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  • Chimeneas ecológicas con diseño personalizado

    Patricia González

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    No hay ductos, no hay leña, no hay humo ni instalaciones engorrosas. Biochimeneas Foz ofrece un producto ecológico, decorativo y de uso práctico.

    Biochimeneas Foz es la línea artística de la empresa Metal Proyect, fundada el 2015 por Xavier Sevilla, para el desarrollo de proyectos hidroeléctricos y del sector de la construcción.

    Sevilla laboró previamente por 13 años en una empresa constructora. Esa experiencia le permitió aprender sobre los procesos del acero. Sus conocimientos sobre el material y su gusto por las chimeneas impulsaron hace un año el desarrollo de un nuevo producto en Metal Proyect.

    Se trata de chimeneas ecológicas, cuyo combustible es el bioetanol, un alcohol vegetal que proviene de la caña de azúcar.

    Para el desarrollo de este proyecto, Xavier requirió del apoyo de sus primos Esteban y Sebastián Arcos, quienes están a cargo de la administración y atención al cliente del negocio. Xavier, por su parte, se ocupa de la producción. La inversión inicial para esta nueva línea de productos fue de USD 30 000.

    El componente principal de las Biochimeneas Foz es un quemador de bioetanol, de acero inoxidable.

    El tamaño del quemador es variable. Los hay de 40 centímetros, para calentar espacios de 20 m², como salas, oficinas o dormitorios. Otros medianos, de 60 cm, logran calentar hasta 50 m². Los más grandes, de 1,20 metros, son ideales para exteriores, ya que pueden cubir hasta 100 m².

    La empresa Indusaye provee a Metal Proyect de alrededor de 200 litros de biotenal al mes. “Es un producto biodegradable, no es tóxico y no genera gases nocivos”, señaló Diego Londoño, encargado de Venta de Industriales de la firma Indusaye.

    La personalización de los diseños, a gusto del cliente, es otro valor agregado deBiochimeneas Foz.

    El taller de Metal Proyect está ubicado en la parroquia de Puembo, en Quito. En ese lugar se han desarrollado cerca de 30 modelos de chimeneas, en variadas formas y haciendo uso de diferentes materiales: porcelanato, vidrio, cerámica, acero inoxidable, piedra volcánica, madera…

    Al mes, Biochimeneas Foz produce unas 20 unidades. El proceso de elaboración de una chimenea puede demorar una semana y de un diseño nuevo hasta varios meses.
    El precio de venta oscila entre USD 350 y 700, dependiendo del modelo.

    Entre los clientes del producto están arquitectos y diseñadores de interiores, quienes incluyen las chimeneas en sus proyectos.

    También hay clientes finales. Es el caso de Pablo Pólit, quien hace tres meses adquirió una chimenea de pequeño tamaño, diseñada en una base de madera.

    “No había forma de construir una chimenea en la casa. Esta se adapta muy bien al ambiente rústico de la casa”, comenta Pólit.

    Agrega que una de las ventajas del producto es que es movible. Cuando hay visitas la colocan sobre la mesa de centro de la sala y la encienden. Este modelo en particular puede mantenerse cerrado cuando la chimenea no está encendida, convirtiéndose en un elemento decorativo.

    La de Marlon Yépez, en cambio, es de gran tamaño. El diseño es rectangular y está cubierta en porcelanato. La chimenea está ubicada en un espacio al aire libre, entre la piscina y el área de BBQ de la casa. “Es espectacular, brinda un ambiente cálido muy agradable”, comenta Yépez.

    Las chimeneas pueden mantenerse encendidas por tres horas y media, con un litro de bioetanol, asegura Xavier Sevilla. Junto al producto, la empresa entrega al cliente un manual de seguridad con todas las recomendaciones para su correcto uso.

    El encendido es sencillo, solo se requiere de un mechero, del cual también provee la compañía. Adicionalmente, se hace entrega de un instrumento especial, elaborado en acero inoxidable, para el apagado.

    Metal Proyect ha vendido sus Biochimeneas Foz a clientes en Quito, Gua­yaquil, Ambato, Cuenca, Latacunga e incluso en Panamá. Al mes, está facturando por el producto entre USD 10 000 y 12 000.

    Esteban  Arcos (izq.), Xavier Sevilla y Sebastián Arcos (der.) lideran el proyecto Biochimeneas Foz de Metal Proyect. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Esteban Arcos (izq.), Xavier Sevilla y Sebastián Arcos (der.) lideran el proyecto Biochimeneas Foz de Metal Proyect. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • La tendencia es aplicar estrategias ecológicas

    Redacción Guayaquil

    El marketing verde es la aplicación de las herramientas del mercadeo para la gestión de una marca con componentes de sostenibilidad. Así lo explica Andrés Seminario, presidente de Actúa Verde, una firma dedicada a las relaciones públicas, comunicación y marketing con enfoque ambiental.

