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  • Exportadores ecuatorianos destacan su presencia en otros mercados durante la pandemia

    Carolina Enríquez, (I)

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    El sector exportador ecuatoriano estuvo preparado para enfrentar la pandemia y triunfó frente a sus principales competidores en la región: Perú y Colombia.

    Así lo dio a conocer Felipe Ribadeneira, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), durante la inauguración virtual del XII Convención de Exportadores, que se realizó este 6 de octubre del 2020.

    Durante el primer semestre las exportaciones no petroleras, no mineras, del país crecieron 7,5% con relación al mismo periodo del año pasado. Las peruanas, sin embargo, decrecieron el 26%, mientras que las colombianas cayeron 6,6%.

    Ribadeneira atribuye estos resultados a la capacidad de adaptación rápida del país ante la pandemia, las estrategias empresariales de optimización de procesos y eficiencia logística y los esfuerzos por la diversificación de mercados.

    Ahora, considera que se debe mirar para adelante para seguir creciendo y sortear las dificultares generadas por covid-19.

    En general, en el mundo, el comercio cayó 16% en lo que va del año y ha habido un retroceso en actividades como carga de mercancías y transporte de personas.

    Por eso, lo importante para Fedexpor es conocer quiénes son los nuevos consumidores en el mundo. Una investigación realizada por el gremio muestra cuatro segmentos.

    Los hogareños, que son aquellos que no quieren consumir productos que son innecesarios y buscan prevenir cualquier enfermedad; los que consideran el hogar el centro de múltiples actividades como el trabajo, el ejercicio, la familia y que usan la tecnología; los compradores en línea y aquellos que buscan la sustentabilidad, por lo que los productos que adquieren deben cuidar el medioambiente e impulsar la economía circular.

    Para llegar a este público no solo basta la aplicación de estrategias por parte de los exportadores, sino que Fedexpor considera necesario que se ponga en marcha el Plan Nacional Exportador. Este se basa en tres ejes: diversificar la oferta exportable no tradicional y consolidar los productos tradicionales; desarrollar mercados para la oferta exportable y facilitar el comercio exterior; y, finalmente, fomentar la cultura exportadora.

    Felipe Ribadeneira, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor).
    Felipe Ribadeneira, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor).
  • Los tejidos étnicos destacan en estos zapatos

    Mayra Pacheco

    El trabajo que hacen artesanos indígenas en telares o bordados marca la diferencia en el calzado que diseña Verónica Díaz, propietaria de la tienda Veri’d.

    Desde hace seis años, en las alpargatas, sandalias y zapatos de tacón de esta marca se combinan telas ecuatorianas con textiles de figuras étnicas y bordados que se realizan en comunidades de Otavalo, Zuleta, Gualaceo, Guano, Saraguro y otros sitios.

    Para los terminados se emplean fibras naturales como la cabuya o el yute. El propósito de esta emprendedora es aprovechar al máximo el trabajo de los artesanos ecuatorianos.

    Al experimentar, en sus trabajos anteriores, que la gente extranjera valoraba las artesanías que se confeccionan en Ecuador, Díaz decidió aplicar sus conocimientos en diseño de modas y empezó en el 2013 a confeccionar calzado casual con un toque étnico.

    Actualmente, entre sus diseños tiene zapatos para mujeres, principalmente. Entre los modelos que ofrece están alpargatas, botines, sandalias, tacones altos tipo magnolia. Estos tienen piezas de textiles artesanales que destacan. Para satisfacer el gusto de todas sus clientes se utilizan colores brillantes o tonos neutros.

    La búsqueda y compra de estos materiales se hace mientras Díaz visita los distintos rincones del país. “Cada vez que viajo por Ecuador pienso que esta tela va a quedar bien en una alpargata”.

    Cuando esta emprendedora conoce cómo trabajan las personas de las comunidades hace los pedidos para luego elaborar sus creaciones. Tiene al menos ocho artesanos que entregan este tipo de textiles étnicos.

    En Imbabura, por ejemplo, esta diseñadora adquiere textiles artesanales a Matilde Lema.
    Esta tejedora, quien tiene su taller en Peguche, comenta que la propietaria de Veri’d propone diseños y también compra los telares ya elaborados. Estos se realizan con técnicas ancestrales.

    Los textiles de Lema se hacen a mano aplicando técnicas que aprendió de sus generaciones pasadas. Incluso, algunos de los telares de madera son heredados de los padres y abuelos de Lema.

    Por el detalle de su trabajo, cada metro de este telar cuesta, en promedio, entre USD 15 o 25. De estos textiles, Díaz adquiere alrededor de 20 metros cada mes.

    Con esta materia prima, en Quito, otro grupo de siete artesanos confecciona los zapatos, según los diseños de Díaz. En el proceso de elaboración se prioriza el uso de productos ecuatorianos.

