Solubles Instantáneos tiene previsto lanzar un nuevo producto al mercado. La empresa, dedicada 57 años a la fabricación de café , innovará este año en la preparación de un café descafeinado, explica el gerente general Jorge Salcedo.
Con este producto pretende llegar a un nicho especial: aquellas personas que son intolerantes o sensibles a la cafeína. Es un sector pequeño , dice Salcedo, pero considera que hay la demanda suficiente y que su industria necesita diversificar la oferta.
Actualmente la empresa elabora dos tipos de café: en polvo o también llamado atomizado y el liofilizado, para el cual se utiliza un sistema más sofisticado.
Para el último caso, el café se lo tuesta, se muele y luego su extracto es deshidratado a través de una máquina de última tecnología que mide casi 20 metros de alto.
Ambos productos son exportados en envases de 50 gramos a Perú. También exportan café a granel; para esto lo envuelven en una bolsa, la sellan y la colocan en una caja de cartón de 25 kilos. Este segundo tipo de exportación lo hacen a Japón, Corea del Sur, Taiwán, Turquía, Inglaterra, Italia, España y República Dominicana.
Según Guillermo Arosemena, Export Manager de Café Solubles, al año están exportando entre 900 y 1 000 toneladas de café en polvo.
El nuevo producto que prevén sacarlo a finales de este año, dice Arosemena, será vendido a nivel nacional. Posteriormente, podrían exportarlo a granel. Enviarlo envasado al exterior aún no está en sus planes.
Competir en el mercado internacional con otros tipos de café descafeinados no es tan sencillo, para la industria. “Podemos tener un buen producto, quizás un buen precio, pero el envase que utilizamos no es el más atractivo, sobretodo para un mercado exigente. No solo es el tema de distribución y mercadeo es el tema de insumos”, dice Arosemena.
Según los empresarios, no hay variedad en la oferta envases de vidrio, tres o cuatro modelos a nivel nacional. Solicitar la fabricación de un modelo nuevo y garantizar la compra de algunos miles de frascos les resultaría sumamente costoso. Por ello, apuestan primero a la venta en el mercado nacional.
El gerente general de Solubles Instantáneos, Jorge Salcedo, muestra el producto que elabora su compañía, asentada en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
Un caluroso sol irradiaba en la Plaza Artesanal de la parroquia de Salinas, en el norte de Ibarra, el domingo 4 de diciembre.
Ocho jóvenes afrodescendientes bailoteaban a ritmo de la bomba, un género musical propio del valle del Chota, mientras arribaba el tren con turistas.
Así, las bailarinas, que vestían faldas plisadas de color verde y blusas blancas, daban la bienvenida a un grupo de visitantes nacionales y extranjeros, que paulatinamente descendían de dos coches.
Entre los viajeros estaba el guayaquileño Luis Tazan, que arribó acompañado de su esposa y su hijo. Están radicados hace varios años en Alemania. En sus vacaciones retornan al Ecuador y esta vez eligieron visitar la región norte.
A Tazan le atrajo el paisaje que ofrece la ruta y la forma de vida de los afroecuatorianos de esta zona.
Desde el 2005, Salinas le apostó al turismo, aprovechando la llegada de la flota ferroviaria.
Sin embargo, ahora por ser un potencial destino también buscan captar otro tipo de visitantes.
Así explica Anderson Maldonado, administrador de la organización comunitaria de gestión turística, social y cultural Bombódromo Palenque.
Se trata de un organismo parroquial integrado por los representantes de cinco barrios, dos comunidades y la Junta Parroquial de Santa Catalina de Salinas.
Este último ente es el promotor del plan turístico, al que bautizaron como Bombódromo Comunitario Etnocultural Palenque, que tiene algunos componentes.
El objetivo es ofrecer una adecuada infraestructura turística y revitalizar la cultura e identidad de este poblado de 2 000 habitantes, la mayoría autoidentificado como afrodescendiente.
En el primero resalta la construcción de los centros gastronómicos, cultural y de capacitación. También, dos hospederías comunitarias, una plaza artesanal, un complejo turístico…
Hasta el momento la inversión bordea el millón y medio de dólares, explica Maldonado. Los recursos provienen de asignaciones públicas y aportes privados.
La idea también es fomentar emprendimientos, incluso de iniciativas particulares, en torno al turismo comunitario.
La Organización Palenque calcula que esta actividad beneficia a 130 pobladores. Uno de ellos es Jéssica Ferigra, de 30 años. Ella es una de las ocho mujeres que prestan sus servicios en el Centro Étnico Gastronómico Palenque, que tiene capacidad para acoger a 130 personas.
Las mujeres han recibido cursos de capacitación en atención al cliente, manipulación de alimentos, cocina, repostería, entre otros.
A los turistas nacionales, asegura Ferigra, les agrada más las sopas como el sancocho o platos fuertes, en la que se incluye menestras. Mientras que los visitantes extranjeros prefieren las hojuelas de camote o yuca, que se sirve en el lugar a manera de entrada.
El precio de los menús oscila entre USD 5,75 y 10. Todo depende del tipo de platillo. El crecimiento de la actividad turística en Salinas ha sido paulatino. Una de las razones es que la permanencia de los turistas que arriban en el tren es limitada. Permanecen máximo dos horas.
