Entramos en la década de los 20’s pero la de cien años después de la de la Gran Depresión que sacudió al mundo y reformuló las condiciones en el manejo de la economía mundial. Es indudable que en los últimos cincuenta años, la condición económica de millones de familias mejoró sustancialmente. Gran parte de este desarrollo se debe al intercambio de bienes y servicios entre las naciones.
Sin embargo, se observa que en los últimos años, se inicia un proceso en la redefinición de los términos de intercambio comercial. Esta redefinición podría considerarse como un retroceso importante en la cuanto a la globalización económica que se pretendía alcanzar y sería también una de las causas para que la economía global registre niveles inferiores de crecimiento a los observados en décadas pasadas. Ante este escenario, la próxima década se presenta compleja y pone a prueba los modelos económicos hasta ahora conocidos. Entramos en un período de sobrecalentamiento económico y se observan ya políticas proteccionistas que poco tienen que ver la actualidad y que mucho se parecen a las de inicios del siglo pasado.
Una nueva década está por arrancar y los retos económicos son globales. Entre los desafíos más importantes están la relación comercial EE.UU.-China, con los efectos en todo el planeta; también se cuenta la recuperación del PIB mundial, más aún cuando las previsiones de organismos como la OCDE o el FMI no son optimistas.
Otro reto que enfrentará el planeta está en la digitalización de la economía, con una extensa lista de cambios esperados en el mundo de los negocios, en especial en la parte laboral, área en la que ya se vive una evolución acelerada.
El tema ambiental, sin ninguna duda, es el desafío mayor que enfrentará la humanidad en los siguientes diez años. Allí, el sector empresarial tendrá un rol fundamental y los lineamientos que tracen las compañías, de todos los tamaños, serán cruciales para la sostenibilidad del planeta.
En América Latina también existen desafíos particulares: la caída de las exportaciones, la fragilidad de las cuentas públicas y mejorar los indicadores de equidad son tres de las múltiples tareas que la región tendrá en la década que está por empezar.
El sombrío panorama en la economía mundial durante el 2019 podría continuar este 2020 con una lenta asfixia del crecimiento mundial bajo los efectos de la digitalización y el cambio climático, lo que podría avivar la ira social, a menos que se produzca una verdadera distensión comercial.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que el crecimiento mundial se situará el 2020 en un 2,9%, es decir su nivel más bajo desde la recesión mundial del 2009 luego de la crisis financiera. “Estamos en un periodo inquietante”, señala su economista jefe, Laurence Boone.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera por ahora un rebote de 3,4% el año próximo. Pero esta recuperación “sigue siendo precaria”, advierte Gita Gopinath, economista jefe del Fondo.
La evolución económica a corto plazo depende, en gran parte, del duelo comercial y tecnológico entre EE.UU. y China.
Ambos llegaron en diciembre a una tregua en su batalla de aranceles, a la espera de suscribir un acuerdo preliminar.
La economía mundial no solo está al final de un ciclo, sino al de una era, la de los intercambios comerciales y el ascenso industrial de los países emergentes.
Es difícil imaginar un regreso del consenso diplomático mundial en torno al libre cambio, que estalló en pedazos con el presidente de EE.UU. Donald Trump.
Actualmente, el Mandatario enfrenta un proceso de destitución. Recientemente calmó las aguas con China, pero abrió nuevos frentes con otros socios económicos en el mundo, incluido la Unión Europea (UE).
Esta última espera la llegada del Brexit, lo que supondrá una prueba más para el multilateralismo.
Las finanzas mundiales están profundamente trastornadas tras años de generosidad de los grandes bancos centrales. Estos se esfuerzan por dejar de alimentar a los mercados, algunos de los cuales, como Wall Street, vuelan de récord en récord.
El fenómeno de las tasas de interés ‘negativas’ se generaliza en algunos países, reduciendo la rentabilidad de los bancos e inflando la deuda privada.
Steve Eisman, inversor conocido por haber anticipado el derrumbamiento del sistema financiero estadounidense, es categórico: “No tendremos una crisis sistémica” como la de Lehman Brothers en el 2008.