    Veri’d no elabora zapatos en serie para ofrecer diversidad. Produce máximo 12 pares del mismo modelo en cada colección. También se realiza diseños personalizados, bajo pedido. En toda esta etapa participan siete personas.

    Este calzado se ofrece en el Centro Comercial Cumbayá, en el local 16; y en Galería Ecuador, en Quito. Cuestan entre USD 37 hasta USD 55. Veri’d factura, en promedio, USD 5 000 cada mes.

    Para Carolina Yánez, cliente de esta tienda, estos zapatos étnicos son originales y rescatan las tradiciones del país. Jeaneth Laines, otra compradora, agrega que este calzado es cómodo y sus materiales son resistentes.

    Por esto, otras personas han aprovechado también su visita a Ecuador para llevarse un par de estos zapatos a Nuevo México, Nueva York, Miami, España, Alemania, Perú, Chile y otros países.

    Otros accesorios

    Los zapatos étnicos de Veri’d han sido parte de desfiles importantes como Runway, organizado por la revista Vogue, en el Paseo San Francisco. También en eventos de Galería Ecuador y Quito Turismo.

    Para complementar el estilo de estos zapatos, la marca ofrece camisetas, chaquetas y otros accesorios relacionados con el enfoque étnico.

    En mayo se presentará una nueva colección de zapatos dirigida para caballeros y niños. En estos se mantendrán los diseños étnicos.

    Verónica Díaz   incluye en sus diseños de calzado tejidos que se elaboran en comunidades indígenas y emplea materiales tradicionales como el yute. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
    Verónica Díaz incluye en sus diseños de calzado tejidos que se elaboran en comunidades indígenas y emplea materiales tradicionales como el yute. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
  • Artesanías de madera destacan en Alangasí

    Valeria Heredia

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    Una familia de artesanos de la parroquia de Alangasí emprendió un negocio de elaboración de cajas de madera. No son cajas comunes, ya que tienen impregnados paisajes ecuatorianos, adornos y logos. Su objetivo es rescatar lo nacional.

    Entre los diseños que se pueden observar en las cajas están la cúpula de la Catedral de Cuenca o los paisajes andinos del Ecuador.

    El emprendimiento se llama Jarrín Arte y Madera y el taller está ubicado en la calle Simón Bolívar, en la parroquia rural de Quito.

    El emprendimiento arrancó hace 20 años cuando Juan Jarrín apostó a la realización de cajas de madera, aunque el negocio se levantó años antes con su padre, quien es carpintero.
    Jarrín ayudaba en la elaboración de muebles para los clientes, sin embargo, eso no le llenaba. Por ello decidió dar un giro a su negocio y hacer cajas para todas las ocasiones: regalos de cumpleaños, bodas y fechas especiales.

    Antes de tomar esta decisión, Jarrín estudiaba en la universidad, pero por falta de dinero tuvo que abandonar su carrera. Se quedó en primer año.

    Esto no fue un impedimento para continuar con su vida y emprender su negocio. Tampoco fue ron un obstáculo sus problemas de audición, que le acompañan desde el año de edad.

    Su taller está dentro de su casa. En este espacio tiene el material que trae desde Guayaquil. Cuenta con las herramientas que le ayudan a dar forma a la madera.

    En este negocio trabaja junto con su hermana Verónica Jarrín, quien es la encargada de realizar las láminas de madera. Para ella, el ‘plus’ de sus cajas es que se trabaja en familia y se realiza una labor artesanal para resaltar lo ecuatoriano o “lo nuestro”. “Queremos exaltar nuestros paisajes andinos y lo intercultural, no solo dentro de Ecuador sino fuera”, dijo ella.

    Este año, asegura la mujer, esperan encontrar nuevas empresas y más clientes para entregar las cajas de madera. “Esperamos que se concrete el negocio con otras compañías, incluso, para exportar las artesanías fuera del país”.

    Para este alangaseño trabajar junto con sus seres queridos es una ventaja porque puede conversar y disfrutar de un tiempo agradable con ellos.

    El proceso de elaboración de las artesanías depende de la forma de la caja. Hay algunas que son rectangulares y demandan menos tiempo. Otras son hexagonales y se requiere más horas, porque implica hacer moldes y cortar.

    El primer paso es sacar el diseño del paisaje. Se corta en una máquina para que el resultado final sea impecable, dice el emprendedor.

    En el taller Jarrín Arte y Madera se elaboran entre 130 y 150 cajas de madera a la semana para empresas con las que trabajan y para personas particulares. Los clientes resaltan este tipo de artesanías.

    El trabajo en este emprendimiento demanda tiempo y trabajo arduo de los siete integrantes que lo conforman.