En su estancia, los viajeros, explica una de las guías locales, visitan la plaza artesanal, el museo de sal y un emprendimiento agroindustrial. Además pueden probar la oferta del restaurante.
Sin embargo, uno de los obstáculos de la parroquia es su dependencia con los turistas del tren, explica Anderson Maldonado.
Cada mes reciben unas 250 personas, en promedio, aseguran los directivos de la localidad.
Desde hace dos años, el poblado afroecuatoriano incluye en su oferta un complejo recreativo, que posee piscina, tobogán, zona húmeda, restaurante, cancha deportiva, paseo en bote, tarabita y hospedería. Este último tiene capacidad para 22 peronas. Otros de los atractivos son las pistas de motos y de 4×4. Durante el Feriado de Carnaval se corren dos pruebas nacionales de estas modalidades.
Maldonado asegura que con ese tipo de iniciativas aspiran incrementar el número de turistas hacia esta localidad.
“Lo valioso del proyecto es que no solo se ha pensado en el tema económico, sino en un equilibrio entre lo social, productivo, ambiental, cultural e identitario”, dice el administrador. Los excedentes que genera la actividad son reinvertidos en proyectos sociales de la comunidad.
Parte del equipo de la organización de Gestión Turística Bombódromo Palenque. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
Casi puede decirse que el origen de la empresa de empaques y etiquetas Inducarton, fue una bicicleta.
El medallista olímpico máster y fundador de esta firma, Juan Carlos Bosmediano practica el ciclismo desde los 16 años. Dice que en su adolescencia no había nada más que le obsesionara como esta disciplina deportiva.
El ciclismo le dejó triunfos e ingresos que su madre se encargaba de administrar. «Contra mi voluntad mi mamá guardaba todo lo que ganaba… no me dejaba gastar nada», dice en broma y ríe.
En 10 años de carrera ciclística, que vivió intensamente hasta los 26 años, logró acumular USD 30 000.
Años más tarde, cuando se graduó de ingeniero comercial de la Escuela Politécnica del Ejército (Espe) pensó que el mejor destino para este dinero era generar empleo en el país. Así fue como decidió abrir su emprendimiento.
Para este riobambeño, las empresas pequeñas y medianas (pymes) eran un sector poco explorado. «Las cartoneras grandes fabrican pedidos de 3 000 cajas para arriba, pero nos dimos cuenta de que había un nicho de mercado para las pymes que no necesitan gran cantidad de cajas y tampoco quieren hacerse de un inventario tan grande».
Buscó un socio estratégico, tocó puertas de bancos y de proveedores. Recuerda que logró reunir USD 60 000 y en 1997 creó Inducarton.
Esta empresa, que actualmente factura sobre el USD 1,9 millones al año, empezó con un trabajador. Hoy cuenta con 22 en planta y el área administrativa. Por su trabajo provee de empaques a los sectores floricultor, textil y de alimentos (especialmente snacks).
La iniciativa exigió que deje el pedal, actividad que retomó siete años más tarde y que hoy combina con los negocios.
Ser competitivo y agresivo, jugar limpio y conocer las necesidades de los otros es la estrategia de Bosmediano si pedalea su bicicleta en una competencia o si debe fortalecer su empresa cuando las condiciones de la economía son adversas.
«Como en el deporte yo debo saber qué buscan mis auspiciantes (Ministerio del Deporte, Herbalife y Trek), en lo empresarial yo debo identificar qué es lo que quieren mis clientes. No les vendo cartón sino un servicio», dijo.
Esta filosofía de manejo le permitió a Inducarton superar el ‘shock’ financiero de finales de los noventa y del 2008.
Para afrontar ambas crisis, la compañía buscó alianzas con clientes para cumplir con los pedidos y con los proveedores para obtener la materia prima a crédito. Otra fortaleza de la empresa es la diversificación de cartera. La firma cuenta con un portafolio de entre 130 y 150 clientes activos (que adquieren empaques cada tres meses, al menos).
Comsaju, firma que vende snacks, es cliente de la firma desde hace más de 13 años. Ivonne Salamanca, gerente de la firma, dice que la empresa ha buscado entender sus necesidades como cliente y ha respondido eficientemente. «Hoy compramos unas 10 000 cajas de cartón al mes a este proveedor», explica.
El Insignia
Líder Poveda, empleado de la planta ‘El compañerismo es fundamental’
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Trabajo 16 años en esta empresa. Yo fui el primer trabajador. Cada vez venían más y más pedidos, fuimos creciendo poco a poco y se contrató más gente. El empeño y siempre hacer un esfuerzo adicional ha generado más ventas, clientes y por ahí fuimos creciendo.
Nos sabemos llevar entre compañeros. Cuando hay que hacer más trabajo, lo hacemos. Con eso se aumenta la productividad. La empresa es como nuestra casa, la sentimos propia y eso hace que se genere un buen ambiente laboral. Uno trata bien la empresa, para que los jefes también nos traten bien.
El ambiente de trabajo, el compañerismo y la mano de obra son la mayor fortaleza de Inducarton.
«La empresa es como nuestra casa, la sentimos propia y eso hace que se genere un buen ambiente laboral»