Este financista, cuya historia inspiró la película “The Big Short” (“La gran apuesta”), ve más bien “una recesión típica con una economía que se desacelera y gente que pierde dinero. Será ya bastante doloroso de esa manera”.
Ludovic Subran, economista jefe de la aseguradora Allianz, observa de su lado “un purgatorio de crecimiento” mundial.
Si se produce, “el próximo choque sistémico no vendrá sin dudas de las finanzas, sino que será exógeno. Por ejemplo un gran ‘shock’ de regulación de los datos personales o en vínculo con el clima”.
En todo caso, de donde sea que venga el ‘shock’ es probable -dicen los analistas- que se deba enfrentar la denominada ira social. Hoy se vive “la transformación, la digitalización, la movilidad eléctrica” y en eso “tememos la pérdida de muchos empleos”.
Países como Ecuador, Líbano, Chile, Colombia y Francia ya han vivido explosiones de ira social.
Nicolás Achondo, cocinero chileno de 33 años, tuvo que cerrar su restaurante, ahogado por los gastos médicos tras un accidente. “Al no tener cómo pagar entras en el sistema de los deudores. Como emprendedor, el hecho de ser deudor hizo imposible obtener un crédito para mi negocio y este empezó a generar deudas”.
En América Latina, las protestas también están conectadas a lo económico. Las presiones por reducir la desigualdad acentúan el complejo contexto que vive la economía de la región, que apenas crecerá un 0,1 % en el 2019 y que en el 2020 completará su peor periodo de crecimiento en las últimas siete décadas.
América Latina inicia el 2020 con 10 desafíos
EFE. (I) Tras un 2019 que en términos de crecimiento ha ido de más a menos y va a terminar con la economía estancada -el FMI calcula un alza del PIB 0,2% y la Cepal del 0,1%-, América Latina afronta el 2020 con la esperanza de la recuperación de su PIB, aunque los pronósticos vaticinan que será insuficiente para reducir la brecha con los países desarrollados. Estos son los retos:
1. Capear la desaceleración
La marcha del PIB regional en el 2020 dependerá de México y de Brasil. El primero viene de un frenazo ligado a la escasa inversión y las incertidumbres tras el triunfo de Manuel López Obrador y el T-MEC, que pese al acuerdo del 2018 no se firmó hasta de diciembre del año siguiente y aún debe ratificarse por los parlamentos de EE.UU. y Canadá. Brasil salió de la recesión en el 2017 y no logra retomar su potencial de crecimiento. 2. Guerra comercial
El FMI cifró los efectos de la guerra comercial EE.UU.-China, y crecerán el 2020 ocho décimas menos que en el 2018 y arrastrarán consigo al resto del mundo, incluida Latinoamérica, que depende de los flujos internacionales y es muy sensible a la caída de actividad de la economía mundial y del gigante asiático, con el que cada vez tiene más lazos comerciales. Pese a que el acuerdo parcial de diciembre del 2019 ha dejado un buen sabor de boca, la batalla arancelaria es impredecible. 3. Contestación social Las protestas sociales que viven varios países del continente ponen de manifiesto que la política económica no ha sabido o no ha podido extender los beneficios de la estabilidad macroeconómica de los últimos años y crear sociedades más inclusivas y menos desiguales. La contestación puede llevar a los gobiernos a replantearse reformas impopulares y existe riesgo de caer en la parálisis, ahora que la región sale del habitual parón económico y legislativo de los procesos electorales. 4. Divisas La mayor percepción de riesgo debido a la incertidumbre y a las protestas sociales han lastrado la cotización de las monedas locales, que han acelerado su depreciación y, en casos como el de Chile, ha sido necesaria la intervención en el mercado del Banco Central para combatir su caída. Sin embargo, excepto en el caso de Argentina, la inflación está bajo control, lo que deja margen para usar la política monetaria en favor del crecimiento económico, y las tres rebajas de tipos de interés de la Fed durante el 2019, sumadas a la continuidad en la Zona Euro (las tasas del BCE están en 0% desde el 2016) pueden ayudar a hacer más atractivas para los inversores las divisas latinoamericanas. 5. Exportaciones
Las economías de América Latina presentan un alto grado de apertura al exterior. El menor crecimiento mundial del 2019 ha afectado a la demanda y ha hecho mella en las exportaciones de Latinoamérica, que según las últimas previsiones de la Cepal caerán el 2%, lo que contrasta con el alza del 8,3% registrada el 2018.