    Según el experto, en el Ecuador la tendencia de este tipo de mercadeo inició en el 2009. Responde a tres factores que son la normativa, la exigencia de los consumidores y la disposición de parte de los compradores a pagar más por los productos que sigan una línea verde.

    Por normativa se refiere a todas las nuevas leyes ambientales, como los derechos de la naturaleza establecidos en la Constitución de la República. “Esto incentiva a las empresas a tener gestiones y productos ambientalmente más amigables”, menciona Seminario.

    Por otro lado, los consumidores ecuatorianos tienden a demandar productos ecológicos, indica Edmundo Acosta, experto en marketing. “Lo que inició como pasatiempo o moda, se ha convertido en una cultura de consumo”.

    A esto, Seminario agrega que según un último estudio hecho por Consultor Apoyo, el 83% de los ecuatorianos considera que las empresas por ley deben ser ambientalmente responsables.

    Sobre el último factor, Acosta indica que está vinculado con el segundo. “Al volverse una cultura, los productos que siguen líneas verdes representan un valor agregado para el consumidor”, dice.

    Seminario acota que los consumidores están dispuestos a pagar entre un 5 y un 20% adicional al valor. Para esto, las marcas deben demostrar acciones concretas, específicas y públicas de responsabilidad ambiental, señala el experto.

    Para Seminario son tres estrategias principales del marketing verde. La primera es de bajo nivel, con la que únicamente se comunican mensajes verdes.

    La segunda es de nivel medio, a través de la cual se busca que los consumidores colaboren con acciones ecológicas. En la última, de nivel alto, se trata de cambiar hábitos de los consumidores.

    Como ejemplo de empresas que aplican el marketing verde en Ecuador, Seminario destaca la labor de la Cervecería Nacional (CN) y su programa Encuentro Daule realizado en el 2011.

    Este año la CN reactivó el proyecto bajo el nombre Red Daule. Consiste en la creación de una red para el cuidado de la cuenca del río Daule.

    Es importante resaltar que el tema del marketing verde no debe ser un tema aislado, dice Iván Sierra, consultor en marketing. Para él, este tipo de mercadeo debe ser una herramienta conjunta en el tema de Responsabilidad Social. Dice que ser amigable con el medioambiente es uno de los siete ejes contemplados dentro de la responsabilidad social. “El marketing verde sirve como apoyo en el tema y no como un simple método para atraer clientes”, opina.

    Para este experto, suele haber una distorsión de parte de las empresas sobre el tema. “Muchas veces se toma como una inversión en pro de la marca. No debe ser así, ya que todo actor económico tiene la obligación de ser responsable con la sociedad que lo rodea”, señala.

    Sobre las estrategias, cree que depende de las necesidades de las compañías. Si se buscan resultados a corto plazo, las firmas deben difundir su labor. Las relaciones públicas y la cobertura de medios son útiles en este caso. “El objetivo es hacer notoria la acción”. En el caso de las metas a largo plazo, se debe modificar las acciones en los consumidores. “Se logra a través de campañas y medidas un poco más agresivas”, afirma.

  • LuGel compite con velas de marcas importadas

    Redacción Guayaquil

    Las velas de gel se pusieron de moda, como elemento decorativo, en el 2002. En ese año, María de Lourdes Cañizares, atraída por esta tendencia, investigó cómo se elaboran y de dónde proviene la materia prima. Así nació LuGel, un emprendimiento que lleva 11 años en el mercado guayaquileño.

    Cañizares aprendió a elaborar velas de gel y de cera, de manera artesanal.

    En una cocina y usando ollas, derretía cera para luego darles diferentes formas. En el 2006 y con más experiencia, lanzó una línea de velas corporativas. «Las empresas se interesaron en mi producto para darlo de recuerdo en sus ferias, conferencias, fiestas…», recuerda. Los contratos los obtenía por recomendaciones de sus conocidos, así fue ampliando su cartera de clientes. «Normalmente yo le doy opciones de modelos de vela. La variedad es lo que atrae al cliente», expresa.

    En el 2011, Cañizares se asoció con sus sobrinas: María del Pilar y María Cristina de Icaza. Las tres aportaron con un capital de USD 80 000. El objetivo fue crear una línea de velas de cera aromáticas de calidad, que pudiese competir con las marcas importadas. Con la inversión, las socias de LuGel adquirieron una máquina de envasado de velas. Esto reemplazó la labor artesanal.

