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  • La sandía y el melón dinamizan los negocios

    Marcel Bonilla

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    Las poblaciones del norte de los cantones Esmeraldas y Rioverde, cuentan con más de 400 hectáreas destinadas a la siembra de sandías y melones, que son vendidos dentro y fuera de la provincia.

    A lo largo de la vía Esmeraldas-Rioverde se observa a los dueños de sus fincas vendiendo una parte de la producción, directamente al consumidor final. Un promedio de 10 000 sandías y melones son adquiridos cada trimestre por compradores de la Sierra, según cálculos de los productores.

    Lorena Quiñónez, mujer dedicada a la venta de jugos, compra un promedio de 100 melones semanales directamente a los productores. Dice que ahorra hasta el 50% de lo que pagaría en el mercado de la ciudad, donde cada unidad cuesta hasta USD 3.

    Unas 300 hectáreas de las zonas de Cabuyal, Colope, Banderas, Camarones y Tacusa, en la vía que conecta con el norte de la provincia, están destinadas a la siembra de sandías, y otras 100 hectáreas a la producción de melón. Esta actividad comercial mueve las economías de unas 450 familias dedicadas a la siembra y cosecha de la fruta.
    Daniel Toral, de la población de Achilube, siembra anualmente hasta dos hectáreas de sandías que le producen unas 6 000 unidades por hectárea, y vende hasta en USD 2,50 la unidad.

    Allí los agricultores producen con abono natural, por eso el costo de producción no alcanza los USD 500 por hectárea, pero quienes usan químicos y abono foliar en producciones mayores, invierten hasta USD 1 500 por hectáreas, explica Toral.

    Una de las propuestas de este agricultor es crear la asociación de cultivadores de sandías, que les permita acceder a créditos blandos a través de BanEcuador. También, apunta a buscar mercados y vender a cadenas de tiendas que funcionan en Esmeraldas.
    Pedro Loor es uno de los que más produce sandías y melones en el sector de Cabuyal. Cosecha hasta tres veces por año y alcanza las 24 000 sandías promedio y unos 8 000 melones.

    Su producción tiene mercado en Ibarra, pero siempre lucha con los precios bajos. Una sandía de hasta 30 libras, los compradores quieren pagar hasta USD 2,50, cuando esa misma sandía puede costar en el mercado hasta 7.

    Poblaciones como Cabuyal, Colope, Banderas, Achilube son propicias para la siembra de sandías, porque cuentan con terrenos arenosos, donde se desarrolla con más facilidad ese producto, dice Líster Valencia, de la Unidad de Innovación Tecnológica de la Dirección del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap).

    El técnico indica que no cuentan con datos estadísticos de producción de la fruta en Esmeraldas, porque los productores no siempre informan de los proceso de siembra de sandías y melones.

    Sin embargo, el Magap imparte asesoramiento técnico sobre el manejo de las semillas, las formas de siembra y el uso de los fungicidas para evitar la presencia de malezas que afecten la producción.

    Los productores, para garantizar la siembra, en ocasiones viajan hasta Colombia para adquirir semillas certificadas cuando no las encuentran en el país; pagan hasta USD 60 por una funda de 1 000 pepitas.

    Según quienes se dedican a esta actividad agrícola, el negocio fuera mucho mejor si se contara con nuevos mercados porque se puede producir a bajo costo con alta rentabilidad. Lo mínimo a invertir en una hectárea de sandías o en una de melón son USD 300.

    Los productores de la zona como Byron Preciado, que representa a una agremiación de campesinos de La Carmelita, en Esmeraldas, creen que para competir con provincias como Manabí, que también produce mucha sandía, se necesita un mejor sistema de riego en toda la zona.

    Manabí cuenta en la actualidad con sistemas de riego que le permite producir todo el año, mientras que en Esmeraldas el riego es menor, aunque aumenta cuando llega el invierno se incrementan las lluvias.

    Carlos Zambrano es uno de los participantes en esta actividad. Los productores siembran 2 000 plantas por hectárea y cada planta produce hasta tres sandías. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Carlos Zambrano es uno de los participantes en esta actividad. Los productores siembran 2 000 plantas por hectárea y cada planta produce hasta tres sandías. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Mujeres kichwas dinamizan Cotacachi

    José Luis Rosales

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    Una feria de productos orgánicos, la elaboración de artesanías, la guía de turistas, el servicio de alimentación.