La esperada mejora económica del 2020 no garantiza un alivio automático de la situación, ya que el mal comportamiento de las exportaciones hasta ahora se explica por la caída de su valor y no por el volumen exportado.
6. Materias primas Una de las principales vías de ingresos son las materias primas que se venden a terceros, como el cobre, los hidrocarburos o los productos agrícolas. Tras un 2019 peor de lo esperado (el índice de precios de las materias primas del FMI cayó entre febrero y agosto del 2019 un 5,5%), las previsiones de los organismos económicos apuntan a que en el 2020 los bajos precios continuarán debido a la menor demanda esperada por el bajo crecimiento global.
7. Cuentas públicas
Los déficits públicos de prácticamente todos los países de América Latina dejan sin margen a los gobiernos para actuar y la política fiscal durante el próximo año se centrará más en mantener las cuentas públicas bajo control que en apoyar el crecimiento. Las deudas públicas no suponen un riesgo elevado salvo en Argentina, que tras el desplome del peso y la dificultad para captar fondos en los mercados por parte del país tuvo que reprogramar el calendario de pagos de su deuda.
8. Inversión
Ante la dificultad presupuestaria para acometer grandes planes de inversión públicos, los países tendrán que ser capaces de generar confianza para atraer al sector privado, tanto nacional como internacional, para que realice inversiones. La colaboración público-privada se va a imponer en el 2020 y es posible que a lo largo del año se reproduzcan en otros países planes como el anunciado en noviembre en México, que pretende movilizar USD 40 000 millones en 147 proyectos.
9. Productividad Según el Banco de Desarrollo regional CAF, en el 2017 los ingresos per cápita del grupo de países más avanzados de la región representaban entre el 20% y el 40% del de EE.UU., cifras que apenas han variado en décadas. Mejorar la productividad es garantía de un mayor crecimiento. Los gobiernos tienen que mejorar las regulaciones sectoriales de forma que garanticen la competencia, fomentar una asignación eficiente de los recursos y luchar contra la economía informal, que afecta a todos los sectores productivos. 10. Mirando al medio plazo Las inversiones en los sistemas educativos e infraestructuras, la incorporación de las nuevas tecnologías y la innovación a la escuela y la empresa o la configuración de instituciones públicas fuertes y respetadas son esenciales para lograr un crecimiento saludable, aunque su rentabilidad no será visible de forma inmediata. Es trabajar a mediano plazo.
La Bolsa de Valores de Nueva York. Los bancos centrales se esfuerzan por dejar de alimentar a los mercados, algunos de los cuales, como Wall Street, vuelan de récord en récord. Foto: AFP
El retorno de un presidente de Ecuador al Foro Económico de Davos, que se desarrollará del 22 al 25 de enero en Suiza, marca un hito y pone de manifiesto el interés del Gobierno de Lenín Moreno en abrir los horizontes comerciales.
«No había un presidente ecuatoriano asistiendo al foro en más de una década, creo que marca un momento importante en nuestra presencia y nuestra acción internacional», defendió el titular de Exteriores, José Valencia, en una entrevista en su despacho de la Cancillería.
El anterior presidente ecuatoriano, Rafael Correa, que gobernó el país andino entre 2007 y 2017, no asistía a Davos sino al Foro Social Mundial, considerado la antítesis del primero, y lo hacía junto a dirigentes regionales de la línea ideológica de izquierdas.
Sin embargo, el regreso del actual mandatario, que sucede a la participación el año pasado de su ministro de Comercio Exterior en Davos, supone un punto de inflexión en las nuevas relaciones comerciales internacionales que busca estrechar Quito.
«La agenda se centra en la economía y la reinserción del Ecuador en las relaciones internacionales, en presentar al mundo un país nuevo, abierto, comprometido con un desarrollo social sostenible», remarcó el jefe de la diplomacia ecuatoriana.
En total, cerca de setenta jefes de Estado y de Gobierno, y más de trescientos ministros de un centenar de países se reunirán entre los próximos días 22 y 25 en Davos, la pequeña localidad de los Alpes suizos, donde se dan cita con el sector privado, multinacionales, tecnológicas y de otra índole.
Valencia valoró que se trata de un «foro de gran importancia y relevancia internacional» al permitir el encuentro de altas autoridades del sector público de diferentes países con representantes de empresas, del sector privado, compañías internacionales,académicos y personalidades con proyección social.
La cita de este año contará con las notables ausencias de los presidentes de EE.UU. y de Francia, Donald Trump y Emmanuel Macron.
El presidente ecuatoriano tiene programado partir el sábado hacia Suiza y en las reuniones que mantendrá desde el lunes en el marco del encuentro económico estará acompañado por una delegación integrada por el ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez, el secretario de la Presidencia, el ministro Juan Sebastián Roldán, el de Comercio, Pablo Campana, y el canciller.
Moreno tomará parte en varios eventos en los que se abordarán cuestiones como la denominada «Cuarta Revolución Industrial» y el influjo de las nuevas tecnologías de comunicación y redes sociales, así como de la automatización en el avance y desarrollo de los países, precisó Valencia.
También intervendrá en reuniones dedicadas a América Latina, donde tienen previsto concurrir otros presidentes de la región, como el de Costa Rica, Perú, Brasil o Colombia.
Aunque no tiene por ahora fijado ningún encuentro oficial con mandatarios internacionales, se espera que pueda reunirse en particular con el colombiano, Iván Duque, especialmente a raíz del atentado ocurrido el jueves en Bogotá contra un cuartel policial y en el que falleció una cadete ecuatoriana que realizaba un curso de instrucción, comentó el ministro.
La agenda de trabajo de Moreno en la localidad suiza incluye asimismo encuentros con personalidades del mundo de los negocios y dirigentes ambientales como el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, y el director general del World Wide Fund, Carter Roberts.
El objetivo es analizar «cómo lo ambiental conecta con lo económico y eso con los proyectos y procesos de desarrollo de los países», subrayó Valencia.
Del mundo de la economía estarán presentes en la cita 1.700 empresarios y ejecutivos, parte de ellos al frente de las compañías de mayor peso en las principales bolsas de valores del mundo.
Además, asistirán centenares de representantes de la cultura, el arte, la ciencia, de organizaciones no gubernamentales y sindicatos.
Ecuador busca con su participación en la convocatoria donde se da cita lo más granado del ámbito económico y social impulsar un aperturismo comercial, que de momento no termina de dar sus frutos.
La presencia del presidente, concluye el canciller, ejemplifica el «compromiso con una apertura hacia diferentes contrapartes y socios comerciales de un país que, en definitiva, está a la altura del siglo XXI y de las naciones que quieren avanzar».
En esta foto de archivo, tomada el 22 de enero de 2018, un guardia de seguridad muestra el camino a un hombre que se encuentra fuera del Centro de Congresos de Davos bajo la nieve antes de la apertura de la reunión anual del Foro Económico Mundial (WEF). Foto: AFP
El 31 de octubre, el bitcóin -primera moneda virtual descentralizada– cumple 10 años de existencia. En Ecuador, su presencia aún genera incertidumbre. El bitcóin es una divisa digital, que no se intercambia bajo la forma de monedas o billetes, que sirven para comprar el pan, como el dólar. Tampoco es producido por una empresa cuya acción se cotiza en Bolsa o está vinculada a la reputación de un Estado, pero se cambia por dinero.
El bitcóin apareció por primera vez en un libro blanco publicado en Internet por Satoshi Nakamoto, un seudónimo cuya identidad real todavía es desconocida. El objetivo era “efectuar pagos en línea directamente de una persona a otra sin pasar por una institución financiera”. Su valor en el 2008 fue de USD 0,00076.
La desconfianza en el sistema económico del momento por la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y el desprestigio de entidades financieras norteamericanas, como Lehman Brothers y otras de Europa impulsaron el nacimiento del bitcóin, afirma Luis Villavicencio, CEO de Expo Blockchain Mitad del Mundo.
El bitcóin replantea el concepto de dinero y abre el camino para el surgimiento de otras criptomonedas, señala Luis Espinosa Goded, catedrático de la Universidad San Francisco de Quito.
Durante su tiempo de existencia, la divisa digital ha roto con el esquema impositivo, en el cual solo un grupo de banqueros establecía las reglas monetarias. “Ha probado que no es necesaria la gestión, producción y distribución de dinero de forma centralizada”, añade Juan Francisco Bolaños, gerente general de Blockchain Andina.
La no regulación de la moneda es otra cualidad, según Espinosa Goded. “Es una alternativa a un dinero hiperregulado. Pertenece a un sistema libertario, basado en la responsabilidad personal”.
En enero del 2009 se creó el primer bloque que generó 50 bitcoines y se llevó a cabo la primera transacción con la criptomoneda, entre dos cuentas. El bitcóin fue evolucionando de manera silenciosa, sin arrasar en el mercado monetario.
En el 2010 tuvo lugar la primera transacción con bitcoines en el mundo real. Un programador de Florida pagó a un internauta 10 000 bitcoines (USD 42 dólares) por dos pizzas. Actualmente, equivaldría USD 64,2 millones.
En el 20017 constituye un punto de inflexión. La moneda pasó de menos de USD 1 000 a más de USD 19 500 a mediados de diciembre, según cifras de Bloomberg. Su capitalización total superó temporalmente los USD 300 000 millones, según la web especializada Coinmarketcap.
La suma de la capitalización de todas las criptomonedas superó por su parte los USD 800 000 millones en enero del 2018, antes de que la burbuja estalle y el valor del bitcóin vuelva progresivamente en torno a los USD 6 400.
Por esta volatilidad, Espinosa Godet considera que el bitcóin no ha cumplido con el objetivo de ser un depósito estable. Otra deficiencia es que la capacidad de procesamiento de transacciones no es muy rápida. “Se ha sacrificado la velocidad por la seguridad”, añade Bolaños.
En el país, la penetración de las criptomonedas es menor. “La ciudadanía necesita conocer sobre blockchain y el uso del bitcóin, para no ser parte de estafas que usan el nombre de las criptomonedas”, dice Villavicencio.
El limitado uso del bitcóin también se debe a la presencia del dólar. Según el vocero de Blockchain andina, los usuarios no tienen urgencia en usar otro tipo de divisas porque el dólar no tiene una pérdida de valor consistente. Sin embargo, existen comunidades de usuarios de criptomonedas que se está consolidando en el país. “Las criptomonedas llegaron para quedarse y van a representar un sistema monetario alternativo”, augura Bolaños.
Un técnico inspecciona las instalaciones de Bitfarms en Saint Hyacinthe, Canadá. En esta empresa se ‘almacenan’ bitcoines, la criptomeneda que cumple 10 años en esta semana. Foto: Lars Hagberg / AFP
El sectorenergético en el Ecuador muestra dos particularidades en estos 20 años: más dependencia de la industria petrolera y un despunte de la generaciónhidroeléctrica en la última década.
En el caso del sector petrolero, el período 1997-2017 se ha caracterizado por alzas y descensos del precio en el mercado internacional. Este comportamiento ha sido el resultado de la variación de la oferta y demanda, debido a razones geopolíticas, fluctuaciones del dólar, el incremento de la explotación a través de fracturación hidráulica (‘fracking’), fenómenos climáticos y hasta factores especulativos.
Para adaptarse mejor en ese vibrante mercado del ‘oro negro’ y acceder a mayor información, Ecuador retornó a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en el 2007 (ingresó por primer vez en 1973 y se retiró en 1992). No obstante y en el balance global de la última década ser miembro se constituye en una camisa de fuerza, por las limitaciones de producción que impone el cartel, para mantener a flote los precios del crudo.
Desde el 2004, los precios subieron por los efectos de los huracanes -como el Katrina-, en las instalaciones petroleras; el crecimiento en la economía de los países emergentes y en los industrializados, y por el auge de la construcción (que terminó en una burbuja especulativa y al reventar hizo que los inversionistas se interesen por los ‘commodities’ como el oro y el petróleo, que hizo subir el precio a USD 147 por barril, en julio de 2008).
