero y el calzado de la provincia y el país, y las ventas subieron”.

    El 2008 Curtiduría Tungurahua dio un salto importante en los negocios del cuero tras abrir el mercado para la exportación a Venezuela, Centroamérica, Colombia y Perú. Sin embargo, por problemas esta se suspendió, sobre todo a Venezuela. Asimismo, en esa época se enviaron cuatro contenedores a Rusia, para la elaboración de botas para el ejército. Eso motivó a los directivos a cambiar las estrategias para llegar a nuevos mercados. La clave fue intervenir en las ferias internacionales. La primera en participar se realizó en China, país que en la actualidad es uno de sus mayores clientes.

    De las 14 000 pieles (cuero terminado) que se procesan anualmente, el 32% se exporta. El país asiático adquiere las bajas selecciones (cuero con fallas) para fabricar calzado de trabajo. “Esto ocurre debido a que el ganado vacuno no es bien mantenido, pero encontramos un mercado para comercializar estos productos”.

    Uno de los técnicos de la empresa es Patricio Lara. Cuenta que la transportación de las pieles es aérea. Para que salga el producto terminado debe pasar por un proceso en nueve estaciones. Entre ellas está el proceso de descarne; es decir, retirar el sebo y la grasa en las pieles. Luego pasa a la máquina divididora, e ingresa a grandes tambores para el tratamiento.

    El cuero es clasificado desde la A hasta la F. La A es la que tiene menos defectos y la F con más fallas.

    Hasta el 2006, que Gonzalo asumió la administración de la curtiduría, trabajaban 52 personas y se producían 250 cueros al día. Con el despunte en las ventas, más pedidos de las fábricas y las exportaciones se creció a 500 cueros y los empleos subieron a 187 puestos.

    Miguel Gutiérrez, gerente de la Empresa Gamos, menciona que el cuero de Curtiduría Tungurahua es de buena calidad. Con este confecciona los zapatos de montaña. “Es una de las empresas emblemáticas, porque constantemente está mejorando su maquinaria”.

    La empresa ambateña envía sus productos a China, Italia, Francia, Portugal, España, EE.UU., Centroamérica... Las ventas en el 2014 fueron de USD 13,1 millones. Foto: Glenda Giacometti/ El Comercio
    La empresa ambateña envía sus productos a China, Italia, Francia, Portugal, España, EE.UU., Centroamérica… Las ventas en el 2014 fueron de USD 13,1 millones. Foto: Glenda Giacometti/ El Comercio