    Esas son algunas de las alternativas económicas que impulsa el Comité Central de Mujeres de la Unión de Organizaciones Campesinas Indígenas de Cotacachi (Unorcac), en Imbabura.
    La entidad tiene dos décadas de trayectoria y aglutina a 30 organizaciones. Son 400 mujeres, la mayoría kichwas, que están organizadas, explica Magdalena Fueres, vicepresidenta del Comité.

    La preparación de alimentos es el principal rubro de ingresos económicos de esta organización comunitaria.

    Las emprendedoras son las responsables, por ejemplo, de proveer la comida para 140 niños de los Centros Infantiles del Buen Vivir (CIBV) de las comunas Tunibamba, Calera y Santa Bárbara.

    El servicio permite mantener ocho plazas de trabajo, por lo que las socias se turnan para ocuparlas. Las damas se encargan de la preparación y distribución de desayuno, refrigerio y almuerzo.

    Por este servicio tienen un contrato de USD 5 000 al mes, explica Fueres. La mayor parte se va en la compra de víveres y transporte. Y una parte va para las trabajadoras.

    La anterior semana, Rosa Cachiguango, vecina de la parcialidad de Italqui, estuvo de turno en la cocina, que funciona en una casa ubicada en el barrio La Banda.

    En el inmueble, conocido como Jambi Mascaric (Buscando la salud), también funciona un comedor, de lunes a viernes.

    El miércoles pasado se ofrecía como menú sopa de quinua y un platillo de llapingachos, carne y ensalada y jugo de mora. Cada almuerzo lo venden en USD 2,25.

    Los domingos, en este mismo sitio, funciona la feria la Pachamama nos Alimenta, que aglutina a 260 campesinas.

    La mayoría llega con productos que cultivan en sus huertas, explica Carmen Farinango, una de las responsables de esta vitrina.

    Los consumidores pueden adquirir, entre las 05:30 y 10:00, alverja, choclo, fréjol, una variedad de hortalizas y legumbres. También, frutas como mora, uvilla, tomate de árbol, claudia, durazno.

    En uno de los puestos de venta, Carmen Taya ofrecía acelga, col, rábano, remolacha, lechuga y culantro, que trajo desde la comunidad de Tunibamba.

    La mujer, que viste un anaco de color negro y una blusa blanca con rosas bordadas, comenta que es más conveniente vender su cosecha directamente a los consumidores. Calcula que cada semana gana entre USD 40 y 50.

    “El objetivo de la feria es que las compañeras aporten a la economía familiar”, explica Fueres.
    Otra de las líneas en la que ha incursionado la organización es el turismo. El Jardín Etnobotánico, situado en la comuna de Turuco, es uno de los principales atractivos. Ahí se producen plantas nativas, agrícolas y medicinales.

    En este vergel, que es parte de la Ruta del Conocimiento, también se difunden rituales andinos de purificación y demostración del parto vertical, según la promoción que realiza la operadora turística Runa Tupari.

    El Comité Central de Mujeres de la Unorcac también maneja una caja de ahorro, que funciona entre las socias.

    La idea es entregar créditos emergentes, de USD 200 a 300, para alentar pequeñas iniciativas o destinadas a salud y educación.

    Quizá uno de los proyectos más ambiciosos de las emprendedoras es industrializar la chicha de jora.

    Esta bebida, que se la elabora con cinco variedades de maíz, se ofrece en celebraciones colectivas como el Inti Raymi (Fiesta del Sol) o fiestas familiares.

    “Ha sido un proceso difícil”, reconoce Fueres. Por lo pronto, ya cuentan con la primera línea de producción. Esta incluye la recepción de la materia prima, la molienda de los granos germinados de maíz. Para ello se ha hecho un análisis sobre la bebida.

    Lo que hace falta es implementar la fase de elaboración y envasado del néctar. El limitante, por el momento, es la falta de maquinaria. Trabajan en ello.

    La organización

    Servicios.  A las socias también ofrece asesoramiento en economía familiar, acceso a crédito y pago de deudas.

    Crecimiento. La Feria la Pachamama nos Alimenta tiene planes de ampliación. Adecúan un nuevo espacio físico.

    Gastronomía. Las mujeres preservan la variedad de preparación de productos de maíz, mashua, camote, amaranto.

    Turismo. La atención de grupos, de 10 a 15 visitantes, al Jardín Etnobotánico de la Unorcac tiene un costo de USD 60.

    Semillas.  Las mujeres son las encargadas de conservar las semillas para las siembras.

    Mujeres de 300 organizaciones integran la Unión de Organizaciones Campesinas Indígenas de Cotacachi.  Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Mujeres de 300 organizaciones integran la Unión de Organizaciones Campesinas Indígenas de Cotacachi. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES