El Servicio Nacional de Aduana del Ecuador simplificó el proceso de importación de autos para personas con discapacidad. Gracias a ello, el tiempo de espera pasará de tres meses a 48 horas.
La información la dio a conocer este 15 de febrero del 2019.
La directora General de la Aduana, María Alejandra Muñoz, emitió la Norma de facilitación y garantía de derechos para la importación de mercancías con exención de tributos para uso de personas con discapacidad, la cual garantiza “la disponibilidad de acceso al programa durante las 24 horas del día en el portal web de la Institución www.aduana.gob.ec”
Para las personas que buscan acceder a este beneficio se ha habilitado un formulario de precalificación mediante el cual se conocerá el porcentaje de reducción que aplica según el caso. Asimismo, se eliminarán los requisitos que generaban costos al usuario.
“Adicionalmente, para la gestión de importación, se adiciona un contrato online de compraventa estandarizado de vehículos en el sistema informático aduanero Ecuapass, el mismo que ha sido debidamente acordado con todas las concesionarias de vehículos del país, para reducir discrecionalidad que pueda afectar a los usuarios”, explicó la entidad.
Los autos adaptados que manejan los socios de Asoditax tienen un sistema similar al de las motocicletas que les permite embragar, acelerar, frenar y direccionar el volante sólo con las manos. Ese sistema de conducción les permitió emprender con una cooperativa de taxis y volver a trabajar.
La cooperativa funciona en Riobamba desde el 2007 y está integrada por 32 socios que tienen diferentes tipos de discapacidades físicas, pero que tienen la habilidad de conducir.
Héctor Calderón, por ejemplo, tiene paraplejia desde el año 2011, cuando su columna vertebral se lesionó al caer del techo de su vivienda. Él se desempeñaba como oficinista de una entidad estatal antes del accidente, pero dejó su trabajo debido a la lesión.
“Es complicado para nosotros pedir trabajos en instituciones, es difícil acceder a edificios con obstáculos y también acoplarnos al horario de trabajo, porque para evitar las escaras debemos tomar medicinas y hacer terapias”, cuenta Calderón.
Sus unidades de taxi, en cambio, les permiten administrar su tiempo, hacer amistad con otras personas discapacitadas y trabajar en horarios cómodos. Además, pueden llevar dinero a sus casas.
“Dejamos de ser como un mueble más de la casa cuando empezamos a trabajar. La vida cambió para todos”, cuenta Maribel Martínez, gerente de la asociación.
Los socios se conocieron en la Asociación de Personas con Discapacidad de Chimborazo, donde practicaban deportes como parte de su terapia. La idea de integrar una cooperativa de taxis surgió cuando los primeros autos adaptados llegaron a la ciudad.
“Se nos ocurrió la idea ser taxistas, decidimos que no había ningún obstáculo para emprender y lo hicimos”, recuerda Calderón.
La organización surgió con 12 socios. Luego más integrantes obtuvieron créditos para adquirir los vehículos adaptados, que costaban hasta USD 12 000.
“Tuvimos que aprender a manejar, y eso fue muy difícil. Nos tomó meses de práctica antes de poder demostrar a las autoridades que éramos capaces de transportar pasajeros con seguridad”, dice Walter Gutiérrez, uno de los fundadores de la empresa.
De hecho, el obstáculo más fuerte que tuvieron que enfrentar fue la obtención del permiso de operación. Las autoridades les hicieron exámenes, solicitaron documentos adicionales y además pruebas prácticas donde verificaron que eran capaces de conducir los vehículos y que cumplían con todos los requisitos.
Los socios describen el proceso de legalización de la empresa como “toda una lucha”. Y ahora aspiran tener más cupos para ayudar a otros discapacitados.
“No ha sido fácil resignarnos a vivir con una discapacidad, pero el trabajar nos ayuda a mantener la motivación y a sostener a nuestras familias”, dice José Luis Tepu.
Los socios cuentan con el respaldo de sus familias para laborar en sus unidades. Ellos les toman la posta, pues sólo pueden trabajar en jornadas de seis horas.
José Luis Tepu, Héctor Calderón, Walter Gutiérrez y Maribel Martínez son parte de la directiva de Asoditax. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
Los audiolibros para personas con discapacidad visual se graban en el laboratorio de radio de la carrera de comunicación social de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad Técnica de Ambato (UTA).
Los 36 estudiantes del cuarto semestre de la institución, con el apoyo del docente Byron Naranjo, realizan el proyecto de vinculación, que inició el año pasado.
Ellos graban los textos de educación general básica que utiliza el Ministerio de Educación para la formación de niños en el país.
El material de las cátedras de Estudios Sociales, Lenguaje, Matemáticas y ciencias naturales sirve a los estudiantes con discapacidad visual para reforzar la preparación que reciben en entidades educativas o institutos especializados de Tungurahua.
“La idea surgió ante la necesidad de las personas con discapacidad para acceder al material adecuado para su preparación”, comenta el catedrático, que dicta materias como producción de radio.
En las bibliotecas de la Universidad y Facultad hay una limitación al contar con pocos textos en braille o en audio. “Se encontró algunos audiolibros pero la interpretación no es adecuada y se escucha de manera literal”, dice.
El trabajo de los alumnos se desarrolla en el aula y en el laboratorio de radio de la carrera, ubicados en el campus de Huachi Chico, al sur de Ambato. Los estudiantes conformaron grupos por cada una de las materias, realizan una lectura comprensiva del texto y un guión para leerlo en la cabina.
Naranjo recomienda a los alumnos que entiendan que con su trabajo pueden permitir que las personas con discapacidad visual aprendan. “Sus limitaciones pueden ser superadas con estos libros”, asegura Naranjo.
Carol Carvajal, Jéssica Rojas, Érika Mera, Lizbeth Pérez y Jéssica Chiguano son las encargadas de producir el audiolibro de Lenguaje. Las jóvenes aplicaron las técnicas de locución, vocalización, dicción e impostación.
En las citas previas a la grabación acordaron que debían hacer adecuaciones a los textos para que se puedan leer con facilidad.
Pérez explica que el material está elaborado para todos los estudiantes que tienen discapacidad visual. “Una compañera en el colegio tenía está limitación pero con la ayuda de las amigas del curso se logró superar esta dificultad. Los audiolibros son una herramienta que le permitirá avanzar en sus estudios”, cuenta la joven.
Las alumnas tienen las fotocopias de los libros y cada una de ellas está rayada o coloreada con diferentes pinturas. “Es una bonita experiencia que va a beneficiar a los chicos en su aprendizaje”, sostuvo la estudiante Carvajal.
Los audiolibros serán entregados al final del ciclo académico a la biblioteca general y de la Facultad para que sean reproducidos.
En el mundo, los audiolibros ofrecen un práctico soporte de lectura para adultos mayores o con deficiencias visuales. Pueden llevarse a donde sea.
Los estudiantes y docentes trabaja en la sala y cabina de grabación de la carrera de comunicación social. Foto: Fabián Maisanche / Líderes
Para el emprendedor brasileño Carlos Pereira su compañía es un asunto muy personal: la creó para ayudar a su hija Clara, con parálisis cerebral, a comunicarse y tener una vida mejor, una ayuda que busca ahora extender a discapacitados de todo el mundo.
«Soy el padre de una niña pequeña. Tiene ocho años y parálisis cerebral. Ella fue mi motivación. No puede hablar ni andar y fue mi desafío personal y privado el crear algo para mejorar su vida», explicó en entrevista con Efe el ingeniero eléctrico de 37 años, original de Recife (Brasil).
Fue así como creó Livox, una plataforma que permite a personas con deficiencias motoras, auditivas y visuales expresar sus emociones a través de la pantalla de tabletas impulsadas por el sistema operativo Android.
«Creé Livox hace cuatro años y ahora mismo tenemos 20.000 usuarios», explicó Pereira, que participó esta semana en una conferencia sobre emprendimiento e innovación organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en la Universidad de Stanford (California, EE.UU.)
El emprendedor, que logró recientemente una inversión de UDS medio millón de Google, busca ahora lanzar su empresa al próximo nivel y se ha afincado en Orlando (EE.UU.), desde donde planea su estrategia para convertirse en una firma global.
Pereira, que expandió sus negocios recientemente también a Arabia Saudí, dice que su prioridad ahora mismo es adentrarse en el mercado estadounidense y el mercado en español. «Esos son dos mercados gigantes y realmente queremos estar ahí», afirmó el emprendedor, quien dijo que su sueño es crear una sociedad «más justa».
«Lo que quiero es ayudar a la gente con discapacidades a vivir una vida digna, ayudarlos a ser individuos productivos en la sociedad y no una carga. Ese es el motivo por el que trabajo y me hará muy feliz el ayudar al mayor número de gente posible», explicó el fundador de Livox, que tiene 19 empleados y planea ampliar próximamente su plantilla.
Su hija Clara, que presiona distintos iconos en la pantalla para expresarse, puede ahora comunicar sus pensamientos y emociones a través del software desarrollado por su padre. «Mi hija no puede agarrar un lápiz y un papel pero puede aprender a leer y escribir y conceptos complejos como las matemáticas a través de Livox y eso es un gran logro para ella y creo que es solo el comienzo», explicó Pereira, quien dice haber vivido momentos «increíbles» con su hija gracias a la ayuda de Livox.
«Uno de ellos fue cuando le pregunté si los dinosaurios estaban vivos o muertos y me contestó que se habían extinguido. Le pregunté cómo lo sabía y me dijo que había estaba viendo el mismo programa sobre dinosaurios que estaba viendo yo», afirmó el empresario.
«Yo había estado viendo ese programa sobre dinosaurios y no sabía que ella también lo había estado viendo», afirmó.
Para Pereira, otro de los momentos especiales fue cuando le preguntó a su hija, que ha visto todas las películas de Disney, con qué princesa se identificaba. «Me contestó que Ariel, y creí que a lo mejor era porque es una sirena y no tiene piernas pero me equivoqué. Clara me dijo que era porque Ariel no podía hablar», dijo Pereira, quien aseguró que esos momentos le enseñaron que «hay una persona viviendo» dentro de su hija.
La plataforma desarrollada por Pereira, que también ayuda en el aprendizaje de idiomas, ganó el premio como una las mejores «app» del mundo en inclusión social, otorgado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La conferencia patrocinada por el BID tuvo lugar en el marco de la Cumbre Global de Emprendimiento (GES) respaldada por la Casa Blanca y que reunió esta semana en Stanford a 700 emprendedores de todo el mundo, además de 300 inversores, muchos de ellos de Silicon Valley.
Livox es una plataforma que permite a personas con deficiencias motoras, auditivas y visuales expresar sus emociones a través de la pantalla de tabletas. Foto: Archivo / LÍDERES
Hace dos años la vida de Alexander Almeida dio un giro inesperado. Cuenta que al tratar de huir de un asalto, en el que presuntos delincuentes lo drogaron para robar su auto, se accidentó. Este hecho lesionó su médula, por lo que el diagnóstico final de los especialistas fue que por el resto de su vida tendría que movilizarse en una silla de ruedas.
Antes de este accidente, Alexander -quien ahora tiene 32 años y trabaja en el área de Sistemas de la Agencia de Regulación y Control de las Telecomunicaciones (Arcotel)-, laboró en el área de perforación direccional en pozos petroleros, durante ocho años, en la multinacional Baker Hughes.
Luego de este percance, asistió durante ocho meses a jornadas de rehabilitación y con la consigna de cambiar de actitud frente a este nuevo reto, optó por buscar trabajo en tecnología o informática, área que la estudió en la Espe.
En el 2013 se creó el Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información y Comunicación (Cordicom), y un año después, el organismo empezó a buscar personal para diferentes departamentos. Almeida se postuló para ingresar en el área de las TIC. Obtuvo esa vacante y durante ocho meses se dedicó al desarrollo de software.
Alexander es una de las 80 000 personas con discapacidad que están en edad productiva o ya trabajan tanto en empresas públicas o privadas. En el país, 400 000 personas tienen discapacidad física o cognitiva, según la Secretaría Técnica para la Gestión Inclusiva en Discapacidades (Setedis).
La inserción laboral de este segmento de la población, incluso en áreas de tecnología, informática o sistemas, viene enlazada desde la formación académica.
Miguel Ángel Vargas, coordinador de la Red Iberoamericana de Informática Educativa y Discapacidades (RIED), sostiene que las TIC comprende un área de mucho interés para las personas que nacieron en esta generación y tienen entre 14 y 25 años, incluyendo a las personas con discapacidad.
Por eso, este sector de la población, al estar inmerso en el uso y desarrollo de estas herramientas que nacen en la Red, tienen una concepción, uso y comprensión de la tecnología muy particular que las generaciones adultas tienen dificultades de comprensión.
Es decir, que una persona con discapacidad auditiva, desde niño, puede potenciar estas tecnologías en aquellos aspectos que le serán útiles en su propia limitación, permitiéndole comunicarse con su círculo social. Por ejemplo, el uso de las redes sociales a través de teléfonos inteligentes.
En América Latina, sostiene Vargas, no hay registro de cuántas personas con discapacidad trabajan en el desarrollo de software o hardware. Explica que cuando este sector de la población acude a una institución educativa, tiene claro cómo se debieran eliminar las barreras de aprendizaje.
El acceso a la educación es uno de los pilares para la profesionalización de las personas con discapacidad, en áreas tecnológicas.
Marcos Santorum, docente de la Escuela Politécnica Nacional (EPN) y representante de la RIED en el Ecuador, menciona que la academia tiene la labor de vincular a las personas con discapacidad con la sociedad, incluyendo lo laboral, a través de pasantías y proyectos comunitarios, como los de alfabetización digital.
Con estos planes se fortalecen los perfiles profesionales de las personas con discapacidad, de acuerdo con el área que les genera interés. Además de la teoría, les interesa la formación técnica y práctica de actividades como el manejo de computadoras, software, soluciones digitales, etc.
Gustavo Giler, secretario técnico de la Setedis, manifiesta que desde el Estado se trabaja en políticas públicas para propiciar la accesibilidad universal en el área laboral y educativo. La sinergia en estas dos áreas ayuda a la profesionalización.
El valor agregado de esto es que a los niños con discapacidad visual Setedis les entrega kits que contienen computadoras y sistemas que permiten leer textos. Mientras que con las universidades desarrolla las denominadas ‘bibliotecas accesibles’, que permiten formar académicamente a los estudiantes.
Estas pautas ayudan en la inserción laboral de las personas con discapacidad en áreas de las TIC. La Setedis trabaja con el Ministerio del Trabajo para incluir a las personas con discapacidad en distintas áreas, como en las de tecnología e información, tanto en las empresas públicas como privadas, de acuerdo con el tipo de limitación que tenga.
Miriam Hernández, decana de la Facultad de Ingeniería en Sistemas de la EPN, expone que en el Ecuador los procesos de inserción laboral de personas con discapacidad en departamentos tecnológicos y de sistemas tienen que nacer desde las instituciones educativas.
En las Tecnologías de la Información y Comunicación también es un campo para que las personas con discapacidad desarrollen sus habilidades y fortalezas laborales.
La iniciativa subida en la plataformaChange.org con el nombre: ‘Un juguete como yo’ (Toy Like Me) logró que la multinacional Playmobil decidiera fabricar juguetes con discapacidad.
«¿Dónde están sus magos en silla de ruedas, hadas ciegas, genios con audífonos y princesas con andador?» esa fue la pregunta que le hicieron al fabricante de juguetes las más de 50 000 personas que firmaron la petición.
La multinacional, con sede en Alemania, -que fabrica muñecos de plástico con partes móviles, y accesorios para que los niños construyan escenarios- en respuesta señaló que hará algunas figuras con discapacidad y donará parte de los beneficios de su venta a fines solidarios.
La propuesta nació en Reino Unido y fue promovida por padres de niños con discapacidad y persona con discapacidad, desde el pasado 20 de mayo. El objetivo de esta es que haya inclusión en la industria juguetera, según sus promotores.
«Hay 770 000 niños en Reino Unido con discapacidad y más de 150 millones en todo el mundo. Estos niños llegan a un lugar donde, incluso antes de dejar el seno materno, ya están excluidos o poco representados por la industria dedicada a crear objetos para su desarrollo: ¡los juguetes!», señaló la petición, según detalla el portal de Huffingtonpost, en español.
El pasado 28 de mayo, Playmobil publicó un comunicado en su perfil de Facebook. «Siempre tenemos en cuenta el feedback de los niños y los fans de todo el mundo. La campaña de ‘Toy Like Me’ ha sido inspiradora para nosotros. Hemos escuchado a nuestra audiencia y estamos encantados de ofrecer nuestro apoyo. Estamos planeando las fases para lanzar un set de Playmobil que incluya personajes con discapacidad. Parte de las ganancias los donaremos al fin benéfico que ‘Toy Like Me’ decida. En el futuro, procuraremos incluir más personajes con discapacidad”.
You may have seen or heard about Toy Like Me in the news and on social media….We always take on board a lot of…
Así, el fabricante se convierte en la primera empresa mundial en unirse a la iniciativa incluyente, que reaccionó inmediatamente. En la cuenta de Facebook de ‘Un juguete como yo’ publicó «¡Tenemos un nuevo mejor amigo!… ¡Playmobil se acaba de convertir en la primera empresa global en unirse a nuestra revolución!».
Este es el primer logro a escala internacional que alcanzan los miembros de la iniciativa. Localmente ya habían conseguido que la empresa Makies, de Reino Unido, fabrique muñecas con discapacidad: una con gafas y bastón; otra con audífonos que dice te quiero en lenguaje de signos; y una con manchas de nacimiento en la cara.
La campaña ‘Toy Like Me’ arrancó el pasado 20 de mayo de 2015. Foto: Facebook, Toy Like Me
Grúas personales y plataformas para superar escaleras ha desarrollado una empresa en la ciudad colombiana de Medellín para facilitar la atención y traslado de personas con movilidad reducida en espacios públicos y sus hogares.
Tekvo Bioingeniería, fundada hace cinco años por dos ingenieros de la Universidad de Antioquia, identificó una oportunidad de mercado en la escasa planificación de las ciudades, lo que dificulta la movilidad de personas en sillas de ruedas, pero también en el día a día de pacientes que requieren desplazarse en sus propias casas.
Esta empresa detectó la necesidad que tienen las personas con movilidad reducida de recorrer los espacios de su vivienda, como por ejemplo ir al segundo piso, y que su traslado no influya «de manera negativa» en la salud de sus familiares o encargados de su cuidado, explicó el gerente general de Tekvo, Enrique Monsalve. También evidenció fallas en el ambiente urbano que hacen casi imposible que personas en silla de ruedas o que requieran apoyo puedan superar «barreras arquitectónicas».
En Colombia «hay una gran necesidad en cuanto a que la arquitectura no ha sido pensada para una persona que por ejemplo deambule en silla de ruedas», añadió. Así Tekvo, una empresa apoyada por el Parque del Emprendimiento, ha desarrollado grúas -que se asemejan a brazos instalados sobre plataformas con ruedas- que permiten levantar a la persona desde su cama y colocarlos en la silla de ruedas para su traslado a otros lugares de la casa o a vehículos.
«Esta grúa lo que permite es elevar al paciente desde su cama y trasladarlo a una silla de ruedas, sin que su acompañante o acompañantes tengan que hacer ningún tipo de esfuerzo», aseguró Monsalve, y destacó que se trata de equipos con tecnología nacional.
Para su línea de accesibilidad ofrecen plataformas para ser usadas en escaleras verticales, cuyo precio puede estar un 50% por debajo de los equipos importados. Con ello, el proyecto que surgió del trabajo de un equipo de investigación de la Universidad de Antioquia exhibe, cinco años después, un crecimiento exponencial de sus ventas, que cerraron en 2014 por encima de los USD 387 000 dólares, y la perspectiva de seguir expandiéndose. «Siempre hemos venido duplicando las ventas al pasar de cada año», complementó Monsalve, quien fundó la empresa junto a su socio, Jorge Alberto Ramírez.
Tekvo, que hoy cuenta con 20 colaboradores en su parte administrativa, ha logrado entrar a los mercados de Ecuador, Perú y Venezuela con envíos específicos, aunque su objetivo para los próximos meses se centra en fortalecer su presencia en el país. «Nuestra meta es seguir ganando territorio en Colombia», complementó este emprendedor, al señalar que están en capacidad de atender a clientes en todo el país.
Tekvo entró a los mercados de Ecuador, Perú y Venezuela con envíos específicos. Foto: Raúl Díaz/ EL COMERCIO
“Mi vida es el tenis. Mi papá y mis hermanos lo juegan. Yo aprendí a jugar en Cuenca, mi tierra natal a los 4 años de edad, ahora tengo 49.
Fui jugador profesional, ahora soy entrenador y por el deporte viajé por el mundo. Estuve involucrado en torneos como los Challenger, la Copa Davis, etc.
Pero la noche del 1 de abril del 2000 mi vida dio un giro. Al salir del Club Buena Vista, en Quito, luego de jugar, me intentaron asaltar. Unos delincuentes me persiguieron en otro vehículo. Fue un error no haber dejado que se lleven mi auto. Me chocaron y me volqué.
Un conocido que me socorrió llamó a mi hermana y me llevaron a una clínica privada. Estaba consciente y llegué caminando. Me acosté en una camilla para que un médico me revise.
Estuve cuatro días en coma, dos semanas en cuidados intensivos y dos meses hospitalizado. Sufrí un hematoma craneoencefálico y mis esperanzas de vida se complicaron. Mi pierna y brazo izquierdos se paralizaron seis meses. Las probabilidades de volver a caminar eran mínimas.
Empecé a estudiar cómo se jugaba el tenis en silla de ruedas. Pensé que ese iba a ser mi futuro.
Seis meses después recuperé la movilidad del brazo y la pierna. Tuve una nueva oportunidad y me dediqué intensamente al deporte. A raíz del accidente valoré mucho más la vida. Hago bicicleta, juego tenis, racquet…
Con esta nueva oportunidad de vivir formé la fundación Escuela Ecuatoriana Tenis en Ruedas, pensada en personas con discapacidades. Fue una aventura y surgió en el 2006 gracias a los amigos en el mundo del tenis.
El Círculo Militar me ayudó con canchas y baños habilitados para personas en sillas de ruedas. Otros clubes también quisieron ayudar, pero por distintas circunstancias no pudieron. Las cosas se fueron dando y nos especializamos en niños con distintas discapacidades. Ellos están llenos de ternura; para mí son una inyección de ganas para seguir trabajando y viviendo.
Más de 80 niños y adultos han pasado por la fundación. Menores con síndrome de Down, discapacidad visual y auditiva… Por ellos estoy estudiando lenguaje de señas. A ellos les damos cariño y comprensión.
Nos apoya la empresa privada. Con sus auspicios compramos sillas de ruedas, implementos, uniformes…. Cada empresa se compromete y nos apoya. Mientras más se sumen podremos ayudar a más personas.
Los niños me piden que firme sus libretas de calificaciones, que sea su padrino de confirmación, me escriben a diario, me llaman, me cuentan cómo va su vida… ¡Cómo no voy a sentirme realizado! Aquí todos encuentran motivos para seguir adelante. Conversamos, nos reímos, nos molestamos y disfrutamos de cada momento.
También doy charlas motivacionales en empresas. Me enojo cuando llega la noche, porque es un día menos. Mi vida cambió en todo sentido, en mi manera de pensar, en el ánimo, en todo. Ahora estamos por construir en Quito un complejo deportivo solo para personas con discapacidades. Está avanzando con apoyo de las autoridades”. Ponerle ganas Lo que me pasó fue una situación muy difícil y complicada. Me dieron los santos óleos y yo me dije que no podía terminar así mi vida. Pensaba en mi hijo, en mi papá, en toda mi familia. Pasé cerca de tres años en un proceso de recuperación física y mental. Cuando me recuperé, la fórmula que utilicé y utilizo día a día es ponerle ganas a todo. Por eso ahora vivo con intensidad cada momento.
Ser un ejemplo Mis pasiones son dos: los niños y el tenis. Hoy vivo para los pequeños y soy feliz al ver el entusiasmo y la alegría que tienen cuando llegan al entrenamiento, cuando toman la raqueta en sus manos, cuando dan un golpe y gritan emocionados. Además, ser su entrenador es una gran responsabilidad. Tengo que ser un ejemplo para estos chicos con quienes comparto mi vida.
No tener límites El eslogan de la escuela es “Lo difícil lo hacemos inmediatamente y lo imposible nos demoramos un poco”. Con esto queremos transmitir el mensaje de que si niños ciegos o cuadrapléjicos quieren jugar tenis, todos podemos. No importa qué actividad sea, lo que cuenta es el deseo. No tenemos que pensar en los límites, de esa manera todos podemos encontrar motivos para seguir adelante a pesar de cualquier dificultad.
Álex Peña junto a tres de los alumnos que llegan a las canchas del Círculo Militar. Foto: María Isabel Valarezo / LÍDERES