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  • El manejo de la depresión es clave en diciembre

    Carolina Enriquez

    La alegría no siempre es el factor común durante las fiestas de Navidad y fin de año. La vorágine de sentimientos de esta temporada pueden abrumar a los trabajadores, por ejemplo, cuando la situación empresarial no es la mejor.

    A escala planetaria, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión afecta a unas 350 millones de personas. Una de las temporadas más complejas es la de fin de año, en la que el número de suicidios incrementa hasta en el 40% a escala global.

    En las oficinas los trastornos de esta temporada se producen tanto por los problemas que el trabajador arrastra desde casa como por aquellos enquistados en los empleos. Estos se incrementan cuando hay rumores de cierre, despidos o cambios de puestos.

    Dicha situación es una de las más perjudiciales, según Paola Erazo, psicóloga socia fundadora de la clínica Centro Uruz. Ella considera que cualquier decisión que se tome debe decirse frontalmente, con el fin de que tanto la empresas como los empleados se ajusten a los cambios.

    La angustia que generan estas situaciones puede llevar a una baja de la producción y al incremento del ausentismo laboral, explica Pablo Pazmiño, gerente de la consultora Estrategia & Gestión. En esta época incrementan los casos de gripes y otras enfermedad virales que se generan por la baja de defensas ante la depresión.

    La OMS establece que “en la mayoría de los países los problemas de salud relacionados con el trabajo ocasionan pérdidas que van del 4 al 6% del Producto Interno Bruto. Los servicios sanitarios básicos para prevenir enfermedades ocupacionales y relacionadas con el trabajo cobran una media de entre USD 18 y 60 (paridad del poder adquisitivo) por trabajador en el mundo”.
    Asimismo, la organización establece que cualquier iniciativa de prevención que se genere en el lugar de trabajo ayuda a reducir el ausentismo por enfermedad en un 27% y los costos de atención sanitaria para las firmas en un 26%.

    Erazo explica que es fundamental contar con un psicólogo clínico al interior de las compañías porque ayuda a analizar las conductas de los trabajadores y puede prevenir problemas que puedan generarse a futuro, incluidos aquellas en las fiestas de fin de año.

    En momentos como el actual, en el que la situación económica no es la mejor, el psicólogo también puede ayudar a que no se desestabilicen los trabajadores. Otro factor importante es la llamada remuneración emocional.

    Con esto se refiere a todos los beneficios que se puede ofrecer a los trabajadores para generarles satisfacción por su compañía, sus jefes, sus compañeros y su actividad laboral. Las felicitaciones o reuniones de fin de año son clave.

    Esto último puede utilizarse como herramientas de ‘teambuilding’, es decir, un mecanismo para unir lazos entre los equipos de trabajo a escala social, que más adelante se trasladen a lo laboral.

    Con este tipo de acercamientos se aumenta el bienestar de los trabajadores, los resultados de la organización y el sentimiento de pertenencia a la compañía. Es fundamental destacar el esfuerzo que han hecho durante todo el año los colaboradores de las firma.

    Si una empresa o equipo laboral realiza una cena se recomienda no hacer reproches ni hablar nada de trabajo. Ese es un espacio de diversión, que busca oxigenar la mente del empleado fuera del área de actividades.

    “Son superimportantes los eventos navideños de oficina (…) esto demuestra que yo le intereso a la empresa. Los detalles muestran que valgo. Además, el compartir mejora el clima laboral y crea la cultura empresarial de forma diferente”, dice Erazo.

    Cuando eso no sucede se genera un impacto emocional negativo en los trabajadores. Es mejor ser transparentes y decir por qué no se realiza la cena, por qué no se entregó la canastilla, por qué no existe una felicitación grupal.

    La transparencia ayuda a bajar los niveles de estrés en esta época, que se considera en psicología como una de las más depresivas.

    “La comunicación emocional que los líderes de las empresas deben tener en los cierres de ciclos es básica. Además, no hay que subestimar la moral de la gente, de los equipos de trabajo. Hay que poner ojo a la emocionalidad”, explica el consultor Pazmiño.

    Dependiendo de este manejo se puede evitar las depresiones colectivas de los equipos, que son tan peligrosas como las individuales. Esto porque se vuelven nostálgicos, menos productivos, deseosos de otro trabajo, etc.

    En los casos más complejos, la depresión laboral en temporadas navideñas puede desembocar, incluso, en los suicidios.

    Esta es la segunda causa de defunción entre las personas de años 15 a 29 años en el mundo. Más de 800 000 personas se suicidan cada año, lo que representa una muerte cada 40 segundos, de acuerdo a datos de la OMS.

    Pazmiño dice que para evitar cualquier problema emocional en la gente causado por el trabajo es primordial entender a cada uno. Se debe dejar de hablar en el equipo de cosas negativas y propender al optimismo.

    Ilustración: Ingimage
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  • La depresión se trata con la ayuda de la empresa

    Xavier Montero / Redacción Quito

    Era marzo del 2009 y Jorge permaneció tres días recluido en su departamento. Atravesaba una crisis emocional derivada de una pérdida familiar.

    En esos tres días no contestó unas 40 llamadas de sus compañeros de oficina. Él trabajaba en una entidad bancaria de Quito. Dos meses después del sepelio de su esposa e hija decidió dejar los antidepresivos. “Mis jefes me permitían acudir al tratamiento sicológico. Es difícil porque la gente no sabe cómo tratarte en esos casos. Por otro lado, no quería causar ‘lástima’ en mi entorno”, cuenta.

    El apoyo moral de los mandos gerenciales es vital en este tipo de situaciones. Así lo considera Óscar Aguirre, gerente internacional de la consultora en desarrollo empresarial Desempre. Hoy, las empresas deben pensar en un plan de acción en estas situaciones ajenas a su voluntad, asegura este ejecutivo.

    Para Aguirre, no se trata de ventilar los problemas personales de los colaboradores en cada junta directiva. No obstante, considera importante establecer una guía de acción en estos casos. “Pueden complementarse con los análisis del departamento de RR.HH.”.

    Para Gabriel Recalde, director del Observatorio de la Política Laboral de la Universidad Internacional SEK, el empleador debe tomar partido siempre y cuando cuente con la colaboración del empleado. “Es indispensable un diagnóstico médico, público o privado”.

    Aquello, manifiesta Recalde, asegura el compromiso del colaborador en culminar el tratamiento médico. El no hacerlo podría ser causal de visto bueno.

    Recalde comenta que este tipo de padecimientos sicológicos no están contemplados en la normativa laboral. Sin embargo, en el numeral 24 del Artículo 42 del Código del Trabajo se obliga a que cada empresa con más de 100 empleados contrate los servicios de un trabajador social. Este profesional puede encargarse del seguimiento de depresiones en los empleados de una compañía.

    “La depresión (ajena a cuestiones del mismo trabajo), es un tema delicado dentro de las oficinas”, opina la psicóloga Karina Naranjo. Una opción valida en esta situación, añade, es permitir a un colaborador cambiar de ambiente.

    A tres años de su tragedia, Jorge C. regresa a Quito cada dos meses. Hoy trabaja para una sucursal del banco en el sur del país; conformó una nueva familia.

    Víctor Maldonado, gerente de RR.HH. de la firma SiCobra, cuenta que en la firma se presentan cada mes hasta dos casos relacionados con este padecimiento. Los cuadros son analizados por un equipo de médicos ocupacionales, sicólogos, trabajador social…

    Cuadro

    Una enfermedad. El rendimiento puede afectarse por la inestabilidad emocional.
    El diagnóstico. Es necesario contar con un diagnóstico médico.
    El seguimiento. El apoyo hacia el colaborador debe evaluarse con el compromiso del mismo para curarse.