    Levantar este negocio fue un reto para Jarrín y su familia. Implicó tiempo y dinero. El monto inicial fue de USD 8 000, que incluyó la maquinaria y las herramientas necesarias para hacer las cajas.

    El dinero salió de un negocio adicional que emprendió Juan Jarrín: la elaboración de juguetes de madera, juegos didácticos, marcos para cuadros y otros. Dejó de fabricarlos porque la competencia empezó a crecer y no había espacio para todos.

    Ahora, las ventas de las artesanías alcanzan los USD 3 500 mensuales. Los precios de las cajas son económicos, ya que alcanza un precio de USD 9 en adelante, dependiendo del modelo y la complejidad de las cajas.

    Este año está lleno de retos para Jarrín, ya que entrará con fuerza en la elaboración de cajas con más paisajes ecuatorianos. Sacará diseños con lugares típicos de cada región del Ecuador. “Esta es una de las estrategias que utilizaré para posicionar el negocio”.

    En el tema de ventas también buscará mejorar porque quiere ampliar su portafolio de clientes.
    En Alangasí, Jarrín es conocido como el maestro Juan. Sus amigos más allegados resaltan que es un ejemplo de admiración, de constancia en su trabajo, porque sus inconvenientes auditivos no han sido un impedimento para seguir imaginando, diseñando y construyendo las artesanías de madera, según comenta Henry Quimbiulco, vicepresidente de la Junta Parroquial. “Es un emprendedor que coloca alma, mente, manos, vida y corazón”. Destaca que este tipo de emprendimientos de su parroquia son valorados porque rescatan lo típico de la localidad.

    Juan Jarrín elabora cajas de madera hace 20 años. Ayudaba a su padre en la confección de muebles. Foto: Galo Paguay/LÍDERES
    Juan Jarrín elabora cajas de madera hace 20 años. Ayudaba a su padre en la confección de muebles. Foto: Galo Paguay/LÍDERES
  • Dos hermanos que destacan en el negocio de la carne

    Sebastián Angulo

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    Los dos hermanos menores de la familia, Danilo y Andrés Pontón, no quisieron quedarse atrás en su familia que se ha dedicado a los negocios por décadas y decidieron emprender por su cuenta.

    La familia Pontón Romero es propietaria de la florícola Decoflor, ubicada en Lasso (Cotopaxi), que posee una finca de 150 hectáreas, de las cuales 75 sirven para el cultivo de flores.
    Por esta razón, Danilo y Andrés pensaron que el resto del terreno podría aprovecharse de mejor manera y decidieron apostar por la industria porcícola con el apoyo de su padre, Lizandro Pontón.

    Para iniciar con su proyecto invirtieron unos USD 42 000 de sus ahorros que destinaron a implementar la granja porcina.

    En principio, cuenta Danilo Pontón, el proyecto buscaba producir carne de cerdo para la comercialización a cadenas de restaurantes. Como parte de la logística de su negocio instalaron un centro de distribución en el sector de La Luz (norte de Quito) para llegar a sus clientes.

    No obstante, al centro que sería solo un punto de abastecimiento, llegaron vecinos del sector demandando carne de cerdo al por menor. Los dos socios accedieron a vender al menudeo al cliente final y, poco a poco, se convirtió en un modo de venta habitual.

    Pero los clientes ya no solo pedían carne de cerdo. También preguntaban por otro tipo de cárnicos como res y pollo.

    Danilo comenta que notaron que vender al por menor resultó más rentable. Otra de las ventajas de comercializar al consumidor final era que el pago lo recibían inmediatamente, mientras que las cadenas de restaurantes o franquicias se demoraban en abonar por sus pedidos hasta 20 días.

    “Nos dimos cuenta que el mismo volumen que nos pedían ellos se puede vender en el lapso de un día y cobrábamos ese momento”, asegura el emprendedor.

    Con esos resultados, los hermanos Pontón apostaron por instalar un local comercial que se dedique exclusivamente a la comercialización de cárnicos. Así, el 15 de febrero del año pasado abrió sus puertas El Sueco.

    El negocio buscó proveedores para distribuir más ítems. Por ejemplo, ganaderos de Santo Domingo de los Tsáchilas le entregan carne de res de la raza Angus. Lo propio Pollo Andino.
    Para abrir su primer local, Pontón cuenta que proveedores, gracias a su confianza, le vendieron a crédito insumos y herramientas de trabajo, como frigoríficos. “Abrimos el local casi sin dinero”, dice Pontón.

    La apuesta por la carnicería dio resultados y gracias a las ventas abrieron otro local el 15 de noviembre del año pasado, que está ubicado en el sector de la avenida Real Audiencia (norte de Quito).

    Pero ahora no solo comercializan cárnicos. El Sueco ha incrementado su portafolio de productos a embutidos, pescados y mariscos que les proveen productores de Manabí.
    Actualmente, entre los dos locales su facturación promedio mensual está entre USD 2 0 000 y 30 000. Mientras que las ventas a restaurantes ascienden a cerca de USD 10 000 al mes.

    El Parrillero Asador, que cuenta con dos locales en los centros comerciales El Recreo y Quicentro Sur, es cliente de El Sueco. Francisco Fonseca, su propietario, sostiene que la carne es de “excelente calidad”. Mientras Cristian Molina, propietario del restaurante Toribio, destaca el manejo de las carnes, los cortes y los costos de los productos.

    Danilo Pontón, uno de los propietarios de El Sueco, en su local ubicado en la avenida Real Audiencia, en el norte de Quito, que abrió sus puertas el 15 noviembre del año pasado. Foto: Paúl RIvas / LÍDERES
    Danilo Pontón, uno de los propietarios de El Sueco, en su local ubicado en la avenida Real Audiencia, en el norte de Quito, que abrió sus puertas el 15 noviembre del año pasado. Foto: Paúl RIvas / LÍDERES
  • Los diseños artesanales se destacan en la ropa infantil

    Redacción Quito  (F)
    F-Contenido Intercultural

    Un poncho elaborado en alpaca y algodón, con colores como fucsia, lila y tomate para niños, o un overol con tejidos otavaleños es la nueva propuesta de Wuawua. Esta marca diseña y confecciona una línea de ropa infantil, con una característica esencial: destacar las diferentes culturas del Ecuador.

    Denisse Cabrera es la mente ‘maestra’ atrás de estos diseños. Esta socióloga de 31 años, incursiona en el mundo de la moda con otras marcas para hombre y mujer, en su tienda BO EM ubicada en Cumbayá, al nororiente de Quito. Aquí, muestra la línea de zapatos para hombre Toddel.

    Pero, en octubre del año pasado, decidió elaborar las prendas infantiles para edades de seis meses hasta seis años, porque lo vio como una oportunidad para ganar espacio en un mercado que es totalmente nuevo, dice.

    En los diseños de los tejidos artesanales de esta marca, también agregó distintivos de otros países como México, Honduras y Panamá. Para este proyecto, Denisse Cabrera invirtió, junto a Milagros Peralta, quien hace los nexos comerciales con tiendas en Miami (EE.UU.), la cantidad de USD 500.

    Con este dinero adquirieron la tela de algodón, alpaca, fajas otavaleñas para 25 prendas de la primera colección de Wuawua. Con todo el material listo, Daniela Cabrera se puso manos a la obra y empezó a dibujar los bosquejos de cómo debiera ser esta colección infantil. Por ejemplo, para las niñas, los vestidos deben llevar colores llamativos y fuertes, como el turquesa, amarillo, o verde. Estas prendas van acompañadas de tejidos con hilo, o las fajas otavaleñas que se colocan en la cintura de las niñas.

    Para los últimos elementos, Wuawua trabaja con cuatro comunidades de Otavalo, y para los decorados en los vestidos, con artesanos de Pichincha. En total, se crearon cuatro plazas de trabajo con este emprendimiento.

    Esther Delgado es modista y trabaja hace 10 años con Denisse Cabrera. Su taller ubicado en la av. Amazonas, en el norte de Quito, es el centro de operaciones para el corte y confección de algunas piezas de Wuawua.

    Desde noviembre del año pasado, Delgado empezó a pegar los bordados otavaleños sobre los vestidos infantiles. Esta quiteña de 56 años comenta que por semana se demoró entre dos o tres horas para armar los diseños.

    En enero pasado, Wuawua empezó la venta de esta colección infantil. Sus ingresos hasta febrero registran USD 200. De este monto, el 30% se destina para la compra de insumos, especialmente la tela de 100% de algodón, porque sus prendas deben cuidar la piel de los niños, explica Cabrera.

    Asimismo, la diseñadora comenta que los diseños se envían a domicilio vía correo.
    En este año tiene el objetivo de aumentar producción y facturación e invertirá USD 3 000. Con este dinero se elaborará una página web, para el posicionamiento de la marca. A su vez, producirán otra colección en los próximos meses para niños y niñas desde un año hasta ocho años de edad.

    Aquí se concentrarán en tener bordados y tejidos de otras comunidades del país, además de vender la marca en el exterior.

    Denisse Cabrera elabora la línea infantil Wuawua. Estos diseños exhiben tejidos artesanales de comunidades otavaleñas y de Pichincha. Foto: Pavel Calahorrano/LÍDERES
    Denisse Cabrera elabora la línea infantil Wuawua. Estos diseños exhiben tejidos artesanales de comunidades otavaleñas y de Pichincha. Foto: Pavel Calahorrano/LÍDERES