    «Queríamos crear un producto de calidad, con un diseño único», comenta Cañizares. Luego de seis meses, concretaron la idea: una línea de velas que representara a las cuatro regiones del país.

    «Lo más difícil fue escoger un nombre para la colección, finalmente salió Scálida (de cálido). Queríamos un nombre que englobe lo que es Ecuador», cuenta Cañizares.

    Scálida tiene cuatro modelos de velas ecológicas. Por ejemplo, la de Costa tiene diseños de caracoles y una mezcla de leche de coco fresca, limón y lima. La de la Sierra evoca la flora y fauna de esa región con un aroma de canela, vainilla, sándalo, mandarina y otras especias.

    Este emprendimiento factura, en promedio, USD 10 000 mensuales. Las velas se distribuyen en 8 locales de Guayaquil. Para finales del año, LuGel prepara una línea de velas aromáticas para spa.

    El negocio

    Producción. LuGel fabrica 250 velas por semana. La producción se realiza por pedidos.

    Materia prima. Utiliza cera ecológica de soya y esencias que son importadas de EE.UU.

  • Las propuestas ecológicas destacaron en esta feria

    Redacción Guayaquil

    Adoquines hechos con base en caucho reciclado, modelos arquitectónicos de edificios sustentables, banano deshidratado con chocolate, bloques elaborados con los residuos de la palma africana… Estas fueron algunas de las ideas que se presentaron, la semana pasada, en la Jornada de Jóvenes Emprendedores 2013 de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES).

    Este evento, organizado por la Facultad de Economía y Ciencias Empresariales de la institución, se realiza con la finalidad de destacar los mejores proyectos realizados por estudiantes de distintas facultades, entre ellas Comunicación, Arquitectura e Ingeniería Civil; International Carreers Program (ICP)…

    En total, se presentaron 23 grupos. Las ideas apuntaron a crear proyectos que generen ingresos, pero que a su vez sean amigables con el ambiente o que atraigan por su innovación y creatividad. En la cita, efectuada el 20 de agosto, se eligió un grupo ganador en cuatro categorías: Innovación, Plan de Negocios, Impacto Ambiental y Negocios Inclusivos.

    En Innovación, resultó ganador el grupo Social Investment. Se trata de una plataforma web de colaboración colectiva, para emprendimientos y ayuda social. Los estudiantes Wilson Correa, Juan José Molina y Pedro Estrada son quienes idearon este proyecto.

    Molina explicó que ya existen páginas similares a esta en otros países, pero no existe ninguna creada en América Latina, lo que -según dijo- dificulta la forma de pago. «La idea es que ayude a los emprendedores y a las causas sociales a reunir fondos de manera más rápida para sus proyectos, con la colaboración de terceros». En el portal, cada iniciativa tiene un plazo determinado para recaudar fondos.

    En la categoría de Impacto Ambiental el ganador fue el proyecto Micronomix. Lo desarrollaron los estudiantes de Economía, Jared Jaramillo, Alan Jaramillo y Santiago Heredia. Ellos crearon un producto que consiste en una mezcla natural de bacterias enzimáticas con un alto espectro de microbios.

    Su creación sirve como catalizador para la descomposición orgánica, rehabilitación y conversión de residuos tóxicos a orgánicos. Su uso va desde las granjas avícolas y la acuacultura hasta la purificación de aguas residuales.

    En la categoría Plan de Negocios, el proyecto ganador fue Veggie Mix. Se trató de un yogur con base en frutas y vegetales que se acompaña con quinua. Los integrantes de este grupo fueron Daniel Montero, Estefanía Balda y Valeria Orellana. Estos alumnos idearon diversos sabores, como frutilla con zanahoria y manzana con apio. Crearon envases individuales del yogur, que vienen acompañados de quinua para mezclar con la bebida. Montero aseguró que el target de su producto son los niños, las personas de la tercera edad y los deportistas. «La idea sería hacer una alianza con supermercados, asilos y colegios», dijo.

    En cambio, el proyecto Glorius fue el ganador de la categoría Negocios Inclusivos. Este proyecto se trató de la creación de productos de belleza que utilizan diferentes frutas como materia prima. La mano de obra es incluyente con mujeres que habitan en la vía a Daule.

    El plan consistió en capacitar a un grupo de mujeres para que ellas elaboren los productos. Las integrantes de este grupo fueron las alumnas de la Facultad de Economía y Ciencias Empresariales: Katherine Osorio, Diana Osorio, Verónica Luna y Andrea Serrano.

    LA CIFRA:
    23 proyectos participaron en esta feria de emprendimiento.