Pero, desde agosto, las crisis económicas y financieras en los países industrializados ocasionaron una caída en la demanda de energía, llevando el precio del crudo a un mínimo de USD 32 por barril en diciembre de 2008.
No obstante, a partir del 2010 y hasta el 2014, los precios se recuperaron (ver gráfico). Y desde el 2015, los precios bajaron.
Más allá de visualizar el comportamiento del mercado, este sector -incluyendo la explotación y la refinación del crudo- tiene una importante participación en el PIB. La tasa más alta la alcanzó en el 2004, con un 37%, como consecuencia del inicio de operaciones del OCP.
En materia hidrocarburífera, la nueva meta que se plantean las autoridades es alcanzar una producción diaria de 700 000 barriles hasta el año 2021. Hasta el 2017 la producción promedio es de 118 000 barriles en las empresas privadas y 422 000 en la estatal empresa Petroamazonas.
En los últimos dos años, la generación hidroeléctrica ha tenido un mejor desempeño, aunque no se cumplió el plan previsto por el Gobierno: poner a funcionar ocho proyectos, entre el 2015 y 2016. Hasta el primer trimestre del 2017, tres fueron inaugurados y cinco tenían retrasos.
La potencia de estas ocho centrales suma 2 832,4 megavatios (MW); el 72% corresponde a tres hidroeléctricas que entraron en operación. La más grande fue la hidroeléctrica Coca-Codo Sinclair (1500 MW), que entró a operar el 2016. También, lo hicieron Sopladora, (487 MW), y Manduriacu (65 MW). Aunque, debido a la crisis, Ecuador puso a la venta los proyectos Sopladora, Ocaña y Manduriacu.
En el 2016 se inauguró la mayor central hidroeléctrica del país: Coca-Codo Sinclair.
La economía y la política han marcado la evolución del emprendedor ecuatoriano en los pasados 20 años. En la década de 1990 estos soñadores enfrentaban dificultades para encontrar recursos económicos, buscaban oportunidades en sectores como la tecnología o la agricultura y se enfocaban en el mercado local.
Los emprendedores eran universitarios o jóvenes profesionales con edades comprendidas principalmente entre los 17 y los 32 años; 8 de cada 10 decidían emprender en la ciudad en la que vivían. Los hombres eran mayoría y la actividad emprendedora era vista como un último recurso.
El emprendedor desarrolló su actividad soportando crisis políticas y económicas que lo han hecho madurar, dice Gary Flor, coordinador del Centro de Emprendimiento (Cesek).
Para Wilson Araque, director del Observatorio de la Pequeña y Mediana Industria de la Universidad Andina Simón Bolívar, el emprendedor ecuatoriano ha transitado en tres momentos. En el primero (1997-2002), predominaron emprendimientos de emergencia para la subsistencia familiar. “Muchos emprendedores –en un escenario de crisis económica, congelamiento de fondos financieros y de cambio de moneda-, si no migraron al exterior desarrollaron actividades que lo que buscaban era generar un ingreso para subsistir”. La innovación no era una prioridad.
En esa etapa predominaron actividades de carácter comercial. “Entre 1997 y 1999, las tasas de interés llegaron incluso a niveles mayores al 100% y más que emprendimiento lo que esto estimulaba era a la especulación financiera”. Por eso, añade Araque quienes tenían ahorros preferían hacer inversiones financieras antes que emprender.
Por su parte, Flor recuerda que las iniciativas de esa época priorizaban el precio en lugar de la calidad, el servicio era visto como un costo y no se tenía clara la fórmula de la productividad. Aún así hubo emprendedores que apostaron por sectores específicos y que demandaban una mayor especialidad. Así lo recuerda Ernesto Kruger, fundador de Kruger Labs. Él comenta que la década de 1990 Ecuador tuvo grandes iniciativas en tecnología para el sector financiero. “También hubo propuestas en sectores como la construcción y la agroindustria”.
Araque añade que entre 2003 y 2010 se dio un segundo momento, una vez que la economía se estabilizó por influencia de la dolarización, las tasas de interés se ubicaron por debajo del 10%. “Esto motivó, a que los ahorristas empiecen a ver al emprendimiento como una opción de inversión con fines productivos”. Así empezaba una nueva era.
Los emprendedores eran universitarios o jóvenes profesionales con edades comprendidas principalmente entre los 17 y los 32 años; 8 de cada 10 decidían emprender en la ciudad en la que vivían. Foto: Líderes
Su horario de trabajo es habitualmente de 09:00 a 18:00, pero las lluvias de esta temporada a veces les obliga a detener su negocio más temprano.
Están ubicados estratégicamente en varios puntos de la ciudad de Quito, principalmente en los exteriores de las administraciones zonales del Municipio.
Se los puede ver con una sonrisa amplia, detrás de un carrito de acero inoxidable ofreciendo las delicias que provienen del coco. Son los 16 miembros activos de la Asociación Coco y Sabor, que en 2017 cumple 10 años de vida.
Pese a que la Asociación tiene una década de conformada, el trabajo de estas personas en Quito se remonta mucho más atrás.
Emenegildo Quintero, el presidente de la Asociación, cuenta que hace más o menos 25 años muchos esmeraldeños trabajaban en la capital de forma precaria.
Ellos vendían agua de coco en carretas, recorriendo la ciudad desde San Roque hasta 46 puntos diferentes, sin mayores garantías de trabajo. Pero eso cambió.
Con la constitución de la Asociación -en el 2007- se logró acceder a capacitaciones en ConQuito, enplanes de negocio, creación de microempresas, marketing, manipulación de alimentos, etc. Allí se capacitaron 46 personas, sin embargo el grupo se fue achicando hasta quedar en 22 socios.
Luego vino la legalización de la marca Coco y Sabor, en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI), así como la obtención del RUC.
También consiguieron acceder a créditos para pasar de las carretas a los coches, con el respaldo del Municipio de la capital.
Solo para esta herramienta de trabajo se necesitó de una inversión de USD 1 600 hace seis años.
A lo que se suma otros montos en materiales como vasos, envases, uniformes, etc., que dan un total de USD 2 000 invertido por cada socio.
La inversión ya se recuperó y de acuerdo a su plan de negocios, se prevé empezar pronto con una nueva fase que es abrir sus propios restaurantes de Coco y Sabor, donde se pueda ofrecer platos propios de la provincia verde, como encocados, tapados y otros alimentos de la gastronomía esmeraldeña.
Otra idea que tienen es lograr que el Estado les facilite tierras, sea en venta, alquiler, comodato u otra condición, para cultivar más coco, ampliando la producción nacional del fruto.
Mientras tanto, en los carritos de Coco y Sabor se puede encontrar coco entero, jugo, cocada, chicharrón y aceite de coco.
Cada socio se hace cargo de 400 cocos al mes, es decir 6 400 frutos que se le compra a un proveedor específico que los trae directo de las zonas de Esmeraldas, La Concordia y La Unión.
“Nuestro único problema es la lluvia”, comenta Quintero, al asegurar que en los días de sol las ventas son muy buenas. Él afirma que sus clientes los prefieren porque hay una garantía de atención, higiene y calidad.
Los precios que manejan son de vasos de jugo de 50 y 75 centavos, y de USD 1, botellas de USD 1,25, el balde de jugo de 20 litros en USD 65, cocadas de 50 centavos y de USD 1, chicharrón de coco en USD 1 y el aceite de coco en USD 5.
Cristian Montenegro, conductor, es un asiduo consumidor de los productos de Coco y Sabor. “Siempre que paso por el Playón les compro un juguito”, dice Montenegro, al confirmar que paga sin problema 25 centavos más de lo que ofrecen otras personas en la calle, porque el confía en la calidad del producto.
“Son muy cuidadosos con la manipulación y eso es importante”, asegura el cliente. Fredy Govea, es uno de los socios de Coco y Sabor, que se ubica en la García Moreno y Bolívar.
Él asegura que desde que está en la Asociación su vida es diferente porque antes trabajaba solo determinado tiempo y volvía a hacerlo cuando la plata se acababa. “Iba y venía y nunca tenía nada”, dice, al afirmar que ahora tiene un ritmo de trabajo que le permite ahorrar y capacitarse constantemente.
Los socios venden alrededor de 400 cocos al mes, cada uno, en presentaciones como jugo, cocada y otras. Ellos recorren las calles de Quito. Foto: Facebook
En un mundo en crisis, las empresas deben cuidar más su rentabilidad, lo que a su vez demanda más precisión en el cumplimiento de los objetivos de marketing.
“El retorno por inversión se hace entonces más importante que nunca”. Lo dice Rodrigo Carr, socio y director regional de IMC Latam, firma especializada en ‘shopper marketing’, fundada en 1997 por otro argentino, Ignacio Martín Ceroz.
Carr presenta la herramienta como una nueva oportunidad “para generar la conexión necesaria con compradores, mediante la creación de experiencias a través de activaciones, acciones digitales y trade marketing”.
Pronostica que la actual puede ser la ‘década del shopper’, como la anterior se identificó con el marketing digital, basado en su veloz crecimiento mundial (entre 6 y 8% de los presupuestos).
El ‘shopper’, como suele ocurrir, no es una novedad absoluta, sino una profundización de las acciones en punto de venta; plantea, sí, una saludable revisión de los conceptos, con el propósito de adaptarlos a los cambios experimentados por los mercados. En Argentina, en promedio, el 76% de las decisiones de compra, 6% más que las detectadas en 1995, se toman ante las góndolas (perchas).
El comprador tiene más opciones que nunca. Un supermercado ofrece entre 20 000 y 30 000 ítems. El consumo promedio de un hogar durante un mes es de 300 ítems. Esto da una idea de lo que hay que trabajar para impulsar la elección.
Un mismo comprador puede elegir distintas opciones. Cada persona compra de manera diferente, de acuerdo con la ocasión y la necesidad del momento.
La política económica en Argentina lleva la misma línea ya una década. Desde el 2003, los Kirchner (primero Néstor y luego su esposa, Cristina) tomaron las riendas del país y no las han soltado. La toma del poder por parte de la pareja se dio en un escenario favorable de recuperación económica, muy común en los ciclos económicos, después de la profunda crisis financiera y social vivida por ese país entre 1998 y el 2002.
La fórmula aplicada para alentar la expansión de la economía fue simple en su forma: incrementar el consumo. Con ese paraguas, desde las diferentes aristas de política económica se fueron engranando las diversas estrategias de política económica. Y en este escenario, el control de la divisa fue clave para que el Estado participara y definiera el horizonte en el mercado cambiario.
Esto, según el economista argentino Alberto Carrizo, permitió impulsar las exportaciones (vía devaluaciones controladas), controlar la salida de dólares del país, incrementar el gasto público, etc.
«Considero que fueron medidas acertadas en su momento. Pero hoy, la permanente incursión estatal en las actividades privadas y hasta personales está pasando factura a los argentinos. ¿Estamos bien? Y bueno, depende. Al corto plazo, quizás sí. A largo plazo, parece que no tanto», sostiene el especialista.
Pero la presidenta Kirchner se vanagloria de los éxitos de los últimos diez años y enfiló principalmente contra la administración de la deuda externa. «Argentina está dispuesta a pagar, pero solo en las mismas condiciones aceptadas por los acreedores que adhirieron a las reestructuraciones de deuda del 2005 y 2010». También reivindicó medidas adoptadas como la nacionalización de los fondos de jubilación y pensión y la expropiación de filiales multinacionales.
Esto, para Carrizo, es un mensaje claro de la radicalización del discurso socialista, que ha venido paulatinamente en aumento desde que están los Kirchner.
La receta Manejo cambiario. Los argentinos deben reportar el origen y el destino de los dólares en su poder. Así se quiere evitar la salida de divisas.
Control de precios. Menores ganancias para los productores. El control en los mercados causa desabastecimientos.
Nacionalización. Empieza la nacionalización de empresas que supuestamente incumplen, como la petrolera YPF.
Manejo de recursos. Control estatal sobre los recursos naturales y estratégicos, con fines ambientales y financieros.
Comercio exterior. Devaluaciones permanentes que abren conflictos comerciales con naciones vecinas.